Educar: Adolescencia y pubertad

Por: Pita Laddaga

Todos los padres quisiéramos que nuestros hijos crecieran sanos y felices

Deseamos  que nuestros hijos lleguen a ser adultos responsables, satisfechos, amorosos y felices; intentamos darle la mejor formación, pero a veces no sabemos como hacerlo.

Para educar tenemos que prepararnos, ampliar nuestros conocimientos, reflexionar sobre nuestros valores, pensar qué ejemplo les damos y encontrar la mejor manera de apoyar  el desarrollo de sus sentimientos, habilidades y virtudes.

Cuando contemplamos el panorama del desarrollo  del adolescente comprendemos mejor  el sentido de los retos y logros de esta etapa

La personalidad del adolescente es sumamente compleja e integra aspectos muy diferentes: físico, emocional, intelectual, social, creativo y espiritual. Los padres tenemos que atender cada uno de ellos y saber que se entrecruzan unos con otros, se influyen unos a otros y se desarrollan juntos.

Para tratar  los distintos elementos de la personalidad vamos a verlos en tres  apartados: Aprender a vivir juntos, aprender a conocer y a hacer, y aprender a ser.

En el desarrollo del  adolescente, los aprendizajes  incluidos constituyen una unidad indivisible, sin embargo, cada uno tiene sus particularidades y, para comprenderlos mejor, conviene tratarlos por separado.

Estos apuntes es una invitación a ampliar nuestros conocimientos y reflexionar sobre los distintos temas  para saber que esperar y qué hacer a medida  que maduran nuestros hijos. Si entendemos mejor y ponemos atención a sus avances, podremos restarle la ayuda necesaria en cada momento y prepararlos para que ellos sigan evolucionando y aprendiendo por su cuenta durante toda la vida.

Estos apuntes está dedicado a los padres de adolescentes en la etapa de la secundaria, es decir, a los padres de chicos y chicas  que tienen entre 12 y 15 años de edad

Las características  del proceso del desarrollo durante la adolescencia se describen de manera general, pero con la conciencia de que cada chico es diferente y único. La información que aquí se ofrece es una orientación para aprender a observar a nuestro hijo y comprender sus procesos  individuales de  crecimiento.

Los padres de adolescentes tenemos la oportunidad de encauzarlos  por medio del diálogo, del convencimiento, de la cooperación y del ejemplo. En esta edad aún podemos sembrar y reforzar intereses, actitudes y valores que los ayuden a convertirse en personas autónomas, responsables, solidarias y amorosas; en ciudadanos activos y capaces de convivir en un ambiente de respeto a la dignidad y a los derechos de los demás.

ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LA FAMILIA

La familia es una influencia fundamental para el y la adolescente

Aún cuando otros adultos, y sobre todo los amigos, adquieren mayor  importancia en la vida de los adolescentes, la familia sigue siendo fuente de seguridad, confianza, afecto, guía ,estímulo y educación. La familia  lo hace sentir que pertenece a un grupo, que tiene un lugar propio y que es único.

La familia es un factor fundamental para su futuro. Nuestro hijo va a enfrentar la vida, en gran parte, con los recursos que obtenga de su vida familiar. Sus logros se apoyarán en la confianza y seguridad en sí mismo que le ayudemos a desarrollar, en los conocimientos y destrezas que adquiera con nuestro estímulo, en la autonomía y la habilidad de decidir y de ser responsable que sepamos alentar, en los valores que asimile, en el afecto que reciba y aprenda a dar, en su capacidad de relacionarse  con otros, de compartir y de ser solidario.

El trabajo principal de los padres en la educación de nuestros hijos e hijas adolescentes es el que hacemos sobre nosotros mismos

Lo que trasmitimos a nuestros hijos es lo que somos en verdad. En la adolescencia , los jóvenes cuestionan  las normas y valores familiares y observan atentamente la congruencia entre nuestros comportamientos y nuestras palabras. Ser modelo de nuestros hijos en esta etapa supone una gran responsabilidad y un esfuerzo constante, nos exige revisar las creencias y  costumbres que han pasado de generación en generación hasta llegar a nosotros, discutirlas con sentido crítico y arriesgarnos a buscar una mejor manera de vivir.  Así como las personas evolucionan, las familias también van cambiando. Tanto las personas como las familias necesitan detenerse en el camino de cuando en cuando para reflexionar sobre las nuevas circunstancias que se van presentando y modificar si es conveniente, su modo de actuar  y relacionarse. En cada etapa, nuestro hijo e hija requiere distintos cuidados, ayuda atención  y guía; en cada etapa, también nosotros vamos cambiando y hemos de satisfacer nuestras necesidades personales al mismo tiempo que fortalecemos los vínculos familiares y encontramos nuevas formas de apoyarnos unos a otros.

Fuente: http://vialibrechiapas.com/educar-adolescencia-pubertad/

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