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Invertir en educación es ganar el futuro.

Por: Victor Martinez Carrasco Guzman.

Incentivar el talento, formar y preparar a nuestros jóvenes de la mejor manera posible es garantía de que el día de mañana tengamos una Región más próspera y desarrollada. De ahí que la educación haya sido siempre la prioridad del Partido Popular y del Gobierno de Pedro Antonio Sánchez, con el fin de asentar un sistema educativo de mayor calidad, que dote a nuestros alumnos de la mejor formación como ciudadanos y una cualificación que les permita acceder al mercado laboral; y que además remueva los obstáculos económicos y materiales que puedan entorpecer el desarrollo de sus esfuerzos y capacidades. Hemos mejorado y seguimos mejorando la educación, porque es la mejor inversión que podemos hacer.

La apuesta, que firma por un sistema donde prime la calidad educativa, se advierte muy bien en las cifras, los presupuestos y los recursos que a ella destina el Gobierno de Pedro Antonio Sánchez. Ha sido un arranque de curso escolar que, pese al panorama interesadamente caótico que pintan algunos, cabe calificar de modélico: un inicio marcado por el aumento de medios humanos y materiales, con más profesores, más becas, más centros bilingües y rebajas fiscales para las familias con más dificultades.

Concretamente, se han contratado 592 profesores más para reforzar la calidad de nuestra educación, lo que supone un aumento del 2,4% respecto al curso pasado. Además, 52.600 familias de la Región recibirán becas para libros de texto y material escolar, en una cuantía que supera en más de un 54,5% a la del curso anterior; y en cuanto a las becas de comedor, se han incrementado en un 20%. Igualmente, más del 50% de los centros de Primaria y el 90% de los de Secundaria son ya bilingües, y hay ahora más atención a la diversidad para que los 37.000 alumnos con necesidades especiales puedan desarrollar sus estudios con normalidad.

Este curso presenta como novedad la entrada en vigor de la desgravación en el tramo autonómico del IRPF de hasta 100 euros por hijo por la compra de libros y material escolar. Se trata de una medida novedosa, en virtud de la cual las familias murcianas se ahorrarán cuatro millones de euros, y con la que además el Partido Popular de la Región de Murcia cumple una vez más sus compromisos electorales de ayudar a las rentas más bajas a través de deducciones fiscales.

Cabe recordar que esta rebaja se suma a las reducciones de impuestos aprobadas al inicio de la legislatura porque estamos convencidos de que el dinero donde mejor está es en el bolsillo de los ciudadanos.

Así es como se defiende la educación y se aumenta su calidad: con mayor inversión y políticas tangibles y comprometidas, y no utilizándola como mera arma arrojadiza, como nos tiene acostumbrada una oposición que, en cada inicio de curso escolar, se empeña en convertir la anécdota en categoría haciendo uso de una demagogia cada vez menos creíble y repetitiva.

Aun así, somos plenamente conscientes de que debemos seguir trabajando para, por ejemplo, disminuir las tasas de abandono escolar temprano; o continuar prestando una especial atención a la diversidad, no solo individual y social, sino también religiosa y cultural, en una Región como la nuestra.

Y, sobre todo, el Partido Popular muestra su plena disposición a superar diferencias ideológicas y arrimar el hombro con todos para alcanzar un Pacto por la Educación que estimamos absolutamente imprescindible para dotar por fin a nuestro sistema educativo de la necesaria estabilidad.

Fuente: http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2016/09/19/invertir-educacion-ganar-futuro/768323.html

Imagen:  https://staticmx.unoi.com/unoinews/2011/11/Depositphotos_1200572_M-%C2%A9-Ilin-Sergey-wp.jpg

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Francisco Mora: “El cerebro sólo aprende si hay emoción”

Para Francisco Mora, la clave no está en fomentar las emociones en el aula, sino en enseñar con emoción. Por eso, un “profesor excelente es capaz de convertir cualquier concepto, incluso de apariencia ‘sosa’, en algo siempre interesante”.

Por: Educación 3.0.

A lo largo de su trayectoria profesional, Francisco Mora ha alternado su labor como docente es, además de doctor en Medicina y Neurociencia, catedrático de Fisiología en la Universidad Complutense de Madrid y profesor adscrito de Fisiología Molecular y Biofísica en la Universidad de Iowa, en Estados Unidos con la de investigador (en España y Estados Unidos) y la de divulgador. Tanto en sus conferencias, como en sus artículos y libros, se centra sobre todo en el funcionamiento del cerebro, en cómo aprendemos y la influencia que tienen las emociones en este proceso. El objetivo: acercar los avances de la neurociencia al público.

¿Cómo aprende el cerebro?

Aprender es un proceso que ya viene programado genética-mente en el cerebro de todos los organismos. Es la base de la supervivencia del individuo y de la especie, como lo puede ser comer, beber o la propia sexualidad. Aprender y memo-rizar en su esencia significa hacer asociaciones de eventos que producen cambios en las neuronas y sus contactos con otras neuronas en redes que se extienden a lo largo de mu-chas áreas del cerebro. Y, en su esencia, todos los cerebros usan los mismos mecanismos neurales de aprendizaje.

Y, en el caso concreto de un niño, ¿cómo aprende?

Un niño comienza a aprender desde el mismo momento del nacimiento, si no antes. Aprende en los primeros años a través de esos mecanismos básicos que son la imitación, la atención compartida y la empatía, como explico y pongo ejemplos en uno de mis últimos libros ‘Neuroeducación: sólo se puede aprender aquello que se ama’.

¿Qué papel juegan los padres y los docentes en el aprendizaje de un niño?

Un papel trascendente, sobre todo en el aprendizaje de va­lores y normas. Los padres, con su lenguaje, su conducta y, con ella, el respeto a ciertos valores y normas, moldean, cambian la estructura física y química del cerebro del niño de una forma casi definitiva y, por tanto, su futura conduc­ta. El maestro, definitivamente, colabora en ese proceso de manera esencial.

Fuente: http://www.educaciontrespuntocero.com/entrevistas/francisco-mora-el-cerebro-solo-aprende-si-hay-emocion/33224.html

Imagen: http://webdelmaestrocmf.com/inicio/wp-content/uploads/2016/04/rancisco-mora.jpg

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La educación que necesitamos.

Por: Rafael Diaz Salazar.

El debate sobre la enseñanza en España no se adentra en la cuestión fundamental: ¿para qué educar? Los informes PISA no ayudan para responder a esta cuestión. La educación es mucho más que instrucción y aprendizaje de destrezas para el ejercicio de una profesión. La obsesión por reorientar la enseñanza desde los requerimientos del mercado laboral y el dominio de las nuevas tecnologías conlleva una amputación fortísima del derecho de aprender a cultivar todas las dimensiones del ser humano desde la infancia. Desgraciadamente se ha consolidado un modelo de enseñanza sin educación.

Seguimos sin aprender la crítica de Herbert Marcuse al hombre unidimensional. El modelo dominante de enseñanza está contribuyendo a reproducirlo. La tecnología desvinculada de la sabiduría es una nueva forma de alienación.

Los empleos del futuro requerirán escuelas que desarrollen la creatividad humana y no servicios educativos para el mercado laboral que, en plena revolución de la robótica, necesitará algo más que cualificaciones profesionales.

El instruccionismo escolar, que da más relevancia a las nuevas didácticas que a la transformación del modelo basado en asignaturas y currículos desgajados de la realidad personal de los alumnos y de los cambios sociales y ecológicos que se requieren en el siglo XXI. es un obstáculo que debemos superar.

La formación de la personalidad de niños, adolescentes y jóvenes es el gran fin de la educación. En El laberinto de la soledad, Octavio Paz afirmó que “toda educación entraña una imagen del mundo y reclama un programa de vida”. Necesitamos un proyecto educativo basado en una imagen ecológica del mundo y un programa de cultivo de la vida interior y de iniciación al activismo ecosocial para la construcción de sociedades más justas y sostenibles. Los contenidos curriculares pueden estar conectados con estas finalidades educativas, como nos lo demuestran las escuelas creativas que existen en España y otros países. ¿Cuándo crearemos un centro estatal que recoja las prácticas educativas innovadoras para contagiar a toda la red escolar con ellas? ¿Qué hacemos para incorporar al profesorado innovador al diseño de una nueva política educativa?

Sin una gran transformación ecosocial, el siglo XXI seguirá cavando su tumba

La personalidad bien desarrollada no se posee, se conquista. Necesitamos brújulas educativas para conseguirlo. ¿Dónde podemos encontrarlas? Dirijamos nuestra mirada a las sabidurías ecológicas presentes en culturas morales, en filosofías, en religiones y en antropologías. Sin una gran transformación ecosocial, el siglo XXI seguirá cavando su tumba y ningún capitalismo verde lo salvará. La tecnología y la ciencia operan en el terreno de los medios, no en el de los fines. No bastan para enseñarnos a vivir. Podemos crecer en I+D+i y tener una vida poco sabia, un inmenso raquitismo espiritual, una anemia existencial por falta de nutrientes de sabidurías.

Lo que más necesitamos es encontrar un fin compartido que dé sentido a nuestra actividad en la Tierra. Las sabidurías ecológicas son fundamentales para aprender lo que otorga más humanidad: adquirir una conciencia moral, pensar sobre el sentido de la vida, conocerse a sí mismo, desarrollar el gusto estético, saber utilizar el tiempo para la realización personal y comunitaria, comprometerse en el cambio ecosocial, luchar para acabar con opresiones laborales que precarizan la vida. En definitiva, lograr el buen vivir frente al bien estar y realizar la transición del tener al ser propuesta por Erich Fromm.

Las escuelas y las familias, ¿no tienen nada que decir y hacer sobre estas cuestiones? Afortunadamente existen centros escolares que saben relacionar los grandes temas existenciales con la enseñanza de las matemáticas, la historia, la física, la lengua, etcétera. El arte de educar consiste en saber vincular la transmisión y aprendizaje de conocimientos con la realidad psicológica de cada edad y con el descubrimiento de la implicación personal en la transformación social y ecológica de los países.

La educación del yo interior enraizado en una visión ecológica de la realidad y en la práctica de la autocontención y la solidaridad predispone para la constitución de un yo político implicado en el activismo social. La buena educación es la que aspira a formar personas que vivan la existencia con armonía entre la dimensión interior y la dimensión sociopolítica de su ser, entre el cultivo del arte y la lucha contra el sufrimiento social.

Nos encontramos, como afirma Zygmunt Bauman, en un momento de ceguera moral ante las catástrofes sociales y ecológicas. Necesitamos proyectos educativos que abran los ojos y vinculen el conocimiento con el cese del dolor que asola al mundo.

Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/09/19/opinion/1474289776_151620.html

Imgen: http://ep01.epimg.net/elpais/imagenes/2016/09/19/opinion/1474289776_151620_1474301615_noticia_normal_recorte1.jpg

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La excusa del pacto educativo.

Poco a poco se ha forjado un consenso sobre la necesidad de una reforma consensuada y duradera en la enseñanza. La idea gusta porque permite a los padres trasladar a un sistema imperfecto los propios fallos en la formación de sus hijos.

Por: Benito Arruñada.

Nuestro sistema educativo es imperfecto, pero el pacto no va a atacar sus fallos estructurales, por el simple motivo de que estos responden a una demanda ciudadana que, en el fondo, concibe la educación más como consumo o disfrute que como inversión. Si estoy en lo cierto, el pacto aumentará el gasto educativo para tener un impacto dudoso en la formación de las futuras generaciones.

Pese a lo elevado del desempleo, la queja de los empleadores sobre sus empleados más jóvenes no se centra tanto en su aptitud (que también), como en sus actitudes: en su escasa madurez y capacidad de dedicación, concentración y autocrítica. Es un caso extremo pero común e indicativo que lo primero que pida un recién contratado, sin pareja y que vive con sus padres, sea conocer la política de “conciliación” del bufete puntero al que acaba de incorporarse.

La explicación optimista es que los jóvenes desean trabajar menos para así llevar una vida más tranquila. Sospecho, en cambio, que los jóvenes no son conscientes de las consecuencias de sus decisiones. Están sobrevalorando su potencial de ingresos e infravalorando el coste de satisfacer sus deseos. Toman por ello decisiones que pronto se revelan inconsistentes: eligen carreras y empleos en los que invierten menos de lo necesario para alcanzar el nivel de vida al que aspiran.

Lo hacen porque no han sido educados para posponer la gratificación. Al menos, no en la medida en que lo exigen los empleos que les permitirían mantener el nivel de vida de sus padres. Esta incongruencia se confirma cada vez que un bachiller elige estudiar, digamos, Políticas; o cada vez que un recién licenciado actúa como si su formación hubiera concluido; o cuando opta por un empleo de poco esfuerzo y menos futuro.

Las causas y hasta la prevalencia de esta mala educación son, por supuesto, debatibles. Una hipótesis, quizá simplista pero atendible, reposa, en última instancia, en que, tras desplomarse la natalidad, muchos jóvenes han disfrutado una posición de monopolistas emocionales. Como hijos y nietos únicos, a menudo tardíos, han disfrutado de un enorme poder negociador.

La fuerza de los niños y la debilidad de los padres favorecen un “equilibrio” de normas sociales de alta permisividad y consumismo juvenil; normas que probablemente han sido arropadas, que no causadas, por las falacias pedagógicas de los años sesenta, consagradas ya en la Ley General de Educación de 1970. (Sí, mucho antes de la LOGSE). Me refiero a falacias como la visión negativa de todo castigo y competencia; la necesidad de contener el esfuerzo y educar en el disfrute; la marginación del ejercicio de la memoria y el sacrificio; el énfasis en que la responsabilidad es principalmente social y, por tanto, ajena; y la supresión de reválidas y cursos selectivos.

Normas y falacias que, por cierto, aún cautivan a nuestro establishment pedagógico, a juzgar por la propuesta de suprimir los deberes, las reformas que hacen aún más blando el bachillerato, el engaño de enseñar supuestas “competencias” en vez de conocimiento, o la resistencia a permitir a los centros concertados organizarse en libertad.

Normas y falacias que también favorecen mitos exculpatorios tan corrosivos como el de la “generación mejor preparada”; y que generan gregarismo: muchos padres, ante las dificultades que encuentran para educar a sus hijos como hubieran deseado, modifican sus valores para reducir así la disonancia con respecto a sus acciones. Por muy reales que sean, los fallos del sistema educativo representan un similar papel exculpatorio.

Llovía sobre mojado, por la fuerza que tiene en España, pese al descenso en la práctica religiosa e incluso en medios ateos que se creen progresistas, la cultura católica tradicional. Me refiero a aquella que antepone las relaciones personales a las impersonales; en especial, la protección de familia y amigos a todo imperativo social de mayor alcance. El control efectivo de la natalidad ha sido más disruptivo de las normas sociales en sociedades que, como la nuestra, son en este sentido tan culturalmente católicas. El debate sobre los niños mimados se inicia en los años ochenta del siglo pasado en Italia, un país que es aún más católico que el nuestro.

Ese trasfondo cultural también ayuda a explicar la disposición a sostener un ingente flujo de transferencias intrafamiliares. Más que Estado benefactor tenemos aquí familias benefactoras; con similar destrucción de los incentivos para invertir y producir. Quizá no sea casual que el personaje familiar más denostado haya dejado últimamente de ser la suegra, para serlo el cuñado. Un cambio natural, pues este último es ahora el principal competidor por las rentas familiares que, a menudo, es la propia suegra quien distribuye entre hijos, yernos y concuñados.

Lógico por todo ello que en las últimas décadas hayamos anticipado en versión XL dos tendencias que en otros países solo están apareciendo al envejecer losmillennials: la de los “niños trofeo” y la “generación bumerán”. Por un lado, padres y profesores hemos premiado el rendimiento de hijos y alumnos, no ya cuando alcanzaban un rendimiento estándar, sino incluso cuando este era mediocre. También hemos desprestigiado el esfuerzo y la competitividad, al fomentar el igualitarismo en la recompensa. En 2016, el porcentaje de estudiantes que superó las pruebas de Selectividad fue del 97%, y eso tras sonoras quejas por lo duro de algunos exámenes.

Como mucho, los jóvenes mejor educados lo han sido en que basta con esforzarse. Se asombran al ser evaluados en función de sus resultados. Es común que el graduado recién contratado rompa a llorar al recibir la primera censura de su jefe. Nadie le ha enseñado a asumir la crítica hacia su trabajo. Muchos incluso están acostumbrados a que las reglas sean flexibles y su incumplimiento negociable, cuando no evitable con solo pedir perdón. Da el tono aquella madre que hace meses regañaba a una anciana porque esta, malherida, se quejaba de que su hijo la había atropellado con el patinete: “Señora, no se queje. ¿No ve que el niño ya le ha pedido perdón?”.

Por otro lado, tenemos también la versión límite de la generación bumerán: si en EE UU algunos hijos retornan a casa tras la universidad, muchos en España nunca la abandonan. El asunto alcanza tintes cómicos cuando, tras empezar a trabajar, alguno de estos jóvenes sigue viviendo con sus padres sin contribuir al presupuesto familiar ni realizar tarea doméstica alguna.

Ojalá haya aquí exceso de pesimismo; pero, en la medida en que esta hipótesis de mala educación familiar se ajuste a la realidad, es probable que las reformas educativas consensuables no solo se queden en la superficie, sino que escondan e incluso magnifiquen el problema. Por supuesto que otras reformas sí podrían restaurar un equilibrio social productivo, aquel en el que la educación fuera inversión y dejara de ser solo consumo. No obstante, ¿cree usted que es ese el verdadero deseo de la mayoría de padres?

Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/09/06/opinion/1473186490_294361.html

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Entrevista a una educadora Social: Maria Esther Morales.

Por:educacionsocialcanarias.org/

1.-Hola, María. Llevas muchos años dedicada a la Educación Social. Una profesión que no tiene un reconocimiento tanto por parte de las instituciones donde debe desarrollarse como por parte de las personas en general. A veces se confunde con otras profesiones. Explícanos ¿Qué es para ti la Educación Social?

Es la disciplina que aborda la transformación personal y social desde la intervención socio-educativa. El educador social se acerca a la persona, familia, grupo o comunidad siendo consciente y manejando los procesos sociales y educativos que faciliten la superación de la adversidad y el logro de un desarrollo óptimo.

2.-¿Qué aporta, diferente a otras profesiones, la Educación Social a las personas y grupos?

 Yo creo que los profesionales de la ES pretendemos el cambio personal y social utilizando los propios recursos y fortalezas que tienen las personas y grupos. Aportamos la posibilidad de adueñarse de las propias circunstancias, a partir de una relación comprometida, digamos afectiva, a partir de la cual reflexionar sobre los problemas, los desafíos, las fortalezas para iniciar un proceso de transformación positiva.

Aprovechando los términos que identifican nuestra profesión, educamos a partir de un contexto social, que puede ser la relación educador-educando, educador-grupo. Básicamente es un enfoque positivo, que cree en el cambio a través del aprendizaje en el contexto de relaciones sociales comprometidas.

3.- Estamos en un amplio debate sobre lo que tiene que ser la escuela como institución social. Un lugar abierto a la sociedad que favorezca el desarrollo de las personas ¿qué hace la Educación Social en la escuela?

 Aprovechando que no estamos encorsetados en procesos formales de aprendizaje, somos una referencia de cómo ayudar a los niños y adolescentes (y como no, a los padres y profesores) a iniciar un proceso de cambio si partimos de un enfoque afectivo, comprometido, donde transmitimos “yo creo en ti, en tus posibilidades”. Donde lo educativo señala el potencial siempre abierto a la superación, a la mejora. Donde lo social, es el contexto de encuentro, donde sentirse escuchado, apoyado, reconocido.

 4.-¿Existe una diferencia entre educar y enseñar?

 De alguna manera acabo de señalarlo. Enseñar hace referencia a procesos formales de aprendizaje, transmisión de información desde una posición asimétrica: yo el adulto, el profesor, el profesional, te enseño a ti que no sabes, lo que debes aprender.

Educar es un proceso participativo, donde partimos de un reconocimiento explicito del momento actual de la persona, donde la hacemos reflexionar sobre cómo aprende, de lo que quiere aprender y lo que puede hacer para alcanzar un mayor nivel de desarrollo (escolar, personal, social, emocional, etc.).

5.- A veces cuando se menciona la profesión de Educador/a Social se confunde con otras ¿Qué diferencia hay entre un Trabajador Social, un Psicólogo/a y un Educador/a Social?

 Resaltar las diferencias con otras profesiones no se puede hacer sin señalar las similitudes. Las tres profesiones trabajan con personas, están orientadas a ayudar a las personas y grupos a cambiar de una situación precaria o de dificultad a una situación de desarrollo positivo. Esto es lo que permite el trabajo interdisciplinario, el punto de encuentro para trabajar juntos y ayudar al cambio.

A nivel práctico, existen muchas diferencias. Quizá la mas evidente, es la tendencia general del trabajador social a situarse como un gestor de recursos sociales. El psicólogo como un profesional que se centra más en el estudio y abordaje de la experiencia personal o grupal, principalmente cuando existe patología que hace necesaria la revisión en profundidad de los mecanismos de cambio que se han quedado rígidos. El educador social, encuentra entre estos dos profesionales el respaldo para promover de forma práctica, a través del acompañamiento y la reflexión, nuevos patrones de comportamientos, nuevas formas de situarse ante sí mismo y el mundo desde la acción.

6.- Otro ámbito de trabajo que se señala para el Educador/a Social son las adicciones ¿Qué aporta la Educación Social a las adicciones?

 De lo que acabamos de comentar, el ámbito de las drogodependencias ejemplifica bien lo que queremos decir. Cuando alguien inicia un proceso de desarrollo personal, porque desea vivir sin drogas, recibirá la ayuda de la trabajadora social que pondrá a su disposición todos los recursos socio-sanitarios que faciliten la motivación para el cambio, el tratamiento de desintoxicación y la vuelta al mundo social. El psicólogo abordará los hábitos rígidos de gestión de las emociones, de afrontamiento del estrés y las dificultades cotidianas. El educador social, se planteará acompañar a la persona con problemas de adicción, a empezar los cambios, a situarse junto a ella en nuevos contextos sociales positivos, a promover los cambios sociales y educativos que permita un ajuste creativo sin necesidad de recurrir a las drogas.

 7.- Regresando a la escuela. A pesar que no exista todavía una reglamentación que reconozca y promocione la Educación Social en la Escuela de una manera general, parece que la infancia y la adolescencia se ha convertido en el ámbito donde más se visualiza la labor del Educador/a Social. ¿qué hace la Educación Social en la Infancia y adolescencia?

 Históricamente la educación de familia en los equipos territoriales de riesgo era llevada a cabo por múltiples disciplinas: profesores, trabajadores sociales, pedagogos, etc. Por la naturaleza social de la mayoría de las dificultades, por su tarea fundamentalmente educativa, el ámbito de la infancia se está convirtiendo en paradigmático para la intervención socio-educativa propia del educador social. Los procesos formativos de padres y madres, los grupos de adolescentes que aprenden nuevas estrategias socio-emocionales para manejar los conflictos, el desarrollo personal de padres y madres como elemento de transformación de la tarea parental, son entre otros, nuevos escenarios idóneos para el educador social.

 8.- Finalmente parece que el ámbito de la Justicia está queriendo abrir puertas a la profesión de Educador Social ¿Qué hace la Educación Social en la justicia?

  En cuanto a justicia juvenil, los ES realizan tareas de acompañamiento y supervisión de las tareas reeducativas “impuestas” a los menores infractores por parte del sistema judicial. No importa si la intervención socio-educativa se hace en régimen abierto o cerrado. Los menores con medidas judiciales necesitan de un educador social, que comprendan su situación de sufrimiento actual, su dificultad para iniciar un cambio positivo y sostenido en el tiempo. Un educador social, como un tutor afectivo, como un mentor, que cree en las posibilidades de cambio y superación personal, que se muestra firme pero afectuoso, informal pero estructurado en su intervención, puede ser un “regalo” para un menor que ha perdido la esperanza, que no tiene a nadie que crea en él, en sus fortalezas, en sus recursos personales para alcanzar un desarrollo positivo.

Fuente: http://www.educacionsocialcanarias.org/?p=657

Imagen: http://www.educacionsocialcanarias.org/wp-content/uploads/2014/11/cropped-cg3_060714.jpeg

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La mejora educativa pasa por reconocer, social y económicamente, al profesorado.

Todos repetimos que no se puede educar como se hacía hace veinte años, pero yo creo que no se puede hacer ni como hace cinco.

Europa/España/Fuente:http://www.laopiniondezamora.es/

Por: Antonio Rubiera.

¿Qué encomienda asume?

-Los jesuitas en España tenemos 70 centros educativos y voy a coordinar la zona centro-noroeste. Eso incluye 14 colegios. En total, 18.000 alumnos y unos mil profesores.

-¿Cuál es la línea estratégica de trabajo a desarrollar?

-La idea de la Compañía es que tener 70 colegios y cuatro universidades en España es una fuerza educativa que no tiene nadie y que hay que saber utilizar. La fuerza está en optimizar los recursos, en la unión de centros, en compartir…, es lo que intentamos en toda España y lo que tengo claro para estos 14 colegios que voy a coordinar. Cada centro puede tener grandes líneas de innovación y hay que ponerlas en común. Pero, eso sí, respetando las individualidades y la historia de cada colegio, por supuesto.

-¿Qué urge en la educación española?

-Toda la mejora educativa de este país pasa, inexorablemente, por el profesorado. Y ligado a eso hay una necesidad imperiosa de formación. Pues nosotros, que tenemos cuatro universidades, podemos hacer mucho por nuestros profesores: másteres, líneas comunes de trabajo de los colegios… Para mí es fundamental, aunque haya otras cosas. Como no consigas un profesorado formado, motivado, y eso incluye reconocido social y económicamente, no avanzaremos.

-No se suele hablar mucho de sueldos…

-Si yo quiero pedirle a un profesor que innove, que cree, que se meta en nuevas líneas pedagógicas, tengo que pagarle. Y no puedo pagar lo mismo al que se esfuerza o implementa nuevas metodologías que al que lleva 15 años dando las clases de la misma manera.

-Es discurso general que ya no se puede educar como hace décadas. ¿Se ve así de claro en los jesuitas?

-Ahora mismo todo el mundo repite esa idea: no se puede educar como hace veinte años. Pero es que tampoco se puede educar como hace cinco años. Es así. Y nosotros creemos que con la potencialidad de una red grande de colegios, como la nuestra, puedes plantearte incluso liberar a profesores para que desarrollen alguna línea metodológica de interés con tiempo y dedicación.

-¿Cómo va la educación con libros digitales, una novedad en la que ya están metidos los centros de la Compañía?

-Cuando hablamos de innovación no hablamos de cambiar al libro digital. Eso es un instrumento, casi una anécdota en la que ya estamos casi todos los centros, y los que no están, estarán. Cuando hablo de innovación está en un cambio metodológico absoluto.

-Porque la realidad es que los alumnos tienen habilidades, competencias y expectativas diferentes.

-Un artículo que leí no hace mucho decía que las salidas profesionales más demandadas ahora no existían como tales hace diez años, y algunas ni hace menos. Por eso, el libro digital es sólo una anécdota, un instrumento que vamos a utilizar todos los educadores, que te ayuda a cambiar la metodología, que es lo importante.

-¿Y el profesorado está preparado para el cambio?

-Muchos sí, pero a otros hay que darles medios, posibilidades y reconocimiento, como decía, tanto por parte de la sociedad como de la familia. También advierto que no es una cuestión de edad, hay gente veterana y joven haciendo virguerías. Yo pretendo que ese trabajo se ponga en común y se explote mejor. Aunque respecto al profesorado, para mí es ilógico que termines la carrera de Magisterio o el máster de Educación, y, sin más, te pongas a dar clases. Yo aplaudo la idea de un «Mir» en la educación, del que ya hablan algunos expertos, y también de pedir niveles de exigencia y de actualización cada equis años. Pero todo eso es dinero. Dinero invertido en Educación.

-Frente a todo eso que plantea, lo que llegan son las reválidas. ¿Eso no condiciona la acción de los docentes, haciéndoles preocuparse sólo en dar el tipo con resultados?

-Si el funcionamiento de las reválidas es semejante al funcionamiento de la PAU actual será un error garrafal. Si le preguntas a cualquier profesor de Bachillerato si su método de trabajo es el que le gustaría o está demasiado enfocado a que los alumnos aprueben la PAU, el 98% te dirá con claridad que sin la PAU ellos no darían igual la clase. Yo era profesor de Bachillerato y si mis alumnos no tuvieran que aprobar esa prueba para entrar a la Universidad habrían aprendido mucha más historia del arte, estarían más satisfechos y yo infinitamente más realizado como docente. Si las reválidas son sólo para eso, será un fracaso. Si es para unificar conocimientos en toda España, pues en cierta medida lo entiendo. Creo que un test mínimo es conveniente.

-¿Un test para diferenciar el trabajo entre centros?

-Sé que esto que voy a decir es políticamente incorrecto, pero hay colegios buenos y hay colegios malos, y los padres deben saberlo porque querrán darle algo bueno a sus hijos. Pero no creo que la reválida sea el sistema para saberlo.

Fuente: http://www.laopiniondezamora.es/sociedad/2016/09/03/mejora-educativa-pasa-reconocer-social/949888.html

Imagen: http://fotos02.laopiniondezamora.es/2016/09/02/318×200/mejora-educativa.jpg

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El abandono educativo temprano se sitúa con la tasa más baja de la historia.

El segundo trimestre del año se presenta con una tasa de 19,7% de abandono escolar.

Europa/España/Fuente:http://noticias.universia.es/

Por: Cecilia Gomez.

La tasa de abandono educativo temprano, es decir, aquellos jóvenes entre 18 y 24 años que luego de terminar la ESO no continuar su formación, se encuentra en la tasa más baja de la historia. Según los registros, España cuenta con un 19,7% de abandono. Para el año 2020, se pretende que el descenso continúe y quede por debajo del 15%. Los hombres figuran con la tasa más alta, es decir, son más propensos a abandonar. 

El Ministerio de Educación y Cultura publicó la cifra de abandono educativo en lo que va del año. El descenso se registra como la tasa más baja nunca antes contabilizada en España. En 2015 el porcentaje de abandono era de 19,97%, pero la tendencia a descender se ve desde el año 2011 donde la cifra llegaba a 26,32%. A partir de allí, la baja fue gradual, contabilizando al menos dos puntos por año.

Según la Encuesta de Población Activa (EPA), la cual contabiliza la fuerza de trabajo, sus categorías y la cantidad de personas inactivas, el abandono se da con más frecuencia en hombres (23,7%) que en mujeres (15,5%). En cuanto a las comunidades autónomas, Navarra, Cantabria y el País Vasco tienen los porcentajes más bajos. En cambio los porcentajes más altos se dan en Melilla y Ceuta. 

Si bien continúa descendiendo, España sigue siendo el país europeo con la tasa más alta de abandono. Una situación alarmante y preocupante. Le siguen Malta, Rumania, Italia y Bulgaria, mientras que países como Croacia, Eslovenia y Polonia tienen los porcentajes más bajos (por debajo del 5%). El objetivo establecido por la Unión Europea es que en el año 2020 España cuente con una tasa de abandono educativo temprano por debajo del 15%. 

Fuente: 

http://noticias.universia.es/cultura/noticia/2016/08/02/1142340/abandono-educativo-temprano-situa-tasa-baja-historia.html

Imagen: 

http://noticias.universia.es/net/images/alimentacion-salud/d/de/dep/depresion-1468004642136.jpg

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