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Raúl Zibechi: “Gaza es el fin de la humanidad. Hay un proyecto de exterminio de los pueblos molestos”

Por: Berta Camprubí

Raul Zibechi (Montevideo, 1952) empieza a ser lo que algunas comunidades llaman un mayor, un pensador que tiene una mirada global, situada en América Latina, con experiencia y con ya bastante camino recorrido. Un mayor que, además, cada vez le da más importancia a la espiritualidad y a los cuidados. Le gusta volver a los sitios —a Chiapas, al Wallmapu, al Cauca…— cada cierto tiempo, para ver como avanzan o retroceden o se transforman los procesos de lucha, las comunidades organizadas, los pueblos resilientes y los territorios vivos. Es de los que te saca el patriarcado y el machismo en cualquier respuesta sin necesidad de que se lo nombres a propósito, algo poco frecuente en varones blancos relativamente privilegiados. Y está en Barcelona solo un par de días, para presentar el libro Veus per una transició ecosocial (Pol·len Edicions, 2024) en el que ha colaborado con un artículo sobre la descolonización de la transición ecosocial, básicamente un llamado a no pretender que esa transición sea liderada por los Estados, sino por los pueblos y los procesos. Conversamos en Ona Llibres una tarde de lluvia agradecida.

Hoy tenemos un problema de brújulas, los instrumentos para saber dónde estamos y cómo se mueven los vientos y las olas están fallando, incluso en la meteorología que es una ciencia crítica

Te gusta leer el mundo desde sus procesos de resistencia, en términos de construcción de comunidad, de construcción de autonomías: ¿cómo ves al mundo desde esos términos en este momento?
Lo veo en el borde del precipicio, lo veo a un hilo de la destrucción de la humanidad y en ese sentido, toda la mirada se apoya en dos pies: en un pie, las guerras que van escalando, Ucrania, Israel contra Palestina, pero también Yemen, Afganistán, Siria… y las guerras no declaradas como la de México —¡350.000 muertos!— o Colombia. Y en el otro pie, este caos climático y un futuro que no sabemos cómo va a ser, porque el caos no es solo climático, es social, es geopolítico, es un caos cultural. Los valores que existían antes, en los periodos de los Estados del bienestar o los Estados que ordenaron un poco las sociedades, hoy están totalmente fuera de control y ahí es cuando nos cuesta más poder interpretar lo que está sucediendo. Hoy tenemos un problema de brújulas, los instrumentos para saber dónde estamos y cómo se mueven los vientos y las olas están fallando, incluso en la meteorología que es una ciencia crítica.

Los territorios que más conoces son los de Abya Yala, ¿cómo ves procesos de resistencia como el zapatismo o las luchas indígenas en Colombia ante el auge de la violencia del narco?
No sé si se podría decir que están en crisis, pero enfrentan graves obstáculos. No solo por el narco, también por los progresismos. López Obrador ha militarizado México, Boric ha mandado más soldados al Wallmapu que Pinochet, el progresismo muchas veces encierra los procesos de resistencia. En el Cauca, con Gustavo Petro y Francia Márquez, se logró la entrega de tierras ancestrales, pero no siempre es para construir. Esos procesos están viendo también mucha división interna. Y ya entrando en la violencia del narco: el narco es también extractivismo, es capitalismo, es patriarcado.

Con el auge de consumo de fentanilo en Estados Unidos, la cocaína se consume menos en el norte y las rutas se están yendo más hacia Asia y hacia Europa, pasando por Brasil y también por Argentina y Uruguay

También es colonial la cocaína, que se consume principalmente en el norte global, mientras la hoja de coca se cultiva solo en Colombia, Perú y Bolivia.
Sí, sin duda, el narco es colonial: colonialismo y patriarcado trabajan juntos porque son inseparables, María Galindo suele decir “no se puede ser antipatriarcal sin ser anticolonial y viceversa”. Actualmente el colonialismo, ahora un neocolonialismo, de la mano del extractivismo, de la acumulación por despojo, está cambiando las geografías. En el caso del narco, las principales rutas ya no van hacia el norte, lo explica Petro y en eso tiene razón, con el auge de consumo de fentanilo en Estados Unidos, la cocaína se consume menos y las rutas se están yendo más hacia Asia y hacia Europa, pasando por Brasil y también por Argentina y Uruguay. Y sí, la contaminación y la violencia se quedan en los territorios del Sur y la droga se va. Aun así, es importante remarcar, que a la vez siguen surgiendo nuevos procesos de autonomía en diferentes lugares, en la Amazonía peruana, los wampis, los achuares, ya se han constituido nueve gobiernos autónomos en pocos años.

A nivel de política institucional en América Latina, se ha profundizado en la alternancia entre progresismo y conservadurismo —más o menos ultra—. Reina la inestabilidad. Te voy a nombrar algunas situaciones y nos comentas brevemente cómo las ves desde tu punto de vista. La primera, la vuelta de Lula al Palacio de Planalto después de cuatro años de Bolsonaro.
Horrible. Quiero decir, Lula no es peor que Bolsonaro, pero el Lula actual comparado con los primeros gobiernos de Lula está varios escalones más abajo, no está haciendo nada interesante.

Siguen surgiendo nuevos procesos de autonomía en diferentes lugares, en la Amazonía peruana, los wampis, los achuares, ya se han constituido nueve gobiernos autónomos en pocos años

Creó el Ministerio de los Pueblos Indígenas.
Para domesticarlos, con Sonia Guajajara. Porque los pueblos indígenas fueron la principal resistencia a Bolsonaro. Pero con Lula sigue avanzando el extractivismo, el capitalismo e incluso João Pedro Stédile, líder del MST, que siempre ha sido lulista, decía el otro día que no se ha avanzado nada en reforma agraria, que es una vergüenza.

Luego en Perú tenemos a un presidente electo en prisión preventiva desde diciembre de 2022.
Primero hay que tener en cuenta que Pedro Castillo nunca fue de izquierdas, nunca fue progresista, fue estalinista, aliado con la peor izquierda del Perú, hizo un Gobierno corrupto, inestable, con bandazos de un lado para otro. Y quien lo derrota es la vieja oligarquía tradicional peruana, con un saldo de por lo menos 50 muertos. Dina Boluarte es un monstruo, sin duda, pero Castillo quizás no tomó las mejores decisiones.

Recientemente fue reelegido Nayib Bukele en El Salvador, con cárceles llenas de jóvenes en un país que se proclama ahora como el más seguro de América. ¿A costa de qué?
A costa de liberar territorios para el extractivismo. Está haciendo acuerdos con empresas mineras y de otro tipo para fomentar el despojo. No le preocupa tanto la seguridad de la gente sino los intereses económicos y financieros con empresas que llegan a extraer recursos. Entonces solo por ser joven y tener tatuajes te vas a la cárcel y ahora, a pesar de que estaba prohibido en la Constitución, se reelige como presidente cinco años más, es un régimen militar.

Milei es hijo de un periodo grande de mal gobierno progresista. Y es hijo de un periodo de deterioro de las condiciones de vida de los sectores populares

Milei en Argentina: ¿cómo pudo pasar?
Milei es hijo de un periodo grande de mal gobierno progresista. Y es hijo de un periodo de deterioro de las condiciones de vida de los sectores populares, de una inflación del 100% y de un 50% de la población en la pobreza. Entonces por un lado está este empobrecimiento, falta de horizontes. Y por otro lado, la base social dura de Milei son varones de menos de 25 años que reaccionaron ante el empoderamiento de las mujeres de su misma edad. Su propuesta es profundamente patriarcal, violentamente machista y también es una reacción de un sector de las clases medias que están hartas de los pobres y de que el Estado apoye a los pobres con subsidios.

Ante tanta inestabilidad en América Latina, proyectos como Unasur han quedado atrás: ¿hay alguna iniciativa de integración latinoamericana que esté funcionando y que pudiera tener un rol a nivel global ante una posible transición ecosocial?
En América Latina un proyecto de integración no ha funcionado en gran parte por la lógica colonial, porque cada nación tiene que competir con las otras por sus intereses, por sus exportaciones. Hoy los Estados sobreviven con el extractivismo, con la acumulación por despojo. Los únicos sujetos capaces de protagonizar una transición ecosocial, o en quiénes podríamos fijarnos, son los pueblos originarios, campesinos, negros y algunas periferias urbanas. Ellos son claramente los que tienen la menor huella ambiental.

Hay que mirar a los pueblos como los sujetos de esa transición hacia un mundo sostenible, básicamente porque ellos para vivir necesitan el agua limpia, necesitan sus territorios libres de minería

Los Estados no tienen ninguna propuesta, entonces?
No. De ninguna manera. Fíjate que el proyecto de Petro es una alianza con el Pentágono para proteger la Amazonía, eso es otro delirio porque el Pentágono es la institución con la huella ambiental más grande del mundo. Ahí hay un enorme déficit de los Estados que además siguen vendiendo petróleo. Ahora viene un debate muy fuerte en Brasil porque Lula quiere permitir la explotación petrolífera en la Amazonia y eso perjudica a los pueblos. El Estado-Nación es un gran consumidor, un gran depredador, necesariamente precisa del extractivismo para implementar su propio sostenimiento. La matriz colonial del Estado en América Latina lo ha llevado a ser el protector de la minería, de los monocultivos. Creo que hay que mirar a los pueblos como los sujetos de esa transición hacia un mundo sostenible, básicamente porque ellos para vivir necesitan el agua limpia, necesitan sus territorios libres de minería. Y se está avanzando en eso, por ejemplo ahora en Colombia se han creado los Territorios Agroecológicos por parte de organizaciones campesinas vinculadas al Congreso de los Pueblos. Eso es muy importante porque el Estado no tiene más remedio que sancionarlos en el marco de los acuerdos de paz, y si se van implementando, vamos dando saltos adelante. Pero insisto, los sujetos son los pueblos, no los Gobiernos, no los Estados. No podemos creer que a través del poder estatal se pueden cambiar las cosas, uno de los problemas de esta transición es que el Estado ya no es una herramienta de transformación positiva.

¿Lo fue en algún momento?
En algún momento jugó a ser un árbitro entre clases. En Europa con los Estados del bienestar sobre todo, en América Latina con Estados del bienestar más restringidos, pero lo fue.¿Estás de acuerdo con los postulados del decrecimiento?
Hace más de 30 años que se habla de decrecimiento, en principio no estoy en desacuerdo, el problema es otro: cuando creamos una propuesta que es buena, ¿quién se encarga de hacerla?

Hay que tomar conciencia de que el decrecimiento, como toda la transición, son procesos de conflicto social y si olvidamos eso estamos haciéndole juego al capitalismo verde

En una hipotética instalación de políticas públicas para poner en marcha el decrecimiento, ¿crees que todos los países deberían decrecer del mismo modo o a la misma velocidad? ¿Hay una mirada anticolonial del decrecimiento?
Los primeros que tienen que decrecer son las grandes empresas petroleras y mineras, el 1% más rico, que es el que tiene la principal huella, y los ejércitos. ¿Quién mide los impactos de las bombas en Gaza sobre el medio ambiente? Hay que tomar conciencia de que el decrecimiento, como toda la transición, son procesos de conflicto social y si olvidamos eso estamos haciéndole juego al capitalismo verde.

Habría que empezar por aquellos sectores sociales, países, naciones que más contaminan. Si le pides a una comunidad amazónica que tiene un carro para 200 personas que decrezca igual que Barcelona, estás cometiendo una injusticia ambiental brutal. Hay que ser muy precisos. El decrecimiento llevado desde esa lógica, sería una política anticapitalista y anticolonial, me parece a mí.En Europa se expanden las extremas derechas. Decías que en América Latina difícilmente puede funcionar una política de integración. ¿En la Unión Europea sí está funcionando? ¿Cuál es la función de la UE desde tu punto de vista? 
La Unión Europea se creó para ejercer un poder que no estuviera subordinado a los Estados Unidos, ese fue el inicio del euro. Hoy ese proyecto está perdido, Europa está subordinada a los Estados Unidos, sin capacidad de tener una política internacional mínimamente autónoma y ahora en una situación de crisis, de falta de futuro, irrumpe esta nueva política que se le llama extrema derecha, que yo discrepo. Hoy en día derecha e izquierda se parecen mucho. La energía hay que ponerla en otra cosa y no en las campañas electorales.

Europa está subordinada a EE UU, sin una política internacional mínimamente autónoma y ahora en una situación de crisis, de falta de futuro, irrumpe esta nueva política que se le llama extrema derecha

Aquí en el Estado español los colectivos de personas migrantes organizados saben bien qué partidos —efectivamente de izquierda y de derecha— votaron a favor del Pacto Europeo de Migración y Asiloehicieron campaña para votar en las europeas en esa clave.
Votar pueden votar, no tengo problema, pero si no nos organizamos, si no hay una fuerza de base, no estamos haciendo nada.

Por último, la situación en Gaza nos trae a los colectivos organizados en contra de la guerra, del racismo, del fascismo, una grave sensación de desesperanza, ¿qué ves tú en Gaza? ¿A donde deberíamos mirar para poner en práctica un poco de esperanza activa?
Creo que Gaza es el fin de la humanidad. Gaza nos deja claro que el 1% de la población está dispuesto a eliminar pueblos enteros para seguir estando en el poder. No es que los israelíes sean malos —que en general lo son— sino que hay un proyecto de exterminio de los pueblos molestos. Que son palestinos, que son yemeníes, que son zapatistas, nasas, mapuches… Ese es el proyecto, y es un proyecto colonial. La mayor esperanza está en que los pueblos son tan potentes, tan fuertes, que los de arriba necesitan atacarlos para destruirlos y eliminarlos de la faz de la tierra. Los de arriba tienen cierto miedo a los de abajo, esa es la esperanza.

Fuente de la información e imagen: El Salto

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Amigas, tenemos que hablar de la educación pública

La autora critica el vídeo de campaña de Irene Montero, que ensalza la educación concertada en un momento de asfixia de lo público y de movilización de profesorado y personal de los colegios.

¿Qué nos pasa a la izquierda con la educación pública? Irene Montero solo ha necesitado 30 segundos para hacer que se tambalee el voto de muchas personas que apoyamos unos servicios públicos y de calidad, cada vez más cercados y asfixiados. Recortar lo público para favorecer lo que a Irene “la ha hecho mejor persona”, la escuela concertada. No entro en su historia personal, sino en el desatino de una campaña que hubiera sido el escenario ideal para posicionarse a favor de los servicios públicos. Pero sobre todo, y lo que me parece más alarmante, es que nadie del equipo de comunicación de Podemos haya visto ese error tan garrafal, porque eso es estar muy fuera de todo. O quizá demasiado dentro.

Mientras Irene alaba la concertada las movilizaciones de familias y docentes de la pública se multiplican por todo el Estado español. Concentraciones exigiendo medidas de climatización para los centros escolares, con alumnado —de la pública— a 32 grados. Docentes haciendo huelgas, sepultados en burocracia y exigiendo bajar las horas lectivas, la ratios y revertir los recortes de 2011. Solo en Madrid desde 2014 el gasto público en enseñanza privada ha aumentado 7 puntos, hasta alcanzar el 27% del presupuesto total de la educación no universitaria en la región. Qué mal timing, Irene.

Nadie está libre de los cantos de sirena de la concertada, del trabajo por estaciones de aprendizaje, del yogur ecológico y del profesorado con el que eres afín ideológicamente

Pero lo cierto es que no es solo ella o el equipo de comunicación de Podemos. La izquierda o ese amplio espectro que a nivel discursivo defendemos los servicios públicos, tenemos, en la práctica, un problema. Trabajo en un instituto de Usera y siempre dice una compañera que “nuestra” gran batalla perdida es no haber apostado, en nuestro entorno personal, por la educación pública. Pero no es de extrañar. En Madrid llevamos más de 20 años con un gobierno neoliberal que se ha encargado de denostar y torpedear la imagen de lo público desde lo ideológico y lo económico.

Y si has llegado hasta aquí probablemente te reconozcas, como yo, en estas líneas. Tu hijo o hija es especial, diferente. Es sensible y necesita otro tipo de atención. Buscas un centro que trabaje por proyectos, con comedor ecológico, buenas instalaciones, extraescolares estimulantes (ciencia, robótica, teatro) y un grupo de familias con el que puedas compartir inquietudes. Da igual que cada mañana tengas que coger el coche o que nunca estés en el barrio con las familias del cole.

Nuestras hijas e hijos lo merecen todo. Yo también lo pienso. Nadie está libre de los cantos de sirena de la concertada, del trabajo por estaciones de aprendizaje, del yogur ecológico y del profesorado con el que eres afín ideológicamente, con el que va a las manis de Palestina. Y eso que Primaria a veces “tiene un pase”, pero Secundaria ya “es otra cosa”. Y de verdad que a mí me pasa. Sobre todo cuando el equipo directivo del centro público de mi hijo nos pone pegas a las familias para hacer cualquier cosa en el patio o cuando me entero de que en clase han estado a 30 grados y les han puesto (otra vez) una peli.

Moralmente no creo que lo haga mejor. Fantaseo mucho con otra educación, pero también me entra el desánimo cuando sé que la hija de otra amiga no pisará la pública hasta la universidad o leo cómo suben las matriculaciones en la concertada y que cada vez hay menos oferta de institutos públicos en Madrid.

No voy a romantizar la pública. Hay que pelearla mucho y a veces es cansado, pero también es muy bonito y, sí,  beneficia a todo el mundo, sobre todo si queremos ser esa izquierda que apuesta desde la práctica por otros modelos de ciudad, por luchar contra la segregación, porque haya comedores ecológicos en todos los centros públicos, con buenas extraescolares, patios inclusivos, que se trabaje por proyectos o se atienda la diversidad de manera adecuada. Y también es posible en Secundaria.

No es una utopía. Muchos centros públicos, gracias a las familias y la complicidad de algunos docentes y equipos directivos, son referentes en metodologías y proyectos pedagógicos, trabajan la diversidad desde la inclusión, poniendo en valor la riqueza de las aulas con alumnado de distintos orígenes sociales y económicos. Centros que ven que la escuela o el instituto no termina cuando se sale por la puerta. Son centros con familias diversas, que tienden puentes al barrio, que transforman la ciudad. Porque siempre hay una profe afín y siempre hay una familia con la que juntarte a la salida y con la que pensar.

Fuente de la información e imagen:  https://www.elsaltodiario.com

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Gaza: matar a los muertos

Por: Txema García*

Cuando creíamos que la perversión humana ya había alcanzado cotas insuperables con el genocidio cometido por los nazis en la II Guerra Mundial contra judíos, gitanos, homosexuales o resistentes,  cuando pensábamos que el horror tenía sus límites, comenzamos a darnos cuenta ahora que todavía queda margen y existe algo infinitamente peor que todos esos males.

¿Alguien podía imaginarse en la década de los cuarenta del siglo XX a la Fuerza Aérea norteamericana lanzando paquetes de comida a los escasos supervivientes de la espeluznante masacre del bombardeo atómico en Hiroshima y Nagasaki? Pues bien, algo aún más macabro acaba de hacer en Gaza ese mismo país que se reclama adalid de la democracia planetaria.

El espanto acaba de superar todo lo concebible por una mente normal. Como si la maldad de algunos seres hubiera traspasado las fronteras de la perversión más absoluta y llegado a un territorio vacío de sentimientos donde la inhumanidad reinara de forma salvaje. Ahora, en estos tiempos de modernidad y supuestos avances, la barbarie se envuelve en papel de celofán, en regalo envenenado, en comida que te ofrece alguien que luego te va a asesinar a ti, a tu familia o a cualquier otro semejante en cómodos plazos, eso si no te ha exterminado ya antes. Se trata de matar a los que ya están muertos, a su memoria, a los moribundos, a los que no tienen nada para comer y que se sabe a ciencia cierta que van a morir por bombas o por hambre.

¿Solo hay que llevar a Netanyahu y a su Gobierno genocida ante la Corte Penal Internacional o ante otros tribunales? ¿Y sus cómplices?

Lo diré claramente. La actual administración de los Estados Unidos de Norteamérica, con su presidente al frente, son unos criminales a la altura, si no más, de la de Benjamin Netanyahu, a la que defiende y protege, a la que arma y sostiene con todas sus capacidades económicas, mediáticas y militares. Y, claro está, luego se encuentra todo su cohorte de aliados que también le vende armas a ese engendro de Estado genocida que es Israel: Emmanuel Macron (Francia); Rishi Sunak (Gran Bretaña); Olaf Scholz (Alemania); Giorgia Meloni (Italia); Pedro Sánchez (España); Ursula von der Leyen (Comisión Europea)… y, cómo no, sus otros pequeños adláteres como los que nos gobiernan por estos lares, tanto en Nafarroa como en Euskadi.

La colaboración entre todos estos poderes es mutua y clandestina las más de las veces. La máquina de matar en masa ya está engrasada. Y ahora solo nos queda esperar, si los ciudadanos no nos rebelamos y se lo impedimos antes, a que sigan consumando más y más atrocidades. Les bombardean y luego les echan unos pocos alimentos para aquellos “afortunados” que sobreviven a la masacre. Como si fueran animales en un corral esperando su sentencia de muerte. Y si alguno sobrevive, para eso está el Ejército israelí dispuesto a acabar con los que se atreven a encaramarse a un camión para conseguir los restos de un miserable saco de harina a repartir entre multitudes.

Gaza Activestills - 2
Gaza MOHAMMED ZAANOUN/ ACTIVESTILLS

¿Solo hay que llevar a Netanyahu y a su Gobierno genocida ante la Corte Penal Internacional o ante otros tribunales? ¿En serio? ¿Y sus cómplices? Creo que el mundo está perdiendo toda capacidad racional de enfrentarse a estos asesinos en serie. Y no solo me refiero a los antes citados, sino a aquellos que se esconden detrás de los bastidores y que son, en realidad, los poderes reales: ese gran entramado militar industrial de carácter transnacional que se resiste a perder su hegemonía en este nuevo tablero de intereses. Y luego estamos los ciudadanos de Occidente acostumbrados a vivir narcotizados por la droga del individualismo y un consumo despilfarrador y desquiciante, destructivo de la naturaleza y de sus otros seres.

La secuencia histórica de sus crímenes es irrefutable. Ya no se puede ocultar por más tiempo ni lavar su sucia conciencia labrada masacre a masacre, la del exterminio de los pueblos indígenas de la Norteamericana precolombina; la de cambiar y poner gobiernos títeres en todo el mundo, especialmente en América Latina; la de bombardear y destruir países como Vietnam; la de invadir pueblos como Irak o destruir naciones como Libia; o la de azuzar a pueblos europeos a una política atlantista en lugar de establecer acuerdos de convivencia y cooperación en lugar del este belicismo imperante que ahora impulsa la señora Ursula Von der Leyen y toda su panda de secuaces.

Los Estados Unidos son como Israel, el pueblo elegido para cometer cualquier masacre y, además, pretenden quedar impunes

No estamos ya en los tiempos del Plan Marshall, aunque su intención siga siendo similar y se sustente en la misma concepción de supremacismo a la que han de rendirse todos los pueblos y naciones. Los Estados Unidos son como Israel, el pueblo elegido para cometer cualquier masacre y, además, pretenden quedar impunes. Lanzan al aire 38.000 miserables raciones de alimentos para que caigan al fondo del mar o para que más de dos millones de palestinos consumidos por el hambre se las disputen en la antesala de su propia muerte. Luego llegarán con sus bulldozers a sacar su correspondiente provecho de rapiña derivado de todas estas muertes: el negocio de la reconstrucción por parte de sus “fondos buitres” que ya, a buen seguro, se estarán disputando la carroña para reconstruir “asentamientos de colonos” dentro de unos pocos meses.

Occidente, con la Unión Europea y los EEUU al frente: habéis alcanzado las más altas cotas de degradación moral que imaginarse uno puede. Si no os juzga alguna Corte Penal Internacional, sabed que ya gran parte del mundo os ha colocado en la lista de los criminales más execrables.

*Escritor, periodista y miembro de la plataforma Guggenheim Urdaibai STOP.

Fuente de la información e imagen:  El Salto

Foto: Mohammed Zaanoun / Activestills

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Palestina: detalles de resistencias

Por: Jacobo Rivero

La Feria Internacional del Libro de Frankfurt cumplió 75 ediciones el pasado mes de octubre con polémica. La cita más importante del mundo editorial tenía previsto entregar el galardón LiBeraturpreis —que reconoce a autoras procedentes de África, Asia Latinoamérica o el mundo árabe— a la escritora palestina Adanía Shibli (Galilea, 1974) por su libro Un detalle menor.

Según el jurado, la novela, que narra la búsqueda de información sobre una violación grupal cometida por un destacamento militar israelí a una joven beduina, estaba “rigurosamente compuesta” y hablaba sobre “el poder de las fronteras y de lo que los conflictos violentos hacen a las personas”. Pero unos días antes de la entrega del galardón hubo un cambio de criterio y se canceló la concesión del premio. Juergen Boos, cuestionado presidente de la Feria desde 2005, escribió un comunicado en The New York Times explicando la decisión: “Condenamos enérgicamente el terrorismo terrible de Hamás contra Israel. El terror contra Israel contradice todos los valores de la Feria del Libro de Frankfurt”.

Resistencias desde los libros

En el pasado, Boos había justificado la presencia de libros y editoriales próximas a la extrema derecha señalando que, por encima de otras consideraciones, prevalecía la “libertad de expresión”. Por si fuera poco cinismo, la Feria además eliminó de su programación un encuentro abierto al público con la autora y Günther Orth, su traductor al alemán. Desde entonces, Adanía Shibli decidió no hacer declaraciones a los medios de comunicación y dejó que la defensa de su libro recayese en las muestras de apoyo que ha generado en numerosos comunicados, escritos y declaraciones públicas.

Más de mil personas, muchas de ellas también escritoras, expresaron en una carta conjunta su oposición a la cancelación del premio y apelaron a la responsabilidad de la Feria a la hora de “crear espacios para que los escritores palestinos compartan sus pensamientos, sentimientos y reflexiones sobre la literatura en estos tiempos terribles y crueles, no para cerrarlos”. Entre otras firmas estaban las de los premios Nobel de Literatura Abdulrazak Gurnah, Annie Ernaux y Olga Tokarczuk.

Ambientado el inicio de la obra en 1949, un año después del comienzo de la guerra de 1948 y el principio de la Nakba, la novela de Shibli es mucho más que una investigación de una periodista sobre unos hechos con los que se encuentra por casualidad años después. La búsqueda de información, producto de la curiosidad de la protagonista, es una carrera de obstáculos contra sus miedos más íntimos, en medio de la ocupación y el apartheid asfixiante. “Los disparos, las alarmas de las patrullas militares, y a veces los helicópteros, los aviones de combate y los bombardeos, a los que se unen las sirenas de las ambulancias, no es solo que precedan a los boletines urgentes de noticias, sino que, en concurrencia con los ladridos del perro, forman parte del sonido ambiente”. Lo cuenta Shibli en un momento de la trama para describir lo que supone vivir sometidos a una ocupación en la que la vida de las personas palestinas pende del hilo de un gatillo fácil, de una mala mirada, o de una identificación aleatoria. Los ladridos del perro que salpican el relato de principio a fin funcionan como metáfora de un grito sordo de distintas generaciones, de vidas palestinas que no generan reacciones, que no tiene eco, que nadie atiende más que para darle patadas. Un texto incómodo en tiempos de cierre de filas en torno al colonialismo israelí y la brutalidad cotidiana del apartheid. Incuestionables públicamente, por lo visto en Frankfurt, tras los terribles atentados de Hamás el 7 de octubre de 2023.

La editorial Hoja de Lata, editora del libro en España, publicó un comunicado sobre la cancelación del premio a Adanía Shibli. En el escrito señalaban: “La novela por la que fue premiada está basada en hechos reales […] y como hay quien quiere hacernos creer que este conflicto comenzó hace dos semanas, ni Shibli ni su relato convienen”. Un mes y medio después de la polémica, Daniel Álvarez, cofundador de la editorial, apunta para El Salto su opinión sobre lo ocurrido: “Al tratar de acallar a Adanía lo que han logrado es el efecto contrario. Precisamente cuando el premio pretendía dar voz a autoras y autores del sur global no eurocentrista, la Feria ha demostrado su hipocresía suprema”. Un detalle menor, publicado por primera vez en 2016 y en nuestro país en 2019, es un ejemplo claro, señala Álvarez, de lo que se conoce como “efecto Streisand”, un caso de censura que termina ampliando el conocimiento y repercusión de una obra. La versión en castellano va por la tercera edición, con una traducción muy cuidada y fina de Salvador Peña Martín. La editorial asturiana ya había publicado antes Una trilogía palestina, un libro que recoge las tres primeras novelas del escritor y militante marxista Gasán Kanafani (Acre, 1936-Libano, 1972): Hombres en el solLo que os queda y Um Saad. Daniel Álvarez se refiere a él como un “autor totémico”, que destacó tanto por su literatura y sus obras de teatro, como por su pertenencia activa al Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP). Asesinado en Beirut junto a su sobrina Lamis de 17 años con una bomba colocada bajo su automóvil por los servicios secretos israelíes, Gasán Kanafani es un símbolo en la vida de los palestinos, especialmente en muchos campos de refugiados donde el FPLP y varias organizaciones civiles próximas mantienen presencia organizativa.

Si Kanafani es un símbolo presente de la resistencia histórica a través de la palabra y la acción, Adanía Shibli es la voz de una “nueva generación de mujeres” que desde la diáspora están generando una “atención global”, resumen desde la editorial Hoja de Lata

Según la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos en Oriente Próximo (UNRWA en sus siglas inglesas), existen más de medio centenar de campos de refugiados repartidos entre Jordania, Líbano, Siria, Cisjordania y la Franja de Gaza en los que viven más de cinco millones de personas. Lugares donde, en algunos casos, la gobernabilidad sigue dependiendo de comités populares porqu, al ser espacios transitorios, no se celebraron nunca procesos electorales. Si Kanafani es un símbolo presente de la resistencia histórica a través de la palabra y la acción, Adanía Shibli es la voz de una “nueva generación de mujeres” que desde la diáspora están generando una “atención global”, resume el editor de Hoja de Lata.

Un hilo de voz que tanto dentro como fuera de Palestina sigue manteniendo como referencia indiscutible al poeta Mahmud Darwish, auténtico faro literario de las ilusiones y frustraciones del pueblo palestino. Darwish (Al-Birwa 1941-Houston, 2008) expresó en una entrevista el significado último de su trabajo: “La metáfora Palestina es más fuerte y penetrante que la Palestina misma”. Y añadía sobre la relación de la tierra con su escritura: “La parte geográfica de la historia es más fuerte que la parte histórica de la geografía. Al no encontrar mi lugar en la tierra, intenté encontrarlo en la historia. Y la historia no puede reducirse a una compensación de la geografía perdida. Es igualmente un punto de observación de las sombras, de uno mismo y del otro, en un camino humano más completo”.

Esa particular mirada sobre geografía e historia sigue presente en la actualidad, en una atmósfera de metáforas poéticas profundas. En una senda similar se expresa también Basma Alsharif (Kuwait, 1983), artista multidisciplinar y cineasta de origen palestino. Ella desarrolla narrativas visuales compuestas de imágenes sobre la condición humana. En ese recorrido gráfico hay un componente de lectura política global, de trayectoria vital usurpada: el exilio de su familia la alejó de sus orígenes. Basma Alsharif no puede entrar a la tierra de sus padres, que nacieron en la Franja, ni visitar a sus abuelas y parientes. Pero las texturas del afecto y los paisajes perviven a través de su trabajo creativo. Alsharif participó en un encuentro de mujeres de Palestina y Catalunya llamado Tasharuk (Compartiendo, en árabe) que llevaba por subtítulo “género, cultura y resistencias en Palestina”. La finalidad era crear un espacio de convivencia para la “mejora de la capacidad de resiliencia de las comunidades de la gobernación de Nablus, mediante el empoderamiento de las mujeres y la transversalización de género”. Un proyecto de cooperación internacional que se desarrolló entre enero de 2021 y junio de 2022. En la web hay un apartado titulado solidaridad feminista: “El patriarcado es un sistema de opresión global con diferentes expresiones en cada región, y en Palestina se ve reforzado por la ocupación israelí. Las supervivientes de violencias machistas están entre los sectores más vulnerabilizados de la población”.

Desde 2010 más de la mitad de películas realizadas en Palestina han sido dirigidas por mujeres. Basma Al Sharif se muestra contundente sobre su trabajo como cineasta y artista palestina: “Yo no he decidido representar a nadie más que a mí misma, aunque este yo esté lleno de memoria colectiva”

Colonialismo, ocupación y patriarcado van de la mano. Para muestra un botón: durante la primera Intifada (1987-1993) el ejército israelí difundió fotos de mujeres palestinas en los probadores de las tiendas de ropa. Esas imágenes captadas de manera clandestina e ilegal se repartieron en las comunidades como si hubieran sido realizadas en la intimidad en compañía de soldados israelíes. La estrategia militar tenía como objetivo encerrarlas en casa, crear desconfianza y reproches, violentar su condición humana como mujeres palestinas, fomentar una sociedad temerosa de la libertad individual, empujando hacia el círculo cerrado de la familia y la religión la seguridad de sus cuerpos. De entonces a ahora, en ese campo de batalla, sí que han cambiado algunas cosas: según publica Tasharuk, desde 2010 más de la mitad de películas realizadas en Palestina han sido dirigidas por mujeres. Basma Al Sharif se muestra contundente sobre su trabajo como cineasta y artista palestina: “Yo no he decidido representar a nadie más que a mí misma, aunque este yo esté lleno de memoria colectiva”.

Resistencias desde Nablus

Nablus, como Yenin, es uno de los núcleos de población en Cisjordania donde la represión del ejército israelí y la criminalidad de los colonos está siendo más intensa tras el 7 de octubre de 2023. Se cuentan por centenares los asesinatos, detenciones, encarcelamientos y humillaciones. El miedo y la tensión invaden todo. Un estado de ánimo que comenzó con la Nakba, catástrofe en árabe, origen de la historia de Adanía Shibli en Un detalle menor. Diez días después de los ataques de Hamas, y cuando ya sobre Gaza caían toneladas de bombas, la Federación Anarquista de Estados Unidos Black Rose-Rosa Negra entrevistó a miembros del colectivo libertario palestino Fadua (redención en árabe). Una organización de “jóvenes activistas y académicos de dentro y fuera de Palestina” que en la primera pregunta sobre sus características políticas respondían: “Nuestro objetivo es reunir a todas las fuerzas con diversas ideas y tendencias políticas e intelectuales y centrarlas en la lucha contra la ocupación injusta y el pensamiento racista sionista en Palestina. Por eso tenemos buenas relaciones con algunos jóvenes de confesión judía, algunos conversos, algunos musulmanes, cristianos y otros. La idea es que muchos palestinos se oponen a los actos racistas e injustos de la ocupación sionista, pero no encuentran un eje único en torno al cual puedan unirse”.

Las respuestas de estos jóvenes que se definen también como “nueva generación” no atienden a motivos religiosos ni a proclamas revolucionarias basadas en certezas teóricas. Es más sencillo: “Sufrimos porque nos roban las necesidades mínimas de la vida”. Fadua, como la mayoría de movimientos sociales en Cisjordania, es muy crítico con el el gobierno de Mahmoud Abbas, al que acusan de colaboracionista: “La Autoridad Palestina firmó un acuerdo en virtud del cual serviría a la entidad ocupante en materia de seguridad. Es decir, todos los jóvenes activistas palestinos que luchan contra la ocupación sionista de una u otra manera y el ejército israelí no puede detenerlos, la Autoridad Palestina los persigue, los detiene y los entrega a la ocupación, y luego nadie sabe el destino de ese joven o esa joven”.

Resistencias cotidianas

En una entrevista realizada para El Salto por Luna Flores en junio de 2021, Adanía Shibli apuntaba la importancia del lenguaje para situar el contexto de lo que está ocurriendo: “Entre Israel y Palestina no hay un conflicto, hay colonización y ocupación”. Shibli señalaba sobre la relación entre su escritura y la referencialidad de su tierra natal: “Cuando vives en Palestina eres testigo de algo enorme. Asumirlo no es el trabajo de la literatura. Es tu deber como ser humano”. Una amiga palestina de Ramallah definía en una frase cómo vivía la dinámica cotidiana del apartheid: “Exterminio por desesperación”. Un detalle menor va de eso, de una búsqueda de significados que llegan a una misma conclusión: levantarse cada día y caminar en Palestina es un ejercicio de resistencia que afecta a cualquier actividad que en otro lugar del mundo podría ser normal. En ese escenario y con la complicidad de la comunidad internacional, nada ha cambiado, todo ha ido a peor.

En cierta ocasión, un amigo judío antisionista, activista del maltrecho “campo de la paz israelí”, me dijo en Jerusalén sobre los distintos gobiernos de Israel: “Aquí nadie pierde la oportunidad de perder la oportunidad de conseguir la paz”. Netanyahu ha decidido dar un paso más y pasar a la historia como el apóstol de la muerte, el adalid de la deshumanización de todo un pueblo ante los ojos del mundo. En esa letanía de décadas ahora acelerada, con miles de muertes injustas, expulsiones de territorio, encarcelamientos sin juicio, impunidad y racismo sistémico, Palestina se desangra ante la mirada impasible de los gobiernos del mundo, el cinismo de los grandes medios de comunicación, y los ladridos ahogados de unos pocos ciudadanos y organismos que defienden los derechos humanos.

Adanía Shibli continuaba en su novela el párrafo en el que describe el agobio por las patrullas militares, los bombardeos, los helicópteros y el aullar de sirenas de la siguiente manera: “La situación es esta desde hace mucho, mucho tiempo; tanto que quedan pocas personas con vida que puedan recordar los pequeños detalles relativos al modo de vivir anterior, y me refiero a detalles como la lechuga pasada en el mercado de verduras cerrado”. Una realidad a la que la feria internacional del libro más importante del mundo ha dado un portazo y ocultado, para no ser vista ni oída. Ya no les parece interesante “lo que los conflictos violentos hacen a las personas”.

En ese contexto de miserias, más allá del lenguaje de las armas, la resistencia palestina se construye a partir de detalles cotidianos, de seres humanos con miedos, pasiones y deseos. L.Z es jugadora de baloncesto, madre de un niño de siete años y una niña de cuatro. Vive con su familia en Beit Yala, una ciudad cercana a Belén, en Cisjordania. Para ella, jugar en una cancha es olvidar la opresión de la ocupación por unos minutos, en la pista de juego dice que “encuentra la libertad” con sus compañeras. Muchas veces llegan a los partidos después de cruzar check points con horas de espera y tensión para recorrer distancias cortas, donde con frecuencia son violentadas por el ejército y los colonos. Su resistencia consiste en jugar para divertirse, en reivindicar su existencia con un balón en las manos junto a un grupo de amigas.

Hace unos días, L.Z me explicaba cómo les está afectando el genocidio contra la población de Gaza y el asesinato indiscriminado de inocentes en Cisjordania: “Querido amigo, la situación es terrible, estamos tensos y estresados, toda la ciudad está encerrada en sus casas”. Cuenta que hay pánico a controles, cacheos, francotiradores y ataques de colonos armados. También hay pavor a escuchar la radio, mirar las noticias o consultar los mensajes en el móvil. Antes de despedirse con un sentido abrazo y recordar que “lo peor está pasando en la Franja”, termina la comunicación con una declaración de resistencia: “Seguimos adelante”.

Fuente de la información:  El Salto

Foto: Comercio en Nablus de Kanafeh, dulce típico de la zona (Álvaro Minguito)

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Victoria de la campaña de boicot: Puma deja de patrocinar la selección Israelí de fútbol

“Después de años de campaña global, el movimiento de Boicot y Desinversiones (BDS) ha conseguido que Puma deje de patrocinar la selección israelí de fútbol”. Así celebraba la cuenta española de este movimiento internacional la decisión de la compañía de dejar de asociar su marca con el equipo nacional de Israel. Según afirman desde BDS Madrid, “el boicot funciona para debilitar el supremacismo y genocidio israelí”.

Según Puma, un grupo empresarial alemán, la decisión se tomó hace un año y no está relacionada con las llamadas al boicot, que ya eran una constante mucho antes del 7 de octubre. El fin del patrocinio se hará efectivo a partir del año próximo, cuando la tercera mayor empresa de ropa deportiva del mundo dejará de proporcionar la equipación al equipo israelí.

La firma del convenio entre Puma y el Estado de Israel en 2018 provocó una intensa campaña de boicot internacional contra la compañía en la que este movimiento acusaban a la empresa de estar lavando la imagen de un Estado que viola diariamente los derechos humanos de la población palestina y de estar apoyando a los asentamientos ilegales en Cisjordania dado que la Asociación de Fútbol de Israel incluye a equipos de estas colonias.

En las últimas semanas, las movilizaciones contra Puma se han acentuado en diversas ciudades. Desde la compañía, insisten que no hay razones políticas sino solo financieras y estratégicas.

Según el movimiento BDS, los años de “presión ininterrumpida y global” sobre Puma y los daños a su imagen deberían considerarse “una lección para todas las compañías que apoyan el apartheid israelí”. Desde este movimiento global, agradecen a los cientos de grupos de solidaridad de base, atletas y equipos alrededor del mundo que apoyaron la llamada de 215 equipos palestinos para hacer boicot a Puma.

“Esta victoria del boicot es una victoria agridulce mientras continúa la limpieza étnica de los palestinos por parte de Israel. Pero nos da esperanza y determinación para responsabilizar a todos los responsables del genocidio y partidarios del apartheid hasta que todos los palestinos puedan vivir en libertad, justicia e igualdad”, dicen desde el movimiento BDS internacional.

Fuente de la información e imagen:  El Salto


Foto: Familias palestinas se refugian en tiendas de campaña y trabajan para que las tiendas no se desborden de agua y barro en el campamento improvisado alrededor del Hospital Nasser en Khan Yunis. 19 de noviembre de 2021. (Mohammed Zaanoun / Activestills)

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Israel retoma el exterminio en Gaza y deja decenas de víctimas en las primeras horas tras el fin de la tregua

Hasta el final de la última ampliación de la tregua, que expiraba a las siete de la mañana local, han durado las negociaciones para extender la pausa en la ofensiva de Israel contra la Franja. Antes de que acabaran las 24 horas, el gobierno sionista ha lanzado las primeras bombas contra la castigada Gaza. En pocas horas, los muertos se contaban por docenas, según el Ministerio de Salud gazatí.

El ministro de asuntos exteriores qatarí ha socializado su frustración a través de un comunicado difundido en la red X, ante la decisión de Israel de proseguir con los bombardeos, y ha instado a la comunidad internacional a actuar para poner fin a la violencia. Mientras, Irán ha responsabilizado “legal y políticamente” a Estados Unidos y “otros pocos gobiernos que apoyan el apartheid” por el fin de la tregua, y ha retirado a sus delegados en la Cumbre del Clima como protesta por la presencia de Israel. Por su parte, Rusia ha lamentado, a través de un portavoz del Kremlin, que la pausa no se extendiera.

Israel sigue con su política de no aceptar ninguna crítica a su ofensiva contra Gaza, que ya ha causado al menos 15.000 víctimas mortales en la Franja, como demuestra la llamada a consultas de su embajadora en España

Hamás ha acusado a Israel de no aceptar los términos de un nuevo intercambio por el que el grupo liberaría a dos prisioneros israelíes y entregaría los cuerpos de la familia Bibas, víctimas de los bombardeos israelíes sobre Gaza, según sostiene el grupo. Para Hamás, Israel ya estaba determinado a continuar la ofensiva contra Gaza, por lo que no habría aceptado ningún acuerdo. Por su parte, el ejército israelí asegura haber interceptado un cohete lanzado desde Gaza una hora antes de que terminara la tregua.

Israel sigue con su política de no aceptar ninguna crítica a su ofensiva contra Gaza, que ya ha causado al menos 15.000 víctimas mortales. La llamada a consultas de su embajadora en España, Rodica Radian Gordon, después de que Pedro Sánchez expresase sus dudas sobre si el estado sionista está respetando el derecho internacional es muestra de ello.

Mientras, una investigación del medio +972 Magazine señalaba cómo, además de incluir entre sus objetivos todo tipo de edificios civiles para causar terror entre la población, a través de la inteligencia artificial, Israel planifica el alcance de destrucción de sus bombas para causar el mayor daño posible, con el objetivo de que la población civil se rebele contra Hamás. “Todo es intencionado. Sabemos exactamente cuánto daño colateral hay en cada hogar”, explica un miembro de la inteligencia israelí en un artículo titulado elocuentemente “Una fábrica de asesinatos masivos: dentro de los bombardeos calculados de Israel”. Además, ayer, otra investigación, esta vez del The New York Times, afirmaba una tesis que diversos medios y actores han defendido desde que comenzara la ofensiva contra Gaza: que Israel estaba al corriente de los planes de Hamás desde un año antes del 7 de octubre.

Por otro lado, un ataque en Jerusalén Este, ayer 30 de noviembre, en el que dos hermanos palestinos procedentes del Jerusalén ocupado mataron a tres ciudadanos israelíes, ha sido también esgrimido por el gobierno israelí como justificación para continuar su ofensiva masiva contra Gaza. El ataque, que Hamás habría descrito como una respuesta “a los crímenes de ocupación y asesinatos de niños y mujeres en Gaza y en la Cisjordania ocupada”, acabó también con la muerte de los autores, abatidos inmediatamente después por dos soldados fuera de servicio y un civil israelí armado.

Mientras, el ejército sionista continua con sus planes de desplazar a toda la población gazatí. Los flyers instando a los gazatíes a marchar caen ahora también sobre el sur de Gaza. Al mismo tiempo que amenazan a la población para que se dirija hacia Rafah, la ciudad no queda libre de las bombas israelíes, esta misma mañana las FDI atacaban dos edificios residenciales en esta población, matando al menos a cinco personas, señalaba el Ministerio de Salud gazatí. Israel también ha prohibido a los agricultores acceder a los campos cercanos al muro de separación, esto en el contexto de hambruna que los ataques junto al asedio israelí están causando en la zona.

Pero Gaza no es el único frente de la ofensiva israelí, cuyas fuerzas armadas no han cesado de detener a palestinos en Cisjordania, donde Israel habría arrestado al menos a 15 personas en una operación esta noche. Las Fuerzas de Defensa Israelí (FDI) han apuntado en la red X que habrían encontrado “dinero, rifles M-16, material incendiario, y decenas de vehículos ilegales”. Las detenciones por parte de Israel en territorio ocupado superan ya en número a los prisioneros liberados, mujeres y niños, liberados durante la tregua.

Fuente de la información:  El Salto

Foto: En el tercer día de tregua, un grupo de gazatíes se calientan alrededor de una hoguera frente a su casa destruida, al este de Jan Yunis, en la Franja de Gaza. (Wahaj Bani Moufleh / Activestills

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Israel bombardea escuelas y campos de refugiados mientras Gaza se queda sin hospitales

Por: El Salto

Este jueves se vivía el tercer día consecutivo de bombardeos contra el campo de refugiados de Yabalia, el más grande de la Franja de Gaza. En esta ocasión Israel atacaba una escuela y acababa con una treintena de vidas, según los datos aportados por la agencia de noticias palestina WAFA. Esto se suma a las 195 muertes, 777 heridos y 120 personas desaparecidas tras los bombardeos del martes y del miércoles a este enclave de personas refugiadas, según las cifras aportadas por las autoridades de la franja, en lo que podrían ser crímenes de guerra tal y como ha declarado la oficina de derechos humanos de Naciones Unidas. Desde el 7 de octubre la ofensiva israelí ha acabado con la vida de más de 9.000 palestinos y palestinas, según los datos de las autoridades de Gaza.

Por su parte, el ejército de Israel justifica los bombardeos del martes y el miércoles sobre el campo de refugiados para arremeter contra posiciones de Hamas y afirman haber acabado con 50 miembros de esta organización. La escuela atacada este jueves pertenece a la agencia de Naciones Unidas para los refugiados palestinos, UNRWA, que ha informado de que ya han perdido la vida 70 de sus trabajadores y trabajadoras, el mayor número de bajas ocasionadas en un conflicto en tan poco tiempo. “A pesar de las pérdidas, el personal de la UNRWA continúa trabajando las 24 horas del día en Gaza para brindar asistencia humanitaria”, aseguran en la red social X.

14 de 36 hospitales y 2 centros de especialidades de Gaza no funcionan debido a la falta de combustible, así como a los daños, los ataques y la inseguridad.

Según la UNRWA hasta 690.000 palestinos y palestinas se encuentran desplazados de sus casas en 149 de sus instalaciones. “Nuestros refugios tienen casi cuatro veces su capacidad prevista y las condiciones de hacinamiento continúan creando graves problemas de salud y protección”, alerta esta entidad.

Sin asistencia sanitaria

Al tiempo que se recrudecen los bombarderos sobre la población civil y avanza la ofensiva terrestre contra posiciones de Hamas, la OMS alerta: 14 de 36 hospitales y dos centros de especialidades de Gaza no funcionan debido a la falta de combustible, así como a los daños, los ataques y la inseguridad. Entre los hospitales afectados figura el de la Amistad Turco-Palestina, el único de Gaza que trata a pacientes de cáncer, que dejó de funcionar tras quedarse sin combustible y sufrir desperfectos por ataques israelíes estos días, según el Ministerio de Sanidad de la Autoridad Nacional Palestina. En sus instalaciones se encuentran 70 enfermos y enfermas de cáncer que se han quedado sin tratamiento.

Los ataques de las fuerzas israelís han acorralado a los principales centros sanitarios, como el más mortífero hasta la fecha, el que tuvo lugar en el Hospital Bautista de Al-Ahli

Desde la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas calculan que tampoco funcionan el 71% de los centros de atención primaria (51 de 72). Los ataques de las fuerzas israelís han acorralado a los principales centros sanitarios, como el más mortífero hasta la fecha, el que tuvo lugar en el Hospital Bautista de Al-Ahli, que dejó más de medio centenar de víctimas.

El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus ha alertado este jueves de que se han recibido órdenes para evacuar los 23 hospitales que hay en la ciudad de Gaza y en el norte de la franja. “La evacuación forzosa en estas circunstancias pondría las vidas de cientos de pacientes en una situación de peligro”, ha insistido el portavoz de la OMS. “Nos estamos quedando sin palabras para describir el horror que se están produciendo en Gaza”, ha añadido.

En el punto “álgido”

Mientras los combates entre el ejército israelí y milicianos de Hamas se recrudecen y llegan ya a los alrededores de la ciudad de Gaza, Netanyahu ha explicado este jueves, en un comunicado institucional, que lo que él llama “guerra” está “en el punto álgido”. En estos momentos las tropas de Tel Aviv rodean ya la principal ciudad de la franja.

“Hemos cosechado éxitos impresionantes y hemos cruzado las afueras de la ciudad de Gaza. Estamos avanzando”, ha resaltado en una escueta nota. Una acción bélica que ya ha recibido el rechazo entre algunos líderes del sur global. Así, Bolivia ha roto las relaciones diplomáticas con el país, mientras Chile y Colombia llaman a consultas a sus embajadores en Tel Aviv. A estos se ha unido Bahréin, quien retiraba este jueves a su embajador en Israel, además de suspender las relaciones económicas.

“Se está agotando el tiempo para evitar un genocidio y una catástrofe humanitaria”, han declarado un grupo de expertos de Naciones Unidas

Del lado de occidente, los apoyos de la UE y de Estados Unidos permanecen intactos. “Se está agotando el tiempo para evitar un genocidio y una catástrofe humanitaria”, han declarado un grupo de expertos de Naciones Unidas, que han expresado su “horror” ante ataques como los recibidos por el campo de refugiados de Yabalia para quienes representa “un crimen de guerra”. «Los aliados de Israel también tienen responsabilidad y deben actuar ahora para evitar el desastre en la acción en curso”, han apuntado.

Fuente de la información e imagen:  El Salto

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