Panamá/Marzo de 2017/Fuente: La Estrella de Panamá
El artículo de este domingo es de la profesora Antonella Ponce, especialista en educación. Es una reproducción parcial de un análisis presentado en el VIII Congreso Nacional de Sociología (septiembre de 1990).
Por tener vigencia los planteamientos sobre educación inicial que la autora formulara en este trabajo, Flacso ha considerado oportuno publicarlo en dos partes, durante dos domingos consecutivos.
Si partiéramos hoy de la consideración que hacían los teóricos de la educación del siglo XIX, que los niños eran apenas seres biológicos y psicológicos con un desarrollo uniforme, determinados genéticamente y con rasgos inmutables dispuestos por la naturaleza tendríamos que aceptar que todos llegarían a la escuela primaria, a los seis años, en iguales condiciones con los mismos niveles de desarrollo y potenciales de aprendizajes idénticos.
Pero el desarrollo científico alcanzado en el siglo XX marca un giro en el desarrollo pedagógico y en la difusión de estas concepciones al enfatizar en la naturaleza social del niño como un ser en proceso de formación, cuyo aprendizaje ocurre no como resultado de una maduración pasiva, sino en virtud de su interacción con el medio social.
En la medida en que los medios sociales, de donde provienen los niños, son distintos, sus experiencias y aprendizajes que ocurren en los primeros años van a determinar una base de formación con marcadas diferencias que varían de niño a niño, no sólo dentro de la misma clase social o del grupo familiar, sino también en función de las particularidades individuales.
Naturalmente que la individualidad de cada niño se acentúa al ambiente y a las condiciones de vida que le permite el ingreso económico de los padres, por razón del tipo de experiencias que esta condición le ofrece ya sea en el plano cultural, nutricional o vivencial.
Esto no quiere decir que existan niños más inteligente y capaces que otros, sino que son diferentes por los ritmos de desarrollo, las oportunidades de percibir el mundo que los rodean y la cantidad-calidad de esos aprendizajes. Es decir que las diferencias sociales establecen diferencias de desarrollo y de conocimientos desde los primeros años de vida.
Por estas razones, al adentrarnos al análisis de la democratización de la educación debemos tener en cuenta las condiciones en que ocurre este desarrollo del niño en cada contexto sociocultural y estrato económico, ya que la escuela selecciona en el proceso de enseñanza-aprendizaje aquellos niños que se ajustan a ciertos ‘patrones establecidos’ en cuanto a: desarrollo de lenguaje, expresión, intereses, etc, y los otros con niveles de desarrollo distintos, como consecuencia de un ambiente pobre en estímulos son considerados como menos capaces convirtiéndolos en candidatos seguros a la repitencia, hasta su expulsión del sistema educativo.
De esta forma la escuela se convierte en una opción sólo para aquellos niños provenientes de esos ambientes que favorecen la adquisición de patrones ‘preferidos’ por la escuela en virtud del atraso que prevalece en las concepciones sobre el desarrollo del niño obstaculizando el acceso democrático a todos y profundizando las desigualdades sociales.
La lucha por el reconocimiento de la educación inicial como un nivel educativo pasa por estas consideraciones, ya que este es el periodo crucial para sentar las bases para el desarrollo de la personalidad las destrezas y habilidades básicas del aprendizaje y el desarrollo lógico del pensamiento constituyendo uno de los eslabones más importantes de los esfuerzos por hacer de la educación un derecho legítimamente adquirido por el niño desde que nace como una opción segura para todos sin excepción.
Este derecho ha sido atribuido tradicionalmente a la familia, y en especial a la mujer, aceptándose como un valor intrínseco a su condición de madre. No obstante los tiempos han cambiado.
Primero, en la era preindustrial la composición de la familia y la función educativa que cumplía estaba favorecida por las características de un entorno rural, o por el número de miembros, lo cual permitía una mayor convivencia y la presencia siempre de un adulto que se encargaba de cuidar y educar al niño pequeño.
La participación cotidiana del niño en las tareas domésticas del núcleo familiar le permitía, por tanto, asimilar progresivamente un conjunto de valores, actitudes y conocimientos tenidos por valiosos, tanto en la familia como en la sociedad.
Segundo, con la complejización de la vida social, la alteración estructural de la familia y la participación de la mujer en el trabajo fuera del hogar, que se extiende a madres y abuelas, se altera el ambiente y las oportunidades de interacción familiar para el niño.
La familia va teniendo menos oportunidades de dar una educación todo lo completo que él requiere, y los conocimientos especializados que aportan las ciencias del desarrollo ya no son accesibles, porque requieren por parte de sus miembros, tiempo de lectura y estudio.
En consecuencia, una educación inicial integral no puede realizarse a satisfacción sólo en el seno familiar, la familia requiere y solicita condiciones específicas para la atención y educación de sus hijos.
La comprensión de este marco teórico es lo que permitirá situar a la educación inicial en el nivel de importancia que le corresponde dentro del sistema educativo, y que al fin y al cabo, determinará la calidad científica del proceso enseñanza-aprendizaje en la escuela.
ANTECEDENTES DE LA EDUCACIÓN INICIAL EN PANAMÁ
Los antecedentes de la educación inicial en nuestro país se remontan a los inicios de la República, con la creación del primer kindergarten mediante el Decreto No. 31 del 27 de abril de 1908, bajo el influjo de las ideas pedagógicas que a principios de siglo dieron origen a nivel mundial a un movimiento en favor de iniciar la educación antes de la entrada a la escuela.
A partir de este hecho se inicia el proceso de desarrollo de esta enseñanza, que atraviesa por cinco períodos claramente diferenciados que vamos a analizar de acuerdo a las características que presentan en nuestro país:
Primer periodo: La enseñanza Froebeliana: los Kindegarten (1908-1920)
Segundo periodo: Instituciones de beneficencia: las guarderías (1930-1947)
Tercer periodo: La preparación para el aprendizaje: la educación preprimaria (1950-1969)
Cuarto periodo: Los centros de orientación infantil y familiar (1970-1979)
Quinto periodo: Evaluación científica 1980-1985.
Fuente: http://laestrella.com.pa/panama/nacional/educacion-inicial-democratizacion-social/23991485