Fernando Buen Abad: “EL Poder Mediático Se Ha Vuelto Cada Vez Más Cínico”

Por Hector Bernardo

El filósofo mexicano, especialista en medios de comunicación, analizó la situación de América Latina y la falta de respuesta de los sectores populares frente a las constantes campañas sucias de la derecha.

Recientemente, el pueblo boliviano conmemoró “el día de la mentira”, en referencia al referéndum celebrado el 21 de febrero de 2016 en el que, debido a las calumnias e infamias organizadas por sectores de la derecha y difundidas por los medios hegemónicos de comunicación, la propuesta del presidente Evo Morales de reformar la Constitución para permitir un nuevo mandato fue rechazada.

En aquella ocasión, los medios hegemónicos difundieron la falsa noticia de que Morales tenía una hija no reconocida con una ex pareja. La información pudo ser desmentida luego del referendo, pero ya era demasiado tarde, muchos bolivianos la había creído y la imagen del presidente se había visto perjudicada.

En octubre de ese mismo año, frente al referendo llevado adelante en Colombia para consultar si la sociedad aprobaba el Acuerdo de Paz entre las FARC-EP y el Gobierno colombiano, el ex presidente Álvaro Uribe llevó adelante otra campaña sucia cargada de mentiras y, con apoyo de un sector de los medios hegemónicos, lograron engañar a muchos votantes. Tras el triunfo del NO, uno de los asesores de Uribe admitió descaradamente que había ganado gracias a la campaña de mentiras.

En Argentina, con apoyo del hegemónico Grupo Clarín, Mauricio Macri ganó las elecciones presidenciales de 2015 con una campaña en la que se difundieron una gran cantidad de mentiras sobre el candidato del oficialismo, Daniel Scioli, y sobre la entonces presidenta, Cristina Fernández de Kirchner. Muchas de las promesas de campaña de Macri fueron descartadas rápidamente ni bien asumió el Gobierno.

En ese marco, y con muchos otros ejemplos que muestran a medios, periodistas y candidatos de derecha que utilizan mentiras descaradas para perjudicar a los procesos populares de la región, Contextodialogó con el experto en medios de comunicación y doctor en filosofía, Fernando Buen Abad.

Ante la consulta sobre cómo los medios hegemónicos y los candidatos de derecha se atreven a mentir tan descaradamente e incluso a admitirlo luego sin ningún pudor, Buen Abad aseguró que “al no tener frente a sí una fuerza de disputa con suficiente caudal de opinión y de movilización social, el poder mediático se ha vuelto cada vez más cínico. Eso es porque no sufren ninguna consecuencia directa de todas sus operaciones y mentiras. En la media que no hay una respuesta inmediata, capaz de ser contundente, capaz de hacer temblar a la estructura misma del poder oligarca, los medios hegemónicos se hacen más cínicos”.

“En algunos casos se engolosinan, se enamoran de sí mismos y se autoexhiben, muestran su impunidad y su impudicia”, afirmó.

El filósofo remarcó que “sobre ello hay muchos ejemplos en América Latina. El caso de Brasil, donde fueron capaces de derrocar mediante una falacia judicial a la presidenta Dilma Rousseff, y no tuvimos a un continente pleno levantado con un clamor poderoso que recorriera el mundo con esta denuncia.

Lo mismo pasa en Argentina, donde el presidente Mauricio Macri es capaz de decidir que el Estado le perdone deudas multimillonarias a su papá y luego diga ‘no pasó nada, lo volvemos a cero’, y no tengamos un clamor mundial denunciado el calibre de la corrupción.

En México, el presidente Enrique Peña Nieto dijo que no habría aumento de las gasolinas, y acto seguido firma un aumento descomunal contradiciendo lo que había dicho. Todo ello muestra un enorme nivel del cinismo y, a la vez, expone que no hemos tendido una fortaleza continental capaz de darle contundencia a las denuncias para poder modificar el escenario”.

Por último, Buen Abad aseguró: “debemos entender que estamos ante una guerra mediática internacional y, si no ponemos atención muy particular en ese tema, corremos el riesgo de repetir experiencias como la de ‘La Gran mentira’ que conmemoró recientemente el pueblo boliviano”.

Por @bernardohector

Fuente: http://es.lapluma.net/index.php?option=com_content&view=article&id=9247:2017-02-27-23-34-28&catid=94:mundo&Itemid=427

Comparte este contenido:

Entrevista a Julian Assange, fundador y director de WikiLeaks “Trump es un lobo con piel de lobo”

Entrevista a Julian Assange, fundador y director de WikiLeaks
“Trump es un lobo con piel de lobo”

Santiago O’Donnell

Después de publicar los documentos que terminaron de hundir la candidatura de Hillary Clinton a la presidencia de Estados Unidos, después del indulto de Obama a su fuente Chelsea Manning, después de más de cuatro años de encierro en la embajada de Ecuador en Londres y de que Gran Bretaña fuera acusada de detención ilegal por retenerlo ahí, a un mes de las elecciones en Ecuador que serán clave para su futuro, Julian Assange, director de WikiLeaks, accede a hablar de todos estos temas.

Sweater azul y pantalón verde arrugados, zapatillas rojas y barba blanca como su piel, da vueltas alrededor de una larga mesa en la sale de conferencias de la embajada de Ecuador en Londres. Mientras circula contesta preguntas durante más de dos horas. Habla con voz grave en forma pausada y deliberada, entre largos silencios, como una llama que de a ratos parece apagarse a la espera de una idea y cuando ésta llega, se vuelve encender.

Suena confiado y seguro cuando habla de WikiLeaks y el lugar que ocupa su sitio de filtraciones en el mundo de los medios pero duda de su propio futuro, jaqueado por sus problemas legales con Suecia, Gran Bretaña y Estados Unidos, más el inminente cambio de gobierno en el país que le ha dado refugio. No esquiva ninguna, pero vuelve una y otra vez a quien a esta altura parece haberse convertido en su enemiga íntima, Hillary Clinton, como si ya extrañara su ausencia del escenario político.  

–¿Qué piensa de Trump?

–Es un populista de derecha, una clase de político con amplios antecedentes en la historia de América latina. Lo inusual es que la red de influencia de Clinton creció y se expandió tanto durante la presidencia de Barack Obama, que los demócratas se han convertido en el partido del establishment en Estados Unidos. Entonces te encontrás en una situación en la que el apoyo a la CIA por parte de los Demócratas es del 32 por ciento y entre los republicanos el apoyo a la CIA es de apenas el 2 por ciento. Tenés a los demócratas buscando un conflicto con Rusia y a los republicanos diciendo que no hay que pelearse con Rusia. Tenes a los demócratas diciendo que la destrucción de Libia y Siria es una cosa buena, mientras tenés a los republicanos diciendo que no hay que meterse en esos países. Tenés a los demócratas diciendo que la alianza con los saudíes es algo bueno y hay que mantenerla y muchos congresistas republicanos apoyan esa postura también. Entonces Trump debe tomar la postura contraria para diferenciarse. Claro que ahora que los republicanos están en el gobierno todo puede cambiar, pero en este momento hay un contraste muy grande entre el gobierno que se fue y el que llegó. Los halcones neoconservadorews como Paul Wolfowitz, Robert Kagan, y William Kristol, la gente que rodea a George W. Bush, yo pensé que eran republicanos, se presentaban como ultrarepublicanos pero en esta última elección elogiaron y apoyaron a Hillary Clinton. Eso te dice algo de Hillary Clinton, de Trump y de los neoconservadores.  

–¿Cómo concilia a ese justiciero librepensador que usted describe con el racista, misógino y xenófobo que conoció la opinión pública?

–Trump es un milmillonario que ha formado parte de la elite de Nueva York y sus viejos amigos incluyen a los Clinton. Pero no forma parte de la red de poder en Washington. El partido republicano no apoyó su candidatura. El hecho de que sea un misógino y un racista lo hemos visto todos. Él ha exhibido esa conducta. Cuánto de eso fue sincero y cuánto fue para congraciarse con la base blanca republicana no lo sé. Clinton intentó usar la carta de las políticas de identidad en la campaña. Dijo con mucha fuerza que ella era la candidata de los negros, las mujeres y los latinos. Como resultado de proyectarse como la candidata de esos grupos de identidad quienes no pertenecían a esos grupos empezaron a pensar, ¿entonces quién es el candidato de mi grupo? Y así se fueron acercando Trump.

–Usted dijo que no hubo contacto antes de publicar las filtraciones de lo emails de Hillary Clinton. ¿No le hubiera convenido negociar con él antes de publicar la información, cuando usted tenía mayor poder de fuego?

–En lo personal seguramente me hubiera favorecido, pero no. Era importante no tener contacto.

–¿Por qué?

–Para prevenir alegaciones de que la publicación estaba políticamente contaminada. No lo publicamos para favorecer a Trump. Lo publicamos por nuestras propias razones. Miralo desde perspectiva de WikiLeaks. Si nosotros tenemos acceso a información importante para entender cómo funciona la red Clinton en Washington y dentro del partido Demócrata es porque le hemos asegurado a nuestras fuentes que vamos publicar esa información de la manera más apropiada y en el contexto en que pueda tener el mayor impacto. Nosotros, como la gran mayoría de los analistas, pensamos que iba a ganar Clinton y que por lo tanto estábamos enfureciendo a la futura presidenta de Estados Unidos. Pensamos que en su presidencia mi situación se tornaría muy difícil y que continuaría el proceso contra mí del gran jurado que me investiga en Estados Unidos. Pensamos que nos estábamos sacrificando. Yo no creí que el establishment iba a dejar que Trump ganara. Trump tenía a todos los sectores del establishment en su contra excepto los productores de carbón, que ya ni siquiera son un establishment importante de la economía. Tenia a los bancos en contra, los medios en contra, a los políticos en contra, a Silicon Valley en contra. Eric Schmidt, presidente de Google, trabajó activamente para la campaña de Clinton. ¿Por qué perdieron? Porque leyeron las encuestas y pensaron que no podían perder. Si hubieran pensado que perdían, hubieran multiplicado sus donaciones de campaña hasta asegurarse que ganara Hillary Clinton. Pero no van a regalar plata. Dieron lo que pensaron que era necesario y no más.

–¿Cómo es la relación entre Trump y la CIA?

–La CIA peleó para que Trump no llegase a la presidencia. En las últimas dos semanas de su gobierno Obama firmó una serie de decretos para incrementar el poder de las agencias de inteligencia. Por ejemplo le dio a 16 agencias de inteligencia acceso a los miles de millones de correos electrónicos, mensajes de texto y llamadas telefónicas interceptadas a diario por de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA). La agencia que realmente quería acceso a ese océano de información es la CIA. También sacó a los servicios de inteligencia de la ley de empleo público así se les puede pagar mejor a los agentes y darles mejores condiciones de trabajo. Todo esto demuestra que en sus semanas finales el gobierno de Obama buscó acercarse a la comunidad de inteligencia o pagar una deuda. La CIA se había opuesto a Trump. ¿Por qué? La razón principal es el programa en Siria, cuyos directivos habían sido nombrados por Barack Obama. En términos presupuestarios, es el proyecto numero 1 de la agencia desde el 2010, costando aproximadamente un billon de dólares por año. Se entrenó a más de 10.000 insurgentes y se llevó adelante en el marco de cooperación encubierta con Arabia Saudita, con Kuwait y Qatar, etc. etc. Toda esa gente en la CIA que había ganado experiencia en Siria y que había dedicado sus últimos años al tema se vio disminuida cuando Trump decidió no continuar el programa y ahora están peleando para mantenerlo. Además, muchos agentes de la CIA mantienen el espíritu antirruso de la Guerra Fría. Con la asunción de Trump, esos agentes se vuelven irrelevantes. Así que la CIA tiene mucho incentivo para arrinconar a Trump y obligarlo a seguir con la operación siria y a tomar distancia de los rusos. En esto último ya se ve un resultado: Trump claramente ya está usando un tono más distante para hablar de Rusia.

–¿Y el FBI cómo se lleva con Trump? ¿No había ayudado a Trump en la elección?

–No. Es equivocado pensar que Comey (James, jefe del FBI) reabrió una investigación contra Hillary Clinton 10 días antes de la elección como una forma de lanzar un terrible ataque en contra de su candidatura.

–Pero, además de lo de Comey en la página wb del FBI, publicaron una vieja investigación cerrada contra Bill Clinton a pocos días de las elecciones.

–Otra percepción errónea. Lo que pasa es que bajo la ley de acceso a la información, cuando dos o más personas requieren y obtienen un documento, las agencias están obligadas a imprimir en su página web la misma información que se les entrega a esas personas. Y en los días previos a la elección muchos periodistas hurgaban información sobre los Clinton y eso fue lo que sucedió con la página web del FBI. Con respecto a lo de Comey, él limpió la investigación de los emails de Hillary Clinton. Cualquier persona que no se llame Hillary Clinton hubiera sido procesada, en base a las pruebas. No solo es que Hillary Clinton comunicó información secreta a través de un email privado no declarado. Lo hizo. Más serio me parece que pueda haber recibido coimas cuando era secretaria de Estado a través de la Fundación Clinton. Después, el hecho de haber borrado más de 33.000 mails cuando ya sabía que era investigada y el encubrimiento para tapar lo que había hecho. ¿Y por qué hizo esto Hillary Clinton? Para evitar la ley de acceso a la información. Entonces creó un servidor privado en su propia casa porque algunas de sus comunicaciones podían ser problemáticas en su camino a la Casa Blanca. En cierto modo es una tragedia griega. Primero quiso ocultar información y luego quiso ocultar que había querido ocultar información. El primer encubrimiento no había sido demasiado grave pero luego intentó ocultar que intentó ocultar y después intentó ocultar que había intentado ocultar lo que había ocultado y la cosa se complicó demasiado. Como en un cuento de Tolstoi, empezó con un crimen pequeño y luego uno mas grande para tapar el anterior y luego otro más grande, hasta que termina cometiendo un crimen grave. Entonces, ¿por qué habló Comey? Porque entendió que entre su tropa había empezado una revuelta porque los agentes directamente involucrados en la investigación de los emails habían empezado a filtrar información a la prensa y la policía de Nueva York, que también participó en la investigación, también empezó a filtrar los datos que habían encontrado. Y esos agentes empezaron a preguntar por qué la cabeza del FBI y del Departamento de Justicia no apoyaban su investigación. Y estos agentes desencantados concluyeron que Hillary Clinton había frenado la investigación; entonces ellos mismos empezaron a investigar a las cabezas del FBI y el Departamento de Justicia. A días de las elecciones había surgido información nueva y Comey quiso anticiparse a las filtraciones y por eso escribió una carta a un comité del Congreso para anunciar la reapertura de la investigación. Pero Comey cometió un error político. Quería limpiarse para que no le acusaran de encubrir a Hillary Clinton, pero terminó atrayendo atención a su persona.

–¿Qué rol cumplió WikiLeaks en el triunfo de Trump?

–Yo prefiero preguntar qué rol tuvo WikiLeaks en tirar abajo a Hillary Clinton y su red de Washington D.C. WikiLeaks se especializa en publicar documentos difíciles de conseguir, de gobiernos y grandes corporaciones. Eso incluye los emails de Hillary Clinton. A medida que fuimos obteniéndolos, fuimos publicándolos, indexando y agregando según el año a los distintos documentos relacionados con Hillary Clinton que teníamos en nuestra colección. Así la gente percibió que queríamos más información y que la publicaríamos, después de verificarla y asegurarnos de que sea verídica. Entonces veníamos haciendo eso con sucesivas publicaciones. La primera que tuvo un impacto político enorme se refería a los documentos del Comité Nacional Demócrata (DNC, en inglés), unos 20.000 emails que mostraban cómo el DNC había manipulado la elección primaria para asegurarse de que ganara Hillary Clinton. A partir de esa publicación los cinco principales líderes del DNC renunciaron, incluyendo la presidenta Debbie Wasserman Schultz. Lo publicamos en los días previos a la convención del Partido Demócrata en la que se anunció la nominación de Hillary Clinton.

–¿Qué impacto tuvo esa revelación en los votantes?

–Difícil decir. Mucha gente que había participado en las primarias, al descubrir que estaban arregladas, se puso furiosa. Otros tantos ya venían furiosos de antes porque habían visto distintas evidencias de trampa durante toda la campaña. Supongo que nuestro material tuvo un gran impacto porque no había habido renuncias hasta que publicamos la prueba documental. La constitución del DNC dice que sus autoridades deben manejarse de una manera estrictamente imparcial. Prohíbe explícitamente a las autoridades favorecer a un candidato en detrimento del otro, y los emails que publicamos mostraban precisamente eso, incluyendo instrucciones directas a través de la cadena de mandos.

–Y a más largo plazo, ¿cuál fue el impacto? Usted mencionó la destrucción de la red de los Clinton.

–Una red muy intricada. La destrucción o la marginalización de la red de los Clinton en Washington se pueden ver en la fuerte caída de grandes donaciones a la fundación Clinton y en el cierre de la Iniciativa Global Clinton. Era una red de tráfico de influencias en la que Hillary Clinton era la que traficaba mientras Bill Clinton gobernaba en la Casa Blanca. Cuando se termina la presidencia de Bill Clinton el principal atractivo que mantiene a la red funcionando es la idea de que Hillary llegará a la Casa Blanca. Entonces tenés a los saudíes, a los kuwaitíes y Qatar y muchos otros intentando conseguir influencia a través de esta red.

–Entonces usted consiguió información de una fuente. ¿Sabe quién es la fuente o eso no importa? ¿Da lo mismo si es un arrepentido o una institución o una agencia de inteligencia? ¿O sólo importa que el documento sea verídico y encaje en su criterio de publicación?

–La fuente varía según la publicación. Lo más importante es verificar si el material es verdadero o no. Con respecto a esta publicación lo único que hemos dicho es que la fuente no fue el estado ruso y no diré nada más.

–Las agencias de inteligencia de Estados Unidos dicen que la información provino de hackers rusos y que también había sido hackeado el Partido Republicano. ¿A usted le ofrecieron documentos del Partido Republicano?

–La información de las agencias de inteligencia es extremadamente pobre. No, no. Si una fuente nos hubiera ofrecido ese material, y hubiéramos verificado la autenticidad de los documentos, por supuesto que los habríamos publicado.

–¿Piensa WikiLeaks publicar documentos sobre el gobierno de Trump?

–Ni siquiera entiendo que alguien pueda preguntárselo. Nosotros publicamos muchísimos documentos del gobierno republicano de George W. Bush y seguiremos haciéndolo con el gobierno de Trump.

–¿Y del gobierno de Putin?

–Nosotros publicamos más de 600.000 documentos de Rusia; más del 90 por ciento de esos documentos eran críticos del gobierno de Putin También publicamos más de dos millones de documentos de Siria, el aliado clave de Rusia, incluyendo los correos electrónicos de Bashir Al Assad, cuando yo ya estaba en esta embajada.

–Ninguna megapublicación es geopolíticamente neutral. Nada de lo que hace wikileaks es geopolíticamente neutral. Al publicar los mails de Hillary Clinton ustedes trabajaron a la par de Rusia para favorecer a Trump. ¿No siente que se cruzó un límite?

–Para nada. Como dije, nuestra fuente no es Rusia.

–Pero Rusia quería que ustedes lo publicaran.

–Es irrelevante. Rusia quiere algo, Estados Unidos quiere algo, es irrelevante. Podría importar en un caso extremo por ejemplo si una gran potencia esta intentando dominar a un país pequeño y si esa gran potencia nos diera material con tal de socavar la habilidad del país pequeño para resistir esa dominación, entonces no quiero ninguna parte de eso. Pero hasta ahora no hemos tenido ese problema. ¿Por qué? Porque las grandes potencias tienen grandes medios a su disposición, medios como la BBC o la CNN entonces tienen la capacidad de proyectar información que dañe o deje mal parado a quien sea. Son los países más pequeños los que necesitan que exista Wikileaks.

–¿Entonces le da lo mismo hacer un gol para los rusos o los chinos o los estadounidenses?

–WikiLeaks se especializa en publicar documentos secretos de las grandes potencias y de las corporaciones más poderosas. Quiere decir que siempre estamos bajo el fuego de los más poderosos cañones de propaganda. Entonces WikiLeaks siempre va a ser el chico malo. El día que dejemos de ser los chicos malos será porque no estamos haciendo nuestro trabajo.

–¿Qué opina del indulto a Chelsea Manning?

–Ante todo es un gran triunfo para Chelsea Manning pero también es un gran triunfo estratégico para Wikileaks. Para Chelsea Manning significa su libertad. En lo estratégico, Chelsea había sido usada como un ejemplo para desalentar a que otros arrepentidos a se conviertan en nuestras fuentes. La sometieron a un tratamiento cruel e inhumano según Naciones Unidos (dictamen de la Relatoría Especial sobre Tortura de la ONU, entonces a cargo del argentino Juan Méndez) y sentenciada a 35 años de cárcel, una pena extrema dado que se la había condenado por pasarle a la prensa, no a una potencia extranjera, documentos secretos del gobierno estadounidense. Fue una sentencia sin precedentes. Aun una pena de siete años (el tiempo que Manning pasó en la cárcel) por pasar información secreta a la prensa no tiene precedentes en Estados Unidos. Es una sentencia diseñada para que los empleados del gobierno de Estados Unidos tengan miedo de filtrar información sobre los abusos de las fuerzas armadas de Estados Unidos. La clemencia de Obama significa que ahora se percibe que filtrar a WikiLeaks ya no cuesta 35 años de cárcel, sino a lo sumo siete. Es una victoria para la prensa como institución. También es una victoria para el caso que me abrieron en Estados Unidos, donde Manning y yo figuramos como presuntos co-conspiradores, ya que complica políticamente la acusación del fiscal. ¿Y por qué lo hizo Barack Obama? Es un político. Es uno de los presidentes que menos perdones ha otorgado en la historia. ¿Perdonó a John Kiriakou, el ex agente de la CIA que denunció el programa de torturas de la agencia? ¿Perdonó a Thomas Drake, el ex ejecutivo de la Agencia de Seguridad Nacional, que había denunciado el primer programa de vigilancia masiva? No. Y eso que ambos habían seguido el proceso: primero hicieron la denuncia internamente y cuando fueron ignorados recién entonces acudieron a la prensa. ¿Lo perdonaron a Edward Snowden? ¿Me perdonaron a mí? Tampoco. Había una campaña enorme para que perdonaran a Snowden y alguno de estos otros. Entonces Obama tenía que darle algo a su base demócrata, al ala izquierda del partido que venía haciendo campaña con este tema.

–No prometió que se iba entregar a Estados Unidos si indultaban a Manning?

–Si. Lo dije el año pasado y lo repetí cuando se anunció que Manning estaba en la lista corta de posibles indultados. ¿Por qué se anuncia una lista corta? Para medir la opinión pública antes de decidir. Si hay un clamor en contra o a favor, el presidente suele seguir ese indicio, si no le importa a nadie decide por las suyas. ¿Por qué no hubo un clamor en contra en el caso de Manning? Porque aquellos en contra de WikiLeaks y de Manning pensaron que si Obama lo indultaba yo tendría que entregarme. Esa fue la idea: disminuir estratégicamente las posibilidades de que Manning no fuera indultada.

–¿Pero ahora se va a entregar?

–Si, si respetan mis derechos, pero no funciona así. Yo quiero entablar un dialogo con el Departamento de Justicia; antes de la elección le escribimos y le dijimos que cierre el caso porque no hay evidencias y es inconstitucional, pero si quiere seguir adelante, que me enjuicie públicamente de una vez y hacer pública la orden de extradición. Eso fue con la fiscal general Loretta Lynch. Ahora asumió un nuevo gobierno y cuando asuma Jeff Sessions seguiremos esa negociación. Nosotros creemos que deberían cerrar el caso contra WikiLeaks, que atenta contra la libertad de la prensa. Tal como se viene preparando, el juicio contra WikiLeaks seria en Alexandria, Virgina, donde está la mayor concentración de contratistas de la CIA en todo el país; estos formarían los potenciales jurados. Todavía hay cosas para hablar y la pelota está en su cancha.

–¿Qué piensa de la idea de Trump de construir un muro y frenar la inmigración? ¿No es peligrosa para América latina?

–El muro ya existe. Ahí donde no existe el muro construido existen fronteras naturales, como desiertos o ríos. El muro de Trump tiene un significado simbólico y no práctico. Pero si Latinoamérica percibe que Estados Unidos esta rechazando a la región, la consecuencia será que Latinoamérica rechazara a Estados Unidos. Esta simetría geopolítica puede ayudar a reforzar la soberanía y cooperación en de la región. Las instituciones están estructuradas para sobrevivir a los cambios de funcionarios electos. ¿Es más probable que Trump termine pareciéndose a la CIA o la CIA a Trump? ¿Que las agencias impositivas se parezcan a Trump o viceversa? ¿Que las fuerzas armadas se parezcan a Trump o ál a ellas? Siempre es más fácil que cambie el individuo a que cambie la institución. Independientemente de quién gobierne, Estados Unidos cometerá todo tipo de crímenes con sus poderes militares y de inteligencia. Al menos con Trump está todo a la vista y el jefe de Estado actúa públicamente como el gobierno que lidera, en vez de limpiar su imagen.

–¿Es bueno para México que Trump quiera suspender o renegociar su tratado de libre comercio con Canadá y Estados Unidos?

–Muy probablemente no sea bueno desde el punto de vista económico pero seguramente será bueno desde el punto de vista de la soberanía y la independencia. Ya se puede sentir que hay presión sobre el gobierno mexicano para que actúe de manera más soberana.

–Peña Nieto canceló su visita.

–Por ejemplo, Estados Unidos siempre actuó como una potencia imperialista. Entonces, ¿qué rol le cabe al presidente? Un rol representativo. Bajo la conducción de un hombre negro educado y cosmopolita como Barack Obama, el gobierno de Estados Unidos no se parecía a lo que era. Con Barack Obama se deportaron más inmigrantes que en cualquier otro gobierno y se paso de dos guerras a ocho. Supongamos que Argentina tiene un conflicto con el gobierno de Trump por su apoyo a Gran Bretaña en el caso de las Malvinas. ¿Es más fácil o más difícil para Argentina conseguir apoyo en la comunidad internacional que cuando era presidente Obama? Es más fácil con Trump. ¿Y a nivel nacional en Estados Unidos? Claro que será más fácil protestar contra las políticas de Trump. De hecho las protestas ya empezaron. Los demócratas, cuando están en la oposición pueden convertirse en una fuerza que restringe y controla al gobierno. Pero cuando llegan a la presidencia y al gabinete, se funden con las instituciones. El gobierno de Obama era un lobo con piel de oveja. El gobierno de Trump es un lobo con piel de lobo. Es más fácil tratar con un lobo que no se disfraza.

–¿Qué opina del giro a la derecha en la región y cómo le afecta a usted, que había recibido un fuerte apoyo de gobiernos de Brasil y Argentina que ya no están?

–Va a ser todo más difícil especialmente para Ecuador, que perdió a dos aliados fuertes. Pero yo creo que es erróneo decir que hubo un giro a la derecha. El cambio consistió en la aparición de un movimiento de protesta surgido de la explosión de Internet y las redes sociales. Eso favorece a la oposición porque el gobierno representa a la autoridad, y la libertad de expresión corroe esa autoridad. Hay otros factores pero ese es el más importante. Se hizo más fácil criticar a los gobiernos y los que estaban en el poder eran de izquierda. Pero ahora ese mismo movimiento de protesta está empezando a debilitar el gobierno de Macri. Algo similar sucedió en mi país hace algunos años. Las redes sociales llegaron a Australia un par de años antes que a América Latina. Entonces los gobiernos eran estables y solían durar una década. Desde entonces la duración promedio de un gobierno australiano no pasa de los dos años.

–¿Como está su gato?

–Está en el otro cuarto. Llegó recién nacido hace un año y ya es un gato adulto.

–¿Cómo afectó su vida?

–Tuvo un impacto bastante fuerte. Trajo vida animal a la embajada. Una de las cosas que más extraño es tener algún tipo de contacto con un animal. Cuando llegan vegetales a la embajada de tipo lechuga muy de vez en cuando había un bichito en la hoja y yo me excitaba mucho al verlo. El gato se ha convertido en una superestrella. Es uno de los gatos más famosos del mundo. Se asoma a la ventana y los paparazzi le hacen fotos. Pensamos que sería una buena incorporación para la embajada y que a las mujeres que trabajan acá les gustaría tener un gatito, pero terminaron queriéndolo demasiado y se armó una especie de competición para cuidarlo.

–No puedo dejar de preguntarle por la decisión de Ecuador de interrumpir su acceso a Internet durante el último mes de la campaña presidencial estadounidense.

–Había presiones muy grandes sobre mí. Pero WikiLeaks no será presionado. Nos aseguramos de que seguiríamos operando. No dejamos de publicar un solo día y publicando aunque yo tenía el acceso cortado. A lo sumo nos demoramos unas pocas horas. Estábamos preparados. Teníamos buenas fuentes en el gobierno estadounidense, sabíamos que Ecuador estaba siendo presionado. Ecuador y Estados Unidos por su parte niegan que hubiera presión. Pero por lo que me dicen mis fuentes, el gobierno demócrata estaba muy preocupado por nuestras publicaciones, e intentó influir a Ecuador, y lo hizo a través del secretario de Estado, John Kerry. Ecuador ha sido muy valiente en defenderme y darme asilo; ha resistido con mucha fuerza las presiones de Estados Unidos y Gran Bretaña durante estos cuatro años; yo le estoy agradecido por eso. Pero a pocas semanas de las elecciones en su propio país, el gobierno no quería que se le acusara falsamente de intervenir en la elección estadounidense, y digo que es una acusación falsa porque nosotros no publicamos desde la embajada sino desde Francia y Alemania. Mi análisis es que Ecuador quiso evitar que la CIA pudiera usar eso para legitimar una intervención en la elección ecuatoriana. Y Ecuador ya tiene experiencia en operaciones de la CIA. Entonces hizo este gesto de tomar distancia de nuestra publicación, de decir que el hecho de que yo esté refugiado en jurisdicción ecuatoriana obviamente no significa que Ecuador sea responsable por lo que publica WikiLeaks, como tampoco lo es el país de mi nacionalidad, Australia. Aunque no estoy de acuerdo con la manera en la que se hizo, es algo entendible.

–¿Como una orden y no como parte de un diálogo?

–Hubiera sido mejor trabajar el problema hasta encontrarle la mejor solución.

–Siendo que lo principal que lo separa de un preso común es su acceso ilimitado a Internet, me imagino que perder ese privilegio debe haber sido muy duro.

–También. Pero de alguna manera, en un ambiente que no ha cambiado en más de cuatro años, de repente hubo un cambio. Ese cambio supuso el desafío de coordinar a mi equipo en esas circunstancias. A mí me gusta un buen desafío. Entonces hubo un cambio y un desafío, con lo cual fue duro pero distinto.

–¿Qué hacía? ¿Leía libros?

–Nooo. Tenía mucho trabajo. Tenía que implementar un sistema de comunicación alternativo.

–¿Entonces tenía muchas reuniones? ¿Mucho contacto cara a cara?

–Muchos courriers, muchas palomas mensajeras.

–Una buena pelea.

–Fue un momento muy tenso. Salió una editorial en un diario de acá pidiendo que Ecuador me entregara. Declaraciones de congresistas estadounidenses y la revista TIME exigiendo lo mismo, ciertos sectores de la sociedad ecuatoriana fueron reclutados para presionar al gobierno ecuatoriano.

–¿Qué le va a decir al próximo presidente de Ecuador cuando venga a preguntarle cuáles son sus planes para el futuro?

–Que estoy agradecido y que juntos vamos a ganar y asentar un precedente importante para la defensa de los derechos humanos. Como todos los gobiernos debe asegurarse de que sus refugiados sean protegidos. Es la obligación legal del gobierno.

–¿No le parece que el próximo gobierno debería capitalizar su victoria diplomática ante Naciones Unidas, que declaró que las acciones de Suecia y Reino Unido equivalen a una detención ilegal?

–Fue una doble victoria porque Naciones Unidos declaró que estaba ilegalmente detenido y Reino Unido apeló y volvió a perder. Fue una victoria diplomática para Ecuador aunque se logró con abogados de WikiLeaks sin la participación de Ecuador. Sin embargo demostró que Ecuador estaba en lo correcto al concederme asilo. Pero si Ecuador decidiera avanzar, se podrían obtener más victorias diplomáticas.

–¿Entonces qué va a pasar con su vida?

–No lo sé, tenemos las dos decisiones favorables en Naciones Unidas. Después de muchos esfuerzos logramos que una de mis presuntas fuentes, Chelsea Manning, obtuviera clemencia y será liberada. Estados Unidos se niega a cerrar mi causa por espionaje en mi contra. Tuve una victoria importante en Suecia: después de seis años finalmente se hizo lo que veníamos pidiendo y pude declarar por primera vez. Hasta entonces, Suecia había utilizado su negativa a tomarme declaración en esta embajada como un truco para mantener abierta la investigación preliminar desde 2010. La fiscal en Suecia todavía no decidió si va a acusarme. Si decide acusarme será una decisión política. Por un lado, una acusación formal llevaría a un juicio que el Estado sueco perdería. Por el otro, si la fiscal cierra la investigación probablemente acabaría con su carrera profesional. La mejor opción para la fiscal siempre ha sido mantener el impasse (la acusación de “violación en grado menor” proscribiría en tres años).

–O sea que con todo lo que pasó su situación no cambió demasiado.

–Hubo triunfos políticos y legales. Naciones Unidas declaró que mi detención es ilegal.

–Pero la decisión no es vinculante.

–Si que es vinculante. Los jueces lo reconocen. La Corte Europea de Derechos Humanos, por ejemplo, hace propios los dictámenes (del Grupo de Trabajo Detención Ilegal) de Naciones Unidos. Lo que no hay es el mecanismo de aplicación.

–Entonces no se cumple.

–No, pero obviamente hay un costo diplomático para Suecia y Gran Bretaña. Cada vez que Gran Bretaña o Suecia le vayan a decir a un país extranjero que han detenido ilegalmente a un ciudadano británico, ese país puede contestar que Gran Bretaña y Suecia hacen lo mismo conmigo. Habrá que ver cuánto tiempo quiere pagar ese precio.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=222537&titular=%93trump-es-un-lobo-con-piel-de-lobo%94-

Comparte este contenido:

Los libros que está leyendo la élite: 11 publicaciones que cambiarán el mundo

Por: Hector G. Barnés

Entre reunión con la élite empresarial y cena en Davos, los grandes líderes globales también sacan tiempo para coger un libro y pasar un rato aprendiendo cosas nuevas. Ellos pueden permitírselo: Bill Gates es célebre por sus recomendaciones literarias y hace un par de años Mark Zuckerberg planteó en Facebook un club de lectura en el que él mismo daba su opinión sobre lo leído.

Una idea semejante es la base de ‘The Most Recommended Books’ de 2016, un proyecto llevado a cabo también por Facebook en el que se ha preguntado a 62 de sus influencers (que van desde Richard Branson hasta Ariana Huffington) acerca de los ensayos recientes que más les han gustado. La lista final está formada por 231 libros, de los cuales 11 han sido mencionados a menudo. Estos son los ganadores.

1. ‘Sapiens‘ de Yuval Noah Harari (Debate)

Aunque el israelí publicase el año pasado la continuación de este volumen, ‘Homo Deus’, el que figura en la lista es este éxito editorial que analiza 100.000 años de historia humana desde una perspectiva accesible y original. Si quieres que te cuenten qué ha pasado con la humanidad en apenas 500 páginas, este es tu libro.

2. ‘Originals‘ de Adam Grant (Penguin)

Aunque a diferencia de otras obras de su autor como ‘Dar y recibir’ esta no se haya traducido aún al castellano, ya ha pasado por muchas mesillas de noche de las personas más influyentes. Utilizando ejemplos de la vida real, en este volumen el profesor de la Universidad de Wharton intenta explicar por qué la gente más creativa e innovadora es la que tiene éxito. ¿Quieres saber si tú eres uno de ellos? Haz el test.

3. ‘Team of Teams‘ del General Stanley McChrystal (Portfolio Penguin)

¿El libro de un general del ejército americano es uno de los más influyentes entre los hombres que mueven los hilos? No teman: se trata, como descubre su subtítulo (“las nuevas reglas de combate para un mundo complejo”), de un ensayo sobre organización basado en estudios de otras áreas, como los servicios de inteligencia o el programa espacial de la NASA. ¿La moraleja? Tu estructura es tu estrategia.

4. ‘Hillbilly Elegy‘ de J.D. Vance (William Collins)

Los elogios sobre la bondad de este libro son casi unánimes, quizá porque, como asegura en Amazon un lector, se trata del “mejor para entender a los EEUU que votaron a Trump”. Es un retrato de la decadencia de la América de la clase trabajadora a partir de la familia Vance, que emigró desde los Apalaches hasta Ohio en busca de su sustento. Será publicado en abril por Deusto.

5. ‘The Industries of the Future‘ de Alec Ross (Simon & Schuster)

¿Cómo no iba a aparecer en la lista, si Huffington dijo de su autor que se encontraba ‘en una situación privilegiada para entender y explicar de dónde venimos y adónde vamos‘?Alec Ross intenta dilucidar de qué manera la tecnología (automatización, inteligencia artificial) y los cambios sociales alterarán la actual distribución de fuerzas industriales en todo el mundo de aquí a 10 años.

6. ‘Freakonomics‘ de Steven D. Levvi y Stephen J. Dubner (Zeta Bolsillo)

Aunque tiene 10 años de antigüedad, el pretendidamente provocador ensayo (“políticamente incorrecto”, según su subtítulo) sigue influyendo a muchas de las personas más poderosas. Es una recopilación de varios artículos que intentan explorar aspectos poco conocidos de la economía, como la relación entre el aborto y el crimen o de qué manera el nombre de una persona influye en sus posibilidades de tener éxito. Tuvo tanto éxito que ha terminado convirtiéndose en una franquicia.

7. ‘Writing My Wrongs‘ de Shaka Senghor (Convergent Books)

El subtítulo de este superventas de ‘The New York Times’ (todos lo son) es “vida, muerte y redención en una prisión americana”. El autor se crió en una familia de clase media de Detroit, durante la ‘epidemia’ de crack de los años 80. Senghor explica en primera persona cómo es pasar 19 años entre rejas, siete de años en confinamiento solitario.

8. ‘The Gene‘ de Siddharta Mukherjee (Random House)

Un erudito pero accesible repaso a la historia de la genética, desde que naciese en Moravia a mediados del siglo XIX hasta nuestros días. No se trata de una búsqueda ociosa: la investigación de Mukherjee parte del largo historial de enfermedades mentales en su familia, que le llevó a plantearse de qué manera el destino de sus allegados ha estado marcado por su herencia genética.

9. ‘Endurance. El legendario viaje de Shackleton al polo sur‘ de Alfred Lansing (Capitán Swing)

La expedición de sir Ernest Shackleton y sus 26 hombres está hecha del material del que está hecha la épica. El periodista publicó este libro en 1959, pero nunca se ha llegado a pasar de moda. Será porque a los poderosos les gusta verse reflejados en figuras legendarias, o porque como le ocurrió al explorador, consideran que su epopeya vital ha estado marcada por el peligro y el heroísmo.

10. ‘Delivering Happiness‘ de Tony Hseih (Business Plus)

Publicado en 2010, el volumen explica en primera persona cómo Zappos se convirtió en apenas 10 años en una empresa que facturaba 1.000 millones de dólares. Es posible que hoy no les vaya tan bien como hace algo más de un lustro, pero Zappos sigue siendo la referencia como compañía enrollada que intenta acabar con los jefes y garantizar la independencia de los trabajadores.

11. ‘La empresa consciente’ de Fred Kofman (Aguilar)

Ganador del Premio Nautilus en el año 2009, en apenas unos años se ha convertido en uno de esos clásicos de la ética empresarial; su subtítulo es “cómo construir valor a través de los valores”. Según su autor, de origen argentino, lo que distingue de verdad a las grandes firmas no es su capacidad de amasar grandes cantidades de dinero, sino también de comprometerse con el entorno en el que participa. Responsabilidad incondicional, integridad esencial, comunicación auténtica, compromiso impecable y liderazgo honesto son los principios de los que deben partir.

Fuente: http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2017-02-03/libros-elite-facebook_1322238/

Comparte este contenido:

Entender o no entender… ese es el dilema La guerra mediática

Por: Fernando Buen Abad Domínguez

“Estamos a tiempo”.

Pronunció Walter Martínez  [1] el “Discurso de Orden” [2] en la entrega de los premios de periodismo 2016 en la República Bolivariana de Venezuela. Walter fue receptor de tal premio, una vez más, por sus aportes al periodismo latinoamericano y a la “batalla de las ideas”, también con herramientas de comunicación e incluso dentro de los llamados mass media. Es imposible reseñar el total de los temas tratados en tal discurso, pero es indispensable subrayar uno de ellos que es preocupación permanente de Martínez y tema obligado para un continente acosado por las bases militares y las “bases mediáticas” que operan con toda impunidad e impudicia: La guerra mediática o de «cuarta generación”. En “pleno desarrollo” (Walter Martínez Ipse dixit).

Lo que en la ceremonia de premiación tuvo formato de “conferencia magistral”, cumplió con volver a martillar sobre un yunque de principios y de acciones donde es necesario labrar el plan conjunto de los pueblos revolucionarios hacia un frente de unidad para la defensa y para la vanguardia de la comunicación emancipada y emancipadora. La guerra mediática no es una ficción de mentes conspirativas, no es una pesadilla hija de la indigestión, no es un ataque paranoico ni es un destilado de morbos pensados para vender miedos rentables. Aunque a no pocos les parezca exagerado, inverosímil o inaceptable.

Todas las formas del énfasis y todas las tácticas y estrategias discursivas (pertinentes al formato expositivo desplegado por Walter Martínez) fueron usadas para abrir cabezas y despejar nubarrones… la guerra mediática está en marcha y sólo faltó tomar por las solapas a los asistentes y sacudirlos para reiterar lo urgente y alarmante de la situación enredada con nuestras debilidades y nuestras confusiones que, a granel, generan frenos, desvíos y extravíos costosos, peligrosos y suicidas. Una y otra vez el acento en el discurso de Walter Martínez tuvo referencias en las fuentes de información militar pero fue escrupuloso en esclarecer la importancia excluyente la amalgama cívico-militar, de la movilización popular y su carácter revolucionario inspirado por las ideas y la práctica de Hugo Chávez y su apuesta por el socialismo.

En ese discurso no hubo tiempo suficiente para profundizar, eso lo advirtió el propio Walter desde el principio y su advertencia no fue un simple gesto de cortesía, por el contrario, fue una ventana al realmente enorme problema y un alerta pertinaz para entender la dimensión exacta de una guerra super-dinámica que se nos va de las manos, se nos va de la vista se nos va y nos inunda incluso cuando nos “entretenemos” con la “tele”. Y más allá de las limitaciones del tiempo y de propio formato de la exposición, quedó bien claro que es urgente asumir esa guerra mediática como una prioridad de investigación y como urgencia de acción en momentos en que se llenan los imaginarios con el terrorismo mediático basado, por ejemplo, en convencernos de que la década ganada llegó a su “fin de ciclo”. Que la revolución no es permanente.

Aunque parezca increíble, a pesar de las miles de evidencias y consecuencias que la guerra mediática ha tatuado en nuestra historia reciente, todavía no es materia obligatoria ni agenda prioritaria en los centros de enseñanza ni en los frentes de lucha. Exculpemos a las excepciones. Todavía es necesario tocar miles de puertas y no pocas veces soportar algunos gestos de fastidio por insistir en la obligación de tomar en serio todo plan de ataque mediático para saquearnos y explotarnos mientras nos convencen de que lo “hacen por nuestro bien” y de que debemos estar agradecidos cuando nos humillan y cuando nos ahogan con mentiras, ignorancia e ideología chatarra. Historia, por cierto, nada nueva.

No entender la importancia de la guerra mediática, no comprender su extensión y duración, sus escenarios visibles e invisibles, sus bases materiales y sus bases subjetivas, sus escuelas, sus tradiciones teóricas, sus bibliotecas y sus centros de investigación… es tan irresponsable y tan suicida que no nos quedará margen de lamento ni tiempo para lloriquear las consecuencias que imaginamos y las que no. Eso lo sabe Walter Martínez y por eso insiste, como se debe, en hacer de su insistencia militancia y persistencia que, con su estilo y con su historia, abre oídos donde otros no pueden.

No entender la importancia de la guerra mediática, no combatirla y no derrotarla, pone en evidencia un flanco débil, un descuido, una banalización o una falta de conciencia que no podemos permitirnos más tiempo. No nos ha servido la improvisación, no nos ha servido el voluntarismo, no nos ha servido el auto-halago, no nos ha servido el empirismo… ya nos han derrotado incesantemente. Los pueblos cuentan con fuerzas inmensas para ganar la guerra mediática, hay muchas experiencias y muchas ansias sólo nos falta derrotar la des-organización y la crisis de dirección. Es verdad “estamos a tiempo” y por eso no hay tiempo que perder.

Notas

[1] 27 de junio 2016 Salón Ayacucho Palacio de Miraflores, Venezuela.

[2] https://www.youtube.com/watch?v=T3l1tmHfWIA

 Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=214201&titular=la-guerra-medi%E1tica-

Comparte este contenido:

La derecha y su falsa “libertad de prensa”

Por: Patricio Montesinos

Argentina, Brasil, Venezuela, Bolivia y Ecuador son hoy claros ejemplos de que la cacareada “libertad de prensa” es una farsa de la derecha para engañar, manipular y someter a los pueblos, además de atacar sin tregua a los procesos progresistas que perduran en la Patria Grande pese a la feroz guerra mediática de que son blancos.

Los sectores conservadores de Latinoamérica reiteran esa controvertida “expresión”, acuñada por Estados Unidos, con el objetivo de esconder su verdadero propósito: utilizar a los emporios de la información, o mejor dicho de la desinformación, como armas letales mediáticas contra las naciones y gobiernos de Nuestra América que defienden su independencia, favorecen a todos sus habitantes, y batallan por la paz e integración regional.

Por supuesto que la “libertad de prensa” por la cual aboga la derecha no es válida para medios de comunicación progresistas como las afamadas televisoras internacionales TeleSur y RussiaToday, entre otros, que poseen líneas editoriales objetivas y reportan de manera veraz acerca de los acontecimientos en el mundo.

TeleSur y RussiaToday en español ya no podrán verse en Argentina por uno de los tantos decretazos del presidente Mauricio Macri, quien por el contrario siempre ha favorecido al dominante y embustero emporio Clarín, que lo llevó a la Casa Rosada, y para muchos fue el verdadero vencedor en las elecciones del pasado año en ese país.

Macri censuró hace pocos días a ambas televisoras de cobertura mundial por dar a conocer a la opinión pública los desmanes de su régimen, y al mismo tiempo ha despedido a decenas de periodistas argentinos críticos con sus medidas neoliberales y accionar represivo.

Pero Argentina no es el único caso que en nombre de la “libertad de prensa” se esconde la verdad y a la vez se agrede a América Latina. Otros son sin duda alguna Brasil, Venezuela, Bolivia y Ecuador, por citar las naciones más atacadas, las cuales han vivido campañas mediáticas difamatorias sin precedentes dirigidas a destronar a sus presidentes legítimos, y derrumbar sus gobiernos.

La mandataria del gigante sudamericano Dilma Rousseff, destronada temporalmente del poder y sometida a un “juicio político”, fue y sigue siendo diana de constantes embestidas de la “gran” prensa brasileña, que en estrecha complicidad con los sectores ultraconservadores alentados por la administración norteamericana persisten en consumar definitivamente un golpe de Estado en ese país.

Igual ocurre con Venezuela y su presidente, Nicolás Maduro, a quien los medios derechistas nacionales, en contubernio con otros de Estados Unidos, España y Latinoamérica, no le han dado un solo minuto de tregua para conseguir la demolición a la Revolución Bolivariana.

Los Jefes de Estado de Bolivia, Evo Morales y de Ecuador, Rafael Correa, tampoco han escapado de las modernas cañoneras mediáticas patrocinadas por Washington y sus servicios secretos, que utilizan todos los recursos a su alcance destinados a cambiar la correlación de fuerzas en favor de sus intereses de dominación en la Patria Grande.

De Evo injuriaron sin escrúpulo alguno, previo y durante el referendo celebrado en Bolivia para otra postulación suya en el 2020, y no han parado de hacerlo porque los papagayos de la “libertad de prensa” saben muy bien que es un líder autóctono y antiimperialista de Nuestra América.

De manera similar ocurre con Correa, a quien a pesar del devastador terremoto que recientemente sacudió a Ecuador, y sus ingentes esfuerzos en favor de los miles de damnificados, lo continúan asediando, con la estadounidense Agencia Central de Inteligencia (CIA) a la cabeza.

Acorde con investigaciones difundidas por TeleSur y el diario El Telégrafo, la CIA creó en Ecuador una red de periodistas encargada de materializar acciones subversivas contra la Revolución Ciudadana que lidera Correa.

No es un secreto para nadie que la CIA y sus tentáculos de espionaje como la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y la Fundación Nacional para la Democracia (NED) trabajan abierta e intensamente para aniquilar los procesos de cambios en Latinoamérica y hacer nuevamente de esta región el patio trasero de Washington.

Con ese propósito utilizan a la prensa ultraconservadora, sus redes sociales y las nuevas tecnologías, además de los órganos legislativos y las instituciones judiciales, como sus armas principales para consumar los llamados “golpes suaves o blandos”, que no son otra cosa que una versión de los golpes castrenses del siglo pasado.

Si en nombre de la “libertad de prensa” la derecha y sus patrones de Washington hacen lo que les viene en gana, cabe entonces la interrogante de por qué los gobiernos progresistas de la Patria Grande no responden con medidas severas que incluyan, incluso, la nacionalización de los medios de prensa al servicio de los poderosos.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=213429&titular=la-derecha-y-su-falsa-%93libertad-de-prensa%94-

Fuente de la imagen: http://ecopolitica.net/wp-content/uploads/2014/05/ARTICULOS-LIBERTAD-DE-PRENSA.gif

Comparte este contenido:

Las trampas del lenguaje

Fernando Luengo

No estamos ante un asunto menor. En torno a el lenguaje se construye el discurso dominante; en realidad, todos los discursos, de ahí la importancia de ser cuidadosos y rigurosos.

¿Quién alzaría la voz en contra de la austeridad y del uso racional (razonable) de los recursos, tanto los privados como, sobre todo, los públicos? Ser austeros, evitar el despilfarro debería formar parte de nuestro código moral más íntimo, permanente e inexpugnable. Quizá por esa razón sea imposible encontrar un vocablo más usado (y también más desgastado) que el de “austeridad”.  Es en ese contexto, deliberadamente equívoco, donde se invocan, se proponen y se imponen las políticas de austeridad sobre las finanzas públicas.

El lenguaje del poder, usado y aceptado coloquial, política y mediáticamente, cargado de lógica intuitiva, nos traslada a un espacio conceptual y analítico donde la crisis económica es el resultado del despilfarro público, y donde, en justa correspondencia, la salida pasa por poner orden en las finanzas gubernamentales. No queda otra alternativa, en consecuencia, si se quiere retornar a la senda del crecimiento (icono sagrado de la economía dominante, y también de una parte de la heterodoxa), que recorrer el camino de la disciplina presupuestaria.

Con un apoyo mediático sin precedentes, se repiten una y otra vez las mismas expresiones: “todos somos culpables y, en consecuencia, todos tenemos que arrimar el hombro”, “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y ahora toca apretarnos el cinturón”, “el Estado es como una familia, no puede gastar más de lo que ingresa” “la austeridad es una virtud que, si la practicamos con convicción y firmeza, nos permitirá salir de la crisis”. Tan sólo son algunos ejemplos, de uso bastante frecuente, de un discurso simple (simplista), directo y, por qué no decirlo, muy efectivo; nos entrega palabras y conceptos fácilmente manejables, que proporcionan un diagnóstico de quiénes son, o mejor dicho somos, los culpables y cuáles son las soluciones.

Según ese mismo lenguaje, ampliamente aceptado, todos somos responsables y el mayor de todos el Estado, despilfarrador por naturaleza. Por esta razón toca adelgazarlo, y de esta manera liberar (literalmente) recursos atrapados y mal utilizados por el sector público, para que la iniciativa privada, paradigma de la eficiencia, los pueda utilizar. Continuamente se invoca la autoridad de los mercados, como si estuvieran gobernados por una racionalidad indiscutible y como justificación de que no hay alternativas. Los Estados son el problema y los mercados la solución. Este es otro de los grandes iconos de la economía convencional, al que se acude con más frecuencia, y que pretende ser tan obvio que no precisa mayores comentarios o explicaciones.

Pero el lenguaje nunca es inocuo, presenta una evidente intencionalidad. Por esa razón, es imprescindible cuestionarlo desde la raíz misma, pues su aceptación y utilización ha supuesto una gran victoria cultural de las políticas neoliberales y de las elites.

Estos razonamientos y su lógica, implacables e inexorables en apariencia, nos alejan de una reflexión sobre la complejidad, sobre las causas de fondo de la crisis; causas que apuntan a la desigualdad, al triunfo de las finanzas sobre la economía social y productiva, a las divergencias productivas, sociales y territoriales que atraviesan Europa, de norte a sur y de este a oeste.. y también a una unión monetaria mal diseñada y, lo más importante, atrapada entre los intereses de la industria financiera y las grandes corporaciones. Causas que apuntan, en definitiva, a las contradicciones, insuficiencias y límites de la dinámica económica capitalista,

El lenguaje del poder oculta que, en realidad, el término “los mercados” refleja los intereses de operadores financieros, inversores institucionales, fondos de alto riesgo, empresas transnacionales y grandes fortunas que, cada vez con más desparpajo, fijan la agenda de gobiernos e instituciones. Estas son las “las manos visibles” a las que nuestros dirigentes han entregado las riendas de la actividad económica. Ese mismo lenguaje omite una cuestión clave: la operativa de los mercados ha estado gobernada por el despilfarro. Hemos asistido a una asignación ineficiente de recursos (que, como la economía convencional nos recuerda continuamente, son escasos) que ha supuesto una enorme destrucción de riqueza; no solamente cuando la crisis hizo su aparición, sino mucho antes, al penalizar la inversión productiva y social y favorecer, de este modo, el bucle financiero.

Todos estos asuntos han quedado fuera de foco. Por esa razón, urge hacer valer otro lenguaje, en realidad, otro marco conceptual e interpretativo que nos capacite para transformar el actual estado de cosas al servicio de la mayoría social.

Tomado de: http://www.sinpermiso.info/textos/las-trampas-del-lenguaje

Fuente de la imagen: http://i1.mdzol.com/files/image/685/685610/5742e9c155f60_565_319!.jpg?s=10154967798a9781cde412eb9e9d8d5c&d=1464003890

Comparte este contenido:

Telesur vs. el modelo totalitario de comunicación

Oscar Lloreda

Existen al menos dos importantes referencias literarias que abordan simultáneamente el tema del totalitarismo y los medios de comunicación. Por un lado, George Orwell, en su novela 1984 y, por el otro, Aldos Huxley, en Un Mundo Feliz. Ambos autores parecen coincidir en sus principales preocupaciones: el devenir de un mundo totalitario; sin embargo, difieren en su interpretación sobre las estrategias y prácticas que se establecerían como parte de las relaciones de poder. El primero, proyecta un mundo de prohibiciones, manipulaciones y censuras, controlado a partir de un férreo ejercicio del poder pensado desde el miedo; el segundo, presenta un mundo saturado y banalizado, controlado a partir de la distracción y el placer.

La reciente decisión del gobierno argentino sobre Telesur, parece demostrar que en el ejercicio del poder hegemónico del capital siguen confluyendo las dos estrategias totalitarias desarrolladas por Orwell y Huxley. Ahí donde los discursos y prácticas mediáticas asociadas al capital son incapaces de dominar a través de las sutilezas y distracciones, entra a jugar el componente disciplinario de la prohibición o, como en este caso, la censura. De modo que las viejas prácticas del garrote aparecen cuando no existe otra forma de contener el contagioso resurgimiento de la conciencia y la irreverencia de los pueblos nuestroamericanos acallados históricamente.

Sin duda, Telesur tiene mucho que ver con ello. El gran pecado de Telesur se expresa rápidamente en la contundente afirmación que acompaña su nombre: “Nuestro Norte es el Sur”, una señal inequívoca del cambio de época que implica un profundo proceso de decolonización que relocaliza la mirada y modifica el locus de enunciación, esto es, el lugar desde el cual se habla. Por tanto, Telesur materializa mediáticamente lo que desde hace siglos exige la América Nuestra: tener voz propia. Un anhelo que había sido negado principalmente a través de una política imperial de captación y “producción” de dirigentes políticos orientados a mantener una sujeción de carácter dependiente con respecto al Norte hegemónico.

La decisión del gobierno de Macri evidencia precisamente que para los gobiernos restauradores de derecha, la prioridad es borrar de un plumazo, a través de procedimientos administrativos o cualquier otro necesario, los avances y logros alcanzados por nuestros pueblos y gobiernos durante la última década y media. Se trata de un borrón y cuenta nueva, que busca reinstalar el viejo aparato burocrático de la época neoliberal al servicio de las grandes trasnacionales y del “libre” flujo del capital.

El objetivo es doble: por un lado, censurar y limitar la circulación de ideas que promuevan modelos alternativos post-desarrollistas y la conformación de una identidad del Sur, capaz de relacionarse en igualdad de condiciones con los países del Norte hegemónico; y, por el otro, crear el contexto necesario para el desarrollo/retorno de una industria del info-entretenimiento, bajo la cual la información, tal como señala Huxley en su libro “Propaganda en una sociedad democrática”, sea incorporada a un circuito de contenidos mediáticos que ya no se debate entre lo verdadero y lo falso sino que se basa en lo irreal, en un “realismo mágico” que resulta irrelevante y profundamente anestésico.

De esa manera, no solo se trata de una lucha por el relato noticioso, esto es, el enfoque y tratamiento de la información, sino también por la implicancia que tienen los medios de comunicación en la sociedad. Ahí donde Telesur invita a una lectura consciente del mundo, reafirmando el Sur como su lugar de enunciación y convocando a la participación activa de los pueblos en la construcción de sus destinos, la plataforma comunicacional hegemónica apuesta a la distracción, a la desinformación a través de la saturación y la irrelevancia, es decir, a la separación de la política como una dimensión esencial de la vida social.

“Los medios no son para hacer política”, repetirán las grandes cadenas de televisión mientras nos venden sus productos y nos garantizan información ascética, “justa y balanceada”. Telesur representa entonces un arma peligrosa para los fines imperiales en la región. Su sola existencia hace palpable el modelo totalitario de comunicación anclado a la idea de libertad de empresa y disimulada bajo la consigna de la “libertad de expresión”.

Al invertir los parámetros de la comunicación hegemónica, Telesur pone de manifiesto la homogeneización de los contenidos mediáticos, así como la dependencia y sujeción de los medios privados a los intereses corporativos a los cuales representan. Al censurar y limitar la presencia de Telesur en Argentina, el gobierno de Macri garantiza de facto la existencia de un discurso único. Un anhelo que comparte con los sectores de derecha que aspiran gobernar prontamente en Venezuela, Brasil, Ecuador y Bolivia.

Esta decisión del gobierno argentino demuestra una vez más la hipocresía del discurso de la derecha sobre la “pluralidad” y la “libertad de expresión” y obliga a los movimientos de izquierda a construir nuevas y más amplias categorías conceptuales a través de las cuales ofrecer una alternativa al totalitarismo mediático. Consideramos que no es suficiente con denunciar el doble discurso de la derecha y, tampoco, con asumir como propias sus banderas de lucha. Por el contrario, se trata de aprovechar la coyuntura para ejecutar un “salto adelante” y señalar con claridad que los términos “libertad de prensa” y “libertad de expresión“ caricaturizan el Derecho a la información y a la comunicación libre de los pueblos en tanto se presentan como una justificación del uso de la palabra por aquellos a quienes ya les ha sido concedida gracias a sus capitales políticos, económicos o culturales –quienes se pagan y se dan el vuelto-.

La noción de libertad de prensa, fundamentada en la libertad de empresa, reproduce las lógicas de invisibilización de sectores ya excluidos del campo discursivo mediático, razón por la cual resultan incompatibles con la naturaleza de un medio como Telesur. Lejos de defender la comunicación libre, los movimientos de la derecha restauradora y la mayoría de los consorcios mediáticos, e incluso algunas organizaciones políticas y de la sociedad civil de la región, promueven la visión reduccionista de la “libertad de prensa y expresión” en detrimento de la libertad y el derecho a la información y comunicación libre de los pueblos.

La censura del gobierno argentino a Telesur debe servir para reflexionar sobre la confiscación de la palabra que ejercen las empresas de comunicación privadas y la vinculación natural de estas con los sectores de derecha. Aún estamos a tiempo de evitar un retorno a los tiempos del discurso único en Nuestra América; para ello es necesario llevar a la práctica cotidiana el leit motiv de Telesur y hacer realmente que nuestro Norte sea el Sur.

– Oscar Lloreda es Dr. (C) en Ciencias Políticas por la Universidad Simón Bolívar, Venezuela. Ms. en Políticas Públicas por la Universidad de Artes y Ciencias Sociales, Chile. Lic. en Comunicación Social por la Universidad Católica Andrés Bello, Venezuela. Lic. en Estudios Internacionales por la Universidad Central de Venezuela.

Comparte este contenido: