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Las mujeres indígenas Naso de Panamá lideran el cambio en sus comunidades durante la pandemia

Dos mujeres dirigen una organización que en 2004 empezó con un huerto escolar para alimentar y nutrir a los niños y más tarde tuvo también una posada turística. Durante la pandemia, la agricultura familiar les permitió dar de comer a sus familias y se convirtió en fuente de ingresos por medio de la venta a domicilio de productos orgánicos.

Leticia Martínez y Rosibel Quintero, dos mujeres indígenas de la Comarca Naso Tjër Di, en Panamá, fomentan el fortalecimiento del liderazgo femenino desde la niñez y la adolescencia con el objetivo de cambiar normas culturales que por años han relegado a las mujeres al cuidado del hogar y la familia.

En 2004 empezaron un proyecto que fue creciendo y pasó de ser un huerto escolar para alimentar a los estudiantes a un huerto comunitario y posada turística que les brindó una fuente de ingresos.

La llegada del COVID-19 las obligó a reorientar estas actividades e hizo de la agricultura familiar un medio de vida frente a la falta de ayuda económica.

Pulsa aquí para leer la historia de Leticia y Rosibel.

Fuente: https://www.pressenza.com/es/2022/01/las-mujeres-indigenas-naso-de-panama-lideran-el-cambio-en-sus-comunidades-durante-la-pandemia/

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La escuela rural, un laboratorio de innovación educativa

Por: Carlos Magro.

No sé cómo hemos llegado a concebir la disparatada idea de que una clase aprenderá mejor si todo el mundo aprende lo mismo al mismo tiempo. Como si una clase fuera una fábrica.

John Holt. El fracaso de la escuela. 1977

Antes de seguir leyendo este artículo, cierre un momento los ojos y trate de imaginar un aula y una escuela tipo. Es muy probable que esa aula tenga entre 20 y 30 mesas, de color verde escolar, alineadas en filas, dispuestas de una en una, quizá emparejadas, todas orientadas hacia delante, hacia un punto fijo, probablemente una pizarra, a cuyo lado se encuentra otra mesa, algo más grande que las anteriores.

Si le pido ahora que me describa qué está pasando en esa aula, es más que probable que me diga que hay un grupo de alumnas y alumnos, todos más o menos de la misma edad, sentados, quietos, trabajando ensilencio, de manera individual, respondiendo de vez en cuando a las preguntas de su maestra o maestro, que será el único adulto en el aula y donde, a pesar de la diversidad que hoy caracteriza nuestras aulas, se percibe un cierto orden y homogeneidad.

Centro de Estudios de Castilla la Mancha https://flic.kr/p/kKPJWH

Piense ahora en la escuela donde se encuentra esa aula imaginada. Es más que probable que esa escuela sea una sucesión de aulas, más o menos grandes, más o menos luminosas, más o menos decoradas, todas alineadas a lo largo de un pasillo, quizá en dos o tres plantas. Y que la escuela sea un lugar silencioso salvo en momentos muy concretos (la entrada y salida, el recreo de media mañana o el patio de comedor).

Esta escuela que está imaginando dispondrá seguramente de patio, comedor, biblioteca, un par de salas y despachos y alguna que otra zona común. Y si usted ha visitado escuelas recientemente es fácil que incorpore en su descripción un pequeño huerto escolar en uno de los rincones del patio.

Siento decirle que esa aula y esa escuela, a pesar de ser el más habitual en el imaginario colectivo está, afortunadamente, dejando de existir. De hecho, aunque este modelo pueda ser todavía el más común, la escuela no siempre fue así, ya no es el único modelo existente hoy, y todo apunta a que en un futuro más o menos próximo se convierta en la excepción.

Hubo un tiempo, no tan lejano, en el que las escuelas no tenían aulas. De hecho, hasta bien entrado el siglo XIX, la escuela y el aula que predominó fue la unitaria, el aula multigrado, en la que un solo maestro enseñaba a un grupo de alumnos de edades y conocimientos muy variados en un mismo local escolar. O en algunos casos, en la que alumnos mayores enseñaban a sus compañeros de menor edad o menos avanzados (el conocido como sistema monitorial o de enseñanza mutua de Bell y Lancaster).

Poco a poco, esa aula unitaria fue sustituida por estructuras cada vez más compartimentadas y homogeneizadas. En aras de una supuesta mayor eficiencia en los resultados de aprendizaje, la mezcla en un mismo espacio de alumnos de distintas edades y niveles haciendo tareas diferentes fue vista como un obstáculo y substituida por la opción de un aula para cada edad y nivel.

Había nacido la escuela que acabamos de describir, la escuela graduada, caracterizada por tener varias aulas y maestros y en donde los alumnos se clasifican lo más homogéneamente posible en función de su edad y conocimientos, por grados o por cursos. Para muchos y durante mucho tiempo, todo un avance pedagógico.

Un modelo, el de la escuela graduada, que está en la base de la mayoría de los sistemas educativos actuales y que determina los planes de estudios nacionales, los libros de texto, los sistemas de evaluación, la selección de profesorado o la formación docente.

Durante años hemos pensado que la manera más eficaz y eficiente de abordar la escolarización masiva era creando entornos de enseñanza los más homogéneos y estandarizados posible. Durante años hemos pensado (y vistas algunas políticas educativas y propuestas recientes parecería que hay quien aún lo piensa) que la mejora del aprendizaje pasaba por disposiciones detalladas de los modos de enseñar, estableciendo currículos fuertemente prescriptivos, utilizando libros de texto y materiales curriculares a prueba de profesores y con una generalización de la supervisión y de las pruebas externas.

Escuela rural almandoz

Detrás de esta pretensión encontramos, entre otras cosas, la fantasía de que todo lo que se enseña se aprende y de que los alumnos que comparten características psicológicas similares aprenden de la misma forma y deberían hacerlo al mismo tiempo. Encontramos una manera de entender la educación que, con cierta facilidad, puede derivar en formas de segregación y exclusión, ya sea por sexo, por supuesta capacidad, por rendimiento o por origen socioeconómico.

El problema de este enfoque es que, aunque las políticas sean uniformes, los estudiantes no son sujetos que puedan estandarizarse, ni en sus ritmos, ni en sus procesos de aprendizaje. Nunca lo han sido. Menos hoy.

Es más, lejos de sus supuestos beneficios, la ficción por el control, la obsesión por los objetivos, la homogeneización y la estandarización han dado como resultado una escuela muy regulada, burocrática, altamente presionada, sobrecargada, sobre responsabilizada y desmotivada. Un modelo de enseñanza de talla única que ha generado y sigue generando altas tasas de fracaso escolar.

Un fracaso que aunque sabemos que está relacionado con aspectos que tienen que ver con la financiación, los recursos disponibles, las características del currículum, las condiciones socioeconómicas de los estudiantes, depende también “de las prácticas mediante las que los docentes proveen de educación a los estudiantes, miden y valoran los aprendizajes, responden a aquellos estudiantes que encuentran dificultades en sus trayectorias escolares y educativas.

Es decir, que depende también de las maneras que tengamos de organizar la enseñanza y, por tanto, de la cultura escolar y del modelo de aula y de escuela que tengamos.

Tampoco, como decíamos, la escuela que hemos imaginado al inicio es el único modelo existente hoy. Se estima que el 30% de los centros escolares del mundo poseen aulas multigrado. Uno de cada tres. Muchos. En España, según el último informe del Consejo Escolar del Estado, hay 727 centros rurales agrupados que escolarizan a unos 75.000 estudiantes (aproximadamente un 2,4% del total).

Escuela Serón de Nágima 1952

Ni parece que vaya a ser tampoco el modelo del futuro. Vemos como cada vez más los centros educativosmás innovadores, tratando de dar respuesta a la creciente complejidad de la enseñanza y a la diversidad existente en las aulas, están transitando hacia una organización escolar en la que lo normal ya no es el aula con un único profesor sino la combinación de varias aulas con varios profesores, lo que algunos han llamado aulas cooperativas multitarea, superaulas o aula inteligente.

Si la escuela nació principalmente instructiva y selectiva, ahora necesitamos que ésta sea educativa e inclusiva. Se trata de formar a todos, con toda su diversidad. Si algo caracteriza nuestras aulas y escuelas hoy es precisamente la diversidad.

No podemos seguir pensando que la solución a este reto pasa por más homogeneización. Al contrario, la solución pasa por poner en valor la diferencia. Por entender la diferencia como un recurso educativo. La única manera de atender el reto de la diversidad es con diversidad.

Es en este contexto en el que en los últimos años hemos comenzado a mirar la escuela rural, ignorada, descuidada y maltratada durante mucho tiempo, en tanto que claro ejemplo de diversidad dentro de la diversidad, como un lugar de innovación pedagógica y organizacional donde aprender a enfrentar gran parte de los retos educativos actuales (atención a la diversidad, personalización, aprendizaje competencial, multidisciplinariedad, colaboración docente, vinculación con el contexto…).

Muchas de las especificidades del entorno y de la escuela rural que durante mucho tiempo vimos como barreras se han convertido hoy en elementos clave para abordar la transformación educativa. La heterogeneidad y la diversidad como posibilitadoras de inclusión; el medio como un facilitador de aprendizaje experiencial; el aprendizaje cooperativo como apoyo de la individualidad, entre otras características, pueden convertir a la escuela rural en un “laboratorio” de innovación y mejora escolar.

El aula multigrado, al entender la diferencia no como un problema sino como un recurso de enseñanza y al exigir la diversificación de actividades de enseñanza para grupos diversos, rompe de facto con las prácticas educativas uniformes apoyadas, como decíamos, en la fantasía de unos aprendizajes correspondientes a una edad determinada.

Escuela rural Mexico

El aula multigrado conlleva una organización del aula específica; unas relaciones entre los alumnos; una forma determinada de distribuir a los alumnos que posibilita, a su vez, distintas dinámicas grupales (grupo plenario, subgrupos fijos, subgrupos rotativos, comisiones de trabajo); un uso concreto de los espacios y los tiempos; un diseño de actividades didácticas específicas; una movilización de otro tipo de recursos educativos; y una vinculación natural con el entorno y la comunidad que pueden ayudarnos a afrontar los retos educativos actuales.

Son múltiples los desafíos que enfrenta la escuela rural y que, sin duda, debemos atender (falta de infraestructuras, flexibilidad legislativa, mayores cuotas de autonomía, una formación del profesorado más adecuada…) pero son múltiples también los aprendizajes que los sistemas educativos pueden obtener de la escuela rural.

Cuando la graduación múltiple no es solo una consecuencia casual derivada de un contexto rural sino una opción elegida, se abren múltiples oportunidades pedagógicas.

Nadie duda de que la escuela necesita un cambio profundo a través de un proceso de re-escolarización, caracterizado por una nueva cultura del aprendizaje basada en la participación activa, las actividades significativas, la autorregulación y la atención a las diferencias de desarrollo e individuales; y por una cultura organizacional caracterizada por la colaboración, la innovación, la autonomía, la atención a la diversidad y la apertura al entorno.

Escuela rural Nº 209, en la localidad de Cañada Grande, Canelones. Foto de Pablo Nogueira

La tarea de enseñar es ahora más compleja que nunca, pero también más estimulante. En un mundo lleno de miradas catastrofistas sobre la educación, necesitamos más que nunca esperanzas practicables e inspiraciones alcanzables. En este contexto, no es disparatado imaginar a la escuela rural guiando y sirviendo de orientación a una “escuela urbana” que debe ser cada día más dinámica, flexible y personal.

No es disparatado imaginar la escuela rural como fuente de esperanzas practicables e inspiraciones alcanzables para los retos educativos actuales y del futuro. 

Fuente de articulo: https://carlosmagro.wordpress.com/2019/06/02/la-escuela-rural-un-laboratorio-de-innovacion-educativa/

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La científica que reclama acercar los huertos a las aulas

Profesora de las que no quedan. Elisabeth Rodríguez Acevedo creó un club de científico en una escuela de Perú. Allí desarrolló, en 2002, lo que hoy se llama pedagogía por proyectos. Ella montó el aula con materiales informáticos para ser reutilizados, así como la plantación de un huerto, clave para la educación medioambiental, su especialidad.

El colegio de educación primaria sigue donde lo dejó, enOtuzco, en la sierra del departamento de La Libertad. Sin embargo, esa localidad rural, explotada por la industria extractiva desmedida, luce un proyecto educativo que le ha servido para atomizar el ingenio de esta profesora que ahora reside en Barcelona realizado un doctorado en la Universitat Autónoma de Barcelona (UAB).

En la escuela de Otuzco, han pasado por sus manos 490 niños, entre los cuales, hoy una es periodista en el Congreso de la República, otro es arquitecto y otros se han dedicado a la ingeniería y la agroindustria. “Estudiamos la biografía de los científicos para motivar a que los jóvenes investiguen”. Como la escuela andaba escasa de recursos, Elisabeth creaba redes de trabajo con las instituciones locales para que sus estudiantes de 11 años pudiesen emprender sus propios proyectos: crear néctares, yogures, etc. “He viajado con algunos alumnos a la Mostratec de Brasil (feria científica) y a la COP16 (Convención de las NNUU contra el Cambio Climático). “Hace falta hacer una escuela abierta porque las aulas de ciencia se centran en la teoría pero los estudiantes no ven muchos procesos”, defiende la profesora.

De su idea educativa medioambiental a partir de huertos, Elisabeth consiguió algunos premios. Uno de ellos le sirvió para crear una cabina de termoterapia para los alumnos que padecían enfermedades respiratorias.

La implicación de Elisabeth con sus alumnos siempre fue de más. Vocación absoluta por la ciencia y por la divulgación científica. Una mujer que se ha propuesto poner en valor el trabajo de alguno de sus compañeros, entre ellos, el de Augusto Aldávez Pajares, de 83 años. Con él, hizo una expedición a Lagunas con una hipótesis: demostrar que una alga local tenía las proteínas de la carne que tantos niños no podían comer por falta de recursos económicos.

EXPEDICIÓN  DE LAS ALGAS NOSTOC (CUSHURO)

El caviar andino. La profesora Elisabeth vio unas algas en un mercado local, se enteró de donde las traían y propuso al Aldávez una expedición. Llegaron a Lagunas, encontraron hasta variedades de la misma alga, las estudiaron y vieron que podía ser el recurso ideal para acabar con la malnutrición y la anemia de los menores de la zona. “Tenemos que unir a los ministerios de educación, salud, economía y medio ambiente para que preserven este recurso medioambiental que puede dar de comer a mucha gente que lo necesita”, explica la profesora. Sin embargo, hasta ahora, todo intento en esta dirección ha fallido, aunque sí se han interesado grandes personalidades del mundo gastronómico y ya se ha catalogado la especie.

La profesora e investigadora (casi doctora) Elisabeth se empeña en que su país, Perú, reconozca el legado científico de Aldávez. Incluso habla de impulsar la grabación cinematográfica de su figura científica.

Plato elaborado con algas nostoc / C.V.
Plato elaborado con algas nostoc / C.V. 

PROYECTO SEMILLEROS

Semilleros’ es el trabajo más fructífero de la científica. El libro recopila 31 experiencias de los alumnos de la escuela de Otuzco y ha sido parte del trabajo de máster de la profesora. Además, cuenta la trayectoria de su modelo educativo con los huertos en la escuela. “Aprender con un huerto no es perder el tiempo, ni producir, si no, investigar”, remarca la profesora. “Los niños aprenden valores como el compromiso de cuidar un vegetal, toman responsabilidad, conocen la importancia del paso del tiempo, a parte de la técnica como conocer los tipos de abono adecuados a cada planta, los sistema de riego, etc”, asegura Elisabeth.

SINAPSIS

Elisabeth Rodriguez, es integrante del grupo de investigación Gresc@ de la UAB, desde donde trabaja por la formación del profesorado de ciencias por medio de huertos y para el desarrollo de nuevos métodos de enseñanza basados en proyectos.

El 22 de mayo participará en la I Jornada de Estudios Latinoamericanos en Barcelona en la Universitat de Barcelona (UB). Además, se encuentra sumergida en la preparación de una presentación de las algas nostoc en la próxima edición de SINAPSIS, uno de los encuentros científicos más conocidos de Europa que se celebrará los días 24, 25 y 26 de octubre. En él, quiere dar a conocer las propiedades de estas algas y reivindicar su cuidado y su valor en el ecosistema peruano.

De Barcelona, es una enamorada de la obra modernista de Gaudí por su trabajo con motivos florales y vegetales de la naturaleza en cada uno de sus proyectos. Tanta es su admiración al arquitecto catalán, que ha escrito un libro de poesías, ‘Excelso‘, inspirado en su obra.

Fuente: https://www.metropoliabierta.com/el-pulso-de-la-ciudad/medioambiente/la-cientifica-que-reclama-acercar-los-huertos-a-las-aulas_6594_102.html

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