¿Por qué se celebra el Día Internacional de la Convivencia en Paz?

La ONU, reconociendo la necesidad de eliminar todas las formas de discriminación e intolerancia, declaró el 16 de mayo como el Día Internacional de la Convivencia en Paz.

Este 16 de mayo se celebra el Día Internacional de la Convivencia en Paz ofreciendo la oportunidad de reflexionar sobre formas de mejorar la convivencia y fomentar un entorno pacífico y sostenible a todas las escalas, para que la humanidad pueda vivir en paz.

Para cumplir tal aspiración es necesario eliminar la discriminación e intolerancia en todas sus formas, incluyendo las basadas en la raza, el color, el sexo, el idioma, la religión, la opinión política o de otra índole, el origen nacional, étnico o social, la posición económica, los impedimentos físicos, el nacimiento o cualquier otra condición.

Esta fecha hace hincapié en la importante función de todos los actores de la sociedad civil para fomentar el diálogo entre religiones y culturas, además de alentar el apoyo de medidas prácticas que movilicen la creación de capacidad, oportunidades y marcos de cooperación.

Conoce cinco formas de alcanzar un mundo de convivencia en paz:

La no violencia

Foto: Pexels 

No a la guerra entre países. En cada país, serán los gobernantes los que marcarán la pauta a seguir y las consecuencias de esa decisión pesarán sobre todos. La cooperación para la no violencia debe fortalecerse, con la conciencia de la naturaleza de la amenaza y con los medios que sean operativos para combatirla.

El mundo enfrenta un fenómeno radicalmente diferente a los conflictos bélicos clásicos y, por eso, los medios clásicos poco o nada tienen que ver con la eficacia en este combate necesario.

La solidaridad como forma de vida

Foto: ACNUR

Poner en práctica la unión de intereses o propósitos entre países. La solidaridad como cohesión social entre países, basada en la dependencia de los Estados y de otros actores internacionales entre sí.

Las catástrofes naturales, especialmente,  generan un comportamiento social de solidaridad por el sentido de sobrevivencia y cooperación entre los países.

Compasión

Foto: Stock Photo

La compasión y el fortalecimiento de lazos de amistad entre los pueblos con el fin de desarrollar dinámicamente la cooperación regional. Así también crear entre países de un mismo  entorno un ambiente regional pacífico, estable, de igualdad y confianza mutua.

Generosidad y compartir

Foto: ACNUR 

La generosidad y el compartir son reacciones naturales hacia los seres queridos, empezando por la familia. Estas cualidades aumentan y se expanden junto con la conciencia de que la verdadera prosperidad es el resultado de dar, no de acaparar, y de que nuestra familia es realmente toda la humanidad.

Actitud ecológica

Foto: ​​Unión Radio 

Una actitud ecológica surge espontáneamente al comprender que la tierra es madre, y la madre de toda vida en el planeta. El respeto por la naturaleza como uno de los valores sociales fundamentales, esencial para las relaciones internacionales.

El valor humano correspondiente va más allá del respeto por la reverencia y una profunda solidaridad con el planeta, del mismo modo que reverenciamos y amamos a nuestra madre.

Fuente de la información e imagen: https://www.telesurtv.net
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Mujeres mayores: El enfoque olvidado

Por: Pilar Azorín*

Este año que ha pasado ha tenido duras y gravísimas repercusiones para las personas mayores.


La pandemia mundial provocada por el COVID 19 ha derivado en una situación de crisis generalizada en todo nuestro territorio, agrandando aún más las desigualdades sociales y en especial en lo que afecta a las mujeres, y si nos centramos en nosotros los mayores, nuestro colectivo tan vulnerable, hemos visto acrecentada la desigualdad durante esta crisis sanitaria.

Muchas personas mayores han estado mayormente abandonadas, pues la vejez está «claramente feminizada». Las mujeres somos mayoritarias en la vejez, superando en un 32 % a los hombres.

Y hoy me toca hacer un examen de conciencia para manifestar que las personas mayores hemos estado solas. Solas y abandonadas durante este terrible año de pandemia. Y no es un problema que ha surgido de repente, no ha sido el COVID 19, ni el confinamiento o el temor a no contagiar o ser contagiados.

Estábamos solos y solas.

Y no lo merecemos, pues la mayoría de las personas mayores lo hemos dado todo, hemos sufrido una guerra, divisiones de familias enteras por caer en este o en el otro frente; nos hemos calentado en invierno con el carbón que desprendían los trenes al llegar a la estación de Atocha y que, siendo niñas, recogían en sus faldas para llevarlo a sus casas.

Muchas de nosotras dejamos de estudiar con 14 años y fuimos aprendizas de modistas, de sastras. Trabajaron en la primera camisería en Sol, que luego sería un imperio (El Corte Inglés) y hablo de una generación de mayores, que conozco bien, hago voluntariado con este grupo realizando desde hace años un taller de memoria.

Tienen más de 80 años y en un juego recurrente que les propongo en Navidad “y si te toca la lotería…”. Todas se lo darían todo al hijo en paro, al nieto o nieta para que estudie. Sí, no se quedarían nada.

Y hablo de un perfil muy modesto, con pensiones mínimas y ayudas sociales y parroquiales. Sin ascensor en sus viviendas y, en ocasiones, sin calefacción central.

Pura generosidad.

Y cuando llega el día de venir al taller de memoria, llegan antes de la hora, guapas, pintadas y arregladas como para ir “a misa el domingo” y cuando terminamos no se levantan de la silla. Vienen con tanta ilusión.

Porque ya no socializan apenas, porque a excepción de nuestro taller y de la misa dominical y alguna consulta médica, viven solas. Y todas, sin excepción, tienen familia, hijos e hijas, nietos de los que se sienten muy orgullosas pero que apenas les atienden.

Tampoco ellas lo demandan. No quieren molestar.

Y hablo en femenino, aunque hay 2 o 3 maridos vivos, la mayoría son viudas y al taller vienen solas, hasta este último año que se incorporaron 2 matrimonios. Aquí tengo que contener las lágrimas, pues una de las parejas ya no vendrá más. Primero falleció ella y a la semana él se desplomó. Y del otro matrimonio, también nos dejó Justina.

Y otra alumna, Paquita, la más “picante” de mis alumnas, 97 años, que perdió a un hijo por el COVID 19, murió de pena a los pocos días.

Y siguen solas, y en algún caso que acabo de conocer, son maltratadas, por su marido, por sus hijos que no las atienden y/o miran hacia otro lado.

La sociedad entera ha mirado hacia otro lado.

No hemos aprendido de nuestros antepasados, que veneraban a sus ancianos y los hemos “aparcado” en residencias (donde se les ha dejado morir) o en sus casas, a veces supliendo nuestros afectos y compañía pagando a cuidadoras que limpian nuestras conciencias.

ALGUNOS DATOS SOBRE PERSONAS MAYORES Y VIOLENCIA
Investigadores hablan de cuatro características específicas de la violencia de género en las relaciones de pareja en edades avanzadas:

1.- El inicio de la relación cuando no había conciencia de género.

2.- La larga duración de la violencia en el tiempo.

3.- La utilización de la edad como herramienta de daño.

4.- Y la normalización de la violencia de baja intensidad.

Tanto el entorno cercano a las mujeres mayores como el conjunto de la sociedad e instituciones públicas tienen un papel fundamental para poder terminar con una relación violenta y emprender un proceso de recuperación.

Los hijos e hijas mayores pueden ser un elemento facilitador y de apoyo, pero también pueden suponer una barrera adicional en algunos casos.

Por ello, es importante realizar campañas de sensibilización que también interpelen a los hijos e hijas mayores. Asimismo, incrementar la formación con perspectiva de edad y de género, especialmente, en el ámbito de la salud y la atención sociosanitaria con la implicación de todas las instituciones, Policía, Ayuntamientos y otras (con las que nos une una autentica colaboración y compromiso )

Múltiples estudios indican que la atención primaria juega un papel crucial a la hora de detectar situaciones de violencia y es muy importante que el personal sanitario sepa reconocer situaciones de violencia de género en mujeres mayores y evitar conductas «edadistas», como asociar algunas dolencias a la edad sin indagar en profundidad las verdaderas causas.

Además, el fomento de redes de apoyo es fundamental para abordar problemas como la soledad o el abandono que afecta a las mujeres mayores y que supone un freno para poder salir de una relación violenta.

La realización de actividades lúdicas y de formación destinadas a mujeres mayores también juegan un papel muy importante en la recuperación y puede ayudar a encontrar nuevas amistades y reforzar redes de ayuda y apoyo durante la vejez.

Por último, es esencial que se pongan en marcha campañas específicas para eliminar el «edadismo» en la sociedad, fomentar el trato igualitario hacia las personas mayores, incentivar el empleo y la independencia económica en mayores de 50 años y fomentar una imagen distinta de la vejez, en la que emprender nuevos proyectos vitales sea posible.


Fuente e imagen: https://tribunafeminista.elplural.com/2021/03/mujeres-mayores-el-enfoque-olvidado/

Sobre la autora: Pilar Azorín Presidenta de la Comisión de Igualdad y Derechos de Emancipatic y también del Colegio de Procuradores de Madrid

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