Simón Rodríguez Educador y Pedagogo Popular en el S XIX

Por: Marco Raúl Mejía J.

Planeta Paz

Expedición Pedagógica Nacional

Dedico este texto a mi papá. Tiberio, quien admiraba a Simón Bolívar, fue la primera persona que me habló de Simón Rodríguez, presente en la épica bolivariana del Monte Sacro, con su juramento de libertar a su patria.

Releer a Simón Rodríguez sin tener formación de historiador o de investigador en el sentido clásico otorga una serie de licencias para realizarlas desde mi identidad como educador popular, y desde allí intentar explicar de qué manera un ser humano nacido hace 250 años que se cumplen en este octubre del 2019, sigue mostrando caminos en ese pensamiento que él inaugura como el antecedente más preclaro de una educación popular que rompe con el entendimiento eurocéntrico de ella[2]: dar escuela de primeras letras a todos (sí, a todos, pero allí no están incluidas las mujeres), que colocaron como fundamento de la escuela de las nacientes repúblicas las élites criollas como proyecto civilizador bien representado en Sarmiento cuando afirmaba: “la civilización nos viene por el Río de la Plata y la barbarie de la pampa”. En cambio, para Rodríguez, el asunto era “o inventamos o erramos”.

Hay tanto que contar de nuestro abuelo de la educación popular, que las ideas se atropellan para dar cuenta de él y desde qué aspecto tomarlo. Por ejemplo, por qué no relacionar esa idea de educación que lo acompañó siempre en los estudios que tuvo que realizar de los cuales deja rastros en sus escritos, que lo llevaron a aprender matemáticas, física, química, botánica, geología, geografía, ingeniería, agricultura, carpintería, hidráulica, arquitectura, y que en alguna medida da señas de lo que él quiere que sea esa educación que tendrá una base soportada en procesos experimentales que tengan que ver con la vida y que, si se trabajara con rigor, daría para una cronología de las búsquedas conceptuales de don Simón.

Pero también se abre la puerta y otro camino en la fecundidad de él, pudiera ser el de los oficios que practicó, maestro de escuela, de español e idiomas, preceptor, tipógrafo, constructor de embalses de agua, aserrador, fabricante de velas y jabones, director de la escuela de oficios, director e inspector general de educación pública y la Beneficencia, director de matemáticas, ciencias físicas y artes, y asimismo, de minas, agricultura y caminos públicos de la república, y tantos otros que realizó para sobrevivir.

De repente entrar en esas cajas que cuentan era la parte más abundante de su equipaje, en las cuales llevaba los borradores de sus escritos que, al decir de algunos de sus biógrafos, se pierden primero en un incendio en Guayaquil y luego en un naufragio, tratando de volver al Perú desde esta misma ciudad. De estos escritos le había hablado a Bolívar cuando le escribió: “mis últimos años, que han de ser ya pocos, los quiero emplear en servir a la causa de la libertad. Para eso tengo escrito ya mucho, pero ha de ser con el apoyo de usted.”[3]

Otra entrada posible puede ser dar cuenta de su eterno caminar que lo llevó por Jamaica, Estados Unidos, España, Francia, Italia, Suiza, Rusia, Polonia, Inglaterra, un periplo poco estudiado de los caminos recorridos por esos lares pero que abriría infinidad de explicaciones para muchas de sus ideas y comparaciones que luego haría en el discurrir de las repúblicas americanas. En ese caminar incesante también pudiéramos abordar los más conocidos a su regreso, que lo lleva por Colombia, Perú, Bolivia, Chile, Ecuador, tratando de darle forma a su proyecto de construirle el pueblo a las nacientes repúblicas. Como vemos, son tantas las aristas de este pensador que quiero hacer una reflexión más desde su pensamiento y acotarlo a la manera como construye el cauce a la educación popular en una curiosa contemporaneidad de esta problemática.

 

  1. Antecedentes de las rebeldías latinoamericanas de educación en Simón Rodríguez

 

Desde mi perspectiva, el maestro del libertador Simón Bolívar inaugura la educación popular que en su giro americano va a romper con el modelo eurocéntrico y la construye bajo otros principios, que tiene como postulado rector: “la América española es original, originales han de ser sus instituciones y su gobierno, y originales los medios de fundar uno y otro. O inventamos o erramos”[4]. Principios que llevan un planteamiento de educación popular que lo lleva a diferenciarse de lo que había en Europa y en las prácticas que había observado en los intentos de construir las repúblicas en estos lados. Por ello afirmó: “el proyecto de educación popular tiene la desgracia de parecerse a lo que en varias partes se ha emprendido con este nombre y se practica de diferentes formas, con un corto número de individuos, sobre todo en grandes capitales. Las fundaciones son todas piadosas… unas para expósitos, otras para huérfanos, otras para niños notables, –otras para hijos de militares, otras para inválidos… en todas se habla de caridad: no se hicieron por el bien general, sino por la salvación del fundador o por la ostentación del soberano.”[5]

Como vemos, su proyecto confronta la educación entendida como beneficencia pública estatal, y la caridad de los grupos religiosos, principio y enunciado que da inicio a unas rebeldías teórico-prácticas que a lo largo de los siglos XIX y XX y lo corrido del XXI, van a acompañar los más variados intentos por construir una perspectiva desde estas tierras que interpela y replantea la visión eurocéntrica sobre la que se ha intentado darle forma a un pensamiento que generó una homogeneización conceptual y epistémica que va a subalternizar y deslegitimar explicaciones que se alejen de esa matriz básica de control. En ese sentido, esas rebeldías han ido construyendo en los más variados ámbitos explicaciones que replantean esa mirada única.

Las rebeldías latinoamericanas fueron generando una teoría práctica que, a la vez que construía movimientos sociales y generaba dinámicas disruptivas a las teorías políticamente correctas, fue impugnando el discurso que en la mirada euronorteamericana se mostraba como lo científicamente determinado, lo cual permitió, al interior de los países, múltiples procesos de los más variados tipos, que hasta nuestros días se siguen manifestando en cuanto las rebeldías no están concluidas. Aprenden de sus equivocaciones, acumulan con nuevas elaboraciones, abren territorios geográficos conceptuales y epistémicos, que se siguen haciendo en la discusión y el debate, dando soportes a nuevos entendimientos que, al leer las prácticas, no pretenden como lo hizo occidente, fijar ahora un nuevo patrón monocultural, sino abrirse a un camino de reconocernos culturalmente diversos, humanamente diferentes en un mundo único que nos hace reconocernos como naturaleza y en sociedades profundamente desiguales, injustas y opresoras que deben ser transformadas para construir humanidad sobre otras bases y fundamentos.

Esas rebeldías latinoamericanas pueden ser hoy reconocidas y se siguen haciendo en las formas políticas de las propuestas de recuperar identidades leyendo críticamente nuestro pasado colonial y la manera cómo clasifica la población a partir de una discriminación racial dándole una nueva identidad al colonialismo, ahora desde lo blanco, lo negro, lo amarillo, los indios, los mestizos, centrales para construir el euronorteamericanismo[6] y en la contemporaneidad en las lecturas críticas que se vienen haciendo del progresismo que, durante veinte años, predominó en diez países de la región[7]. En los aspectos religiosos coloca una lectura alternativa a la lectura de lo sobrenatural, enfatizando el lugar del pobre[8], así como el reconocimiento de la espiritualidad originaria[9]. También en los cuestionamientos a la familia nuclear, desde miradas del feminismo[10], y las formas de pareja constituidas en el reconocimiento de la diversidad.

Asimismo, en educación están los planteamientos críticos a la educación “bancaria”[11] y los desarrollos en el siglo XX y lo que va del presente, de la educación popular[12], la crítica al logos occidental como única manera de conocer[13], en la investigación la crítica a un único método sin sujeto[14], la ética desde la tierra y la vida[15], y el entendimiento de la subjetividad, la mente y la personalidad hecha de otra manera[16], el reconocimiento de los géneros, sus subjetividades y sus cuerpos[17]. En la comunicación popular, los planteamientos clásicos sobre las maneras cómo se comunican estos sectores, más allá de los medios masivos[18] y el entrecruce actual de comunicación y educación popular en el mundo cultural de masas[19]. No podemos dejar de reconocer en esta línea el planteamiento de José Carlos Mariátegui sobre el marxismo indoamericano[20]

También en muchos saberes, disciplinas y conocimientos se fue dando un pensamiento que ha conducido a tener que explicarnos por qué, a pesar de nuestras diferencias, el mundo se sigue leyendo en la secuencia de la idea de progreso planteada por la linealidad en torno a la modernidad, a la cual se le agrega en estos tiempos un planteamiento de posmodernidad. Precisamente, lo que nos ayuda a salir de esa dualidad en el debate es poder construir los elementos con los cuales configuramos el ser desde acá y revisitar nuestra tradición de derechos, resistencia y reexistencia, lo cual nos ha permitido comenzar a construir otros relatos con diferentes narrativas para comprender ese monoculturalismo desde una mirada multicolor que nos permita otras explicaciones para producir en el sentido de la educación popular, un proceso de diálogo de saberes que construye intraculturalidad, una interculturalidad derivada de la confrontación de saberes y una negociación cultural que nos permite cruzar los múltiples relatos para reconocer con quienes construimos lo común de estos tiempos en el norte y en el sur, para transformar esas realidades que niegan lo diferente, lo diverso, la unicidad de lo humano y la naturaleza, y nos invitan a construir otros mundos[21].

Estas rebeldías latinoamericanas que se siguen haciendo para darle forma no a la idea posmoderna de la diversidad, la tolerancia y el pluralismo, adquieren su crisol en las luchas múltiples que se dan y se siguen configurando para enfrentar los relatos monoculturales y todas sus manifestaciones de dominio y control, que se constituyen como hegemonías de múltiples tipos, las cuales deben interpelarse teórica, práctica y socialmente para poder construir nuevas emancipaciones, las que también están siendo reconfiguradas por estas visiones únicas de cualquier tipo, a izquierdas, derechas y centros políticos.

Se hace necesario reconocer que Occidente se constituye sobre una profunda exclusión y fue la negación de lo otro humano que no fueran ellos. Así, llamaron bárbaros a las tribus de Asia que los conquistaron para referirse a su balbuceo por no hablar griego. Ya civilizados fueron germanos, francos y demás tribus. Ese bárbaro se trasladó en su conquista de África a América[22], parte de Asia y a todo lo que no fueran ellos desde luego, incluidos los de otras religiones como los musulmanes. También esta mirada se hizo sobre las mujeres (patriarcalidad), los niños (adultocentrismo), y los discapacitados (anormalidad). Por ello, el modelo grecorromano occidental en el conocimiento, en la cultura, va a predominar en muchos aspectos de la vida cotidiana, social, cultural e institucional.

Por ello, creemos que Simón Rodríguez, en el sentido señalado, es un clásico, no en la acepción de clase que excluye, sino en el sentido de un autor que tiene la fuerza hasta nuestros días para ser reinterpretados y permite enriquecer discusiones de este tiempo sin caer en anacronismos de hacerle decir lo que no dice. Es decir, intentamos en las páginas que siguen mostrar un carácter contemporáneo de un autor que sigue llenando de contenidos para hoy los debates sobre la educación que se dan en los diferentes ámbitos de la reconfiguración para la cuarta revolución industrial, así como para una educación popular que busca ser una propuesta para toda la sociedad y todas las educaciones.

 

  1. Educación crítica y educación popular, antecedentes en Simón Rodríguez

Las ideas iniciales de Rodríguez fueron promovidas desde el año 1794, cuando escribió su primer texto, “El estado actual de la escuela demostrado en seis reparos”, dirigida al Ayuntamiento de Caracas, donde había sido nombrado maestro para niños en la escuela de primeras letras el 23 de mayo de 1791 a sus 22 años.

Permítanme, desde lo que soy, un educador popular de origen colombiano, pero nuestroamericano, hacer un viaje expedicionario a la manera de la Expedición Pedagógica Nacional[23], de la cual hago parte, en un intento por aplicar su metodología sobre la obra de Simón Rodríguez para buscar esas otras maneras de proponer la educación, la escuela y la pedagogía, y contarles dónde y cómo encuentro esos lugares, en los cuales: “el Robinson de América”, “el Sócrates de Caracas”[24], “el filósofo cosmopolita”, como lo llamó Bolívar, y que muy bien explica Kohan en su libro cuando afirma: “la filosofía, por lo menos a los Sócrates, no puede ser educativa: vivir una vida filosófica exige vérselas con el pensamiento de los otros, intervenir sobre él y permitir ser afectado por él: requiere también vérselas con sus vidas, pretender afectarlas y disponerse para recibir sus efectos… Sócrates puede dar razón de su vida y eso enseña, por eso pide que los otros den razón de sus vidas. Nada hay para enseñar, a no ser mostrar un cierto modo de andar por la vida, y poder defender ese modo en la palabra zompartida.”[25].

En el sentido de la cita anterior, el enunciado de Bolívar nos aparece muy clara para dar cuenta de su maestro, aquello que va a ser consustancial a la educación popular en su versión latinoamericana. Y es que no es posible separar pensamiento crítico y vida, emergiendo en su quehacer una praxis social y política que va más allá del puro deseo de conocer e invita y exige generar dinámicas para transformar no solo la educación sino también la sociedad y el mundo todo. Mirado así, es clara la propuesta de Simón Rodríguez, “reinventar la educación y la escuela por estos lares para “hacernos americanos y no europeos”.

Lo curioso es que estemos afirmando estas cosas de un autor que intentamos hacer contemporáneo y que se entrecruzan para las pretensiones de este escrito, con 200 años de diferencia, pero con una tarea urgente para los dos momentos. Es construir escuela y educación para tiempos de cambios, y modificaciones societales mayores.

En Rodríguez, para dar forma a la educación y lo social de las nuevas repúblicas, y para nosotros hoy en pleno siglo XXI, proponer y pensar en la praxis esas modificaciones para un mundo que transita en un cambio de época que toma forma en una velocidad del cambio, que en 50 años ha hecho el tránsito entre la tercera y la cuarta revolución industrial, mientras se necesitaron más de 200 años para realizar las dos primeras. Pero en nuestra perspectiva de pensamiento crítico nos acompaña hoy la idea de que la educación y su institucionalidad debe ser reconfigurada no solo para modernizarla al servicio del capitalismo, sino también para construir mundos más propios, más humanos, menos opresores, en últimas, para transformas las condiciones de opresión, explotación y dominación para darle un lugar a reconocernos como humanamente diferentes, culturalmente diversos, siendo parte de la naturaleza desde nuestra América.

El encuentro de estos dos tiempos históricos, tan distantes cronológicamente pero tan cercanos en problemáticas muestra la urgencia de generar una generación de educadores/as maestros/as, con una subjetividad crítica, dispuestos a darle a sus pedagogías, los contenidos y las formas coherentes con sus apuestas éticas, políticas y sociales para instaurar en sus territorios y en sus actividades concretas. Estas apuestas por construir comunidades de práctica, aprendizaje, saber, conocimiento, innovación y transformación,para dejar de ser educadores instrumentales, idiotas útiles de un proyecto que va en contravía de sus intereses y de la construcción de un mundo más humano.

Hace 200 años el maestro de Bolívar tuvo que enfrentar clérigos, mercaderes, criollos, y héroes de la independencia, que colocaban como modelo repetir a Europa en estos territorios y él con insistencia planteaba una propuesta para inventar escuelas e instituciones, se les diera ser del sur a las nuevas repúblicas, en cuanto en América lo que teníamos era: “repúblicas establecidas pero no fundadas”, y además fijaba como horizonte de su proyecto, en cuanto repite cada ver que puede, que no se podrá hacer revolución si no va acompañada de un proyecto social y educativo.

Este planteamiento, desde mi concepción y con los niveles de la elaboración de un joven maestro, cuando tenía 25 años formula indiciariamente en los seis reparos como una crítica al funcionamiento de la escuela al Ayuntamiento de Caracas[26], señalando que uno de sus problemas es que no se deje entrar en ella a quienes más lo necesitan, ya que todos, blancos, pardos y morenos tienen derecho a la instrucción: “las artes mecánicas están en esta ciudad y en toda la provincia, como vinculados a los pardos y morenos. Ellos no tienen quién los instruya: a la escuela de los niños blancos no pueden concurrir: la pobreza los hace aplicar desde sus tiernos años al trabajo, y en él adquieren práctica pero no técnica.”[27] Esos seis reparos serían:

  • No tiene la estimación que merece para darle a las clases inferiores, blancos, pobres, mestizos, indígenas, pardos y negros.
  • Pocos conocen su utilidad, ya que era innecesaria socialmente.
  • Xx
  • Xx
  • Xx
  • xx

Luego partirá[28] y ya dejará de ser Simón Rodríguez, para llamarse Samuel Robinson[29] en su periplo del Caribe, Norteamérica y Europa, nombre que lo acompañaría durante más de 20 años, ya que solo recuperaría el de Simón Rodríguez al regresar a América para acompañar a Bolívar.

En 1823 regresa buscando a Bolívar para hacer la obra social y educativa de la independencia. Mientras tanto, funda en Santa Fe de Bogotá la “Escuela de industrias públicas”, nombre que muestra cómo une en su reflexión educación y trabajo como proyecto pedagógico, para lo cual le ceden el edificio donde funciona el hospicio, y él lo adecúa. Allí va a experimentar por vez primera su educación popular desescolarizada, donde entran los que no tienen las condiciones de entrar, abierta. Como bien lo dice Simón Rodríguez:[30]

 

DÉNSEME LOS MUCHACHITOS POBRES

O

DÉNSEME LOS QUE LOS HACENDADOS

 

O

Declaran libres al nacer

o

No pueden enseñar

o

Abandonan por rudos

 

DÉNSEME LOS QUE LA INCLUSA BOTA Porque ya están grandes

o

Porque no pueden mantenerlos

o

Porque son hijos ilegítimos

 

 

La manera cómo organizó en Santa Fe de Bogotá esta primera experiencia, terminó dividiendo a la sociedad de la época, en donde los grupos de poder consideraban que gastar dineros públicos en estos grupos sociales era un desperdicio, y trataban al promotor de ellos de “loco”.[31]

Esto acelera su viaje para ir a busca a Bolívar en Lima, lugar en el cual se da el reencuentro y sus conversaciones para dar forma al proyecto de educación popular del cual los dos han hablado y darle forma al contenido educativo de la propuesta de las nacientes repúblicas. De ello da cuenta el primer colegio para niñas “de cualquier clase” en Cusco y en Chuquisaca, capital de Bolivia. Allí presenta su primer plan educativo para este país y es nombrado Director de Enseñanza Pública y Otros Asuntos, cargo del cual es destituido seis meses después, aprovechando un viaje del maestro a Cochabamba. Este hecho hace visible las diferencias del proyecto educativo y los intereses que se movían con ello. Sucre lo acusa de “albergar muchachos, mujeres perdidas y holgazanes”[32], y con su despido restituyen la educación solo para los mestizos blancos, mujeres y a los que hablen otras lenguas descalificando a los indígenas, tanto que, en la misma carta a París, don Simón dice: “dejan desamparados a más de dos mil niños matriculados y cerca de mil recogidos”.

La propuesta de Rodríguez fue integral, señaló no solo los sentidos de la educación, lo que hoy llamaríamos política educativa: “los acontecimientos han probado que es una verdad muy obvia, la América no debe imitar servilmente sino ser original”[33]. También mostró que esa propuesta debía estar metodológicamente en coherencia con lo que se propone: que los niños aprendan a pensar sintiendo, con un maestro que invente, reflexione, que experimente porque “la experiencia es la escuela de los profetas”[34]. Por ello va a cuestionar el método lancasteriano[35] que traen las élites de Europa, en cuanto para él: “instruir no es educar ni la instrucción es equivalente de educar, aunque instruyendo se eduque”[36].

En su libro del maestro inventor, dice Kohan de estos sucesos bolivianos:

“…lo que está en juego son dos modos de hacer escuela. Para Rodríguez, hacer escuela es restituir a los desposeídos lo que les es propio, la tierra, la cultura, la lengua, el pensamiento, la vida. Los defensores del estado de cosas reaccionan violentamente, invierten su restitución, re-restituyen, vuelven a expulsar a los Thomas[37] de la escuela. Restituyen a la clase oligárquica, lo que Rodríguez había invertido en la educación del pueblo, enseñan a leer y a gritar la biblia, y organizar las instituciones para perpetuar el estado de cosas; como en Europa… clausuran la escuela para desposeídos y la restituyen a los mismos privilegiados de antes… hay que maniatar a Rodríguez: extraño loco, extranjero, no puede hablar la lengua de otra escuela, debe hablar la lengua de la escuela hecha por y para los que todavía mandan en esta tierra.”[38]

 

  1. Vigencia del pensamiento y propuesta de Simón Rodríguez

Como vemos, el periplo de Simón Rodríguez llega hasta nuestros días, en cuanto a lo largo y ancho de su obra logra construir una propuesta de país al que debe servir la escuela, haciendo visible que no hay una única manera de enseñar y que la propuesta que se tenga de escuela es coherente con el proyecto y el sentido que se le quiere dar a la sociedad. De igual manera, hace visible cómo la pedagogía no es un asunto técnico instrumental, sino la explicitación del hecho educativo y los procedimientos en los cuales se hace visible la comprensión del mundo de la sociedad y de su destino que se hacen presentes bajo formas educativas cuando cualquier educador/a en cualquier lugar practica su oficio. Por eso, podemos hablar de la universalidad de Simón Rodríguez y la manera como sigue iluminando los debates en los cuales seguimos enfrascados en este siglo XXI tratando de dar forma a una escuela que sea capaz de formar ciudadanas y ciudadanos para este tránsito entre la tercera y la cuarta revolución industrial, con la certeza de que lo debemos hacer desde nuestras particularidades contextuales e históricas. Por ello, de forma apretada y casi que dejando esbozada una agenda, plantearé algunos de esos puntos que deben seguir siendo desarrollados y profundizados, y que ustedes los lectores agreguen nuevos aspectos.

  1. Un territorio establecido, pero no fundado

“La América debe considerar hoy la lectura de las otras didácticas (especialmente las que tratan de la sociedad) como uno de los principales deberes. Si, por negligencia da lugar a la internación de errores extranjeros, y permite que se mezclen con los nativos, persuádase que su futura suerte moral será peor que su pasado.”[39]

La obsesión del maestro de Bolívar siempre estuvo centrada en cómo nos hacíamos americanos y no europeos. Esa consciencia de su mundo, que lo trajo de Europa a América, donde había vivido por más de 20 años y que le permitió viajar por Francia, España, Rusia, Alemania, Inglaterra, Suiza, Italia, Polonia, Portugal, enseñando, aprendiendo y conociendo, lo cual le permitió dominar los idiomas inglés, alemán, italiano, portugués, polaco, ruso y francés, así como auscultar al interior de cada una de estas culturas, las cuales valoró y cuestionó. Ello le permitió reconocer a Europa por su sabiduría, pero a la cual no debemos imitar a costa de como dice el texto de Luces y Virtudes que citamos de entrada a este acápite, y en muchos otros textos muestra cómo se hace necesario el conocimiento de nuestra sociedad para poder dar cuenta de ella en nuestro actuar, mostrando la originalidad de lo propio y la moralidad surgida de ellos.

Su rumbo de regreso está trazado desde un proyecto en el cual se embarca, y el cual enuncia de la siguiente manera: “estas ideas eran (y serán para siempre) emprender una educación popular para dar ser a las repúblicas imaginarias que ruedan en los libros y en los congresos”[40]. Obsesionado por una idea que se repite en muchos de sus escritos y es la preocupación por la manera cómo las élites criollas se oponen a una verdadera independencia, mostrando cómo la tarea de establecer las nuevas repúblicas no es un ejercicio de batallas que garanticen la salida del rey. Por eso las repúblicas no van a ser un ejercicio en el cual los delegados del rey salen de estos territorios, sino uno nuevo, en el cual las repúblicas se funden según la mirada americana y no seguir reproduciendo Europa en estos territorios. Por ello afirma: “el poder de los congresos está en razón del saber de los pueblos, por muy bien que desempeñen sus funciones los representantes de una nación de poco o nada sirve lo que hacen si la nación no los entiende. En América del Sur las repúblicas estaban establecidas, pero no fundadas.”[41] Como vemos, pareciera que hablara a estos tiempos recordándonos cómo nuestras élites se siguen reproduciendo con sus mismos vicios inveteradamente.

Es necesario recordar que el escenario de la independencia americana mostró tres claras tendencias del tipo de revolución que se estaba desarrollando y que enmarcaban las disputas de los diferentes intereses de los grupos que participaban en ella, que modelaban las características de las mismas. De un lado, las conservadoras, las cuales buscaron mantener las mismas formas de poder, solo que hacían la apropiación de los poderes imperiales a las élites locales. Las más caracterizadas de esas propuestas serían las brasileras y el grupo mexicano que quiso construir Rey, que sacrificaron a Morelos y a los primeros revolucionarios. Las liberales, que tenían influencia de Inglaterra y Estados Unidos, en la que se caracterizó Santander en la Gran Colombia; y las populares, que tuvieron su expresión más clara en Haití y Paraguay, siendo visible la manera cómo el primero ayudó a Bolívar con equipamiento para su lucha. En ese sentido, las ideas de nuestro maestro Simón Rodríguez se mueven en esta tercera perspectiva de construcción de las nuevas repúblicas.

Es muy curioso reconocer cómo apela a la no imitación y esta está fundada en la manera cómo se le da un lugar a lo propio desde las particularidades de sus gentes, en Virtudes y luces sociales, es muy claro cuando afirma: “nada quieren las nuevas repúblicas admitir que no traiga el pase del oriente o del norte –imiten la originalidad, ya que tratan de imitar todo–. Los estadistas de esas naciones no consultaron para sus instituciones sino la razón, y ésta la hallaron en su suelo, en la índole de sus gentes, en el estado de las costumbres y el de los conocimientos que debían contar.”[42]

En el mismo texto enlaza que ese proyecto no es posible sin una propuesta educativa, y afirma:

“La INSTRUCCIÓN pública en el siglo XIX pide

Mucha filosofía: el interés general está clamando por una reforma; y la

América está llamada por las circunstancias a emprenderla.

Atrevida paradoja parecerá; no importa: los acontecimientos

Irán probando que es una verdad muy obvia: la América no debe

IMITAR servilmente, sino ser original.”[43]

En su texto: El libertador del medio día, va a interpelar a los poderes que pueden realizar esas transformaciones pero no lo hacen

“La América está llamada

(SI LOS QUE LA

GOBIERNAN LO ENTIENDEN) hacer el modelo de la buena

Sociedad, sin más trabajo que adaptar todo lo que estaba hecho

En Europa especialmente. Tomen lo bueno, dejen lo malo, imiten

Con juicio y por lo que les falte inventen.”[44]

De igual manera, en los consejos de amigo al colegio de Lacatunga, lanza su alerta:

“¡CUIDADO! No sea que por la manía de imitar

Servilmente a las naciones cultas venga la América a hacer

el papel de vieja en su infancia.”[45]

En ese sentido, fue un crítico muy claro de los proyectos de independencia de Europa que se vivían en América, tanto en la española como en la anglosajona, y para los que venimos de una tradición crítica, don Simón también se nos anticipó casi dos siglos a cuestionar directamente al capitalismo. Ello se ve claramente en uno de sus escritos cuando afirma: “En el sistema antieconómico (llámese sistema, si se quiere) de concurrencia o de oposición, el productor es víctima del consumidor y ambos lo vienen a ser del capitalista especulador.”[46]

La crítica al sistema capitalista también la hace a la organización del trabajo, mostrando sus fisuras y la manera cómo ella establece las desigualdades, lo que lo lleva a afirmar: “Semejante a la sociedad monárquica, es la que forman los obreros con sus amos los fabricantes. Por el buen nombre de la fábrica, el obrero se reduce a la condición de instrumento ¡Toda su vida cantando! ¡Toda su vida tejiendo! Al fin se convierten los hombres en lanzaderas y en serruchos.”[47]

 

  1. Con un proyecto transformador

“En la revolución de los angloamericanos y en la de los franceses, los gobernantes no tuvieron que pensar en crear pueblos, sino en dirigirlos. La América española pedía dos revoluciones al mismo tiempo, la pública y la económica: las dificultades que presentaba la primera eran grandes –el general Bolívar las ha vencido, ha enseñado o ha excitado a otros a vencerlos—los obstáculos que oponen las preocupaciones a la segunda son enormes, el general Bolívar emprende removerlos y algunos sujetos a nombre de los pueblos le hacen resistencia en vez de ayudarlos.”[48]

En la interpretación de los conflictos que debe vivir Bolívar el maestro reconoce dos proyectos políticos y económicos, y en sus largas reflexiones muestra cómo algunas de las ideas que profesan los enemigos de Bolívar corresponden más a intereses personales o de los grupos todavía ligados al clero, a sus intereses económicos, y en algunos casos con nostalgia del rey, y por eso plantea que es allí donde debe instaurarse la propuesta de educación popular que muestra que su fundamento es dar ser a esas repúblicas, desde la idea de republicanos pero americanos, no europeos. En medio de esos debates, muestra cómo esos intereses que se constituyen para enfrentar esa posibilidad de construcción están atravesados por la riqueza, y es muy claro cuando dice: “el deseo de enriquecerse ha hecho todos los medios legítimos y todos los procedimientos legales: no hay cálculo ni término en la industria, el egoísmo es el espíritu de los negocios y los negocios la causa de un desorden que todos creen natural y de la cual todos se quejan.”[49]

También señala que:

“La enfermedad del siglo es

Una sed insaciable de riqueza que se declara por tres especies de delirio

Traficomanía

Colonomanía, y

Cultomanía (a lo Diógenes, el cínico)”[50]

Cuando decanta todos estos planteamientos, su propuesta de escuela se va haciendo mucho más clara, como cuando le escribe a la escuela de Latacunga (Ecuador): “Señor rector, reflexione usted conmigo, la instrucción pública en el siglo XIX pide mucha filosofía. El interés generado está clamando por una reforma y la América, la América… quién lo creería, está llamada por las circunstancias a emprenderla. Atrevida paradoja parecerá, no importa. Los acontecimientos irán probando a los que observan poco la sociedad que es una verdad muy obvia. La América no ha de imitar servilmente, sino ser… original.”[51]

Como bien nos muestra esta cita, la escuela va acompañada por un nuevo proyecto de nación con características americanas. En ese sentido, su actualidad frente a la propuesta de globalización que nos plantea una tercera homogeneización sumándole a la biótica y a la cultural una educativa, en la cual las formas de la globalización en marcha convertidas en estándares y competencias (STEM) van a poblar las escuelas del mundo, especialmente a través de los procesos de los organismos multilaterales y de las pruebas estandarizadas PISA.

En la obra de Rodríguez se va a ver cómo esa educación está ligada a la idea de república que se quiere fundar. Por ello encontramos en toda su obra diferentes maneras de explicar que no basta la independencia sin fundar las repúblicas, pero ello va a requerir construir una institucionalidad que rompa los amarres al pasado colonial. Por ello su proyecto de escuela lo es para toda la sociedad, lo cual se ve muy bien en su texto: “En defensa de Bolívar”, cuando va mostrando cómo todas las élites criollas lo que hacen es sacar todo aquello que les permite mantener sus privilegios y por ello muestra permanentemente en forma comparativa la diferencia entre las revoluciones de Europa, los Estados Unidos y las de América española.

De igual manera, ese proyecto republicano que esboza a lo largo de toda su obra, exige una integralidad del educador ciudadano, y por ello su propuesta va a plantear: “En el sistema republicano las costumbres que forman una educación social, producen una autoridad pública, no una autoridad personal, una autoridad, sostenida por la voluntad de todos, no la voluntad de uno solo convertida en autoridad.”[52]

Ese carácter de igualdad que gesta la educación y que lo va a diferenciar de muchos de los pensadores de las repúblicas americanas va a marcar también una diferencia muy grande en el carácter de igualdad cuando precisa que es necesario abandonar toda pretensión de élite para dar forma a esa construcción nueva de sociedad y de educación, y lo dice muy claro: “Declarar la independencia diciendo que el país no es ni será jamás, propiedad de una persona, de una familia, ni de una jerarquía… ¡ante familias y jerarquías que se creen dueñas no solo del suelo sino de sus habitantes!”[53]

 

  1. “Dénseme los muchachos pobres”

 

“… un hombre que conoce sus derechos, cumpliendo con sus deberes sin que sea menester forzarlo ni engañarlo, dejen dar ideas sociales a la gente pobre y tendrán en quiénes depositar su confianza, con quién emprender lo que quieran, quién los sirva con esmero y quién cuide de sus intereses, y contarán con lo que sea suyo, con la palabra que les den, con los informes que pidan, y con el respeto que les deben, en fin, tendrán gente con quién tratar y contarán con amigos.”[54]

Nada más claro en la obra del Robinson de América que su proyecto era dar forma a sociedades basadas en la igualdad, y una igualdad que se construía a través de la educación popular. En toda su obra y un componente transversal de ella desde sus primeros hasta sus últimos escritos, siempre lo va a acompañar la idea de que esa educación debía ser el fundamento de las nuevas repúblicas, y allí iban a ir, como lo intentó en sus momentos de experimentación: “los pobres”, “el pueblo”, denominaciones que utilizó insistentemente para dar un contenido a la revolución y a su proyecto educativo y le va a colocar criterios a esa educación en su texto de Luces y virtudes sociales:

“Preguntarse a nombre de los POBRES

Si tiene derecho al saber

Si se le enseña y … qué

Si se le enseña y… como

Quién tiene obligación de enseñarlos

Si se cumple con esta obligación

Por qué

Enseñar a medias no es enseñar

Ni las cosas han de estar a medio hacer

Sino mientras se están haciendo.

Fue su obsesión, promovió la necesidad de que todos y todas debían pasar por la escuela y lo plasmó en su texto de Sociedades americanas cuando escribió: “No solo poner a disposición de todos la instrucción, sino dar medios de adquirirla, tiempo para adquirirla, y obligar a adquirirla.”[55] Por ello preconizó una educación pública como fundamento del estado republicano, y fustigó en su texto de Luces y virtudes sociales, la educación paga y lo dejó claro cuando escribió:

“hacer NEGOCIO con la EDUCACIÓN

Es…

Diga cada lector todo lo malo que pueda

Todavía le quedará mucho qué decir.”[56]

Y todavía remata en su texto de educación republicana afirmando: “el hombre no es ignorante porque es pobre, sino al contrario.”[57]

En ese sentido, va a ser tan crítico de clérigos, mercaderes y héroes para los cuales utilizó palabras fuertes, en cuanto el proyecto educativo debía cambiar esas relaciones básicas. Vale acá señalar cómo fustiga a los comerciantes, interesados en vender y promover un consumo de cosas sin necesidad de ellas, casi que pudiéramos decir, como un lejano antecedente de crítica a la sociedad de consumo. Ello es visible en la siguiente cita:

“Perdonen los señores comerciantes: su exigencia peca contra la urbanidad y su especulación contra el cálculo. Su exigencia es incivil, porque un dueño de casa, aunque pobre, aunque ignorante, aunque incivilizado, merece atenciones, sobre todo de quien se da por rico, por sabio, por ilustrado –el honor es de quien lo da, no de quien lo recibe–. Peca su especulación contra el cálculo porque traer surtidos de dogmas, ritos y liturgias a donde no se usa, vale tanto como llevar rosarios a berberías.

Tráiganlos de contrabando

Pásenlos por alto

Y encarguen su expendio a la moda

No faltará quien les compre…

Aunque no sepan lo que significan ni cómo se usan.”[58]

Como vemos, en estas cortas letras, pero presente en toda su obra, fustigó los poderes de su tiempo. Por ello su proyecto educativo a veces como cantaleta propugnaba por no repetir a Europa, ni hacernos siervos de clérigos y mercaderes, ideas que lo enfrentaron a los poderosos de su época, quienes lo acusan indistintamente de ateo, agnóstico, irreligioso, de corromper los espíritus. No en vano, Sucre, para descalificar sus planteamientos de la escuela de Chuquisaca, aupado por las élites, le escribe a Bolívar: “Al describir a usted todas las locuras de este caballero tendría que ser muy largo… usted pensará que yo estoy muy enfadado con él, y no es así. Considero a don Samuel un hombre muy instruido, formado cual nadie, desinteresado hasta lo sumo y bueno por características y por sistema. Pero lo considero también con una cabeza alborotada, con ideas extravagantes y con incapacidad para desempeñar el puesto que tiene.”[59]

Quizá habría ya escuchado cuando dicen que afirmaba en público, para enseñar en quechua en Chuquisaca: “más cuenta nos tiene entender a un indio que a Ovidio”.[60]

La educación técnica para el trabajo también estuvo en su proyecto en lo que él denominaba “educación y el trabajo libre”, ya para su tiempo lo entendía de una manera integral cuando desarrolla la idea de que la “segunda revolución americana” era la económica y eso se ve cuando afirma: “La intención no era (como se piensa) llevar el país de artesanos rivales o miserables, sino instruir y acostumbrar el trabajo para hacer hombres útiles, asignarles tierras y auxiliarlos en su establecimiento… era colonizar al país con sus propios habitantes.”[61] Es decir, ya planteaba una transformación del campo con los propios habitantes, elemento muy curioso que hoy es retomado desde el planteamiento de educación del campo de diferentes movimientos sociales para este sector social.

En su texto El extracto sucinto de mi obra sobre la educación republicana, plantea: “Formen sociedades económicas que establezcan escuelas de agricultura y maestranzas en las capitales de provincia y las extiendan, cuando convenga a los lugares más poblados de cada una que designen el número de aprendices y hagan reglamentos.”[62] Y luego va a agregar las virtudes sociales y la formación moral que serían la base de la vida republicana y de las naciones que se iban construyendo. Para ello coloca un derrotero muy claro cuando afirma:

“La autoridad da forma:

EN LA EDUCACIÓN

Porque educar es CREAR VOLUNTADES

O SOLO LA EDUCACIÓN

Impone OBLIGACIONES a la VOLUNTAD.”[63]

 

  1. “Una educación que nos haga americanos y no europeos”

“Piénsese en las cualidades que constituyen la sociabilidad y se verá que los hombres deben prepararse al goce de la ciudadanía con cuatro especies de conocimiento:

Instrucción social para hacer una nación prudente

Corporal para hacerla fuerte

Técnica para hacerla experta

Científica para hacerla pensadora”[64].

Si revisamos con cuidado la anterior cita, la propuesta educativa del Sócrates de América liga su proyecto de sociedad a una propuesta en donde la educación ha de jugar con especificidad su lugar en una dirección que la constituye en una idea de ciudadanía que tiene un contenido propio en la escuela y le da un sentido integral a esa realización social, corporal, técnica, científica, dotándola de un proyecto a cada uno de sus miembros, importante lección de contemporaneidad para quienes a nombre de la tercera y cuarta revolución industrial vienen proponiendo el STEM.

También encontramos una reflexión del sentido de la educación en y desde los territorios, ya que de su identidad saldrá la escuela que dará forma a las nuevas repúblicas y construirá la igualdad que ella propicia. En este sentido, don Simón muestra cómo la educación está en relación al proyecto político y siempre va a estar engarzada a las realidades y los contextos en los que ella funciona. En ese sentido, plantea que la tarea educativa en los territorios donde ha acontecido la independencia ha de ser: “colocar pueblo a las repúblicas”. Para ello, él dice que hay que cuidar la educación que se propone debe ser para “educar pueblos”, en cuanto va a ser el instrumento principal para dar ser a ese nuevo mundo que debe surgir, en donde no basta la independencia política y económica. Pudiéramos decir que se adelanta mucho tiempo proclamando lo que hoy sería la idea primigenia de la tan en boga “poscolonialidad”: “la sabiduría de la Europa y la prosperidad de los Estados Unidos son dos enemigos de la libertad de pensar en América”.[65]

En mi libro Educaciones, escuelas y pedagogías en la cuarta revolución industrial desde nuestra América, cito el informe A Nation at Risk[66], que alerta sobre el futuro de la Unión como potencia y de su economía para garantizar en el largo plazo el bienestar del que habían disfrutado sus habitantes y se plantea la necesidad de proveer educación con calidad y educación y el fortalecimiento del aprendizaje para toda la vida. En este contexto, la comisión de la educación de calidad de la Secretaría Nacional de Educación estadounidense realiza un replanteamiento tomando como base lo planteado en el informe y traza el derrotero de lo realmente importante: el aprendizaje básico de contenidos (mínimos educativos y formativos) de lo cual deben ocuparse las escuelas para formar el ciudadano de este tiempo, y señala que las prioridades son las tres “R” del inglés Reading, Writing, and Arithmetic: lectura, escritura y aritmética, y privilegian las disciplinas que se necesitan bajo el nombre de STEM (Science, Technology, Engineering, and Mathematics), ciencias naturales, tecnología, ingeniería y matemáticas. Sobre ellos debe ejercerse un control de su nivel académico. De igual manera, ellas deben garantizar el acceso a la universidad y cómo esa propuesta se universaliza a partir de los organismos multilaterales.

Estos elementos son considerados bajo el horizonte de formar una fuerza laboral que permita hacer frente a la competencia extranjera y construir la nueva economía basada en el conocimiento para la reconfiguración posfordista de la fuerza de trabajo, consumando la reforma reaganista de la educación, de trabajadores flexibles con habilidades básicas para vivir y laborar en contextos de trabajo flexibles y precarios, y generar el control del trabajo docente y las comunidades educativas. Para ello se inician en 1986 procesos de experimentación e innovación en el sistema descentralizado de la educación norteamericano, que tiene entre algunos de sus hitos en el año 1992, una organización centrada en estándares y competencias. El acuerdo para elaborar durante diez años la nueva ley de educación es aprobada en el año 1995 en el gobierno del presidente Clinton, la cual fija los objetivos sobre qué enseñar y cuáles disciplinas son esenciales.

Estos criterios de la importancia de la educación en la globalización y la reducción de las áreas del conocimiento a las importantes para el mercado y la competitividad capitalista, son recogidos por el Banco Mundial, que en la década del 70 del siglo pasado había promovido la revolución verde como el gran factor de movilidad social en el mundo y había destinado parte importante de sus recursos al campo y a la agricultura, realizando el giro hacia la educación como el factor central para darle forma a estos nuevos tiempos signados por el conocimiento, la tecnología, los nuevos lenguajes, la información, la comunicación, la innovación, la investigación y en el lapso de una década gran parte de sus dineros van a educación[67] para promover las nuevas leyes educativas guiadas por el STEM y las tres R, las cuales son colocadas en las diversas naciones del mundo bajo su asesoría y financiamiento, dando forma a un control multilateral de esas políticas en las cuales también la OCDE las ajustaría como política.

Esa homogeneización que hoy es enfrentada en los diversos actores, movimientos y pensadores críticos de la educación, bien pueden tomar su fundamento y traer a don Simón cuando decía a propósito de la opción que las élites hicieron del método del inglés Lancaster para la enseñanza de esos tiempos: “Enseñanza mutua es un disparate. Lancaster la inventó para hacer aprender la Biblia de memoria, los discípulos van a la escuela… a aprender… no a enseñar. Dar gritos y hacer ringorrangos no es aprender a leer y escribir. Mandar recitar de memoria lo que no se entiende, es hacer papagayos, para que… por la vida… sean charlatanes.”[68]

La OCDE va a fundamentar las pruebas PISA, lo cual determinaría la influencia de la política neoconservadora (Reagan) en las políticas educativas mundiales, convirtiendo esos contenidos básicos instrumentales del STEM a los cuales, ante la presión y las críticas internacionales, se han agregado dos tipos de pruebas suplementarias, que son la de ciudadanía y lo emocional, que adquieren unidad en los sistemas nacionales a través de las pruebas estandarizadas mundiales, soportadas en una visión de multilateralismo a la que concurren como nuevos agentes diferentes grupos empresariales, algunos con cara de filantropía como la fundación Bill y Melinda Gates. De repente volver al maestro Rodríguez y la manera cómo lo escribió, viene bien acá para reconocer de dónde viene esa homogeneización que se intenta hacer ahora a través de un proyecto único para la globalización de la cuarta revolución industrial.

Las citas de don Simón planteadas en este acápite interpelaría los sistemas educativos que buscan la homogeneización educativa a través de las competencias, los estándares y los derechos básicos de aprendizaje (DBA) y todo el proyecto de despedagogización[69] que se impone a través de la idea de calidad y las pruebas generadas por el sistema económico internacional y sus pruebas PISA, mostrándonos en la visión del autorreferido que además de una profunda conexión con los contextos, cómo también se requiere unas condiciones especiales para quien realice la práctica de educador en estos tiempos. Ya con 200 años de anticipación nos mostraba que no es simplemente alguien que tenga un saber disciplinario, sino un ejercicio que requiere pedagogía. Por ello va a afirmar en los Consejos de amigo a la escuela de Lacatunga:

“EL MAGISTERIO es una PROFESIÓN

El que reemplaza a los padres de familia ejerce las funciones de…

PADRE COMÚN

Por consiguiente,

Debe ser elegido por sus aptitudes que son:…

Ser dueño de la materia que promete enseñar

Conocer el arte de enseñar

Que consiste en…

Saber LLAMAR, captar y FIJAR LA ATENCIÓN

Estas aptitudes no bastarán, si no tiene GENIO

E INGENIO para crearse medios de conseguir los fines que se propone

En cada ramo de enseñanza.”[70]

Considero que el Sócrates de América ya daba pistas frente a los procesos de despedagogización en marcha, cuando de manera categórica afirmaba: “Tómese de paso, por máxima… que más oficio de un niño es un rato labrando un palito… que días enteros, conversando con un maestro que le habla de abstracciones superiores a su experiencia.”[71]

También la propuesta de Rodríguez hace 200 años, cuestiona el instruccionismo que ya estaba en el método lancasteriano y hoy muy en boga en los derechos básicos de aprendizaje, lo cual puede verse: “instrucción no es educar, ni la instrucción puede ser un equivalente de la educación aunque instruyendo se eduque, en prueba de que con acumular conocimientos extraños al arte de vivir, nada se ha hecho para formar la conducta social, véanse los muchos sabios malcriados que pueblan el país de las ciencias…”[72]

  1. Maestro en la escuela pública

 

“Expidió un decreto para que se recogiesen los niños pobres de ambos sexos… no en casas de misericordia, a hilar por cuenta del estado –no en conventos a rogar a Dios por sus bienhechores—no en cárceles a purgar la miseria o los vicios de sus padres—no en hospicios a pasar sus primeros años aprendiendo a servir para merecer la preferencia de ser vendidos, a los que buscan criados fieles o esposas inocentes.”[73]

Este texto es claro de la escuela que quieren instaurar los simones es pública para todas y todos, especialmente a los que les había sido negada la asistencia a ella. Es visible cómo en ese mandato de Bolívar que enuncia Rodríguez, busca acabar toda expresión de caridad o de una educación para la sumisión, colocando como central en ella que Rodríguez va a llamar como se enuncia en la siguiente cita: “Un plan de educación popular de destinación a ejercicios útiles y de aspiración fundada a la propiedad lo mandó ejecutar Bolívar en Chuquisaca.”[74] Sería interesante comparar con su primer texto: Estado actual de las escuelas de Caracas… Desde mi particular punto de vista, permite reconocer la elaboración de ideas en este texto ya más maduras, pero que en muchas de ellas ya estaban en aquel pensamiento fundacional.

Pero no solo se preocupa por estas dinámicas, sino que plantea una escuela en libertad, porque ellos no eran ni frailes ni presos y con libertad para quedarse en el centro educativo en las noches si lo querían, y también dotado de un bienestar material, “casas cómodas y aseadas” y “decentemente abrigados, vestidos, alimentados, curados.”

El proyecto de Chuquisaca para el maestro del libertador era un ejercicio de oficios que permitan aprender a trabajar las tierras, las maderas y los metales, y reconoce además los enlazamientos de los conocimientos de “las artes mecánicas secundarias, ya que unas dependen de otras, con talleres ligados a la producción, entendidos pedagógicamente como un ejercicio en donde se “acostumbren al trabajo, para ser hombres útiles… para colonizar el país con los propios habitantes.” Para ello pensó un plan de colonización que contaría con “un banco industrial de depósito y de descuentos”[75], el cual debería existir uno en cada uno de los departamentos del país.

Para él todo ese proyecto se inscribe en un trabajo hecho desde y con los grupos, lo que va a permitir enfrentar el individualismo, lo cual lo lleva a escribir: “Yo solo soy i solo para mí son ideas de niño, el hombre que atraviesa la vida con ellas muere en la infancia, aunque haya vivido cien años. Carecen de la idea fundamental de la asociación. Haga que los muchachos inculquen en la infancia lo contrario: pensar cada uno en todos para que cada uno piense en él.”[76] Y agregaba: “La máxima más perversa que puede haber inventado el egoísmo: cada uno para sí, y Dios para todos…”[77].

Además, con una conciencia que ya tenía muy clara en los concejos de Caracas sobre los maestros y las escuelas del ayuntamiento, ya que desde esos tiempos don Simón propugnó por una educación diferente, que dio forma a la especificidad de un maestro que constituiría su identidad en la enseñanza. Pudiéramos decir que frente a la escuela normal para la formación de maestros lancasteriana impulsada por el general Santander, Rodríguez al final de su vida funda en Túquerres una normal para enseñar a los maestros con especificidad en su quehacer. De ello da cuenta su carta a José Ignacio París, quien había solicitado al general Mosquera auxilio para el maestro y la publicación de sus obras. Corría el año de 1846 y el maestro va tras esa promesa saliendo de Lacatunga a Santa Fe y le escribe en 1847 a París esa carta que da cuenta de su humor y de su pasión por enseñar:

“Yo pasaba por Túquerres pensando en usted

Fui a ver al señor Pineda y el maldito hombre…

Me echó el ojo;

Yo blando de corazón, se lo eché también

Y el diablo metió el rabo

No se vaya, me dijo, quédese aquí, espéreme, ya vuelvo

Yo que no necesitaba de mucho ruego, me quedé…

Como se quedan las niñas detrás de las tapias,

Pensando,

A cada ruido, que era él.”[78]

Allí, según lo dice en su carta, inició su experiencia con 30 jóvenes para formarlos para ser maestros, lo cual queda consignado en otra carta cuando dice: “A tragos han aprendido algo, pero no lo necesario para ser maestros.”[79] Posteriormente, esta experiencia se extendería a Barbacoas, en donde también va a insistir en algo que lo acompañó en todos sus escritos desde Caracas. Insiste en un maestro que debe recibir un pago anual por su trabajo, lo cual lo llevaba a afirmar: “…así que ningún empleo que exige la atención de un hombre se dote con escasez… un maestro, a más de una penosa tarea que lleva, invierte todas las horas del día en el desempeño de su ministerio… no es menester más razón para que se le asegure una recompensa proporcional a su mérito.”[80] Mantuvo esta posición a lo largo de su vida, como se puede ver comparativamente con la siguiente cita 50 años después, en donde va a afirmar: “El maestro debe contar con una renta, que le asegure una decente subsistencia, y en que pueda hacer ahorros para sus enfermedades y su vejez.”[81]

De igual manera plantea la necesidad de una infraestructura y la creación de un sistema para la educación, y ello a lo largo de toda la vida. Si volvemos, en su primer escrito planteaba: “La enseñanza no debe alojarse en salitas ni en cuartejos. Deben construírsele edificios y surtir de instrumentos necesarios las aulas.”[82] En el mismo texto plantea la necesidad de “directores ambulantes” que ejerzan una vigilancia sobre los centros: “tengan presente que todo régimen se relaja por falta de inspección.”[83]

Es muy curioso cómo esa idea de escuela y de educación de Rodríguez también lo diferenció del sentido que le dieron las élites a esa escuela en la que todavía estaban excluidas las mujeres, los menesterosos, los negros y los indios. Para Rodríguez la escuela los incluía, pero además no reducía la educación a los oficios que iban a practicar, y propone que deben ir más allá de su ocupación, por lo tanto, propone como la entrada la generalización de la lectura y la escritura, en esa escuela que el Estado sostiene para todos, y alcanza a plantearlo cuando dice:

“Los doctores americanos no advierten que deben su ciencia a los indios y a los negros: porque si los señores doctores hubieran tenido que arar, sembrar, recoger, cargar y confeccionar lo que han comido, vestido y jugado durante su vida inútil… no sabrían tanto… estarían en los campos y serían tan brutos como sus esclavos.”[84]

 

  1. “El maestro que no repite, sino que inventa”

 

“El título de maestro no debe darse sino al que sabe enseñar, esto es, el que enseña a aprender, no al que manda aprender o indica lo que se debe aprender”[85]

Qué mejor iniciación para este aparte que esta cita en la cual refuta las pretensiones de las élites criollas de su época en su eurocentrismo, de traer a Lancaster para una educación pública que él ya había denominado: “escuelas de vapor”, “las de morralla”, que sirven para que los pobres aprendan enseñándose entre ellos mientras a las escuelas enciclopédicas iban los hijos de los ricos.[86] Pudiéramos hacer una comparación con las competencias y estándares de hoy y la despedagogización, de lo que hace tiempo el movimiento pedagógico colombiano ha llamado: “currículo a prueba de maestros”. Don Simón va a plantear la necesidad de una manera diferente, que enseñara desde muy pequeños a los niños a ser “preguntones” y lo plantea de la siguiente manera:

“Obedecer ciegamente es el principio que gobierna.

Por eso hay tantos esclavos –i por eso es amo

El primero que quiere serlo

Enseñen a los niños a ¡ser PREGUNTONES!

Para que, pidiendo el POR QUÉ, de lo que se les manda a hacer

Se acostumbren a obedecer… a la RAZÓN, no a la

AUTORIDAD, como los LIMITADOS, ni a la

COSTUMBRE, como los ESTÚPIDOS.”[87]

Como podemos ver, don Simón nos muestra que no hay educación si no tiene un sentido claro de la acción y que el método y la pedagogía están profundamente relacionado con esos fines, una lección profunda para quienes en estos tiempos impulsan la despedagogización y el apagón pedagógico global, reduciendo la educación a contenidos y a los resultados de ellos en unos exámenes estandarizados, construidos en un proyecto de homogeneización global. Y, como buen clásico, a su manera ya había dicho de esos exámenes:

“EXÁMENES PÚBLICOS

Esta charlatanería viene de la Europa,

Pero allá, cada Mestro LUCE en su Escuela, en presencia de los

Padres de sus discípulos, paraque se los dejen por más tiempo

–i convida Amigos, paraque, con elojios le traigan otros. Acá, los

Maestros van a lucir en los Templos.

Mal hecho: éstos están destinados al Culto,

Nó ala Ostentación

 

Cada acto de la Enseñanza… bien visto… es un Exámen”[88]

En este sentido, como en este tiempo, Sócrates de América ve la necesidad de reinventar la escuela en coherencia con los cambios que se veían en su época, igual que hoy lo tenemos con el tránsito entre la tercera y la cuarta revolución industrial. En aquellos tiempos, el maestro generó una propuesta para ello en el orden del funcionamiento y de la metodología coherente con su proyecto americano, y pedagogía para formar al sujeto de las nacientes repúblicas.

En su lucha por dar forma al proyecto educativo de la república planteó el tipo de maestro que se necesitaba para dicho proyecto:

“Hay tres especies de maestros

UNOS, que se proponen OSTENTAR SABIDURÍA…

No enseñan

Otros que quieren enseñar tanto ¡que confunden al discípulo!

Otros que se ponen al alcance de TODOS, consultando las capacidades

Estos últimos son los que consiguen el fin de la enseñanza, i

Los que perpetúan su nombre en las escuelas

ESCUELA, MAESTRO, PROFESOR, I CATEDRÁTICO, cuatro nombres

Su significación, sus acepciones, y los abusos que comúnmente

Se hacen de ellos.”[89]

Más adelante lo va a aclarar: “Profesor es el que se dedica EXCLUSIVAMENTE al estudio de UN ARTE o de una CIENCIA y lo prueba a veces aplicando a enseñar. CATEDRÁTICO es el que enseña SENTADO EN ALTO, porque cátedra significa PUESTO SUPERIOR O EMINENTE: i no se usa para dar ese título sino al que enseña teología, filosofía, derecho o humanidades. Por eso puede ser profesor o catedrático y no ser maestro: MAESTRO es el dueño de los principios de una CIENCIA o de un ARTE, sea liberal, sea mecánico, i que transmitiendo sus conocimientos sabe hacerse ENTENDER i COMPRENDER CON GUSTO i es él  MAESTRO por excelencia, si aclara los conceptos i ayuda a estudiar si enseña a aprender facilitando el trabajo y si tiene él dónde inspirar a uno, i excitar en otros, el deseo de saber.”[90]

Además, criticó el sistema lancasteriano  como parte de esa apropiación/expropiación que se hace por parte de Europa en América a través de la pedagogía y el método, ya que en algún lugar lo compara con “una sopa de hospital”, cuestionando su método memorístico y su rígida disciplina y afirmaba: “pierden los niños el tiempo / leyendo sin boca y sin sentido / pintando sin mano y sin dibujo / calculando sin extensión / y sin número / la enseñanza se reduce a fastidiarlos / diciéndole a cada instante y por años enteros / así, así-así, y siempre así / sin hacerles entender / por qué ni con qué fin… no ejercitan la facultad de pensar y / se les deja o se les hace viciar la lengua y la mano que son… los dotes más preciados del hombre… no hay interés, donde no se entrevea el fin de la acción… lo que no se hace sentir no se entiende y lo que no se entiende no interesa, llamar, captar y fijar / la atención / son las tres partes del arte de enseñar.”[91]

  1. Maestro pedagogo

 

(cita)

 

Como lo vemos en la anterior cita, para Rodríguez no era posible la enseñanza sin un método que debía estar en coherencia con el proyecto de educación republicana que se agenciaba, en cuanto el mismo va a ser una manera de pensar que va a realizar la propuesta de escuela que está en sus textos, y por ello va a ser un innovador en todos los aspectos que conlleva la práctica de la enseñanza.

 

  1. Acerca de la escritura

 

Para Simón Rodríguez, no se escribe como se habla, y la escritura debe tener en cuenta que pone en juego todos los sentidos, lo cual debe hacerse visible en la práctica de la escritura. En ese sentido, tal vez influenciado por sus tiempos de tipógrafo en Estados Unidos, va a ser posible a lo largo de sus textos encontrar letras de diferentes tipos, formatos, tamaños; de igual manera unos destacados de negritas, itálicas, corchetes, llaves, jugando con líneas simples y dobles, cuadros, los puntos suspensivos son permanentes, los puntos superiores también, lo que lo lleva a enlazar repeticiones, elipses, espacios en blanco, todo orientado por un precepto que es muy repetido en sus obras y en diferentes lugares, y es que en la enseñanza no se podrá escribir de una única forma, ya que “la forma es un modo de existir”[92], ya que no escribimos como pensamos.

En alguna discusión, en donde cruzábamos la idea de sentipensante de nuestro maestro Fals-Borda, hablábamos cómo esa idea, a nivel de principio pedagógico, ya estaba en Simón Rodríguez cuando apelaba a esa integralidad cognitiva y sensitiva en su proyecto educativo, y que se hacía específico en su accionar pedagógico como ese lugar en que se concretan sus principios cuando afirma:

“Se puede pintar sin hablar, pero no hablar sin pintar”[93]

O también cuando escribe: “lo que no se hace sentir no se entiende, y lo que no se entiende, no interesa.”[94]

Estas reflexiones las coloca en sus textos inmediatamente en un proyecto de horizonte de sociedad. Por ello afirma: “No se puede dejar a nadie por fuera de la lectura en América.”[95] Es decir, leer, escribir, pintar, es un ejercicio para lograr que lean con sentido desde el mundo donde están y aprendan a vivir unos con otros, y entre distintos, pero, además, enfrenta con su propuesta el método eurocéntrico que las élites en su momento traen como proyecto educativo y pedagógico para este mundo andino de las repúblicas libertadas por Bolívar. Por ello, va a decir del método lancasteriano: “Son escuelas de vapor, porque con pocos maestros se enseña a miles de muchachos.”[96] Y por ello va a cuestionar diciendo que no se puede permitir que los maestros de las escuelas lancasterianas alteren con adornos y según su capricho los signos de convención de que se sirven millones de personas. No podemos dejar de recordar acá cómo Santander estableció las escuelas normales para que capacitaran en la enseñanza mutua, atendiendo a las ordenanzas emanadas del Congreso de Cúcuta de 1822.[97]

Podemos reconocer en la crítica anterior cómo además de todas sus peleas para que la escuela forme los nuevos ciudadanos y el garantizar que en ellas deben entrar todas y todos, la constitución de una especificidad pedagógica y metodológica basada en un maestro que enseña y aprende a pensar con todas las dinámicas que implementa. Bien valdría en estos tiempos de retorno al instruccionismo por diferentes vías, volver sobre Rodríguez, olvidado por las normales y las facultades de educación, para que nos ayude a pensar la escuela de nuestro tiempo.

Una buena reflexión sobre los sentidos y los significados de la escritura y el uso pedagógico de ella está en el texto de Ángel Rama citado por José Miguel Sánchez en su tesis de maestría: “Simón Rodríguez propuso no un arte de escribir, sino un arte de pensar y a esto supeditó la escritura como lo expresó en su peculiar forma expresiva sobre el papel. La escritura ha sido sacada de su ordenamiento, despojada de todos sus aditamentos, sus conceptos, y estos se han distribuido sobre el papel como en la cartilla escolar, para que con los ojos lleguen al entendimiento y persuadan. Si la vida y las ideas de Rodríguez prueban cuan lejos estuvo de la ciudad letrada, cuya oposición fundó esta original traducción de un arte de pensar, muestra cuan lejos estuvo también de la ciudad escrituraria.”[98]

Pudiéramos hacer larga la cantidad de propuestas de don Simón, que nos hace de él no solo alguien que debe ser inscrito en la historia de la pedagogía sino también en los antecedentes de la educación popular. Por eso en sus obras encontramos las maneras cómo experimenta con la escritura para hacer énfasis en aquello que no se escribe como se habla, o buscar los caminos a través de los cuales instaura las nuevas maneras de enseñar, o esos procesos en los cuales muestra cómo el maestro inventa haciéndose un clásico de lo que serían las innovaciones o las transformaciones educativas de estos tiempos, o cómo hace del viaje y de la experimentación fundamentos para construir una educación que nunca se olvide. Pero el tiempo y el espacio de este tiempo dejarán muchos otros elementos para seguir siendo profundizados con una mirada que hoy interpela no solo a los educadores populares sino, como he intentado esbozarlo en estas páginas, a los debates de la educación en los cuales estamos insertos quienes intentamos construir con cierto rigor las educaciones, las pedagogías y las escuelas para los tiempos que corren.

Hoy, como ayer, no solo la tarea de la educación está pendiente. Pasados 200 años, el régimen republicano que buscaron los simones no aparecen, así los cambios de nombre lo hubieran insinuado: República de la Nueva Granada, Estados Unidos de Colombia, República de Colombia. Cada uno con leyes, y a punta de ellas, va intentando superar esa sociedad estamental, elitista, que combatió Rodríguez, pero no el tipo de poder que construyeron, esto es, pensar que la desigualdad se volvió costumbre e intentar superarla como un problema para resolver a sangre y fuego, porque el proyecto imitador del bienestar de los Estados Unidos y la sabiduría de Europa siguen siendo ley.

Por ello, esa institucionalidad construida en los interregnos de la sangre y el fuego, vuelve sobre lo mismo, un proyecto civilizador hecho sobre la negación de la diversidad, y vuelve a aparecer una identidad única, la de las élites, los del poder, y se vuelve a legislar en función de ellos, su dios, sus verdades, sus identidades, sus riquezas, negando que somos humanamente diferentes, culturalmente diversos y que somos naturaleza, es decir, una suma megadiversa de razas, culturas, sexualidades, lenguajes, cosmogonías, asentadas en territorios distintos, esperando que esa patria que enuncian les dé cabida a todos, como lo soñaron los dos simones hace 200 años.

Y vuelve a estar, como hace 200 años la educación popular, clamando por otra educación que nos haga de acá,que no cante solo una epopeya, una sola fe, sino todas las que hacen a este país, más allá de un mapa, un territorio rico por las megadiversidades, que en su negación nos han conducido inveteradamente a la guerra. Estamos clamando por esta otra educación, con la certeza de que aprenderemos a tramitar, regular, transformar los conflictos sin volverlos violencia como nos decía también el maestro Estanislao Zuleta.[99]

En ese sentido, este texto es un abrebocas que invita a ir a la obra de nuestro Robinson, de nuestro abuelo de la educación popular, para restituir una causa que se perdió en la disputa con las élites de su tiempo, así como las disputamos nosotros con las de estos tiempos. Para ello, nomás recordar que esa causa de la educación popular había sido promovida también por Bolívar, la cual se pierde con los caminos que toman las élites criollas. Por ello, quiero terminar con la cita que el libertador Simón Bolívar hace de esa propuesta en el Congreso de Angostura (Venezuela): “Un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción… la educación popular debe ser el cuidado primogénito del amor paternal del congreso”.[100]

[1] Este texto es una versión ampliada del texto: Contemporaneidad de Simón Rodríguez en el siglo XXI. En la reinvención de la educación y la escuela, publicado en: Simón Rodríguez – De oficio maestro Pionero de la pedagogía popular en América Latina. Caracas. Editorial Laboratorio Educativo. 2019. Págs. 165-194.

[2] Cáceres, B. Histoire de l’education populaire. Paris. Editions du Seuil. 1964.

[3] Rodríguez, S. Cartas a Bolívar… xxx

[4] Rodríguez, S. Escritos. 3 volúmenes. (Compendio y estudio bibliográfico). Caracas. Sociedad bolivariana de Venezuela 1954. Tomo III, pág. 71.

[5] Rodríguez, S. … xxxx

[6] Quijano, A. Colonialidad del poder y clasificación social. Buenos Aires. Clacso. 2014.

[7] De Souza, B. Izquierdas del mundo uníos. Bogotá. Desde Abajo. 2018.

[8] Gutiérrez, G. Teología de la liberación. Lima. Centro Bartolomé de las Casas. 1971.

[9] Tamayo, J. J. Las teologías del sur. El giro descolonizador. Madrid. Editorial Trotta. 2017.

[10] Gargalo, F. Los feminismos del Abya Yala, ideas y proposiciones de las mujeres desde 607 pueblos en nuestra América. Bogotá. Desde Abajo. 2015.

[11] Freire, P. La pedagogía del oprimido. México. Siglos XXI. 1996.

[12] Mejía, M. R. Educaciones y pedagogías críticas desde el sur. Cartografías de la educación popular. Buenos Aires. Editorial Crujía. 2018. Igualmente, Brandão, C. La educación popular de ayer y de hoy. Buenos Aires. Editorial Biblos. 2017.

[13] Dussel, E. Filosofías del sur. Descolonización y transformación. México. Ediciones AKAL. 2017. Ver también: Cabaluz, F. Entramando pedagogías críticas latinoamericanas. Santiago de Chile. Quimantú. 2015.

[14] Fals Borda, O. Una sociología sentipensante para América Latina. Antología. Bogotá. Clacso – Siglo del Hombre. 2016. También: Rivera, S. Un mundo CH’IXI es posible. Ensayo de un presente en crisis. La Paz. Ediciones Tinta de limón. 2018.

[15] Boff, L. Ecología, grito de la tierra, grito de los pobres. Madrid. Trotta. 2011. Asimismo, Gudinas, E. Extractivismo y corrupción. Anatomía de una íntima relación. Bogotá. Desde abajo. 2019.

[16] Martín-Baró, I. La psicología de la liberación. Madrid. Trotta. 1998. También: Burton, M. Psicología de la liberación. Aprendiendo de América Latina. En: Revista Polis. Vol. 1, noviembre de 2004. Págs. 101-124.

[17] Ruiz, J. Otras masculinidades posibles. Otras formas de ser hombre. Bogotá. Desde Abajo. 2015.

[18] Kaplún, M. El comunicador popular. Quito. Ciespal. 1985.

[19] Muñoz, G. y Amador, J. C. Comunicación-Educación en Abya Yala: lo popular en la reconfiguración del campo. Bogotá. Revista Nómadas No.49. Tramas contemporáneas en comunicación-educación. Bogotá. IESCO. 2018. Págs. 47-67.

[20] Mariátegui, J. Amauta: 7 ensayos sobre la realidad peruana. Lima. 1982.

[21] Cendales, L., Muñoz, J., Mejía, M. R. Pedagogías y metodologías de la educación popular. Se hace camino al andar. Bogotá. Desde Abajo. 2017.

[22] Recordemos cómo Fray Bartolomé de las Casas, el más conocido, pero existen muchos otros, luchó y logró que en las cortes de Castilla se reconociera la humanidad de los llamados “indios” por los conquistadores, y su argumento era que tenían “alma” (animidad).

[23] Quiceno, H., Messina, G. Expedición a la Expedición Pedagógica Nacional. Bogotá. Universidad Pedagógica Nacional-Fundación Restrepo-Barco. 2000.

Universidad Pedagógica Nacional. Expedición Pedagógica No. 1: Huellas y registros. Bogotá. Bogotá, D. C. Universidad Pedagógica Nacional. 2001.

——— Expedición Pedagógica No. 2: Preparando el equipaje. Bogotá, D. C. Universidad Pedagógica Nacional. 2001.

——— Expedición Pedagógica No. 4: Caminantes y Caminos. Expedición Pedagógica en Bogotá. Bogotá, D. C. Universidad Pedagógica, Fundación Restrepo Barco. 2003.

——— Expedición Pedagógica No. 6: Con los dedos en la filigrana. Una lectura crítica a los tejidos metodológicos de la Expedición Pedagógica Nacional. Bogotá, D. C. Universidad Pedagógica Nacional – Fundación Restrepo-Barco. 2005.

——— Expedición Pedagógica No.7: Recreando rutas y senderos pedagógicos en Valle, Cali y región norte del Cauca. Bogotá, D. C. Universidad Pedagógica Nacional – Universidad del Valle. 2005.

——— Expedición Pedagógica No. 9: Rutas de vida, maestros, escuelas y pedagogía en el Caribe colombiano. Bogotá, D. C. Universidad Pedagógica Nacional – Red pedagógica del Caribe. 2005.

[24] Rodríguez, S. Carta de Simón Bolívar al Gral. Francisco de Paula Santander. 8 de diciembre de 1823. En: Cartas, pág. 117.

[25] Kohan, W. El maestro inventor. Simón Rodríguez, Caracas Ediciones del solar 2016, pág. 105-106.

[26] Reflexiones sobre los defectos que vician la escuela de primeras letras en Caracas y medios de lograr su reforma, por un nuevo establecimiento. Rodríguez, S. Tomo I. Presidencia de la República de Venezuela. Caracas. 2001. Pág. 195-222.

[27] Rodríguez, S. Reflexiones sobre los defectos que vician… xxx

[28] Recordemos cómo las sublevaciones estaban a la orden del día en Venezuela. El negro Leonardo Chirino, tomando como ejemplo la rebelión de Haití de 1891 proclamó la elección de una república, en la cual se eliminaba la esclavitud, se declaraba la igualdad de clases y la eliminación de los privilegios; y en 1797, la conspiración de Gual, España y Picornell, a la cual se sumó Simón Rodríguez, y al ser develada lo obliga a huir hacia Jamaica.

[29] Lo que da origen a una de las más interesantes biografías noveladas. Pietri, Uslar. La isla de Robinson. Bogotá. Desde Abajo. 2010.

[30] Rodríguez, S. Tomo I, pág. 313. Buscamos mantener en esta cita la manera como Simón Rodríguez organiza la escritura, según él para buscar entender de una manera más clara lo que se va diciendo, porque no es lo mismo escribir que hablar.

[31] Rodríguez, S. Carta a Bolívar. Enero 7, 1825. Cartas Caracas, Ediciones del doctorado y Uniser. 2001. Pág.141.

[32] Rodríguez, S. Carta a J. I. París, 6 de enero de 1846. En: Cartas, pág. 194.

[33] Rodríguez, S. Luces y virtudes sociales. Caracas. Monte Ávila editores. 1992. Pág. 110.

[34] Rodríguez, S. Artes y ciencias. En: Tomo I, pág. 301.

[35] Lancaster, J. (1778-1838). Educador inglés creador del sistema de enseñanza mutua entre los niños, que fue promovido por algunos de los nacientes sistemas de educación en América y que se impuso desde un sector de las élites en Caracas, Bogotá, Quito, Lima, La Paz y México.

[36] Rodríguez, S. Escritos. Tomo II. Pág. 104.

[37] Niño jamaiquino que inspiró a este autor para su obra sobre Simón Rodríguez, con base en su biógrafo de este país, Jonathan Sarfield.

[38] Kohan, W. Op. Cit. Pág. 64.

[39]Rodríguez, S.  Luces y virtudes. Pág. 7.

[40] Rodríguez, S. Tomo II. Pág. 133.

[41] Rodríguez, S. Sociedades americanas. Caracas. Biblioteca de Ayacucho. 1990. Pág. 49.

[42] Rodríguez, S. Luces y virtudes sociales… xxxx

[43] Rodríguez, S. Luces y virtudes sociales… xxx

[44] Rodríguez, S. El libertador del medio día. xxx

[45] Rodríguez, S. Consejo de amigos al colegio de Lacatunga. xxx

[46] Rodríguez, S. IX artículo, sobre los partidos. Obras completas, Tomo I, pág. 397.

[47] Rodríguez, S. Sociedades americanas en 1828. Obras completas. Tomo I, pág. 240.

[48] Rodríguez, S. Sociedades americanas. Caracas. Biblioteca de Ayacucho. 1990. Pág. 143

[49] Rodríguez, S. Sociedades americanas. Caracas. Biblioteca de Ayacucho. Pág. 148.

[50] Rodríguez, S. Obras completas. Tomo I. Pág. 355.

[51] Rodríguez, S. Consejos a la escuela de Lacatunga. Obras completas. Tomo II. Pág. 16.

[52] Rodríguez, S. Sociedades americanas en 1828. Tomo I, pág. 383.

[53] Rodríguez, S. Sociedades americanas en 1828. Tomo I, pág. 385.

[54] Rodríguez, S. Sociedades americanas. Caracas. Biblioteca de Ayacucho. Pág. 97.

[55] Rodríguez, S. Sociedades americanas. Caracas. Biblioteca de Ayacucho. xxx

[56] Rodríguez, S. Luces y virtudes sociales… xxx

[57] Rodríguez, S. Educación republicana.

[58] Rodríguez, S. Sociedades americanas. Pág. 61.

[59] Rodríguez, S. Cartas. Caracas. Ediciones del Rectorado de la UNISER. 2001.

[60] Rodríguez, S. Obras completas. Tomo II. Caracas. Ediciones de la Presidencia de la República. 2001. Pág. 35.

[61] Rodríguez, S. xxxx

[62] Rodríguez, S. Extracto sucinto de mi obra sobre… pág. 194.

[63] Rodríguez, S. Luces y virtudes sociales xxx

[64] Rodríguez, S. Obras completas. Tomo II. Pág. 117.

[65] Rodríguez, S. Tomo II. Pág. 133.

[66] Departamento de Educación de EE. UU. A Nation at Risk. The Imperative for Educational Reform. Washington, DC. 1983.

[67] Mejía, M. R. Educación(es) y globalización(es). Entre el pensamiento único y la nueva crítica. Bogotá. Desde Abajo. 2006. Capítulo 2. P. 117-130.

[68] Rodríguez, S. Consejo de amigos. Obras completas. Tomo II, pág. 25.

[69] La despedagogización es la posición que hace prevalecer el contenido disciplinar y reduce la importancia de la pedagogía en la actividad educativa. Últimamente, frente a las propuestas generadas en el foro mundial de educación en Corea, algunos han comenzado a hablar del “apagón” pedagógico mundial, que es la tendencia a una educación sin maestros ni pedagogías, ya que éstas son reemplazadas por las nuevas tecnologías. Ha sido impulsada por lo organismos multilaterales.

[70] Rodríguez, S. Consejos de amigo dados al colegio de Lacatunga. Tomo II. Caracas. Universidad Simón Rodríguez. 1975. Pág. 16

[71] Rodríguez, S. Sociedades americanas en 1828. En: Obras completas. Tomo I, pág. 356.

[72] Rodríguez, S. Escritos II, p. 104

[73] Rodríguez, S. El libertador del medio día de América y sus compañeros de armas, defendidos por un amigo de la causa social… xxx pág 25-26.

[74] Rodríguez, S. Ibídem, pág. 25.

[75] Rodríguez, S., Sociedades americanas xxx

[76] Rodríguez, S. Extracto sucinto de mi obra sobre la educación republicana. Pág. 189.

[77]xxx

[78] Rodríguez, S. Cartas. En: Obras completas. Tomo II. Págs. 700-701.

[79] Rodríguez, S. Cartas. xxx

[80] Rodríguez, S. El estado actual de las escuelas de Caracas. xxx

[81] Rodríguez, S. Extracto de la obra republicana. Tomo I. pág. 249.

[82] Rodríguez, S. xxx

[83] Rodríguez, S. El estado actual de las escuelas de Caracas. xxx

[84] Rodríguez, S. Defensa de Bolívar. Obras completas. Tomo II. Pág. 138.

[85] Rodríguez, S. Luces y virtudes sociales. En: Obras completas. Tomo II. Caracas. Universidad Simón Rodríguez. 1975. Pág.

[86] Rodríguez, S. Tomo I. Pág. 274.

[87] Rodríguez, S. Tomo II. Pág. 27.

[88] Rodríguez, S. Tomo II. Pág. 21.

[89] Rodríguez, S. Consejos de amigo dados al colegio de Lacatunga. En: Obras completas. Tomo II. Pág. 17

[90] Rodríguez, S. Consejos de amigo dados al colegio de Lacatunga. En: Obras completas. Tomo II. Pág. 19

[91] Rodríguez, S. Escritos II, p. 210.

[92] Rodríguez, S. Tomo II. Pág. 139.

[93] Rodríguez, S. Tomo II. Pág. 151.

[94] Rodríguez, S. Tomo II. Pág 161.

[95] Rodríguez, S. Luces y virtudes. xxx

[96]Rodríguez, S. Tomo I. pág. 75.

[97] Zuluaga, O. L. xxx

[98] Rama, A. La ciudad escrituraria. Xxxx 1985. Pág. 18. Citado por Sánchez, J. En:

[99] Zuleta, E. El elogio de la dificultad y otros ensayos. Colombia. Fundación Estanislao Zuleta. 2015 (1994).

[100] Bolívar, S. Discurso del Congreso de Angostura en 1819. Recuperado de: https://storicamente.org/sites/default/images/articles/media/1880/Bolivar_Discurso_de_Angostura.pdf

Autor: Marcos Raúl Mejía J

 

 

 

 

 

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