Report: School Choice Priorities and School Segregation:Evidence from Madrid

Reseña:

En las últimas décadas, la segregación escolar ha recibido una atención sustancial en el debate público educativo global. La segregación se puede definir como el grado en el que dos o más grupos de la población están separados el uno del otro (ej., inmigrantes en comparación con nativos). Existe amplia literatura económica que muestra cómo la segregación escolar afecta a la igualdad de oportunidades de los estudiantes. La investigación académica destaca dos mecanismos principales que determinan la segregación escolar.

En primer lugar, la segregación residencial de las familias, que se debe a la interacción de la elección de la residencia principal por estas y el resultado de diferentes políticas de vivienda. En segundo lugar, los mecanismos y reglas que establece el Estado para asignar colegios a los estudiantes, como el mecanismo de asignación, las fronteras de los distritos escolares, o los puntos de prioridad de cada estudiante (ej., otorgados por proximidad al colegio o diferentes variables socioeconómicas). A pesar de la abundante investigación sobre segregación escolar, todavía no se ha averiguado el alcance y la magnitud del impacto de los puntos de prioridad residencial en la segregación escolar: esto es, no existe una relación clara causal entre el grado de elección de las familias y la segregación escolar.

En este trabajo se investigan dos elementos de la reforma aplicada en la Comunidad de Madrid entre 2012 y 2013, conocida como “reforma del distrito único”. Se analiza cómo el cambio de los puntos de prioridad impacta en las decisiones de elección de colegio de las familias, y sucesivamente en la segregación escolar (definida mediante dos variables: la educación de los padres y la nacionalidad del estudiante). Se analizan dos decisiones más relevantes de la reforma ligadas al proceso de admisión, ambas asociadas a cambios en los puntos de prioridad por parte de las familias.

Descargar: http://documentos.fedea.net/pubs/eee/eee2020-06.pdf

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Latinoamérica duplica jóvenes en educación superior, pero persiste inequidad

21 Mayo 2017/Fuente: terra/Autor: EFE

La tasa de jóvenes de Latinoamérica y el Caribe que se matriculan en educación superior pasó del 21 al 43 % entre 2000 y 2013, aunque persisten retos como la alta tasa de deserción o la conexión con el mercado laboral, reveló un informe del Grupo Banco Mundial.

En el informe «Momento decisivo. La educación superior en América Latina y el Caribe», presentado hoy en la Ciudad de México, la institución afirma que este incremento de alumnos -que actualmente es de 20 millones- en la región ha beneficiado especialmente a jóvenes procedentes de entornos socioeconómicos bajos y medios.

No obstante, «todavía hay brechas en el acceso» equitativo, dado que, entre otros motivos, los estudiantes con menos recursos económicos cuentan con una educación previa -primaria, secundaria y preparatoria- de menor calidad, resalta en una entrevista con Efe María Marta Ferreyra, economista del Banco Mundial y líder del equipo que realizó el informe.

Ferreyra señala que, aunque la educación superior tiene el «potencial de aumentar la productividad y la equidad de las sociedades», esta «no puede resolver por sí sola todos los problemas», porque las instituciones solo pueden agregar conocimiento «en la medida que los estudiantes (que llegan) estén bien preparados académicamente».

El incremento de matriculaciones ha venido de la mano de un mayor número de instituciones y de más programas de estudios, o la ampliación de estos.

Aun así, existe un número de programas muy bajos «en ciencias e ingeniería, y esto explica por qué la región innova tan poco», argumenta Ferreyra.

El estudio destaca que, en promedio, alrededor de la mitad de la población de entre 25 y 29 años que comenzaron la educación superior en algún momento no finalizaron sus estudios, porque aún están cursándolos o porque desertaron.

México y Perú son los dos únicos países de la región en los que la tasa de graduación está más cerca de la estadounidense (un 65 %).

Por ello, aseguró Ferreyra, es necesario canalizar a los estudiantes hacia programas que tengan «posibilidades de éxito» y hacia planes e instituciones que «realmente agreguen valor».

«Uno de los principales desafíos que enfrentan las universidades es conectarse mejor con el mercado laboral, entender qué es lo que necesita el mercado, revisar la oferta de carreras, la duración, el contenido y la relevancia», indicó la economista argentina.

El Grupo Banco Mundial aboga por que se haga pública información respecto al porcentaje de estudiantes que acaba graduándose en cada carrera, las perspectivas laborales o cuánto ganan los graduados, para que los estudiantes y las familias puedan tomar «buenas decisiones».

En este sentido, aquellos estudiantes que se están incorporando a la educación superior que están menos preparados académicamente, tienen menos ingresos y/o son los primeros de su familia en acceder a este nivel educativo, «plantean desafíos muy serios al sistema».

Estos jóvenes «necesitan elegir muy bien su programa de estudio», para lo que requieren asesoría, y una vez dentro de la institución, necesitan un acompañamiento académico.

La argentina estimó que las instituciones de educación superior son difíciles de regular porque «no todos los estudiantes buscan lo mismo»: «A algunos les importa mucho la capacidad de obtener retornos laborales después, mientras que otros están interesados simplemente en aprender algo, independientemente de cuánto vayan a ganar».

El informe remarca la pertinencia de «diseñar sistemas de financiamiento eficientes, responsables y equitativos» para incorporar a los estudiantes.

«La región, en este momento, no puede desperdiciar el talento de tantos estudiantes que simplemente no pueden estudiar porque no tienen los medios», reflexionó Ferreyra, quien recordó que incluso cuando la educación es gratuita, hay jóvenes que tienen que dejarla de lado porque no pueden permitirse «dejar de trabajar».

Fuente de la reseña: https://www.terra.com.co/noticias/mundo/latinoamerica/latinoamerica-duplica-jovenes-en-educacion-superior-pero-persiste-inequidad,25b571372efc6888102957c8845f3a7fxk6ijmpi.html
Fuente de la imagen: https://estaticos.efe.com/efecom/recursos2/imagen.aspx?lVW2oAh2vjMQjsr1dVXHmKTfW7LZsAQQQ4TncnkXVSTX-P-2bAoG0sxzXPZPAk5l
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Educación, libertad e Igualdad (II)

Por Gonzalo Ramírez

Hace tres semanas, escribimos la primera nota sobre la educación en nuestro país, señalando que, si bien Uruguay tiene los mejores índices de equidad de América Latina en cuanto a la distribución de riqueza, en cambio, tiene uno de los mayores niveles de desigualdad educativa del mundo.

A su vez, citando al Soc. Fernando Filgueira, indicamos que solo el 31,7% de los jóvenes uruguayos de 20 a 24 años tenían terminado el bachillerato entre los años 2006 y 2007, pero lo más grave, es que apenas el 6 % de los que culminaron el bachillerato pertenecían a sectores pobres de las sociedad, por lo que, esa inequidad educativa seguramente se perpetúe en una inequidad socioeconómica, impidiendo que determinadas personas puedan salir de la pobreza.

En los últimos meses, se ha venido discutiendo intensamente sobre los contenidos y la metodología de la educación, así como los resultados obtenidos en nuestro sistema educativo. Sin perjuicio de la relevancia que tiene el debate sobre la calidad de la educación, hay una cuestión que es aún más importante y refiere a si efectivamente en el Uruguay se garantiza el acceso a la educación pública a todos los habitantes.

La Constitución establece en el artículo 70 la obligatoriedad de la enseñanza y en el artículo 71 el principio de gratuidad de la enseñanza oficial primaria, media, superior, industrial y artística. Por su parte, la Ley General de Educación (Nro. 18.437) agrega que es obligatoria la educación para los niños desde los 4 años de edad, la educación primaria y la educación media básica y superior (art. 7) y establece que los padres tienen la obligación de inscribir a sus hijos en un centro de enseñanza y observar su asistencia y aprendizaje. La referida Ley también establece que el Estado asegurará los derechos de aquellos colectivos minoritarios o en especial situación de vulnerabilidad, con el fin de asegurar la igualdad de oportunidades en el pleno ejercicio del derecho a la educación y brindará los apoyos específicos necesarios para incluir a aquellas personas discriminadas cultural, económica o socialmente, a los efectos de que alcancen una real igualdad de oportunidades para el acceso, la permanencia y el logro de los aprendizajes (arts. 8 y 18).

Está demostrado que no alcanza con consagrar la obligatoriedad y la gratuidad de la enseñanza en la Constitución y en la Ley, para que exista una tutela efectiva de los referidos derechos constitucionales. Al respecto, hace más de 70 años Justino Jiménez de Aréchaga comentando éstas normas constitucionales enseñaba: «Este problema no se resuelve con disposiciones constitucionales o prescripciones legales relativas a la enseñanza. No se resolverá jamás sin una reforma social y una reforma económica, y, en relación a la campaña, sin una reforma agraria. En campaña, los padres no mandan a sus hijos a la escuela porque quieran que sus hijos sean analfabetos, sino porque los hijos en edad escolar pueden hacer el trabajo de un peón, sin cobrar lo que cobra un peón. Los trabajadores del campo tienen que ahorrar jornales, porque, cuando no son propietarios, no perciben mucho más del 30% del producto de su actividad, ya que el resto se lo lleva el arrendamiento o la medianería. Y los propietarios son pocos«.

Hoy el problema es casi idéntico, ya que la mayoría de los niños y jóvenes que quedan marginados del sistema educativo, lo son como consecuencia de su situación familiar. En algunos casos, por desinterés de sus padres y en otros, porque los padres no tienen las herramientas para asegurarse que sus hijos concurran diariamente a estudiar.

En tal sentido, en la nota anterior, cerrábamos diciendo que en ningún caso la educación de un menor de 18 años, puede estar condicionada a la situación económica y sociocultural de su familia, en tanto la familia es lo mejor que le puede pasar a un menor, pero también puede ser lo peor. Por esa razón, el Estado debe suplir a la familia en protección del interés de los menores, cuando ésta no cumple con la obligación primordial de asegurarse que sus hijos gocen del derecho de una educación gratuita. No alcanza con pagar una asignación familiar vinculada al cumplimiento de determinados objetivos, porque aun así, hay familias que no se ocupan de la educación de sus hijos o simplemente, no logran incidir sobre la conducta de los menores para que no deserten. Las causas son múltiples, pero nunca pueden ser imputables al menor y por eso, en defecto de la familia el obligado es el Estado.

Del mismo modo que una persona carente de recursos puede presentarse ante un Juzgado a pedir que se condene al Estado a brindar un medicamento de alto costo (recientemente ratificado por la SCJ que declaró inconstitucional una Ley que limitaba el acceso gratuito en violación del art. 44 de la Constitución), cualquier vecino o familiar de un menor que no está recibiendo la educación gratuita y obligatoria, puede denunciar este hecho ante el Estado. Incluso, si el Estado no responde, puede presentarse ante la Justicia, para que se condene al Estado a tutelar el derecho de acceso efectivo a la educación, pues así surge de los artículos 7 inc. 3), 15 inc. i) y 21 del CNA y los artículos 8, 12 y 18 de la citada Ley 18.437.

Fuente: http://www.elpais.com.uy/economia-y-mercado/educacion-libertad-igualdad-derecho.html

Imagen: www.elpais.com.uy/files/article_main/uploads/2016/08/04/57a3e41ab7412.jpg

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