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Panama: los universitarios y el movimiento social marchan contra reforma constitucional

Panama: los universitarios y el movimiento social marchan contra reforma constitucional

Noticias OVE

Este martes miles de académicos, estudiantes, personal de la Universidad de Panama marcharon en repudio a los intentos de hacer una reforma constitucional que limita la autonomía universitaria y cercena el presupuesto universitario.

 

Al final una comisión se reunió con los parlamentarios para expresarles su oposición a la reforma constitucional porque es absolutamente neoliberal. Se anuncian nuevas acciones

 

 

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Trata transatlántica: Una mancha indeleble en la historia de la humanidad

Redacción: Cambio 16

Sojourner Truth fue subastada a los 9 años junto a un rebaño de ovejas, gracias a la trata de esclavos que imperó en el mundo durante 4 siglos. Luego de eso fue vendida dos veces más, golpeada diariamente, acosada, acusada y despojada de sus pocos derechos.  Hoy 23 de agosto su historia resuena como la de muchos otros seres humanos en el Día Internacional del Recuerdo de la Trata de Esclavos y de su Abolición.

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Este día fue propuesto por la Unesco con el fin principal de no borrar de la memoria global el capítulo más abyecto de la historia universal: la trata transatlántica de esclavos. De manera que se pueda resaltar y abordar las formas de opresión y racismo que existen en la actualidad.

La trata en el “comercio triangular”

Entre 1501 y 1830, 15 millones de mujeres, hombres y niños aproximadamente, fueron víctimas de la trata transatlántica que transportaba esclavos desde África hacia América. Tanto fue la marea humana venida desde el África que en aquel momento existían 4 esclavos por cada hombre blanco en el nuevo continente. Durante la trata trasatlántica existían dos rutas de comercio:

  • Una al norte, dominada por británicos y franceses.
  • Otra al sur, dominada por portugueses y brasileños.

El comercio de esclavos se conoció como “comercio triangular”. Consistía en la salida de barcos desde la Europa occidental (Portugal, Francia, Inglaterra y los Países Bajos) con suministros de todo tipo.

Los barcos llegaban hasta la costa occidental de África, donde algunos de los productos de Europa se intercambiaban por esclavos negros. De allí partían hacia las Antillas o las costas americanas, donde los esclavos junto a la mayor parte de la mercancía europea se intercambiaban por azúcar, tabaco, cacao y metales preciosos para su vuelta a Europa. España se integraría más tarde a este tipo de comercio.

La mayoría de los cautivos de la trata transatlántica provenían de las zonas centrales y occidentales de África. Ya en Norte y Sudamérica eran obligados a trabajar en plantaciones de cacao, café, algodón, coco, tabaco; en las minas de oro y plata; en los campos de arroz, en la construcción de barcos y en las casas como sirvientes.

Impacto en las mujeres

La trata transatlántica tuvo un impacto mayor en las mujeres, quienes debieron soportar no solo explotación laboral, sino también explotación sexual. Señala la ONU que a medida que estaba más cerca el término del comercio de esclavos, los propietarios aumentaron la presión sobre las mujeres para acrecentar la población de esclavos.

Para esos años, la población de africanos fue tan grande que aún hoy se observa su influencia en América. De allí que este 2019 el tema escogido para la conmemoración del Día Internacional del Recuerdo de la Trata de Esclavos y de su Abolición sea “Recuerdo de la Esclavitud: El Poder de las Artes por la Justicia”.

Las artes que liberan

Las artes son y han sido una vía para enfrentar la esclavitud, empoderar a las comunidades esclavizadas y rendir homenaje a aquellos que lucharon por la libertad y la hicieron posible, de acuerdo con la ONU.

De hecho, en Estados Unidos surgieron  “canciones de trabajo” que estaban asociadas a la herencia de los africanos víctimas de trata. Las canciones se utilizaban para recordar su lugar de origen y son consideradas por algunos autores antecedentes del blues.

 

El Día Internacional del Recuerdo de la Trata de Esclavos y de su Abolición rinde un tributo a la noche entre el 22 y 23 de agosto cuando en Haití los esclavos de distintas plantaciones se sublevaron y arrasaron con el estado de Tremes. La finalidad de este día es continuar la lucha contra los prejuicios raciales y combatir las nuevas formas de esclavitud que afectan a 21 millones de personas en la actualidad, según la UNESCO.

Fuente: https://www.cambio16.com/la-trata-un-negocio-de-vieja-data-dia-internacional-del-recuerdo-de-la-trata-de-esclavos-y-de-su-abolicion/

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Marco Somarriba: vigor, fuerza y fuego revolucionario (texto, fotos y video)

Redacción: Radio La Primerísima

Por Carlos Núñez Téllez, Comandante de la Revolución fallecido el 2 de octubre de 1990. Discurso pronunciado el 10 de agosto de 1984. Publicado en la Revista Correo de agosto de 2013

¿Quién era Marco Antonio Somarriba? Me hago esta pregunta ahora, cuando pronuncio su nombre, poblado de un mar de recuerdos. En la clandestinidad, cuando leíamos las experiencias revolucionarias de otros países centroamericanos, compartíamos en las conversaciones el pensamiento de otros revolucionarios. Recuerdo, leyendo la experiencia de la guerrilla guatemalteca, el pensamiento de una combatiente que llena del dolor producido por la caída de sus compañeros, decía: «Hay que dejar en paz a los muertos». Y su decir era como un convencimiento para adquirir convicción de la dureza de la lucha, de la circunstancia de la muerte, que sin el menor aviso nos arrebata en segundos a los mejores hombres y a las mejores mujeres, sin tomar en cuenta cuánto invierte una organización política en forjar sus cuadros y que un día de tantos nos dejan solos. No totalmente, claro está, pero siempre quisiéramos contar con la presencia de nuestros hermanos queridos continuando la construcción de los sueños ya convertidos en realidad.

León Santiago de los Caballeros, a como la bautizaron los colonialistas españoles, es una tierra cálida, con historia, tradiciones de lucha, de espíritu indígena. Tierra del algodón y del azúcar, de volcanes, de hombres y mujeres creativos e inteligentes, de combatientes férreos y seguros. León fue el centro de reproducción de centenares de combatientes que provenientes de otras ciudades del país se convirtieron en luchadores ejemplares en las aulas de la universidad, en los centros de estudio, en los barrios, en las trincheras; fueron capaces de hacer posible el sueño de ese gran organizador que fue Pedro Aráuz Palacios, al convertir a la ciudad de León en una inclaudicable trinchera de lucha contra el somocismo.

Las calles de León son calientes, tan cálidas como sus hombres y mujeres. Ahí nació Marco Antonio («Salvador», en las luchas de barricadas), un 28 de abril de 1953. Procreado por Marco Somarriba, carpintero, y Gudelia García, costurera. Ninguno de ellos se imaginó que aquél chavalo delgado, tímido, con la sonrisa a flor de labios, llegaría a convertirse en un destacado dirigente del Frente Sandinista. No lo imaginaron, como es natural, porque en ese entonces, aunque el pueblo nicaragüense de una u otra forma luchaba contra la dictadura, el FSLN todavía no nacía a la vida política. Eso sí, la herencia de Sandino, su ejemplo, su legado combativo, cubría todo el territorio nacional guiando a su pueblo a pesar de todos los intentos del somocismo de sepultar en el olvido su memoria.

Yo no conocí a Marco durante su infancia. Vivíamos en barrios diferentes: él en El Calvario y yo en Zaragoza. Fueron las luchas, los ideales, la causa revolucionaria, lo que nos convirtieron en hermanos. Lo conocí en 1971, cuando los dos éramos estudiantes del Instituto Nacional de Occidente (INO). No estábamos organizados en el FSLN, mucho menos nos involucrábamos en las actividades políticas en los centros de estudio de secundaria. Por causa del alienamiento de la sociedad somocista, nuestra pretensión era alcanzar el título de bachiller; es decir, eran las mismas costumbres de la época: estudiar, obtener buenas calificaciones y graduarse para asegurar el porvenir egoísta e individual que la sociedad de ese tiempo nos imponía. No se pueden olvidar tampoco las medidas represivas prevalecientes en esa época, tomadas por el somocismo en los centros estudiantiles después del movimiento magisterial de 1970.

La agitación producida entre los jóvenes por el heroico ejemplo de Julio Buitrago, combatiendo contra más de 200 guardias, y luego el último poema «Que se rinda tu madre», gritado y escrito con sangre por Leonel Rugama junto a sus compañeros Róger Núñez y Mauricio Baldizón, y finalmente la huelga de hambre de los prisioneros políticos exigiendo su libertad, fueron los factores detonantes para romper el miedo y las medidas represivas en los centros de estudio de secundaria en todo el país. No importó la represión, ni exponer la vida o alcanzar la muerte, cuando los revolucionarios encarcelados, desde las mazmorras somocistas, desafiaban al régimen para alcanzar su libertad. ¿Por qué nosotros, pertenecientes a una nueva generación, íbamos a permanecer indiferentes al ejemplo heroico de un puñado de combatientes que justamente reclamaban su libertad?

Los primeros trabajos

En esa lucha, sin estar organizados, nos encontramos Francisco Meza, Marco Somarriba, Rafael Mairena, otros compañeros y yo. Cada quien desde sus aulas se rebeló. El espíritu solidario despertó en cada uno de nosotros. No nos importó la represión ni las amenazas de expulsión ni la cárcel. Una idea nos invadía a todos y era contribuir de la misma manera a como lo hacían en otros centros de estudio, a formar parte del movimiento integral para conseguir la libertad de los compañeros encarcelados. Esa decisión, ese coraje, esa lucha, contribuyó posteriormente a eliminar las medidas represivas impuestas por la Dictadura en el INO, a iniciar la organización de los estudiantes y a estructurar la Directiva Central del instituto. Por supuesto, la organización no fue nada espontánea: detrás del trabajo se encontraba el Frente Estudiantil Revolucionario (FER). Así se iniciaron los primeros trabajos para la creación en León del Movimiento Estudiantil de Secundaria (MES).

Ese mismo año, Marco, Francisco y Rafael se graduaron de bachilleres y correspondió a Francisco, Presidente de la Directiva, decir el discurso central. Por supuesto, no se pareció en nada a las tradicionales diatribas de la burguesía. Fue un discurso político dedicado a la lucha estudiantil, a sus reivindicaciones, a sus aspiraciones. Se pronunció el discurso percibiendo la rabia de los lacayos de Somoza, que no ocultaban su indignación al contemplar el temple de una nueva generación que, con todos los riesgos, comenzaba a alzarse, a rechazar la opresión de siglos y que particularmente comenzaba a establecer un precedente: se sumaba a la lucha por derrocar al somocismo.

Después, Marco, Francisco y Rafael ingresaron a la universidad y cada quien fue reclutado por el Frente Sandinista, cumpliendo en 1972 diversas tareas. De cuando en cuando nos encontrábamos, estrechando la amistad fraterna, cultivada en el curso de la lucha. Una vez, por casualidad, encaminado a una reunión, los sorprendí conversando con Carlos Roberto Huembes sobre la creación del MES. Ninguno preguntaba lo que el otro hacía: no había respuesta. Era la ley de la compartimentación del trabajo, esa práctica del Frene Sandinista tan valiosa para una organización de carácter conspirativo, y decisiva para preservar las estructuras y el trabajo clandestino que forjamos a lo largo de 18 años de lucha. Era esa ley tan necesaria en la lucha, que en la presente época algunas veces se olvida, sin tomar en cuenta que fue decisiva para la configuración del Frente Sandinista como organización nacional, lección transmitida por Pedro Aráuz y Carlos Roberto Huembes, excelentes conspiradores del FSLN.

A Marco lo volví a encontrar a finales de 1975. Ya se había producido la toma de Radio Corporación, encabezada por Tomás Borge, y la crisis política del Frente Sandinista. Lo encontré diferente, callado, reservado. Ya no era aquel muchacho flaco, desgarbado y sonriente. Estaba en la clandestinidad. Era Joaquín. Conversamos mucho esa noche, acumulando el dolor producido por la división de la organización a la que nos habíamos entregado y queríamos tanto. ¿Qué hacer? ¿cómo contribuir a superar los problemas? ¿cómo conocer con mayor realismo lo sucedido? Y no éramos nosotros solamente: ahí estaban Oscar Pérez Cassar y Rosalba Carrasco. Estábamos solos, completamente solos. Fueron una Navidad y un Año Nuevo muy tristes.

En ese tiempo ocurrieron dos hechos importantes. Uno, esperando la reunificación del FSLN, conocimos la presencia en Nicaragua del Jefe de la Revolución, Comandante Carlos Fonseca, y del Comandante Carlos Agüero, que había bajado de la montaña para coordinar el envío de un contingente a la zona de combate, entre ellos, Edgard Lang; el otro, la participación nuestra en el operativo de evacuación del Comandante Fonseca a la casa de seguridad donde se encontraba con otros compañeros, incluido Tomás, que había sido detectada por la Seguridad Somocista. Marco, Oscar, Rosalba y otros compañeros, participamos del operativo de vigilancia de toda la zona, en tanto se impulsaba un plan de evacuación de los combatientes.

Inmensamente humano

Para 1976, Marco se dedicaba con ahínco a la organización de los movimientos juveniles de los barrios orientales de Managua, de la atención del FER, y del Movimiento Cristiano Revolucionario (MCR). Marco Antonio era un revolucionario y a la vez una persona inmensamente humana. Pensaba en su familia, en su compañera, en su hija, en el futuro de todos. Esto lo sensibilizaba, le producía inquietud, angustia. Es difícil mantener una relación en la clandestinidad entregándose plenamente a la lucha y por las circunstancias de la misma, no poder hacer nada, solamente enterarse por correspondencia o la noticia ocasional. Después del cumplimiento de su trabajo, ello lo inquietaba, parecía una persona enjaulada caminando por el estrecho cuarto de la casa de seguridad que nos albergaba. Trataba de sonreír y comportase normalmente, pero detrás de esa actitud se encontraba el hombre, el ser humano, que así como sentía en carne propia la caída o el encarcelamiento de los hermanos más queridos, o el martirio del pueblo, también poseía la sensibilidad, aunque lo quisiera ocultar, de mantener presente en todos los momentos, las imágenes y los problemas de su familia.

Algunas veces, su ánimo decaía por no poder estar presente en la solución de los problemas, pero como se dice popularmente, «se echaba los güevos a tuto» y seguía adelante cumpliendo sus responsabilidades, orientando, organizando, preparándose políticamente, consciente de la situación política del país, convencido de que la causa revolucionaria era la primera tarea, aunque ello significara llevar por dentro los dolores, las angustias, los sinsabores, y las preocupaciones que como seres humanos enfrentamos.

En agosto de 1976, Carlos Roberto Huembes, miembro suplente de la Dirección Nacional, ingresa al país. En el interior ya se encontraban los Comandantes Daniel Ortega y Eduardo Contreras, cumpliendo tareas unitarias para resolver la crisis del Frente Sandinista, abocados con los comandantes Pedro Aráuz Palacios y Bayardo Arce.

Todavía no conocíamos la caída de Carlos Fonseca y Eduardo Contreras, cuando Marco, pálido, demacrado, con un tic nervioso en los ojos, con la voz entrecortada y buscando donde apoyarse, seguramente para asimilar mejor el golpe, llegó a la casa de seguridad donde permanecíamos Jaime Wheelock, Luis Carrión y yo, a anunciarnos la caída de Carlos Roberto Huembes.

Marco no tenía instrucciones ni órdenes para llegar a la casa de seguridad, pero como por un momento no habló nada y solamente quedó con la mirada fija buscando las palabras para dar la noticia, pensamos que había desacatado las órdenes, y yo personalmente le reclamé sobre su presencia en una casa de seguridad donde no estaba autorizado a llegar.

Marco se dejó caer en uno de los sillones de la sala. Jaime, que no lo conocía, había empuñado su pistola 45; yo dejé la máquina de escribir y me levanté a preguntar qué le ocurría. Se acomodó en el sillón, entrecruzó las manos, se las llevó al rostro y nos lanzó la respuesta como un cañonazo: «quebraron a Eloy». No le creímos. Furiosamente lo acosamos a preguntas, exigimos detalles, la certeza de si estaba herido o muerto, el lugar del enfrentamiento, y no nos quedó la menor duda: habían quebrado a Eloy. ¿Por qué? Al día siguiente, Novedades, el diario de Somoza nos trajo la respuesta: aparecían las fotos de Eduardo Contreras, Rogelio Picado, Silvio Reñazco (habitante del reparto El Dorado, lugar donde es detectado Eloy), caídos en combate y en una nueva edición del diario, apareció la gloriosa imagen del Jefe de la Revolución Popular Sandinista, Carlos Fonseca, con los ojos abiertos hacia el futuro, desde Zinica, lugar donde cayó abatido por las balas criminales de los esbirros somocistas.

El severo golpe asestado al Frente Sandinista con la caída del Jefe de la Revolución, Comandante Carlos Fonseca, Eduardo Contreras y Carlos Roberto Huembes, el 7 y 8 de noviembre del mismo año, significó una sacudida para Marco. Fue la penetración a una etapa superior de su desarrollo político como militante y como cuadro; significó la entrega absoluta a sus tareas, a la defensa de la causa revolucionaria; fue un salto en su madurez, su talento, inteligencia y capacidades.

Prisionero y torturado

A partir de 1977, Marco se dedica con ahínco a la organización estudiantil en los barrios y en los centros de estudio y es uno de los fundadores de la Juventud Revolucionaria Nicaragüense. A la vez, se dedica a la preparación militar de los compañeros combatientes de esa organización. En 1978, durante varios días, ninguno de nosotros conocíamos de su paradero y comenzó a surgir la idea de una probable captura. En efecto, así fue. Había sido capturado en 1978 en la ciudad de León, cuando se dirigía a una escuela militar improvisada en el municipio de Malpaisillo.

Marco fue encarcelado, golpeado, torturado, amenazado de muerte, sino confesaba su militancia sandinista y sus responsabilidades. Marco permaneció en silencio, sin mencionar ninguna de las casas de seguridad conocidas por él. Su martirio duró diez largos días sometido a toda suerte de atropellos en las mazmorras somocistas. Ni el encierro ni la tortura ni la posibilidad de la muerte, fueron capaces de vencer su inquebrantable fidelidad al Frente Sandinista. A la Dictadura Somocista no le quedó más recurso que ordenar su salida de la prisión.

Inmediatamente después de obtener su libertad, Marco ingresa de nuevo a la clandestinidad, refugiándose en la casa de Osmín Torres. Retorna a su responsabilidad como miembro del Comité Militar de Managua, dedicando sus energías a la organización, preparación militar y operatividad de los destacamentos milicianos de los barrios orientales y de la Carretera Norte, cuya responsabilidad era impulsar la limpieza de todos los esbirros, orejas, colaboradores y agentes de la Seguridad Somocista. Durante la Insurrección de Septiembre, integrado al Estado Mayor de Managua, dirige el combate de sus unidades militares contra las tropas somocistas, multiplicando su trabajo en la organización de centenares de jóvenes que en la ciudad y en especial en los barrios orientales, se alzaron en pie de lucha contra el somocismo.

Para la Ofensiva Final en junio de 1979, Marco asume la jefatura de la Carretera Norte. Ahí se revela como un excelente jefe político-militar y, conjuntamente con Ramón Cabrales (Nacho), se encarga de defender, organizar a la población de la Carretera Norte y levantar las barricadas para impedir a sangre y fuego que el enemigo avanzara más allá del kilómetro 5. Bajo su dirección y la de Nacho, surgen los célebres «Cazaperros» en el barrio Santa Rosa, quienes armados de garrotes y cuchillos logran conformar excelentes unidades de combate, a base de la recuperación audaz de las armas del enemigo.

Marco estuvo presente en la decisión de El Repliegue Táctico, y como otros compañeros, sufrió el dolor de la decisión, aún cuando la consideraba muy justa. En Masaya asume la responsabilidad de reforzar los puntos estratégicos de la ciudad, con la finalidad de impedir la penetración del enemigo. Cuando se hable de los combates de la Hielera de Masaya, o de la INCA, debe mencionarse el nombre de Marco Antonio Somarriba. Por sus méritos, cuando el Comandante Hilario Sánchez (Camión), es herido por charneles de morteros disparados desde el Coyotepe, pasa a formar parte del Estado Mayor de Masaya, en compañía de los sub comandantes Róger Miranda y Rafael Solís.

Cuando se produce el triunfo popular, ya tomados los departamentos de Carazo y Granada, ya ha sido ejecutado el criminal «Macho Negro», cuando las fuerzas victoriosas del Frente Interno inician su avance hacia la ciudad de Managua, sitio al cual habíamos jurado regresar victoriosos, Marco ya es el Jefe Político Militar indiscutible del Batallón César Augusto Silva.

La herencia de un héroe

Posterior a la victoria, por sus capacidades políticas, organizativas y militares, es nombrado por la Dirección Nacional del Frente Sandinista, Jefe Nacional de las Milicias Populares Sandinistas; luego, jefe de la Dirección Política del Ministerio del Interior (MINT), después, viceministro del Instituto Nicaragüense de la Costa Atlántica (INNICA) y finalmente, delegado del Ministerio del Interior para la Zona Especial I (hoy Región Autónoma del Atlántico Norte).

En León, como resultado de sus tradiciones religiosas, el 14 de agosto se celebra la Gritería Chiquita. Un día antes, en 1982, en un accidente de aviación, cumpliendo con sus responsabilidades como delegado del MINT, preocupado por resolver los problemas de esa parte del territorio nacional, Marco Antonio Somarriba muere al estrellarse el avión que lo conducía junto a otros compañeros a su zona de trabajo.

Marco Antonio muere a los 29 años. Apenas comenzaba a transmitir al movimiento revolucionario sus experiencias, su talento y su capacidad de dirigente. Muere cuando apenas comenzaba a cristalizar sus sueños de revolucionario a su querido pueblo. Ya no era de León ni de Chinandega ni de Managua ni de todos los lugares donde dejó su cansancio y desvelos por la liberación de Nicaragua. Marco a sus 29 años de edad pertenecía a toda la nación. Forjador de las organizaciones juveniles, fundador del MES, de la Federación de Movimientos Juveniles de Managua y de la Juventud Revolucionaria Nicaragüense.

Incansable defensor de los intereses del pueblo trabajador, nos ha dejado una herencia y una responsabilidad: garantizar la continuidad del proceso revolucionario, impulsar las transformaciones políticas, económicas y sociales, profundizar la Revolución en beneficios de los humildes y de los pobres de Nicaragua.

Es resultado de las generaciones de veteranos combatientes que se convirtieron en maestros de las nuevas generaciones a las cuales pertenecemos. Marco Antonio es parte del vigor, de la fuerza y del fuego que almacena la Revolución. Ojalá así lo entiendan los jóvenes de hoy y en este legado comprendan lo afirmado por Leonel Rugama: «Los héroes no dijeron que morían por la Patria, sino que murieron».

Marco: independientemente de todo, como Camilo Ortega, Francisco Meza, Walter Mendoza, Carlos Arroyo, Adolfo Aguirre, Perla María Blandón, Edgard Munguía, Emir Cabezas y tantos hermanos caídos, podés tener la certeza que para la Juventud Sandinista 19 de julio eres bandera, estandarte, símbolo, machete, cuchillo y fusil para enfrentar al enemigo.

Te fuiste, has muerto, pero tu historia permanecerá imborrable por los siglos de los siglos, como lección para las generaciones venideras.

Militante ejemplar

El comandante Tomás Borge describía así al comandante Somarriba

Marco supo imprimir en las tareas que la Revolución le encomendó el mismo espíritu de entrega que caracterizó su larga y destacada trayectoria. Los méritos de Marco son tan excepcionales que recibir la Orden Carlos Fonseca y el ascenso a Comandante de Brigada, son apenas un modesto homenaje que trata de expresar el cariño del FSLN y del MINT hacia el ejemplar militante sandinista y el abnegado combatiente del Ministerio del Interior. Sepan ustedes que su memoria permanecerá en la conciencia y en las acciones de nuestros combatientes, y que su ejemplo de consecuencia revolucionaria se albergó para siempre en el corazón de nuestro indoblegable pueblo sandinista.

Carta a mi madre

Poema del Comandante Marco Somarriba

Ayer hace muchos días
descalzo y con calzones chingos,
trepado por entablado derruido de la casa,
siempre te miraba a vos
con tu sudor y tus ojos tristes
y tu costura a máquina
y esas señoras ricas a quienes
les hacías vestidos por un precio irrisorio.
Muchos días atrás
cuando usé pantalones largos
y en aquella casona que daba mucho miedo
siempre te miraba
siempre tus ojos tristes
y tu cara enferma y cansada.
Hoy, desde hace muchos años
siempre te miro igual
siempre tu sacrificio y abnegación
siempre querida mamá
siempre te miraré como a toda madre de pueblo
como a toda madre proletaria.

Tu hijo que te quiere

Marco A. Somarriba

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(Vídeo) Entrevista. José Luis Carretero Miramar, desde España: «Tenemos que estar insertos en las luchas sociales. Estuvimos demasiado tiempo fuera»

Redacción: Kaos en la Red

Entrevistamos a José Luis Carretero Miramar, secretario del sindicato Solidaridad Obrera, que es la tercera central anarcosindicalista del estado.

Pensamos que es prioritario que desde los ámbitos libertarios se pronuncien acerca de nuestros problemas cotidianos, escuchar cuanto saben de lo que nos pasa, que cerca están de nosotrxs, que proponen, cual es su compromiso. La charla con José Luis Carretero Miramar fue un grato momento, la comparto con vosotras y vosotros.

Fuente: https://kaosenlared.net/video-entrevista-tenemos-que-estar-insertos-en-las-luchas-sociales-estuvimos-demasiado-tiempo-fuera/

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Prolongan movilizaciones en Honduras contra privatización

Redacción: Prensa Latina

Estudiantes hondureños tomaron hoy las instalaciones de varios centros educativos del país para respaldar las acciones de la Plataforma en Defensa de la Salud y la Educación contra la privatización de esos sectores.

 

Jóvenes de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras mantienen tomados los edificios, aún cuando se había previsto reanudar las actividades académicas y administrativas.

Mientras tanto, los de la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán, en esta capital, cerraron los portones de la instalación con el objetivo de desarrollar una asamblea.

Apoyamos contundentemente las acciones de la Plataforma que han sido claras en los requerimientos mínimos para la instalación de una mesa de diálogo, los puntos establecidos son lógicos y se consideran procedentes partiendo de la experiencia, señalaron en un comunicado.

Tras dar los primeros pasos en el proceso de diálogo, las acciones de presión del gremio de los educadores y de la salud continúan en gran parte del territorio nacional.

Hasta el momento se reporta el cierre de carreteras en diversas zonas del país por docentes, padres y familiares y donde no hay bloqueo de vías, los miembros de la Plataforma convocaron a asambleas informativas.

Fuente: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=284098&SEO=prolongan-movilizaciones-en-honduras-contra-privatizacion
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Rusia: La lucha social, experiencia de vida y crítica proletaria

Por: Vientos Sur/ Carine Clément/ 22-05-2019

En un contexto global de ascenso general de los populismos, de las desigualdades, de los autoritarismos y de las políticas económicas neoliberales, Rusia puede considerarse un caso extremo. La rapidez y amplitud de los cambios políticos, geoestratégicos, económicos y sociales que han sacudido el país desde la caída de la Unión Soviética han convertido este país excomunista en uno de los más desiguales del mundo y uno de los que llevan a cabo con mayor brutalidad el desmantelamiento de su sistema de protección social. Esta brutalidad y este ritmo acelerado de las reformas neoliberales han obstaculizado en gran parte las resistencias sociales frente a lo que cabe denominar, de acuerdo con Michael Burawoy en su interpretación de Karl Polanyi, la mercantilización forzada y socialmente devastadora. 1/

Al son de los coros que cantaban las loas a la democracia de mercado, marcando el tono de la década de 1990, las solidaridades se disolvieron en la lucha por la supervivencia y la desconfianza generalizada. El desencanto se instaló rápidamente, permitiendo la instauración del régimen putiniano, 2/ que perdura hasta hoy. Esto no quiere decir que la población se haya mantenido completamente pasiva. Ha habido y sigue habiendo numerosas luchas sociales, pero están fragmentadas, son de dimensiones reducidas y se centran en problemas sociales concretos y limitados. 3/

Por todas estas razones, la aparición de una crítica social en el seno de los sectores populares empobrecidos, descalificados e invisibilizados llama particularmente la atención. Aquí los llamaremos proletarios desclasados; desclasados debido tanto a la retrogradación social brutal como al descrédito en que ha caído el discurso de clase. Si en un país que ha dado tan radicalmente la espalda del socialismo renace la crítica social, urge interesarse por las manifestaciones de esta crítica y por las vías que ha emprendido para abrirse paso. En efecto, si la desigualdad y la dominación experimentadas por los proletarios de Rusia tienen sus especificidades asociadas a una historia, una cultura y un contexto político concretos, la experiencia que vive la gente de abajo de esta desigualdad en su vida cotidiana no está tan alejada de la que viven otras capas populares en otras sociedades, Francia incluida. Rusia no es una excepción y algunos investigadores han tomado incluso la pluma para demostrar su normalidad; 4/ muestra con una gran visibilidad lo que ocurre con el conjunto social en un país en que se mezcla la democracia autoritaria con el neoliberalismo postsocialista.

En la Rusia contemporánea, el conjunto social está constituido en gran medida por sectores depauperados y precarios que no son minoría, sino que abarcan a la mayoría de la población. Las estadísticas oficiales de pobreza subestiman el fenómeno, ya que rebajan artificialmente el umbral de pobreza. Según una encuesta reciente, de hecho, más de la mitad de la población vive en la pobreza o en riesgo de caer en la pobreza, con una gran proporción de personas asalariadas pobres. Tras la mejora del nivel de vida que se produjo en la década de 2000, la tendencia fue agravándose con la crisis financiera mundial de 2008 y posteriormente con la crisis derivada de la anexión de Crimea en 2014. La caída del rublo, las sanciones económicas de Occidente y las contrasanciones rusas, así como el descenso del precio del petróleo, hicieron que los salarios y los ingresos reales disminuyeran regularmente; los atrasos salariales empiezan a acumularse de nuevo; las formas atípicas e informales de trabajo vuelven a florecer, como ya ocurrió durante la catástrofe social y económica que marcó la década de 1990 a raíz del colapso brutal del sistema soviético.

Asimismo, el conjunto social está en gran medida por recomponer o unir de nuevo, ya que el traumatismo social, nacional y cultural 5/ de la década de 1990 desintegró las coordenadas sociales de la mayoría de la población rusa, disolviendo las identidades y cortando los lazos sociales. La terapia de choque neoliberal dejó abatida a la sociedad, eliminando las referencias sociales existentes y obligando a la gente a replegarse sobre sí misma o sobre sus microespacios de supervivencia. Numerosos sociólogos dudaban incluso de hablar de sociedad con respecto a Rusia, prefiriendo términos como camarillas 6/ o pequeña sociedad. 7/

¿Cómo llega la gente, incluidos sobre todo los y las más desfavorecidas, a desarrollar una crítica social, componer un espacio común y a veces incluso movilizarse en condiciones de depauperación generalizada y en un régimen autoritario y oligárquico? Una observación atenta permite ver que se está construyendo un espacio social en medio de ese “magma de significados imaginarios” del que habla Cornelius Castoriadis, 8/ en un proceso de articulación improbable entre tendencias que podrían parecer contradictorias: el descubrimiento del espacio nacional, la apertura del imaginario social a un vasto nosotrosenraizado en experiencias de dominación y de explotación vividas como comunes y la crítica social centrada en la contestación de las desigualdades sociales. Las reacciones a la política de austeridad presupuestaria y de reformas liberales de la protección social y de las pensiones aplicada por el gobierno son incomparablemente más críticas y socialmente más comprometidas que en la década de 1990. Hoy en día, la mayoría de las personas han recuperado sus referencias y restablecido lazos sociales; se abren unas a otras y tienen capacidad de crítica social y de imaginario social. 9/

La reconciliación con la experiencia cotidiana

La propaganda patriótica orquestada por el Kremlin, que exalta una Rusia que ha recuperado su grandeza, una Rusia magnificada, rica en recursos y dotada de la fuerza de un pueblo unido, es el primer proceso que alimenta la crítica social. Este discurso funciona, pero no genera un apoyo consensual a la visión de una nación una y unida, propagada por el Kremlin. Por un lado, la mayoría de rusos y rusas redescubren que forman parte de una nación y que pueden sentirse orgullosas de ella. Por otro, si Rusia es rica y si el pueblo ruso es valioso, “¿cómo es posible que la gente viva tan pobre?”: esta es la pregunta que se escucha a menudo en boca de personas de ambientes populares.

La pregunta va más allá de la simple comparación entre los hechos y los discursos. Para suscitar la crítica social, los hechos deben vivirse, sentirse en la experiencia de personas que no viven su cotidianeidad con vergüenza o desespero; también deben vivirse como algo compartido. Este es el segundo proceso que alimenta la crítica social: la reconciliación de los proletarios desclasados con su experiencia cotidiana, a diferencia del sentimiento de extrañeza o desconcierto provocado por el desclasamiento y la depauperación que acompañaron a las reformas brutales de la década de 1990. 10/Favorecida, sin duda, por el repunte económico de la década de 2000, de la estabilización de una situación social, aunque fuera precaria, y favorecida también por un discurso nacionalista qua adula al pueblo. La socialidad popular, durante mucho tiempo quebrada por las lógicas de supervivencia, del sálvese quien pueda, la desconfianza y la competencia, aflora de nuevo. Estudios recientes sobre las ciudades obreras rusas 11/ reflejan de este modo cómo se restablecen prácticas de socialidad gratuitas(que no sirven exclusivamente para la supervivencia).

Mis propias investigaciones indican que la gente aspira a reencontrarse, en abierta connivencia, para hablar y experimentar la libertad de hablar, incluso abundando en la crítica, la incorrección y la irreverencia. En los garajes de pequeñas ciudades de provincia, los hombres se dedican al bricolaje o a sus pequeños tráficos, y también hablan, se confiesan a veces, a menudo ironizan, en un espíritu de compañerismo y de desprecio por las figuras de la jerarquía. En los patios de los bloques de pisos, las mujeres se juntan, discuten, comparten impresiones, a veces participan en trabajos de acondicionamiento del lugar o se indignan por la mala gestión de los servicios municipales.

En Astraján, contemplando a las habitantes de su inmueble ocupadas en plantar árboles en el patio, una anciana exclama que es “como si me despertara de 20 años de hibernación”. Esta socialidad puede remitirnos a las imágenes de discusiones interminables en las cocinas de los apartamentos comunitarios durante el periodo soviético, pero tiene lugar menos de una manera oculta o informal que en modo de formación de espacios, inclusive durante las manifestaciones públicas, abiertas a la experiencia de una fraternidad liberada de juicios morales o descalificaciones políticas. Se trata de espacios en los que el hablante se siente seguro de ser comprendido entre líneas por interlocutores de los que sabe que comparten la misma experiencia de vida y en los que la connivencia se expresa menos con palabras que con gestos de la cabeza, exclamaciones o golpecitos en la espalda.

En estos espacios de lo cotidiano emerge la crítica social en modo a menudo irónico. Así, en Perm, con motivo de la conmemoración tradicional del final de la segunda guerra mundial, el 9 de mayo de 2017, las autoridades municipales organizaron un encuentro en un barrio obrero de la ciudad. Los asistentes, en su mayoría obreros o antiguos obreros, formaban pequeños corros, se saludaban unos a otros, bebían a escondidas (el consumo público de alcohol está prohibido) y, sobre todo, rivalizaban en la crítica irónica de las desigualdades y de las falsas apariencias.

Durante la fiesta se produce una conversación entre dos compañeros obreros. Uno exclama: “Puede que Putin sea bueno en política exterior, pero ¡se ha olvidado de Rusia! […] ¿Cómo puede decir que el salario medio en Rusia es de 39.000 rublos? [cifra oficial] Aquí ganamos entre 15.000 y 20.000 rublos nada más […] ¿Cómo se puede alimentar a una familia con 15.000 rublos?” Su compañero insiste: “Es cierto, si nuestro gobernador gana, por ejemplo, medio millón, y la niñera 7.000, la media da justamente esto. Pienso que habría que igualar el salario medio al de los obreros. O bien, igualar el salario de los gobernadores, los alcaldes, los altos cargos, de Putin, igualar todos estos con el salario de la niñera. O que vayan a trabajar de niñeras. Limpiar el culo de los niños por 7.000 rublos, ¿lo harían? No. ¿Por qué, con medio millón, iban a limpiar culos?”

Esta conversación pone de manifiesto la contestación de las cifras oficiales desconectadas de la vida real, de las carencias de la vida a que se enfrentan el nosotros de los obreros y trabajadores mal pagados. Muestra asimismo la manera en que estos obreros retrotraen a los hombres que viven más allá de las contingencias de la vida cotidiana al ámbito prosaico y vulgar. Las conversaciones se caracterizan por su lenguaje simple, irreverente y directo, a menudo exageradamente grosero o políticamente incorrecto, utilizado sobre todo para oponer la realidad a ras de suelo al discurso abstracto, que resulta ficticio, santurrón o aleccionador.

Las conversaciones cotidianas se politizan a menudo por medio de una ironía irreverente y grosera que podría recordar las resistencias subterráneas de la época soviética, pero que también entra en resonancia con los modos de resistencia de los dominados y de las clases populares en muchas partes del mundo. 12/ Entre personas que se comprenden no solo se discute sobre las dificultades de la vida cotidiana, sino que también se hace burla de los dirigentes, se destaca el hecho de que la gente no se llama a engaño, de que no hay que dar crédito, sobre todo, a los bonitos discursos (“nos dan la tabarra con su patriotismo, pero todo su dinero y sus hijos están en Occidente”). La crítica social, por tanto, no es un movimiento de elevación hacia una mayor abstracción, sino una inserción de la abstracción en lo concreto, lo corporal y lo emocional de las experiencias de vida.

Uno de los aspectos sorprendentes de esta incursión en lo cercano 13/ o de este proceso de rehabitar el espacio de vida 14/es la reconciliación con el trabajo de cada uno, sobre todo el trabajo obrero, el trabajo con las manos, que vuelve a ser fuente de orgullo y de dignidad. Por ejemplo, esto es lo que dice de su experiencia un joven obrero altamente cualificado de San Petersburgo: “Me gusta mi trabajo. Me gusta lo que hago. Quiero poder vivir de ello. Pero ocurre que eso no vale nada. Con mis colegas tratamos de defendernos, pero la dirección nos ningunea. […] El trabajo humano no se valora […]. Y ese gran gilipollas, con perdón, que está sentado en su sillón y cobra medio millón, ¿es más útil que yo? […] ¿Y nuestros pensionistas? ¡Han trabajado toda la vida por el bien del país! Y siguen teniendo que trabajar para sobrevivir, en vez de viajar y gozar de la vida, como los pensionistas en Occidente.” Aparece aquí un imaginario social que va más allá de lo cercano: el nosotros está enraizado en la experiencia del trabajo, incluye a los colegas, pero también se amplía a los demás trabajadores e incluso a los pensionistas del país en su conjunto.

La emergencia de un nosotros popular

Este nosotros se inscribe en los espacios de lo cercano rehabitados, en las interacciones y conversaciones de la vida cotidiana, donde las críticas de las desigualdades sociales, de la política y del gobierno son legión. Son estas conversaciones entre nosotros las que construyen un espacio común, un espacio que está abierto a los demás que, aunque ausentes, aparecen como colegas que comparten la misma experiencia de vida y la misma opinión.

Una empleada de correos, jefa de equipo en una ciudad de Altai: “Tengo la sensación de que nuestra dirección solo piensa en ella misma y en llenarse los bolsillos […]. Y la población no es más que una fuente de enriquecimiento para ellos […]. Somos como esclavos. Precisamente hemos hablado con mis colegas. Stráshnov (el director general de Correos) ha desaparecido […]. ¿Cómo es posible que, con nuestros salarios de miseria, él haya recibido una prima de 95 millones […]? ¡Ahorran a costa de nosotros! La gente que trabaja, trabajamos por dos, por tres. Los pobres carteros no reciben más que unos céntimos.” La mujer habla con una pareja de amigos, que aprueban lo que dice con aclamaciones, del espacio de libre discusión crítica que existe en su centro de trabajo y muestra la manera en que el nosotros de los proletarios desclasados se amplía de los compañeros de trabajo a todos y todas quienes trabajan, incluidas las que tienen peor suerte que ella. Este nosotros se afirma igualmente contra los dirigentes político-económicos que se enriquecen sobre la espalda de los trabajadores.

Las manifestaciones sociológicas de este nosotros, captadas en forma de autoidentificación social, son diversas: el nosotros obreros, el nosotros pequeños empresarios (que trabajan duramente para sobrevivir) y el nosotros pobres habitantes de provincias. Este nosotros plural en proceso de formación lo traduzco por clases populares, gente común o proletarios, y permite hablar de la gestación de un imaginario popular.

La crítica que alimenta este imaginario popular se expresa a veces públicamente en acciones de protesta. Así, en una manifestación contra el retraso de la edad de jubilación, en septiembre de 2018, una pareja moscovita dice que participa para que “el poder no crea que la población está de acuerdo”. En este caso también, el hombre, aunque resida en la capital, se transporta con la imaginación a la provincia al declararse convencido de que las reformas están destinadas a hacer pagar a la “gente sencilla”, “sobre todo de provincias”. Jóvenes estudiantes venidos de la provincia para asistir a una manifestación contra la corrupción, organizada en San Petersburgo en 2017 por el activista de oposición Alexei Navalny, dicen que sobre todo les motiva la lucha contra las desigualdades sociales y territoriales, indignados como están por la diferencia manifiesta que constatan entre el estado de su ciudad de procedencia y el de las grandes ciudades del centro.

El nosotros vehiculizado por el imaginario nacional

El ímpetu del imaginario nacional que se está gestando, o la capacidad de la gente de construir en la imaginación una entidad colectiva de pertenencia, ya documentada ampliamente por Benedict Anderson, 15/ participa igualmente en esta crítica social. En la Rusia popular, se traduce en el sentimiento de una comunidad de experiencia compartida entre personas que habitan en los cuatro extremos del país. Una pensionista que vive en un piso renovado del centro de Moscú puede declarar así que empatiza con la babushka de una pequeña aldea perdida en los Urales que vende setas en el mercado para poder sobrevivir y con la que ha conversado largamente durante un viaje en coche por el interior de Rusia. Obreros de Rubtsovsk, en Altai, que luchan contra el cierre de su fábrica, pueden sentirse solidarios (los trabajadores son “nuestros hermanos”) con toda la “gente del trabajo”, sobre todo en respuesta a la falta de reconocimiento material del trabajo y al desprecio por parte de los hijos de los nuevos ricos, sentido como algo colectivamente humillante (“no somos nada para ellos”).

Este nosotros adquiere las dimensiones de la nación imaginada, una nación dividida, contrariamente a la visión de una nación una y unida que difunde la propaganda patriótica. Este nosotros alimenta y al mismo tiempo se alimenta de la configuración de un ellos, que abarca sobre todo a los oligarcas que confiscan las riquezas del país y controlan el Estado, son los explotadores contra los explotados, los aprovechados contra los trabajadores, el centro contra las regiones.

La crítica se convierte entonces en reivindicación o por lo menos en aspiración, en todo caso no se queda en mero sentimiento o simple lamentación. La mayoría de las reivindicaciones se refieren a la redistribución social y económica entre las regiones, los ricos y los pobres, los que tienen el poder y los ciudadanos comunes. Si se dirigen al Estado, exigen sobre todo un Estado liberado de los oligarcas, ya que el Estado, tal como existe actualmente, se percibe como un Estado oligárquico. Finalmente, gran parte de las reivindicaciones se centran en la participación política: “¡Tienen que escucharnos, la gente corriente ha de participar! Porque allí ni siquiera saben cómo vivimos, ellos viven en otro mundo” (joven niñera de una aldea de Altai).

Imaginario popular y crítica social

Para pensar los procesos entrelazados del imaginario popular y la crítica social, los marcos teóricos han de ser flexibles y adaptables. Si nos inspiramos en las concepciones de Cornelius Castoriadis, el imaginario social puede pensarse como la participación en significados vividos como compartidos colectivamente y que figuran un mundo común que, para acoplarse a significados ya existentes (la nación, el pueblo, los rusos, los obreros, etc.), se diferencia de ellos encerrando un potencial de transformación social. Este imaginario social no solo forma parte de las representaciones, sino también de los sentidos, los afectos y los deseos.

La variante popular de este imaginario puede leerse como un elemento que opera líneas de partición del mundo social entre nosotros, los desfavorecidos, los que trabajan para ganar poco, los de provincias, y ellos, los ricos, los aprovechados, los privilegiados. Esta partición gana cuando se piensa en los términos de Jacques Rancière 16/ como “partición de lo sensible”, ya que el mundo compartido es un mundo sensible, basado en la experiencia de la vida cotidiana. La partición se lleva a cabo por los sentidos y por el pensamiento, y la llevan a cabo quienes –según los dominantes– son incapaces de producir un mundo común y de tener un discurso común. Apoyándose en su experiencia sensible, en su mundo cercano, que se han puesto a habitar plenamente tras el caos postsoviético, los proletarios desclasados participan en la creación de un mundo común que no se deja encerrar en categorías prefijadas porque está en proceso de creación y abre un horizonte de lo pensable, lo decible y lo factible.

En resumen, el impulso crítico que se inscribe en esta apertura del imaginario popular se basa en una experiencia, vivida como común, de dominación e injusticia. Se inserta en la experiencia íntima, física y emocional que cada uno hace personalmente de su cotidianeidad y del entorno próximo que le rodea. La construcción de lo común se lleva a cabo, por tanto, a partir de la intervención en el entorno próximo, mediante la partición de lo sensible, en un ímpetu imaginario hecho de emociones, de imágenes y de juicios. Puede que este imaginario no sea creador en el sentido de que podría no dar a luz a un movimiento popular, pero reúne a lo que podríamos llamar, a falta de algo mejor, las clases populares (o el pueblo llano) en una experiencia común imaginada.

El marco es nacional porque se contemplan las divisiones sociales internas a la nación y asociadas a una determinada configuración del Estado. Sin embargo, el contenido es social y da pie a una crítica social normal que descansa sobre experiencia vividas, sobre lo que Luc Boltanski denomina las “pruebas existenciales” que “extraen del mundo o, si se prefiere, del flujo de la vida, elementos susceptibles de poner en cuestión (el orden establecido)”. 17/ En estas críticas y estos reordenamientos sociales se inventa una política distinta, una política de pies en la tierra, 18/ una política que mana de convicciones arraigadas, que mana de los libros, que se mancha con la vida cotidiana, con lo prosaico y la rudeza.

Imaginario popular, crítica social, reivindicaciones de un Estado liberado de la oligarquía, de una política que tenga de nuevo los pies en la tierra: estos rasgos hacen entrar en resonancia el mundo de los proletarios desclasados de Rusia y el de los chalecos amarillos de Francia, que también redescubren la fraternidad al reconciliarse con su experiencia del día a día, compartiéndola y haciendo de ella la base de su crítica social. Los análisis fundamentados en una labor etnográfica sobre el terreno ponen de relieve, en el caso de los chalecos amarillos, el refuerzo de un nosotros popular solidario y cívico 19/ y mencionan el surgimiento de una política experiencial. 20/Sin duda la experiencia de la subordinación y de la invisibilización es similar en muchas partes del mundo.

Lo que he tratado de demostrar, al centrar este artículo en los proletarios desclasados de Rusia, es que incluso en un país que ha sufrido cambios traumáticos que han sumido a la mayoría de la clase trabajadora en un proceso de depauperación, desclasamiento y desubjetivización, los invisibles vuelven a levantar cabeza. Lo hacen, como en Francia, a partir de una reconstrucción de los espacios de convivencia y de fraternidad, de una reconciliación con su experiencia de vida cotidiana, así como a partir de un imaginario popular que los une en un mismo sentimiento de ser objeto de explotación y desprecio.

Una gran diferencia es la fuerte propensión a la protesta pública de los chalecos amarillos. Lo que contrarresta la capacidad de movilización de los proletarios rusos es la sensación profundamente arraigada de impotencia para cambiar el orden de cosas. Esta sensación radica en la certeza de vivir en un régimen oligárquico. En cambio, los sectores populares de los chalecos amarillos, socializados en la idea de vivir en una gran democracia, patria de los derechos humanos, descubren sorprendidos el carácter oligárquico del Estado (algunos incluso han explicado que han tenido que buscar el significado de la palabra oligarquía en un diccionario). Esta habituación a la oligarquía es una razón, para las clases populares rusas, de bajar los brazos; la sorpresa compartida es un motivo, para los chalecos amarillos, de rebelarse.

Fuente de la Información: https://vientosur.info/spip.php?article14816

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Family Struggles Drive Oakland Scholar’s Passion For Education, Community Activism

By: sanfrancisco.cbslocal.com/22-05-2019

Alejandra Herrera isn’t afraid to stand up for herself and others. At a recent rally celebrating Oakland’s 510 day, the 18-year-old college-bound senior took the lead as youth coordinator for Urban Peace Movement, a non-profit that serves communities of color.

“It’s time for us to take back our power right,” said Herrera to the crowd at the rally. Later, telling KPIX 5 about her role as a social justice advocate for youth, Herrera said, “I feel like it is really important to me because I just grew up thinking that my voice never mattered.”

And in Herrera’s home is wasn’t easy to find her own voice as her parents struggled to make their relationship work. Her dad would eventually move out of the family home, leaving Herrera’s mother as the sole provider. Herrera was devastated.

“This is my father,” recalled Herrera. “He is such a nice person, but as I started growing up – especially apart from him – I feel like a little bit by little bit I learned to understand that, you know, family isn’t just two parents in a household.”

But it was Herrera’s older brother that suffered the most. Amid the family turmoil, he got caught up in the street violence in his community.

“He felt like he needed to get out of there and feel safe,” said Herrera. “But his type of safe was to carry a gun with him.”

He would soon be arrested, then deported, an experience that changed the course of Herrera’s life. She decided to make her own higher education her priority, and to help empower and educate others about the impact of street violence on communities and families.

“I never wanted to just go out and protect myself like that. I felt like my protection was education,” explained Herrera. “You know educate myself so I could educate my mom, my siblings so they could feel protected that way.”

Herrera has made helping other young people her passion. Teacher and advisor Brandy Varnado says Herrera is a leader at Arise High School in Oakland, where she has developed a future non-profit business plan that would provide free English-language classes to immigrants.

“It’s important for her voice to be heard so that the voices for other people in her community can be heard,” said Varnado.

Herrera says she plans on continuing her justice advocacy work while at college and she has advice for anyone who may be struggling with family or community violence issues.

“Do something that is going to be healthy for you,” said Herrera. “And not hurt you in any way. Find a way to express yourself. Even if that is as little as writing, reading, drawing, I feel like personally that really helped me cope with a lot of stuff. “

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