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Francia: Anti-elitism algorithm to decide which secondary school Paris pupils attend

Europa/Francia/16 de Septiembre de 2016/Autor: Henry Samuel/Fuente: The Telegraph

RESUMEN: Un algoritmo decide qué escuela secundaria asisten los niños parisinos, en parte, basando su cálculo en su posición social en un intento de abordar el elitismo. Los críticos advierten la posibilidad que podría llevar a multitudes de parisinos a enviar a sus hijos a escuelas privadas. Hasta ahora, la zona de influencia de un alumno francés es el único criterio para decidir a qué escuela secundaria asistirá. Pero a partir de 2017, esta decisión se calculará a través de un algoritmo que también tendrá en cuenta si un niño es de una familia de bajos ingresos. Noticias del sistema informático se produjo días después de que Thomas Piketty, Economista francés estrella y autor del éxito de ventas de capital internacional en el siglo XXI, advirtió que «los alumnos desfavorecidos» están siendo excluidos de los establecimientos «socialmente SELECT» en Francia.

An algorithm is to decide which state secondary school Parisian children attend, in part basing its calculation on their social standing an attempt to tackle elitism.

Critics warn the chance could prompt droves of Parisians to send their children to private schools.

Until now, a French pupil’s catchment area is the sole criterion for deciding which secondary school he or she attends.

But from 2017, this decision will be calculated via an algorithm that will also factor in whether a child is from a low-income family.

News of the computerised system came days after Thomas Piketty star French economist and author of international bestseller Capital in the Twenty First Century warned that «disadvantaged pupils» are being shut out of «socially select» establishments in France.

«The level of social segregation seen in secondary schools is reaching unacceptable heights, notably in Paris,» he wrote in a blog post in Le Monde. The most upscale schools only had 0.3 per cent of its pupils from underprivileged backgrounds compared to 65 per cent on the other end of the scale.

The decision to use the algorithm by Paris’ education chief came just days after the French education minister, Najaf Vallaud-Belkacem, appeared to pour cold water on the idea.

«I think we should break away from the French myth of a global, uniform measurement, a political-technocratic revolution,» he told Le Monde. «I don’t think that an algorithm should be seen as a magic wand» to improve the social mix, he insisted.

Her words followed controversy over a similar computerised system that has been used since 2008 to decide which lycées French high school pupils should attend based on similar criteria.

While defenders of the system insist it has cut «the social segregation index» by 30 per cent, controversy struck in August when it transpired that 83 per cent of this year’s intake to a Paris lycée came from low-income pupils following an apparent glitch in the algorithm.

The lycée algorithm is based on pupils’ preferences, their marks and whether they receive grants for low income families and can send them to the other side of a large catchment area.

François Weil, Paris’ chief education officer, said the calculation would be different in secondary schools as younger children cannot be expected to travel too far from home.

Peep-Paris, a parents’ union, slammed the move, saying: «They want to correct the city’s (educational) policies by displacing children. But they shouldn’t be carrying the can. What I expect from the authorities is to make all state secondary schools attractive so that people want to go to them.»

Mr Piketty warned that the algorithm would only improve the social mix in Paris if it was also applied to Paris’ private secondary schools, which teach a third of the French capital’s pupils. Parents’ howls of protest were totally unjustified, he added, as such establishments all receive huge state subsidies.

Failure to do include them would see an even higher percentage of families send their children to private schools, he warned.

It was unclear on Wednesday whether private schools would be included.

Mr Weil’s office said: «(Private schools) will be included in different ways. We can agree on aims for social make-up, recruitment strategies.»

Le Monde said that suggested that the algorithm would likely not apply to them.

Fuente: http://www.telegraph.co.uk/news/2016/09/14/anti-elitism-algorithm-to-decide-which-secondary-school-paris-pu/

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El caso Eton: cómo las escuelas de prestigio forman a las nuevas élites

Europa/España/28 de Agosto de 2016/Autor: Hector G. Barnés/Fuente: El Confidencial

David Cameron, Boris Johnson, el príncipe Harry, el príncipe William, los actores Eddie Redmayne, Dominic West, Hugh Laurie y Tom Hiddleston, John Maynard Keynes, George Orwell, Guy Burgess y otros 18 primeros ministros británicos. Todos ellos pasaron por las aulas de Eton, el internado privado de más rancio abolengo de Inglaterra, a un tiro de piedra de Windsor y relativamente cercano a Londres. Durante más de cinco siglos, Eton College fue el lugar donde había que enviar a tus hijos si querías que su siguiente paso se diese en Oxbridge (Oxford y Cambridge); en definitiva, era una fábrica de políticos, banqueros, arzobispos, actores de primera fila y figuras del mundo de arte.

La cosa es muy distinta ahora, gracias a lo cual, y máxima lampedusiana mediante, todo sigue siendo igual. Un reportaje publicado en el último número de ‘The Economist’ resulta tremendamente revelador de los cambios que este centro ha experimentado durante las últimas décadas, acorde con el ritmo de la sociedad inglesa, y que ha provocado que una élite deje lugar a otra. Ya no se trata de los viejos OE (‘old etonians’) que pertenecían a la aristocracia y que garantizaban que sus hijos siguiesen sus pasos en las aulas del internado, sino los nuevos ricos que han ocupado su lugar. Eso sí, tan solo hombres, puesto que las chicas siguen teniendo vetado su acceso al colegio.

“La escuela tiene como objetivo educar a la élite, como siempre ha hecho, pero se ha transformado con el objetivo de acomodar a una nueva élite definida por el dinero, su cerebro y la ambición, no el pedigrí, los títulos y sus tierras”, explica el periodista Christopher De Bellaigue, que estudió en el centro durante la segunda mitad de los ochenta. Desde entonces, han cambiado multitud de cosas, pero a simple vista todo sigue igual, con la única diferencia de que hay un poco más de diversidad racial en sus aulas. Todo ello a pesar de los esfuerzos de sus dos últimos directores, Tony Little y Simon Henderson, por convertir Eton en lo que nadie pensó nunca que podría ser: un agente de movilidad social en el cual pudiese estudiar “un niño pobre de una escuela pública del norte o de un centro privado del sur”.

Adiós aristocracia, hola riqueza líquida

Los datos hablan, y nos dicen mucho de cuál va a ser el futuro de las grandes universidades. En 1960, los padres del 60% de los alumnos de Eton habían estudiado en el colegio. En 1994, el porcentaje descendía hasta el 33%, y actualmente se encuentra en un 20%. Es, en apariencia, el resultado de un proceso por el cual la sociedad británica empujó a que el centro ayudase a los jóvenes brillantes de entornos más desfavorecidos a estudiar en él, algo que ocurrió especialmente a partir de 1990, cuando desapareció la Lista de Eton, donde los antiguos alumnos apuntaban a sus hijos para estudiar en el colegio cuando fuesen mayores.

Desde entonces, y a pesar de que el precio de la matrícula ha aumentado a unas 34.000 libras al año (también lo han hecho las ayudas a los estudiantes), el criterio de entrada ha sido el rendimiento académico, y las pruebas realizadas por el centro, cada vez más complicadas. Cada año, unos 1.500 estudiantes aspiran a ocupar las 260 plazas ofertadas. Sin embargo, este cambio del criterio de admisión no ha provocado que la configuración del centro refleje exactamente la de la pirámide social británica (obviamente), sino, más bien, que una élite haya sido sustituida por otra. En primer lugar, porque Eton arrastraba una imagen muy particular y negativa tanto entre la izquierda como en las capas inferiores de la sociedad inglesa.

La diferencia fundamental es que, en las últimas décadas, una nueva élite de alumnos ha irrumpido en las aulas de Eton, a la par que lo hacían en la economía global. Ya no se trata de una cuestión de pobres contra ricos, explica, sino de pobres contra dos clases de ricos, la nueva élite y la vieja élite, “descendiente de las clases altas eduardianas”. Pero la diferencia sustancial es que esta nueva clase global de primer nivel “está probablemente mejor situada para preservarse a sí misma que la vieja”.

¿Cómo se ha producido esa sustitución de una élite por otra? Básicamente, a través de una cada vez más dura competición. Como explica De Bellaguie, “la batalla para entrar en Eton es el primer intercambio en una relación entre padres, niños y el colegio que está caracterizada por las altas expectativas”. En esa lucha por hacerse con uno de los contados puestos, los padres ricos “quieren que sus hijos florezcan y vayan a una universidad excelente, preferiblemente Oxford o Cambridge”. Son los que van a gastar su dinero en las matrículas. Por otra parte, los jóvenes becados, que tienen que demostrar que son merecedores de ese dinero. Y, al fondo del todo, la vieja aristocracia, que reza para que las matrículas no se encarezcan aún más.

Guerra de élites

Lo que ha ocurrido en Eton es una ilustración de la guerra que en las últimas décadas se ha librado a un nivel más global entre la vieja élite y la nueva, surgida bajo el amparo de la supuesta meritocracia. En realidad, como sugiere el reportaje, un disfraz para ocultar la realidad que antes era evidente y que ahora se camufla: que los ricos siguen perpetuando a los ricos en las posiciones de poder a través de muy diferentes mecanismos. Como señala el periodista, muchos padres invierten grandes cantidades de dinero para “preparar a sus hijos sin clemencia, contratando tutores, obligando a los niños a realizar incontables test de razonamiento verbal y no verbal, y enviándolos a clases de oratoria para que aprendan a ser empáticos y chispeantes”. Un factor que los diferencia de esos otros niños de las clases bajas que no tienen dichas posibilidades.

“Un pequeño número de etonianos son pobres; algunos viven modestamente bien; pero la mayoría son tremendamente ricos, según los estándares de la mayor parte del mundo”, explica el reportaje. “Una de las consecuencias de la transformación de Eton es garantizar que los hijos de los muy ricos sigan siéndolo”. En parte, por los mismos y tradicionales mecanismos de perpetuación: “Cuanto más te acercas a la gente poderosa y exitosa, más fácil es que te conviertas en uno”, como ocurrió a Cameron y Johnson, compañeros en el centro.

Pero también se debe al replanteamiento que este colegio de élite ha hecho de su programa educativo. “En los años cincuenta, era haber estado en Eton, más que la educación que recibiste ahí, lo que te preparaba para el éxito”, recuerda De Bellaguie. “Ahora es verdad lo opuesto. Los profesores son soberbios, las instalaciones no tienen igual, los resultados son impresionantes”. Cultura del esfuerzo, actividades extraescolares, ética de trabajo son algunas de las cualidades que se intentan transmitir a los alumnos. De ahí que, después de todos los cambios, Eton siga siendo, siglos más tarde, “uno de los mejores empujones que el dinero (o tu cerebro, o tu ambición) puede darte”.

Fuente: http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2016-08-23/nueva-elite-eton-colegio-privado_1248437/

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