Colombia: La sobreexcitación por la educación virtual o el triunfalismo altanero de la “comunicación sin comunidad”

La sobreexcitación por la educación virtual o el triunfalismo altanero de la “comunicación sin comunidad”

Olver Quijano Valencia[1]

[1] Profesor Titular Universidad del Cauca, Colombia. Investigador Asociado y par evaluador MINCIENCIAS, Colombia. E-mail: oquijano@unicauca.edu.co ; olverquijano@gmail.com ; http://olverquijanov.jimdo.com/

Narrativas individualistas, anti-publicas, anti-estatales, virtuales y on line, se asoman en esta coyuntura como parte del plan de `salvación` de una de las instituciones históricamente determinante en la construcción del tejido social y cultural nacional: la escuela. Al margen de las contribuciones de esta institución en la socialización y configuración de un proyecto cultural homogéneo o monocultural de la nación, es decir, de la naturalización de la exclusión y de la clasificación social ─léase, del blanqueamiento─ como de su complicidad con la incursión y perpetuación del desarrollo y de la actual crisis civilizatoria; ha sido la escuela, uno de los espacios trascendentales en nuestro proceso de formación y en la configuración de escenarios de encuentro y socialización.

Una suerte de nuevo régimen social fundado en la conectividad, la virtualidad y la dependencia del poder de las TIC, de la informática y de múltiples dispositivos smart, paulatinamente se impone en esta coyuntura, claro está, sin la mediación de estudios y reflexiones rigurosas sobre sus derivaciones dilemáticas y problemáticas.  Una enorme pulsión y hasta apelación compulsiva y esquizofrénica por lo virtual y lo online se moviliza en muchos de los ámbitos de la vida cotidiana: los negocios, la salud, el afecto, la sexualidad, el trabajo, la educación, etc. Todo esto ha hecho

[..] plausible pensar en un posible tránsito a un nuevo régimen social sin contacto humano, o con el menor número posible de contactos y regulados por la burocracia: el aterrador aumento del poder de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) sobre nuestras vidas; y su corolario, los proyectos de seguimiento digital de la población amparados en la necesidad de limitar el número de contagios de covid-19.[1]

¿Hay una suerte de fascinación con la tecnología y una posible dependencia total de ella? ¿Está orientada dicha sobreexcitación también a perpetuar el statu quocomo sus prácticas segregacionistas y de discriminación social? ¿Cuál es su pertinencia en el mundo escolar convencional y en el ejercicio virtual y on lineen medio de la tensión entre conectados, desconectados y sinlos medios tecnológicos epocales apropiados?

Como bien se plantea en el “Manifiesto Contra la doctrina del shock digital. La necesidad de luchar contra un mundo `virtual`”,

[…] el confinamiento obligatorio en los hogares ha hecho que, para muchos, las pantallas se hayan convertido en casi la única manera de mantener el contacto con el mundo: el comercio digital ha explotado, de hecho hasta la organización de redes locales de aprovisionamiento de verduras y productos frescos ha dependido en muchos casos de internet; el uso de videojuegos ha alcanzado niveles estratosféricos; las consultas de «telemedicina» han aumentado exponencialmente (pese a que lo único que ofrecen es una simple conversación telefónica); también la continuidad de la docencia reglada se ha hecho pasar por el ordenador, ignorando todas las voces médicas que recomiendan limitar la exposición de los niños a las pantallas y a las radiofrecuencias de microondas; y, por último, muchos miles de personas están teletrabajando –se acabó lo de «metro-curro-catre», la cosa se ha quedado en «de la cama al ordenata», «en la cama con la Tablet» o «en el catre con el ordenata».[2]

Este episodio ha impactado el mundo de la educación, llegando a plantear ingenuamente el inicio de una “revolución” muy propia de políticas de desmantelamiento de lo público como de debilitamiento de lo social. Como algunos analistas ya lo han planteado, más que tener relación con una revolución, podría tratarse o bien de una disolución o de una reestructuración económica institucional, propia de estados de excepción, de donde siempre salen mal librados los derechos, los compromisos democráticos y los intereses de las mayorías.

Felices y sobreexcitados están quienes siempre han confundido formación con información, los gobiernos que con la virtualidad esquivan las múltiples demandas y exigencias por el fortalecimiento y cualificación de la educación pública y privada, y en especial, el sector empresarial/tecnológico que rápidamente ha potenciado una amplia oferta material y simbólica dirigida a intensificar lo que sarcástica y erráticamente se viene denominando como “un sistema educativo más inteligente”.

En palabras de importantes analistas, la “’youtuberización’ del conocimiento” y la “esclavitud digital” pueden ahora sí concretarse y naturalizarse en un escenario donde como lo expone de manera desafiante Diego Garrocho Salcedo, “pareciera que lo relevante no fuera ya qué es lo que hay que contar sino cómo hay que transmitirlo. En el imperio del cómo —los más horteras volverán a recurrir al inglés para hablar del way of doing— es probable que se imponga un modelo de experto capacitado para transmitir con afinada solvencia su más perfecta ignorancia”.[3]  En este emergente mercado también salen a la superficie los `gurus` precarios, esos que ahora y con su habitual ausencia de profundidad, fundamentación y de un complejo y abultado equipaje cognitivo transdisciplinario, se autodenominan como `expertos` en tales metodologías. Todo esto con el agravante de que “las personas corren a las pantallas; es como encontrarse con comida chatarra […] Es una adición y es más difícil renunciar a la comida chatarra cuando hay un único restaurante abierto en la ciudad”.[4]

La doctrina del shock digital y la virtualidad forzosa, ha penetrado el singular mundo de la educación sin mayores análisis acerca de lo político/institucional, lo pedagógico/didáctico y lo técnico/comunicacional, pero ante todo y una vez más, sin respuestas sobre sí es posible o no, salvar el alma de la escuela. Esta mudanza forzada de la escuela y la obsesión por la eficiencia, tal vez se inscriben en otro tecnicismo y otra manifestación de su (re)funcionalización, esta vez sin mayores consideraciones sobre sus esencias.

Muchos años antes de esta carrera loca e improvisada por la virtualidad educativa y on line, algunos ya habíamos hecho uso de tales medios, claro está, como hoy, sin suficientes competencias sobre el particular. De ahí que, desde el juicio y no desde el prejuicio, reconocemos cierto atraso y algunos destiempos de la educación, pero igualmente se verifica el hecho de que la virtualidad constituye una herramienta de enorme valor, sin que le asista un carácter determinante en el proceso de formación. Se trata, óigase bien, de una expresión herramental de indudable importancia.

Entonces, como lo afirma Noami Klein, “el problema no es si las escuelas deben cambiar ante un virus altamente contagioso para el cual no tenemos cura ni vacuna. Al igual que todas las instituciones donde los humanos actúan en grupos, las escuelas cambiarán. El problema, como siempre en estos momentos de conmoción colectiva, es la ausencia de debate público sobre cómo deberían ser esos cambios y a quién deberían beneficiar. ¿Empresas tecnológicas privadas o estudiantes?”[5]

Esta vez, desarrollamos las clases asistidos sin duda, por una “dulce” nostalgia por el encuentro físico, el cuerpo, el movimiento, la risa, el abrazo, el café, la interpelación eficiente,la estética de la forma y en especial de la energía, la conversación y la maravilla de encontrarnos y conocernos,entre ese singular sinnúmero de dones y regalos proporcionados por la escuela como “institución generosa”.  Poner el alma y el cuerpo como toda presencia y presencialidad, se va difuminando en tantos encuentros sincrónicos, dándonos la impresión de que estamos solos o juntos, pero sin comunidad.

El confinamiento obligatorio producto de la actual pandemia, también ha revelado la estupidez, la ignorancia y la falta de sensibilidad de los gobiernos y funcionarios con la población en las regiones y localidades. Por ejemplo. “normalizar” las actividades educativas y relajar el distanciamiento social, no deja de ser un bien intencionado propósito, siempre en desconocimiento de la realidad socio/económica y cultural, como de la miserable infraestructura educativa y tecnológica de regiones desde siempre desconectadas.

En medio del más miserable desmantelamiento de la educación nacional, regional y local por parte de gobiernos corruptos, mezquinos y neoliberales;  sin estudios, sin datos, sin el conocimiento del contexto local y regional, y lo peor, sin estrategia, los funcionarios (esos que poco funcionan) encargados de administrar la educación `reactivaron` las clases apelando al uso de tecnologías de la información y la comunicación, plataformas, webs, radio, televisión, teléfonos móviles, materiales impresos, etc. Claro está, sin conocer el estado de conectividad de sus estudiantes como la disposición de recursos tecnológicos y menos las competencias de estudiantes, profesores y profesoras para desarrollar este tipo de actividades y este tipo de herramientas.

Hemos sido testigos del nefasto inventario al que hoy se han enfrentado profesores y profesoras del área urbana y sobre todo del contexto rural a la hora de examinar posibilidades tecnológicas y de recursos. Conclusión: nunca existieron condiciones para trasladar el largo e histórico acumulado de la escuela a las redes y a la casa, máxime cuando en muchas instituciones educativas lo único que existen son necesidades de:rectores, profesores, infraestructura física y tecnológica, medios y recursos educativos, alimentación, transporte y un largo etc., que nos indigna profundamente.

En Colombia, según un estudio de la Universidad Javeriana,

El 96% de los municipios del país no pueden implementar educación virtual porque más del 50% de los estudiantes de 11º no tienen computador ni internet en sus hogares (…) El67% de los estudiantes de colegios públicos está en la misma situación. En zonas rurales solo el 9% de los jóvenes dispone de un computador. De acuerdo con el DANE (2018) el 52.7% de los hogares tiene internet. Centros urbanos 63.1%, rurales 16.2%”. Incluso en Bogotá, sólo el 68% tiene acceso a la web y en las universidades el 38% de los estudiantes no ha podido acceder a las clases virtuales por falta de internet. Se encuentran toda clase de incongruencias: escuelas con internet sin electricidad, escuelas con computadores obsoletos, escuelas sin internet con computadores, escuelas con computadores sin internet y muchas escuelas sin nada.[6]

Es evidente, no tienen celulares, no tienen internet, no tienen computador, no pueden salir a recoger los materiales impresos (pues en algunas regiones los controles comunitarios y los grupos armados no permiten circulación alguna), no hay señal en las regiones remotas, los celulares reportados en el momento de la matrícula no son de los estudiantes, ya no existen o no están en funcionamiento. Y lo peor, están prefiriendo comer a hacer recargas. Como dicen muchos padres hoy frente a la invitación a clases: “no sabemos qué hacer, solo tenemos una comida al día, qué vamos a tener internet y datos”. Claro, contesta la profesora. “No se angustien, ni vayan a retirar a sus hijos del colegio. Es más importante alimentarse, cuidarse que tener datos o internet. Estos momentos son más para cuidar nuestra vida y la salud al igual que la de los seres queridos”.

La escuela virtual y on lineno funciona eficientemente. Una vez más, la escuela fracasa en medio de la incompetencia y la insensibilidad institucional sigue ganando la batalla.  En tiempos de crisis, también imaginar, crear, leer el contexto y sobre todo estrenar el cerebro, son tareas inevitables.

Al final y en medio de tanta tristeza, incertidumbre e impotencia, siempre tendrá razón la profesora que en medio del llanto después de hablar con algunos de sus estudiantes, solo pudo decir: “Por favor, no se angustien, ni angustien a sus familias. Lean, escuchen música, escriban un diario, relaten una historia de sus vecinos, hablen con los viejos, dibujen, repasen las tablas, báñense, bañen el perro, remienden las medias y la ropa interior, sonrían. Los quiero y los extraño mucho”.

– “Igualmente, profe, la queremos mucho”.

Educación virtual, on line y homeschooling─educación en casa o en familia son maneras de dar cuenta de este repentino cambio en la práctica escolar o de llevar el acumulado histórico de la institución escolar a las pantallas y a la casa. Tal vez esta escuela virtual/on line y su aprendizaje automático y remoto, no están funcionando muy bien, tal como lo dejan ver padres, estudiantes y profesores. Angustias, problemas, inequidades, encierro, soledad, traslado plano de intervenciones presenciales a las pantallas, monólogos, bombardeos de documentos y tareas, reducción de tecnología a medios, información sin fricción, impaciencia, nerviosismo, cansancio, stress, colapsos psicológicos, son entre otros, aspectos que en la fascinación y sobrexcitación no ha dado espacio y tiempo para evaluar milimétricamente esta posible nueva vergüenza prometeica.

Una new Deal de las pantallas (Screen New Deal) en tanto propuesta sin contacto y altamente rentable, como lo ha denominado recientemente Noami Klein, al penetrar el mundo de la escuela, posiblemente también contribuya a consagrar la educación sin aprendizaje sustantivo y significativo, y tal vez, se ubique más del lado de asimilar la educación con el acto de salir al mercado a aprender a ganarse la vida y no de salir al mundo a prender a vivir, como lo afirma Carlos Skliar.[7]

Comprender mejor el mundo y tener la posibilidad de gozárselo más como lo sugiriera Rodolfo Llinàs, “trasmitir el mundo, compartir las distintas imágenes del mundo, renovar el mundo con los nacimientos”[8], ampliar la conversación intergeneracional, actualizarnos y refrescarnos con el ideario, la estética y las experiencias de las nuevas generaciones, son tareas y prácticas propias de la magia de la escuela, esa a la cual no es posible renunciar aún en medio de la virtualidad forzosa, del aprendizaje remoto y sin fricciones y de la dictadura de las pantallas, escenario con anclaje ─según AnujaSonalker─en la premisa de que los “humanos son biopeligrosos, las máquinas no”.[9]

No despreciamos el rol de la virtualidad como herramienta importante en el proceso de formación, pero tampoco desconocemos a “la escuela como institución generosa”[10], en tanto da tiempos, espacios, saberes, libros, arte, imágenes, palabras, experiencias, contactos, encuentros, compromisos, proyectos, sueños, comunalidad, procedimientos, alegrías, tensiones, afectos, conocimientos,amig@s, pensamientos, lecturas,abrazos, análisis, etc. Asimismo, seguimos pensando en el maestro no como operador de dispositivos y de pantallas, sino ante todo como arquitecto─quien diseña─ y como anfitrión─quien ejerce la hospitalidad─.[11]Desde estas premisas, estamos convencidos del rol de la escuela como espacio de encuentro y de acogida, pues sin este tipo de experiencias, solo será posible la desfuturizaciòn, la descomunalizaciòn, la desconexión y entre otras cosas, “la comunicación sin comunidad[…] Estamos “cada vez más interconectados, pero sin vinculación ni cercanía. […]Tenemos que inventar nuevas formas de acción y juego colectivo que se realicen más allá del ego, del deseo y el consumo, y creen comunidad”.[12]

Como sugiere, Carlos Fernández Liria, “no es una buena idea llegar a la meta sin amigos y sin amor, sin nada que nos merezca un mínimo de respeto. ¿A dónde vamos tan deprisa? ¿Tanta prisa tenemos en llegar al abismo, por otra parte, inevitable, que nos augura el agotamiento ecológico de este planeta?”[13]De una educación sin el encuentro, la vivencia, los vínculos y la cercanía física, tal vez vengan generaciones y sociedades sin la experiencia de lo común, lo colectivo, la sociabilidad, la solidaridad, la

[1]La necesidad de luchar contra un mundo ‘virtual’. Contra la doctrina del shock digital. Disponible en: https://vientosur.info/spip.php?article15938

[2]La necesidad de luchar contra un mundo ‘virtual’. Contra la doctrina del shock digital. Disponible en: https://vientosur.info/spip.php?article15938

[3]La ‘youtuberización’ del conocimiento. Disponible en: https://www.elespanol.com/opinion/tribunas/20200519/youtuberizacion-conocimiento/491070895_12.html?fbclid=IwAR3GIQc4IBkrqKTg75ahxYCZ5oPbUQvytJNtWQvRdH_dciJMTDFIBGjx2xY

 

[4]La educación digital es para las «masas», la «élite» huye del mundo digital. Disponible en: https://profesionalesporelbiencomun.com/la-educacion-digital-es-para-las-masas-la-elite-huye-del-mundo-digital/#.XsPzQKhKiM8. Esta referencia, aunque en su título no se corresponde con el artículo original «Human ContactIsNow a LuxuryGood«,referido más a cómo las clases adineradas examinan las formas para que sus hijos reduzcan o se alejen de las pantallas, evitando no solo patologías asociadas sino ante todo favorecer e intensificar el contacto humano; no deja de ser un insumo y referente para la actual conversación sobre educación en entornos virtuales, es decir, sobre la escuela como institución de múltiples contactos y la formación on line como aprendizaje remoto y sin fricciones. Agradezco al profesor Gustavo Adolfo Ramírez González (Universidad del Cauca, Colombia) por su oportuna aclaración al respecto y nuestra corta conversación virtual al respecto.

[5]Distopía de alta tecnología: la receta que se gesta en Nueva York para el post-coronavirus. Por Naomi Klein. Disponible en:https://www.lavaca.org/portada/la-distopia-de-alta-tecnologia-post-coronavirus/?fbclid=IwAR3KBn9ICDPHVNBKvxrsIGf2i04WQO93zJOHUOcSw8wz3Q5toyUXkwtpUiw

[6]Colegios en Colombia no están preparados para dar clases virtuales. Disponible en: https://www.eltiempo.com/vida/educacion/estan-preparados-los-colegios-publicos-para-implementar-lecciones-virtuales-por-el-covid19-471662

[7]IX Conversaciones más allá de las pandemias entre Carlos Skliar y Miguel Alberto González González. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=O_cf6Hc2RlA&t=3651s

[8]VIII Conversatorio internacional pensarnos en y más allá de pandemias Horizontes Humanos de Kalkan. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=ehrX7Mn920o&t=4466s

[9]Distopía de alta tecnología: la receta que se gesta en Nueva York para el post-coronavirus. Por Naomi Klein. Disponible en: https://www.lavaca.org/portada/la-distopia-de-alta-tecnologia-post-coronavirus/?fbclid=IwAR3KBn9ICDPHVNBKvxrsIGf2i04WQO93zJOHUOcSw8wz3Q5toyUXkwtpUiw

[10]ABCEDÁRIO con Jorge Larrosa Bondía. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=5FtY1psRoS4

[11]Las viejas tecnologías en tiempos de cuarentena. Daniel Brailovsky. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=nhtdQjfc9YI

[12]Byung-Chul Han: “El dataismo es una forma pornográfica de conocimiento que anula el pensamiento” Disponible en: https://elpais.com/cultura/2020/05/15/babelia/1589532672_574169.html

[13]Covid-19: el siglo XXI empieza ahora. Disponible en: https://herramienta.com.ar/articulo.php?id=3180

 

Fuente de la Información: OVE

 

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