Por: Gloria Hurtado
Al igual que sucede con las enfermedades físicas que nacen y desaparecen de acuerdo al momento en que vive la humanidad, las mentales también aparecen o desaparecen de acuerdo a lo que la cultura vive. El cáncer, por ejemplo, es hijo de la modernidad a diferencia de la parálisis infantil a punto de eliminarse. Las vacunas contribuyeron a su erradicación. En el campo mental la histeria tiende a desaparecer frente al desarrollo de la liberación sexual, mientras hoy por hoy el narcisismo y la soberbia, se ganan el premio mayor de la condición humana.
La soberbia es la hija mayor del machismo, su consentida, la “luz de sus ojos” o en otras palabras, la mejor heredera del perfil de “su padre” autoritario, dominador, prepotente, dueño de la razón. El diccionario la define como “un sentimiento de valoración de uno mismo por encima de los demás”. No tiene sexo ni empaque físico. Tampoco escoge profesión, nacionalidad, o religión. Y quien lo creyera, tiene un gen dificilísimo de detectar ¡la inseguridad! Por ello, bien escondido y casi camuflado el miedo alimenta el nacimiento y desarrollo de la personalidad soberbia. El soberbio está invadido de una inseguridad visceral por lo que necesita “devorar” todo lo que encuentre a su paso y que haya percibido amenazante, igual o superior. Vive en continua guerra. Necesita demostrar que es “el mas”, el primero y por qué no, el único.
Hoy, día del periodista, escribo sobre la soberbia porque casi nunca los periodistas nos reunimos para hacer un “acto de conciencia” y auscultar cómo estamos desempeñando nuestro oficio. Las profesiones tienen ciertas características que atraen a las personas de acuerdo a sus condiciones individuales. Así como la arquitectura puede atraer a un artista en potencia y la literatura a un prospecto de escritor, ¿qué tanto el periodismo, como profesión moderna, “engarza” a personalidades egocéntricas y protagónicas? ¿qué tanto en el periodismo, el interés personal se confunde con el interés de servicio puesto que la idea de juzgar y controlar supera cualquier condición de colaboración comunitaria? ¿Qué tan soberbio puede volverse un comunicador que se sabe poderosos, influyente, asertivo? Moisés Naím decía que las dos únicas fuerzas temidas por el populismo son la Ciencia y el Periodismo, como quien dice las únicas capaces de controlar un desborde universal. Pero y ¿quién controla a los científicos y a los periodistas? ¿Quién le pone el cascabel al gato? ¿Quién le dice a un periodista o a un Medio que se ha equivocado? Aun mas, un Medio o un periodista pueden reconocer que en el tema de la información (no de opinión) pueden haber fallado? ¿Un científico acepta que se equivocó?
La soberbia es humana pero es primaria, elemental. No atraviesa, ni de cerca, un sendero de conciencia. “La soberbia no es grandeza sino hinchazón; y lo que está hinchado parece grande pero no está sano”. Todas las tentaciones del rating, seguidores, “likes” ¿qué tanto marean al trabajar? ¿Se trabaja por reconocimiento o por servicio? Pueden venir juntos, sí, pero no son fáciles de separar. Hay que estar alerta para no dejar que la fama haga estragos en la intención de la profesión . O si no la soberbia será la que acabe con la confianza en una profesión cuyo objetivo básico es servir.
Fuente: http://www.revolturas.com/en/articulos