¿Qué es la renuncia silenciosa? Te vi en línea y te escribí

Por Sofía Scasserra

La imagen de un trabajador que comienza joven en un puesto, hace su carrera y se jubila glorioso después de 40 años de servicio está en peligro de extinción. La falta de una estabilidad laboral propia de nuestra época nos vuelve disponibles 24/7.

No sólo hacemos lo que se supone que debemos hacer, sino que también estamos cada vez más ocupados en un mundo que no descansa. Frente a este escenario crece una tendencia: la renuncia silenciosa, una forma de ir “desapareciendo” del entorno laboral, sin iniciativa, sin compromiso, sin respuestas imaginativas.

Un trabajador comienza a temprana edad en un puesto, crece, adquiere conocimiento, hace su carrera y se jubila glorioso luego de 50 años de servicio (¡o más!) con un premio en la mano, una placa de agradecimiento y un brindis con compañeros a los que seguramente les enseñó cómo moverse en la empresa. Una imagen en peligro de extinción.

Se dice que vivimos una nueva revolución industrial, que existen nuevas formas de trabajo. No estoy tan segura de que así sea. Son, más bien, viejas costumbres laborales con elementos novedosos que cambiaron algunos procesos productivos. La introducción de tecnología de forma vertiginosa y masiva resulta disruptiva: nos agregó tareas y simplificó otras, nos resolvió problemas y nos generó nuevas demandas, nos exigió nuevas habilidades y capacitaciones, nos sumió a través de la hipercomunicación a una disponibilidad 24/7. Esto no quiere decir que antes no hacíamos más de lo que nos correspondía, sino todo lo contrario. Tener puesta la camiseta de la empresa significaba también hacer cosas que no eran propias de nuestra labor. Trabajar más, poner más de nosotros y sumarnos actividades fue la cultura del trabajo que nos enseñaron y se promocionó a nivel institucional en los espacios laborales.

A medida que la tecnología avanzaba se sumaban más tareas rutinarias, más informes, más cargas de sistema y más verificaciones. Hoy no sólo hacemos lo que se supone que tenemos que hacer, sino que también estamos cada vez más disponibles en un mundo que no descansa.

Con su llegada a Twitter, el multimillonario Elon Musk echó a la mitad de sus empleados, avisó que debían trabajar más horas y, si era necesario, dormir en la oficina. Hace pocos días publicó un tweet mostrando unas remeras encontradas en un placard de la empresa que decían #StayWoke(mantenete despierto), y entre risas y bromas sugirió cambiarlas por #stay@work (quedate en el trabajo). Evidentemente la cultura de la explotación en la compañía no comenzó con él. Solo la exacerbó.

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Laura corrige exámenes en su casa desde hace varias horas. Es fin de trimestre, llega  exhausta. Todavía tiene que preparar contenidos para la clase de mañana. Por momentos se acuerda de ese chico, Matías, el del segundo banco a la izquierda, que siempre se olvida los útiles. Piensa en ir a comprar algunos y charlar con él para ver si pasa algo en su casa. Necesita un café. Se levanta. En el camino recuerda todo lo que le queda por hacer: cargar informes en el sistema, los presentes de la semana, mandarle un mail a la directora y hacer otro informe, uno interno para la institución. Mira el teléfono, son las 9 de la noche y el Whatsapp de profes está estallado. Alguien preguntó por ideas para una clase y algunos salieron a socorrer. Le cae un mensaje privado.

—¡Hola Lau! Te vi conectada y aprovecho para consultarte algo. Viene el egreso de los chicos de 6to grado, ¿les preparamos algún regalito? Ya estamos con la colación de grados. Quiero que salga bien la ceremonia, ¿pero tendremos que agregarle alguna cosa más personal?

Laura no puede más. Piensa si tan solo pudiera concentrarse en enseñar. No reniega de su trabajo, pero sí de las horas que nadie reconoce ni paga. Y le surge una pregunta: ¿qué pasaría si trabajamos a reglamento?

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Estamos, también, frente a otro cambio importante: la falta de estabilidad laboral es propia de nuestra época. La terciarización, el teletrabajo, la volatilidad del mercado laboral y la puja por la flexibilidad son elementos que nos jugaron en contra como trabajadores y trabajadoras, y nos quisieron convencer de que a esa realidad había que disfrutarla y vivirla en incertidumbre. Existen películas de Hollywood en las que ser despedido no es más que un nuevo comienzo y que lo mejor es lo que está por venir. No nos mintamos: si las empresas buscan precarizar el mercado, necesitan convencernos de que lo mejor que nos puede pasar es el cambio, ser dúctiles y flexibles, ser resilientes y capaces de generar nuestro propio empleo o, de lo contrario, abrazar el salto de empresa a empresa como un plus. ¿Cómo pretenden sostener el compromiso con la empresa y el amor al lugar donde trabajamos si, por otro lado, nos convencen de que el touch and go laboral es lo mejor de la vida?

Hoy estamos, mañana no. ¿De qué sirve comprometerse con una institución que sólo desea descartarnos apenas pueda? Esto comenzó a formar una nueva cultura entre los jóvenes conocida como quiet quitting (en nuestro idioma, renuncia silenciosa). Esto es, trabajar de forma estricta dentro de los horarios estipulados y ejecutar solamente las tareas requeridas. Una forma de ir “desapareciendo” del entorno laboral, sin iniciativa, sin compromiso, sin respuestas imaginativas. Y un círculo vicioso: al trabajar cada vez menos, la demanda será cada vez menor. Esta tendencia comparte muchas características con una forma ya utilizada de protesta sindical: trabajar a reglamento, hacer sólo lo que se nos exige y en los horarios establecidos de forma exigente y taxativa. Esta práctica deja en evidencia no sólo todo lo que realizamos y que jamás se nos reconoce, sino que ralentiza el trabajo haciendo, en cierta medida, inoperativa a la empresa.

Un ejemplo de lucha sindical fue un vuelo de la empresa Iberia que venía para Argentina. Los pasajeros ya estaban listos para el despegue cuando el comandante anunció por parlantes que el vuelo no salía ya que no había cumplido con las 10 horas y media reglamentarias de descanso. En medio de un conflicto entre los trabajadores y la empresa, la medida fue efectiva y llamó la atención de quien correspondía.

La renuncia silenciosa ya es una práctica común en nuestros tiempos. Se estima que en Estados Unidos el 50% de las personas trabajadoras entran dentro de esa categoría. Para las empresas la situación es alarmante, puede significar serios problemas. Existen culpas cruzadas: ¿son los malos jefes que no saben motivar a sus equipos de trabajo y desalientan la participación? ¿O es la generación Z la que debe ser juzgada como una generación de vagos que quieren todo fácil y que tienen una falta de compromiso con sus entornos laborales?

Señalados con el dedo, culpabilizados y preocupados: si la tendencia es la deserción silenciosa, va a ser cada vez más difícil trabajar, hacer equipos, tener espíritu de empresa, comprometerse con los objetivos a perseguir y, finalmente, tener un capitalismo que no para de monetizar nuestras vidas. La pregunta que subyace es: ¿no será que se les fue la mano con la precarización y la rebelión silenciosa los pasó por arriba?

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Ramiro está frente a la computadora en su casa. Quiere cerrar el día pero no puede. Tiene que entregar una ilustración para mañana a un cliente. Sigue dibujando. Sigue perfeccionando su trabajo. Sigue diseñando. Pero el teléfono no para de sonar. Entre chats familiares y de amigos que lo invitan a jugar al fútbol también hay nuevos trabajos, los que consultan por presupuestos, plazos y formas de entrega, los clientes ya fieles que se tomaron la confianza de pedir cualquier cosa y los que reclaman porque no les gustó algo que fue entregado hace semanas. Tampoco falta el que le pide favores, el que quiere que trabaje gratis porque —dice— “te va a servir promocionarte”, ni la invitación a dar alguna charla a estudiantes jóvenes que quieren saber qué tal es dedicarse a esto.

Todo se suma a la agenda. Todo parece hacerlo colapsar. Se acuerda que debería mejorar su página web y darle más bola a sus redes sociales. El trabajo no le falta, pero hay tanta competencia que si uno no se sostiene y muestra una imagen innovadora y diversa, esa suerte rápidamente puede cambiar. Los ojos se le cierran. “¡Bueno, basta!”, piensa, y apaga la computadora con el fiel compromiso de levantarse temprano para terminar y enviar antes del mediodía. Ya sabe que mañana es sábado, pero para el freelancer no existen los fines de semana. No se puede trabajar a reglamento cuando sos “tu propio jefe”. No se puede renunciar silenciosamente. Para la generación de monotributistas no existen formas de protesta sindical.

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La misma revolución silenciosa que se gestó en los puestos de trabajo formales puede jugarnos en contra generando más “emprendedores” que no pueden renunciar a ser explotados 24/7. Si de algo sirvieron estas nuevas formas de emprendedurismo es para generar de nuevo empleados “con la camiseta puesta” para hacer lo que hay que hacer. La oficina virtual no cesa en un teléfono saturado de mensajes y de tareas por hacer. Aunque sea para potenciar el propio trabajo, esa búsqueda de excelencia se debe a un sistema que se plantea como una forma de explotación en un mundo que le ha dado la espalda al trabajo registrado. No somos autoexplotados. Somos explotados por un sistema.

Pero ese no es el camino inevitable. No es la única salida. No es aceptar o morir en el intento. Existen formas de cambiar la realidad, y es a través de más revoluciones silenciosas. En el mundo se está luchando por un nuevo derecho: el derecho a la desconexión digital. Ciertamente vivimos en una cultura de la disponibilidad legitimada con frases como “me clavó el visto” o “te vi conectado y te escribí”: si tenés un teléfono en la mano debés estar disponible para el mundo, donde sea, cuando sea, como sea. ¿No llegó la hora de poner cada cosa en su lugar y reclamar como sociedades el derecho a no estar disponibles? Que yo esté conectado, ¿le da a mi interlocutor el derecho a obtener una respuesta inmediata?

Es necesario empezar a imponernos límites de tiempo y de espacio, tanto para los trabajadores en relación de dependencia como para los autónomos. Hay que recuperar el orden en los nuevos espacios de trabajo virtuales y establecer, también, límites claros en los trabajos a realizar: plazos, formas, intervenciones, correcciones y otros menesteres deben ser fijados de antemano. Si no se puede trabajar a reglamento, deben existir las normas mínimas que permitan escudarse en lo pactado previamente. Y la responsabilidad no puede quedar en manos de individuos aislados. Se necesita organización, promoción y nuevas reglas.

Para el discurso hegemónico empresarial la culpa siempre es del otro: de los malos jefes que no saben motivar o de los empleados que quieren comodidad y la vida resuelta. Nunca se plantean la posibilidad de que el problema sea sistémico y estructural a una precariedad que avanza al ritmo de la extinción del trabajo asalariado. Si se va a poner en jaque al propio capitalismo a través de la renuncia silenciosa, la respuesta no puede ser hacer remeras que incitan a quedarse en el trabajo 24 horas al día, 365 días al año. Al contrario, es preciso humanizar el trabajo, brindar seguridad y reglas claras para combatir la cultura de la renuncia silenciosa. Si quieren que nos pongamos la camiseta, vuelvan a mostrar compromiso, vuelvan a enamorar a la clase trabajadora.

El Estado tiene mucho por hacer. En primer lugar, promover comunicaciones sanas desde la educación inicial. Hoy vivimos en internet, accedemos a nuestros derechos, a un trabajo, a entretenimiento, al consumo y a la información. Hay que enseñar a ordenar ese mundo online desde la educación. Esas comunicaciones saludables se deben promover también en espacios de trabajo, de militancia, de familia, y comerciales, prohibiendo el spam y las llamadas a cualquier horario.

En segundo lugar -y principalmente-, debe combatir esta cultura del descarte de los trabajadores que busca una flexibilización laboral a imagen y semejanza de los intereses corporativos. Las quejas y las líneas editoriales en contra de la defensa de los derechos de los trabajadores serán, en definitiva, para salvar un sistema capitalista que colapsa porque se está comiendo su propia cola. Por eso, y ante estos abusos, la renuncia silenciosa se instala en una generación desenamorada.

Fuente: https://www.revistaanfibia.com/renuncia-silenciosa-te-vi-en-linea-y-te-escribi/

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Necesitamos más humanización en tiempos de COVID-19

Por: Jesús Sánchez

La tristeza, la soledad, el miedo, la incertidumbre y la muerte han cobrado un especial protagonismo desde marzo de este año que está a punto de acabar, y que todos llevaremos en nuestra memoria y en nuestro corazón. Son muchas las cosas que han cambiado en el mundo y especialmente en el terreno de la afectividad, la emotividad y la comunicación humana; sin duda alguna hoy todos valoramos mucho más la salud y la protección de nuestras familias, especialmente la de nuestros hijos y nuestros mayores. Pero nos comunicamos de forma diferente entre nosotros; el teletrabajo, las videoconferencias, los WhatsApp, Twitter y el resto de redes sociales, se han apoderado de la comunicación más “humana”, basada en la cercanía, el feedback de nuestra mirada, nuestra sonrisa y el tacto.

El Coronavirus nos ha robado muchas cosas durante este año. Nos ha robado los abrazos y los besos, pero también la sonrisa que nos vemos obligados a tapar con la mascarilla para protegernos de su contagio; también nos ha robado la posibilidad de estrecharnos las manos o de acariciar a nuestros seres queridos, igual que nos ha robado de forma dramática y cruel, la posibilidad de acompañar a nuestros familiares y amigos cuando están ingresados por la COVID-19, y especialmente cuando mueren en soledad sin que nos podamos despedir como todos quisiéramos.

Pero no nos ha robado las ganas de vivir, de amar, de recordar todo lo positivo de la vida, y tampoco nos ha robado nuestra voz, tan importante en la comunicación humana gracias al tono, el ritmo, el volumen y los susurros.

Todos los años durante las Navidades abusamos demasiado de los mensajes por WhatsApp para felicitar a la familia o a los amigos. Este año, necesitamos potenciar la “humanización” y por ello deberíamos utilizar más el teléfono o las videoconferencias para poder vernos y escucharnos. Y si nuestra sonrisa esta oculta por la mascarilla, fijémonos en la mirada de quien nos habla y analicemos también la nuestra, porque siempre se ha dicho que “los ojos son el espejo del alma” y ahora, lo es mucho más. Se trata de aprovecharnos de los avances de la tecnología de la comunicación, pero sin olvidar la necesidad de humanizarla.

Si algo he aprendido durante estos largos nueve meses, es que es fundamental potenciar la humanización en todos los sentidos; en nuestra vida diaria, en nuestro entorno laboral, con nuestros amigos, pero también con todos aquellos a los que no conocemos. Es cierto que las alegrías son más alegrías cuando se comparten, pero también lo es que las tristezas son mucho menos tristes si se comparten con cariño, porque además de este modo, estaremos contribuyendo a disminuir el peso de la soledad.

Esta mañana hablaba con un amigo y compañero; era mediodía y me decía que estaba paseando con su sobrino y que estaba reflexionando, porque el año pasado y sin pandemia a esa hora, estaría tomando una cerveza con sus amigos, pero este año le daba mucha más importancia a disfrutar con la familia.

Aprovecho desde esta tribuna que me conceden @madridiario y @diariocritico, y especialmente su presidente y amigo @c_mediavilla, para desearles a todas y a todos la máxima salud y felicidad durante estas fiestas Navideñas y que 2021, sea un año lleno de venturas, esperanza y vida, gracias a que todos cumplamos con nuestra obligación personal, ética, moral y solidaria de vacunarnos contra la COVID-19.

¡Ganas de vivir! Es lo que nos dice Constantino Mediavilla en su cuenta de Twitter: “Para que no crean que voy a morirme, me pasa todo lo contario. Sucede que voy a vivirme, sucede que soy y que sigo…, se trata de que tanto he vivido, que quiero vivir otro tanto”. Como hago desde hace muchos años, recordaré una vez más, que “hoy es el primer día del resto de mi vida”, y por ello merece la pena vivirla y disfrutarla con la familia y los amigos, y cada día con más humanización.

Fuente e imagen: https://www.diariocritico.com/opinion/jesus-sanchez-martos/necesitamos-mas-humanizacion-en-tiempos-de-covid-19

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Un hombre puede –y debe– ser feminista

Por: Tomás Loyola Barberis

Repensando desde donde ubicarse y relacionarse los hombres con el feminismo.

 

 Sí. Un hombre puede –y debe– ser feminista. Por supuesto, debemos serlo en el marco que entiende al feminismo como una lucha por la igualdad para mujeres y hombres, erradicando la opresión, la explotación y el sexismo que ellas llevan sufriendo histórica, social y culturalmente a lo largo de los siglos. Pero debemos hacerlo desde la posición que nos corresponde: un papel secundario en una lucha que jamás debemos liderar ni pretender comprender del todo –porque no hemos vivido en nuestras carnes lo que significa ser mujer–, en la que debemos trabajar de forma activa no para ser vistos ni aplaudidos por nuestra descubierta sensibilidad, sino para reconstruirnos a nosotros mismos desde el feminismo, entendiendo que es un proceso que jamás estará completo, porque estaremos constantemente aprendiendo.

De ahí que el hecho de ser feministas no nos convierte ni de cerca en líderes de opinión ni en cabecillas del feminismo. Sería lo mismo que una persona heterosexual pretendiese liderar las reivindicaciones del colectivo LGTBIQ… ¡Imposible! Primero, porque a pesar de su magnífica sensibilidad y empatía, jamás sabrá lo que es sentir miedo de decir “te quiero” o “me gusta esa persona”, o de ir de la mano por la calle con la persona que quiere sin preocuparse por el sitio, la hora o si hay más gente o no; segundo, porque jamás ha sentido ni vivido dentro de su cuerpo las sensaciones, pensamientos o emociones de una persona del colectivo, que no es que sean distintas, pero muchas se viven de forma diferente; tercero, porque no ha sentido la presión de ocultarse o de esconder sus sentimientos… Y podría seguir, pero creo que queda claro el concepto: podemos ser feministas, pero como aliados de la causa; con la idea certera y convencida de que somos apoyo en una lucha que, si bien nos interesa y nos beneficia como personas y como sociedad, no es nuestra y nunca lo será. Al menos no en exclusiva.

Los hombres tenemos algunas ventajas adquiridas simplemente por el hecho de ser leídos socialmente como hombres, por mucho trabajo de equidad que se esté haciendo desde distintos ámbitos de la sociedad. Todavía recuerdo el impacto que me provocó el testimonio de un hombre trans que, desde que comenzó a hormonarse con testosterona, ya no sentía miedo al ir por la calle de noche, porque el temor a una violación se desvanecía simplemente por el hecho de ser hombre. Eso nos demuestra la inmensa labor que tenemos por delante.

Esos privilegios de los que hablábamos podemos constatarlos en muchas experiencias: más libertades para chicos que para chicas, que ellas deben cuidarse más y ser más delicadas, no porque necesariamente lo sean, sino porque es lo que se supone que deben ser; más peligros para ellas en un sistema que permite sin pudor la cosificación de las mujeres, su explotación sexual, donde la prostitución está instaurada como una institución y que, además, es incapaz de erradicar la mutilación, la violencia, el asesinato sistemático, el acoso sexual, entre otras. Pero también se ve en el entorno laboral, en el universitario, en las salidas profesionales, en las carreras escogidas, en el cine, la televisión, los museos, la literatura… Y también lo palpamos en la sociedad y en esos arraigados estereotipos que persisten pese a todos los esfuerzos.

Sobre todo quedan en evidencia en la negación del machismo vigente, en la simulada ignorancia de quien dice no comprender la importancia del lenguaje, de los comportamientos sociales, de la publicidad y de los medios de comunicación en todo esto. Y más visibles son esos privilegios cuando hay personas que hablan de feminazismo como una corriente real, o de la imposición de la ideología –o últimamente también llamada dictadura– de género, una idea aberrante que no hay cómo cogerla, difundida con la única intención de minar, despreciar y desdibujar el motivo por el que estamos aquí: el fin de la opresión machista y del heteropatriarcado.

¿Suena apocalíptico? Seguro que más de alguien ha sentido correr un sudor frío por la espalda. Pero, si quitamos el populismo barato y la visión terrorífica de este motivo que nos ocupa, nos quedamos con algo que realmente no debería tener ningún tipo de contestación: la igualdad y el respeto a los demás sin importar su origen, su expresión, su ser. Es decir, una sociedad en la que los seres humanos tengamos las mismas oportunidades y derechos. Es así de sencillo.

El primer paso para ser un hombre feminista, entonces, es aprender que la lucha no es nuestra y apoyarla. Después, vendría el largo y eterno proceso de desaprender los estereotipos, deshacerse de los privilegios y de enfrentarse a todo lo que se supone y se espera de nosotros por el simple hecho de ser hombres. Y el camino para conseguirlo está precisamente al lado de las mujeres, aprendiendo de ellas y, a través del cuestionamiento interno y compartido, replantearnos todo el sistema vigente para construir uno más equilibrado e igualitario.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=245404&titular=un-hombre-puede-%96y-debe%96-ser-feminista-

 

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España: Huelga feminista 8 marzo 2018 ¿ en qué va a consistir y cuáles son sus demandas?

España/1o de Febrero de 2018/Magnet

Sabemos ya que movimientos feministas de todas partes del mundo están preparando una gran reivindicación para el próximo 8 de marzo. Lo sabemos por leer en prensa frases como «si nosotras paramos el trabajo productivo y reproductivo, se para el mundo» o «ha llegado el momento de romper con este sistema dual y opresor para las mujeres». Se ha hablado incluso de huelga. Una huelga en la que, en principio, podría participar la mitad de la población del planeta.

Como aún hay ciertas dudas sobre cuál será la dimensión y las características de lo que se vivirá el mes que viene, a continuación te dejamos algunas aclaraciones de lo que conocemos a nivel español.

Comisión 8 de Marzo, el eje de actuación español

La huelga feminista prevista para el próximo Día de la Mujer la comanda la Comisión 8 de Marzo. Por lo que nos han comentado fuentes internas de la organización que optan por el anonimato, esta comisión asamblearia «no está registrada, no se presenta como tal», y prefieren que se entienda que quien va a huelga es el «movimiento feminista» en general. Puedes conocer más información sobre esta organización aquí.

Eso no significa que no vaya a haber consecuencias en el entorno laboral. De momento y de manera paralela, los sindicatos GCT, CNTConfederación Intersindicalla mayoría sindical vasca y otros tantos gallegos han anunciado que secundarán la huelga general de 24 horas. Los sindicatos CCOO y UGT también se adhieren, pero con paros parciales de dos horas por la mañana y por la tarde, aunque se irán conociendo más detalles según se acerque el 8 de marzo.

Dl U389158 008Manifestación en Pamplona en apoyo a la víctima de «La Manada».

Como nos adelantan desde la Comisión, si una trabajadora quisiera hacer huelga general pero no perteneciese a ninguno de los grupos citados también tendrá derecho a hacerla, pero «deberá pedir una notificación firmada a alguna de estas instituciones para luego presentarla en su empresa».

Es conveniente recordar que hacer huelga sin seguir los procedimientos adecuadospodría tener consecuencias graves para el trabajador. Fuentes de la Comisión nos garantizan que en #Hacialahuelgafeminista se publicarán materiales divulgativos pormenorizando el proceso de solicitud de notificación conforme se acerquen las fechas de la convocatoria.

Al margen de la huelga laboral, sí hay especificados otros parones desvinculados del trabajo remunerado: la Comisión 8 de marzo ha convocado una huelga de 24 horas estudiantil, de consumo y de cuidados. Ese día las mujeres que se adhieran pararán su «consumo, el trabajo doméstico y los cuidados, el trabajo remunerado y nuestros estudios, para demostrar que sin nosotras no se produce, y sin nosotras no se reproduce».

Marcha Ni Una Menos En Buenos Aires 14Marcha Ni Una Menos en 2016 en Buenos Aires que inició la Huelga Internacional de Mujeres.

La medida no es exclusiva de España, en realidad la huelga tiene un carácter internacional. Este es el segundo año que se constituye esta Huelga Internacional de Mujeres después de que su propuesta tuviese gran éxito en 2016 en Argentina y Polonia y varios países hayan ido sumándose en intención en este año y medio.

En España, la huelga de mujeres de marzo de 2017 fue simbólica, un paro de sólo una hora o media hora, dependiendo de la comunidad, y no secundada por los sindicatos, por lo que hubo algunas personas sancionadas. En cuanto a participación, 49 ciudades llevaron a cabo distintas manifestaciones, convocando distintas plataformas (muchas de ellas vinculadas a la propia Comisión 8 de marzo) y reuniendo en el centro de Madrid a entre 40.000 y 500.000 personas y en Barcelona a 7.000.

En este caso, y a medida que nos acerquemos a la cita del mes que viene, veremos el nivel de apoyo y repercusión de cada protesta por parte del nuestro y otros países.

¿Qué asociaciones son las que engloban esta acción?

Son muchas las entidades que han participado o colaborado con las distintas comisiones 8 de marzo en todo el territorio a lo largo de estos años. Más de cien, según las últimas cifras de El País. Sólo la delegación de Madrid (una de las casi veinte delegaciones territoriales que se han establecido por el momento, a la espera de que sean muchas más) la integran más de 50 colectivos “de partidos políticos, de sindicatos, asociaciones de barrios o de instituciones educativas», según nos dicen fuentes oficiales de la Comisión 8 de Marzo de Madrid.

Tenemos casos similares en Granada (70 organizaciones), Zaragoza (17) o Cantabria (13) de entre la multitud de territorios. Entidades de muy diversa índole que, por sus objetivos comunes, se integran bajo estas plataformas territoriales para hacer fuerza conjunta en la lucha por la igualdad de la mujer.

Asociaciones de mujeres y cientos de asociaciones vecinales en su inmensa mayoría, pero también colectivos LGTB (ALEGA, Towanda), organizaciones políticas (Secretaría de la Mujer del PCE en Aragón, PSOE de Almería, Juventudes Comunistas de Almería, Frente Cívico de Andalucía, IU de Cantabria, PRC), sindicatos (CC.OO. Cantabria, Surgente Jóvenes. U.G.T, Coordinadora Sindical Estudiantil C.S.E), grupos ecologistas (Ecologistas en Acción), anticapitalistas (Izquierda Anticapitalista Revolucionaria, Unión de Juventudes Comunistas de España, Jornadas Anarcofeministas) y antirracistas (Movimiento Contra la Intolerancia, Red de Mujeres Latinoamericanas y del Caribe) e incluso asociaciones de hombres por la igualdad de género (AHIGE, Hombres por la Igualdad).

Son también, en casi todos los casos, los mismos actores que se suelen movilizar en cada municipio cuando quieren realizar reivindicaciones en favor de la mujer, desde la lucha por los derechos de las trabajadoras de la limpieza hasta una manifestación en favor de Juana Rivas.

Sin embargo, y como mantienen desde distintos órganos del Colectivo 8M consultados por Magnet, los participantes de esta convocatoria participan «a título individual y no como representantes de esos grupos».

Es decir, que aunque desde la propia comisión recojan de forma oficial los colectivos a los que pertenecen las participantes de los encuentros estatales y que distintas comisiones de cada región estén normalmente integradas por varias organizaciones como las ya nombradas, la Comisión 8 de marzo actuaría durante la jornada de huelga de 2018, según sus fuentes, como grupos de trabajo de mujeres diversas y no en representación de colectivos.

Si quisiéramos entonces valorar el apoyo que recibe la Comisión en base a los sujetos movilizados sólo de cara a la próxima huelga, podríamos dar por buena la cifra de 400 mujeres del último encuentro estatal de la organización.

¿Qué se reivindica en esta huelga?

International Women S Day In Egypt Flickr Al Jazeera English 113Manifestación del pasado 8 de marzo en El Cairo.

Este es el apartado en el que más queda por hacer. Después de que la Comisión hiciese pública su convocatoria de huelga en el encuentro de Zaragoza de hace un par de semanas aún no tienen redactado un manifiesto, aunque sí un argumentario, como vemos en su web. Desde 8 de Marzo nos comentan que todavía están trabajando en cada nueva asamblea en la que se dan cita para conseguir más adhesiones y poner en común las demandas definitivas.

“Aunque tampoco lo firman como tal”, como nos dicen de la organizacion, todas las personas y colectivos que integran la huelga «están conformes con este argumentario».

Según afirma la Comisión de contenidos, a medida que nos acerquemos al 8 de marzo sus reivindicaciones serán más concretas.

Un «hueco para todas» desde el marco anticapitalista

En él nos encontramos con cuatro grandes apartados, Economía, Cuerpos, Fronteras y Violencias. En cada una de sus 53 demandas hay reivindicaciones generales, otras muy precisas y otros epígrafes que sirven más como crítica de la situación de la mujer que como punto que especifique soluciones.

Dl U302883 003Rita Maestre en el pasado 8 de marzo.

Casi todos los apartados abordan reivindicaciones tradicionales y generales del movimiento feminista, pero, si estamos hablando de mínimos comunes con los que pueda identificarse toda persona feminista, nos encontramos con ciertos puntos discutibles, como son:

  • “Resignificar el trabajo valorizando los trabajos que generan bien común eliminando los que destruyen estos objetivos”.
  • “Que se inviertan las tablas salariales penalizando los trabajos inútiles o indeseables que solo generan beneficios monetarios”.
  • “Facilitar una cultura que, frente a los modelos individuales de éxito, facilite lo comunitario, las relaciones vecinales, la gestión participativa y el uso compartido de bienes”.

Es decir, que incluyendo esos puntos en el argumentario estaríamos ante unas propuestas anticapitalistas que atacan algunos principios de los feminismos individualistas o liberales y del mainstream, dos de entre las 18 grandes corrientes que pueden encontrarse en la historia del movimiento. De los grupos políticos asociados a las distintas comisiones que ofrecen públicamente sus datos, hemos encontrado formaciones regionalistas y algunas delegaciones regionales de PCE, IU, PSOE o Podemos, pero no así de PP o Ciudadanos en ninguno de los casos.

No está de más recordar que en el feminismo, un movimiento policéfalo y que ha vivido y sigue viviendo un gran debate crítico en su seno en multitud de aspectos ideológicos, parece muy difícil llegar a acuerdos y reivindicaciones conjuntasque satisfagan a todos y todas. Pero sí podría ocurrir que, aunque la comisión defienda que “hay un hueco para todas” en la protesta, una parte del feminismo multitudinario actual, ese que no se sienta tan identificado con reivindicaciones de izquierdas, se sienta desplazado ideológicamente en esta convocatoria.

Como matizaba Patricia Reyes, diputada de Ciudadanos que se identifica como feminista liberal, “el feminismo también nace de las ideas liberales, de la Ilustración, donde nos empezamos a plantear que tenemos los mismos derechos”. “El capitalismo ayuda a que la mujer se incorpore al trabajo y aparezcan las clases medias”, ha afirmado. La respuesta clásica a este argumento por parte la otra parte del debate es que si el feminismo busca acabar con las desigualdades que genera el sistema económico actual (un sistema que perjudica especialmente a los pobres del mundo, en su mayoría mujeres), hay que acabar con él o como mínimo subsanar sus errores. “Se puede ser feminista liberal, pero esto no ayuda a la mayoría”, que ha dicho la feminista y activista Beatriz Gimeno.

Punto por punto, qué recoge el argumentario

Contenidos

Desde la Comisión están a favor de la soberanía alimentaria, de la laicidad, de la reformulación del sistema organizativo y económico y también de que se transversalice la perspectiva de género en todas las disciplinas. Están en contra del extractivismo, de los tratados de libre comercio, de la explotación, de las fronteras y de las guerras; piden que se derogue la Ley de Extranjería y que se boicoteen los productos con “tasa rosa”. Otras de las reivindicaciones más concretas de su argumentario son:

  • Erradicar las violencias «para tener una vida libre de violencia y construir un mundo en el que vivir sin miedo a ser asesinada, violada, explotada, acosada o perseguida».
  • Que se elimine «la brecha salarial de género y alcancemos condiciones laborales de contratación, promoción y remuneración dignas (no nos basta la equiparación con las condiciones precarias de los hombres)».
  • Que se reconozca el valor del trabajo doméstico y de cuidados y que «sea asumido como una responsabilidad de todos y todas, de la sociedad y del Estado».
  • Eliminar el aborto del Código Penal, hacerlo libre, seguro y gratuito y que «se reconozca como un derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo y su maternidad».
  • Que en los procesos de selección de personas de empresas se incluya «la ‘entrevista ciega’, en la que el único referente es la capacitación de la persona para cubrir el puesto de trabajo, no su sexo, edad, o condición».
  • Que se solucione la crisis ambiental en todas sus manifestaciones «y se enfrenten los daños diferenciales que provoca a las mujeres (pobreza energética, alteradores endocrinos)».
  • Que se defiendan «diferentes modelos de familia y proyectos de vida», así como que se «despatologice la transexualidad» «Para que las lesbianas, bisexuales y trans y otras personas disidentes sexuales y/o de género podamos expresar libremente nuestra identidad y sexualidad, teniendo un pleno reconocimiento de nuestros derechos sexuales y reproductivos».
  • Cerrar los CIEs «para conseguir cambios en un sistema penal patriarcal, clasista y racista y que priva de libertad a una gran cantidad de mujeres».
  • Que se derogue el Real Decreto 16/2012 «para que las mujeres migrantes en situación administrativa irregular podamos acceder a la atención sanitaria pública».
  • Que «el Estado español reconozca su responsabilidad al figurar entre los principales países de destino de las redes de trata tomando varias medidas, entre ellas la admisión, tramitación y declaración de solicitudes de asilo en el marco de la Convención de Ginebra y del artículo 59 bis de la Ley de Extranjería».
  • Defender una educación «pública, laica y con currículos feministas donde se transversalice la perspectiva de género en todas las disciplinas».

Con lo que hay de momento definido por su propuesta no podemos prever si la próxima huelga del 8 de marzo tendrá relevancia, especialmente desde el punto de vista sindical, pero sí se están haciendo esfuerzos por trascender la dimensión simbólica del año pasado y trasformar en algo efectivo ese creciente apoyo que el movimiento feminista vive en su seno a día de hoy.

Será a partir de las próximas acciones de la comisión y el aterrizaje definitivo de sus propuestas con lo que podremos calibrar mejor la capacidad de consecución de sus objetivos.

Fuente: https://magnet.xataka.com/en-diez-minutos/huelga-feminista-8-marzo-2018-en-que-va-a-consistir-y-cuales-son-sus-demandas

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