Por: Ángel Tortolero Leal
Si lo vivido te es indiferente,
es porque estas infestado
de obscenas inducciones
que te hacen desconocerte.
(Pensamiento del Autor)
En comparación a la vieja y maltratadora universidad del siglo pasado, donde solo castas politiqueras del estatus, encumbrados nuevos ricos y una minúscula porción del pueblo pobre tenía acceso; nuestro sistema de educación universitaria bolivariano, democrático, socialista y libre, es superior.
Hoy, si de algo está seguro el estudiante de bachillerato es que al culminar sus estudios, ingresaran a la universidad, estudiara lo que desee y desarrollara su carrera de cara a sus aspiraciones individuales y colectivas.
Así, la Revolución Bolivariana, ejecuta como mandato el Estado Docente en un esfuerzo sostenido por alcanzar la conciencia requerida en la construcción del nuevo hombre y mujer que demanda este siglo y los que vienen. Un proceso que supera la mera masificación de la educación universitaria, y se inserta en la formación de un ser universitarios que tenga la capacidad de observar, reflexionar y transformar su entorno social, político y vivencial personal.
En ese sentido, no basta con estar dentro del sistema y asistir a clases para ser universitario, todo lo contrario, si bien el saber se construye en buena medida a partir del estudio sistemático, su episteme más profunda, está en la praxis social continua dentro de una dialéctica concreta que despeje la paja (ideología dominante, vicios pequeño burgueses, prejuicios de clases e idiotez ilustrada por retazos inconexos) del trigo (ciencia y conciencia transformadora)
En consecuencia, si reconocemos que en las sociedades signadas por las democracias representativas y burguesas, las universidades son centros de certificación, reproducción y extensión para una minoría, cuyo papel histórico es reproducir el estado liberal burgués con todas sus detestables consecuencias. Podemos entender que la universidad que nos plantea la Revolución Bolivariana, es por tanto el contrario, ya que esta va en favor de la reivindicación de lo colectivo, la solidaridad como principio, la emancipación del sujeto social y el crecimiento de lo esencialmente humano.
Sin embargo y descargo de cualquiera acusación de dogmatismo, esa universidad revolucionaria que tenemos, invita al debate y por tanto requiere de una contraparte inteligente que muestre su pensamiento y asuma el riesgo de pensar y actuar en el seno de la academia, más que de investir cual toro furioso y adiestrado por la hegemonía de los poderes facticos a los que se subordinan, contra todo cuanto lo que implica, cambio sustancial y profundo, oportunidad e igualdad social.
En la UNERG por ejemplo, en estos 17 años de combate se ha pasado de 4.000 alumnos a más de 120.000, y con un esfuerzo titánico se administran curso de pregrado y postgrado (especialización, maestría y doctorado) en gran parte del territorio nacional, por supuesto que eso solo es posible, cuando las autoridades universitarias tienen conciencia del momento histórico en el que vivimos.
En base a lo anterior se puede asegurar, que se ha cumplido con el primer objetivo: «Dar oportunidad ingreso a todos». Pero aún falta mucho camino por andar, y mucho que desenredar, sobre todo en aquellos que validos del derecho al estudio honrado en la revolución, olvidan el deber que tienen como estudiantes: con ellos y las instituciones y el deber que tendrán como profesionales: con su familia y con la sociedad.
En ese sentido, esta nueva universidad debe superarse y posicionarse al servicio de los grandes objetivos de la patria: la construcción del socialismo. Lo que implica una formación dinámica que rompa con los anquilosados esquemas escolares del pasado, y vaya a las calles a enfrentar, la compleja realidad del ir y el venir de luces y sombras, difuminanas en todos los espacios reconocidos como realidad, sin el mandato de imposiciones metodológicas cuya parcialidad prescinde de lo creativo en favor de la instauración del discurso interesado que impone los poderes facticos.
Es la hora del ingenio, del saber, saber, del saber hacer, de la ruptura con toda implicación ajena al crecimiento social. Es la hora de las ciencias advenida en conciencia.
Sin menoscabo de la coyuntura económica actual, y en pleno conocimiento de la guerra económica que sin precedente en la historia, nos ataca a diario, la universidad revolucionaria y los revolucionarios que en ella cohabitamos, seguiremos con nuestro compromiso militante de servicio, garantizando los espacios para la diversidad discursiva que en ella surgen. De allí que, el mensaje está claro, hay que construir para el pueblo y con el pueblo las bases de los saberes con los cuales hemos de despejar las incógnitas sociales que se derivan de la ruptura con el capitalismo.
Es tiempo de trascender de la masificación educativa a la participación protagónica en la sociedad. Solo así podremos derrotas a los cipayos mandaderos del imperio y sus serviles cachorros ideologizados, oportunistas y arrogante. Sigamos luchando y pensando, que el socialismo se construye y se conquista pelando.
Fuente: Prensa OVE