El que se entrega por completo jamás regresa entero

Por: Arantxa Alvaro Fariñas

Tu pareja rompe la relación que tiene contigo y tienes la sensación de haber dejado algo en esa persona que no vas a recuperar, un familiar o un amigo fallece y sientes que nada a volver a ser igual porque has perdido algo. El que se entrega por completo nunca vuelve entero.

Si has amado de verdad a alguien sabes que cuando esa persona ya no está en tu vida, hay algo que se lleva, un trocito de tu corazón desaparece para siempre y no vuelve, es una sensación de vacío que solo el tiempo nos ayuda a llenar.

Qué difícil es decir adiós cuando quieres decir quédate
Somos seres emocionales por naturaleza y, aunque es muy complicado evitar que una situación te provoque una emoción, sí es posible gestionar esa emoción en cuanto a su duración e intensidad mediante la inteligencia emocional.

“El amor es un paso, el adiós es otro y ambos deben ser firmes. Nada es para siempre en la vida”
-Chavela Vargas-
Una persona inteligente desde el punto de vista emocional sabe cuáles son sus fortalezas y sus habilidades y ha aprendido a escuchar y entender a los demás con empatía. Por ese motivo, aunque siente la tristeza de la pérdida, tiene confianza en el futuro y sabe que con el tiempo todo se supera.

Entrega

Ante la muerte de una persona a la que quieres no puedes hacer nada salvo aceptar esa pérdida. Ante una ruptura de pareja, aunque es una situación distinta, también es importante aceptar la situación, ser realistas y buscar los medios para gestionar la emoción que nos invade.

La entrega y el apego
En tus relaciones de pareja o con amigos y familia debe existir un “límite de entrega” para evitar las situaciones de apego emocional. Walter Riso en su libro “Desapegarse sin anestesia” sostiene que crear una relación dependiente significa la entrega del alma a cambio de obtener un falso placer y seguridad.

Riso define el apego como un vínculo obsesivo con un objeto, idea o persona que se fundamenta en cuatro creencias falsas, que son las siguientes: que es permanente, que te va a hacer feliz, que te va a dar seguridad y que dará sentido a tu vida.

“La raíz de todo sufrimiento es el apego”.
-Walter Riso-
Si vives un vínculo de este tipo nunca estarás preparado para la pérdida y no aceptarás que la otra persona se aleje, que se rompa la relación o que la situación cambie. La pérdida te hará sentir vacío y sin un rumbo claro.

El apego corrompe. te hace infeliz e impide que te tengas respeto a ti mismo y a tus valores. Tienes miedo a la pérdida de lo que deseas y pierdes la alegría porque inviertes todos tus recursos y tu energía en otra persona dejando de lado tu vida, lo que realmente te gusta hacer.

La clave es aprender a dejar ir
A lo largo de tu vida, tu capacidad para dar y ser generoso forma parte de lo que eres como ser humano. Sin embargo, es preciso manejar también las herramientas necesarias para gestionar esas pérdidas con entereza y aceptar que los cambios forman parte de la vida.

Decir adiós a una persona, a un trabajo, a una relación es una acción a la que nos enfrentamos continuamente y es preciso afrontar esos momentos con valentía y con inteligencia. Esta habilidad es necesaria para evitar un sufrimiento excesivo o una sensación de pérdida que nos afecte negativamente.

“Acepta. No es resignación, pero nada te hace perder más energía que el resistir y pelear por una situación que no puedes cambiar”
-Dalai Lama-
Deja salir tu dolor. Todavía hay muchas personas a las que les avergüenza llorar en público y reprimen sus sentimientos y sus palabras. Para dejar ir, sin embargo, es importante dejar salir el dolor, llorar todo lo que sea necesario, pero sin aislarnos. Habla con amigos, cuéntales cómo te sientes y escucha sus consejos.

Mujer sujetando un paraguas

Enfócate en ti. Por una vez es preciso ser un poco egoísta y dedicar un buen rato a mirar en tu interior sin que eso te produzca cargo de conciencia. ¿Qué es lo que te gusta?, ¿qué te apetece hacer? Pensar en tus necesidades y en lo que realmente a ti te importa, más allá de esa persona o situación que debes dejar ir, te dará seguridad y confianza en ti.

Cuídate. El foco en ti mismo debe traducirse también en premiarte y cuidarte. Si te apetece hacer un viaje, este es el momento: tomarás perspectiva, desconectarás y verás las cosas de otra forma. Piensa que las nuevas situaciones traen elementos nuevas y que siempre ganas algo: libertad, aprendizaje, capacidad de superación, etc

Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/se-entrega-completo-jamas-regresa-entero/

Comparte este contenido:

La intimidad aparece cuando te quitas la piel, no solo la ropa

Por Arantxa Alvaro Fariñas

Después de una noche de sexo con otra persona a la que no conoces mucho, te despiertas con una sensación extraña. Has disfrutado, mucho, pero falta algo. No te sientes del todo bien contigo mismo, sientes un vacío. De hecho, pocos vacíos hay tan peculiares como este, pocas veces se echa tanto de menos a la intimidad como en estos momentos.

Esa sensación se debe, en la mayor parte de las ocasiones, a que buscas afecto, necesitas sentirte querido y lo haces a través del sexo, pensando que la intimidad de dos cuerpos desnudos es la única intimidad posible, y no es así. De hecho probablemente has abandonado la esperanza de otro tipo de intimidad, por el esfuerzo y el tiempo que cuesta construirla, por le coste que puedes pagar si es traicionada.

Hablamos mucho de sexo y de amor y los confundimos y mezclamos continuamente. Podemos tener una experiencia sexual muy placentera con alguien sin necesidad de que exista una relación de amor. La psicóloga Silvia Olmedo dice que el deseo sexual se puede dar sin amor y sin ningún otro tipo de afecto o emoción.

Sin embargo, los encuentros sexuales frecuentes, con todo lo que conllevan en cuanto a deseo, emociones, intimidad, sexo, pueden ser la base de una relación de amor romántico. No es extraño que tras la repetición de estos encuentros, poco a poco nazca la conexión y la complicidad entre la pareja.

La intimidad es mucho más que una noche de pasión

“Intimus” en la palabra latina que significa algo como “lo más interior”, “lo más profundo”. Es decir, se refiere a nuestro mundo interior, a aquel que no mostramos a los demás. Guardamos nuestros miedos, nuestros sueños, lo que nos ilusiona y lo que nos avergüenza. Lo guardamos porque de confiarlo a la persona inadecuada, nos exponemos a heridas profundas.

La intimidad con otra persona implica dar a conocer tu mundo interior y que el otro te de a conocer el suyo, complicidad, conocerse con tiempo, tener curiosidad por saber quién es esa persona, seducir. La intimidad se produce dando un paseo, charlando en una cafetería, cocinando una cena juntos, viajando, enviando un mensaje para saber qué tal está esa persona.

El sexo también es una manifestación de intimidad, pero no es la única. La intimidad, en general, tanto en el sexo como fuera de él, supone una situación en la que nos sentimos cómodos y seguros. Un espacio creado en el que somos nosotros mismos y no tenemos miedo.

Si lo piensas detenidamente, cuando conoces a una persona, no sabes nada de ella y al pasar el tiempo te das cuenta de que muchas cosas no son como tú pensabas, sino que son distintas y, a veces, mejores. También sientes que tú eres distinto porque has abierto tu corazón a esa persona.

La intimidad se alcanza cuando no hacen falta palabras. Es suficiente con una mirada para entender lo que el otro piensa, cuando te olvidas del reloj y dejas que pasen los minutos y las horas, cuando el tiempo parece que se ralentiza con cada gesto de cariño y de afecto.

¿Tenemos miedo a la intimidad?

En la sociedad actual todo va demasiado deprisa y en cuanto conoces a una persona puedes plantearte la posibilidad de un encuentro sexual, sin que sobre él exista la condena social de tiempos pretéritos. Puedes temer que la otra persona descubra tus secretos, tienes miedo a que te rechacen de nuevo y en cuanto surge un poco de intimidad emocional, huyes.

La intimidad nace cuando pierdes el miedo a mostrarte, a que otra persona vea tus defectos y te enseñe los suyos y eso requiere tiempo y paciencia. No es suficiente con que desnudes tu cuerpo si no te quitas la piel: hablamos de un proceso de conocimiento mutuo que requiere meses e incluso años.

Cuando la intimidad existe entre dos personas, el sexo mejora porque se convierte en una demostración de deseo, cariño, afecto y amor. La intimidad no solo invade la cama sino todo lo que rodea a la pareja, su día a día, sus miradas y sus caricias.

Sucede lo mismo con los amigos, cuando conoces a una persona con intereses afines sientes cierta conexión, comienzas a compartir, a hablar, a descubrir a esa persona y con el tiempo se forja una amistad profunda y sincera.

Superar el miedo a tener intimidad con una persona supone gestionar ese temor y saber que siempre que mostremos nuestra alma, nuestro corazón corremos un riesgo. Sin embargo, ese riesgo es necesario para vivir, para conocernos y para disfrutar de nuestra existencia.

Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/la-intimidad-parece-cuando-te-quitas-la-piel-no-solo-la-ropa/

Comparte este contenido: