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De la educación humana y un final incierto

Las declaraciones de Elon Musk en 2024 y puestas en escena recientemente, sobre la educación y el trabajo están dirigidas masivamente a provocar cambios performativos en la conducta humana.

 

El avance tecnológico es una realidad incontrastable, tanto como el desplazamiento del capitalismo digital no solo a producir nuevas subjetividades, sino a la producción masiva de nuevas colonialidades digitales.

 

Hace unos meses nos habíamos preguntado si la educación necesitaba de la Inteligencia Artificial (IA) o era a la inversa y poco después arriesgamos la hipótesis sobre la “transeducación” como un “experimento en marcha”. Recorrimos algunos tópicos propios de la reforma mercantilista de la educación y sus conceptualizaciones afines al proceso de colonialidad del saber, por el cual el docente se transforma en un mero “facilitador”, al que se lo separa aún más de su especificidad, que es enseñar, para transformarlo en una suerte de lacayo digital de las Tecnologías del Aprendizaje y el Conocimiento (TAC).

 

La separación del docente de su especificidad, tiene condicionamientos histórico/políticos de larga data; sólo para ejemplificar, la actividad docente está separada de la realización del currículum educativo que debe implementar, pero del que no participa porque se piensa y diseña en oficinas donde supuestos “especialistas” que, por lo general, responden a intereses externos (privados) al debate sobre la educación pública, lo definen.

 

En la actualidad, la distancia es mayor. Durante un tiempo la elección de los materiales de trabajo para el aula, gozaba de cierta autonomía docente, a pesar de que el canon escolar se ajustaba a los movimientos editoriales que promovían sus productos desde su propia impronta ideológica en el mercado de manuales, libros de texto y de lecturas. Pero, aun así, había margen para la decisión docente, incluso en algunos casos, incorporando materiales que no estaban “consagrados” en el canon.

 

La paradoja es que la “brecha digital”, que al principio de su entrada en escena, la problemática era la inversión que los gobiernos no hacían en conectividad y, por otra parte, las desigualdades sociales en la población estudiantil de todos los niveles de la enseñanza, tal como lo desnudó la pandemia del COVID 19, lo cierto es que cuando esa problemática aun persista e incluso se agudice por efecto de las políticas de “ajuste” permanentes, la noción de “brecha digital” ahora tiene otra significativa relevancia, en tanto el progreso transeducativo se profundice, porque la tecnología será, en un principio mediatizadora hasta operar el desplazamiento definitivo de la docencia humana que pasará a ser una pieza de museo (digital) de la educación.

 

Y eso es lo que pretenden las grandes corporaciones tecnológicas y sus EdTech con Elon Musk como referente indiscutido y otros como Ray Kurzweil, quien fuera director de Google y realizara uno de los principales aportes transhumanistas con su concepto de “singularidad tecnológica”, la que en un futuro mediato sustituirá a la “singularidad humana”.

 

También vale recordar que Andrej Karpathy fue director del departamento de inteligencia artificial de Tesla, una de las empresas de Elon Musk, es creador de Eureka Labs, una escuela nativa de IA. Desde su novedoso e inquietante “emprendimiento”, proyectará lo que él mismo definió en un posteo como “simbiosis en el profesor y la IA”.

 

Elon Musk, la primera fortuna de mundo, ha dicho en Viva Technology París 2024 y se ha reproducido en casi todos los medios, que la IA podrá ofrecer enseñanza personalizada y que “cada niño tendría un Eistein como profesor”, pero que los valores éticos y morales serían responsabilidad de los padres.

 

Está claro que a pesar de los apologistas que ven la IA como una potente expresión del principio de la “singularidad tecnológica” que puede reemplazar a la singularidad humana en diversos ámbitos del conocimiento, en este caso concreto al docente; lo que asoma, si se me permite continuar con la hipótesis de la transeducación, es un proyecto político, que en el área educativa provocará supresión de puestos de trabajo porque la IA, según sus creadores, puede dar enseñanza y tutorías personalizadas; realizar la adaptación de los contenidos según las capacidades de lxs estudiantes, también la automatización de las evaluaciones, entre otras tareas.

 

Un proyecto político que con fuerte contenido ideológico pretende poner a la mayoría de la humanidad bajo el control disciplinar de nuevas formas de aprendizaje, vinculado no al conocimiento, que será reservado para unos pocos, sino a la instrucción a través del entrenamiento y la selección de los más “aptos”.

 

También había declarado el milmillonario del saludo nazi, que en un futuro los médicos y abogados también serían reemplazados por la IA. Está claro que el proyecto es político, porque como alguna vez dijimos, el capitalismo no tiene plan B, y de lo que se trata es de sustituciones en el proceso transhumanista.

 

Poner la educación de manera experimental es, sin duda, el punto de partida original para la instalación de un paradigma que encontró en la reforma neoliberal y con la pandemia como vehículo, el escenario para la intrusión tecno/colonial/corporativa.

 

En 2014 El propio Musk funda Ad Astra, una escuela experimental con la premisa de educar a sus hijos y a los hijos de sus empleados de SpaceX, su compañía espacial donde se alojaba la escuela de manera clandestina. Luego de la pandemia la escuela se reabre en Bastrop, en el Estado de Texas y para este ciclo 2024/2025 el anuncio es su red X dice: “¡Ad Astra se lanza en Bastrop, Texas! Las solicitudes para el año escolar 2024-2025 ya están abiertas”.

 

El proyecto combina la pedagogía de María Montessori de principios del siglo XX (propuesta que vincula lo social con la pedagogía y registra la dinámica de comportamiento de lxs alumnxs) con el plan de estudios conocido como STEM (por sus siglas en inglés) ciencia, tecnología, ingeniería y matemática, pero que en el caso de Ad Astra refiere a ciencia, inteligencia artificial, robótica y matemática. Sin embargo no es muy transparente su funcionamiento, puesto que le escuela se une a Xplor Education, una organización que se dedica a la creación de escuelas Montessori y que según lo que dice su página web en el apartado misión: “Nos asociamos con las empresas más innovadoras de Estados Unidos para brindar una educación Montessori distintiva para la primera infancia que conduce a individuos más capaces…”.

 

Lo que nos confirma que el verdadero paradigma que contiene la totalidad de lo que supone los cambios en educación es el mercado. La pedagogía Montessori, siempre ha sido una propuesta para las familias “favorecidas” por el sistema capitalista, es decir que siempre fue un privilegio de la élite, de escuelas privadas, cuando no una pantalla que encubre la mercadotecnia de la educación, en estos casos donde las EdTech se están apoderando de los sistemas educativos.

 

No podemos dejar de señalar en este encuadre donde los más ricos aparecen como lo protagonistas del mayor saqueo en la historia de la humanidad puesto que “la fortuna de cada milmillonario creció, en promedio, a un ritmo de dos millones de dólares al día y, en el caso de los diez milmillonarios más ricos, a un ritmo de 100 millones de dólares al día”, según el Informe OXFAN 2025 y Elon Musk es el primero de la lista que encabeza el saqueo.

 

El recortador del presupuesto público, titular del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE por sus siglas en inglés), nombrado por Donald Trump para desmantelar el Estado, lo que incluye despidos masivos, cierre de dependencias, hace que sus empleados del DOGE trabajen 120 horas semanales, según su propio posteo. Además de no tener remuneración.

 

La paradoja es que quien se supone viene a recortar el presupuesto federal en los Estados Unidos ha sido un expoliador de los dineros públicos que se fueron sumando a su obscena fortuna en forma de subsidios, contratos, préstamos y créditos que se estiman en USD 38.000 millones, según el Washington Post.

 

También se suman las sospechas de que los datos gubernamentales recogidos por el DOGE estuviesen siendo utilizados para alimentar las empresas de IA de Musk.

 

La trazabilidad de esa información tomada de las fuentes federales son un tesoro invaluable para alimentar la IA generativa, porque no se trata de la captura de conductas en internet sino de la data real sobre el comportamiento subjetivo de la población.

 

Con esta información, no necesitamos mucho más para saber el por qué de los planes tecno/coloniales para la educación.

 

El proyecto político es adueñarse en directo de la conciencia colectiva, asaltando las subjetividades, cosa que ya vemos como proceso en el comportamiento de las redes sociales donde el avance del fascismo digital es ostensible en expresiones descalificadoras, racistas, xenófobas, patriarcales contra quienes pretendan hacer una crítica al régimen “libertario” en cualquiera de sus versiones, la imperialista (Donald Trump) o la colonial (Javier Milei).

 

A la manera de conclusión

 

La tecnología en modo transhumanista se convierte en una amenaza continua porque es un instrumento de las corporaciones para establecer un dominio colectivo a través de las tecnologías del aprendizaje y la comunicación hasta completar el circuito con la IA como sustituto humano.

 

Como educadores críticos, no podemos permitir que el fascismo digitalizado nos desplace de la interacción con lxs estudiantes, que nos anule la pulsión humana para implantarnos una subjetividad performativa de los intereses de los milmillonarios que por ahora siguen gobernando nuestros destinos.

 

Somos muchxs más quienes podemos utilizar esos caminos digitales para encontrarnos, como lo hacemos en las calles, para potenciar la resistencia, primero y quebrar el paradigma, después.

 

La educación es uno de los pilares de la cohesión social, asegurar la lucha por el carácter público, apropiarse en las aulas de la tecnología, invertir la carga de la prueba manteniendo los procesos de enseñanza-aprendizaje, pueden ser las primeras acciones contra el fascismo digital.

 

No es la tecnología el problema, son los usos que el capitalismo hace de ella para satisfacer los intereses de esas minorías milmillonarias.

 

En lugar de que los docentes, abogados y médicos sean sustituidos por la IA, sería interesante experimentar el remplazo de los milmillonarios por algoritmos que distribuyan sus fortunas en la población mundial para que la humanidad salga de la pobreza en un par de milisegundos. Sería el hecho más humanizante que la tecnología nos podría dar.

 

De la educación humana y un final incierto

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Estad9s Unidos: Trump firma un decreto que inicia el desmantelamiento del Departamento de Educación

 

El presidente de EE.UU., Donald Trump, firmó este jueves un decreto que inicia el proceso de desmantelamiento del Departamento de Educación.

 

Mientras firmaba el decreto, Trump estaba rodeado de niños pequeños sentados en sus propios escritorios en la Casa Blanca, quienes simultáneamente firmaron papeles en una carpeta. Al terminar de firmarlos, se pudo ver a los niños levantando el papel para mostrarlo a la audiencia, al igual que lo hizo el presidente.

 

El sindicato que representa a los empleados del Departamento de Educación dijo que está “indignado” por los esfuerzos del presidente para comenzar a desmantelar la agencia.

 

En un comunicado del jueves, el presidente nacional de la Federación Estadounidense de Empleados del Gobierno, Everett Kelley, dijo que la “directiva de Trump para eliminar esta pequeña pero poderosa agencia destruiría nuestro sistema educativo y devastaría a las futuras generaciones de estudiantes”.

 

El sindicato también argumentó que el Departamento de Educación proporciona apoyo a estudiantes de bajos ingresos y financiamiento a escuelas que de otro modo no podrían ofrecer servicios para estudiantes con discapacidades.

 

Mientras tanto, la organización legal Democracy Forward dijo que tiene la intención de impugnar la orden de Trump en los tribunales, argumentando que el esfuerzo del presidente para desmantelar el departamento es ilegal.

 

“Presentaremos una demanda contra esta acción y utilizaremos todas las herramientas legales para garantizar que los derechos de los estudiantes, maestros y familias estén completamente protegidos”, dijo la CEO de la organización, Skye Perryman, en un comunicado.

 

Tami Luhby y Dan Berman de CNN contribuyeron con la información para esta publicación.

 

https://cnnespanol.cnn.com/2025/03/20/eeuu/trump-firma-decreto-desmantelar-departamento-educacion-trax

 

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Panamá: sindicatos y movimientos sociales en pie de guerra contra Trump y Mulino

Entre la ofensiva imperial de Trump y la ofensiva neoliberal de Mulino, el movimiento social y sindical panameño articula demandas de bienestar y reclamos de soberanía.

 

En las últimas semanas convergieron en Panamá una serie de reivindicaciones sociales locales y varios acontecimientos internacionales que convirtieron a la pequeña nación centroamericana en un hervidero.

 

¿Pro mundi beneficio?

En primer lugar, el retorno a la Casa Blanca de Donald Trump no pasó desapercibido para los istmeños. Aún antes de reinstalarse en la Oficina Oval y de firmar sus primeras órdenes ejecutivas, el mandatario estadounidense anunció, de manera inesperada, su intención de volver a tomar control del Canal de Panamá. Tras insistir en el hecho en más de una oportunidad, no descartó una “coerción militar o económica”, y fustigó duramente contra el ex presidente Jimmy Carter, quien firmó con el presidente panameño Omar Torrijos los célebres Tratados Torrijos-Carter que en 1977 iniciaron una larga y progresiva retroversión del Canal y su zona aledaña a la soberanía panameña.

 

Además, la administración Trump, a través del Secretario de Estado Marco Rubio presionó –y presiona aún– para utilizar de manera gratuita el paso interoceánico, y llegó a anunciar un presunto acuerdo que finalmente tuvo que ser desmentido por las autoridades del Canal y por el presidente panameño José Raúl Mulino. Cabe destacar que al día de hoy los Estados Unidos siguen siendo por lejos el país que más toneladas transporta anualmente por el istmo y el que más paga en concepto de derechos de uso, muy por encima de China y Japón.

 

El Canal, que fue clave en la consolidación de la hegemonía norteamericana a lo largo de todo el siglo XX, ha visto reducida su participación en el flujo mundial de mercancías en las últimas décadas, concentrando hoy entre el 3 y el 6 por ciento del comercio marítimo global. Sin embargo, ampliado en 2016, sigue siendo un territorio geoestratégico de importancia capital, y cobra una relevancia aún mayor en un momento de reacomodo y repliegue de los Estados Unidos en el hemisferio occidental, que considera a Panamá, Canadá, Groenlandia y el Golfo de México como las piezas de un engranaje que puede detener su lento declive hegemónico.

 

Del otro lado de la moneda, hay que entender lo sensible que resulta en Panamá la reivindicación patriótica en torno al Canal, cuya infraestructura y zona adyacente fue un enclave colonial durante casi todo el siglo XX. Además, su recuperación implicó décadas de confrontación y dejó numerosos mártires, víctimas de una potencia colonial que no dudó en invadir Panamá en lo que en 1989 se conoció como la «Operación Causa Justa», que implicó el derrocamiento de Manuel Noriega, el bombardeo de barrios populares emblemáticos como El Chorrillo y cientos de asesinatos.

 

El movimiento social y sindical panameño ve en Mulino una respuesta entre complaciente y servil con la nueva política exterior norteamericana

 

Con esa historia detrás, y en esta coyuntura global tan dramática, el movimiento social y sindical panameño ve en Mulino una respuesta entre complaciente y servil con la nueva política exterior norteamericana. Después de la visita de Rubio, la primera concesión fue el anuncio de que el país abandonaría la Iniciativa de la Franja y de la Ruta impulsada por China a nivel global, en línea con las pretensiones de la política hemisférica de los Estados Unidos, que busca contener el avance de los intereses de potencias rivales como China, Rusia o Irán en América Latina y el Caribe. Así, Mulino afirmó que revisaría el papel de China en el Canal, dando alas al enfoque trumpiano, quien aseguró que éste estaba bajo el dominio del Partido Comunista Chino. Éste es el obvio telón de fondo de la visita de Alvin Hosley, flamante jefe del Comando Sur, quien arribó al país para reunirse con el Canciller panameño y con las autoridades del Canal.

 

Bajo ese mismo alineamiento podemos leer la política migratoria actual: ya en campaña, Mulino había asegurado que la nueva frontera de los Estados Unidos se encontraba en Panamá, en relación al periplo que cientos de miles de migrantes comenzaron en los últimos años atravesando la Selva del Darién, que comparten Colombia y Panamá, con el objetivo de llegar a los Estados Unidos. Ahora el problema es exactamente el inverso: un flujo norte-sur producido por el retorno forzoso de los migrantes irregulares deportados en la nueva era Trump. En un acuerdo muy discutido, Mulino aceptó recibir en Panamá migrantes retornados que por algún motivo no pudieron ser deportados por los Estados Unidos a su país de origen, convirtiendo a Panamá en un eslabón de la política migratoria –regresiva– de un tercer país. Según el propio presidente serían 299 personas, en su mayoría asiáticos, las personas recibidas y recluidas en un hotel del centro de la Ciudad de Panamá.

El frente interno

Pero el frente internacional no es el único frente caliente. A nivel local, el gobierno del conservador Mulino, quién asumió sus funciones el primero de julio del 2024, comenzó con una serie de propuestas típicas del recetario neoliberal. En primer lugar, una de sus prioridades es retomar el resistido proyecto de la trasnacional First Quantum Minerals para la extracción de cobre en el distrito de Donoso, que fue suspendido durante la administración de Laurentino Cortizo tras las masivas protestas ciudadanas sucedidas en el año 2023, las más importantes en décadas. El cobre, fundamental para la fabricación de microchips, es considerado un mineral crítico por el Departamento de Energía de Estados Unidos, y será un recurso cada vez más importante en el futuro.

En segundo lugar, el gobierno se propone terminar de desmantelar la seguridad social, privatizando su institución rectora, la Caja del Seguro Social, para entregar sus fondos a la banca y a las compañías privadas administradoras de fondos de pensión, emulando el pionero y regresivo modelo implantado en la región en el Chile de Augusto Pinochet. Además de cambiar el sistema solidario por el de capitalización individual, el proyecto de ley 163 se propone, entre otras medidas, bajar las pensiones y extender la edad de jubilación.

Tanto la CONUSI como la CONATO, las principales centrales sindicales del país, se han manifestado en contra de la reforma y movilizado a sus bases obreras en varias oportunidades. El 12 de enero, una jornada de protesta convocada por el SUNTRACS, un importantísimo y poderoso sindicato de la rama de la construcción, acabó con una violenta represión gubernamental que derivó en más de 500 detenciones y 83 trabajadores judicializados. También siete estudiantes de la Universidad de Panamá fueron procesados tras protestar contra la visita de Rubio al país.

En Panamá se movilizó no sólo el sector obrero sino también los movimientos sociales más importantes del país

Por último, el día 20 de febrero se movilizó en Panamá no sólo el sector obrero sino también los movimientos sociales más importantes del país, con representación de mujeres, barrios populares, campesinos, indígenas, estudiantes y el movimiento socioambiental. Al menos 12 mil personas marcharon en la ciudad capital, desplazándose desde el Parque Belisario Porras hasta la Asamblea Nacional, en defensa de la soberanía nacional, en solidaridad con las víctimas de la represión y la persecución estatal, y contra la privatización de la seguridad social.

Panamá, en una ubicación geográfica privilegiada y en medio del huracán geopolítico, demuestra de forma descarnada la incompatibilidad entre celebrar el nacionalismo trumpiano y esbozar un nacionalismo propio, progresivo y periférico. La soberanía nacional y el alineamiento con el viejo hegemón son lisa y llanamente incompatibles, como bien lo saben Mulino, Trump, Rubio y Hosley. Más aún en un contexto de efervescencia social, con protestas que articulan la demanda de bienestar y soberanía, con un movimiento social y sindical en pie de guerra contra la ofensiva neoliberal y neoimperial y con una memoria histórica que en Panamá es todavía como una llaga abierta.

https://www.diario.red/articulo/america-latina/panama-sindicatos-movimientos-sociales-pie-guerra-trump-mulino/20250221082123043095.html

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¿Reformar el capitalismo o salir de él?

Pensamiento crítico: pensamiento que busca la esperanza en un mundo donde parece que ya no existe. Pensamiento crítico: pensamiento que abre lo cerrado, que sacude lo fijo. El pensamiento crítico es el intento de entender la tormenta y algo más. Es entender que en el centro de la tormenta hay algo que nos da esperanza.

La tormenta viene, o más bien ya está aquí. Ya está aquí y es muy probable que se vaya intensificando. Tenemos un nombre para esta tormenta que ya está aquí: Ayotzinapa. Ayotzinapa como horror, y también como símbolo de tantos otros horrores. Ayotzinapa como expresión concentrada de la cuarta guerra mundial.

¿De dónde viene la tormenta? No de los políticos –son ejecutores de la tormenta nada más. No del imperialismo, no es producto de los Estados, ni de los Estados más poderosos. La tormenta surge de la forma en la cual la sociedad está organizada. Es expresión de la desesperación, de la fragilidad, de la debilidad de una forma de organización social que ya pasó su fecha de caducidad, es expresión de la crisis del capital.

El capital es de por sí una agresión constante. Es una agresión que nos dice todos los días «tienes que moldear lo que haces de cierta forma, la única actividad que tiene validez en esta sociedad es la actividad que aporta a la expansión de la ganancia del capital».

La agresión que es el capital tiene una dinámica. Para sobrevivir tiene que subordinar nuestra actividad cada día más intensamente a la lógica de la ganancia: «hoy tienes que trabajar más rápidamente que ayer, hoy tienes que agacharte más que ayer».

Con eso ya podemos ver la debilidad del capital. Depende de nosotros, de que queramos y podamos aceptar lo que nos impone. Si decimos «perdón, pero hoy voy a cultivar mi milpa», u «hoy voy a jugar con mis hijos», u «hoy me voy a dedicar a algo que tenga sentido para mí», o simplemente «no, nos vamos a agachar», entonces el capital no puede sacar la ganancia que requiere, la tasa de ganancia cae, el capital está en crisis. En otras palabras, nosotros somos la crisis del capital, nuestra falta de subordinación, nuestra dignidad, nuestra humanidad. Nosotros somos la crisis del capital y orgullosos de serlo, estamos orgullosos de ser la crisis del sistema que nos está matando.

El capital se desespera en esta situación. Busca todos los métodos posibles para imponer la subordinación que requiere: el autoritarismo, la violencia, la reforma laboral, la reforma educativa. También introduce un juego, una ficción: si no podemos sacar la ganancia que requerimos, vamos a fingir que existe, vamos a crear una representación monetaria para un valor que no se ha producido, vamos a expandir la deuda para sobrevivir y tratar de usarla al mismo tiempo para imponer la disciplina que se requiere. Pero esta ficción aumenta la inestabilidad del capital y además no logra imponer la disciplina necesaria. Los peligros para el capital de esta expansión ficticia se vuelven claros con el colapso de 2008, y con eso se hace más evidente que la única salida para el capital es a través del autoritarismo: toda la negociación alrededor de la deuda griega nos dice que no hay posibilidad de un capitalismo más suave, el único camino para el capital es el camino de la austeridad, de la violencia. La tormenta que ya está, la tormenta que viene.

Nosotros somos la crisis del capital, nosotros que decimos ¡No!, nosotros que decimos ¡Ya basta del capitalismo!, nosotros que decimos que es tiempo de dejar de crear el capital, que hay que crear otra forma de vivir.

El capital depende de nosotros, porque si nosotros no creamos ganancia (plusvalor) directa o indirectamente, entonces el capital no puede existir. Nosotros creamos el capital, y si el capital está en crisis, es porque no estamos creando la ganancia necesaria para la existencia del capital, por eso nos están atacando con tanta violencia.

En esta situación, realmente tenemos dos opciones de lucha. Podemos decir: «sí, de acuerdo, vamos a seguir produciendo el capital, promoviendo la acumulación de capital, pero queremos mejores condiciones de vida». Esta es la opción de los gobiernos y partidos de izquierda: de Syriza, de Podemos, de los gobiernos en Venezuela y Bolivia. El problema es que, aunque sí pueden mejorar las condiciones de vida en algunos aspectos, por la desesperación misma del capital existe muy poca posibilidad de un capitalismo más humano.

La otra posibilidad es decir «Chao, capital, ya vete, vamos a crear otras maneras de vivir, otras maneras de relacionarnos, entre nosotros y también con las formas no humanas de vida, maneras de vivir que no están determinadas por el dinero y la búsqueda de la ganancia, sino por nuestras propias decisiones colectivas».

Aquí en este seminario estamos en el mero centro de esta segunda opción. Este es el punto de encuentro entre zapatistas y kurdos y miles de movimientos más que rechazamos el capitalismo, tratando de construir algo diferente. Todas y todos estamos diciendo «Ya, capital, ya pasó tu tiempo, ya vete, ya estamos construyendo otra cosa». Lo expresamos de muchas maneras diferentes: estamos creando grietas en el muro del capital y tratando de promover su confluencia, estamos construyendo lo común, estamos comunizando, somos el movimiento del hacer contra el trabajo, somos el movimiento del valor de uso contra el valor, somos el movimiento de la dignidad contra un mundo basado en la humillación. Estamos creando aquí y ahora un mundo de muchos mundos.

Pero ¿tenemos la fuerza suficiente? ¿Tenemos la fuerza suficiente para decir que no nos interesa la inversión capitalista, que no nos interesa el empleo capitalista? ¿Tenemos la fuerza para rechazar totalmente nuestra dependencia actual del capital para sobrevivir? ¿Tenemos la fuerza para decir un «adiós» final al capital?

Posiblemente no la tenemos, todavía. Muchos de nosotros que estamos aquí tenemos nuestros sueldos o nuestras becas que vienen de la acumulación del capital o, si no, vamos a regresar la semana próxima a buscar empleo capitalista. Nuestro rechazo al capital es un rechazo esquizofrénico: queremos decirle un adiós tajante y no podemos o nos cuesta mucho trabajo. No existe pureza en esta lucha. La lucha para dejar de crear el capital es también una lucha contra nuestra dependencia del capital. Es decir, es una lucha para emancipar nuestras capacidades creativas, nuestra fuerza para producir, nuestras fuerzas productivas.

En eso estamos, por eso venimos acá. Es cuestión de organizarnos, claro, pero no de crear una Organización, sino de organizarnos de múltiples maneras para vivir desde ahora los mundos que queremos crear.

¿Cómo avanzamos, cómo caminamos? Preguntando, por supuesto, preguntando y abrazándonos y organizándonos.

Fuente de la información e imagen:  https://www.elviejotopo.com/

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Desandar el camino del capitalismo, bocado a bocado

Este artículo se publicó originalmente en el Magazine 2023. Puedes adquirir las revistas en este enlace.

«La ganadería tal y como la conocemos hoy no ha sido fruto de ningún desarrollo natural ni surgió para satisfacer unas necesidades humanas de alimentación, sino más bien para satisfacer la voracidad económica y expansiva de unas élites concretas».

La crisis climática, nuestro objeto principal de preocupación, va acompañada de muchas otras crisis: energética, de biodiversidad, social. La mayoría comparten causas, casi todas tienen soluciones parecidas. Esto no quiere decir que no merezcan ser estudiadas y abordadas por separado, aunque solo sea porque las particularidades de cada una pueden ayudarnos a entender y enfrentarnos mejor al resto.

Cada vez más informes indican que la biodiversidad planetaria está disminuyendo a una velocidad alarmante, y que esta disminución está ligada a las acciones humanas sobre el planeta y las especies que lo pueblan. Queremos centrarnos en dos de estas actividades por su importancia en nuestro país, por lo centrales que son en la lucha climática y por las posibilidades políticas que abren– son la agricultura y la ganadería. Aunque han sido practicadas por diversos grupos humanos desde hace miles de años, son en su forma actual fundamentalmente diferentes de prácticas anteriores, en particular la ganadería. La cría de animales moderna no es solo la primera causa de pérdida de biodiversidad en el planeta, sino que también ha sido un eje fundamental para el nacimiento y perpetuación del orden social y económico que nos gobierna. Explicar esto requiere que hagamos un pequeño viaje a los orígenes del capitalismo.

Podemos situar el inicio del capitalismo en Inglaterra, entre los siglos XVI y XVIII, a través de la agricultura y el proceso de acumulación originaria. Aquí partimos de dos ideas fundamentales. En primer lugar, en el feudalismo, el campesino, el siervo, no solo era propietario, aunque sujeto a tributo, de la parcela de tierra asignada a su casa, sino además era copropietario de los terrenos comunales. La segunda cuestión esencial es que el paso de un sistema a otro se llevó a cabo, fundamentalmente, mediante la expropiación y desposesión de estas tierras comunales, despojando a los campesinos de sus medios de subsistencia para transformarlas en tierras privativas en manos de las élites, aristocracia y grandes terratenientes. Este proceso provocó que los campesinos huyeran del campo a las ciudades y transformó a estos campesinos, formalmente “siervos”, propietarios de sus tierras, en “obreros” asalariados, formalmente libres, y los dejó a merced de lo único que les quedaba: su fuerza de trabajo.

Aquí añadimos dos perspectivas importantes: esta transformación en el modo de producción en general, y agrícola en particular, trajo consigo una devaluación no sólo de los campesinos, sino también de los animales y de las mujeres. Los animales pasan de ser considerados productores o parte del campesinado o incluso de la familia a ser simples máquinas al servicio de las nuevas necesidades capitalistas, con lo que son sometidos a intensas prácticas de violencia y sometimiento, así como a una selección genética que resulta en una transformación profunda de sus propios cuerpos para una producción mucho más intensa, junto con una menor inteligencia y mayor dependencia del ser humano.

Por tanto, la ganadería tal y como la conocemos hoy no ha sido fruto de ningún desarrollo natural ni surgió para satisfacer unas necesidades humanas de alimentación, sino más bien para satisfacer la voracidad económica y expansiva de unas élites concretas, siendo una herramienta clave para la concentración de riqueza, la aparición de la sociedad de clases y la división del trabajo. Cuando hablamos de la ganadería hablamos también, por tanto, del uso y la explotación y selección de animales y de la distribución de la tierra, y de sus efectos en el orden social y natural.

Ganadería y biodiversidad

Si nos centramos en el impacto de la ganadería en la biodiversidad, este se produce principalmente a través de la transformación de suelo sin explotar y ricos en especies vegetales y animales en monocultivos comerciales. Esta conversión en monocultivo conlleva automáticamente la pérdida de la riqueza vegetal propia de la zona, pero además requiere de la aportación de múltiples insumos –fertilizantes químicos, insecticidas– que conllevan la desaparición de multitud de especies animales, empezando por los insectos.

En nuestro entorno no es raro encontrarse con monocultivos: las grandes extensiones de fruta de hueso en Aragón y Catalunya, recientemente popularizadas por Alcarràs, o las vegas bajas del Guadiana, que producen el 6% de los tomates del planeta son monocultivos principalmente destinados a la exportación. Pero palidecen ante las grandes extensiones de soja de Brasil o de maíz en Estados Unidos, destinadas principalmente a la fabricación de piensos para consumo por parte de la ganadería industrial. Este es el mayor culpable de la pérdida planetaria de biodiversidad.

Las granjas industriales son industrias relativamente discretas: la altísima densidad de animales estabulados permite que instalaciones industriales que producen altísimos beneficios –Campofrío y El Pozo se encuentran entre las cien principales empresas de España– pasen casi desapercibidas, visibles solo como alargadas naves que se ven a lo lejos desde alguna carretera, normalmente secundaria. Nada comparado con lo vistoso de los amplios pastos ocupados por la ganadería extensiva. Sin embargo, las cifras son claras: el 95% de la carne consumida en España proviene de la ganadería intensiva.

Hemos dicho que las granjas industriales son discretas. Esto es cierto para la mayor parte de la población, pero no para los pueblos en los que se sitúan: según un informe de Ecologistas en Acción, la pérdida de calidad de vida asociada a esta industria (olores, plagas, purines que contaminan los ríos…) no se compensa con los escasos empleos que producen, y en los últimos años se han convertido en un factor más que contribuye a la despoblación del interior de la Península. Tampoco lo es para los que trabajan en mataderos, empleos con condiciones precarias que están asociados con multitud de lesiones en los trabajadores, tanto físicas como psicológicas. En los últimos años, ni siquiera la mayoría de productores de carne se ven beneficiados por la industria, que tiende de tal forma a la concentración que ha provocado que los propios dueños de explotaciones medianas y pequeñas apoyen la aprobación del decreto ley que prohíbe las granjas de más de 725 vacas lecheras. Este decreto viene tras una fuerte lucha de vecinos y ecologistas en sitios como Noviercas, Soria, donde se quería construir la sexta explotación bovina más grande del mundo, con más de veinte mil vacas.

El gran reto, sin embargo, es el de las granjas de cerdos, animales que se crían por millones en España (un 50% más que hace diez años), y de los cuales gran parte se consume, pero otros tantos se venden a China. Esto, sin embargo, parece tener los días contados: las importaciones chinas han empezado a caer, y lo que en la última década ha sido un negocio sin riesgo podría tambalearse en el futuro próximo. Tras haber convertido, eso sí, grandes superficies de territorio en piscinas de purines. Sería deseable que las instituciones tomasen cartas en el asunto y fueran reduciendo la dependencia de la economía de las exportaciones y la cría de ganado porcino, empezando por la aprobación de un decreto similar al de las granjas de vacuno y, siguiendo por la potenciación de la agricultura ecológica y las dietas ricas en vegetales de proximidad.

Deshacer el nudo

Como creación humana que es, la ganadería y su posición central en nuestras vidas y dietas puede y debe ser transformada. Esto no implica, como a veces claman las empresas cárnicas y sus propagandistas, acabar con los modos de vida tradicionales, sino transformar estos modos de vida, renunciando a las partes más lesivas para personas y animales y potenciando las que nos enriquecen.

Trabajar en un matadero donde no te dejan descansar y no te proporcionan medios de protección adecuados no es parte de ninguna tradición, tener tiempo y dinero para ir con amigos a tomar algo, sí; tener que ir al colegio con manga larga en verano porque si no te muerden las moscas del estiércol no parece muy reivindicable, que haya profesores suficientes para no tener que llevar a tus hijos a un colegio agrupado a cincuenta kilómetros, sí. Producir verduras de temporada con la garantía de que el comedor del hospital comarcal va a comprar toda la cosecha es mejor que coger el coche para ir a una granja de cerdos a comprobar si las crías tienen el tamaño suficiente para ser sacrificadas.

Las ventajas para los habitantes de las zonas directamente afectadas por la ganadería industrial son evidentes; también las que este cambio tendría (y tendrá) para una población, la española, que consume mucha más carne de los máximos aceptados por cualquier institución médica, además de disminuir radicalmente el riesgo de que tenga lugar otra pandemia como la que todavía padecemos. Dejar de producir y consumir carne de ganadería intensiva significará, también, dejar de ser cómplices del imperialismo ecológico ejercido por la industria agroalimentaria, y contribuir al final de la deforestación de ecosistemas únicos (y de los pueblos que dependen de ellos), actualmente en vías de desaparición para la producción de pienso. Y, desde luego, acabar con la producción y consumo de carne de procedencia industrial tendrá inmediatos efectos en el bienestar de los millones de animales criados para consumo.

Creemos firmemente que la transformación ecosocial que ya está en marcha no tiene por qué consistir en una sucesión de derrotas, renuncias y desastres. Hay muchos caminos que llevan a futuros en los que la mayoría vivimos mejor que ahora. No parece probable que mantener el cruel y contaminante sistema actual de producción de alimentos sea necesario para recorrerlos. Creemos que otra sociedad es posible, otra en la que desmontemos el elemento identitario, asociado a la masculinidad y al estatus, que aún conserva la carne; y la sustituyamos por una alternativa que genere -otra- riqueza al mundo rural, con un gran impulso público para la restauración de ecosistemas que cuente con los habitantes de pueblos y comarcas, con cooperativas agrícolas, con centros de protección de animales en peligro de extinción que arrebaten a la caza su falso papel conservacionista. Y que, por supuesto, plante más de las legumbres que consumiremos a diario

Fuente de la información:

Fotografía: Climática

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Raúl Zibechi: “Gaza es el fin de la humanidad. Hay un proyecto de exterminio de los pueblos molestos”

Por: Berta Camprubí

Raul Zibechi (Montevideo, 1952) empieza a ser lo que algunas comunidades llaman un mayor, un pensador que tiene una mirada global, situada en América Latina, con experiencia y con ya bastante camino recorrido. Un mayor que, además, cada vez le da más importancia a la espiritualidad y a los cuidados. Le gusta volver a los sitios —a Chiapas, al Wallmapu, al Cauca…— cada cierto tiempo, para ver como avanzan o retroceden o se transforman los procesos de lucha, las comunidades organizadas, los pueblos resilientes y los territorios vivos. Es de los que te saca el patriarcado y el machismo en cualquier respuesta sin necesidad de que se lo nombres a propósito, algo poco frecuente en varones blancos relativamente privilegiados. Y está en Barcelona solo un par de días, para presentar el libro Veus per una transició ecosocial (Pol·len Edicions, 2024) en el que ha colaborado con un artículo sobre la descolonización de la transición ecosocial, básicamente un llamado a no pretender que esa transición sea liderada por los Estados, sino por los pueblos y los procesos. Conversamos en Ona Llibres una tarde de lluvia agradecida.

Hoy tenemos un problema de brújulas, los instrumentos para saber dónde estamos y cómo se mueven los vientos y las olas están fallando, incluso en la meteorología que es una ciencia crítica

Te gusta leer el mundo desde sus procesos de resistencia, en términos de construcción de comunidad, de construcción de autonomías: ¿cómo ves al mundo desde esos términos en este momento?
Lo veo en el borde del precipicio, lo veo a un hilo de la destrucción de la humanidad y en ese sentido, toda la mirada se apoya en dos pies: en un pie, las guerras que van escalando, Ucrania, Israel contra Palestina, pero también Yemen, Afganistán, Siria… y las guerras no declaradas como la de México —¡350.000 muertos!— o Colombia. Y en el otro pie, este caos climático y un futuro que no sabemos cómo va a ser, porque el caos no es solo climático, es social, es geopolítico, es un caos cultural. Los valores que existían antes, en los periodos de los Estados del bienestar o los Estados que ordenaron un poco las sociedades, hoy están totalmente fuera de control y ahí es cuando nos cuesta más poder interpretar lo que está sucediendo. Hoy tenemos un problema de brújulas, los instrumentos para saber dónde estamos y cómo se mueven los vientos y las olas están fallando, incluso en la meteorología que es una ciencia crítica.

Los territorios que más conoces son los de Abya Yala, ¿cómo ves procesos de resistencia como el zapatismo o las luchas indígenas en Colombia ante el auge de la violencia del narco?
No sé si se podría decir que están en crisis, pero enfrentan graves obstáculos. No solo por el narco, también por los progresismos. López Obrador ha militarizado México, Boric ha mandado más soldados al Wallmapu que Pinochet, el progresismo muchas veces encierra los procesos de resistencia. En el Cauca, con Gustavo Petro y Francia Márquez, se logró la entrega de tierras ancestrales, pero no siempre es para construir. Esos procesos están viendo también mucha división interna. Y ya entrando en la violencia del narco: el narco es también extractivismo, es capitalismo, es patriarcado.

Con el auge de consumo de fentanilo en Estados Unidos, la cocaína se consume menos en el norte y las rutas se están yendo más hacia Asia y hacia Europa, pasando por Brasil y también por Argentina y Uruguay

También es colonial la cocaína, que se consume principalmente en el norte global, mientras la hoja de coca se cultiva solo en Colombia, Perú y Bolivia.
Sí, sin duda, el narco es colonial: colonialismo y patriarcado trabajan juntos porque son inseparables, María Galindo suele decir “no se puede ser antipatriarcal sin ser anticolonial y viceversa”. Actualmente el colonialismo, ahora un neocolonialismo, de la mano del extractivismo, de la acumulación por despojo, está cambiando las geografías. En el caso del narco, las principales rutas ya no van hacia el norte, lo explica Petro y en eso tiene razón, con el auge de consumo de fentanilo en Estados Unidos, la cocaína se consume menos y las rutas se están yendo más hacia Asia y hacia Europa, pasando por Brasil y también por Argentina y Uruguay. Y sí, la contaminación y la violencia se quedan en los territorios del Sur y la droga se va. Aun así, es importante remarcar, que a la vez siguen surgiendo nuevos procesos de autonomía en diferentes lugares, en la Amazonía peruana, los wampis, los achuares, ya se han constituido nueve gobiernos autónomos en pocos años.

A nivel de política institucional en América Latina, se ha profundizado en la alternancia entre progresismo y conservadurismo —más o menos ultra—. Reina la inestabilidad. Te voy a nombrar algunas situaciones y nos comentas brevemente cómo las ves desde tu punto de vista. La primera, la vuelta de Lula al Palacio de Planalto después de cuatro años de Bolsonaro.
Horrible. Quiero decir, Lula no es peor que Bolsonaro, pero el Lula actual comparado con los primeros gobiernos de Lula está varios escalones más abajo, no está haciendo nada interesante.

Siguen surgiendo nuevos procesos de autonomía en diferentes lugares, en la Amazonía peruana, los wampis, los achuares, ya se han constituido nueve gobiernos autónomos en pocos años

Creó el Ministerio de los Pueblos Indígenas.
Para domesticarlos, con Sonia Guajajara. Porque los pueblos indígenas fueron la principal resistencia a Bolsonaro. Pero con Lula sigue avanzando el extractivismo, el capitalismo e incluso João Pedro Stédile, líder del MST, que siempre ha sido lulista, decía el otro día que no se ha avanzado nada en reforma agraria, que es una vergüenza.

Luego en Perú tenemos a un presidente electo en prisión preventiva desde diciembre de 2022.
Primero hay que tener en cuenta que Pedro Castillo nunca fue de izquierdas, nunca fue progresista, fue estalinista, aliado con la peor izquierda del Perú, hizo un Gobierno corrupto, inestable, con bandazos de un lado para otro. Y quien lo derrota es la vieja oligarquía tradicional peruana, con un saldo de por lo menos 50 muertos. Dina Boluarte es un monstruo, sin duda, pero Castillo quizás no tomó las mejores decisiones.

Recientemente fue reelegido Nayib Bukele en El Salvador, con cárceles llenas de jóvenes en un país que se proclama ahora como el más seguro de América. ¿A costa de qué?
A costa de liberar territorios para el extractivismo. Está haciendo acuerdos con empresas mineras y de otro tipo para fomentar el despojo. No le preocupa tanto la seguridad de la gente sino los intereses económicos y financieros con empresas que llegan a extraer recursos. Entonces solo por ser joven y tener tatuajes te vas a la cárcel y ahora, a pesar de que estaba prohibido en la Constitución, se reelige como presidente cinco años más, es un régimen militar.

Milei es hijo de un periodo grande de mal gobierno progresista. Y es hijo de un periodo de deterioro de las condiciones de vida de los sectores populares

Milei en Argentina: ¿cómo pudo pasar?
Milei es hijo de un periodo grande de mal gobierno progresista. Y es hijo de un periodo de deterioro de las condiciones de vida de los sectores populares, de una inflación del 100% y de un 50% de la población en la pobreza. Entonces por un lado está este empobrecimiento, falta de horizontes. Y por otro lado, la base social dura de Milei son varones de menos de 25 años que reaccionaron ante el empoderamiento de las mujeres de su misma edad. Su propuesta es profundamente patriarcal, violentamente machista y también es una reacción de un sector de las clases medias que están hartas de los pobres y de que el Estado apoye a los pobres con subsidios.

Ante tanta inestabilidad en América Latina, proyectos como Unasur han quedado atrás: ¿hay alguna iniciativa de integración latinoamericana que esté funcionando y que pudiera tener un rol a nivel global ante una posible transición ecosocial?
En América Latina un proyecto de integración no ha funcionado en gran parte por la lógica colonial, porque cada nación tiene que competir con las otras por sus intereses, por sus exportaciones. Hoy los Estados sobreviven con el extractivismo, con la acumulación por despojo. Los únicos sujetos capaces de protagonizar una transición ecosocial, o en quiénes podríamos fijarnos, son los pueblos originarios, campesinos, negros y algunas periferias urbanas. Ellos son claramente los que tienen la menor huella ambiental.

Hay que mirar a los pueblos como los sujetos de esa transición hacia un mundo sostenible, básicamente porque ellos para vivir necesitan el agua limpia, necesitan sus territorios libres de minería

Los Estados no tienen ninguna propuesta, entonces?
No. De ninguna manera. Fíjate que el proyecto de Petro es una alianza con el Pentágono para proteger la Amazonía, eso es otro delirio porque el Pentágono es la institución con la huella ambiental más grande del mundo. Ahí hay un enorme déficit de los Estados que además siguen vendiendo petróleo. Ahora viene un debate muy fuerte en Brasil porque Lula quiere permitir la explotación petrolífera en la Amazonia y eso perjudica a los pueblos. El Estado-Nación es un gran consumidor, un gran depredador, necesariamente precisa del extractivismo para implementar su propio sostenimiento. La matriz colonial del Estado en América Latina lo ha llevado a ser el protector de la minería, de los monocultivos. Creo que hay que mirar a los pueblos como los sujetos de esa transición hacia un mundo sostenible, básicamente porque ellos para vivir necesitan el agua limpia, necesitan sus territorios libres de minería. Y se está avanzando en eso, por ejemplo ahora en Colombia se han creado los Territorios Agroecológicos por parte de organizaciones campesinas vinculadas al Congreso de los Pueblos. Eso es muy importante porque el Estado no tiene más remedio que sancionarlos en el marco de los acuerdos de paz, y si se van implementando, vamos dando saltos adelante. Pero insisto, los sujetos son los pueblos, no los Gobiernos, no los Estados. No podemos creer que a través del poder estatal se pueden cambiar las cosas, uno de los problemas de esta transición es que el Estado ya no es una herramienta de transformación positiva.

¿Lo fue en algún momento?
En algún momento jugó a ser un árbitro entre clases. En Europa con los Estados del bienestar sobre todo, en América Latina con Estados del bienestar más restringidos, pero lo fue.¿Estás de acuerdo con los postulados del decrecimiento?
Hace más de 30 años que se habla de decrecimiento, en principio no estoy en desacuerdo, el problema es otro: cuando creamos una propuesta que es buena, ¿quién se encarga de hacerla?

Hay que tomar conciencia de que el decrecimiento, como toda la transición, son procesos de conflicto social y si olvidamos eso estamos haciéndole juego al capitalismo verde

En una hipotética instalación de políticas públicas para poner en marcha el decrecimiento, ¿crees que todos los países deberían decrecer del mismo modo o a la misma velocidad? ¿Hay una mirada anticolonial del decrecimiento?
Los primeros que tienen que decrecer son las grandes empresas petroleras y mineras, el 1% más rico, que es el que tiene la principal huella, y los ejércitos. ¿Quién mide los impactos de las bombas en Gaza sobre el medio ambiente? Hay que tomar conciencia de que el decrecimiento, como toda la transición, son procesos de conflicto social y si olvidamos eso estamos haciéndole juego al capitalismo verde.

Habría que empezar por aquellos sectores sociales, países, naciones que más contaminan. Si le pides a una comunidad amazónica que tiene un carro para 200 personas que decrezca igual que Barcelona, estás cometiendo una injusticia ambiental brutal. Hay que ser muy precisos. El decrecimiento llevado desde esa lógica, sería una política anticapitalista y anticolonial, me parece a mí.En Europa se expanden las extremas derechas. Decías que en América Latina difícilmente puede funcionar una política de integración. ¿En la Unión Europea sí está funcionando? ¿Cuál es la función de la UE desde tu punto de vista? 
La Unión Europea se creó para ejercer un poder que no estuviera subordinado a los Estados Unidos, ese fue el inicio del euro. Hoy ese proyecto está perdido, Europa está subordinada a los Estados Unidos, sin capacidad de tener una política internacional mínimamente autónoma y ahora en una situación de crisis, de falta de futuro, irrumpe esta nueva política que se le llama extrema derecha, que yo discrepo. Hoy en día derecha e izquierda se parecen mucho. La energía hay que ponerla en otra cosa y no en las campañas electorales.

Europa está subordinada a EE UU, sin una política internacional mínimamente autónoma y ahora en una situación de crisis, de falta de futuro, irrumpe esta nueva política que se le llama extrema derecha

Aquí en el Estado español los colectivos de personas migrantes organizados saben bien qué partidos —efectivamente de izquierda y de derecha— votaron a favor del Pacto Europeo de Migración y Asiloehicieron campaña para votar en las europeas en esa clave.
Votar pueden votar, no tengo problema, pero si no nos organizamos, si no hay una fuerza de base, no estamos haciendo nada.

Por último, la situación en Gaza nos trae a los colectivos organizados en contra de la guerra, del racismo, del fascismo, una grave sensación de desesperanza, ¿qué ves tú en Gaza? ¿A donde deberíamos mirar para poner en práctica un poco de esperanza activa?
Creo que Gaza es el fin de la humanidad. Gaza nos deja claro que el 1% de la población está dispuesto a eliminar pueblos enteros para seguir estando en el poder. No es que los israelíes sean malos —que en general lo son— sino que hay un proyecto de exterminio de los pueblos molestos. Que son palestinos, que son yemeníes, que son zapatistas, nasas, mapuches… Ese es el proyecto, y es un proyecto colonial. La mayor esperanza está en que los pueblos son tan potentes, tan fuertes, que los de arriba necesitan atacarlos para destruirlos y eliminarlos de la faz de la tierra. Los de arriba tienen cierto miedo a los de abajo, esa es la esperanza.

Fuente de la información e imagen: El Salto

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[RESEÑA] Pedagogía del decrecimiento. Educar para superar el capitalismo y aprender a vivir de forma justa con lo necesario

Sinopsis

No es posible el crecimiento continuo en un planeta limitado. La economía en la que estamos inmersos acrecienta las diferencias de clases, cada vez hay más gente pasando necesidades mientras que unos pocos cada vez son más ricos. Al mismo tiempo, el planeta es esquilmado, saqueado en sus recursos limitados y empujado hacia una catástrofe ecológica que pone en serio peligro la vida sobre la Tierra y la supervivencia de las futuras generaciones.

El decrecimiento es la opción deliberada por un nuevo estilo de vida, individual y colectivo, que ponga en el centro los valores humanistas: la justicia social, las relaciones cercanas, la cooperación, la redistribución económica, la participación democrática, la solidaridad, la educación crítica, el cultivo de las artes, etc. El decrecimiento implica apostar por nuevas formas de vida, donde el bien común impere ante el bien individual de unos pocos.

El decrecimiento implica construir nuevas formas de socialización educativa que antepongan el mantenimiento de la vida y el bien común a la obtención de beneficios económicos de unos pocos. Esto es lo que debe permanecer en el corazón de los centros educativos: la configuración de un nuevo imaginario colectivo en las futuras generaciones que permita que aprendan a cambiar el mundo y hacerlo más justo, sostenible y habitable.

Enrique Javier Díez Gutiérrez es profesor de la Facultad de Educación de la Universidad de León. Doctor en Ciencias de la Educación. Ha trabajado como educador social, maestro de Primaria, profesor de Secundaria, orientador en institutos y responsable de atención a la diversidad en la Administración educativa. Autor de varias publicaciones relacionadas con la educación crítica, inclusiva y del bien común. Impulsor e integrante del colectivo de profesorado universitario «Uni-Digna, por una Universidad al servicio del bien común y comprometida socialmente». Miembro del “Foro de Sevilla, por otra política educativa”. Miembro de Redes por una Nueva Política Educativa, vicepresidente del Foro por la Memoria de León y secretario de la Asociación Prometeo, Hombres por la Igualdad de León. Entre sus publicaciones tenemos: Neoliberalismo educativo (2018); La revuelta educativa neocon (2019); La asignatura pendiente (2020); La educación en venta (2020); Educación para el bien común (2020); Educación crítica e inclusiva para una sociedad poscapitalista (2021); La historia silenciada (2022); Pedagogía antifascista (2022); La memoria histórica democrática de las mujeres (2023).

Reseña

Parece como si esto del decrecimiento fuese algo político que nada tiene que ver con la educación. Nada más lejos de la realidad, en la escuela estamos aportando modelos de una sociedad futura y esto no puede obviar el entramado social en el que estamos inmersos.

La sociedad debe dar un gran giro para respetar la diversidad que habitamos. Los modelos que actualmente imperan no respetan las necesidades de todas las personas y nos van, además, creando necesidades cada día a las que muchos ciudadanos y ciudadanas no pueden acceder. Escuché a alguien que decía: ¿Cuándo llegará para mí la operación salida?. Los medios de comunicación se afanan en demostrar que todo el mundo va de vacaciones, especialmente en los períodos veraniegos. Pues no, hay gente que no puede salir, que no puede costearse unos días fuera de la vivienda habitual. Transmitir esa generalidad puede ser ofensivo para aquellas personas que viven con lo justo y no pueden permitirse ciertos lujos.

Nos dice Yayo Herrero en el prólogo del libro que debemos luchar por una educación enfocada a la resolución de los problemas sociales, económicos, sociológicos, una educación que se vuelque en la consecución del bienestar para todos y todas… Debemos ser capaces de impulsar, con urgencia, importantes cambios económicos, culturales y sociales. Es preciso educar para la adquisición y conciencia de una identidad “terrícola”; para conocer la historia y evolución del territorio y los ecosistemas; comprender la organización cíclica que permite la regeneración y el mantenimiento de la vida; aprender a vivir con una reducción de la energía; visibilizar y repartir los cuidados… Es imprescindible hacer y entender todo esto desde la educación.

El libro de Enrique J Díez apuesta por una educación que sea reflexiva y crítica con los valores que rigen la sociedad. Una sociedad en la que la ciudadanía sea consciente del camino que va recorriendo sin que los poderes establecidos marquen los cánones. Apuesta por combinar el decrecimiento y la pedagogía antifascista como práctica reflexiva para situar la educación como una opción digna por la supervivencia.

El decrecimiento implica un cambio de mirada sobre la realidad y construir nuevas formas de socialización que den prioridad a las personas y no a la rentabilidad económica. La educación tiene que afrontar este problema de capitalismo individual y luchar por el bien común para que el mundo sea más justo, más democrático, más sostenible y más habitable. Es una gran tarea que debe empezar en la escuela para que en el futuro tengan opiniones personales y no se rijan por las dictaduras de los poderes que no respetan la diversidad ni la ciudadanía democrática.

Después de darnos los rasgos que podrían caracterizar a una sociedad decreciente, Díez nos dice que el decrecimiento es la opción deliberada por un nuevo estilo de vida, individual y colectivo, que ponga en el centro la justicia, el bien común, los valores humanistas y que estos sean las prioridades que nos muevan: las relaciones cercanas, la cooperación, la participación democrática, la solidaridad, los cuidados de la vida, la educación crítica, el cultivo de las artes, el bien común, etc.

Nos propone Díez que reflexionemos sobre la comercialización en los centros educativos. Esto de que “generosamente” una marca te da materiales para que los pongas en práctica y ,casi sin darnos cuenta, nos estamos haciendo fieles a esa producción que primero empieza en la escuela y después se traslada al ámbito familiar.
El libro da mucho que reflexionar y es necesario que docentes, educadores y agentes culturales, hagan una lectura crítica y se empiecen a poner en marcha medidas que nos saquen de la vorágine comercial en la que la escuela está inmersa y que no ayuda nada en la atención a la diversidad, ni en la formación de una ciudadanía responsable con la sociedad y con el planeta que habitamos.

“Para avanzar hacia una sociedad del decrecimiento, se requiere una auténtica revolución educativa y un ambicioso programa de educación ética y política contrahegemónica para transformarnos de sujetos y sociedades neoliberales en sujetos y sociedades ecológicas poscapitalistas”.


Para saber más:

Ponencia de clausura “Pedagogía antifascista”. D. Enrique Javier Díez Gutiérrez. Profesor de la ULE

Pedagogía antifascista. Enrique Javier Díez Gutiérrez. Entrevista en Octaedro

Premio CODAPA 2023

Presentación del libro Pedagogía del decrecimiento en PCE de Valladolid

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