Redacción: Perfil
Khaleda Sediqqi arriesga su vida cada vez que va a trabajar. Dice a sus vecinos que enseña en una escuela primaria cercana y en lugar de eso viaja a la ciudad de Jalalabad recorriendo un tramo de carretera que suele ser atacado por militantes. Sediqqi, que pertenece a la ONG Comité Sueco para Afganistán, ofrece clases a jóvenes profesoras de primaria, que luego llevan ese conocimiento a las escuelas en sus aldeas, todo bajo la sombra de los talibanes y el Estado Islámico.
«Arriesgo mi vida para venir aquí y educar a las señoritas cuyo sueño es simplemente graduarse de la escuela secundaria», comentó Sediqqi, de 31 años y titulada en química en la Universidad de Nangarhar. En el centro de capacitación ubicado en una antigua casa de dos habitaciones en Jalalabad, capital de la provincia de Nangarhar en el este del país, señaló que «el objetivo es empoderarlas a través de la educación para que puedan responder y defender los derechos educativos de otras niñas».
La mayoría de los distritos de Nangarhar, incluido el pueblo natal de Sediqqi, están en la primera línea de la batalla del país con los talibanes y sus esfuerzos para evitar que el Estado Islámico adquiera mayor presencia fuera de Kabul. Rodeado por la gran cordillera Hindú Kush, Nangarhar fue el escenario de la primera aparición del Estado Islámico en Afganistán. Bajo constante amenaza de los militantes en la actualidad, Jalalabad está rodeada de asentamientos informales de personas que huyeron de sus hogares para escapar de la violencia.
La educación de las niñas, y el trato a las mujeres en general, es un tema crítico para muchos en Afganistán. Sin embargo, los derechos de las ciudadanas del país aún no se han convertido en el centro de las conversaciones de paz que Estados Unidos ha buscado mantener con los talibanes durante el último año.
El enviado especial de EE.UU. para la reconciliación afgana, Zalmay Khalilzad, se dirigió a Doha el miércoles, con una escala en Islamabad, para reanudar la octava ronda de negociaciones con los líderes talibanes con la esperanza de concretar un acuerdo de paz para poner fin a la guerra que se ha prolongado por 18 años. Las conversaciones han adquirido mayor urgencia a medida que se acercan las elecciones presidenciales afganas programadas para el 28 de septiembre.
«En Doha, si los talibanes hacen su parte, nosotros haremos la nuestra y cerraremos el acuerdo en el que hemos estado trabajando», declaró en Twitter, y agregó que tuvo la reunión más «productiva» con los líderes afganos sobre asuntos de paz y un acuerdo para crear un equipo de negociación dirigido por afganos. Las «negociaciones intra-afganas», algo en lo que los talibanes se han negado a participar hasta ahora, se llevarían a cabo después de que concluyan las conversaciones con EE.UU., e involucrarían un «equipo de negociación nacional compuesto por altos funcionarios del gobierno, representantes clave de los partidos políticos, la sociedad civil y las mujeres”, detalló Khalizad con anterioridad. El presidente afgano, Ashraf Ghani, se ha manifestado reiteradamente en contra de las reuniones, argumentando que carecen de representantes del gobierno.
Muchos se sorprendieron cuando representantes talibanes informaron a las delegaciones afganas y estadounidenses que permitirían a las niñas recibir educación completa, pero solo en escuelas sin niños. La declaración contradice su violencia continua contra las escuelas en Afganistán, ataques que han desgarrado el corazón de la vida académica de Sediqqi.
Este año, militantes talibanes asesinaron a tiros a una de sus amigas cercanas, una estudiante de la Universidad de Nangarhar, explicó Sediqqi.
Asimismo, militantes desconocidos llevaron a cabo dos ataques con bombas en una escuela primaria donde Sediqqi enseñó hace varios meses, matando a dos escolares e hiriendo a decenas. Las escuelas, especialmente aquellas en zonas remotas, han sido objeto en reiteradas ocasiones de ataques violentos que han incluido incendios intencionales y envenenamiento de estudiantes. Los ataques no detienen a Sediqqi, quien prometió que seguirá desafiando las amenazas para educar niñas.
«Hemos sufrido durante décadas, golpeados deliberadamente por miembros familiares o asesinados por insurgentes, porque carecemos de educación y conocimiento», afirmó Sediqqi. «La única forma en que podemos proteger nuestros derechos es a través de la educación y estoy aquí a cualquier costo para enseñarles a estas niñas indefensas».
Talibanes divididos
Los talibanes, que ahora controlan o mantienen disputas por la mitad del país, están divididos en lo que respecta a la educación de las niñas. Prohibieron que las mujeres se educaran y las castigaban con latigazos y lapidación por abandonar su hogar sin acompañante o burka cuando gobernaban la nación entre 1996 y 2001.
En algunos distritos, incluida la ciudad natal de Sediqqi, los militantes ahora permiten que las niñas asistan a la escuela hasta sexto grado, antes de que sus familiares o militantes las obliguen a casarse. A nivel nacional, el 17% de los 3,5 millones de niñas matriculadas en escuelas se casan antes de cumplir 15 años, según la UNICEF.
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No solo Sediqqi se arriesga enormemente para ir a trabajar todos los días. También lo hacen sus 14 estudiantes. Cada uno de ellos asiste en secreto, sale de su casa con un burka y se asegura de que nadie los siga. «Si los talibanes me atrapan, pensarán que soy una espía y me ejecutarán», aseguró una de sus estudiantes que no puede ser identificada por razones de seguridad. «Vale la pena asistir a este programa para educarnos y crecer, a fin de educar a otras niñas vulnerables y convertirnos en tomadoras de decisiones en nuestras propias vidas».
Fuente: https://www.perfil.com/noticias/bloomberg/bc-mujeres-afganas-arriesgan-sus-vidas-para-romper-dominio-taliban.phtml