Los trucos del discurso

Por: Carolina Vásquez Araya

El tráfago incesante de información nos tiene al borde de un total escepticismo.

El mundo se encuentra sumido en una lucha solapada, en cuyos frentes no existe el fuego ni se observa caer a las víctimas. Es un escenario producido para desconcierto de los más avispados y estructurado de tal modo, que identificar a los verdaderos contendientes resulte una tarea imposible. Apoyado por un sistema de tecnología de punta a cuyos entresijos jamás podremos acercarnos los seres normales, se invaden nuestros espacios físicos, nuestras percepciones de la realidad y nuestra capacidad de comprensión ante un cuadro plagado de trampas conceptuales. Las relaciones humanas también han entrado en ese juego perverso de suposiciones y miedos fabricados a propósito, dificultando aún más la tarea de practicar la sensatez.

Quizás nuestra dependencia de la tecnología y las comunicaciones globales nos haya quitado una buena parte de la capacidad de análisis, esa habilidad que en las buenas universidades nos enfrentaba a la tarea de separar -intelectualmente- la paja del grano. Hoy estamos condicionados a tragar la píldora entera de aquello elaborado por los más sofisticados centros de poder, con el propósito de creer. Así, simplemente. Creer en verdades sobre las cuales nada nos consta. Creer en la bondad de los “buenos” y en la maldad de los “malos”, sin acercarnos siquiera a las fuentes de esas certezas, tal como Hollywood nos hacía creer en un mundo bipolar, en donde el bien estaba siempre de un solo lado.

Es probable que en nuestro adn esté grabada esa urgencia de creer, por la facilidad con la cual solemos responder a los trucos del discurso. Cuestionarlo todo se considera un signo de rebeldía incompatible con los valores sociales y la buena conducta cívica. La obediencia se impone como conducta ejemplar desde las instituciones consideradas “nobles”, como las doctrinas religiosas y las castrenses, desde cuyos centros se santifica la sumisión y la guerra. En ambos, el heroísmo se vincula a la muerte. La guerra, entonces, se transforma en un acto rayano en la divinidad.

Este sistema de imposición ideológica en el cual se han sumido los hemisferios del planeta, solo produce víctimas. El dominio de las comunicaciones, con su cauda de pérdida de confianza en la verosimilitud del discurso y de la información periodística, se ha convertido en una de las peores formas de la dictadura. Mientras nos cuentan la historia de la libertad y la democracia, nos quitan la libertad de acceder a esos valores supremos, imponiendo sistemas de inequidad y sometiendo a los pueblos a regímenes carentes de oportunidades, condenados a sostener la pirámide del poder.

El enigma planteado para el futuro de la Humanidad resulta, entonces, imposible de descifrar. Cuando un solo hombre -como es el caso de Elon Musk- tiene la capacidad material para ofrecer acabar con el hambre del mundo utilizando su fortuna personal, deberíamos ser capaces de analizar ese hecho con la sagacidad suficiente para distinguir su monstruosidad implícita y no admirar semejante acaparamiento de la riqueza. Programados para creer en la palabra de quienes poseen mayor poder y en quienes reproducen sus discursos, en el fondo sabemos que este universo comunicacional es reflejo del mundo concreto, con sus verdades y falsedades, con sus ventajas y riesgos. Aprender a navegarlo es un ejercicio nuevo y complicado, sobre todo por ser un recurso inevitable de supervivencia.

Distinguir la verdad entre tanta falsedad es un recurso elemental de supervivencia.

Fuente de la información e imagen: www.carolinavasquezaraya.com

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Escepticismo, negacionismo y “puntillismo vacunal”

Por: Leonardo Díaz

No son solo posturas teóricas erróneas; constituyen graves afrentas contra lo que Aristóteles denominó la amistad cívica.

El esfuerzo internacional de las administraciones sanitarias por lograr la denominada “inmunización de rebaño” contra la COVID-19 confronta un problema: la disposición reacia a vacunarse.

Una de las actitudes que provocan dicha reacción es el negacionismo antivacuna. No debe confundirse con el escepticismo, una actitud saludable de cuestionamiento ante la falta de evidencias científicas. Por ejemplo, es razonable dudar de los resultados de una vacuna que no ha sido el producto de un proceso riguroso de contrastación. Ante la falta de evidencias, o si se tienen datos insuficientes para poseer el conocimiento fundamentado de un fenómeno, debemos ser escépticos.

Por su parte, el negacionismo antivacuna es indiferente a las evidencias científicas. Es una actitud emocional que lleva a las personas a creer que las vacunas generan un efecto dañino en el organismo humano, obviando los resultados de los estudios científicos que muestran la eficacia de las mismas para prevenir enfermedades.

El negacionismo antivacuna no constituye un movimiento doctrinal homogéneo salvo en el hecho de agrupar a personas que consideran las vacunas como dañinas a la salud.

A veces, los partidarios del negacionismo antivacuna aluden a razones religiosas para defender su causa, pues consideran que las mismas interrumpen procesos naturales establecidos por Dios; en otros casos, el negacionismo se da la mano con una adhesión a la teoría de la conspiración de las vacunas. Según esta, los organismos de salud, las comunidades científicas, las farmacéuticas, y por supuesto, Bill Gates (ninguna teoría de la conspiración es completa si no incluye al cocreador de Microsoft), forman parte de una red conspirativa que orquesta un macabro plan para lesionar a la humanidad inoculando un líquido maligno a través de las venas.

El negacionismo antivacuna es indiferente a los datos científicos, pues entiende que los mismos constituyen parte de una estrategia de las élites para engañar a la población. Además, la actitud negacionista es reacia al diálogo racional, a un proceso de discusión lógico argumentativo.

Pero no solo se puede ser reacio a la vacunación por indiferencia a los datos, sino también, por malinterpretarlos. Este es el caso de lo que el divulgador científico Javier Sampedro denomina “puntillismo vacunal”.

(https://elpais.com/ciencia/2021-02-26/los-puntillosos-de-la-vacuna.html).

El término puntillismo proviene del arte. Se refiere a una técnica neoimpresionista liderada por el pintor francés Georges Seurat, a fines del siglo XIX, consistente en configurar una obra de arte a partir de puntos muy pequeños.

Por analogía, Sampedro toma el concepto de puntillismo para referirse a las personas “quisquillosas” con las vacunas, reacias a colocarse las que consideran de baja calidad. El puntillismo vacunal viene a ser, entonces, una actitud esnob -además de desconsiderada hacia los millones de seres humanos que no tienen acceso a ningún tipo de vacuna por vivir en condiciones de pobreza- donde la persona considera indigno o inseguro colocarse una vacuna cuya eficacia está en un 70% porque existen otras que llegan al 90%.

En esta actitud existe un problema de interpretación. El puntillista vacunal piensa que los valores de eficiencia de las vacunas son absolutos y, si una vacuna tiene un 90% de eficiencia, significa que es 20 veces más eficiente que una que tenga un 70%. Pero los valores deben interpretarse en relación con una serie de variables muy situacionales que pueden afectar en un momento determinado, o que pueden afectar a una persona y no a otra. Por ejemplo: la carga viral, el sistema inmunólogico del inyectado, entre otros factores.

Entonces, ¿Por qué vacunarse? La respuesta a esta pregunta incorpora un supuesto ético que confronta al individualismo. Se suele pensar que nos vacunamos contra la COVID-19 buscando inmunizarnos contra el virus un 100%. Realmente, nos vacunamos para reducir los riesgos de contagio, para intentar reducir al mínimo las probalidades de daño colectivo.

Mientras más integrantes de una población no estén vacunados, hay mayor probabilidad de que muchas personas de esa población se contagien y enfermen gravemente, independientemente de que yo salga ileso. Es la misma razón por la que usamos mascarillas, por un acto de solidaridad. El negacionismo y el puntillismo vacunal no son solo posturas teóricas erróneas; constituyen graves afrentas contra lo que Aristóteles denominó la amistad cívica, el vínculo que nos une a un proyecto de ciudadanía común.

Fuente:  https://acento.com.do/opinion/escepticismo-negacionismo-y-puntillismo-vacunal-8919376.html

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IRLANDA Los académicos tienen poca confianza en la gestión universitaria – Encuesta

Europa/Irlanda/

Escepticismo sobre el plan del Gobierno para construir el «mejor» sistema educativo en Europa

El escaso apoyo político, la incapacidad de atraer académicos de clase mundial y una política poco útil sobre inmigración son factores que alimentan el escepticismo sobre el plan del gobierno.

Según una nueva encuesta, los académicos mayores tienen poca confianza en la capacidad de gobernanza y gestión de sus propias instituciones de educación superior.

También descubre que muchos son escépticos sobre la ambición del Gobierno de proporcionar el mejor sistema educativo en Europa durante la próxima década.

Los hallazgos están contenidos en una encuesta de más de 340 funcionarios superiores en instituciones y agencias de educación superior realizada por la firma de encuestas Prospectus.

La encuesta, comisionada por los consultores de educación BH Associates, encuentra que el escaso apoyo político, la incapacidad de atraer académicos de clase mundial y una política inútil en materia de inmigración son factores que alimentan este escepticismo.

Muchos también están de acuerdo en que el sector está sobrerregulado por el Gobierno y con fondos insuficientes.

Si bien la autonomía institucional para las universidades está protegida por la ley irlandesa, una pequeña mayoría del personal dice que esta no es su experiencia.

Casi la mitad siente que el sistema de regulación y responsabilidad ejercido por el Departamento de Educación y la Autoridad de Educación Superior «no es apropiado».

La gran mayoría cree que el desempeño de las instituciones de educación superior se ve afectado negativamente por las restricciones del sector público, como los topes salariales y los límites en el número de empleados.

Este tema es particularmente actual a la luz del proyecto de legislación publicado por el Ministro de Educación el verano pasado sobre los planes para reformar las funciones, poderes y estructura de la Autoridad de Educación Superior (HEA).

Si bien el Gobierno argumenta que estas medidas son necesarias para actualizar la regulación del sector, algunas fuentes universitarias temen que erosione aún más su autonomía.

Una gran proporción de los encuestados también está de acuerdo en que el sistema de supervisión pública de la educación superior ejercido por organismos como el Comité de Cuentas Públicas de Dáil no es apropiado.

Este comité ha estado a la vanguardia al arrojar luz sobre una serie de controversias sobre el gasto público.

En los comentarios que acompañan, BH Associates señala que los hallazgos deben representar una «llamada de atención» a las instituciones sobre sus sistemas de gestión y desarrollo de personal.

Al mismo tiempo, señala, hay un alto nivel de oposición a lo que se considera «una regulación demasiado rígida por parte del Departamento de Educación / HEA y el enfoque altamente politizado de la rendición pública de cuentas del Comité de Cuentas Públicas».

Dice que una conclusión de estos puntos de vista es que el sector está «abierto a la reforma de la gobernanza, la gestión y la rendición de cuentas», pero de una manera que da más autonomía a las instituciones, al tiempo que mejora la capacidad de los órganos de gobierno y la gestión institucional.

Una gran mayoría también siente que existe un alto riesgo para las instituciones irlandesas que buscan maximizar sus ingresos al reclutar a un gran número de estudiantes a nivel internacional.

Si bien el reclutamiento internacional de estudiantes ha sido una fuente lucrativa de ingresos, los encuestados sienten que esta dependencia tiene riesgos, ya que está sujeta a las políticas y prácticas de otros países sobre los cuales Irlanda no tiene control.

También hay un fuerte apoyo para los proveedores de educación privada, como Griffith College o Dublin Business School.

Alrededor del 15 por ciento de los estudiantes que asisten al tercer nivel están matriculados en instituciones privadas.

Sin embargo, la falta de fondos para tales instituciones y sus estudiantes ha sido durante mucho tiempo una fuente de controversia dentro de las universidades privadas. Por ejemplo, los estudiantes de dichas universidades no son elegibles para subvenciones estatales.

Existe un fuerte apoyo (85 por ciento) a la afirmación de que el sector privado tiene una contribución importante que hacer al sistema de educación superior en Irlanda

Fuente: https://www.universityworldnews.com/page.php?page=UW_Main

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Reseña de Película: Los hijos de ayer .

América del Norte/Estados Unidos.

Jenny Cole vive con su marido y su hijo en el centro de Estados Unidos. Después de enterarse de que está embarazada de nuevo, comienza a tener recurrentes sueños que la transportan a una pequeña ciudad que tiene en su centro una característica iglesia. A pesar del escepticismo de su esposo Doy, Jenny se lo cuenta a su madre, quien le muestra unos cuantos dibujos que hizo cuando era pequeña. Para su sorpresa, son idénticos a los sueños que está teniendo. Después de investigar, Jenny y su madre descubren que los sueños le están mostrando un pequeño pueblo de Irlanda en la década de 1930. Dispuesta a desentramar la naturaleza de sus extraños sueños, Jenny decide viajar a Irlanda con su hijo y su marido.

Telefilme dirigido por Marcus Cole (‘Prisoner’), basado en el libro de 1994 de Jenny Cockell, «Across Time and Death», que a su vez estaría inspirado en una historia real. Está protagonizada por Jane Seymour (‘De boda en boda’), Clancy Brown (‘Cadena perpetua’) y Kyle Howard (‘Mis chicos y yo’).

Fuente: https://youtu.be/IerAMmoxMvY

Imagen:  http://es.web.img3.acsta.net/c_300_300/pictures/16/02/22/15/33/521152.jpg

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