«Cuando escuché la noticia en la tele me quedé sorprendida porque no hay ninguna ideología rara ni nada de lo que dijeron en el informativo. Creo que detrás hay razones políticas con el presidente de Turquía. En el colegio estudiamos la religión musulmana sin ninguna otra intención; son la religión, la tradición y las ideas marroquíes», asegura Harit Israa durante una visita de EL ESPAÑOL al centro Mohamed Al Fatih Polo en Casablanca.
Harit tiene 12 años, es su primer curso en este colegio y se queja porque no se quiere separar de sus compañeros ni profesores, «somos como una gran familia», y además añade «llevó seis años esperando para poder entrar». Se enteró del cierre por la televisión, al igual que los padres y profesores con los que EL ESPAÑOL habló en el centro Mohamed Al Fatih Polo de Casablanca.
Las investigaciones llevadas a cabo por las autoridades competentes constataron que las diversas escuelas que hay en Marruecos son «un campo fértil para hacer propaganda de este movimiento y de su fundador». Según este comunicado del ministerio de Educación, la razón del cierre es «la difusión de ideas contrarias a los principios del sistema educativo y religioso marroquí».
Sin embargo, los profesores del colegio defienden que «aquí seguimos el programa del ministerio de Educación marroquí» y en la página web del grupo escolar Mohamed Al Fatih reza que el objetivo es «desarrollar las competencias que permiten tener éxito en la escolaridad marroquí. La experiencia de un personal marroquí y turco permite a los estudiantes abrirse ante nuevos horizontes que les ayudan a desarrollar normas de comportamiento ético y moral, la autoestima, y una vasta cultura, así como unas aptitudes necesarias para llevar con orgullo la bandera de Marruecos».
En un entrevista con EL ESPAÑOL el jefe de estudios de uno de los tres colegios de Casablanca, a pesar de ser turco, sentado delante de la bandera de Marruecos y del retrato del rey Mohamed VI -obligatorio en todos los establecimientos del país-, asegura que ama «Marruecos y a los estudiantes siempre les digo que tienen que llevar su país en el corazón y sentirse orgullosos».
EL CIERRE SE ANUNCIÓ HACE UN MES
Las autoridades marroquíes anunciaron el cierre el 5 de enero y el ministerio de Educación otorgó un plazo no superior a un mes para llevar a cabo la decisión gubernamental; a pesar de que ésta se había tomado cuatro meses antes, tras la visita de una delegación de parlamentarios turcos a Marruecos para convencer a las autoridades del «peligro» de estas escuelas.
El 27 de enero encargados de Educación recogieron los expedientes de los casi 3.000 estudiantes en Marruecos con la intención «de reintegrarles en otras escuelas públicas», aunque también «se ha pedido su disponibilidad a las privadas», y se les ruega que «hagan una excepción en este caso por encontrarse en medio del curso escolar», detalla Olak, jefe de estudios del centro Polo de Casablanca.
Precisamente Olak es turco, y su mujer también, además de profesora de otro colegio del mismo grupo. La pareja decidió emigrar a Marruecos hace dos años y medio «tras las dificultades que atraviesa mi país» y ahora se quedan ambos sin trabajo y con dos hijas pequeñas, al igual que otras casi 600 familias de empleados de los colegios en Marruecos.
«Mis cuatro hermanos han perdido sus trabajos, dos son profesores y el otro ingeniero», balbucea Olak. Son parte de los miles de profesores y funcionarios despedidos por Erdogan en un decreto ley de Estado de Emergencia que emitió en el mes de octubre y que se extendió hasta enero. Olak teme que si vuelve a Turquía lo tachen de «traidor» y además cree que no va encontrar trabajo en su país. Por otro lado no tiene claro que pueda continuar viviendo en Casablanca si Marruecos sigue las órdenes de Erdogan.
Desde Educación aseguran que «teniendo en cuenta el interés de los padres y de los alumnos, el ministerio de Educación y Formación Profesional decidió traspasar a los estudiantes de estos colegios a otros centros escolares». La separación es lo que evitan desde hace un mes tanto los alumnos y los profesores como los padres. «Buscábamos una pedagogía cuando trajimos a nuestros hijos aquí. No es el nombre lo que nos interesa, es el staff. Queremos mantener a los profesores y quedarnos juntos, es lo mejor para nuestros hijos; así que estamos negociando sólo cambiar de lugar», ruega Ahmed, padre de una niña de primero; y desvela que así se lo transmitió el director del centro a los responsables de Educación.
FUNDACIÓN MAARIF PARA PERSEGUIR LOS CENTROS TURCOS
Erdogan creó la Fundación Maarif, institución dependiente del ministerio de Educación turco, para perseguir las escuelas turcas relacionadas con Gülen. En septiembre, el ministro de Educación en Turquía, Ismet Yilmaz, anunció que Maarif podría tener a su cargo 65 escuelas unidas al movimiento Hizmet en 15 países, aunque no mencionó cuales.
La mayoría de estas escuelas se construyeron gracias a las inversiones de los seguidores del clérigo turco Fethullah Gülen, que vive en el exilio en Estados Unidos desde 1999. Es un erudito islámico moderado que defiende el acercamiento entre las religiones, como dejó claro con sus visitas a El Vaticano y a Israel. Para los laicos turcos es una amenaza porque sus ideas impondrían un estado islámico basado en la Sharia (ley islámica), mientras que sus seguidores le consideran un hombre «santo». Por ese amor que le profesan sus fieles y por su influencia política, económica y cultural, se le ha llegado a comparar con José María Escriva de Balaguer, fundador del Opus Dei.
Tras el intento de golpe de Estado el pasado mes de julio, el presidente turco no ha dejado de acusar al clérigo y presionar a los países africanos para que cierren las escuelas. «Esas escuelas que ahora forman a las elites de la policía, las empresas, el ejército y el periodismo, un día van a fomentar golpes de estado en sus países», advirtió Mehmet Akarca, director de Información de la presidencia, a los invitados al foro de negocios de Turquía-África.
Sin embargo, la ONG Coalición de la Acción de la Sociedad Civil por la Educación para Todos (CSACEFA, en sus siglas en francés), fundada en Dakar en 2000, exhorta a los dirigentes africanos a «resistirse al complot». La directora de esta coalición de 40 organizaciones africanas de educación, Chioma Osuji, asegura que «no pueden levantarse un día y cerrar las escuelas. Esto es África, no permitimos que cualquier país extranjero nos trate como un continente bananero».
EL MOVIMIENTO HIZMET EN ÁFRICA
El movimiento Hizmet comenzó a extenderse en África a principios de la década de los años 90 a través de sus escuelas y ha aumentado en los últimos diez años hasta actuar en 54 países del continente, según explica el ex embajador y profesor David Shinn en su libro ‘Hizmet en África: Las actividades y la importancia del movimiento Gülen’.
La primera se construyó en Tánger en 1994, pero hay 110 escuelas en 35 países africanos. Después de Marruecos, abrieron en Senegal, Kenia, Tanzania y Nigeria. En Kenia o Uganda se ven como una alternativa a las escuelas modernas y a las coránicas. En el Magreb sólo existen las de Marruecos -El Jadida, Fez, Tánger y Tetuán- y dos que abrieron en Libia en 2012. Marruecos se une ahora a Somalia, Gambia, Ruanda, Guinea-Conakry, Chad o Sudan, que ya han cerrado las puertas de sus colegios tras las directrices de Erdogan a sus mandatarios. Otros países africanos todavía se resisten, como Camerún, Senegal, Tanzania, Sudáfrica e incluso Nigeria, donde todavía permanecen abiertas 17 escuelas y una universidad.