Destacan la educación en el país donde «no hay ganadores ni perdedores, sino niños que crecen de manera diferente»

La idea es que la escuela se adapte al niño, no al revés.

Sandra Hernández Jiménez

La educación finlandesa se ha convertido en un referente mundial por su enfoque humano y su capacidad para desafiar los modelos tradicionales basados en la competencia y las calificaciones. Lejos de concebir la escuela como un escenario de rivalidad, Finlandia apuesta por un sistema que prioriza el bienestar, la autonomía y el desarrollo integral del alumno. Cada niño aprende a su propio ritmo y merece un entorno donde crecer sin miedo a equivocarse.

Esa filosofía, compartida por docentes y familias, se traduce en prácticas y derechos que garantizan igualdad de oportunidades y menos estrés para los alumnos. Para Marianna Tolvanen, profesora de inglés con más de una década de experiencia en el norte de Europa, la clave está en el respeto y la confianza: “El éxito se mide en si los niños llegan felices a clase y en su capacidad de reflexionar sobre lo aprendido”, asegura en declaraciones a Ziarul de Gardă.

Según explica, en las escuelas finlandesas los alumnos llaman por su nombre a los docentes, se abrazan con naturalidad, y se valora más el diálogo que la presión por una nota. “El sistema educativo finlandés me impresionó por su humanidad. Aquí, al niño no se le compara, se le presiona ni se le juzga, sino que se le comprende”, relata Marianna. Para ella, esta cercanía genera un clima de confianza donde los estudiantes se sienten seguros para preguntar, equivocarse y aprender sin miedo.

Un modelo a seguir

Otro rasgo distintivo es que la evaluación se realiza dos veces al año y no solo se centra en el rendimiento académico, sino también en el bienestar social y emocional. Para ello, se mantienen reuniones semestrales entre el estudiante, sus padres y los maestros. La política finlandesa prioriza la confianza en el profesorado para diseñar métodos de enseñanza y evaluación en lugar de someter a las escuelas a inspecciones y pruebas constantes.

Este es el enfoque que Marianna Tolvanen quisiera ver en la República de Moldavia. La integración de alumnos con necesidades especiales en aulas regulares y el apoyo personalizado son prácticas habituales: la expectativa es que la escuela se adapte al niño, no al revés. “Cada alumno tiene derecho a aprender a su ritmo. No hay ganadores ni perdedores, sino niños que crecen de manera diferente”, resume Tolvanen.

La transparencia entre familia y escuela es cotidiana y tecnológica, ya que los profesores registran avances y observaciones en plataformas electrónicas accesibles a los padres, de modo que la información fluye sin dramatismos ni juicios. En definitiva, el éxito de la docencia finlandesa se debe a una combinación de cultura cívica, sistemas de bienestar, alta formación docente y políticas públicas que sostienen la igualdad.

https://www.huffingtonpost.es/sociedad/destacan-educacion-pais-no-hay-ganadores-perdedoresnos-crecen-manera-diferente.html

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