Jorge Cuesta y la educación revolucionaria

Por: Guillermo Hurtado. 

La Revolución Mexicana, consideraba Cuesta, era una experiencia de libertad. Parafraseando a Croce, la historia de México tendría que ser la hazaña de vivir de acuerdo con esa libertad. La educación más revolucionaria es la que nos enseña a ser libres

Una de las críticas más inteligentes y, por lo mismo, más perdurables a la reforma del artículo 3 constitucional de 1934 fue la de Jorge Cuesta. No se opone el poeta a que la educación sea revolucionaria. Lo que censura es la estrategia de cambiar la Constitución para que la educación sea revolucionaria. Dice así: “lo importante no es efectuar una reforma de la Constitución sino una reforma de la escuela”. (Crítica de la Reforma del Artículo Tercero, México, 1934, p. 12).

Cuesta distingue la actitud evolucionista de la actitud genuinamente revolucionaria. Los evolucionistas piensan que para que la revolución se cumpla, los mexicanos tienen que pasar antes por un proceso formativo. Los verdaderos revolucionarios, afirma Cuesta, no postergan la revolución para mañana, la hacen sin demora.

La reforma del artículo 3 escondía, según Cuesta, un evolucionismo reaccionario. Los proponentes de la reforma aducían que para que la Revolución mexicana cumpliera sus fines era indispensable que la escuela formara a los revolucionarios del mañana. Por ejemplo, que había que educar a los niños para que abandonaran las supersticiones religiosas de sus padres y adoptaran una concepción científica del mundo. Y que también había que educar a los niños para que renunciaran al egoísmo individualista y fueran capaces de realizar la justicia social que propugna el socialismo.

“Cuesta distingue la actitud evolucionista de la actitud genuinamente revolucionaria. Los evolucionistas piensan que para que la revolución se cumpla, los mexicanos tienen que pasar antes por un proceso formativo. Los verdaderos revolucionarios, afirma Cuesta, no postergan la revolución para mañana, la hacen sin demora”

Según Cuesta, esta estrategia es como poner la carreta delante de los bueyes. La escuela no puede ser la responsable del éxito definitivo de la revolución sino al revés, la revolución es la responsable de que la escuela sea por fin revolucionaria.

Cuesta sostenía que para que la Constitución alcanzara el estadio final que imaginaban los reformistas no se tenía que cambiar el artículo 3 constitucional. Si lo que en verdad se quería era abolir la propiedad privada, entonces había que reformar el artículo 27 de la Constitución, si lo que en verdad se quería era acabar con la Iglesia, entonces había reformar el artículo 24.

Cuesta presta atención a las diversas formulaciones del artículo propuestas por la comisión legislativa que añadían al texto otros conceptos además del de laicidad. Cuesta considera que está ampliación era innecesaria y confusa. Era innecesaria porque el concepto de laicidad en la formulación original del artículo 3 incluía, según él, todo lo que se esperaba de la educación revolucionaria. Lo que ahí se pedía a la escuela, dice Cuesta, es que impartiera la cultura laica a nivel social y eso suponía “repudiar activamente toda tendencia a supeditar la conciencia social a cualquier doctrina o sentimiento reaccionarios” (p. 19). Cuesta consideraba que cualquiera de los añadidos propuestos al artículo en vez de aclararlo lo embrollarían. Por ejemplo, declarar que la educación había de ser socialista no ayudaba, porque hay demasiados tipos de socialismo: cristiano, marxista, nacionalista, etc.

En la base del alegato de Cuesta se encuentra una concepción sobre la Revolución mexicana que resume así:

“La Revolución no es un conjunto de creencias individuales, no es un canon eclesiástico, no es una doctrina infalible y sagrada, sino la experiencia revolucionaria de la sociedad
como libre….” (p. 21).

La Revolución mexicana, según Cuesta, no se definía por un dogma sino por el “proceso viviente de la experiencia revolucionaria”. Por eso mismo, ninguna doctrina, incluida la marxista, podía resumir el proyecto revolucionario mexicano.

Algo parecido sostuvo Antonio Caso en su polémica frente a Vicente Lombardo Toledano. La Revolución mexicana no se hizo para suplantar un dogma por otro —el evolucionismo spenceriano por el marxismo-leninismo— sino para que dejáramos de estar sometidos a dogmas. La Revolución mexicana no debe encasillarse en una doctrina sino debe quedar suelta al desarrollo de los procesos sociales sobre la base de los ideales sociales plasmados en la Constitución de 1917.

“La Revolución mexicana, según Cuesta, no se definía por un dogma sino por el ‘proceso viviente de la experiencia revolucionaria’. Por eso mismo, ninguna doctrina, incluida la marxista, podía resumir el proyecto revolucionario mexicano”

La Revolución mexicana, consideraba Cuesta, era, por encima de todo, una experiencia de libertad. Parafraseando a Croce, podría decirse, que la historia de México tendría que ser la hazaña de vivir de acuerdo con esa libertad conquistada. La educación más revolucionaria es la educación que nos enseña a ser libres.

Esta concepción de la Revolución mexicana supone una filosofía política que no fue desarrollada por el poeta. Supongo que Cuesta hubiera dicho que para que esa filosofía fuese en verdad revolucionaria, tendría que ser pensada en libertad por los mexicanos.

Fuente del artículo: https://www.razon.com.mx/opinion/jorge-cuesta-y-la-educacion-revolucionaria/

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La Universidad Revolucionaria que tenemos

Por: Ángel Tortolero Leal

Si lo vivido te es indiferente,

es porque estas infestado

de obscenas inducciones

que te hacen desconocerte.

(Pensamiento del Autor)

 

En comparación a la vieja y maltratadora universidad del siglo pasado, donde solo castas politiqueras del estatus, encumbrados nuevos ricos y una minúscula porción del pueblo pobre tenía acceso; nuestro sistema de educación universitaria bolivariano, democrático, socialista y libre, es superior.

Hoy, si de algo está seguro el estudiante de bachillerato es que al culminar sus estudios, ingresaran a la universidad, estudiara lo que desee y desarrollara su carrera de cara a sus aspiraciones individuales y colectivas.

Así, la Revolución Bolivariana, ejecuta como mandato el Estado Docente en un esfuerzo sostenido por alcanzar la conciencia requerida en la construcción del nuevo hombre y mujer que demanda este siglo y los que vienen. Un proceso que supera la mera masificación de la educación universitaria, y se inserta en la formación de un ser universitarios que tenga la capacidad de observar, reflexionar y transformar su entorno social, político y vivencial personal.

En ese sentido, no basta con estar dentro del sistema y asistir a clases para ser universitario, todo lo contrario, si bien el saber se construye en buena medida a partir del estudio sistemático, su episteme más profunda, está en la praxis social continua dentro de una dialéctica concreta que despeje la paja (ideología dominante, vicios pequeño burgueses, prejuicios de clases e idiotez ilustrada por retazos inconexos) del trigo (ciencia y conciencia transformadora)

En consecuencia, si reconocemos que en las sociedades signadas por las democracias representativas y burguesas, las universidades son centros de certificación, reproducción y extensión para una minoría, cuyo papel histórico es reproducir el estado liberal burgués con todas sus detestables consecuencias. Podemos entender que la universidad que nos plantea la Revolución Bolivariana, es por tanto el contrario, ya que esta va en favor de la reivindicación de lo colectivo, la solidaridad como principio, la emancipación del sujeto social y el crecimiento de lo esencialmente humano.

Sin embargo y descargo de cualquiera acusación de dogmatismo,  esa universidad revolucionaria que tenemos, invita al debate y por tanto requiere de una contraparte inteligente que muestre su pensamiento y asuma el riesgo de pensar y actuar en el seno de la academia, más que de investir cual toro furioso y adiestrado por la hegemonía de los poderes facticos a los que se subordinan, contra todo cuanto lo que implica, cambio sustancial y profundo, oportunidad e igualdad social.

En la UNERG por ejemplo, en estos 17 años de combate se ha pasado de 4.000 alumnos a más de 120.000, y con un esfuerzo titánico se administran curso de pregrado y postgrado (especialización, maestría y doctorado) en gran parte del territorio nacional, por supuesto que eso solo es posible, cuando las autoridades universitarias tienen conciencia del momento histórico en el que vivimos.

En base a lo anterior se puede asegurar, que se ha cumplido con el primer objetivo: «Dar oportunidad ingreso a todos». Pero aún falta mucho camino por andar, y mucho que desenredar, sobre todo en aquellos que validos del derecho al estudio honrado en la revolución, olvidan el deber que tienen como estudiantes: con ellos y las instituciones y el deber que tendrán como profesionales: con su familia y con la sociedad.

En ese sentido, esta nueva universidad debe superarse y posicionarse al servicio de los grandes objetivos de la patria: la construcción del socialismo. Lo que implica una formación dinámica que rompa con los anquilosados esquemas escolares del pasado, y vaya a las calles a enfrentar, la compleja realidad del ir y el venir de luces y sombras, difuminanas en todos los espacios reconocidos como realidad, sin el mandato de imposiciones metodológicas cuya parcialidad prescinde de lo creativo en favor de la instauración del discurso interesado que impone los poderes facticos.

Es la hora del ingenio, del  saber, saber, del saber hacer, de la ruptura con toda implicación ajena al crecimiento social. Es la hora de las ciencias advenida en conciencia.

Sin menoscabo de la coyuntura económica actual, y en pleno conocimiento de la  guerra económica que sin precedente en la historia, nos ataca a diario, la universidad revolucionaria y los revolucionarios que en ella cohabitamos, seguiremos con nuestro compromiso militante de servicio, garantizando los espacios para la diversidad discursiva que en ella surgen. De allí que, el mensaje está claro, hay que construir para el pueblo y con el pueblo las bases de los saberes con los cuales hemos de despejar las incógnitas sociales que se derivan de la ruptura con el capitalismo.

Es tiempo de trascender de la masificación educativa  a la participación protagónica en la sociedad. Solo así podremos derrotas a los cipayos mandaderos del imperio y sus serviles cachorros ideologizados, oportunistas y arrogante. Sigamos luchando y pensando, que el socialismo se construye y se conquista pelando.

Fuente: Prensa OVE

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Cuba: Fidel y la educación revolucionaria

Centro América/Cuba/03 Diciembre 2016/Fuente: Telesur
Para Fidel Castro, la educación de los pueblos tenía un valor incalculable, por esa razón fue promotor de grandes programas de alfabetización en Cuba, en  América Latina y el Caribe.

Uno de los pilares más valiosos de la obra revolucionaria de Fidel Castro fue propiciar y garantizar a todo el pueblo de Cuba, el derecho pleno a la educación.

Así lo tenía previsto el líder revolucionario cuando en «La historia me absolverá» expuso el programa social que implementarían una vez estuviera la Revolución Cubana en el poder. La principal tarea era la alfabetización.

La educación en Cuba después de la revolución

El año 1959 representó para Cuba un nuevo amanecer. Durante el proceso de cambio de la sociedad cubana, aplicar una reforma general que garantizara el carácter integral, laico, democrático y gratuito de la educación, así como su acceso a todos los ciudadanos sin discriminaciones.

A solo un mes del triunfo revolucionario, se impulsó con métodos novedosos, la alfabetización e instrucción del campesinado. La primera dificultad en el campo educacional eran los niños sin escuelas.

Debido a la pobre infraestructura se crearon nuevas aulas a las que se sumaron los cuarteles militares existentes en ese momento y todos fueron convertidos en centros educativos. El líder de la Revolución Cubana transformó 69 fortalezas militares en centros de enseñanza y unidades completas del Ejército apoyaron la construcción de escuelas en zonas rurales.

El proceso de alfabetización llegó hasta cada rincón del país. La gesta más humanista de esta etapa fue la Campaña de Alfabetización iniciada en diciembre de 1960. Un año más tarde Cuba fue declarada territorio libre de analfabetismo, el 22 de diciembre de 1961.

Logros de la educación en Cuba y el mundo

Los logros de la educación cubana son baluartes valiosos que heredó la sociedad actual. Fidel Castro promovió la enseñanza integral para todos, tomando como base el principio martiano de que «ser cultos era el único modo de ser libres«

Lo que fue una idea del comandante Fidel, pasó a ser un programa, después un hecho y hoy una realidad. Cuba es referente mundial en materia de educación.

Novedosos programas educacionales se perfilan en  el sistema actual de la isla caribeña que abarcan desde la enseñanza pre-escolar hasta la educación al adulto mayor, en su mayoría reconocidos a nivel mundial por el carácter integral e inclusivo que brinda a la sociedad cubana.

Integración, que en materia de educación, se extendió a Latinoamérica, el Caribe y otras regiones del mundo, cuando en el año 2002 comienza a aplicarse el método de alfabetización «Yo, sí puedo» realizado por Cuba.

Hoy millones de personas se benefician con este programa de alfabetización, que se extendió  a 30 países.

Disponible en la url: http://www.telesurtv.net/news/Fidel-y-la-educacion-revolucionaria-20161201-0034.html

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