Por: Ángel Tortolero Leal*
Las viejas universidades venezolanas, ULA, LUZ, UCV, UC y algunas otras, cuyas autoridades están impregnadas de un heredado sectarismo colonial que les atrapa en la preservación de valores ajenos a la democracia participativa, protagónica y bolivariana; insisten en posicionar como verdad incuestionable, una deformada teoría de la autonomía como sinónimo de soberanía que se expresa en la prepotencia supremacista de las y los escogidos por la providencia para gobernarla.
En esos espacios, por lo general, la academia es vista y sentida como endemia, y las «autoridades» que la conducen, imponen toda su carga de odio a lo colectivo, popular, revolucionario y universal, a través de lineamiento, ordenes, directrices. In consultas medidas, domesticadoras de la conciencia y demás dogmáticas posturas, que rayan en el ridículo de pretender posicionar como ciertas, válidas y de perfecta normalidad, conductas psicóticas de rectores advenidos semidioses, omnipresentes, omniscientes, imbatible e incuestionables en su accionar.
En conjunto o por separado, tales individuos dicen ser democráticos, pero no quieren elecciones, también aseguran luchar por la igualdad, pero jamás se ligarían con compañero obrero o empleado, expresan como ideario la libertad de pensamiento, pero quienes osen contradecirlos, son exterminado por las fuerzas del poder que le consagra y por quienes les sirven de cancerberos de sus infiernos.
Ahora bien, el tema no es solo un relato discursivo; un formato colonial o la expresión correspondiente a la división de clase que les es inherente a los convencimientos hegemónicos de esas autoridades abyectas, sino el desconocimiento del debate sustantivo DESDE el pueblo que EN dichas instituciones hacen vida activa y participativa.
En ese sentido, en los predios de muchas universidades públicas, pululan enconados ultra derechista, autoritarios, reformistas y seudo revolucionarios, que se alimentan de las lisonjas y halagos de sus catervas de interesados y circunstanciales sirviente, para obviar, la crítica y el trabajo que implica la construcción del hombre nuevo.
Por eso, en enero de este año que pronto terminará, vimos como las «académicas autoridades de las universidades antes nombradas» apoyaban a Juan Guido como presidente interino y ante el vacío que eso implicó, ahora retan al Estado Bolivariano y a sus instituciones, declarándose en desobediencia ante cualquier decisión de justicia que afecte su estatus «Autonómico» mal digerido.
Ahora bien, que en esas universidades dirigidas por la reconocida derecha fascista, actúen en función de sus intereses supremacistas, no nos extraña; pero que en algunas universidades revolucionarias, se emule tan detestable conducta, no es admisible.
No voy a nombrar por ahora a ninguna universidad en particular, pero seguro estoy que en que entendió, entendió y podrá detectar rápidamente de quien o quienes se trata.
Como universitario y revolucionario, tengo el deber de advertir, sin más pretensión que coadyuvar en la corrección del rumbo y el debate necesario, que los lisonjeros de oficio, adversarios de la revolución, siempre celebran los errores de aquellos, que envestidos de autoridad por mandato de Estado, imitan las costumbres ególatras de quienes deben combatir.
Cuidado, la Universidad Revolucionaria es Debate y Acción, No domesticación, tradición y propiedad individual de nadie. La Universidad de la «V República», debe ser el espacio para la praxis social revolucionaria, colectiva y protagónica de todos sus miembros.
Esa es su verdadera fortaleza y de allí emana su única conducción. Siempre colectiva, comunitaria y en corresponsabilidad indisoluble con el todo.
*El autor escribe para el portal de los y las maestras Otras Voces en Educación