Si lo sabremos nosotros que en el último medio siglo vamos por la no sé cuentas “reformas educativas” todas ellas fallidas. Es por eso que nos ha parecido de interés hacer referencia a declaraciones recientes del Ministro de Educación francés, de visita a nuestro país, acerca de los presupuestos de que parte, de los lineamientos de sus propósitos y cambios que ha comenzado a poner en ejecución en el sistema educativo francés.
En realidad, a lo que se asiste, son consideraciones fundadas en el sentido común, por lo que muchas veces suenan a obvias. Y que parten del presupuesto que el suyo – como pasa igual con el nuestro- es un sistema educativo que tiene dificultades para cumplir acabadamente su misión y en el que muchos alumnos concluyen su escolaridad obligatoria con tantas falencias.
Es por eso, que en el segundo presupuesto se hace presente en sus reflexiones el concepto de “exigencia”. Es cuando afirma que “si queremos que todos los niños, cualquiera sea su origen social, accedan a los saberes, debemos ser muy exigentes”. Para remarcar diciendo que tiene la exigencia y la excelencia como metas a la que se debe aspirar en forma permanente aunque no se las alcance nunca del todo “porque quiero el bien de todos los niños, quiero que lleguen a tener los saberes fundamentales”.
En lo que insiste al señalar que “si la escuela no la reclamamos para todos los niños, solamente la tendrán los de las familias favorecidas. Entonces si queremos la igualdad debemos querer la exigencia y la personalización, y por supuesto cuando un niño tiene dificultades hay que apoyarlo, ayudarlo de manera muy fuerte. Pero si tomamos por ejemplo las matemáticas, sabemos que es muy importante conocer las cuatro operaciones bastante temprano. Si se atrasa eso, no es bueno para el niño.”
A partir de allí entra en el terreno de algunas reformas basadas en el sentido común: “es en los primeros años de escolaridad que se deben concentrar los esfuerzos; exigencia e inclusión van necesariamente juntas, no habrá una sin la otra; el profesor no es un animador, la revolución tecnológica que estamos viviendo cambiará cosas, pero no lo esencial porque siempre se necesitará un ser humano para transmitir saberes y valores».
De allí que sea la estrategia de la que se debe partir la de poner más medios y más esfuerzos en los territorios más pobres. Esa, según lo señala, “es la única manera de lograr que todos los niños adquieran los mismos saberes elementales, leer, escribir, contar, respetar al otro. Transmitir los saberes y los valores que la escuela debe transmitir es un reto para todos los países”.
Y añade que “en Francia hay un 20 por ciento de niños que no alcanzan estos saberes, dado lo cual se hace necesario tomar en cuenta el hecho de que muchas cosas se instalan durante los primeros años de la vida.Y a ese respecto destaca que en Francia tienen lo que llaman la Escuela Maternal, entre los 3 y los 6 años, que ahora será obligatoria lo que permitirá poner un acento sobre el carácter decisivo de esa etapa, porque es cuando se pueden compensar las desigualdades de lenguaje que puedan existir entre los niños debido a circunstancia familiares. Es el momento en que el vocabulario en especial se puede enriquecer”.
En segundo lugar “la idea es poner más medios y más esfuerzos en los territorios más pobres, lleva a que en ellos se tengan clases de 12 alumnos, en los dos primeros años de la escuela elemental, cuando el niño empieza a aprender a leer, escribir y contar, y tiene 6 y 7 años”.
En tercer lugar hacer un esfuerzo para la formación de los maestros, “en particular los de la Escuela Maternal y los primeros años de la primaria. Y es imprescindible hacerlo por ejemplo en cuanto a las matemáticas, porque necesitamos darles fuerza pedagógica a los maestros y maestras”.
Además el funcionario francés señaló que considera que “la evaluación de los alumnos es necesaria -tiene casi un fundamento «antropológico»- y que la evaluación docente debe ser colectiva, de un equipo, de un proyecto. La evaluación de los alumnos es algo sumamente importante. No hay que abandonar la evaluación, todo el mundo la necesita, y los niños quieren la evaluación. Por ejemplo en el deporte todo el mundo quiere la evaluación, en los videojuegos hay una evaluación permanente con puntos; hay algo antropológico en el tema de la evaluación. La gran pregunta es en qué medida la evaluación le permite a uno progresar, ya que ella debe servir para motivar. Entonces, tanto para el alumno, como para el profesor o el sistema, debemos tener una evaluación que estimule”.
Advirtió sobre discursos sobre la igualdad que van en contra de la igualdad. Por ejemplo en el caso francés se dio la desaparición de clases bilingües o trilingües en nombre de la igualdad, porque como sólo una parte de los alumnos lo hacía, parecía un elemento de desigualdad. “Hay que pensar al revés, porque estas clases estamos en condiciones de ponerlas en particular en los colegios pobres para crear excelencia. Debemos entonces tener una estrategia de creatividad, de libertad, al servicio de la igualdad”.
El tema de la digitalización presente de manera creciente en todos los aspectos de nuestra vida no podía estar ausente en sus reflexiones. Es así como dijo que “sabemos todos que la tecnología tiene aspectos buenos y aspectos negativos. Hay muchas revoluciones digitales en este momento, no hay una sola; tenemos que hacer una distinción entre sus diferentes aspectos. Por ejemplo, sabemos muy bien que las pantallas son negativas para los pequeños. Hasta los 7 años, es mejor no ponerlos ante una pantalla o hacerlo por breves lapsos de tiempo. En cambio, interactuar con un robot puede ser muy positivo para un niño, incluso muy pequeño. Es una cuestión de distinción entre los buenos y los malos uso”.
“En la nueva civilización tecnológica, en esta revolución en la historia humana que estamos viviendo, es sumamente importante dar raíces y saberes fundamentales sólidos a nuestros niños, por eso la escuela primaria debe transmitir saberes básicos con dos competencias fundamentales que son la lógica y la cultura”.
El gran desafío de nuestra nueva sociedad es lograr una buena pareja entre el ser humano y la máquina y el primero debe seguir siendo el maestro. “En una sociedad donde es tan fácil conseguir información es importante tener un profesor que antes de eso transmita un saber, una metodología y una capacidad de estructurar el pensamiento”.
“El respeto al otro como objetivo de la escuela”
Esto es ver que el ser humano tiene un potencial enorme en materia de conocimiento, pero también en materia de empatía, de entendimiento del otro, y vemos que también es una cosa que se desarrolla mucho cuando el niño es muy pequeño. Entonces lo que pasa en los primeros años de la escuela, sea la competencia o el espíritu colectivo, da una primera dirección a la capacidad de respetar al otro. El desarrollo de la empatía es uno de los retos de la escuela y entonces debe haber también en la formación de los maestros algo que los ayude a desarrollar eso en el niño”.
Como debería quedar claro, las reflexiones precedentes no solo son válidas para los franceses, sino que parecieran estar dirigidas a nosotros.