Por: actualidad.rt.com.
Aunque la multipremiada cinta del mexicano Alfonso Cuarón ha llamado la atención sobre los indígenas en México, las lenguas de estos pueblos enfrentan una realidad distinta y ajena a los reflectores.
Alfonso Cuarón, director de la película ‘Roma’, dijo que lo más relevante de las multinominaciones al premio Óscar que ha recibido la cinta es que una mujer indígena, Yalitza Aparicio, de ascendencia mixteca, haya sido elegida como candidata al premio a ‘Mejor Actriz’ por su papel de Cleo, la nana que tuvo el cineasta en la vida real: Liboria Rodríguez, una mujer oaxaqueña de origen zapoteco.
Desde que aclamar ‘Roma’ se volvió la regla se ha abierto la oportunidad para ensalzar la cultura indígena de la que Aparicio parece ser, en este momento, su cara más mediatizada. Sin embargo, su lengua, que es criticada por uno de los niños al principio de la cinta, es hablada solo por 517.665 personas de los 128 millones de habitantes
La lengua, para cada pueblo, es a la vez la forma y el contenido de su cultura, su manera particular de articular el pensamiento, de comprender el mundo y relacionarse con sus semejantes. En este sentido, a decir de expertos, el Estado mexicano tiene una deuda histórica con los 68 pueblos indígenas, hablantes del mismo número de lenguas, con 11 familias lingüísticas y 364 variantes, de las cuales 31 están consideradas en muy alto riesgo de desaparición.
La declaración que no fue
Pero la oportunidad de que no solo una película visibilizara la condición de las lenguas indígenas en México fue soslayada. El pasado 18 de diciembre, el Senado mexicano aprobó, por unanimidad, declarar «2019, Año de las Lenguas Indígenas«, con el objetivo de concientizar sobre su grave pérdida y la necesidad apremiante de conservarlas, revitalizarlas, promoverlas y de adoptar medidas urgentes a nivel nacional.
Sin embargo, la cámara baja rechazó la iniciativa y determinó que fuese el año de Emiliano Zapata, uno de los principales líderes de la Revolución Mexicana, a 100 años de su asesinato, por instrucción del presidente Andrés Manuel López Obrador.
«Significaba visibilizar la problemática que viven nuestro pueblos indígenas, darles visión a sus necesidades. Es un acto de justicia que, por primera vez, el Senado de la República visibilice a los pueblos indígenas, empezando por la lengua», contó a este medio el senador Casimiro Méndez Ortiz, quien había sido el principal impulsor de la medida con la cual, al entrar en vigor, toda la correspondencia oficial del Estado debería contener, al rubro o al calce, la leyenda «2019, Año de las Lenguas Indígenas».
El director general del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (Inali), Juan Gregorio Regino, alerta sobre el caso de México, donde cada censo refleja que la población hablante de lenguas indígenas empieza a sustituirlas por el español.
«En términos lingüísticos, las lenguas indígenas, en general, son lenguas amenazadas, porque sigue habiendo una política de hegemonía, en la que el español es la lengua franca y es la que se usa para todos los actos oficiales, toda la Administración se genera en esa lengua, poniendo a las lenguas indígenas en un estatus de subordinación. Mientras estén ese estatus, no hay una igualdad y esto es fundamental para que las lenguas indígenas permanezcan y puedan jugar el rol de lenguas oficiales, en la medida en que estén en uso en espacios públicos y privados. Eso es algo que tenemos que buscar», apunta.
A nivel nacional hay 7.382.785 hablantes de alguna lengua indígena, siendo el náhuatl la más hablada, con 1.725.620 (23,37%), seguida del maya, con 859.607 (11,64%). En contraparte, la menos utilizada es el awakateco, con 17 hablantes, seguida del ayapaneco, con 24.
Por su parte, para Enrique Hamel Wilcke Rainer, del departamento de Antropología de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y experto en conflicto y desplazamiento lingüístico, la falta de impulso a las lenguas indígenas se encuentra en un sistema político, social y económico, impuesto desde la época de la Colonia, «que, en buena medida, dice que los pueblos indígenas no deberían de existir.»
«Hoy en día, nadie diría esto en público, pero la historia de México, de América Latina y de otras partes del mundo, muestra que en los procesos de colonización, los pueblos indígenas, como pueblos organizados, con sus propias costumbres, leyes y lenguas, se transformaron en un estorbo, pero también bajo la idea de un Estado moderno, independiente, había detrás un histórico racismo, un rechazo de sus formas culturales», apunta.
En riesgo y en pobreza
En México, además, los hablantes de lenguas minoritarias se encuentran en una situación económica desfavorable de pobreza o pobreza extrema.
El 71,9% se encuentran en situación de pobreza, de acuerdo con el Informe de Evaluación de la Política de Desarrollo Social 2018 (IEPDS), publicado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
Adicionalmente, 3.2 millones presentaban tres o más carencias sociales y no tenían la capacidad económica de adquirir la canasta básica, lo que los colocó en una situación de pobreza extrema. «Eso no es una casualidad, tiene una explicación histórica, que tiene como resultado que las comunidades indígenas y sus lenguas se asocian con la pobreza y esa ha sido la política histórica predominante desde la Colonia, hoy en día de manera más velada, pero que señala que son pobres por ser indígenas», destaca Wilcke Rainer.
Fortalecerlas desde la educación
A pesar de que México ha tenido importantes y sostenidos avances en el analfabetismo, la población indígena todavía enfrenta brechas: en 2016, 19,8% del segmento entre los 30 y 64 años no sabía leer ni escribir, mientras que solo 4,3% de la no indígena se encontraba en la misma situación.
Aunque parezca sorprendente, México no cuenta con una lengua oficial, pues aunque en el año 2003 se establecióque todas las lenguas indígenas y el español son lenguas nacionales, «en términos jurídicos eso quiere decir bastante poco, porque no establece ni derechos ni obligaciones específicas», explica Wilcke Rainer.
De esta forma, el sistema educativo actual acepta formalmente las dos lenguas en las escuelas, sin embargo, se cuenta con un currículo único y obligatorio para toda la educación básica, en el que no se desarrollan materiales ni metodología específica para la enseñanza entre las poblaciones indígenas.
«El trabajo que debería emprender con mucho más ahínco el Gobierno actual es transformar el sistema de educación indígena imperante en uno que sistemáticamente apoye al desarrollo de las lenguas indígenas, no como una pieza de folclor, sino como lenguas perfectamente funcionales para transmitir cualquier contenido moderno, para comunicarse y que constituyan una riqueza y orgullo para el país, pasando también por una reconstrucción de toda la educación pública en México», resalta el investigador.
En el mismo sentido, el director general del Inali habla de la necesidad de un trabajo coordinado con la Secretaría de Educación Pública, a fin de que el sistema de educación indígena, pugne no solo por mantener las lenguas originarias, sino que incidan en la sociedad del conocimiento.
«La educación tiene que jugar un papel muy importante para que dejemos de ver a las lenguas indígenas como lenguas con las que no se puede construir conocimiento y que solamente las vemos, en el mejor de los casos, como algo folclórico«, manifiesta.
Un caso de éxito
San Isidro y Uringuitiro son dos pequeñas comunidades indígenas de la meseta p’urhepecha, en el estado de Michoacán, oeste de México. Sus habitantes son en su mayoría monolingües, hablantes de p’urhepecha o tarasco, como también se le conoce a esta lengua, la cual es hablada solo por 141.177 personas en todo el país.
Desde 1995, la dirección y los profesores de las escuelas de esas comunidades decidieron enseñar a leer, escribir, contar y hacer operaciones aritméticas en p’urhepecha y trabajando con el español como segunda lengua, y no como ocurre en gran parte de la llamada educación bilingüe, donde hay un efecto de desplazamiento de la lengua original, la lengua indígena.
Así, inició el proyecto ‘T’arhexperakua-Creciendo Juntos’, que tomó 23 años desde su primera fase hasta la última, en conjunto con antropólogos, pedagogos y lingüistas de la UAM y la Universidad Pedagógica Nacional. Para ello, se tuvo que empezar por definir un alfabeto en p’urhepecha, articular una metodología para la alfabetización en lengua materna y elaborar materiales didácticos.
«Logramos en el primer año que los niños leyeran y escribieran en su lengua, que es la p’urhepecha; nosotros mismos fuimos aprendiendo en el camino, tampoco éramos expertos en lengua p’urhepecha (los profesores son formados en el sistema castellanizador), sobre todo en la escritura, fuimos aprendiendo y se dio un aprendizaje en conjunto», cuenta el profesor Gerardo Alonso.
Después se sistematizó el proyecto, se hizo un plan de estudios para la enseñanza del español como segunda lengua, se creó un currículo intercultural bilingüe –basado en el programa oficial-, el cual no existe hasta ahora en México.
Los resultados del programa demuestran que en aquellas escuelas donde se enseñan la lectura, la escritura y las matemáticas en la lengua materna, los niños obtienen mejores resultados en p’urhepecha que las escuelas castellanizadoras, pero lo mismo sucede cuando leen y escriben en español.
Una celebración insípida
En el marco de la euforia por ‘Roma’ y el Día Internacional de la Lengua Materna -que se festeja el 21 de febrero-, las lenguas indígenas no celebraran su año este 2019, pero sí la intención de echar a andar un plan de acción del Gobierno para salvaguardar las que están en alto riesgo o dejar constancia de que alguna vez se hablaron.
«Estamos impulsando la creación de un programa para la salvaguarda de las lenguas en alto riesgo de desaparición, en él buscamos la participación directa de las comunidades en la definición de las estrategias para revitalizar, mantener o, en el peor de los casos, para que quede testimonio de esas lenguas», relata a RT el director del Inali.
Asimismo, abunda, se plantea la creación de un fondo con la participación de la Federación, de los estados y municipios, sin que hasta ahora se dé a conocer el monto.
«La situación es que se requiere de una base legal más sólida para saber en qué condiciones se van a proteger esas lenguas, de fomentar su uso, pero también en aquellos espacios donde el Estado puede legislar; tienen que ser espacios de prestigio, de donde esas lenguas fueron excluidas, y mientras no existan va a ser muy difícil que se revierta la situación de asimetría y de prestigio», concluye Wilcke Rainer.
Fuente de la reseña: https://actualidad.rt.com/actualidad/304175-silencio-lenguas-maternas-abismo-oculto-mexico