Injusticia hermenéutica y responsabilidad

Por: Leonardo Díaz

Toda sociedad está caracterizada por “luchas hermenéuticas” donde nuevas interpretaciones de las experiencias sociales surgen y son expuestas a la mirada y a la comprensión de los otros.

El planteamiento de que la injusticia hermenéutica es estructural e impersonal puede hacernos pensar que la misma excluye la responsabilidad de agentes. Parece depender de la situación azarosa de una época, de la carencia de sus recursos hermenéuticos.

El filósofo José Medina, invitado especial del seminario de hermenéutica que organizaremos desde el Instituto Especializado de Estudios Superiores para Humanidades, Ciencias Sociales y Filosofía Pedro Francisco Bonó, el próximo 10 de septiembre, objeta esta perspectiva y afirma que la responsabilidad es un aspecto intrínseco de la injusticia hermenéutica.

Tendemos a pensar la responsabilidad en términos básicamente individuales, pero Medina señala que debemos replantearnos el problema de la responsabilidad sobre las injusticias hermenéuticas en términos compartidos. (“Varieties of hermeneutical injustice”, en The Routledge Handbook of Epistemic Injustice,2017). En el contexto de una sociedad, los integrantes de un determinado grupo pueden ser responsables de acciones, compromisos o negligencias que posibilitan las distintas expresiones de la injusticia hermenéutica.

Es el caso de las resistencias que ofrecen determinados grupos a comprender las interpretaciones de las personas que construyen significados desde experiencias sociales que han sido marginalizadas, estigmatizadas y criminalizadas.

Al mismo tiempo, como señala Medina, la existencia de acciones y prejuicios en una cultura no exonera de responsabilidades individuales. Hay grados de complicidad en la responsabilidad de los individuos con respecto a las prácticas de su cultura, del mismo modo en que hay grados de responsabilidad individual de la ciudadanía con respecto a las prácticas políticas de su comunidad.

Otro aspecto destacado por Medina para comprender el problema es que una cultura no es un bloque monolítico desde el cual una experiencia social se haga absolutamente ininteligible. Está constituida por una diversidad de subculturas y subgrupos en interacción que construyen significados y disponen de una variedad de recursos interpretativos y de capacidades, así como de una diversidad de actitudes hacia los significados emergentes.

Así, toda sociedad está caracterizada por “luchas hermenéuticas” donde nuevas interpretaciones de las experiencias sociales surgen y son expuestas a la mirada y a la comprensión de los otros; y donde cada uno de nosotros es responsable en mayor o menor medida de la actitud, la apertura y la disposición a comprender esas nuevas formas de experimentar el mundo.

Fuente e Imagen: https://acento.com.do/opinion/injusticia-hermeneutica-y-responsabilidad-8979158.html

Comparte este contenido:

La muerte hermenéutica

Por: Leonardo Díaz

Una persona puede disponer de los recursos hermenéuticos proporcionados por su época, pero su interpretación quedar silenciada o marginada ante las interpretaciones sustentadas por colectivos más poderosos desde el punto de vista político.

En la definición clásica de la filósofa Miranda Fricker (Injusticia epistémica, Herder, 2007), la incapacidad para interpretar los significados de las propias experiencias sociales se debe a un déficit en los recursos hermenéuticos de una época (injusticia hermenéutica).

No obstante, desde la publicación de la obra de Fricker, un intenso debate se ha ido desarrollando mostrando otras modalidades de la injusticia hermenéutica.

Por ejemplo, una persona puede disponer de los recursos hermenéuticos proporcionados por su época, pero su interpretación quedar silenciada o marginada ante las interpretaciones sustentadas por colectivos más poderosos desde el punto de vista político.

Uno de los principales filósofos en desarrollar la línea de investigación de Fricker, José Medina, afirma que hay formas de injusticia hermenéutica que pueden desembocar en una “muerte hermenéutica”, esto es, “en fenómenos que restringen radicalmente las capacidades hermenéuticas y la agencia” (“Varieties of hermeneutical injustice”, en The Routledge Handbook of Epistemic Injustice,2017).

Medina coloca como ejemplo, la reducción radical de la propia voz, de la condición de participante en las actividades de construcción e intercambio de significado.  Se trata de una experiencia conocida por los grupos tradicionalmente subyugados por razones de etnia o de orientación sexual.

Se trata de una situación estructural y, por tanto, impersonal. ¿Significa entonces, que no hay agentes responsables de perpetrar la injusticia hermenéutica? Este es el problema central de mi próximo artículo.

Fuente de la información: https://acento.com.do/opinion/la-muerte-hermeneutica-8976660.html

Comparte este contenido:

Pandemia e injusticia hermenéutica

Por: Leonardo Díaz

En mi artículo, “Confinamiento y roles de género”, abordé el problema de cómo, a partir de una interpretación de los roles de género,  puede verse perjudicada la toma de decisiones del Estado en una situación de pandemia.

Como señalé en dicho escrito, los roles no son asumidos de modo consciente por los agentes sociales. Son interiorizados a través del proceso de socialización e incorporados como hábitos de conducta percibidos como constitutivos de la naturaleza. Esto dificulta no solo su comprensión, sino también sus efectos y el modo de transformarlos.

Así por ejemplo, en una sociedad con inequidad de género, tanto hombres como mujeres experimentan, de modo inconsciente, lo que la filósofa británica Miranda Fricker denominó “injusticia hermenéutica”. En la definición clásica de Fricker (2007), la injusticia hermenéutica acontece cuando una persona es incapaz de interpretar sus propias experiencias sociales debido a una indisponiblidad de conceptos para interpretarlas. El ejemplo por excelencia es el de una mujer que, experimentando hostigamiento sexual en el trabajo, a inicios de los años 60, no disponía del concepto de “acoso laboral” para explicarse a sí misma y, a los demás, lo que sufría.

Desde la primera definición de Fricker ha existido un extenso debate, incluyendo a la misma autora, que ha ampliado el concepto de injusticia hermenéutica intentando captar la gran variedad de expresiones que se derivan de la misma.

Por ejemplo, Rebecca Mason, en un artículo del año 2011, “Two Kinds of Unknowing”, establece tres casos donde se producen modalidades de injusticia hermenéutica:

  • En circunstancias donde se silencian las experiencias sociales de los grupos socialmente excluidos por los discursos de los grupos dominantes en una determinada sociedad.
  • En situaciones donde los grupos socialmente dominados, aún disponiendo de los recursos interpretativos para comprender sus experiencias sociales, se encuentran en situación de marginación ante la falta de reconocimiento y de respeto de esos recursos por parte de los grupos que disponen de la autoridad epistémica de la sociedad.
  • En circunstancias donde a los grupos socialmente subordinados se les clausuran los mecanismos para accesar a la información que requieren para interpretar sus experiencias. (Aislamiento epistémico).

En la primera situación, los significados que generan las experiencias humanas condicionadas por la educación, la clase, el entorno y las interacciones sociales, resultan acalladas e ininteligibles para sus propios protagonistas, quienes, no solo carecen de los recursos hermenéuticos para interpretar lo que les pasa, sino que, con frecuencia, interpretan sus experiencias a través del filtro de los discursos predominantes, usualmente ajenos a sus vidas cotidianas.

En el segundo caso, quienes sufren una situación de marginación, de exclusión o de algún tipo de violencia (económica, social, psicológica, moral, epistémica), con la ayuda de movimientos civiles o grupos organizados defensores de los derechos humanos y sociales, han desarrollado un conciencia de su situación y van adquiriendo los recursos hermenéuticos para comprenderse y fijar posturas críticas con respecto a los discursos dominantes, pero su situación de exclusión social los estigmatiza y deslegitima con respecto a los discursos epistémicos provenientes de los sectores que portan el prestigio de la sociedad.

Finalmente, la tercera situación alude a como, en una sociedad autoritaria, los sectores de poder y el Estado controla información relevante para dotar de significado las experiencias de la ciudadanía, pero la misma queda asilada de esa información con todas sus implicaciones negativas para asumir posturas de decisión razonables.

Estas tres modalidades de injusticia hermenéutica se nos revelan de modo acentuado ante nuestros ojos en esta situación de pandemia. Desde las mujeres y hombres incapaces de interpretar sus experiencias de modo que les ayude a remediar las distintas circunstancias de violencia que viven, subrayadas por un estado de excepción; pasando por aquellos que más conscientes, intentan resistir pero son desacredidatos y silenciados en los espacios públicos; hasta todos, ciudadanos de todos los estratos, que sufrimos el sesgo de la manipulación informativa, la ocultación de los datos, o la lectura sesgada de los mismos en los discursos oficiales.

Estas expresiones de la violencia y la dominación exponen la necesidad de  afrontar la pandemia, no solo como un fenómeno clínico, sino también como un fenómeno social que acentúa desigualdades epistémico-sociales que conforman la “normalidad”. Se ha repetido muchas veces que un fenómeno como el COVID 19 no discrimina. Si se quiere decir con ello el mensaje pueril de que los virus no tienen conciencia y pueden afectar a cualquiera, vale. Pero hay en ella un significado nada banal y más problemático: que a todos nos ataca por igual de la misma manera. No es así. Afecta de modo desigual a quienes ejercen la injusticia hermenéutica y a quienes la sufren.

Fuente: https://acento.com.do/2020/opinion/8805967-pandemia-e-injusticia-hermeneutica/

Imagen: https://pixabay.com/vectors/blindfolded-injustice-justice-lady-2025474/

Comparte este contenido: