Por: Sofía García-Bullé
Con las medidas correctas, se puede establecer un vínculo con la lectura desde antes de preescolar.
La lectura es un refuerzo didáctico invaluable, en artículos anteriores hemos hablado de las habilidades que se desarrollan gracias a adoptar un gusto por la lectura frecuente. La comprensión lectora, habilidades lingüísticas, pensamiento crítico, imaginación, la tolerancia a ideas distintas y más, son solo algunos de los beneficios ligados a esta práctica. También se ha comentado que la actividad no está propiamente en declive, más bien es la calidad del material de lectura. No se puede aprender lo mismo de leer los contenidos de una red social durante tres horas, que lo que puede aportar un cuento o novela bien estructurados.
Si queremos incentivar no solo la costumbre, sino el amor por la lectura en los más jóvenes, no podemos quedarnos solamente en la conversación de la calidad de los contenidos, es necesario concientizarnos de nuestro rol como embajadores y cuestionarnos qué estrategias usamos para presentar la lectura como una actividad interesante y divertida que invite a adoptarla como pasatiempo. A continuación compartimos algunas recomendaciones.
¿Qué hacer antes de empezar?
La jornada por establecer la lectura como pasatiempo no empieza desde la edad en que los estudiantes tienen la capacidad de comenzar a leer. La preparación puede iniciar mucho antes, y al hacerlo, aumentamos considerablemente las posibilidades de inculcar el gusto por la lectura.
Si hablamos de un periodo de cero a los cuatro años, la iniciativa Reading Rockets recomienda hablar con las infancias, esto les permitirá desarrollar habilidades de comprensión y expresión de lenguaje, leerles 30 minutos al día, cantar poemas o canciones con rimas y sonidos repetitivos para ayudarles a formar un patrón lingüístico. Es necesario asegurarse de que si se usan guarderías o cuidadores, también les lean. Si los docentes y cabezas de familia son modelos de la costumbre de leer, es más fácil transmitir este hábito. Las visitas a la biblioteca son de gran ayuda para que los niños se acostumbren al uso de los libros y ofrecen la oportunidad de que escojan obras que sean de su agrado y se formen un gusto propio.
¿Y quienes ya pueden leer?
Para los estudiantes de educación básica en adelante, que ya tienen edad para aprender a leer y hacerlo hábito hay recomendaciones que potencializan su vínculo con esta útil actividad. Enseñarles a usar la biblioteca de su escuela como recurso les abrirá la puerta a cientos de opciones de obras. Una vez que tenga esta variedad a su disposición, es también indispensable permitir que elija los libros que le gustan, pero siempre tener un canal abierto a la conversación sobre los contenidos que escoge y siempre ejercer un rol de guía ante los conocimientos y experiencias nuevas ligados a la lectura responsable. Seguirá siendo un ejemplo del buen lector y de los beneficios educativos y recreativos que aporta, además de ligar la lectura con la práctica y perfeccionamiento de la escritura y expresión de ideas.
Es también fundamental que las familias estén al tanto de los programas de lectura en las escuelas, tanto los contenidos como las estrategias que utilizan, de forma que puedan reforzar la labor del profesorado tomando en cuenta los intereses de las infancias con respecto a qué les gusta leer y cómo prefieren hacerlo. Aprender a leer en la escuela y realizar las lecturas asignadas es apenas el inicio del trabajo, y no asegura todos lo beneficios cognitivos y de desarrollos ligados a estas, si comprendemos esto y acercamos la actividad a los niños en sus términos, será un hábito útil que les acompañará toda su vida.
¿Tienes infancias en casa en edad de aprender a leer? ¿Qué métodos y contenidos usas? Si das clases, ¿qué programa tienen en tu escuela? ¿lo complementas de alguna manera? Cuéntanos en los comentarios.