Uruguay / 20 de enero de 2019 / Autor: Marcelo Hernández / Fuente: República
ENTREVISTA CON EL EXPERTO CATALÁN EN EDUCACIÓN, XAVIER ARAGAY
La situación de la educación es una preocupación mundial, aunque muchos uruguayos pensábamos que era exclusivamente nuestra.
En todas partes del planeta se buscan soluciones para lograr que los niños y los jóvenes encuentren la motivación para formarse para los tiempos que vendrán, lo que requiere no sólo tener los conceptos “duros”, sino adquirir una forma de pensar que posibilite resolver los problemas que se les presentarán, los que en su gran mayoría serán muy diferentes de los que tuvimos nosotros cuando estudiamos e incluso a los que plantean hoy en la sociedad.
En ese marco de cambios y reformulaciones, LA REPÚBLICA dialogó con el experto internacional y consultor de transformación en las instituciones y liderazgo para el cambio, Xavier Aragay.
La idea era saber la visión que tiene de la educación, en general, en nuestro país, y si es posible el cambio, para una sociedad tan conversadora y reacia a lo nuevo como lo es la uruguaya.
¿Por qué hacer un cambio profundo en la educación? ¿Era necesario?
La educación está en crisis en todo el mundo. Es una crisis de sistema. El modelo educativo de transmitir el conocimiento nació en el siglo XIX y es el mismo en todo el mundo. Es un profesor que cuenta y un alumno que escucha. Esto sucede en España, en Uruguay, en EE.UU., en Singapur. Frente a esto, está surgiendo a nivel mundial una “primavera pedagógica”. Esto significa que hay brotes de cambio, hay experiencias, hay iniciativas, hay grupos, sobre todo en escuelas pero también en universidades.
¿En Uruguay ves que también estamos yendo hacia eso o estamos muy lejos?
Uruguay es el país en el Conosur que está “moviéndose” más, porque tiene una curiosa combinación. Por un lado hay un movimiento que la sociedad civil ha creado, que se llama Eduy 21, que ha hecho un diagnóstico de la situación y que ha presentado recientemente una serie de propuestas para que desde la administración intentar transformar la educación. Pero lo bueno de Uruguay es que paralelamente hay iniciativas que desde la base están lanzándose ya a hacer cambios sin esperar que una norma lo diga, y esto es muy interesante. Todo esto crea un caldo de cultivo muy interesante que además crea una conciencia que la educación está en crisis.
¿Hace pensar, que para lograr cualquier cambio es fundamental?
Sin lugar a dudas, y además pone a la educación en la agenda pública.
¿Ud. Ya ha diagnosticado nuestra realidad, y entonces, cómo ve posible ese cambio cuando tenemos un Ministerio de Educación que no rige tanto el sistema y con organismos desconcentrados que se manejan independientemente? ¿Es mucha gente para convencer?
Cada país tiene sus particularidades. Uruguay tiene un modelo de políticas públicas complejo, pero otros países tienen otras rigideces. Es posible cambiar la educación tengamos la estructura que tengamos. Aquí hay varios actores, pero también tiene la oportunidad de que si estos actores se convencen todos va a ser más ágil.
Ha trabajado en Finlandia, y hay un concepto que allí el nivel de la educación es bueno ¿Hay algo de ese modelo que podamos rescatar para nuestro país o no, porque tenemos que ir por otro lado?
Siempre podemos inspirarnos en algo de otro país. Ellos tienen un modelo clásico que ha funcionado para ese país pequeño, se puede gestionar bien, y que gobierno y oposición se pusieron de acuerdo hace 30 años en “tirar para el mismo lado”. Por todo esto, Finlandia no puede ser la referencia, porque es muy diferente. Cada país debe ver cual es su modelo, de acuerdo con su cultura, su tradición. Acá ya hay experiencias a nivel privado y público, algunas incipientes o pequeñas pruebas. Posibilidad hay, claro que si. Me la idea que acá dedican mucho tiempo al diagnóstico y muy poco a la acción. Ya sabemos los problemas que hay.
¿Entonces hay que experimentar más, “tirarse al agua” como se dice, y no tenerle miedo al cambio, que como sociedad tenemos como característica?
Uno se puede inspirar en cualquier experiencia, venga de donde venga. Ya sea de la Iglesia o de una escuela pública, ya que lo que debemos es aunar esfuerzos para mejorar la educación en todos los extractos.
¿Qué experiencia está haciendo puntualmente en nuestro país con los colegios salesianos?
Ayudándolos a hacer un proceso para trabajar más en red e iniciar una reimaginación, redefinición de sus escuelas. También estoy colaborando con la Universidad Católica y con Eduy 21. Son todos agentes que se están moviendo, que tiene ganas de avanzar.
¿El concepto central de uds. es “innovación disruptiva”? ¿Qué significa?
Mi sistema es ayudar a los directivos de las entidades educativas cuando quieren hacer el cambio. Transformar a una escuela es muy complejo. Hay mucha sinergia. No se puede todo al mismo tiempo. Les ayudo a hacer un proceso, haciendo las preguntas pertinentes para clarificar la visión futura que deseamos tener y poner en práctico estos cambios. Pequeños cambios que generen cambios más grandes, más disruptivos.
¿Cuál es el centro de reimaginar la educación?
ayudamos a reorganizar la escuela. Los profesores los tenemos, los metros cuadrados y los alumnos también, pero el problema es que hemos visto esto puesto de la misma forma siempre. Pero podemos concebir una escuela distinta. No tenemos porque tener a los alumnos en grupos de 30 con un profesor. Ni dar las materias de la misma forma. Podemos trabajar interdisciplinariamente o grupos de 50 alumnos en equipos de 7, con tres profesores. No trabajar por asignaturas, sino por retos. Con estos estamos experimentando.
¿Hace cuántos que están experimentando con esto y dónde se está aplicando?
En Barcelona se está experimentado con esto desde hace 10 años. Están aplicando estas metodologías activas a grupos cada vez más amplios.
¿El presidente Tabaré Vázquez, por su formación como médico, cuando asumió en 2015, habló de generar “un cambio en el ADN de la educación” de nuestro país. Con esta metodología de uds. se puede cambiar ese ADN? ¿Es necesario? ¿Dónde está el nudo del problema; estudiantes, docentes, directores, autoridades?
Hemos de cambiarlo todo. Se plantea que hay que educar a las personas de forma distinta, ayudarlas a que sean creativas, que sepan trabajar en equipo, que se conozcan, que tengan iniciativa, y para conseguir esto hay que cambiar el ADN de la educación, pero el orden es este. Queremos hacerlo porque queremos educar personas distintas, que van a vivir en un mundo distinto.
¿Cambiando el ADN a la educación podemos cambiarle el ADN para educarse a las personas?
Exacto, esa es la clave, y para eso precisamos unos profesores distintos. Uruguay a pesar de ser reacio al cambio, puede lograrlo. Uruguay empieza a tener las condiciones para cambiar el ADN de su educación. Hay preocupación por tema. Hay muchos profesores que tienen ganas. Pero son procesos largos, que demandan entre 5 y 12 años, para lograr algo real, que se pueda materializar y medir. Hay que buscar un equilibrio entre el cambio cualitativa y cuantitativo.
Perfil
Originario de Cataluña, Aragay es un referente desde hace 25 años en materia de cambio educativo para instituciones estatales y privadas en diferentes partes del mundo como Finlandia y Portugal.
Actualmente impulsa el Reimagine Education Lab, un equipo de nueva constitución, con experiencia práctica y visión del cambio, que tiene por objetivo acompañar, impulsar y llevar a la práctica procesos y experiencias de innovación disruptiva en instituciones educativas mediante modelos de reimaginación de la educación, propios, originales y contrastados.
Aragay –que es economista de profesión- ya ha visitado nuestro país en cuatro oportunidades en lo que va de este año, para trabajar con los Salesianos de Don Bosco.
Fuente de la Entrevista:
http://republica.com.uy/uruguay-empieza-a-tener-las-condiciones-para-cambiar-el-adn-de-su-educacion-id665952/
ove/mahv