Por: José Darwin Lenis M.
Los recientes discursos educativos dan por sentados varios anuncios a modo de certezas escolares, para develar su estructura falaz y perturbadora de las libertades sociales intentaremos quitar alguna máscaras que se presentan en el sistema educativo y social como solidarias, generosas e incluyentes pero que en realidad vulneran los derechos y desheredan de la cultura universal a la gran mayoría de la población. Todo bajo la manipulación de las maquinarias económicas que terminan clasificando y fragmentando a la población en categorías como pobres, marginados, vulnerables, miserables entre otros más. Para la muestra el señor Simón Gaviria, director del Departamento Nacional de Planeación estableció que quien gane más de 500 mil pesos ya no es pobre. Bajo esta sombrilla, no se es pobre si, pagas arriendo, comes dos veces al día, compras una bicicleta o disfrutas de un helado diario. Aquí lo que se muestra claramente es como las economías de las desigualdades establecen quien gobierna y quien será gobernado, que empleo puedes tener, quien es “inteligente” y merece avanzar y quien debe quedarse y soportar toda serie de precariedades en la vida. Ser pobre es el determinante de la mayoría de la gente que no puede humanamente ganarse más de 2 mil pesos diarios para su sustento, ahora tratan de vendarnos los ojos para decir que hay menos pobres, porque hay más empleo, que no se ve por ningún lado y que además somos más felices y con mayores proyecciones de vida.
Veamos entonces, las mentiras o artilugios que se presentan como verdaderas profecías educativas, pero que todos sabemos son rotundas y profundas falsedades para todos los colombianos y la sociedad en general.
Primera falsa profecía: La escuela moderna salvara a todos de la pobreza y la miseria. Hay que decirlo claramente que si una escuela trabaja con los mínimos de saberes, de recursos, de potencialidades humanas y administrativas difícilmente producirá máximos sociales. Es decir, poder transformar las condiciones de la población para mejorar su calidad y sus historias de vida. Lamentablemente hoy la procedencia social determina para la mayoría de la población el lugar que se ocupará en el presente cercano, la equidad educativa y social no aparece, por lo que las fuerzas académicas de la escuela se centran más hoy en contener o mitigar las dificultades de convivencia, porque respecto al saber conocer poco se hace, niños de 8° o 9° se les dificulta responder una operación básica multiplicativa de saber cuántos es 8×4 o de distribuir 32 objetos entre 4 sujetos, ubicar una ciudad en el mapa de Colombia, de América del Sur o peor aún del mundo.
Problematizar asuntos como poder expresarse, saber decir las cosas, saber hacer, saber pensar determina que tan pobre se es en una sociedad que se autoproclama como “educada”. A partir de estos enunciados y/o la insuficiencia para desarrollar competencias comunicativas, de pensamiento inferencial y crítico se acumulan con el tiempo una serie de pobrezas que se reflejan en asuntos cotidianos, ciudadanos, laborales, económicos y educativos que ocultan el débil lugar de poder y de saber de los más desprotegidos.
Segunda falsa profecía: La “inclusión escolar” oculta la exclusión del conocimiento. Contradictoriamente el conocimiento como capital cultural (riqueza que produce riqueza) determina quien es incluido y dominará y quien es excluido y obedecerá, quien posee bajo capital cultual queda excluido de otros bienes sociales estratégicos como la integración social, disfrute de la tranquilidad, la capacidad expresiva y productiva, las riquezas y el poder, de este modo el circulo vicioso de dominación se perpetua entre dominadores y dominados, en palabras del sociólogo francés Pierre Bourdieu, la desigualdad y la exclusión social son al mismo tiempo causa y consecuencia de la exclusión cultural. Para utilizar términos futbolísticos la cancha esta inclinada y el árbitro (Estado colombiano) amañado, los pobres están abajo y los ricos en la parte alta, así será muy difícil empatar el partido o tan solo hacer un gol a los que siempre han dominado. Seguir con las faltas, generar la guerra y pitar los injustos penales seguirán ampliando las brechas de desigualdad y exclusión del conocimiento. Hay que pensar nuevos modelos, porque no se puede esperar que la generosidad llegué de quienes siempre han gobernado y naturalizaron la exclusión mostrándola inversamente como inclusión de bienes y servicios en nombre de la nación. Acá lo humano cuenta si produces y aportas como trabajador provechoso para un “bien común” de pocos. Una sociedad es equitativa si dispone mejor la distribución de sus recursos educativos, culturales, económicos, de vida, de salud y de riquezas de todo tipo para toda su población.
Tercer falsa profecía: seremos la sociedad más educada en el año 2025. Desconocer que se carece de políticas y planes educativos serios, coherentes, organizados y prospectivos es una de las mayores mentiras que se acuñaron desde el Ministerio de Educación Nacional, para generar ilusorias expectativas que se evidencian por sí solas. La polarización política, las pobrezas culturales, la corrupción, los bajos niveles de lectura y la violencia son muestras claras de que el camino durará muchas décadas para alcanzar semejante meta, porque como lo expresó Pepe Mojica, es más fácil hacer la guerra que construir la paz, se normalizado un lenguaje, unas prácticas y una forma de vida donde todo vale y reina el poder del más fuerte, incluso se ha incubado un canibalismo salvaje entre los mismos vulnerados por ocupar una mejor posición y ejercer un micro poder en los espacios laborales, educativos y sociales. La crisis es abismal, dificultades en la escuela, cero políticas culturales, crisis éticas institucionales, manipulación de los medios de comunicación y escaso autoreconocimiento nos ponen en el horizonte de estar planteando lo inalcanzable en el corto o mediano plazo.
Reformular desde lo local, proponer nuevos modelos de la tierra, de la economía y de la escuela son perentorios, creo que no es descabellado pensar una pedagogía de y para la diversidad, pues algo de lo que nos identifica y es hilo conector es que somos un sincretismo de lo diverso, de lo bello y por tanto en parte desorganizados. Habrá que decirlo como lo escribió Zuleta, que precisamente la grandeza nuestra está en hacer un elogio a la dificultad y romper con la apacible tranquilidad que se muestra superficialmente como verdad, pero que internamente nos carcome en las angustias del individualismo, la pasividad y la queja permanente.
Cuarta falsa profecía: somos libres en un mundo postmoglobaeconomizado (postmoderno, globalizado y economizado al mismo tiempo). Aparentemente somos la concreción de la libertad, nos engañamos creando pastiches con sensación de innovación y aires de renovación, pero en realidad hay una Matrix, de dinámica económica que somete y coacciona de forma eficiente, somos empresarios de sí mismos, creemos que el fracaso laboral y las enfermedades contemporáneas como el estrés son productos de nuestra incapacidad, pero en un análisis crítico encontramos que el sistema nos ha construido una verdades para que entremos en una zona de confort y para ello la escuela ha reconfigurado su actuación, se ha mercantilizo por la estrecha mirada sobre las competencias laborales y académicas que se promueven y que agudizan la explotación y la depresión de todos sus agentes. A decir del filósofo coreano Byung-Chul Han, hoy se construye sujeto del rendimiento que aparentan ser libres, pero que en realidad son esclavos absolutos que se explota así mismos y se exponen de forma voluntaria cada vez buscamos más empleos, más actividad laboral y mayores ingresos, porque requerimos más dinero, más préstamos y mayores “disfrutes” pero a cambio entramos a ser más controlados, estamos más angustiado y deseamos ser gobernados aunque hacia afuera nos mostremos relativamente independientes, sin jefes y libres. Con toda claridad por ejemplo somos más sujetados y nos exhibimos en las redes sociales, a través de los dispositivos móviles o las famosas “cámaras de seguridad” que obran como los nuevos panópticos que enunciaba Foucault, quienes ahora son los que nos vigilan y castigan, hoy es también muy frecuente escuchar que la gente dice que tiene trabajo independiente, porque ese es uno de sus propósitos separarnos e individualizarnos, para que poco o nada nos pueda unir en la realidad, a pesar de haber tanto asunto común.
Finalmente, pensar por sí mismo, pensar en la forma de escapar, es la permanente utopía que nos impulsa a soñar y concretar una verdadera libertad, porque es posible que nos hayan vendido y construido un mundo con falsos profetas. Toca desaprender para develar las simuladas profecías educativas que ha creado la escuela artificial.
Fuente: http://www.elespectador.com/opinion/practicar-hygge-la-felicidad-en-las-pequenas-cosas-columna-689125