La pandemia está generando cambios significativos en los procesos de publicación científica y exacerbando aún más la brecha de género.
Es innegable el papel que la investigación científica ha ejercido en la toma de decisiones políticas durante esta pandemia. Gracias al trabajo colaborativo que las y los profesionales de la salud han estado llevando a cabo, hemos dado pasos agigantados hacia el entendimiento del nuevo patógeno en cuestión de meses. Ahora más que nunca, las expectativas del público general se han dirigido a la ciencia con ojos críticos en espera de respuestas.
Esta misma necesidad, ha generado un aumento récord en el volumen de investigaciones realizadas durante esta pandemia. La diseminación de información es un factor crucial en periodos de crisis públicas, y la comunidad científica ha respondido con reformas inéditas en sus procesos de publicación. Estudios afirman que el tiempo entre la presentación y la publicación de un manuscrito ha reducido de manera significativa. El proceso que un artículo de revista científica tenía que completar –desde la aceptación hasta la publicación– ha ido de un promedio de 100 días a sólo 6 si está relacionado con el coronavirus. Un artículo publicado en Nature explica además que, en comparación con la crisis del Ébola, se publicaron por semana cuatro artículos, mientras esta cifra es de 367 para aquellos concernientes al COVID-19.
Una producción de artículos científicos de esta dimensión no habría sido posible sin recursos que financiaran este proceso extraordinario. En un análisis para el Times Higher Education, Jack Grove estima que la comunidad global ha recaudado, hasta ahora, cerca de 8 billones de dólares en investigación de vacunas, tratamiento y diagnósticos. No sólo la pandemia ha sido un propulsor en materia de producción, sino también de accesibilidad científica. Numerosas revistas académicas y repositorios como Springer Nature, New England Journal of Medicine y la Academy of Medical Sciences, se han comprometido a hacer de las investigaciones sobre el coronavirus gratuitas y de acceso abierto. También hacen un llamado para la participación global de todas aquellas instituciones que estén recabando información relevante para trabajar en conjunto en la efectividad de la ‘Declaración sobre el intercambio de datos en emergencias de salud pública’, hecha en el 2016.
Esta propuesta al open resource de la ciencia va desde luego de la mano con el disparo que los sitios de preprint han tenido durante este periodo. Recordemos que los preprints son versiones de manuscritos previas a la revisión por pares y a su publicación en una revista científica. Suelen ser compartidas en sitios web, como medRxiv o bioRxiv, que comúnmente acompañan el artículo con una sección abierta al público para comentarios. Pretenden ser una vía asequible para aquellos investigadores que buscan divulgar con mayor facilidad sus resultados y tener una retroalimentación pronta para poder, posteriormente, adherirse al proceso de publicación formal.
“Sería una oportunidad perdida si los científicos no tuvieran conocimiento inmediato del trabajo de los demás y no pudieran mejorar, validar y aprender más rápidamente”.
Ciertamente este modelo no es nuevo, durante los últimos cinco años el número de servidores que divulgan estos artículos había estado en aumento, aunque en un ritmo pausado. Pero en un contexto como el de ahora, donde la rapidez y el acceso gratuito a recursos de información es trascendental, el proceso de publicación científica formal no era la opción más eficiente. Entre una diversidad de fuentes estrecha, tiempos de revisión que superarían los periodos más críticos de la pandemia y un acceso limitado, se ha resaltado cómo la ciencia convencional ha batallado para mantenerse a pie con la necesidad de entender este virus.
Ahora, investigadores en el área de medicina han estado compartiendo resultados en sitios de preprint a un ritmo sin precedentes. Se cree que esto podría ser un factor útil a la hora de evitar duplicaciones y podría brindar nuevas oportunidades en la investigación. Un estudio reporta que, de la cantidad total de artículos relacionados al COVID-19, cerca del 40 % ha sido publicada en estos servidores.
El sitio mencionado anteriormente, medRxiv, fundado por investigadores de Yale, debe prácticamente su crecimiento exponencial a los más de 3,700 manuscritos sobre COVID-19 que se encuentran en su página. Expertos esperan que este se vuelva también líder en otras áreas médicas una vez termine la pandemia.
“Miles de científicos están trabajando en el mismo problema al mismo tiempo. Sería una oportunidad perdida si los científicos no tuvieran conocimiento inmediato del trabajo de los demás y no pudieran mejorar, validar y aprender más rápidamente”, menciona el Dr. Joseph Ross, profesor y cofundador del sitio. Sin embargo, esta avalancha de información también podría traer consigo serias consecuencias. Los preprints tiene ventajas sobre los procesos de publicación tradicionales, pero también son “abiertos, rápidos y gratuitos, lo que crea un conjunto diferente de problemas”, explica un artículo publicado en Science Direct.
Mientras que el trabajo que han hecho las y los científicos para llevar a cabo tal número de manuscritos en tan corto tiempo es admirable, también se debe hablar de los riesgos que implicaría si estas investigaciones no se estuvieran llevando a cabo bajo el más alto rigor de calidad. “El primer problema inmediato al que ha debido enfrentarse el universo de la publicación es la avalancha de artículos y la necesidad de que estos sean accesibles”, comenta el investigador Torres-Salinas.
El artículo Proliferation of Papers and Preprints During the Coronavirus Disease 2019 Pandemic: Progress or Problems With Peer Review? explica que, previo a la pandemia por el coronavirus, la comunidad de preprints se encontraba en un ascenso lento, con pocas agrupaciones científicas que habían adaptado esta alternativa. Por lo tanto, las preocupaciones dirigidas a la calidad de información o ritmo de divulgación no eran un tema sobre la mesa. Sin embargo, “dada la avalancha de datos, el interés en las preocupaciones de COVID-19 sobre la desinformación médica es válido y crítico. Esto debe ser abordado por la comunidad científica en general”.
El problema con los preprints
Esta alternativa ha sido funcional durante este periodo a causa del estado de emergencia en el que nos encontramos, sin embargo, expertos se preguntan si la financiación de estos proyectos, como se ha llevado a cabo hasta ahora, realmente es sostenible. Muy probablemente, la cantidad de recursos invertidos hasta ahora tendrán su consecuencia en el recorte de presupuesto para la investigación en universidades posterior a la pandemia.
Además, las diferencias en los estándares editoriales para los sitios de preimpresión son llamativos. Aquí, las investigaciones son publicadas sin un filtro previo, y aunque la retroalimentación de otros profesionales resulta eficiente, el que estos textos estén disponibles para el público abierto representa un riesgo potencial. No todos estos cuentan con hallazgos fundamentados y el exceso de publicaciones hace más difícil navegar entre información relevante.
“No solo luchamos contra una epidemia; estamos luchando contra una infodemia”.
Muchos de los trabajos son informes preliminares que no han tenido las revisiones habituales. La escasa validez externa, el factor carente de una revisión por pares apropiada y fuentes inciertas, añaden desventajas a esta creciente comunidad médica. Nature menciona como ejemplo una revisión de calidad reciente llevada a cabo en 51 manuscritos, la mayoría siendo preprints sin revisar, que encontró que “los modelos identificados estaban mal informados y todos tenían un alto riesgo de sesgo, con un rendimiento probablemente demasiado optimista”.
Sin las medidas de una revisión por pares formal, la responsabilidad de divulgar información pertinente recae sobre las y los investigadores. Además, se cree que la previa publicación de artículos en estos sitios podría generar una contabilización doble en posteriores manuscritos cuantitativos.
La inconsistencia en distintos preprints ha llegado hasta las retracciones formales de sitios de investigación de alto perfil. Estas retracciones son originadas por el uso de bibliografía no fidedigna. El escenario de una práctica inapropiada en la investigación ha llegado hasta extremos como el de los paper mills (fábricas de manuscritos) en China. Estos involucran casos de plagio, datos y revisiones por pares falsificados. Un organismo de este tipo se encarga de producir artículos científicos y preprints bajo demanda, para después venderlos a científicos que, por ejemplo, tienen como requerimiento para su titulación un manuscrito publicado y no tienen tiempo para llevar a cabo una investigación formal. Nature afirma que, en febrero de este año, “se dieron a conocer más de 450 artículos con imágenes problemáticas de autores afiliados a hospitales chinos, que según los investigadores probablemente provenían de una fábrica de manuscritos”.
Se teme que la publicación de manuscritos a esta escala termine por comprometer los rigores habituales que las evidencias científicas suelen tener y potencialice las olas de desinformación. “No solo luchamos contra una epidemia; estamos luchando contra una infodemia”, afirma el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus.
“Además de las implicaciones de la desinformación, la credibilidad de la academia científica podría también terminar con secuelas”.
“Sabemos que todo brote irá acompañado de una especie de tsunami de información, pero además dentro de esta información siempre hay desinformación, rumores, etc. Sabemos que incluso en la Edad Media existía este fenómeno. Pero la diferencia ahora con las redes sociales es que este fenómeno se amplifica, va más rápido y más lejos, como los virus que viajan con las personas y van más rápido y más lejos”, comenta Sylvie Brand.
El problema reside en que estos recursos, al estar completamente abiertos al público general, pueden llegar a considerarse como evidencias científicas cuando aún no han sido aprobados. Si la comunidad global llegara a considerar concluyentes hallazgos que carecen de soporte, podría generar graves consecuencias. Sobre todo, en aquellas investigaciones que contribuyen a la desinformación con respecto a tratamientos e índices de mortalidad del virus.
Jeffrey Lazarus, profesor de investigación asociado del Instituto de Salud Global de Barcelona, explicó para el Times Higher Education: “Puede ser increíblemente peligroso si un artículo no revisado sobre, digamos, un posible tratamiento de COVID-19 aparece en una preimpresión y es recogido por alguien sin que los hallazgos sean debidamente revisado”, dice Lazarus. “Hemos visto a personas acaparar medicamentos contra la malaria porque podrían tener algunos beneficios [en el tratamiento de COVID-19] sin darse cuenta del riesgo de tomar estos medicamentos”.
A consecuencia de la atención pública que se le está brindando a hallazgos aún no concluyentes, sitios como bioRxiv, en un intento por detener los peligros de la automedicación, ya han decidido no publicar más estudios computacionales sobre potenciales tratamientos para el coronavirus.
Además de las implicaciones de la desinformación ya mencionadas, la credibilidad de la academia científica podría también terminar con secuelas. “Los revisores y editores requieren vigilancia para evitar que dichos manuscritos se conviertan en evidencia publicada defectuosa, lo que tiene el potencial de influir desfavorablemente en el discurso científico y público, lo que resulta en confusión, malas decisiones políticas y desconfianza del público en la ciencia”, afirma el artículo de Nature.
El impacto de los preprints a largo plazo
Por otro lado, los preprints podrían generar cambios permanentes en la cultura de la publicación académico-científica. El acceso abierto ha estrechado la relación entre usuarios comunes y la investigación. Las transformaciones significativas en el consumo de la literatura especializada, definitivamente abrirá una puerta para la discusión general de la ciencia.
Estas reformas se replican en los procesos burocráticos que anteriormente inundaban la difusión académica. En vista del factor faltante de la revisión por pares en los servidores de preprints, surgen sitios como Rapid Reviews: COVID-19, fundado apenas este año por MIT press y la Universidad de California, Berkeley. Este utiliza la inteligencia artificial para democratizar el sistema de revisión y fortalecer la calidad científica aún en las versiones preliminares.
“La pandemia ha exacerbado aún más la brecha de género ya existente en el área de investigación”.
Las ‘revisiones rápidas’ se proponen como ventajosas ante las sistemáticas, cuyo método requiere de mayores recursos y rango de tiempo. Además, en este último, los procesos de corrección y comunicación entre colegas es mucho más complejo. Recursos como los que ofrece RR:C19, permanecerán en la comunidad científica como una opción mucho más asequible para aquellos autores en necesidad de revisiones más transparentes.
Esta popularización de recursos abiertos y sitios de preprint, también representan una gran oportunidad para comunidades académicas muchas veces relegada. La mediatización de información global está comenzando a reducir barreras entre científicos que pertenecen a universidades no occidentales.
La brecha de género en la investigación científica
Sin embargo, este escenario no se replica para las mujeres en la ciencia. Ciertamente, la pandemia ha exacerbado aún más la brecha de género ya existente en el área de investigación. Diversos análisis sugieren que las mujeres están publicando menos manuscritos e iniciando menos proyectos de investigación que sus colegas hombres durante la pandemia.
Encima de las implicaciones que el coronavirus tuvo sobre proyectos ya avanzados, la productividad en las mujeres enfrenta otros retos. La división en las responsabilidades del hogar y el cuidado de los hijos es constantemente dispar, y esto ha tenido su efecto en la representación femenina dentro de la ciencia.
La disparidad de género quizá generaría también serios problemas con relación a la investigación objetiva: en una escasez de investigaciones producidas por mujeres, muchos hallazgos fundamentales en términos de diversidad quedarían relegados, y los sesgos en la academia podrían agudizarse.
Aquellos que no están sufriendo con esta carga extra, están apoderándose de las ventajas que el confinamiento ofrece sólo a unos pocos privilegiados. Olga Shurchkov, economista de Wellesley College en Massachusetts, menciona para Nature que, “desafortunadamente, estos hallazgos no son sorprendentes”, y si esta problemática se ignorara, “potencialmente puede tener graves consecuencias para la diversidad en el mundo académico».
Fuente e imagen: https://observatorio.tec.mx/