Argentina / 10 de agosto de 2016 / Por: La Nación / Fuente: http://www.entornointeligente.com/
Recientemente fue convocada en esta ciudad una reunión de significativo relieve, en tiempos de la celebración del bicentenario de la declaración de nuestra independencia, con el propósito de encarar la actual problemática de nuestra enseñanza y sus perspectivas de desarrollo futuro, con los auspicios de la ley nacional de educación, cuya sanción cumplirá una década en diciembre próximo.
Se trata del programa denominado Compromiso por la Educación, un imprescindible puntapié inicial para un sistema que, en rigor, desde hace décadas debió haber sido declarado en emergencia y revisado en profundidad. Para ello, el voluntarismo es claramente insuficiente. Necesitamos políticas de Estado de largo plazo, que cuenten con la participación y el apoyo de la más amplia representación política posible. Sólo así se podrá avanzar en soluciones profundas y duraderas que contemplen el futuro de muchas generaciones de estudiantes y no se acoten, como lamentablemente estamos acostumbrados, al tiempo material de un determinado gobierno.
Al lanzar el referido programa, durante un acto al que asistieron el elenco ministerial, 15 gobernadores y ministros provinciales, intendentes, rectores universitarios y embajadores como los de Estados Unidos y Alemania, el presidente Mauricio Macri recordó la Declaración de Purmamarca, aprobada en febrero pasado, cuyo contenido afirma los principios básicos que orientan nuestra educación, entendida como bien público garantizado por el Estado a partir del nivel inicial.
En ese documento se establece el compromiso de mantener un presupuesto equivalente al 6% del PBI, fortalecer los aprendizajes de la enseñanza primaria y promover procesos de evaluación anuales, tanto en ese nivel como en el secundario, a fin de contar con diagnósticos precisos acerca de la calidad de los aprendizajes adquiridos, implementar progresivamente la jornada extendida, asegurar el ingreso y egreso de los estudiantes de la escuela media e impulsar la creación del instituto de evaluación de la calidad y la equidad educativa.
Paralelamente, se tiende hacia la mejora de la formación inicial y continua de los docentes y al fomento de políticas y proyectos de innovación educativa que generen nuevas formas de organización escolar, de trabajo en colaboración, de enseñanza de habilidades y competencias propias del siglo XXI y a espacios de aprendizaje en entornos digitales, profundizando el uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC).
Se propicia, además, la integración de la enseñanza académica con conocimientos de trabajo y producción, alentar iniciativas de cooperación internacional que fortalezcan las políticas educativas, afirmar la autonomía de las provincias y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires relacionada con proyectos acordes con sus necesidades y el logro de la mayor adecuación curricular, afianzando el sistema educativo y sus metas comunes.
El presidente de la Nación ha señalado que ese compromiso constituye una herramienta fundamental para hacer realidad la deseada «igualdad de oportunidades», una sana aspiración universal que en la Argentina se ha visto largamente postergada por no contar con políticas de Estado que la propicien debidamente.
El ministro de la cartera educativa nacional, Esteban Bullrich, ha demostrado estar a la altura de los enormes desafíos que la tarea conlleva, y su gestión viene superando escollos propios de un momento particularmente difícil para el país. Redoblando la apuesta, ha fijado como prioridad la necesidad de construir 3000 jardines de infantes en el país para acercarnos a establecer como obligatorio el nivel inicial de enseñanza, que convoca a niños de tres y cuatro años. Anticipó, además, que a fines de año se dará a conocer un documento cuya mira está puesta ya en el tricentenario de la independencia del país.
Resulta siempre estimulante promover proyectos que revelan tanto inteligencia para anticipar propuestas y previsiones valiosas como voluntad de mejorar el presente. Resta, pues, poner definitivamente en marcha los enunciados partiendo de la base de que, como hemos dicho, nos encontramos en una situación de emergencia educativa inédita en un país cuya educación llegó a estar en los niveles más altos en la comparación mundial.
Los recurrentes conflictos gremiales docentes, que una y otra vez terminan con nuestros alumnos y sus familias como rehenes e impiden cumplir con el mínimo de días de clases previsto, son otro grave indicador de la crítica situación educativa.
Es hora entonces de concertar políticas y de terminar con las peleas estériles donde escasean ideas y sobra improvisación, y que sólo nos han llevado a deteriorar nuestra enseñanza. Es tiempo de plantear las posibles salidas como verdaderas políticas de Estado, volcando todos los esfuerzos de manera eficaz y sin dilaciones, con el único fin de concretar alentadores e impostergables resultados que nos permitan asegurar un futuro valioso para nuestro país en algo tan importante como su educación.
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