Estudiantes ‘roban’ supermercados en Alemania para proteger el ambiente

Europa/Alemania/20 Junio 2019/Fuente: El comercio

Encapuchado y ‘armado’ con una lámpara frontal, Andrea, un estudiante de máster en Física,  se desliza de noche bajo el imponente enrejado que bloquea el acceso al patio trasero de un supermercado berlinés. En pocos pasos, llega a su objetivo: un contenedor de basura que desborda de productos alimenticios aún comestibles.

“Hay que darse prisa, respetar el lugar y sobre todo no ser atrapado por la policía, porque hacerse con productos no vendidos de un contenedor de restos es ilegal en Alemania”, susurra este joven de 22 años, que milita de esta manera contra el despilfarro de alimentos.

Andrea dice no carecer de nada pero que participa en estas operaciones nocturnas, a veces en grupo, y varias veces por semana, por “razones políticas».

“Combato al sistema basado en el hiperconsumo. Mi abuela me decía: ‘¡No tires la comida!’, pero la gente prefiere tirar cosas en lugar de dejarlas gratis” para quienes las necesitan, se lamenta.

Guarda su botín del día en una mochila: pasta, un cartón de leche de almendra (con embalaje deteriorado), ensaladas (teóricamente caducan el día siguiente) , chocolates de Pascua y aceite de oliva trufado.

Al día siguiente, lo compartirá con sus compañeros de piso y con un comedor solidario que reparte colaciones gratis.

Esta acción de “rebuscar” en contenedores  es penada con una multa que puede ser de cientos de dólares, y está prohibida al ser considerada como un robo: cualquier objeto depositado en un basurero situado fuera de los espacios públicos sigue siendo propiedad privada hasta que sea recolectado.

Sin embargo, en toda Alemania, centenares de activistas agrupados en comités locales optan por la ilegalidad.

A fines de enero, dos estudiantes fueron condenadas cerca de Múnich por el delito de robo agravado ocho horas de trabajo social y USD 255 de multa por haberse apropiado de alimentos en los basureros de un supermercado.

Las dos jóvenes, en una petición que superó las 140 000 firmas, exhortaron al gobierno alemán a legislar, imitando el modelo francés o belga, para obligar a los grandes supermercados a entregar los productos no vendidos a obras de caridad. Una similar iniciativa europea recogió 1,5 millones de firmas.

En Francia, una ley de 2016 contra el despilfarro alimenticio prohíbe a los grandes supermercados de más de 400m2 tirar comida o convertir en impropio para el consumo los excedentes no vendidos. Desde su entrada en vigor, 10 millones de comidas fueron distribuidas, y las donaciones a las asociaciones sociales aumentan a un 22%, se congratula Arash Derambarsh, uno de los activistas por esta la ley.

Pero en Alemania prima la voluntad de los comerciantes. El ministerio de Agricultura está contra el “ containern ” y considera que los supermercados colaboran “ muy bien ” con los bancos de alimentos de forma voluntaria, lo que ayuda a 1,5 millones de personas necesitadas.

11 millones de toneladas de alimentos son desechadas cada año en Alemania. Una cifra que, según el WWF, llega a los 18 millones si se incluyen los productos que por diversas razones (frutas y verduras demasiado maduras, que no corresponden a las normas, etc.) no están en los circuitos de venta.

Estas pérdidas alimentarias son evaluadas en 88 millones de toneladas por año en los 28 países de la Unión Europea (UE).

Desde 2012, el gobierno de Angela Merkel se impuso el objetivo de dividir por dos el despilfarro alimenticio antes de 2030 en el territorio alemán, en línea con las recomendaciones de la ONU. Pero los efectos han sido escasos.

A fines de febrero, la ministra de Agricultura y Alimentación, Julia Klöckner, presentó un “plan nacional” con los mismos objetivos, centrado en la educación de los ciudadanos y sus comportamientos alimenticios.

Los militantes ecologistas se han congratulado por la iniciativa pero lamentan que el plan ministerial se centre en la responsabilidad del consumidor.

“Aquí, como en el asunto de los desechos plásticos, no consideramos normal que sólo sea responsabilizado el consumidor, cuando los profesionales» son responsables del “ 60% del despilfarro alimenticio global”, asegura Tanja Dräger de Teran.

Imagen: https://www.elcomercio.com/files/article_main/uploads/2019/06/18/5d09157d38a8a.jpeg

Fuente:https://www.elcomercio.com/tendencias/estudiantes-robo-supermercado-proteccion-ambiente.html. 

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Consumir por encima de nuestras necesidades

Por: José María Gómez Vallejo

El volumen de alimentos que se desperdician cada año son mil trescientos millones de toneladas, lo que equivale a casi un tercio de la producción mundial, según la ‘Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura’ (FAO). Mientras, ochocientos millones de personas pasan hambre en el mundo. El derroche de alimentos no sólo es una injusticia que denota una falta de empatía con aquellos países sin recursos, también supone un importante daño al medio ambiente, ya que se generan más de tres mil millones de toneladas de gases contaminantes.

Los países industrializados son los que más alimentos derrochan. Los excedentes que no se comercializan acaban casi siempre en vertederos, pocos se destinan a aquellos que más lo necesitan y sólo un pequeño porcentaje se utiliza como abono para hacer compost.

En los últimos años la sociedad civil ha ejercido un importante papel en la concienciación. Gracias al activismo de muchas organizaciones y grupos ecologistas, el debate ha llegado al Parlamento Europeo, para que se elabore una legislación que reduzca la pérdida de alimentos. Francia es el primer país que ha prohibido por ley que los supermercados tiren comida, obligados a donar lo sobrante a las Ong’s y bancos de alimentos; si no lo hacen, se exponen a multas económicas e incluso a cárcel.

La disposición de Francia contrasta con una falta de voluntad política por parte de la Unión Europea. Y es que, gracias a los grupos liberales, populares y socialdemócratas, las iniciativas legislativas quedan en meras recomendaciones, sin capacidad para exigir a los países miembros la adopción de medidas concretas. Grupos de izquierdas y organizaciones de consumidores recriminan a la UE un desinterés y un abandono de sus funciones, cuando el 20% de la producción de se pierde y el 10% de la población europea tiene dificultades para acceder a alimentos.

La propia FAO señala que el máximo responsable es el actual modelo de producción masiva que excede a la demanda. Los supermercados tiran los alimentos que no tienen una apariencia perfecta, e incluso exponen productos que no se van a consumir, por el hecho de que una estantería llena vende más. Es cierto que todos podemos poner de nuestra parte para evitar que “cada hogar europeo arroje a la basura entre 300 y 400 euros de comida al año”, como denuncia Manuel Bruscas, activista y promotor de la campaña ‘Stop al desperdicio de comida en Europa’; pero no se puede equiparar la responsabilidad de la ciudadanía con la de las cadenas de distribución. “Debemos buscar alternativas de consumo más justas y saludables para el planeta. Pero cuidado, el sistema juega a colocar las responsabilidades en las espaldas de los individuos, cuando hablamos de un problema político y social de dimensiones globales”, afirma la periodista y escritora, Nazaret Castro.

Lo que se esconde detrás del desperdicio es el consumismo exagerado que impone el modelo capitalista, donde no se produce en base a las necesidades, sino por la búsqueda del máximo beneficio, sin preocuparse por el medio ambiente ni por las personas. Obligar a las empresas del sector a que destinen el excedente para aquellos que no tienen es un primer paso, pero no es ni mucho menos la solución. El hambre no se combate con caridad, sino con políticas que reduzcan la pobreza y posibiliten a todo el mundo el derecho al acceso a los alimentos.

*Fuente: www.ecoportal.net/temas-especiales/globalizacion/consumir-por-encima-de-nuestras-necesidades/

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