México: «Lo que está por medio es el hallazgo de los 43 estudiantes»

Por: Marina Franco. NYT. 11 de julio de 2018

El pasado 4 de junio, una decisión jurídica inédita tomó por sorpresa a México: una sentencia ordenaba al gobierno rehacer la investigación por la desaparición de 43 estudiantes normalistas en septiembre de 2014, tal vez el caso más emblemático —y uno de los más espeluznantes— de las violaciones a los derechos humanos en la historia reciente del país.

El Tribunal Colegiado del Decimonoveno Circuito, con sede en Ciudad Reynosa, Tamaulipas, había determinado que la pesquisa “no fue pronta, efectiva, independiente ni imparcial”, y que había que volver a hacerla. Debido a las varias irregularidades atribuidas a la Procuraduría General de la República (PGR), señalaba la sentencia, esa nueva indagatoria debía correr a cargo de un cuerpo alternativo.

El fallo era la respuesta a los amparos presentados por cuatro imputados en la causa, que denunciaban haber sido torturados por las autoridades para que declararan sobre la desaparición de los estudiantes. Los testimonios de estos imputados son los cimientos de la pesquisa realizada por el gobierno, cuya llamada “verdad histórica” afirma que los jóvenes fueron incinerados por ellos. Pero si las confesiones al respecto fueron obtenidas por medio de tortura, como lo han documentado también organizaciones internacionales, toda la indagatoria y sus conclusiones quedan viciadas.

Por ello, en la resolución de los amparos, el tribunal federal de Tamaulipas ordenó crear una Comisión de Investigación para la Verdad y la Justicia, una figura que nunca ha existido en México. Sin embargo, el fallo se ha topado con resistencias: la PGR, por ejemplo, acusó desde un inicio que la decisión no respetaba la división de poderes y que no “compartía” el criterio de los jueces del tribunal colegiado.

Mauricio Fernández de la Mora, el magistrado que trabajó esta decisión, explicó que “si bien el derecho nacional no regula la creación de un mecanismo extraordinario, no por ello es un impedimento a que este exista y se proponga”.

Fernández de la Mora tiene 42 años, es experto en derecho penal y, en su primera entrevista al respecto, habló con The New York Times en Español sobre cómo fue el proceso de deliberación de la sentencia, sus antecedentes internacionales y posibilidades de seguimiento.

¿Qué los llevó a promover un mecanismo que nunca se ha visto en México?

Fue un caso muy complejo; nos tomó mucho tiempo la elaboración. Se consideró necesario sugerir esta comisión de investigación al advertir que hubo violaciones graves a los derechos humanos, como desaparición forzada y ejecuciones extrajudiciales o serias alegaciones de tortura, y tomando en cuenta las múltiples irregularidades y defectos detectados. Se procedió a atender los lineamientos de jurisprudencia internacional para este tipo de casos, incluidas sentencias condenatorias contra México.

Al analizar esos criterios del derecho internacional, particularmente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos [CoIDH], estos nos fueron llevando hacia este camino, para poder dar solución y garantizar los derechos no solo de los imputados quejosos, sino de todas las víctimas [del caso de los 43 estudiantes]. Esos son de los derechos más importantes en materia de derechos humanos: a la verdad, de acceso a la justicia y de no repetición.

Y como esta comisión y todas sus actuaciones ahora serán parte de la [nueva] averiguación previa, con la intervención del ministerio público, eso no solo beneficia a las víctimas, sino a la sociedad en general.

Algo que ha llamado la atención sobre el fallo es que fue emitido a menos de un mes de la reciente elección presidencial. ¿Hasta qué punto se tomó en cuenta esto en la deliberación del tribunal?

Nunca pasaron por nuestras mentes las cuestiones político-electorales; la justicia no va a esperar. No nos podemos abocar a las cuestiones políticas que suceden en el país; nuestra función y nuestro compromiso es con la justicia y nos marca en nuestra propia Constitución que esta debe ser pronta y expedita.

Lo trabajé junto con un secretario todas la tardes, fines de semana, hasta en Semana Santa y primero de mayo… Le dedicamos mucho tiempo para poder hacer un proyecto bien fundado y motivado.

Se prevé que en cuanto uno tiene el proyecto, cuando lo concluye, tiene la obligación de presentarlo a los compañeros magistrados para que lo revisen y se pueda discutir. En este caso, mis compañeros me pidieron al menos dos semanas antes de la sesión. Por lo general, los proyectos se entregan una semana antes de la sesión, pero varía según el caso. Por la complejidad de este se pidió más tiempo.

La ONU y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos han señalado en varios informes y después de visitas serios problemas con la investigación. ¿Qué tanto tomó en cuenta lo ya dicho por organismos internacionales?

Estos análisis respecto a los defectos de las investigaciones en el país no son nuevos: analicé más de ochenta casos y me quedó claro en varias condenas por parte de la CoIDH que nos han hecho fuertes llamados de atención y pronunciamientos muy evidentes sobre las deficiencias.

Se estudió también el caso de Anzualdo Castro, que establece el derecho de una sociedad a conocer la verdad, y posteriormente el caso Favela Nova Brasilia vs. Brasil, en el que se hizo hincapié en que resulta necesaria la creación de una comisión indagatoria independiente en circunstancias o casos de violaciones graves en los que el personal policial aparezca como posible imputado; como sucedió en el caso Ayotzinapa.

Cuando esas organizaciones internacionales denunciaron irregularidades, el gobierno mexicano respondió que le correspondía pronunciarse a la justicia mexicana. ¿Qué tan importante cree que es el hecho de que ya haya una decisión aquí en casa?

La Suprema Corte [de Justicia de la Nación] ya estableció el carácter obligatorio de la jurisprudencia interamericana y la obligación de todas las autoridades [mexicanas], y con mayor razón de este tribunal, de pensar en determinaciones necesarias para proteger los derechos humanos.

Creo que ese es el camino que debemos seguir: explorar el juicio de amparo como uno sobre derechos fundamentales.

Nosotros ya emitimos con esto cinco tesis, que son propuestas para nuestro sistema jurídico, que algún órgano jurisdiccional podrá tomar en consideración al resolver otro caso y de ahí sacar jurisprudencia después.

Ahora vamos a a ver qué sucede.

En la sentencia se estableció un plazo de diez días naturales para crear la comisión, aunque ese plazo venció hace más de una semana. ¿De qué manera se revisa el cumplimiento de una sanción como esta por si hay posible desacato?

A nosotros no nos corresponde llevar a cabo el seguimiento sobre si se cumple, eso le toca al tribunal que juzgó el amparo que después nosotros revisamos: ese es el Tercer Tribunal Unitario [del decimonoveno circuito].

El plazo lo establecimos tomando en cuenta la urgencia, porque lo que está de por medio es el hallazgo de los 43 estudiantes. Sin embargo, en la práctica, es usual que no se pueda lograr en los plazos que se establece… sabemos que si es un caso complejo se puede prolongar. La Ley de Amparo prevé que el plazo se puede prolongar siempre y cuando ya se esté en vías de cumplimiento.

Un día antes de esta entrevista, el magistrado a cargo de ese tercer tribunal unitario, Sabino Pérez García, puso freno a la decisión del tribunal colegiado. Suspendió la aplicación del fallo porque la PGR dijo que no le era posible cumplirlo.

Aunque una decisión colegiada por un amparo no puede apelarse —”De acuerdo con la Ley de Amparo, en teoría, no”, dijo Fernández de la Mora— los encargados de su ejecución pueden recurrir a lo que se llama incidente de imposibilidad. Es justamente lo que hizo la PGR, además de decir que la sentencia no respeta las divisiones de poderes porque las investigaciones corresponden al ministerio público. Y es que la comisión de la investigación propuesta en el fallo judicial tiene otro componente inédito en México: debería incluir también a organizaciones que representan a los familiares de los desaparecidos y a la Comisión Nacional de Derechos Humanos de México (CNDH).

“El artículo 21 de la Constitución sí establece que es obligación del Ministerio Público investigar delitos”, dijo Fernández de la Mora, “pero, afortunadamente, esta no le otorga exclusividad, porque el artículo 20 establece los derechos tanto del inculpado como de la víctima para [que haya] una averiguación previa”. El juez añadió que, si quienes redactaron el artículo hubieran querido que solo la procuraduría pudiera realizar pesquisas de este tipo, hasta en casos extraordinarios como dijo lo es el de Ayotzinapa, eso habrían hecho. “La facultad exclusiva que sí se le otorgó textualmente fue respecto a las policías”.

Según Fernández de la Mora, el fallo sí toma en cuenta lo que le compete a cada uno de los participantes de esa futura comisión. “Los tres integrantes de la comisión están facultados”, dijo, e indicó que con ese mecanismo se pueden integrar también las investigaciones y averiguaciones que cada parte de por sí ya ha hecho. “En vez de que lo sigan haciendo cada uno por su lado, que lo hagan como equipo, para poder dar con el paradero de los 43 desaparecidos”.

La CNDH, al igual que la PGR, se declaró recientemente “imposibilitada” de participar. Fernández de la Mora dijo que no podía pronunciarse específicamente sobre ese incidente de imposibilidad, aunque sí mencionó que es de suma importancia que ese organismo participe. En parte, dijo, porque a la CNDH le compete revisar posibles violaciones graves de parte de autoridades —como tortura de testigos, por ejemplo— y, asimismo, “para que funja como equilibrio y ente conciliador entre las víctimas y la PGR, ya que conforme ha transcurrido el tiempo la relación entre estas dos partes se ha fracturado considerablemente”.

En varias ocasiones, el magistrado recalcó que no puede hacer más comentarios específicos sobre si cree que la decisión del juez Pérez García significará el fin de lo que propone el fallo. Pero antes de terminar la entrevista recalcó:

“Quisiera compartir que tenemos fe en que todo salga bien… Hemos advertido que ya están empezando a trabajar en este tema como parte de la transición [presidencial] y, pues, vamos a tener fe”.

Fuente:

https://www.nytimes.com/es/2018/07/09/ayotzinapa-comision-fernandez-de-la-mora/?action=click&clickSource=inicio&contentPlacement=3&module=toppers&region=rank&pgtype=Homepage

Fotografía: proyectodiez.mx

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El presente de los jóvenes, el futuro de las sociedades

Por: Juan Carlos Yáñez

En América Latina, los excluidos de la escuela tienen un perfil común: a los diecisiete años nueve de cada diez adolescentes de hogares socioeconómicamente mejor posicionados cursan estudios, mientras la mitad de los más pobres los truncó.

El terrible homicidio de tres estudiantes de cine en el estado mexicano de Jalisco cimbró las ya delicadas fibras sociales. El hecho mismo es funesto luego de la desaparición de 43 estudiantes en Ayotzinapa, Guerrero, sin que todavía sepamos la verdad.

Cada noche nos vamos con noticias funestas, y cada despertar nos recibe con otras iguales o peores. La desmesura engendra límites insospechados. Los detalles que circulan sobre la forma en que fueron asesinados los tres estudiantes conmueven por la brutalidad, la sinrazón de las causas y por los victimarios, también jóvenes.

Pocas horas después del anuncio de la fiscalía jalisciense, en Tamaulipas, norte del país, un grupo de sicarios arremetió contra estudiantes de una escuela secundaria superior, con saldo de cinco lesionados. La cosa no termina ahí. Tres días más tarde se descubrió la desaparición de otros seis jóvenes oriundos de Tlaxcala, luego de ser detenidos en un pueblo de Oaxaca.

Jóvenes son la mayor parte de los desaparecidos en México. Jóvenes son las víctimas preferidas de los grupos mafiosos que se disputan el mapa del narcotráfico, en el papel de sicarios o socios. Jóvenes que ya no llegan a la cárcel, pese a cortas y frenéticas carreras delincuenciales, porque son asesinados. En el penal para menores en Colima, el estado donde vivo, son más los custodios que los presos. Signos reveladores del destino que depara a miles de jóvenes en una nación que miraba con optimismo el futuro por el prometedor bono demográfico.

Los jóvenes universitarios mexicanos de hoy, los más escolarizados en la historia, enfrentan perspectivas desoladoras, como en Europa, y especialmente España. Esta condición de la juventud, rehén de la delincuencia y con altos grados de escolarización, coexiste con el descomunal contingente de jóvenes que no estudian ni trabajan, los inapropiadamente llamados “ninis”, que colocan al país como potencia mundial en ese renglón oprobioso.

El problema se gesta en la infancia. Pablo Gentili acuñó una expresión que parece delirante, pero dolorosamente plausible para millones de latinoamericanos: la experiencia de la infancia es la vivencia del hambre. La exclusión de la escuela y del mundo del trabajo que sufren los jóvenes invisibles es compleja y simboliza el funcionamiento deficiente del sistema social. Los jóvenes son víctimas, pero su desgajamiento ocurre cuando todavía no llegan a la educación media; el embudo se cierra a las puertas de la ciudadanía.

Como es evidente en la bibliografía, la inclusión de nuevos actores en la escuela, provenientes de sectores sociales marginados, no ha sido acompañada de políticas que favorezcan permanencia y egreso con buena educación. Los sistemas educativos son más grandes, pero su capacidad no se robusteció en consecuencia; las medidas parecieron atender a una lógica clientelar y no a una que revirtiera inequidades. La exclusión se trasladó al interior de los centros escolares, legitimando la presunta incapacidad de ciertos sectores para permanecer en la escuela, creando circuitos diferenciales de calidad. Las políticas contra la desigualdad han sido parciales e insuficientes, pues agotan su eficacia en una primera inscripción. Mujeres y pobres son las víctimas principales, aunque la fórmula completa es: mujer indígena pobre habitante de zonas rurales.

Por otro lado, si la adolescencia es una etapa de socialización caracterizada por la incorporación de recursos para participar en la vida adulta, estamos, dice Vanesa D’Alessandre, frente a personas para quienes la adolescencia nunca comenzó, que brincaron de la infancia a la adultez.

Juan Carlos Tedesco (Educación y justicia social en América Latina, FCE/UNSM, Buenos Aires) fue contundente: “En la región, para una parte muy importante de los alumnos de sectores sociales desfavorecidos el acceso a la escuela representó acceder a la experiencia del fracaso escolar… En todos los países analizados se pudo comprobar que los alumnos provenientes de los sectores más pobres abandonaban prematuramente la escuela, mientras que los sectores medios y altos permanecían en ella hasta los grados finales”. En América Latina, los excluidos de la escuela tienen un perfil común: a los diecisiete años nueve de cada diez adolescentes de hogares socioeconómicamente mejor posicionados cursan estudios, mientras la mitad de los más pobres, a la misma edad, los truncó. Si dichas variables juegan para la escolarización, también para la incorporación a la actividad económica, es decir, las probabilidades de que un adolescente excluido de la escuela trabaje, aumenta en los sectores sociales carenciados.

La invisibilidad de los jóvenes no es privativa del caso mexicano o latinoamericano. En el libro de conversaciones entre Zygmunt Bauman y Riccardo Mazzeo, éste señala que en Italia cada año 120 mil jóvenes con edades entre 15 y 19 años se agregan a las listas de los neets: quienes ni estudian, ni trabajan, ni realizan algún tipo de aprendizaje. En total, más de dos millones de italianos. Una de las consecuencias nefastas de estas lógicas de operación recuerda predicciones más viejas sobre el futuro que nos rebasó: “Es la primera vez de la que tengamos memoria, en que ‘toda una generación de graduados’ se enfrenta a una alta probabilidad, casi a la certeza, de conseguir unos empleos que serán ad hoc –temporales, inseguros y de tiempo parcial–. O unos pseudoempleos impagados ‘de adiestramiento’ que han sido recalificados, de modo engañoso, como de prácticas. Todos ellos considerablemente por debajo de las habilidades adquiridas por los estudiantes y a años luz por debajo del nivel de sus expectativas” (Bauman).

¿Epílogo o epitafio?

La terrible muerte de los jóvenes estudiantes mexicanos es otro impactante recordatorio de las deudas de los sistemas políticos en un continente rico y diverso, pero con modelos despiadados de justicia social y profundamente demagógicos, amparados por la impunidad y el cinismo. ¿El presente sombrío de los jóvenes es augurio del futuro de las sociedades?

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2018/05/04/el-presente-de-los-jovenes-el-futuro-de-las-sociedades/

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Gritos en el silencio: ¡vivos se los llevaron, vivos los queremos!

 

40 meses han pasado desde el trágico suceso de Ayotzinapa. Del paradero de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural “Isidro Burgos” nada se sabe. La verdad histórica de un exprocurador general de la república; la participación del grupo interdisciplinario de expertos independientes; las constantes falacias y esquivos por parte de las autoridades de la Secretaría de Gobernación; la miopía e hipoacusia, convertida en ceguera y sordera, de un Presidente que no ve ni escucha lo que sucede en el país que gobierna; las constantes expresiones de organismos internacionales que refieren la constante violación de los derechos y garantías individuales de los ciudadanos mexicanos; las incesantes manifestaciones que han realizado normalistas de las escuelas normales rurales del país en su sana exigencia de que aparezcan con vida sus compañeros desaparecidos; los decididos posicionamientos de académicos, investigadores e intelectuales sobre este lamentable asunto; la desesperación de 43 padres de 43 jóvenes que no aparecen por ningún lado; sí, todas y cada una de estas cuestiones, al gobierno le han valido un bledo.

¿Es un asunto de desaparición forzada? Por los hechos y de lo que de éstos se han desprendido, así es, todo lo confirma ¿Importan las leyes si los jóvenes no aparecen por ningún lado? Algunos le llámanos a éstas letras muertas, y es cierto… pero para los padres de los normalistas, ¿qué representan?

Se dice que la sociedad o las sociedades hemos creado a las instituciones con el propósito de que éstas coadyuven en el bienestar de los individuos pero, ¿acaso los hombres nos hemos equivocado en la toma decisiones?, ¿no deberían representar éstas la posibilidad, la grandísima posibilidad, de contar con instancias que atiendan con sensibilidad y en estricto apego a derecho sus encomiendas?, ¿quién está fallando entonces?, ¿la sociedad en depositar la confianza a través de su voto para que haya representantes – de esas instituciones – que actúen conforme a ciertos códigos de ética y valores, o son los mismos representantes de esos espacios los que han dado al traste a la legitimidad y credibilidad que son tan necesarias para el logro de los propósitos sociales?

Disidente es una palabra que suele emplearse para etiquetar aquel que cuestiona el actuar de las autoridades y la pertinencia de las instituciones. Fuera de lugar o del propio sistema también se emplea para clasificar a quien hace uso de sus facultades naturales para analizar, reflexionar y criticar con argumentos lo que desde su perspectiva es correcto, aceptando lo que el otro pueda ofrecerle. No obstante, ¿qué etiqueta o clasificación merece aquella autoridad que no ha dado respuesta a una demanda tan sentida de los padres de familia como lo es el que aparezcan sus hijos con vida?, ¿qué etiqueta o clasificación merece quien hasta el momento en que cierro estas líneas ha hecho oídos sordos a tales reclamos ciudadanos y de buena parte de la sociedad?

Con seguridad, por el trajín de la vida al que estamos acostumbrados, puede ser que muchos mexicanos se hayan olvidado del peregrinar de los padres de familia de los alumnos normalistas o de ciertas organizaciones civiles que se han pronunciado sobre este hecho; es más, puedo pensar que hasta cierto hartazgo les pudiera generar el que éstos se manifiesten en diversos espacios públicos, lo cual altera el orden y el sentido de lo que es público para ellos, y es normal, es natural todo ello. Sin embargo, bien se dice que cuando muchos nos equivocamos, es porque estamos en lo correcto, y también es cierto.

Nos equivocamos por seguir pugnando por el esclarecimiento de los hechos; nos equivocamos por exigir que aparezcan con vida los normalistas de Ayotzinapa; nos equivocamos por escribir sobre este y otros asuntos. ¡Pero que belleza hay en tal equivocación! La posibilidad de discernir entre lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto, entre lo legal y lo ilegal, abren la puerta a infinitas posibilidades de análisis, reflexión y crítica con sustento.

¿Acaso no somos seres humanos? ¡Desde luego! Seres humanos imperfectos, pero con la perfecta posibilidad de ser más humanos, más perfectos. ¿Acaso no es lo que pretende toda educación en el mundo entero?

Sí, estás líneas son un grito en silencio: ¡vivos se los llevaron, vivos los queremos!

Y es que al normalismo mexicano le siguen haciendo falta 43 estudiantes que están vivos en el corazón de un pueblo.

Un pueblo que reclama con ansia desmedida, justicia y la aplicación irrestricta de un estado de derecho. Un pueblo que ante la indiferencia del gobierno, ha buscado la manera de exigir lo que puede exigir en un país democrático como el nuestro.

40 meses han pasado y cientos de gritos en silencio siguen retumbando en México.

Claro, no podría ser de otra forma, porque mientras las autoridades y los responsables de tal siniestro sigan escudándose ante una ley que los cobija, las palabras, los gritos, las marchas, lograrán que el mundo sepa que estos jóvenes siguen vivos.

Podrán callar ciertas bocas, eso no lo dudo, pero jamás la maravillosa posibilidad que nos brinda la libertad de pensamiento, y eso, créanmelo, nadie, absolutamente nadie podrá coartar, aún y cuando sea un alto funcionario del gobierno.

40 meses han pasado, y seguiremos en la lucha, porque:

¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!

¡Ayotzi vive! ¡La lucha sigue!

Por: Bernardo, Felipe, Benjamín, Israel, José Ángel, Marcial, Jorge Antonio, Miguel Ángel, Abel, Emiliano, Dorian, Jorge Luis, Alexander, Saúl, Luis Ángel, Jorge, Magdaleno, José Luis, Jesús, Mauricio, José Ángel, Jorge Aníbal, Geovanni, Jhosivani, Carlos, Israel, Adán, Abelardo, Christian, Martín, Cutberto, Everardo, Marco Antonio, César Manuel, Christian Tomás, Luis Ángel, Leonel, Miguel Ángel, José Eduardo, Julio César, Carlos Iván, Antonio.

Con especial cariño para mi padre, normalista egresado de tenería.

Fuente del articulo: http://www.educacionfutura.org/gritos-en-el-silencio-vivos-se-los-llevaron-vivos-los-queremos/

Fuente de la imagen: http://www.educacionfutura.org/wp-content/uploads/2014/10/6c5523b94331684a3a59faa10c0

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México: educadores y educadoras rememoran a las víctimas del pasado y del presente.

América del Norte/México/24.10.2017/Autor y Fuente: http://www.ei-ie-al.org/

Huracanes y terremotos han golpeado a México en los recientes días, provocando desolación por la gran cantidad de decesos. En medio de estas situaciones recientes, educadores y educadores de ese país y del mundo rememoran a los 43 estudiantes de Ayotzinapa, a 3 años de su desaparición forzada.

En medio de acciones de rescate, reconstrucción y recuperación, educadores del mundo expresan su solidaridad con las víctimas, sus familiares y las escuelas afectadas.

Presión internacional para realizar investigación

Una campaña internacional liderada por la Internacional de la Educación también ha vuelto a dirigir la atención a la desaparición forzada de 43 estudiantes de educación de la Escuela Normal de la zona rural de Ayotzinapa. Ellos fueron secuestrados hace 3 años cuando iban camino a una manifestación en la capital, México D.F.

Más de 600.000 personas han sido alcanzadas a través de las redes sociales después de que cientos respaldaron la campaña en línea «¡Justicia para los 43 desaparecidos!» y su versión en inglés «Justice for the missing students!».

Fuente: http://www.ei-ie-al.org/content/m%C3%A9xico%3A-educadores-y-educadoras-rememoran-a-las-v%C3%ADctimas-del-pasado-y-del-presente

Imagen: http://ei-ie-al.org/sites/default/files/styles/medium/public/content/20170926_ayotzinapa.jpg?itok=ahZE3_gW

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