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Israel mantiene su ofensiva contra Líbano, Gaza y Cisjordania entre nuevas llamadas a la desescalada

De urgencia, como respuesta a la escalada de agresiones en Líbano, así se reunirá hoy la Asamblea General de las Naciones Unidas en su sede en Nueva York, después de casi un año de citas en las que no se ha conseguido detener el genocidio en Gaza, y tras varios días de ofensiva israelí contra el país vecino, que ha dejado cientos de víctimas mortales en poco más de una semana.

Ayer, en su discurso ante los estados miembros, el Secretario General de Naciones Unidas, Antonio Guterres alertaba de que “Líbano está al borde del colapso”, y calificaba a Gaza de “pesadilla interminable que amenaza al resto de la región”, “el mundo no se puede permitir otra Gaza”, alertaba. Poco después, en su última intervención ante las Naciones Unidas, el presidente estadounidense Joe Biden defendía su “determinación” desde el 7 de octubre por “evitar una guerra más amplia que afecta a toda la región”, mientras insistía, en que “aunque la situación haya escalado “una situación diplomática aún es posible”.

Mientras se repiten discursos ya conocidos, ante la inminente asamblea extraordinaria de Naciones Unidas, el primer ministro, Benjamin Netanyahu se prepara para viajar a Estados Unidos, pues se dirigirá ante la Asamblea General de la ONU el próximo jueves. Según publicaban las noticias del Channel 12 israelí, recogiendo el testimonio de miembros del gobierno, este viaje de Netanyahu ha despertado críticas al considerar que se ausentará del país durante un momento crítico, gesto que consideran “irresponsable”.

Más allá de la retórica y de las llamadas a la desescalada, lo cierto es que una vez más Israel es quien está cometiendo el grueso de las ofensivas: un cálculo elaborado por Al Jazeera refleja que desde el 8 de octubre, Israel habría realizado 8.300 ataques contra Líbano, cuatro veces más que los lanzados por la milicia, que raramente dejan víctimas mortales.

De hecho, durante la jornada de ayer, el conteo de víctimas libanesas de la ofensiva israelí no paraba de aumentar hasta llegar a las 569, un goteo que no ha cesado durante el día de hoy, mientras el ejército sionista continua con sus bombardeos. La ofensiva también dejó al menos 1.835 heridos. Hezbollah por su parte ha incrementado el número de cohetes lanzado contra Israel, llegando a enviar 300 de estos artefactos durante la jornada del martes. También disparaba un misil tierra-tierra contra los cuarteles generales del Mossad en Tel Aviv, interceptado por el escudo antimisiles de Israel.

Si el aumento continuo en el recuento de víctimas libanesas recuerda al escenario gazatí, también lo hace la proliferación de personas buscando refugio, muchas tras haber recibido mensajes del ejército sionista empujándolos a la “evacuación”. En los últimos días miles de personas se dirigen hacia el Norte, hacia las montañas y hacia Beirut, especialmente después de que Nasser Yassin, ministro de Medio Ambiente, anunciara la apertura de 252 escuelas para las personas desplazadas, donde ya se refugian 27.000 personas. Ya en agosto, Naciones Unidas hablaba de más de 110.000 residentes libaneses del sur desplazadas.

También se repite el argumentario israelí para fijar los objetivos de su ofensiva: del mismo modo que el Estado sionista lleva casi un año insistiendo en que continuará su “guerra contra Hamás” hasta que hayan vuelto todas las personas hechas prisioneras el 7 de octubre, el ministro de defensa Yoav Gallant visitaba ayer las tropas desplegadas en el Norte de Israel, provenientes de Gaza, anunciando que la ofensiva seguiría hasta que los israelís pudiesen restablecerse en las ciudades y asentamientos del Norte, mientras se puso sobre la mesa una invasión terrestre al Líbano, según recogía The Israel Times. En un post dirigido a Antonio Guterres, el ministro de Gallant le contestaba “la pesadilla de la que habla ya es un hecho”, y acusaba a las Naciones Unidas de no cumplir su obligación de evitar los ataques de Hezbollah.

Los ataques israelís se han cobrado  esta semana también en Líbano la vida de dos periodistas, el cámara de Al-Manar TV, Kamel Karaki  asesinado en la ciudad Qantara del Sur del Líbano, según reportaban los medios locales, y el periodista Hadi al-Sayed, quien trabajaba en el canal de televisión libanés Al Mayadeen, y fue asesinado en su casa por un bombardeo israelí. Estas dos últimas víctimas se sumarían a los otros tres periodistas muertos bajo fuego israelí desde el 7 de octubre, según reporta la Federación Internacional de Periodistas.

La violencia israelí contra Líbano ha generado la indignación de organizaciones internacionales como Amnistía Internacional, cuya secretaria general, Agnes Callamard, señalaba ayer en una entrevista en Al Jazeera: “Israel está cometiendo violación tras violación de la ley internacional”, tras enumerar los ataques indiscriminados en Gaza, el asesinato de trabajadores humanitarios o de periodistas. Callamard señalaba también a los gobiernos que siguen armando al estado sionista, especialmente Estados Unidos, donde ayer miles de manifestantes se concentraron en las principales ciudades exigiendo el cese del apoyo militar a Israel por parte de la superpotencia y un embargo de armas.

El genocidio en Gaza no cesa

No por estar desplegando su violencia contra la población libanesa Israel ha aflojado su ofensiva contra Gaza, al contrario, el ejército sionista ha recrudecido los ataques contra el centro de la franja, y la ciudad de Khan Younis en el Sur, cuya parte oriental ha sido totalmente arrasada. También el campo de refugiados de Nuseirat ha sido objeto de múltiples ataques aéreos. Desde el castigado territorio llegan testimonios sobre familias enteras masacradas. Entre ellas, una mujer embarazada y sus cuatro hijos, asesinados en Rafah en el bombardeo de una vivienda.

Y es que, según denuncia la Defensa Civil palestina, Israel está intensificando la destrucción de edificios residenciales. Esta organización denuncia el bombardeo de ocho viviendas y la muerte de 53 palestinos entre Khan Younis y Rafah solo el martes. Mientras, las cifras de personas asesinadadas en Gaza es de al menos 41.467  con por lo menos cerca de 100.000 personas heridas, apuntan los datos del Ministerio de Salud.

Incursiones y arrestos en Cisjordania

Mientras bombardea Líbano y Gaza, Israel ha hecho de Cisjordania un campo de incursiones militares continuas, como las que ayer martes, en las inmediaciones de Hebrón, de Nablús o de Belén, se tradujeron en la detención de varios palestinos, según la agencia de noticias Wafa.

En total son ya casi 500 los y las palestinas asesinadas en Cisjordania, 116 de ellas niñas, unas 3.500 las personas desplazadas, y 11.000 las detenidas desde el 7 de octubre. El territorio ocupado vive un deterioro sin precedentes, con una crisis económica que se deja sentir sobre los hogares palestinos.

Por otro lado, el pasado domingo, soldados enmascarados israelíes invadieron las oficinas de Al Jazeera en Ramallah, acusando a la redacción de incitar al terror, y entregando una orden de cierre por 45 días. Organizaciones como Reporteros Sin Fronteras, han denunciado la acción, calificándola de “censura sin precedentes”.

Fuente de la información: El Salto

Imagen: Persona desplazada accediendo al colegio de Tiro, con ropa tendida colgando de las ventanas. (Joan Cabasés Vega)

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Piratas zapatistas: aprender de ‘otroas’ disidencias sexuales indígenas rebeldes

Por: Millanes Rivas

 

oto: De izquierda a derecha los, las y loas integrantes del Escuadrón 241, Felipe, Bernal, Marijose, Yuli, Ximena, Carolina y Lupita, saludan a las personas congregadas en el Teatro del Barrio con motivo de su paso por Madrid, en julio de 2021. (Elvira Megías)

Botas hasta la rodilla, pantalones vaqueros, una blusa de animal print, una gorra rosa y la mascarilla (porque es el año 2021). En el barco La Montaña venía el Escuadrón 421, la delegación marítima Zapatista de la Travesía por la Vida, formado por cuatro compañeras, dos compañeros y una compañeroa: Marijose, loa otroa.

Así de primeras, aquí en Europa, ‘otroa’ pudiera sonar a un animal mitológico, pero como la propia María José se encargó de explicar, loa otroa de las comunidades zapatistas resume toda la disidencia, todo lo cuir, de las lesbianas, maricas, bisexuales, trans y demás identidades desplegadas en la representación del colectivo en occidente.

Loa otroa de las comunidades zapatistas resume toda la disidencia, todo lo cuir, de las lesbianas, maricas, bisexuales, trans y demás identidades desplegadas en la representación del colectivo en occidente

Detrás de su vida, algo muy similar a cualquier persona cuir de un entorno rural: infancia confusa, aventuras de adolescencia en la ciudad, cambio furtivo de ropa al salir de casa, nuevas amistades en la noche. Llegó un momento en que Marijose se preguntó si entrar en un monasterio o si coger las armas y subir al monte a luchar con el EZLN. Había que erradicar toda la feminidad desbordante, domesticar la pluma entre hombres.

Bienvenida en Madrid al escuadrón 421 del EZLN - 2
Mariajose, es la otroa integrante de la comitiva, fue mandatada sus compañeros zapatistas para que fuera la primera en pisar tierra, en Vigo, y nombrar como Slumil k´ajxemk´op o ‘Tierra Insumisa’ al territorio que se conoce como Europa. ELVIRA MEGÍAS

Pero en las comunidades zapatistas, Marijose nos contó que nadie la rechazó ni a nadie se le rechaza, porque tienen claro que el enemigo a batir es el sistema capitalista patriarcal. Toda la violencia que vivió con los hombres de fuera, no se ha dado con los de dentro. Todo esto lo relató en la okupa Koch Areal de Zúrich. Para entonces Marijose y las demás compañeras llevaban ya 73 días en Europa.

Desembarcaron en Vigo después de 50 días cruzando el Atlántico, como una réplica del viaje que hicieron los buques españoles hacía 500 años para llevar a cabo la toma de México/Tenochtitlán. Un viaje en barco a la inversa para deslegitimar el discurso de la colonización planteado desde Europa hacia América. Un viaje en medio de una pandemia simbólico y narrativo. Pero Marijose más que una colona parece una pirata.

La imaginería contemporánea ha convertido las figuras de loas piratas en personajes que desde su marginalidad supieron establecer estrategias de gozo y libertad, así como comunidades autogestionadas con mayor o menor jerarquía según el caso. Hay en concreto dos personajes del siglo XVIII recurrentes dentro del imaginario cuir actual: Anne Bonny y Mary Read, dos mujeres nacidas en las Islas Británicas que discreparon de la norma social para enrolarse en alta mar como piratas, vestidas como hombres al menos durante las batallas. Esa alternancia entre lo femenino y masculino ejemplifica fácilmente la iconicidad de estas dos piratas. Antes incluso de ponerse el traje de hombre, Anne Bonny y Mary Read ya estaban incumpliendo el mandato de la familia/Estado al rechazar el matrimonio y lanzarse a la vida pirata, huyendo de la norma dicotómica de los roles hombre-producción y mujer-reproducción.

En el libro Villanos de todas las naciones. Los piratas del Atlántico en su edad de oro, el autor Marcus Rediker, dice de ellas: «Bonny y Read plantearon su mayor reto a la autoridad estatal al elegir la vida pirata, que era por un lado otra experiencia de clase y no en menor medida, una experiencia de libertad a su manera». Una vida de libertad escogida por sus propias protagonistas, lanzada al presente en forma de relato mitológico, de testimonio que nos llega como un mensaje dentro de una botella. A Mary y a Anne dejadme sumar, ahora, a Marijose.

“La Magdalena era una “compañeroa”. Quien piense que ella, o él, según, es un personaje literario se equivoca”, diría el  subcomandante Marcos en el Festival de la Digna Rabia de 2009

No es Marijose tampoco la primera figura disidente en los relatos zapatistas. Ya hace años se comenzó a hablar con frecuencia de la Magdalena, unoa trabajadoroa sexual que entabló una relación con Elías Contreras, un comisario de investigación del EZLN, y que fue asesinadoa por la policía. Una historia ubicada, como corresponde al imaginario utópico, entre la realidad y la leyenda, y recogida, entre otros lugares, en la novela que escribieron a cuatro manos el Subcomandante Marcos y el escritor Paco Ignacio Taibo II en el año 2005, Muertos incómodos. De ella, diría después el Subcomandante Marcos en el Festival de la Digna Rabia de 2009: “La Magdalena era una “compañeroa”. Quien piense que ella, o él, según, es un personaje literario se equivoca”.

No sé cómo se fraguó el concepto de otroa. En la novela no aparece esa representación de lo no binario, y en la documentación de esos años la disidencia sexual en la comunidad zapatista todavía recibe los mismos nombres que se utilizan o se han utilizado en occidente: homosexuales, lesbianas, transexuales o travestis. Es precisamente en los actos de 2009 cuando el Subcomandante Marcos indica: “Nosotros buscamos nuestro modo y llegamos en esto que hemos llamado compañeroa”.

Una de las experiencias de otroas que podemos aprender desde nuestro colectivo es entender un paraguas unido por la diferencia

El concepto de otroa es relevante porque pone el foco en lo otro, lo externo, lo discriminado, para establecer una definición política desde ese lugar. Una de las experiencias de otroas que podemos aprender desde nuestro colectivo es entender un paraguas unido por la diferencia. Hemos impulsado una imparable enumeración de siglas en pos de la visibilidad que ha servido al desarrollo de identidades utilizadas en favor de su propia comercialización. Una división por siglas a nivel horizontal, que nos diferencia a unas con las otras, cada día menos politizadas al perder la carga anticapitalista reclamada por los Orgullos críticos, o como indicaron loas zapatistas en el Acto por la diversidad sexual de la Ciudad de Juárez en el año 2006: “Hemos aprendido también a respetar, no sólo la existencia de los trabajadores y trabajadoras sexuales, también su lucha, las formas en que se están organizando. Allá arriba (…) hay también un proceso de enfrentar diferencias y estas organizaciones”. Con ‘allá arriba’ se traza una división de un espacio de privilegio desde donde se articula el poder y otro espacio, ‘el de abajo’ se entiende, donde se despliegan las externalidades sin opción a intervenir. Es decir, una diferencia vertical, de clase, en nuestros términos, en lugar de una diferencia horizontal de identidades. Como Marijose indicaba al contar su historia, la discriminación se ve menguada cuando se focaliza en eliminar el sistema capitalista patriarcal (hacia arriba) en lugar de un proceso de corrección de los iguales (hacia los lados). Nos falta entendernos como una comunidad pirata, en transición, disidente del binarismo, no obstante, en comunión con todas las personas interpeladas en el ‘aquí abajo’ del que formamos parte.

Nos falta entendernos como una comunidad pirata, en transición, disidente del binarismo, no obstante, en comunión con todas las personas interpeladas en el ‘aquí abajo’

Este mensaje de arriba abajo puede sonar fácilmente populista en Europa y a estas alturas de la historia, sin embargo me dejo afectar deliberadamente por el ideario zapatista para establecer la siguiente idea. Las comunidades indígenas han visto transformados sus modos de vida tradicional por la incorporación de procesos de colonización, como en tantos otros lugares donde unas civilizaciones son asumidas por otras, en el más radical de los casos, o afectadas, en el más ligero. Una invasión cultural que se produce de arriba a abajo por parte de aquella civilización que hace un uso más eficaz de la violencia. Probablemente sea una buena idea modificar violencia por aprecio y establecer una incorporación de abajo a arriba. Aprender de la diferencia, asumirla de manera honesta. “La lucha por la diferencia es una lucha por la vida, por existir”, palabras que se recogieron también en el Acto por la diversidad sexual.

Las comunidades zapatistas llevan 30 años demostrando una capacidad inventiva fuera de la lógica neoliberal sobre la que podemos poner la vista en este lugar de Europa y aprender. Redacto este mensaje pensando en las compañeras que tengo a mi vera, pero después lo meto en una botella y lo lanzo al mar. Con el deseo, de que llegue a mis compañeroas del otro lado.

Fuente de la información:  El Salto

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Conectar con la juventud y recuperar credibilidad, principales desafíos del periodismo del futuro

Por: El Salto

El Salto reúne a futuros profesionales y periodistas de medios escritos y audiovisuales en una jornada de trabajo y reflexión en la que se trataba de hablar de medios, de periodismo y de comunicación.

Para cada vez más jóvenes, también para quienes ya no lo son tanto, las redes sociales han reemplazado a periodistas y medios de comunicación a la hora de informarse sobre lo qué sucede en el mundo.

Desde el ámbito local hasta el internacional, resulta evidente la falta de interés de las generaciones milenial y Z en las noticias provenientes de los llamados medios tradicionales, pero es que tampoco los medios considerados “alternativos” están sabiendo captar su interés.

“Estamos ante un escenario de cambio radical en el que es difícil, pero posible, aspirar a un periodismo de calidad”, subraya Andrea Momoitio, cofundadora de Pikara Magazine en una de las mesas de “Un Salto al periodismo del futuro”, el evento que el pasado viernes 10 de mayo organizamos en el marco de Sphera, la red europea de medios independientes de la que El Salto forma parte. “La confianza en los medios es un gran tema para el periodismo del futuro. La gente no cree en los contenidos periodísticos y eso es un serio problema para el debate democrático”, explicaba también el periodista francés Jo Weisz, señalando uno de los aspectos más relevantes para periodistas y audiencias.

La propuesta trataba de organizar un espacio de trabajo y reflexión lo más práctico posible e involucrar desde el primer momento a las futuras generaciones de periodistas. turba! comunicación llevó a cabo para tal fin un taller de producción audiovisual en streaming con grupos de estudiantes de 1º, 2º, 3º y 4º de Periodismo, tanto en la Universidad Complutense como en la Carlos III.

“Los medios tienen que salir de una perspectiva adultocéntrica y dar más espacio a gente joven en las redacciones”, explicó Azzouzi

Ese trabajo previo constó de sesiones presenciales y online de preparación previa, en las que el alumnado tuvo que elaborar una escaleta, un guion y una propuesta de participación y difusión para el evento, con el objetivo de fomentar su participación en él desde las propias preocupaciones laborales de las y los participantes: precariedad, mercado de trabajo, nuevos formatos y tendencias, derecho a la información y periodismo, etc.

Así, la cobertura del propio evento del 10 de mayo se hizo por parte de estudiantes y en directo. Tal y como reflejó Paula Pof en una de sus intervenciones, “en las facultades se sigue enseñando un periodismo desde la métrica y la formalidad que choca con la informalidad y el lenguaje que demandan los jóvenes en redes sociales como Twitch o Youtube”. De este modo, el taller práctico que llevaron a cabo los y las estudiantes estaba orientado a construir un puente entre el formato clásico de presentación y charla, y la dinámica conversacional de los podcast.

Evento Sphera – 16
Taller audiovisual en la jornada ‘Un Salto al periodismo del futuro’. EL SALTO
Sesiones de trabajo
La jornada consistió en tres paneles temáticos, que dieron para conversar, reflexionar y practicar el periodismo que queremos para el futuro. El primero de la tarde trataba sobre ‘Juventud y agenda mediática: temas clave y enfoques’ con Violeta Muñoz, copresentadora del programa Carne Cruda, Laura Terciado, cocreadora del podcast Maldito bollodrama y Alaaddine Azzouzi, periodista del canal SomSX3. Este último insistió en que no es únicamente una cuestión de enfoques sino de oportunidades: “Los medios tienen que salir de una perspectiva adultocéntrica y dar más espacio a gente joven en las redacciones”, explicó Azzouzi, que ha trabajado desde una perspectiva antirracista en medios como La Directa y Ara antes de integrarse en la televisión pública catalana.

La presencia de Terciado y Muñoz en esa conversación favoreció el abordaje del uso del humor para tratar contenidos periodísticos “duros” y las posibles aristas de esta práctica. “Combinar humor y periodismo es complicado, a veces temo caer en la banalización de lo que estoy contando”, explicaba la creadora de Maldito bollodrama, que defendía a su vez la necesidad de supervivencia de los formatos escritos en un momento de auge del lenguaje instantáneo de las herramientas audiovisuales.

“La coproducción de reportajes a través de Sphera, nos permite darnos cuenta de que el problema es sistémico, que no pasa solo en tu país”, explicaba Vaitsopoulou

Sobre las 17 horas dio comienzo la segunda mesa, “Nuevos lenguajes y formatos: redes sociales, vídeo y podcast”, con Andrea Momoitio, coordinadora de Pikara Magazine; Quinndy Akeju, coordinadora de Afrocolectiva y Paula Pof, directora de “La Catana” –un programa de El Salto TV para Twitch y Youtube– quienes pusieron el foco en su experiencia como creadoras de contenido para las redes sociales como forma de acercarse al público más joven, si bien desde la plena consciencia de que temáticas como el feminismo, el antirracismo o el antifascismo, son penalizadas por el algoritmo de redes sociales como Instagram o TikTok. “Si no contamos con espacios propios desde los que narrarnos, las personas racializadas acabamos asimilando muchos pensamientos supremacistas y autopercibiéndonos desde una mirada racista”, indicaba Akeju.

Por último, la jornada se cerró con una mirada a la experiencia de dos medios colaboradores de Sphera y referentes del espacio de la información alternativa europea. Jo Weisz, fundador del medio francés Street Press, y Anastasia Vaitsopoulou, periodista del medio griego Popaganda, expusieron ejemplos del periodismo transfronterizo producido desde Sphera, en los que medios de distintos países cooperan a través de la facilitación de fuentes y recursos locales para producir reportajes audiovisuales sobre temas como la violencia policial, las minorías oprimidas o el avance de la ultraderecha en Europa.

“La coproducción de reportajes a través de Sphera, nos permite darnos cuenta de que el problema es sistémico, que no pasa solo en tu país”, explicaba Vaitsopoulou, coautora del minidocumental Transistence, una de las muestras del trabajo transfronterizo y colaborativo llevado a cabo en el marco de este proyecto europeo.

El colofón de la jornada fue una fiesta privada en la sala Gruta77 en la que, además de disfrutar de la música en directo de los grupos Biznaga y Campamento Chippewa, dos centenares de personas brindaron por el futuro del periodismo en la era 4.0.

Concierto Campamento Chippewa Biznaga El Salto – 10
Biznaga en la fiesta de El Salto después de las jornadas para estudiantes. DAVID F. SABADELL
LEER EL ARTÍCULO ORIGINAL PULSANDO AQUÍ

Fotografía: El salto diario

Fuente de la información: https://www.elsaltodiario.com

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Raúl Zibechi: “Gaza es el fin de la humanidad. Hay un proyecto de exterminio de los pueblos molestos”

Por: Berta Camprubí

Raul Zibechi (Montevideo, 1952) empieza a ser lo que algunas comunidades llaman un mayor, un pensador que tiene una mirada global, situada en América Latina, con experiencia y con ya bastante camino recorrido. Un mayor que, además, cada vez le da más importancia a la espiritualidad y a los cuidados. Le gusta volver a los sitios —a Chiapas, al Wallmapu, al Cauca…— cada cierto tiempo, para ver como avanzan o retroceden o se transforman los procesos de lucha, las comunidades organizadas, los pueblos resilientes y los territorios vivos. Es de los que te saca el patriarcado y el machismo en cualquier respuesta sin necesidad de que se lo nombres a propósito, algo poco frecuente en varones blancos relativamente privilegiados. Y está en Barcelona solo un par de días, para presentar el libro Veus per una transició ecosocial (Pol·len Edicions, 2024) en el que ha colaborado con un artículo sobre la descolonización de la transición ecosocial, básicamente un llamado a no pretender que esa transición sea liderada por los Estados, sino por los pueblos y los procesos. Conversamos en Ona Llibres una tarde de lluvia agradecida.

Hoy tenemos un problema de brújulas, los instrumentos para saber dónde estamos y cómo se mueven los vientos y las olas están fallando, incluso en la meteorología que es una ciencia crítica

Te gusta leer el mundo desde sus procesos de resistencia, en términos de construcción de comunidad, de construcción de autonomías: ¿cómo ves al mundo desde esos términos en este momento?
Lo veo en el borde del precipicio, lo veo a un hilo de la destrucción de la humanidad y en ese sentido, toda la mirada se apoya en dos pies: en un pie, las guerras que van escalando, Ucrania, Israel contra Palestina, pero también Yemen, Afganistán, Siria… y las guerras no declaradas como la de México —¡350.000 muertos!— o Colombia. Y en el otro pie, este caos climático y un futuro que no sabemos cómo va a ser, porque el caos no es solo climático, es social, es geopolítico, es un caos cultural. Los valores que existían antes, en los periodos de los Estados del bienestar o los Estados que ordenaron un poco las sociedades, hoy están totalmente fuera de control y ahí es cuando nos cuesta más poder interpretar lo que está sucediendo. Hoy tenemos un problema de brújulas, los instrumentos para saber dónde estamos y cómo se mueven los vientos y las olas están fallando, incluso en la meteorología que es una ciencia crítica.

Los territorios que más conoces son los de Abya Yala, ¿cómo ves procesos de resistencia como el zapatismo o las luchas indígenas en Colombia ante el auge de la violencia del narco?
No sé si se podría decir que están en crisis, pero enfrentan graves obstáculos. No solo por el narco, también por los progresismos. López Obrador ha militarizado México, Boric ha mandado más soldados al Wallmapu que Pinochet, el progresismo muchas veces encierra los procesos de resistencia. En el Cauca, con Gustavo Petro y Francia Márquez, se logró la entrega de tierras ancestrales, pero no siempre es para construir. Esos procesos están viendo también mucha división interna. Y ya entrando en la violencia del narco: el narco es también extractivismo, es capitalismo, es patriarcado.

Con el auge de consumo de fentanilo en Estados Unidos, la cocaína se consume menos en el norte y las rutas se están yendo más hacia Asia y hacia Europa, pasando por Brasil y también por Argentina y Uruguay

También es colonial la cocaína, que se consume principalmente en el norte global, mientras la hoja de coca se cultiva solo en Colombia, Perú y Bolivia.
Sí, sin duda, el narco es colonial: colonialismo y patriarcado trabajan juntos porque son inseparables, María Galindo suele decir “no se puede ser antipatriarcal sin ser anticolonial y viceversa”. Actualmente el colonialismo, ahora un neocolonialismo, de la mano del extractivismo, de la acumulación por despojo, está cambiando las geografías. En el caso del narco, las principales rutas ya no van hacia el norte, lo explica Petro y en eso tiene razón, con el auge de consumo de fentanilo en Estados Unidos, la cocaína se consume menos y las rutas se están yendo más hacia Asia y hacia Europa, pasando por Brasil y también por Argentina y Uruguay. Y sí, la contaminación y la violencia se quedan en los territorios del Sur y la droga se va. Aun así, es importante remarcar, que a la vez siguen surgiendo nuevos procesos de autonomía en diferentes lugares, en la Amazonía peruana, los wampis, los achuares, ya se han constituido nueve gobiernos autónomos en pocos años.

A nivel de política institucional en América Latina, se ha profundizado en la alternancia entre progresismo y conservadurismo —más o menos ultra—. Reina la inestabilidad. Te voy a nombrar algunas situaciones y nos comentas brevemente cómo las ves desde tu punto de vista. La primera, la vuelta de Lula al Palacio de Planalto después de cuatro años de Bolsonaro.
Horrible. Quiero decir, Lula no es peor que Bolsonaro, pero el Lula actual comparado con los primeros gobiernos de Lula está varios escalones más abajo, no está haciendo nada interesante.

Siguen surgiendo nuevos procesos de autonomía en diferentes lugares, en la Amazonía peruana, los wampis, los achuares, ya se han constituido nueve gobiernos autónomos en pocos años

Creó el Ministerio de los Pueblos Indígenas.
Para domesticarlos, con Sonia Guajajara. Porque los pueblos indígenas fueron la principal resistencia a Bolsonaro. Pero con Lula sigue avanzando el extractivismo, el capitalismo e incluso João Pedro Stédile, líder del MST, que siempre ha sido lulista, decía el otro día que no se ha avanzado nada en reforma agraria, que es una vergüenza.

Luego en Perú tenemos a un presidente electo en prisión preventiva desde diciembre de 2022.
Primero hay que tener en cuenta que Pedro Castillo nunca fue de izquierdas, nunca fue progresista, fue estalinista, aliado con la peor izquierda del Perú, hizo un Gobierno corrupto, inestable, con bandazos de un lado para otro. Y quien lo derrota es la vieja oligarquía tradicional peruana, con un saldo de por lo menos 50 muertos. Dina Boluarte es un monstruo, sin duda, pero Castillo quizás no tomó las mejores decisiones.

Recientemente fue reelegido Nayib Bukele en El Salvador, con cárceles llenas de jóvenes en un país que se proclama ahora como el más seguro de América. ¿A costa de qué?
A costa de liberar territorios para el extractivismo. Está haciendo acuerdos con empresas mineras y de otro tipo para fomentar el despojo. No le preocupa tanto la seguridad de la gente sino los intereses económicos y financieros con empresas que llegan a extraer recursos. Entonces solo por ser joven y tener tatuajes te vas a la cárcel y ahora, a pesar de que estaba prohibido en la Constitución, se reelige como presidente cinco años más, es un régimen militar.

Milei es hijo de un periodo grande de mal gobierno progresista. Y es hijo de un periodo de deterioro de las condiciones de vida de los sectores populares

Milei en Argentina: ¿cómo pudo pasar?
Milei es hijo de un periodo grande de mal gobierno progresista. Y es hijo de un periodo de deterioro de las condiciones de vida de los sectores populares, de una inflación del 100% y de un 50% de la población en la pobreza. Entonces por un lado está este empobrecimiento, falta de horizontes. Y por otro lado, la base social dura de Milei son varones de menos de 25 años que reaccionaron ante el empoderamiento de las mujeres de su misma edad. Su propuesta es profundamente patriarcal, violentamente machista y también es una reacción de un sector de las clases medias que están hartas de los pobres y de que el Estado apoye a los pobres con subsidios.

Ante tanta inestabilidad en América Latina, proyectos como Unasur han quedado atrás: ¿hay alguna iniciativa de integración latinoamericana que esté funcionando y que pudiera tener un rol a nivel global ante una posible transición ecosocial?
En América Latina un proyecto de integración no ha funcionado en gran parte por la lógica colonial, porque cada nación tiene que competir con las otras por sus intereses, por sus exportaciones. Hoy los Estados sobreviven con el extractivismo, con la acumulación por despojo. Los únicos sujetos capaces de protagonizar una transición ecosocial, o en quiénes podríamos fijarnos, son los pueblos originarios, campesinos, negros y algunas periferias urbanas. Ellos son claramente los que tienen la menor huella ambiental.

Hay que mirar a los pueblos como los sujetos de esa transición hacia un mundo sostenible, básicamente porque ellos para vivir necesitan el agua limpia, necesitan sus territorios libres de minería

Los Estados no tienen ninguna propuesta, entonces?
No. De ninguna manera. Fíjate que el proyecto de Petro es una alianza con el Pentágono para proteger la Amazonía, eso es otro delirio porque el Pentágono es la institución con la huella ambiental más grande del mundo. Ahí hay un enorme déficit de los Estados que además siguen vendiendo petróleo. Ahora viene un debate muy fuerte en Brasil porque Lula quiere permitir la explotación petrolífera en la Amazonia y eso perjudica a los pueblos. El Estado-Nación es un gran consumidor, un gran depredador, necesariamente precisa del extractivismo para implementar su propio sostenimiento. La matriz colonial del Estado en América Latina lo ha llevado a ser el protector de la minería, de los monocultivos. Creo que hay que mirar a los pueblos como los sujetos de esa transición hacia un mundo sostenible, básicamente porque ellos para vivir necesitan el agua limpia, necesitan sus territorios libres de minería. Y se está avanzando en eso, por ejemplo ahora en Colombia se han creado los Territorios Agroecológicos por parte de organizaciones campesinas vinculadas al Congreso de los Pueblos. Eso es muy importante porque el Estado no tiene más remedio que sancionarlos en el marco de los acuerdos de paz, y si se van implementando, vamos dando saltos adelante. Pero insisto, los sujetos son los pueblos, no los Gobiernos, no los Estados. No podemos creer que a través del poder estatal se pueden cambiar las cosas, uno de los problemas de esta transición es que el Estado ya no es una herramienta de transformación positiva.

¿Lo fue en algún momento?
En algún momento jugó a ser un árbitro entre clases. En Europa con los Estados del bienestar sobre todo, en América Latina con Estados del bienestar más restringidos, pero lo fue.¿Estás de acuerdo con los postulados del decrecimiento?
Hace más de 30 años que se habla de decrecimiento, en principio no estoy en desacuerdo, el problema es otro: cuando creamos una propuesta que es buena, ¿quién se encarga de hacerla?

Hay que tomar conciencia de que el decrecimiento, como toda la transición, son procesos de conflicto social y si olvidamos eso estamos haciéndole juego al capitalismo verde

En una hipotética instalación de políticas públicas para poner en marcha el decrecimiento, ¿crees que todos los países deberían decrecer del mismo modo o a la misma velocidad? ¿Hay una mirada anticolonial del decrecimiento?
Los primeros que tienen que decrecer son las grandes empresas petroleras y mineras, el 1% más rico, que es el que tiene la principal huella, y los ejércitos. ¿Quién mide los impactos de las bombas en Gaza sobre el medio ambiente? Hay que tomar conciencia de que el decrecimiento, como toda la transición, son procesos de conflicto social y si olvidamos eso estamos haciéndole juego al capitalismo verde.

Habría que empezar por aquellos sectores sociales, países, naciones que más contaminan. Si le pides a una comunidad amazónica que tiene un carro para 200 personas que decrezca igual que Barcelona, estás cometiendo una injusticia ambiental brutal. Hay que ser muy precisos. El decrecimiento llevado desde esa lógica, sería una política anticapitalista y anticolonial, me parece a mí.En Europa se expanden las extremas derechas. Decías que en América Latina difícilmente puede funcionar una política de integración. ¿En la Unión Europea sí está funcionando? ¿Cuál es la función de la UE desde tu punto de vista? 
La Unión Europea se creó para ejercer un poder que no estuviera subordinado a los Estados Unidos, ese fue el inicio del euro. Hoy ese proyecto está perdido, Europa está subordinada a los Estados Unidos, sin capacidad de tener una política internacional mínimamente autónoma y ahora en una situación de crisis, de falta de futuro, irrumpe esta nueva política que se le llama extrema derecha, que yo discrepo. Hoy en día derecha e izquierda se parecen mucho. La energía hay que ponerla en otra cosa y no en las campañas electorales.

Europa está subordinada a EE UU, sin una política internacional mínimamente autónoma y ahora en una situación de crisis, de falta de futuro, irrumpe esta nueva política que se le llama extrema derecha

Aquí en el Estado español los colectivos de personas migrantes organizados saben bien qué partidos —efectivamente de izquierda y de derecha— votaron a favor del Pacto Europeo de Migración y Asiloehicieron campaña para votar en las europeas en esa clave.
Votar pueden votar, no tengo problema, pero si no nos organizamos, si no hay una fuerza de base, no estamos haciendo nada.

Por último, la situación en Gaza nos trae a los colectivos organizados en contra de la guerra, del racismo, del fascismo, una grave sensación de desesperanza, ¿qué ves tú en Gaza? ¿A donde deberíamos mirar para poner en práctica un poco de esperanza activa?
Creo que Gaza es el fin de la humanidad. Gaza nos deja claro que el 1% de la población está dispuesto a eliminar pueblos enteros para seguir estando en el poder. No es que los israelíes sean malos —que en general lo son— sino que hay un proyecto de exterminio de los pueblos molestos. Que son palestinos, que son yemeníes, que son zapatistas, nasas, mapuches… Ese es el proyecto, y es un proyecto colonial. La mayor esperanza está en que los pueblos son tan potentes, tan fuertes, que los de arriba necesitan atacarlos para destruirlos y eliminarlos de la faz de la tierra. Los de arriba tienen cierto miedo a los de abajo, esa es la esperanza.

Fuente de la información e imagen: El Salto

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Amigas, tenemos que hablar de la educación pública

La autora critica el vídeo de campaña de Irene Montero, que ensalza la educación concertada en un momento de asfixia de lo público y de movilización de profesorado y personal de los colegios.

¿Qué nos pasa a la izquierda con la educación pública? Irene Montero solo ha necesitado 30 segundos para hacer que se tambalee el voto de muchas personas que apoyamos unos servicios públicos y de calidad, cada vez más cercados y asfixiados. Recortar lo público para favorecer lo que a Irene “la ha hecho mejor persona”, la escuela concertada. No entro en su historia personal, sino en el desatino de una campaña que hubiera sido el escenario ideal para posicionarse a favor de los servicios públicos. Pero sobre todo, y lo que me parece más alarmante, es que nadie del equipo de comunicación de Podemos haya visto ese error tan garrafal, porque eso es estar muy fuera de todo. O quizá demasiado dentro.

Mientras Irene alaba la concertada las movilizaciones de familias y docentes de la pública se multiplican por todo el Estado español. Concentraciones exigiendo medidas de climatización para los centros escolares, con alumnado —de la pública— a 32 grados. Docentes haciendo huelgas, sepultados en burocracia y exigiendo bajar las horas lectivas, la ratios y revertir los recortes de 2011. Solo en Madrid desde 2014 el gasto público en enseñanza privada ha aumentado 7 puntos, hasta alcanzar el 27% del presupuesto total de la educación no universitaria en la región. Qué mal timing, Irene.

Nadie está libre de los cantos de sirena de la concertada, del trabajo por estaciones de aprendizaje, del yogur ecológico y del profesorado con el que eres afín ideológicamente

Pero lo cierto es que no es solo ella o el equipo de comunicación de Podemos. La izquierda o ese amplio espectro que a nivel discursivo defendemos los servicios públicos, tenemos, en la práctica, un problema. Trabajo en un instituto de Usera y siempre dice una compañera que “nuestra” gran batalla perdida es no haber apostado, en nuestro entorno personal, por la educación pública. Pero no es de extrañar. En Madrid llevamos más de 20 años con un gobierno neoliberal que se ha encargado de denostar y torpedear la imagen de lo público desde lo ideológico y lo económico.

Y si has llegado hasta aquí probablemente te reconozcas, como yo, en estas líneas. Tu hijo o hija es especial, diferente. Es sensible y necesita otro tipo de atención. Buscas un centro que trabaje por proyectos, con comedor ecológico, buenas instalaciones, extraescolares estimulantes (ciencia, robótica, teatro) y un grupo de familias con el que puedas compartir inquietudes. Da igual que cada mañana tengas que coger el coche o que nunca estés en el barrio con las familias del cole.

Nuestras hijas e hijos lo merecen todo. Yo también lo pienso. Nadie está libre de los cantos de sirena de la concertada, del trabajo por estaciones de aprendizaje, del yogur ecológico y del profesorado con el que eres afín ideológicamente, con el que va a las manis de Palestina. Y eso que Primaria a veces “tiene un pase”, pero Secundaria ya “es otra cosa”. Y de verdad que a mí me pasa. Sobre todo cuando el equipo directivo del centro público de mi hijo nos pone pegas a las familias para hacer cualquier cosa en el patio o cuando me entero de que en clase han estado a 30 grados y les han puesto (otra vez) una peli.

Moralmente no creo que lo haga mejor. Fantaseo mucho con otra educación, pero también me entra el desánimo cuando sé que la hija de otra amiga no pisará la pública hasta la universidad o leo cómo suben las matriculaciones en la concertada y que cada vez hay menos oferta de institutos públicos en Madrid.

No voy a romantizar la pública. Hay que pelearla mucho y a veces es cansado, pero también es muy bonito y, sí,  beneficia a todo el mundo, sobre todo si queremos ser esa izquierda que apuesta desde la práctica por otros modelos de ciudad, por luchar contra la segregación, porque haya comedores ecológicos en todos los centros públicos, con buenas extraescolares, patios inclusivos, que se trabaje por proyectos o se atienda la diversidad de manera adecuada. Y también es posible en Secundaria.

No es una utopía. Muchos centros públicos, gracias a las familias y la complicidad de algunos docentes y equipos directivos, son referentes en metodologías y proyectos pedagógicos, trabajan la diversidad desde la inclusión, poniendo en valor la riqueza de las aulas con alumnado de distintos orígenes sociales y económicos. Centros que ven que la escuela o el instituto no termina cuando se sale por la puerta. Son centros con familias diversas, que tienden puentes al barrio, que transforman la ciudad. Porque siempre hay una profe afín y siempre hay una familia con la que juntarte a la salida y con la que pensar.

Fuente de la información e imagen:  https://www.elsaltodiario.com

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Gaza: matar a los muertos

Por: Txema García*

Cuando creíamos que la perversión humana ya había alcanzado cotas insuperables con el genocidio cometido por los nazis en la II Guerra Mundial contra judíos, gitanos, homosexuales o resistentes,  cuando pensábamos que el horror tenía sus límites, comenzamos a darnos cuenta ahora que todavía queda margen y existe algo infinitamente peor que todos esos males.

¿Alguien podía imaginarse en la década de los cuarenta del siglo XX a la Fuerza Aérea norteamericana lanzando paquetes de comida a los escasos supervivientes de la espeluznante masacre del bombardeo atómico en Hiroshima y Nagasaki? Pues bien, algo aún más macabro acaba de hacer en Gaza ese mismo país que se reclama adalid de la democracia planetaria.

El espanto acaba de superar todo lo concebible por una mente normal. Como si la maldad de algunos seres hubiera traspasado las fronteras de la perversión más absoluta y llegado a un territorio vacío de sentimientos donde la inhumanidad reinara de forma salvaje. Ahora, en estos tiempos de modernidad y supuestos avances, la barbarie se envuelve en papel de celofán, en regalo envenenado, en comida que te ofrece alguien que luego te va a asesinar a ti, a tu familia o a cualquier otro semejante en cómodos plazos, eso si no te ha exterminado ya antes. Se trata de matar a los que ya están muertos, a su memoria, a los moribundos, a los que no tienen nada para comer y que se sabe a ciencia cierta que van a morir por bombas o por hambre.

¿Solo hay que llevar a Netanyahu y a su Gobierno genocida ante la Corte Penal Internacional o ante otros tribunales? ¿Y sus cómplices?

Lo diré claramente. La actual administración de los Estados Unidos de Norteamérica, con su presidente al frente, son unos criminales a la altura, si no más, de la de Benjamin Netanyahu, a la que defiende y protege, a la que arma y sostiene con todas sus capacidades económicas, mediáticas y militares. Y, claro está, luego se encuentra todo su cohorte de aliados que también le vende armas a ese engendro de Estado genocida que es Israel: Emmanuel Macron (Francia); Rishi Sunak (Gran Bretaña); Olaf Scholz (Alemania); Giorgia Meloni (Italia); Pedro Sánchez (España); Ursula von der Leyen (Comisión Europea)… y, cómo no, sus otros pequeños adláteres como los que nos gobiernan por estos lares, tanto en Nafarroa como en Euskadi.

La colaboración entre todos estos poderes es mutua y clandestina las más de las veces. La máquina de matar en masa ya está engrasada. Y ahora solo nos queda esperar, si los ciudadanos no nos rebelamos y se lo impedimos antes, a que sigan consumando más y más atrocidades. Les bombardean y luego les echan unos pocos alimentos para aquellos “afortunados” que sobreviven a la masacre. Como si fueran animales en un corral esperando su sentencia de muerte. Y si alguno sobrevive, para eso está el Ejército israelí dispuesto a acabar con los que se atreven a encaramarse a un camión para conseguir los restos de un miserable saco de harina a repartir entre multitudes.

Gaza Activestills - 2
Gaza MOHAMMED ZAANOUN/ ACTIVESTILLS

¿Solo hay que llevar a Netanyahu y a su Gobierno genocida ante la Corte Penal Internacional o ante otros tribunales? ¿En serio? ¿Y sus cómplices? Creo que el mundo está perdiendo toda capacidad racional de enfrentarse a estos asesinos en serie. Y no solo me refiero a los antes citados, sino a aquellos que se esconden detrás de los bastidores y que son, en realidad, los poderes reales: ese gran entramado militar industrial de carácter transnacional que se resiste a perder su hegemonía en este nuevo tablero de intereses. Y luego estamos los ciudadanos de Occidente acostumbrados a vivir narcotizados por la droga del individualismo y un consumo despilfarrador y desquiciante, destructivo de la naturaleza y de sus otros seres.

La secuencia histórica de sus crímenes es irrefutable. Ya no se puede ocultar por más tiempo ni lavar su sucia conciencia labrada masacre a masacre, la del exterminio de los pueblos indígenas de la Norteamericana precolombina; la de cambiar y poner gobiernos títeres en todo el mundo, especialmente en América Latina; la de bombardear y destruir países como Vietnam; la de invadir pueblos como Irak o destruir naciones como Libia; o la de azuzar a pueblos europeos a una política atlantista en lugar de establecer acuerdos de convivencia y cooperación en lugar del este belicismo imperante que ahora impulsa la señora Ursula Von der Leyen y toda su panda de secuaces.

Los Estados Unidos son como Israel, el pueblo elegido para cometer cualquier masacre y, además, pretenden quedar impunes

No estamos ya en los tiempos del Plan Marshall, aunque su intención siga siendo similar y se sustente en la misma concepción de supremacismo a la que han de rendirse todos los pueblos y naciones. Los Estados Unidos son como Israel, el pueblo elegido para cometer cualquier masacre y, además, pretenden quedar impunes. Lanzan al aire 38.000 miserables raciones de alimentos para que caigan al fondo del mar o para que más de dos millones de palestinos consumidos por el hambre se las disputen en la antesala de su propia muerte. Luego llegarán con sus bulldozers a sacar su correspondiente provecho de rapiña derivado de todas estas muertes: el negocio de la reconstrucción por parte de sus “fondos buitres” que ya, a buen seguro, se estarán disputando la carroña para reconstruir “asentamientos de colonos” dentro de unos pocos meses.

Occidente, con la Unión Europea y los EEUU al frente: habéis alcanzado las más altas cotas de degradación moral que imaginarse uno puede. Si no os juzga alguna Corte Penal Internacional, sabed que ya gran parte del mundo os ha colocado en la lista de los criminales más execrables.

*Escritor, periodista y miembro de la plataforma Guggenheim Urdaibai STOP.

Fuente de la información e imagen:  El Salto

Foto: Mohammed Zaanoun / Activestills

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Palestina: detalles de resistencias

Por: Jacobo Rivero

La Feria Internacional del Libro de Frankfurt cumplió 75 ediciones el pasado mes de octubre con polémica. La cita más importante del mundo editorial tenía previsto entregar el galardón LiBeraturpreis —que reconoce a autoras procedentes de África, Asia Latinoamérica o el mundo árabe— a la escritora palestina Adanía Shibli (Galilea, 1974) por su libro Un detalle menor.

Según el jurado, la novela, que narra la búsqueda de información sobre una violación grupal cometida por un destacamento militar israelí a una joven beduina, estaba “rigurosamente compuesta” y hablaba sobre “el poder de las fronteras y de lo que los conflictos violentos hacen a las personas”. Pero unos días antes de la entrega del galardón hubo un cambio de criterio y se canceló la concesión del premio. Juergen Boos, cuestionado presidente de la Feria desde 2005, escribió un comunicado en The New York Times explicando la decisión: “Condenamos enérgicamente el terrorismo terrible de Hamás contra Israel. El terror contra Israel contradice todos los valores de la Feria del Libro de Frankfurt”.

Resistencias desde los libros

En el pasado, Boos había justificado la presencia de libros y editoriales próximas a la extrema derecha señalando que, por encima de otras consideraciones, prevalecía la “libertad de expresión”. Por si fuera poco cinismo, la Feria además eliminó de su programación un encuentro abierto al público con la autora y Günther Orth, su traductor al alemán. Desde entonces, Adanía Shibli decidió no hacer declaraciones a los medios de comunicación y dejó que la defensa de su libro recayese en las muestras de apoyo que ha generado en numerosos comunicados, escritos y declaraciones públicas.

Más de mil personas, muchas de ellas también escritoras, expresaron en una carta conjunta su oposición a la cancelación del premio y apelaron a la responsabilidad de la Feria a la hora de “crear espacios para que los escritores palestinos compartan sus pensamientos, sentimientos y reflexiones sobre la literatura en estos tiempos terribles y crueles, no para cerrarlos”. Entre otras firmas estaban las de los premios Nobel de Literatura Abdulrazak Gurnah, Annie Ernaux y Olga Tokarczuk.

Ambientado el inicio de la obra en 1949, un año después del comienzo de la guerra de 1948 y el principio de la Nakba, la novela de Shibli es mucho más que una investigación de una periodista sobre unos hechos con los que se encuentra por casualidad años después. La búsqueda de información, producto de la curiosidad de la protagonista, es una carrera de obstáculos contra sus miedos más íntimos, en medio de la ocupación y el apartheid asfixiante. “Los disparos, las alarmas de las patrullas militares, y a veces los helicópteros, los aviones de combate y los bombardeos, a los que se unen las sirenas de las ambulancias, no es solo que precedan a los boletines urgentes de noticias, sino que, en concurrencia con los ladridos del perro, forman parte del sonido ambiente”. Lo cuenta Shibli en un momento de la trama para describir lo que supone vivir sometidos a una ocupación en la que la vida de las personas palestinas pende del hilo de un gatillo fácil, de una mala mirada, o de una identificación aleatoria. Los ladridos del perro que salpican el relato de principio a fin funcionan como metáfora de un grito sordo de distintas generaciones, de vidas palestinas que no generan reacciones, que no tiene eco, que nadie atiende más que para darle patadas. Un texto incómodo en tiempos de cierre de filas en torno al colonialismo israelí y la brutalidad cotidiana del apartheid. Incuestionables públicamente, por lo visto en Frankfurt, tras los terribles atentados de Hamás el 7 de octubre de 2023.

La editorial Hoja de Lata, editora del libro en España, publicó un comunicado sobre la cancelación del premio a Adanía Shibli. En el escrito señalaban: “La novela por la que fue premiada está basada en hechos reales […] y como hay quien quiere hacernos creer que este conflicto comenzó hace dos semanas, ni Shibli ni su relato convienen”. Un mes y medio después de la polémica, Daniel Álvarez, cofundador de la editorial, apunta para El Salto su opinión sobre lo ocurrido: “Al tratar de acallar a Adanía lo que han logrado es el efecto contrario. Precisamente cuando el premio pretendía dar voz a autoras y autores del sur global no eurocentrista, la Feria ha demostrado su hipocresía suprema”. Un detalle menor, publicado por primera vez en 2016 y en nuestro país en 2019, es un ejemplo claro, señala Álvarez, de lo que se conoce como “efecto Streisand”, un caso de censura que termina ampliando el conocimiento y repercusión de una obra. La versión en castellano va por la tercera edición, con una traducción muy cuidada y fina de Salvador Peña Martín. La editorial asturiana ya había publicado antes Una trilogía palestina, un libro que recoge las tres primeras novelas del escritor y militante marxista Gasán Kanafani (Acre, 1936-Libano, 1972): Hombres en el solLo que os queda y Um Saad. Daniel Álvarez se refiere a él como un “autor totémico”, que destacó tanto por su literatura y sus obras de teatro, como por su pertenencia activa al Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP). Asesinado en Beirut junto a su sobrina Lamis de 17 años con una bomba colocada bajo su automóvil por los servicios secretos israelíes, Gasán Kanafani es un símbolo en la vida de los palestinos, especialmente en muchos campos de refugiados donde el FPLP y varias organizaciones civiles próximas mantienen presencia organizativa.

Si Kanafani es un símbolo presente de la resistencia histórica a través de la palabra y la acción, Adanía Shibli es la voz de una “nueva generación de mujeres” que desde la diáspora están generando una “atención global”, resumen desde la editorial Hoja de Lata

Según la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos en Oriente Próximo (UNRWA en sus siglas inglesas), existen más de medio centenar de campos de refugiados repartidos entre Jordania, Líbano, Siria, Cisjordania y la Franja de Gaza en los que viven más de cinco millones de personas. Lugares donde, en algunos casos, la gobernabilidad sigue dependiendo de comités populares porqu, al ser espacios transitorios, no se celebraron nunca procesos electorales. Si Kanafani es un símbolo presente de la resistencia histórica a través de la palabra y la acción, Adanía Shibli es la voz de una “nueva generación de mujeres” que desde la diáspora están generando una “atención global”, resume el editor de Hoja de Lata.

Un hilo de voz que tanto dentro como fuera de Palestina sigue manteniendo como referencia indiscutible al poeta Mahmud Darwish, auténtico faro literario de las ilusiones y frustraciones del pueblo palestino. Darwish (Al-Birwa 1941-Houston, 2008) expresó en una entrevista el significado último de su trabajo: “La metáfora Palestina es más fuerte y penetrante que la Palestina misma”. Y añadía sobre la relación de la tierra con su escritura: “La parte geográfica de la historia es más fuerte que la parte histórica de la geografía. Al no encontrar mi lugar en la tierra, intenté encontrarlo en la historia. Y la historia no puede reducirse a una compensación de la geografía perdida. Es igualmente un punto de observación de las sombras, de uno mismo y del otro, en un camino humano más completo”.

Esa particular mirada sobre geografía e historia sigue presente en la actualidad, en una atmósfera de metáforas poéticas profundas. En una senda similar se expresa también Basma Alsharif (Kuwait, 1983), artista multidisciplinar y cineasta de origen palestino. Ella desarrolla narrativas visuales compuestas de imágenes sobre la condición humana. En ese recorrido gráfico hay un componente de lectura política global, de trayectoria vital usurpada: el exilio de su familia la alejó de sus orígenes. Basma Alsharif no puede entrar a la tierra de sus padres, que nacieron en la Franja, ni visitar a sus abuelas y parientes. Pero las texturas del afecto y los paisajes perviven a través de su trabajo creativo. Alsharif participó en un encuentro de mujeres de Palestina y Catalunya llamado Tasharuk (Compartiendo, en árabe) que llevaba por subtítulo “género, cultura y resistencias en Palestina”. La finalidad era crear un espacio de convivencia para la “mejora de la capacidad de resiliencia de las comunidades de la gobernación de Nablus, mediante el empoderamiento de las mujeres y la transversalización de género”. Un proyecto de cooperación internacional que se desarrolló entre enero de 2021 y junio de 2022. En la web hay un apartado titulado solidaridad feminista: “El patriarcado es un sistema de opresión global con diferentes expresiones en cada región, y en Palestina se ve reforzado por la ocupación israelí. Las supervivientes de violencias machistas están entre los sectores más vulnerabilizados de la población”.

Desde 2010 más de la mitad de películas realizadas en Palestina han sido dirigidas por mujeres. Basma Al Sharif se muestra contundente sobre su trabajo como cineasta y artista palestina: “Yo no he decidido representar a nadie más que a mí misma, aunque este yo esté lleno de memoria colectiva”

Colonialismo, ocupación y patriarcado van de la mano. Para muestra un botón: durante la primera Intifada (1987-1993) el ejército israelí difundió fotos de mujeres palestinas en los probadores de las tiendas de ropa. Esas imágenes captadas de manera clandestina e ilegal se repartieron en las comunidades como si hubieran sido realizadas en la intimidad en compañía de soldados israelíes. La estrategia militar tenía como objetivo encerrarlas en casa, crear desconfianza y reproches, violentar su condición humana como mujeres palestinas, fomentar una sociedad temerosa de la libertad individual, empujando hacia el círculo cerrado de la familia y la religión la seguridad de sus cuerpos. De entonces a ahora, en ese campo de batalla, sí que han cambiado algunas cosas: según publica Tasharuk, desde 2010 más de la mitad de películas realizadas en Palestina han sido dirigidas por mujeres. Basma Al Sharif se muestra contundente sobre su trabajo como cineasta y artista palestina: “Yo no he decidido representar a nadie más que a mí misma, aunque este yo esté lleno de memoria colectiva”.

Resistencias desde Nablus

Nablus, como Yenin, es uno de los núcleos de población en Cisjordania donde la represión del ejército israelí y la criminalidad de los colonos está siendo más intensa tras el 7 de octubre de 2023. Se cuentan por centenares los asesinatos, detenciones, encarcelamientos y humillaciones. El miedo y la tensión invaden todo. Un estado de ánimo que comenzó con la Nakba, catástrofe en árabe, origen de la historia de Adanía Shibli en Un detalle menor. Diez días después de los ataques de Hamas, y cuando ya sobre Gaza caían toneladas de bombas, la Federación Anarquista de Estados Unidos Black Rose-Rosa Negra entrevistó a miembros del colectivo libertario palestino Fadua (redención en árabe). Una organización de “jóvenes activistas y académicos de dentro y fuera de Palestina” que en la primera pregunta sobre sus características políticas respondían: “Nuestro objetivo es reunir a todas las fuerzas con diversas ideas y tendencias políticas e intelectuales y centrarlas en la lucha contra la ocupación injusta y el pensamiento racista sionista en Palestina. Por eso tenemos buenas relaciones con algunos jóvenes de confesión judía, algunos conversos, algunos musulmanes, cristianos y otros. La idea es que muchos palestinos se oponen a los actos racistas e injustos de la ocupación sionista, pero no encuentran un eje único en torno al cual puedan unirse”.

Las respuestas de estos jóvenes que se definen también como “nueva generación” no atienden a motivos religiosos ni a proclamas revolucionarias basadas en certezas teóricas. Es más sencillo: “Sufrimos porque nos roban las necesidades mínimas de la vida”. Fadua, como la mayoría de movimientos sociales en Cisjordania, es muy crítico con el el gobierno de Mahmoud Abbas, al que acusan de colaboracionista: “La Autoridad Palestina firmó un acuerdo en virtud del cual serviría a la entidad ocupante en materia de seguridad. Es decir, todos los jóvenes activistas palestinos que luchan contra la ocupación sionista de una u otra manera y el ejército israelí no puede detenerlos, la Autoridad Palestina los persigue, los detiene y los entrega a la ocupación, y luego nadie sabe el destino de ese joven o esa joven”.

Resistencias cotidianas

En una entrevista realizada para El Salto por Luna Flores en junio de 2021, Adanía Shibli apuntaba la importancia del lenguaje para situar el contexto de lo que está ocurriendo: “Entre Israel y Palestina no hay un conflicto, hay colonización y ocupación”. Shibli señalaba sobre la relación entre su escritura y la referencialidad de su tierra natal: “Cuando vives en Palestina eres testigo de algo enorme. Asumirlo no es el trabajo de la literatura. Es tu deber como ser humano”. Una amiga palestina de Ramallah definía en una frase cómo vivía la dinámica cotidiana del apartheid: “Exterminio por desesperación”. Un detalle menor va de eso, de una búsqueda de significados que llegan a una misma conclusión: levantarse cada día y caminar en Palestina es un ejercicio de resistencia que afecta a cualquier actividad que en otro lugar del mundo podría ser normal. En ese escenario y con la complicidad de la comunidad internacional, nada ha cambiado, todo ha ido a peor.

En cierta ocasión, un amigo judío antisionista, activista del maltrecho “campo de la paz israelí”, me dijo en Jerusalén sobre los distintos gobiernos de Israel: “Aquí nadie pierde la oportunidad de perder la oportunidad de conseguir la paz”. Netanyahu ha decidido dar un paso más y pasar a la historia como el apóstol de la muerte, el adalid de la deshumanización de todo un pueblo ante los ojos del mundo. En esa letanía de décadas ahora acelerada, con miles de muertes injustas, expulsiones de territorio, encarcelamientos sin juicio, impunidad y racismo sistémico, Palestina se desangra ante la mirada impasible de los gobiernos del mundo, el cinismo de los grandes medios de comunicación, y los ladridos ahogados de unos pocos ciudadanos y organismos que defienden los derechos humanos.

Adanía Shibli continuaba en su novela el párrafo en el que describe el agobio por las patrullas militares, los bombardeos, los helicópteros y el aullar de sirenas de la siguiente manera: “La situación es esta desde hace mucho, mucho tiempo; tanto que quedan pocas personas con vida que puedan recordar los pequeños detalles relativos al modo de vivir anterior, y me refiero a detalles como la lechuga pasada en el mercado de verduras cerrado”. Una realidad a la que la feria internacional del libro más importante del mundo ha dado un portazo y ocultado, para no ser vista ni oída. Ya no les parece interesante “lo que los conflictos violentos hacen a las personas”.

En ese contexto de miserias, más allá del lenguaje de las armas, la resistencia palestina se construye a partir de detalles cotidianos, de seres humanos con miedos, pasiones y deseos. L.Z es jugadora de baloncesto, madre de un niño de siete años y una niña de cuatro. Vive con su familia en Beit Yala, una ciudad cercana a Belén, en Cisjordania. Para ella, jugar en una cancha es olvidar la opresión de la ocupación por unos minutos, en la pista de juego dice que “encuentra la libertad” con sus compañeras. Muchas veces llegan a los partidos después de cruzar check points con horas de espera y tensión para recorrer distancias cortas, donde con frecuencia son violentadas por el ejército y los colonos. Su resistencia consiste en jugar para divertirse, en reivindicar su existencia con un balón en las manos junto a un grupo de amigas.

Hace unos días, L.Z me explicaba cómo les está afectando el genocidio contra la población de Gaza y el asesinato indiscriminado de inocentes en Cisjordania: “Querido amigo, la situación es terrible, estamos tensos y estresados, toda la ciudad está encerrada en sus casas”. Cuenta que hay pánico a controles, cacheos, francotiradores y ataques de colonos armados. También hay pavor a escuchar la radio, mirar las noticias o consultar los mensajes en el móvil. Antes de despedirse con un sentido abrazo y recordar que “lo peor está pasando en la Franja”, termina la comunicación con una declaración de resistencia: “Seguimos adelante”.

Fuente de la información:  El Salto

Foto: Comercio en Nablus de Kanafeh, dulce típico de la zona (Álvaro Minguito)

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