Los indígenas protegen mejor los bosques de América Latina

Las tasas de deforestación en América Latina y el Caribe son más bajas en las áreas indígenas y tribales donde los gobiernos han reconocido formalmente los derechos colectivos territoriales, de acuerdo con una revisión de más 300 estudios realizada en conjunto por la FAO y el FILAC.

Los pueblos indígenas y tribales, “y los bosques en sus territorios, cumplen un papel vital en la acción climática global y regional, y en la lucha contra la pobreza, el hambre y la desnutrición”, señaló Julio Berdegué, representante regional de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura).

Sus territorios “contienen alrededor de un tercio de todo el carbono almacenado en los bosques de América Latina y el Caribe y 14 por ciento del almacenado en los bosques tropicales de todo el mundo”, agregó Berdegué.

La FAO y el FILAC (Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe), presentaron este jueves 25 en esta capital su informe “Los pueblos indígenas y tribales y la gobernanza de los bosques”.

La conclusión central del informe, con análisis de más de 300 estudios científicos realizados en los últimos 20 años, es que los pueblos indígenas y tribales han sido mejores guardianes de sus bosques en comparación con los responsables de los demás bosques de la región.

Los mejores resultados se observaron en los territorios de los pueblos indígenas que cuentan con títulos legales colectivos reconocidos: entre 2000 y 2012 las tasas de deforestación en varios de estos territorios en la Amazonia fueron solo entre la mitad y un tercio de las de otros bosques con características ecológicas similares.

Según los análisis de FAO-FILAC, la tasa de deforestación en los bosques indígenas donde se ha asegurado la propiedad de la tierra es 2,8 veces menor que fuera de esas áreas en Bolivia, 2,5 veces menor en Brasil y dos veces menor en Colombia.

Los territorios colectivos titulados evitaron cada año, en esos tres países, entre 42,8 y 59,7 millones de toneladas métricas de emisiones de dióxido de carbono (CO2), gas de efecto invernadero que causa calentamiento global.

Esas emisiones ahorradas equivalen a sacar de circulación entre nueve y 12,6 millones de vehículos durante un año.

De las 404 millones de hectáreas ocupadas por los pueblos indígenas, los gobiernos han reconocido formalmente sus derechos de propiedad colectiva o usufructo sobre cerca de 269 millones de hectáreas.

En la cuenca amazónica “45 por ciento de los bosques intactos se encuentran en territorios indígenas, y la evidencia de su papel vital en la protección forestal es clara como el agua”, según Myrna Cunningham, presidenta de FILAC.

“Mientras que el área de bosque intacto disminuyó solo 4,9 por ciento entre 2000 y 2016 en las áreas indígenas de la región, en las no indígenas se redujo en 11,2 por ciento”, dijo Cunningham.

Agregó que “eso hace evidente por qué su voz y su visión deben tenerse en cuenta en todas las iniciativas y marcos globales relacionados con el cambio climático, la biodiversidad y la silvicultura, entre muchos otros temas”.

Los pueblos indígenas y tribales participan en la gobernanza comunal de entre 320 y 380 millones de hectáreas de bosques en la región, que almacenan alrededor de 34 000 millones de toneladas métricas de carbono, más que todos los bosques de Indonesia o de la República Democrática del Congo.

Mientras que los territorios indígenas de la cuenca del Amazonas perdieron menos de 0,3 por ciento del carbono en sus bosques entre 2003 y 2016, las áreas protegidas no indígenas perdieron 0,6 y otras zonas que no eran territorios indígenas ni áreas protegidas perdieron 3,6 por ciento.

Como resultado, a pesar de que los territorios indígenas cubren 28 por ciento de la cuenca del Amazonas, solo generaron 2,6 por ciento de las emisiones brutas de carbono de la región.

Sin embargo, la investigación sugiere que su función protectora está cada vez más en riesgo, en un momento en que la Amazonia se acerca a un punto de inflexión, que podría tener impactos preocupantes en las precipitaciones y en la temperatura y, eventualmente, en la producción de alimentos y el clima global.

El informe pide a los gobiernos, a los financiadores climáticos, al sector privado y a la sociedad civil que inviertan en iniciativas que fortalezcan el papel de los pueblos indígenas y tribales en la gobernanza forestal, refuercen sus derechos territoriales comunales y los compensen por los servicios ambientales que brindan.

Fuente: https://rebelion.org/los-indigenas-protegen-mejor-los-bosques-de-america-latina/

Comparte este contenido:

Opinión: Luces de plomo

Por: Tlachinollan

Abel Barrera Hernández

En la cresta de la Montaña de Guerrero, sobre la amplia zona de alto riesgo para los asentamientos humanos, se multiplican pequeños poblados que se encuentran en las líneas de fuego marcadas por cruces, a causa de las disputas agrarias dirimidas a punta de bala. Son conflictos añejos, que antes de la revolución protagonizaron innumerables batallas los pueblos fundadores de esta entidad suriana. Con gran orgullo rememoran que lucharon al lado de Vicente Guerrero en la gesta por la independencia.

Sus documentos coloniales forman parte de las pruebas tangibles que reclaman derechos primordiales. Tienen leyendas que nutren la memoria colectiva sobre el robo de documentos agrarios supuestamente planeado por comunidades vecinas. La falta de documentos oficiales, como la carpeta básica, colocan en desventaja a comunidades indígenas, que, a pesar de su asentamiento ancestral, la ley agraria no protege sus derechos territoriales. Las resoluciones de los tribunales agrarios, en muchas ocasiones, en lugar de resolver los conflictos, los exacerba, porque la parte que es vencida en juicio no está dispuesta a ceder las hectáreas, que por muchos años han ocupado. Es cuando los comuneros y comuneras deciden defender sus tierras con las armas en la mano, en las líneas de fuego.

La disputa agraria que actualmente protagonizan los habitantes de Alacatlatzala, perteneciente al pueblo Na Savi, con el núcleo agrario de Malinaltepec, del pueblo Me’phaa, nos remite a una lucha cíclica, que de manera recurrente tiene momentos ríspidos al grado que han llegado a la confrontación armada. El último tramo de esta reyerta se da en 1978, cuando los comuneros de Alacatlatzala incursionan en una superficie de mil 300 hectáreas, que la comunidad agraria de Malinaltepec, reclama como suya. En abril de ese mismo año Alacatlatzala inició un juicio agrario solicitando la confirmación y titulación de sus bienes comunales.

Los dos núcleos agrarios le han apostado a la ocupación de las tierras en conflicto, a través de la apertura de nuevas parcelas o la conformación de centros de población. Alacatlatzala tomó la decisión de trabajar estas tierras, mientras que las autoridades agrarias, con el apoyo de las autoridades municipales de Malinaltepec, autorizaron nuevos asentamientos en la zona de conflicto. Esta franja ha sido escenario de múltiples agresiones por parte de los dos pueblos, que se han enfrascado en una disputa estéril.

En 1993 el tribunal agrario le restituyó a Malinaltepec, 9 mil 500 hectáreas, causando un gran agravio a los comuneros de Alacatlatzala, quienes interpusieron un recurso de revisión que no procedió. Esta situación mantuvo en suspenso la ejecución de la sentencia. Fue hasta octubre de 2005, cuando el Tribunal Unitario Agrario, determina entregar una superficie de 12 mil 546 hectáreas, ignorando la decisión de 1993. Para las autoridades agrarias de Alacatlatzala hubo un exceso en la sentencia, por parte de los magistrados, que trazaron la línea en el punto conocido como Piedra de Moler, borrando de un plumazo la zona de conflicto de mil 744 hectáreas.

Con ese aval del Tribunal y con los acuerdos que logró establecer con los núcleos agrarios de Mixtecapa y Coatzoquitengo, para Malinaltepec la disputa histórica con Alacatlatzala quedaba saldada.

Este capítulo dio paso a una confrontación mayor, porque para Alacatlatzala, representó una provocación la construcción de nuevas viviendas dentro de los territorios que han disputado por décadas. Han resistido cultivando sus parcelas por encima de la resolución del Tribunal. Cada año, el conflicto se reactiva con la llegada de las lluvias. Las familias salen a sembrar en un terreno minado, saben que hay que cuidarse las espaldas porque el riesgo de una bala perdida, es inminente.

Para Alacatlazala, la creación de nuevas colonias, por parte de Malinaltepec, es para ocupar la franja en disputa y para cercarlos territorialmente. Para contener este avance, han creado más anexos, en la zona de conflicto. Es una pelea que se disputa metro a metro, con la apertura de nuevas parcelas o la construcción de casas. Los dos grupos enfrentados, han constatado que las denuncias interpuestas por daños, despojo, lesiones, allanamiento de morada o robo, no prosperan ante el ministerio público. Por eso, han ganado las posturas radicales, de ocupar las tierras atrincherándose, para arremeter con las armas. Se ha vuelto recurrente que al inicio del ciclo agrícola se organicen para irrumpir en la zona de conflicto y de esta manera someter a los adversarios. Se destruyen cultivos, se queman casas y se atemoriza a la población con armas de fuego.

En el 2017, Alacatlatzala interpuso un juicio por conflicto de limites ante el Tribunal Unitario Agrario, para reclamar 3 mil 200 hectáreas que mantienen en disputa con Malinaltepec.  A pesar de llevar el caso ante las instancias competentes, la disputa agraria se ha acrecentado en la zona de conflicto. Ha crecido la animadversión y el deseo de venganza, porque cada parte se aferra a su terruño y al derecho que han generado, por la misma ocupación de estos territorios.

En este año de la pandemia causada por el covid – 19, la conflictividad agraria se reactivó con mayor virulencia en varios núcleos agrarios de la Montaña de Guerrero. El conflicto de Malinaltepec y Alacatlatzala no fue la excepción. Cuando iniciaron los trabajos de preparación de los terrenos para la siembra, se dio la primera agresión a un vecino de Encino Roble, municipio de Malinaltepec, quien fue retenido por los comuneros de Alacatlatzala y posteriormente liberado. Se armó la trifulca y desde esa fecha se han suscitado balaceras nocturnas entre ambos bandos. El 19 de mayo, fue una noche de luces de plomo. Solo la lluvia apaciguó a los rijosos.

A pesar de las reuniones que se han establecido con personal de la Procuraduría Agraria, con el presidente municipal de Malinaltepec y con los magistrados del Tribunal Unitario Agrario, la confrontación no ha cesado.

El 29 de junio, como Tlachinollan convocamos a las dos partes para reafirmar el compromiso de esperar la resolución que emita el Tribunal Unitario Agrario, con sede en Chilpancingo. En este encuentro constatamos la hondura del conflicto, por ser añejo y por estar marcado por eventos violentos que han causado muertes, destrucción de casas, desplazamientos de familias, la imposibilidad de vivir en paz y dormir con tranquilidad. Hace falta implementar una estrategia interinstitucional, impulsada por el gobierno federal que atienda de fondo la conflictividad agraria en las regiones indígenas.  Se requiere estar más cerca de las regiones que se encuentran desamparadas y abandonadas a su suerte. Ante la ausencia de las autoridades y la ineficacia en la aplicación de la ley, la población indígena ha tenido que usar la fuerza para hacer valer sus derechos. En lugar de verse como pueblos hermanos que han forjado una cultura resplandeciente en este macizo montañoso, sus energías se pierden en la disputa agraria, que debilita la organización comunitaria y su capacidad para ejercer su libre determinación. No podemos permitir que sean las luces de plomo las que impongan la ley del más fuerte y la paz de los sepulcros entre los pueblos indígenas de Guerrero.

Fuente e imagen: http://www.tlachinollan.org/opinion-luces-de-plomo/

Comparte este contenido:

México: Lanzan campaña por los derechos territoriales de las comunidades mayas

Por: Desinformémonos. 10-10-2018

El Centro de Derechos Humanos Fray Bartolome de Las Casas (Frayba) inició una campaña para proteger los derechos territoriales de las comunidades mayas del sur de México, las cuales defienden sus tierras, recursos naturales y cultura de la “violenta imposición de los proyectos extractivos”.

La meta de la campaña es recaudar 5 mil dólares hasta el 2 de octubre, día final para recibir los donativos que servirán para el desarrollo de acciones encaminadas a posicionar las demandas y perspectivas de las 17 comunidades mayas y asegurar sus territorios.

Los donativos se deben realizar en la siguiente liga: https://bit.ly/2xse2Bj, donde además se encuentra toda la información de la propuesta del Frayba para las comunidades mayas en México.

 

 

Fuente: https://desinformemonos.org/lanzan-campana-los-derechos-territoriales-las-comunidades-mayas/

Comparte este contenido:

Paraguay: El Gobierno desacata una orden de proteger a un pueblo indígena aislado

 

Paraguay/10 de septiembre de 2016/www.survival.es

El Gobierno de Paraguay no ha protegido a un grupo de indígenas aislados pese a que así se lo demandaba una orden del pasado mes de febrero.

Hace seis meses la Comisión Interamericana de Derechos Humanos exigió al Gobierno del país que detuviera la tala en el Chaco, que registra la tasa de deforestación más alta del mundo, y protegiera a los vulnerables indígenas ayoreos no contactados que habitan en la región.

Sin embargo el Gobierno no ha conseguido detener la continua tala de masa forestal, lo que aumenta el temor de que los ayoreos aislados estén enfrentándose a su aniquilación.

Varias principales empresas ganaderas están deforestando el bosque para alimentar al ganado: el Chaco pierde una medio de 14 millones de árboles cada mes. La deforestación continúa y las topadoras se han dejado oír recientemente por la tierra ayoreo.

Las organizaciones locales GAT y OPIT han intentado persuadir al Gobierno para que cumpliera con las demandas de la Comisión, pero hasta la fecha apenas ha actuado.

Un ayoreo dijo a Survival: “No queremos perder nuestra tierra. Es la tierra donde nuestros padres y abuelos vivían y donde viven hasta hoy nuestros parientes en el monte. Queremos que nuestros hijos y nietos crezcan en la tierra de nuestros antepasados. Estamos reclamando esta tierra.”

"El Chaco está siendo deforestado rápidamente, lo que pone en riesgo a los ayoreos no contactados."

«El Chaco está siendo deforestado rápidamente, lo que pone en riesgo a los ayoreos no contactados.»

 

Entre las compañías que destruyen el Chaco están Carlos Casado S.A. (filial de la constructora española Grupo San José), River Plate S.A. y la empresa brasileña de carne vacuna Yaguareté Pora S.A. Esta última recibió en 2010 el premio de Survival International al “Mejor Lavado de Imagen Ecológico” por intentar que un área, que previamente había deforestado considerablemente, fuera designada como “reserva natural”.

Las pruebas demuestran que los territorios indígenas son la mejor barrera contra la deforestación y, por tanto, la mejor forma de proteger el Chaco consiste en garantizar el cumplimiento de los derechos territoriales de los ayoreos. Los pueblos indígenas aislados son también los mejores guardianes de su medioambiente. Su conocimiento es irremplazable y se ha desarrollado durante miles de años.

El director de Survival Internacional, Stephen Corry, declaró: “A menos que Paraguay actúe con rapidez, los ayoreos se convertirán en un dato estadístico más del continuo genocidio de los pueblos indígenas aislados en América del Sur. La situación no podría ser más grave: los ayoreos se enfrentan a una catástrofe a menos que se protejan su tierra y su bosque de estas voraces empresas extranjeras”.

Tomado de: http://www.survival.es/noticias/11403

Comparte este contenido: