Por: Mar Pichel.
«Se debe dejar crecer, dejar pensar, dejar hacer, y no intervenir contra el crecimiento, el pensamiento y la acción».
Bajo esa idea, Enriqueta Compte y Riqué fundó en Uruguay el primer jardín de infantes público de América Latina en 1892 y contribuyó de forma decisiva a la enseñanza preescolar pública en el país sudamericano y en toda la región.
Pero el legado de esta educadora va mucho más allá. Algunos planteamientos que aún a día de hoy se consideran revolucionarios ella ya los implantaba en su jardín de infancia a principios de siglo XX, con métodos que resaltaban el individuo y la creatividad de los niños.
Pionera en América Latina
«Sin duda, Enriqueta Compte y Riqué es una de las precursoras de la educación latinoamericana, y sobre todo de la educación de la primera infancia», le dijo a BBC Mundo la investigadora Elizabeth Ivaldi, autora de varios artículos sobre la figura de esta precursora latinoamericana.
Fue en el pequeño país sudamericano donde desarrolló su trabajo en educación preescolar, siendo pionera de la enseñanza pública y laica.
Con solo 19 años obtiene el título de maestra en 1884, cuatro años después viaja a Europa junto con otros dos maestros seleccionados por el gobierno uruguayo.
Durante su recorrido por Bélgica, Alemania, Holanda, Francia y Suiza, la educadora uruguaya entra en contacto con el sistema froëbeliano.
El científico alemán Friedrich Fröbel creó el concepto de kindergarten (jardín de niños) y acuñó el término en 1840. El kindergarten de Fröbel se basaba en un sistema de juegos diseñados para que entendieran los principios sencillos en los que está basado el universo.
Desde el punto de vista del pedagogo alemán, «jugar es la expresión más alta del desarrollo humano. Es la libre expresión de lo que hay en el alma de un niño».
Compte y Riqué incorporó ese pensamiento y tras su regreso a Uruguay funda el primer Jardín de Infantes Público de Uruguay y toda Latinoamérica en 1892, adaptando los principios fröebelianos a la realidad uruguaya.
«Cuando llega a Uruguay, Enriqueta dijo que no iba a hacer una copia, sino que iba a desarrollar un estilo propio de la educación de la primera infancia», explica Ivaldi.
Adelantada a su tiempo
Según un artículo de Ivaldi, las crónicas de la época describen a Enriqueta Compte y Riqué como «una mujer pequeña, de una ternura comunicativa que traspasaba a las personas y a las cosas, y de una voluntad de ideas y de acción que no parecía caber en aquel cuerpo mínimo».
«Dueña de una inteligencia robusta, una memoria asombrosa y una imaginación exuberante se destacaba por su modestia, su desinterés, su enorme bondad. Repudiaba la violencia pero amaba la rebeldía constructiva».
«Enriqueta decía que era preciso saber reír con los niños y sentir simpatía por aquellos que miran, charlan, tocan y desobedecen, en lugar de considerar como mejor alumno al metódico, acartonado, vestido como si fuera un muñeco de escaparate», escribió la experta.
Gracias a sus libros de registro podemos saber cómo eran sus clases. En uno de ellos escribió:
«Creemos haber tratado a los niños como plantas de jardín y no de invernadero. Ellos están expuestos a todas las impresiones del exterior que sufren y combaten bajo nuestra dirección, pero con sus propios esfuerzos; la vida de la escuela solo se distingue de la que vendrá después en que tiene más alegrías y menos contratiempos; pero de ahí se ha de partir poco a poco; entretanto el recuerdo feliz de la infancia queda en el alma como un amparo contra el efecto de futuras tristezas».
En el aula, uno de sus principios era lo que llamó la lección del incidente.
«Le llamaba la lección del incidente a tomar un tema que viera que a los niños les llamara la atención, por ejemplo, un hormiguero en el patio del jardín, y desde allí elaboraba toda una lección, cuando estábamos en la época de las lecciones de los objetos, a partir del objeto el docente dictaba una clase», le explica Ivaldi a BBC Mundo.
«Promovía las vivencias, el escuchar a los niños… posturas que a día de hoy nos resultan desafiantes».
Para la experta «es una mujer muy adelantada a su tiempo, muy inteligente, muy trabajadora, y fue sobre todo una mujer de acción».
Ese se refleja, por ejemplo, en que Compte y Riqué incluso utilizaba la fotografía en sus aulas.
«Tenemos fotografías de esa época, sacadas por ella misma, incluso hay una en la que está ella jugando con unas niñas en la lección de bordado, porque todo esto hay que contextualizarlo en una época, cuando la fotografía no había sido inventada mucho antes, lo que llama la atención».
Una mujer comprometida
Además de crear el jardín de infantes, Compte y Riqué, dirigió un Laboratorio de psicopedagogía que funcionaba en su jardín de infancia y en el que se introdujeron las llamadas Biografías Escolares, en las que se detallaban aspectos del alumno como datos físicos, rasgos de personalidad, desarrollo del trabajo y capacidad mental.
Además, también forma a los primeros maestros especializados en alumnos preescolares.
En 1929 presentó el Proyecto de creación de la Facultad de Pedagogía para cursar las carreras de maestro y de profesor. «Con la Pedagogía tratamos de ejercer influencia sobre el alma, como los médicos tratan con la medicina, de ejercerla sobre el cuerpo para conseguir la sana integridad de sus funciones», escribió.
Ivaldi destaca que además dictó conferencias y cursos especiales, y actuó en casi todos los congresos de educación que se realizaron en América.
Pero su actividad no se detuvo en la infancia y la pedagogía.
También ejerció la presidencia de la Sección Escolar del Consejo Nacional de Mujeres y luchó por el voto femenino en Uruguay.
«La concesión de derechos políticos a la mujer transformará hondamente la condición social de los pueblos. ¿Cómo no es posible concebirlo? Es indudable que será para su provecho, pues los errores de la inexperiencia pronto quedarán compensados por el beneficio que aportarán las cualidades femeninas, al fundirse en un mismo propósito, con las del hombre».
Además, con el estallido de la Guerra Civil en España, su país natal, forma parte de la Comisión para la Paz, y fue defensora de la República y de las libertades.
Ya en sus últimos años, acostumbraba a visitar presos en las cárceles, porque creía que había que apoyarlos.
Afirmaba que «todos los seres humanos nacen buenos y que solo un medio desfavorable llega a apartarlos del bien».
A día de hoy, su jardín de infancia sigue funcionando y lleva su nombre.
En un parque de Montevideo, un monumento recuerda su legado: «A Enriqueta Compte y Riqué -1866-1849- Fundó el primer Jardín de Infantes del Uruguay- Maestra, soñó, creó, realizó con talento y amor una obra imperecedera».
Fuente de la reseña: https://www.bbc.com/mundo/noticias-51676830