¿Por qué tanta tarea? La enseñanza centrada en las asignaturas y los contenidos.

La pandemia provocada por el coronavirus sacó a relucir problemas de diversos sectores de la vida pública. En educación, la calidad de los edificios escolares ha quedado exhibida, pero también muchos de las prácticas que tienen lugar en ellos. Han causado polémica, por ejemplo, las tareas escolares domiciliarias, centrándose la discusión sobre todo en su cantidad y pertinencia. Se ha dicho que en algunos casos la tarea ha sido excesiva, al grado de provocar estrés en los alumnos o hacerla incompatible con otras actividades en el hogar. ¿A qué se debe esta situación, que si bien no se puede generalizar en todos los ambientes escolares, sí se puede asumir como muy frecuente? ¿Se motiva por la simple voluntad de los maestros o hay algo más, de fondo, que propicia que esta práctica haya sido considerada, en algunos casos, como asfixiante?

Sin lugar a dudas una de las razones tiene que ver con las expectativas que se marcaron sobre el periodo de trabajo a distancia: continuar con la actividad escolar desde casa tratando de cumplir los mismos aprendizajes que se desarrollan en las aulas. Sin embargo, otro motivo puede encontrarse más allá de la mera voluntad de los maestros o el planteamiento de este periodo de trabajo. El asunto quizá sea más de fondo: la configuración de los programas de estudio que privilegian asignaturas y contenidos con delimitaciones muy marcadas.  Se puede hablar pues de un currículum fragmentado que desdeña los grandes temas, la interdisciplinariedad y las actividades de aprendizaje a profundidad y, en cambio, se centra en los contenidos escolares como un fin en sí mismos y, por tanto, llega a ellos mediante actividades abundantes y muchas veces superficiales e inconexas entre sí. El problema entonces no es exclusivo de la educación a distancia, pero ésta ha hecho más visibles sus efectos.

Basta observar los tableros de la programación televisiva “Aprende en casa” para ver reflejada la fragmentación del conocimiento escolar: cápsulas de 20 a 40 minutos, una tras otra, con contenidos que resultan difíciles de relacionar. Por ejemplo, la programación del 27 de abril para alumnos de quinto y sexto de primaria aborda, en dos horas, cuatro asignaturas con igual cantidad de temas diferentes: la comida, la colaboración, los cuerpos geométricos y las formas de vida en otros continentes. Para cada tema hay preguntas y actividades propias. La dinámica escolar cotidiana, no sólo en la educación a distancia, es más o menos similar. ¿Puede ser esto uno de múltiples factores que motivan la existencia de tareas de aprendizaje abundantes y distantes entre sí?

La situación anterior corresponde a lo que Jurjo Torres (2006) ha llamado modelo lineal disciplinar, la forma más común de organización del contenido, mediante la yuxtaposición arbitraria de asignaturas (p. 104). Aludiendo al pensamiento pedagógico freiriano y la concepción bancaria del aprendizaje, en este modelo se asumen “los contenidos escolares como un elemento más a consumir” (Torres, 2006, p.106), por lo que su acumulación y posterior agotamiento se convierte en una meta importante para maestros y alumnos.  La existencia de asignaturas rígidas impide el planteamiento del conocimiento desde una visión holística, además de dificultar la optimización del trabajo escolar bajo esquemas de interrelación entre áreas de conocimiento más generales y amigables entre sí. Sobre este modelo curricular, Torres asevera que “es la primera barrera que el propio sistema establece, para propiciar el aprendizaje profundo” (2006, p. 46). Desafortunadamente, esta situación escapa de las manos de los docentes, quienes “no disponen de un margen de opciones posibles entre las que decidir qué contenidos seleccionar para impartir, ni su forma de organización” (Torres, 2006, p. 105).

La SEP (2017), al menos en sus documentos oficiales, tiene claro que “un programa de estudio debe considerar el número de temas que se pueden abarcar correctamente, sin prisa y dedicando el tiempo necesario a su comprensión” (p. 107). Si bien en el título del plan de estudios más reciente de educación básica aparece el término “aprendizajes clave”, lo cierto es que, a comparación de ediciones anteriores, sigue estando estructurado en asignaturas más o menos rígidas y la cantidad de contenidos no disminuyó considerablemente con respecto a planes anteriores. Basta echar un vistazo al artículo 30 de la nueva Ley General de Educación, para comprobar el amplio listado de contenidos generales que recaen sobre la escuela mexicana. No es casualidad que Manuel Gil Antón (2019) hable de una “escuela exhausta”.  Así pues, uno de los orígenes de la saturación de tareas puede ser la configuración de los programas de estudio: su predilección por las asignaturas y el exceso de contenidos.

Sobre la educación a distancia, la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (MEJOREDU), además de aconsejar que “se debe evitar la tentación de reproducir los tiempos y las cargas de trabajo escolares en el hogar” (2020, p. 6), reconoce la importancia de una selección pertinente de contenidos escolares, recomendando “un esfuerzo de focalización para privilegiar los contenidos curriculares centrales: aquellos que son relevantes para enfrentar la emergencia actual y los aprendizajes más importantes de cada grado, etapa o nivel educativo” (2020, P. 7). La postura es clara: el hogar no es un espacio escolar y, por tanto, no es pertinente intentar transferirle la dinámica del aula pues se puede interferir en otro tipo de actividades igualmente importantes como las recreativas, lúdicas o familiares.

La polémica en torno a las tareas escolares no es exclusiva de nuestro país ni de esta época de contingencia sanitaria, pero el trabajo escolar remoto ha hecho más evidentes sus posibles errores y efectos. Sin dejar de considerar posibles necesidades en cuanto a la metodología de los docentes, no se pretende asumir que la fragmentación del currículum sea el único elemento que influye en la abundancia de tareas escolares, pero parece que su impacto es considerable. Hacer programas de estudio más sencillos, eliminando información innecesaria para los estudiantes, podría hacer viable, en aras de profundizar en los aprendizajes, aminorar la cantidad de actividades escolares. No es propósito de este escrito discutir la conservación o la extinción de esta práctica, pero está claro que “la nueva normalidad” educativa –haciendo uso de la jerga de nuestras autoridades– debe implicar un debate sobre los propósitos y características de esta actividad y de muchas otras facetas de la cultura escolar.

REFERENCIAS

GIL ANTÓN, MANUEL (2019). La escuela exhausta. Disponible en: http://www.educacionfutura.org/la-escuela-exhausta/ (Consultado el 01 de junio de 2020).

MEJOREDU (2020). 10 sugerencias para la educación durante la emergencia por COVID-19. México: autor.

SEP (2017). Aprendizajes clave para la educación integral. Plan y programas de estudio para la educación básica. México: autor.

TORRES, JURJO (2006). Globalización e interdisciplinariedad: el currículum integrado. Madrid: Morata.

Fuente: https://profelandia.com/por-que-tanta-tarea-la-ensenanza-centrada-en-las-asignaturas-y-los-contenidos/

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Diferencias entre la Enseñanza Remota de Emergencia, la educación on-line y la educación a distancia

Debido a la pandemia ocasionada por la COVID-19, el Poder Ejecutivo tomó una serie de medidas acertadas para proteger la salud de la mayoría de la población. Una de las más importantes de estas medidas es la del distanciamiento social y de la suspensión de las actividades laborales no esenciales y las actividades escolares en todo el sistema educativo. En particular esta medida es muy importante para proteger la salud de nuestros alumnos de todas las edades. Sin embargo, por la manera en que se han desarrollado los acontecimientos los ministros de educación y de educación universitaria no tenía un plan de acción para afrontar esta situación. En parte podría justificarse en que se esperaba tal vez que el período de cuarentena fuera más corto. Tampoco pareciera que elaboraron un plan a posteriori, es decir, después de haber tomado la decisión de suspender las actividades académicas. La falta de un plan ha quedado revelada en las declaraciones que han dado el presidente, los ministros y otros funcionarios del gobierno. Los ejemplos abundan en las redes sociales y en los medios de comunicación tradicionales. Basta mencionar algunos ejemplos. El Presidente Maduro anunció que el resto del año escolar sería gestionado on-line, mientras que otros funcionarios han declarado que se culminará el período académico adoptando la educación a distancia. No es necesario ser un erudito en educación a distancia o en enseñanza on-line, para darse cuenta de la manera errónea en que están siendo usados esos términos. Estamos más bien ante una situación en la que hay que poner en marcha es un programa de Enseñanza Remota de Emergencia (ERE). En unas pocas líneas trataré de explicar que es la ERE y cuáles son las principales diferencias entre ésta y los otros dos tipos de educación mencionados arriba.

Comenzaré por explicar qué es la Enseñanza Remota de Emergencia (ERE) por ser esta tal vez la menos conocida en nuestro país de estos tres tipos de educación. Este tipo de enseñanza también ha recibido otras denominaciones, por ejemplo: Docencia no Presencial de Emergencia en Colombia, Aprendizaje Remoto (Remote Learning) en Estados Unidos y Educación en Emergencias, esta última de uso por algunas agencias de cooperación. No es la primera vez que un país se ve en la necesidad de suspender las clases presenciales ante alguna situación catastrófica. Bastaría con tomar como ejemplo aquellos países que sufren los devastadores efectos de conflictos militares como Irak, Afganistan y Yemén. También ha habido casos de desastres naturales que han llevado a la suspensión de actividades escolares. Ninguna de estas de la extensión de la pandemia por COVID-19. Se trata de situaciones en las que las autoridades se ven en la necesidad de suspender de manera imprevista las actividades académicas presenciales en las instituciones educativas de una región o de todo el país. Esta situación obliga a los educadores a cambiar de la enseñanza presencial a otra opción pedagógica, para la cual la mayoría de los profesores no están preparados. Se requiere de una respuesta rápida que permita continuar con el proceso educativo en otras condiciones, por lo general, con muchas desventajas en relación con la situación regular. Aquí los lapsos de planificación y elaboración de material instruccional, a ser distribuido por cualquier medio disponible, son muy cortos. Las limitaciones en recursos técnicos, financieros y humanos dificultan aún más la puesta en marcha de un plan de ERE. El abanico de opciones de medios es a veces también muy limitado, por ejemplo: la falta de electricidad o de infraestructura de comunicaciones. Cualquier opción que se adopte deberá tomar en cuenta la equidad, no se puede tolerar que justificado por la emergencia se aumente la brecha en la calidad de la educación entre los que menos tienen, la mayoría, y los privilegiados.

La educación a distancia es una opción pedagógica organizada de manera consciente para situaciones en las que el profesor y los alumnos no se encuentran juntos físicamente en el mismo lugar y con la finalidad de contribuir al pleno desarrollo de su personalidad. Tal como señalamos se trata de una opción pedagógica, una manera de concebir la educación, la cual requiere desarrolla la didáctica y la metodología adecuadas para esas situaciones. La educación a distancia no se limita al uso de un determinado tipo de tecnología, precisamente una de sus fortalezas es la democracia tecnológica, el uso de varias tecnologías de manera complementaria. Por ejemplo, en la Universidad Nacional Abierta la enseñanza se apoya principalmente en el libro impreso, llamado medio maestro, el cual es complementado por audios y vídeos, y por las asesorías presenciales y a distancia que ofrece por medio de los asesores en los centros locales y oficinas de apoyo a todo lo largo y ancho del país. Incluso algunos profesores han diseñado sitios web, blogs, etc. de apoyo a los cursos bajo su responsabilidad. Organizar una institución o un programa de educación a distancia es una tarea que requiere de planificación, de tiempo y de muchos recursos técnicos, humanos y financieros. Escribir un libro para un curso a distancia es un proceso que puede durar un año o algo más, incluyendo el diseño de material complementario, si se cuenta con el apoyo suficiente para la tarea, tal como: diseñador instruccional, ilustrador, diseñador gráfico, corrector de estilo, productor (para vídeo o audio), etc. La educación a distancia surge ante la necesidad de llevar educación formal a amplios sectores de la población en extensas regiones. Podemos tomar como un ejemplo los inicios de la educación a distancia como educación por correspondencia, en la extinta Unión Soviética, donde para el lapso 1959-1960 unas 925.000 personas de varias de las repúblicas soviéticas seguían cursos bajo esta opción pedagógica. Un comentario al margen, siempre me llamó la atención que ninguno de los dos gobiernos de la Revolución Bolivariana ha adoptado la educación a distancia como opción pedagógica para la Misión Sucre o las otras misiones educativas.

La enseñanza on-line podría considerarse como una variante de la educación a distancia. Se diferencia de ésta por estar basada por lo general en una única tecnología, la world wide web. Distribuir enseñanza, o promover el aprendizaje por medio de esa tecnología requiere de mucha preparación y de la disponibilidad de muchos recursos económicos y tecnológicos. Exige de parte del estudiante el acceso regular a aparatos digitales, como teléfono inteligente, tabletas o computadoras, y a una conexión a internet de banda ancha confiable. Esa es una de las grandes desventajas de la educación on-line, su alta dependencia de la tecnología. Esta condición contribuye a aumentar la brecha ente quienes tienen acceso a tecnologías digitales y quienes no lo tienen, creando así una nueva forma de discriminación. En cuanto a la implementación de programa de educación on-line, tenemos que se estima que un profesor, contando con todos los recursos necesarios, se puede tomar entre seis y nueve meses en diseñar un curso on-line. También se estima que aún después de tres períodos gestionando el curso el profesor todavía hace ajustes al mismo.

En conclusión, hemos indicado a grandes rasgos algunas de las diferencias entre la Educación Remota de Emergencia y la educación a distancia y la educación on-line. Quiero finalizar resaltando dos aspectos, uno de tanto la educación a distancia como la educación on-line requieren de planificación cuidadosa y de recursos para que cumpla sus fines; mientras que la ERE no deja mucho espacio para la planificación y, por las dramáticas situaciones en que se activa, se debe realizar por lo general con limitados recursos. En todos los casos es muy importante mantener en mente la justicia social, no permitir que la adopción que una determinada tecnología o método aumente la brecha entre las mayorías y los privilegiados. Una lección que podemos aprender de esta situación es que los ministerios de educación deberían diseñar planes de ERE para futuras emergencias.

Fuente: https://www.aporrea.org/educacion/a289478.html

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