Educación ‘online’ frente a presencial: no hay lugar como la escuela para aprender

Educación ‘online’ frente a presencial: no hay lugar como la escuela para aprender

La exigencia educativa choca muchas veces con las numerosas brechas digitales que existen. A la vez que la convivencia promueve enseñanzas y aprendizajes valiosos para nuestras vidas.

Por Pedro M. Sasia, Universidad De Deusto Y Galo Bilbao Alberdi, Universidad De Deusto

De entre los ángulos de análisis que nos ofrecen estos tiempos de pandemia, es necesario detenerse en uno que, para quienes nos dedicamos al mundo de la educación, ofrece sus propios matices. De forma súbita, en medio del curso académico, hemos tenido que cambiar la manera de relacionarnos con nuestro alumnado, con nuestros compañeros y compañeras y con la organización a la que pertenecemos, pasando a ejercer como “teledocentes” a tiempo completo.

Todo esto ocurre en el marco de una escalada competitiva en la que está sumida ya desde hace tiempo la inmensa industria del conocimiento. Una industria que convierte en prioridad la diversificación de la oferta de productos formativos en formato online. La tendencia está ahí: la impulsa el mercado (muy especialmente los productores de contenidos y aplicaciones), la asumen las instituciones educativas, la apoyan los gobiernos y la demanda un determinado perfil de cliente-alumno.

Lo mejor y lo peor de la tecnología educativa

Las posibilidades que ofrecen las plataformas digitales pueden ser excelentes ayudas en determinadas situaciones. En las circunstancias actuales, están haciendo posible que mantengamos la actividad docente con los centros educativos cerrados, obrando el milagro de la “presencialidad remota”. Y lo hacen en unas condiciones que el alumnado parece aceptar sin problemas al adaptarse con naturalidad a su condición de nativos digitales.

Sin embargo, considerando el evidente carácter siempre ambivalente de la tecnología, no podemos dejar de atender los aspectos negativos que comporta. Empezando por las condiciones materiales para desarrollar nuestra actividad, nos damos cuenta de que es necesario disponer en nuestros hogares de ciertos recursos (conocimientos, equipos, aplicaciones, ancho de banda…).

Esta exigencia choca muchas veces con las numerosas brechas digitales que existen incluso entre nosotros, casuales habitantes del llamado primer mundo.

La rapidez es contraria a la reflexión

En segundo lugar, comprobamos nuevamente cómo las características esenciales de muchas de las tecnologías empleadas –-como la rapidez o la inmediatez– en numerosas ocasiones se articulan muy problemáticamente con la reflexión, la corrección de la expresión, el rigor y la lentitud -–sí, la lentitud– necesarias en la tarea educativa.

Aprender necesita de un contexto

Un tercer aspecto surge al recordar que procesos tan propiamente humanos como la enseñanza-aprendizaje están necesariamente acompañados de un contexto, de unas circunstancias, de una infinidad de pequeños detalles de todo tipo. Elementos que solo existen en el espacio físico y que son los que dotan a este proceso de pleno sentido y significado, al contener una parte imprescindible del proceso de interacción y comunicación.

Existen otras consecuencias posibles, como las que derivan de los nuevos entornos digitales en muchos de nuestros derechos como la privacidad o la propiedad. Baste aquí al menos con subrayar una evidencia que en el terreno educativo tendemos a olvidar: lo virtual no puede nunca sustituir a lo real. Incluso sin entrar en la valoración sobre su mayor o menor calidad, al menos reconozcamos que es incomparable, que es otra cosa distinta y, por tanto, nunca lo sustituirá adecuadamente.

No todo tiene una solución tecnológica

Finalmente, recordemos que, más allá de discrepancias concretas, esta situación aporta un nuevo elemento aplicable a muchos otros aspectos del desarrollo humano. Es importante huir una vez más del “solucionismo tecnológico”. Del evidente peligro de suponer que los problemas sociales se pueden resolver con soluciones exclusivamente técnicas.

En estos días lo vemos con mucha claridad: hay elementos no directamente vinculados a la técnica que resultan imprescindibles, como la disposición personal, la responsabilidad profesional, la ética empresarial o la legitimidad política.

Ojalá podamos recuperar la sociabilidad perdida cuando las circunstancias así lo permitan. El espacio físico que nos rodea, la sensación de formar parte de un grupo, los juegos de miradas y gestos, las constantes interacciones humanas son oportunidad siempre de enseñanzas y aprendizajes valiosos para nuestras vidas. Todo ello, y mucho más, está en juego.

De todos nosotros, personas e instituciones llamadas a ejercer responsablemente nuestra labor docente, depende. Será tarea nuestra que, tras esta experiencia, se siga reivindicando la interacción directa, real, como el modo más adecuado, aunque costoso y exigente, de una relación educativa. Ojalá podamos repetir aquello de que no valoramos lo que tenemos hasta que lo hemos perdido. Y, ojalá también, podamos tener la oportunidad de recuperarlo.The Conversation

Pedro M. Sasia, Profesor investigador en ética organizacional, Universidad de Deusto y Galo Bilbao Alberdi, Profesor de Ética. Investigador del Centro de Ética Aplicada, Universidad de Deusto, Universidad  de Deusto.

Fuente de la Información: https://www.prensalibre.com/vida/salud-y-familia/educacion-online-frente-a-presencial-no-hay-lugar-como-la-escuela-para-aprender/

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España: Los nativos digitales no existen, todo es aprendizaje, según un estudio

Redacción: Magisterio

No hay nativos digitales, los adolescentes adquieren sus habilidades digitales a través del aprendizaje informal, según un estudio llevado a cabo por investigadoras del Departamento de Comunicación de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) de Barcelona.

El trabajo, que publica la revista Learning, Media and Technology, ha sido elaborado por María José Masanet, María del Mar Guerrero Pico y María José Establés, y se enmarca en el proyecto Transmedia Literacy que dirige Carlos Alberto Scolari, investigador y docente de la UPF.

La investigación, realizada en diferentes países de Europa, América Latina y Australia, ha revelado que, más allá de la creencia hasta ahora mantenida del concepto de “nativo digital”, los adolescentes adquieren sus habilidades digitales a través del aprendizaje informal en entornos digitales.

Las investigadoras han identificado las habilidades transmedia que tienen los adolescentes y cómo aprenden a usarlas y han descubierto que unos tienen más habilidades de carácter performativo relacionadas con los videojuegos y otros, en cambio, en gestión de contenidos en las redes. “Pero las tienen en diferentes grados, es decir, hay adolescentes que tienen muchas competencias de producción de fotos y vídeo, y otros tienen en gestión de personas, por ejemplo”, ha comentado Masanet.

Según el trabajo, la adquisición de estas habilidades está condicionada por las “motivaciones, actitudes y contexto” en que se encuentran los jóvenes y el canal YouTube aparece como una “fuente clave de información y aprendizaje” de estas habilidades entre los adolescentes españoles.

Las conclusiones del estudio muestran que para adquirir las habilidades transmedia los jóvenes confían principalmente en estrategias de imitación y en las de aprender enseñando. Por eso, las investigadoras descartan “el mito del nativo digital” y proponen el concepto de “aprendiz digital” para aquellos adolescentes que han nacido y crecido en un entorno mediático que les ha proporcionado un espacio digital para aprender y adquirir las habilidades transmedia.

Según las investigadoras, los “aprendices digitales” siguen modelos tradicionales de aprendizaje pero lo hacen en nuevos espacios (principalmente virtuales) y con nuevos actores (amigos, influencers, etc.). “Se trata de un aprendizaje colaborativo, complementario al escolar, aunque en ningún caso se convierte en un sustituto”, han destacado.

Fuente: https://www.magisnet.com/2019/07/los-nativos-digitales-no-existen-todo-es-aprendizaje-segun-un-estudio/

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