Por: Francisco J. Lopez Rodriguez.
El absentismo escolar en España roza el 30%, el doble que en países de la Ocde. Tres de cada diez alumnos faltan un día o más a la semana sin justificar sus ausencias. Las comunidades que están en el grupo con más elevados índices de absentismo son: Andalucía (25,9%), Canarias (27,5%), Murcia (27,1%) y Extremadura (25,6%). Y son precisamente las que peores resultados académicos muestran. En las que tienen mejores notas, por contra, el absentismo es menor, ocurre con Castilla y León (16,9%) y Navarra (18,2%).
España es líder de la Unión Europea en fracaso escolar, con una tasa del 21,9% de jóvenes entre 18 y 24 años que han abandonado prematuramente el sistema educativo, habiendo completado como mucho el primer ciclo de secundaria. Este porcentaje duplica la media comunitaria (11,1%) y está todavía muy lejos del objetivo para España de reducir el abandono escolar al 15% de aquí a 2020, según la oficina estadística de la UE, Eurostat. Junto con España, los países de la UE con mayor tasa de fracaso escolar son Malta (20,4%), Rumanía (18,1%), Portugal (17,4%) e Italia (15%). En el extremo contrario, las menores proporciones de abandono escolar prematuro se registran en Croacia (5,4%), República Checa (5,5%) y Lituania (5,9%). Entre los grandes países de la UE, las tasas de abandono escolar oscilan entre el 8,5% de Francia, el 9,5% de Alemania y el 11,8% de Reino Unido.
Faltar a clase está directamente relacionado con el abandono escolar y el bajo rendimiento académico. Hablamos muchas veces de fracaso escolar. Ahora bien, nos hemos preguntado, ¿cómo combatimos el fracaso escolar en las etapas educativas obligatorias y, en especial, en la ESO y en FP?
El absentismo escolar tiene dos efectos muy importantes, uno, para el propio estudiante, se produce el fracaso y esto supone carecer de una formación que le va a marginar de por vida social y laboralmente y, otro, consecuencias económicas que supone un doble gasto para las administraciones. Como dato de interés, un puesto en la enseñanza pública, según estadísticas del propio Ministerio, supone 6.723 euros y en la enseñanza privada concertada, 2.879 euros. Esto significa que un alumno que repite un año cuesta al Estado el doble, y si multiplicamos por el fracaso escolar actual que hay en España asciende a unos cuantos cientos o miles de millones de euros.
En la educación tiene que intervenir como elemento esencial y requisito, sine qua non, primero, la familia. Los padres deben ser suficientemente autoritarios para supervisar y obligar que sus hijos asistan a los centros y comprueben si es así. Permitir el absentismo escolar o bien despreocuparse de escolarizar a los hijos menores de edad tiene consecuencias graves para los padres/tutores. La Fiscalía de Menores tiene capacidad para actuar si observan las deficiencias manifestadas. En ese caso, la Fiscalía, según la gravedad y circunstancias de los hechos, oficia a la Policía para que informe de los motivos del absentismo escolar y acerca de las circunstancias personales, familiares y sociales de los menores, o bien directamente cita a los padres para tomarles declaración sobre los motivos del absentismo, recordándoles su obligación de escolarizar a sus hijos como mínimo hasta los 16 años.
En segundo lugar, los centros deben tener una máxima preocupación por controlar el absentismo escolar y nada más que se produzca deben comunicarse de inmediato con los padres o tutores. Debe haber una simbiosis de tal manera que busquen entre los padres/tutores/centro una perfecta sincronización para combatir la ausencia. Los centros deben ser responsables subsidiarios, de tal modo que cualquier incidencia, que se produzca de inmediato, debe ser comunicada a las familias. Hay suficientes medios para que esto sea así ya que las aplicaciones de nuevas tecnologías permiten las comunicaciones en tiempo real.
En tercer lugar, las asociaciones de padres deben arbitrar sistemas de «policía» para supervisar aquellos lugares que frecuentan los alumnos, que saliendo del domicilio familiar se dirigen bien a parques bien a determinados establecimientos que suelen frecuentar y que, entre otras aficiones, puede ser compartir cualquier tipo de estupefacientes. Esto, en algún tiempo se hizo, y dio sus resultados cogiendo in fraganti a muchos adolescentes que se habían pirado las clases.
En cuarto lugar, las administraciones públicas, fundamentalmente los ayuntamientos a través de la policía local. Debería haber patrullas «ex profeso» para la vigilancia de aquellos estudiantes que en horario lectivo están fuera del aula. En ciudades pequeñas esto es relativamente fácil. Consta que en algunas ciudades se está aplicando.
Por otra parte, hay que empezar a reflexionar, sobre el coste educativo en España y comenzar a aplicar sanciones como, por ejemplo, no tener acceso ayudas aquellos estudiantes que no tomen interés o bien que recaiga el peso sobre las familias para que sean conscientes de la gravedad que suponer permitir el absentismo escolar.
Pedimos a todos que se reflexione sobre el enorme esfuerzo que la sociedad realiza para que cada uno de nuestros jóvenes pueda tener un puesto escolar. Por supuesto, a nadie se le puede negar, en la enseñanza obligatoria, la gratuidad, es un principio constitucional, pero sí se puede aplicar criterios de sanción porque aquellos que no estudien, que no asistan al colegio, que obstaculizan la formación de los demás, no deben tener las mismas oportunidades. Con los cientos de millones de euros que se arrojan voluntariamente a la basura podríamos mejorar la calidad de la enseñanza, incentivar al profesorado y afrontar con más éxito nuestra integración socio-laboral. La reforma educativa debe empezar por aquí, todo lo demás es pura demagogia porque a la extrema izquierda en este país no le interesa la calidad de la enseñanza, le interesa fidelizar a la juventud que no quiere estudiar para vivir del padre Estado.
Fuente: http://www.diariodeleon.es/noticias/opinion/hay-combatir-el-absentismo-escolar_1160102.html
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