Falso o verdadero: La alfabetización mediática

Por: Mariana Sofía Jiménez Nájera

La alfabetización mediática es una herramienta esencial para navegar de manera segura por el Internet y evitar la desinformación.

La manera en la que consumimos noticias ha cambiado drásticamente con el paso de los años, los periódicos se han convertido en aplicaciones en nuestros celulares e incluso algunos conductores de noticieros han optado por crear sus propios canales de YouTube. Sin embargo, estos no son los únicos medios para mantenerse informados: para muchas personas, las redes sociales también son una valiosa fuente de información para mantenerse al tanto de los acontecimientos del momento. Internet permite a las personas enterarse de lo que está pasando en cualquier parte del mundo en tiempo real, y la propagación de la información es más rápida que nunca. No obstante, esto es un arma de doble filo, ya que mientras que tener toda esta información al alcance de tu bolsillo es maravilloso, puede ser contraproducente por la gran cantidad de comunicados falsos que cualquier persona puede publicar; convirtiendo a la alfabetización mediática en una herramienta primordial para navegar el Internet de manera segura.

Las noticias falsas o fake news

El concepto de fake news fue muy sonado debido a su constante uso por Donald Trump durante la campaña de las elecciones presidenciales de Estados Unidos, por lo que se hizo viral. No obstante, este concepto existe mucho tiempo antes de que este fuera tan popularizado. El diccionario de inglés Oxford lo define como “noticias que transmiten o incorporan información falsa, fabricada, deliberadamente engañosa o caracterizadas como tal o acusadas de serlo”. Hoy en día, el Internet ha sido susceptible a este tipo de noticias debido a la voz que este medio le da a cualquier persona para comentar y crear contenido.

Desafortunadamente, mientras que existen fake news que pueden parecer inofensivas e insignificantes para algunos tales como la ruptura entre dos celebridades o el avistamiento de aliens en zonas rurales, reportes indican que también existe información falsa esparcida a través de redes sociales de carácter sensible, tales como la desaparición de personas o mascotas que en realidad no están desaparecidas, asesinos en serie sueltos o la propagación de enfermedades letales que no existen. Esto es sumamente grave para personas que genuinamente buscan a sus seres queridos, dado que, debido a la saturación de comunicados, lo legítimo se pierde entre tantas publicaciones similares, las personas se desensibilizan e incluso los anuncios reales llegan a ser ignorados. De igual manera, mucha de esta desinformación sirve meramente para asustar e incitar el miedo y el pánico en los usuarios.

Un ejemplo muy claro fue durante la pandemia global de COVID-19. Al ser un evento de importancia mundial, el celular se volvió clave para estar enterado de la información al momento con respecto a los nuevos descubrimientos de este virus. Miles de noticias engañosas circularon a través de todas las redes sociales, desde recomendaciones sobre cómo cuidarse a través de la ingestión de desinfectante hasta que los termómetros infrarrojos causaban cáncer, e incluso desmintiendo la existencia del virus. Este tipo de información fue compartida sin parar; lo cual tuvo consecuencias graves y letales para algunas personas.

Igualmente, mientras que las inteligencias artificiales han llegado para quedarse y son benéficas para áreas como la educación, manufactura, medicina, etc., muchas personas han comenzado a utilizarlas para crear imágenes y videos falsos que se ven tan reales que es difícil comprobar su veracidad a simple vista. Hace unos meses se hizo viral una fotografía del Papa Francisco utilizando una chamarra de marca, la cual recibió miles de likes y comentarios, e incluso personas que pensaban que era real. Aunque esto puede parecer tan solo una broma inocente, representa un peligro para las personas, ya que también pudieran utilizarse para reafirmar la confiabilidad de los fake news en temas más delicados como salud pública o seguridad.

Por lo que la información que encontramos en Internet no solo se reduce a textos o fotos ya editadas con Photoshop, sino también pueden ser imágenes y videos generados desde cero; lo cual, desafortunadamente, las complementa y beneficia para que las personas crean que este tipo de noticias sean verídicas.

Entonces, ¿por qué hay personas que difunden noticias falsas? La respuesta recae sobre los creadores de dichas publicaciones. Al contener temas sumamente alarmistas, este contenido suelen tener un alcance mucho más amplio y rápido, generando un gran número de seguidores, likes, comentarios, etc.; los cuales además de crear atención hacia ellos mismos, en ocasiones también pueden ganar dinero debido a los clics de las personas que ingresen a los enlaces proporcionados, los cuales pueden estar llenos de anuncios. Asimismo, estos también crean confusión, incentivan conflictos sociales, e incluso llegan a influenciar en la forma de pensar de las personas con respecto a temas sociales, políticos, ecológicos, entre otros.

Si bien cualquier persona puede ser víctima de este tipo de engaños, los adultos mayores pueden ser un grupo vulnerable puesto que gran parte carece de las habilidades digitales que tienen las generaciones más nuevas, por lo que les es difícil distinguir lo verdadero y lo real. Sin dejar de lado que cualquier persona puede caer en engaños al no verificar sus fuentes, confiar en sitios de dudosa procedencia, etc. A pesar de ello, no todo está perdido y todos podemos desarrollar habilidades de alfabetización mediática para combatir la desinformación.

La alfabetización mediática

La UNESCO define a la alfabetización mediática como “el conjunto de competencias interrelacionadas que ayudan a las personas a maximizar ventajas y minimizar daños en las áreas informáticas, digitales e información. […] cubre competencias que permitan a las personas interactuar de manera crítica y efectiva con información, otras formas de contenido, las instituciones que la facilitan y el uso reflexivo de las tecnologías digitales”.

Siendo el mundo actual tan errático y complicado, la alfabetización mediática es una habilidad necesaria para todas las personas, la cual permite que usen su pensamiento crítico para evaluar la información y que puedan compartirla responsablemente, manteniendo una postura neutra para evitar ser manipuladas.

Es por esto que la impartición de clases sobre alfabetización mediática es tan relevante, y aunque por el momento no es una materia o tema que se da en muchas escuelas, maestros se han encargado de darle la debida atención a este tema, puesto que es una valiosa herramienta para el día a día en el mundo digital.

NAMLE (por sus siglas en inglés National Association for Media Literacy Education) es una organización que desde 1997 se ha dedicado a impulsar la alfabetización mediática en Estados Unidos, la cual propone cinco componentes básicos para interactuar con las noticias:

  • Acceder: Se refiere a la frecuencia, tiempo, manera y lugar en el que las personas acceden a Internet.  Es decir, la forma en que las personas navegan por la red para encontrar información, las restricciones que puedan tener en sus países en cuanto a qué información puedan recibir, así como el conocimiento que tengan con respecto a la alfabetización mediática, entre otros.
  • Analizar: El proceso de preguntar al momento de consumir noticias para cuestionar su veracidad. Algunas de ellas pueden ser:
    • ¿Cuándo y dónde se subió esta información?
    • ¿Quién es el autor y cuál es su credibilidad en los medios?
    • ¿Cuál es el objetivo del autor?
    • ¿Cuáles son las fuentes en las que está basada la información?
    • ¿Hay evidencia de esta información en otros sitios confiables?
    • ¿Qué técnicas utiliza esta nota para atraer atención?
    • ¿Cuál es el lenguaje del contenido?
  • Evaluar: Aquí nuestros juicios y maneras de pensar se involucran con los datos encontrados, esto después de llevar a cabo los dos pasos anteriores. Esto implica las vivencias, valores e interpretaciones del mundo de cada persona. Después de reflexionar sobre estos datos, se interpretan los mensajes a través de preguntas como las siguientes:
    • ¿Qué tan creíble es este mensaje?
    • ¿Es una opinión o un hecho?
    • ¿Cómo impacta mis emociones?
    • ¿Es propaganda o busca cambiar mi manera de pensar?
    • ¿Se puede confiar en esta fuente?

Al momento de evaluar también se busca identificar el subtexto o mensajes más sutiles que puede tener la información encontrada. Además de comprender las conexiones que los medios tienen con las diferentes ideologías que existen.

  • Crear: La forma de expresión para comunicarse a través de los medios y las herramientas digitales a nuestro alcance para crear nuevas narrativas a través de videos, textos, podcasts, compartir publicaciones, comunicarse con otros, etc. No solamente aplica para la creación de contenido, sino nuestra interacción con los medios a nuestro alcance y qué hacemos con la información:
    • ¿Mi mensaje es un hecho o una opinión?
    • ¿Quién se beneficiará o dañará con este mensaje?
    • ¿Cuáles son mis fuentes de información?
    • ¿Cómo quiero que las personas reaccionen y/o actúen con mi mensaje?
    • ¿De qué otras maneras se podría interpretar mi mensaje? 
  • Actuar: Aquí el proceso culmina, y donde se tiene una interacción previamente reflexionada responsable con la información recibida. De esta manera, también es importante incentivar la alfabetización mediática en los demás y disminuir la desinformación.

Del mismo modo, NAMLE proporciona una hoja de ejercicios para utilizar en clase, la cual puede ser de gran conveniencia para examinar noticias con los alumnos a mayor profundidad y poner a prueba sus habilidades de alfabetización mediática.

Otros tips para confirmar la veracidad de noticias

  • Comprobar la veracidad del sitio: es mejor obtener datos de instituciones confiables en vez de blogs o páginas en redes sociales. Las fuentes confiables tienen por lo general terminación en sus enlaces: .gov (gobierno), .org (organización sin fines de lucro), .edu (educación), entre otros.
  • Si la noticia no aparece en más de un sitio o dos, lo más probable es que no sea auténtica. Revisa fuentes confiables para comprobar si es real o no.
  • Checar la manera en que está escrita la nota: si cuenta con muchas letras mayúsculas o si el sitio a donde te lleva la noticia tiene muchos anuncios o pop ups, hay probabilidad de que sea falsa. Al igual que utilizar títulos e imágenes que propicien el clickbait de manera exagerada.
  • Revisar si las fotografías utilizadas parecen cuestionables, debemos recordar que hoy en día las imágenes generadas por IA son cada vez más comunes. Si las ves detenidamente, muchas veces puedes notar inconsistencias en la edición o puedes verificar usando Google; donde puedes arrastrar la foto en cuestión en el buscador e identificar en qué otros contextos se ha utilizado.

La alfabetización mediática es necesaria para lidiar con nuestro a día a día, y es esencial que sea aprendida desde temprana edad debido a la facilidad de la propagación de fake news que existen; en especial ahora que el Internet es vital durante todas las etapas por las que pasamos las personas, por lo que evitarlo es imposible.

Sin duda alguna vivimos en una época que nos reta intelectualmente, la saturación de noticias puede afectar nuestra salud mental a través de datos falsos, el pesimismo, e incluso estafas. Es nuestra responsabilidad con nuestra comunidad cuestionar lo que consumimos en Internet y verificar las fuentes de la que nos informamos para evitar caer en la desinformación; además de crear contenido de calidad que beneficie más de lo que dañe a los demás.

Fuente de la información e imagen:  https://observatorio.tec.mx

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Tres joyas del libro póstumo de Umberto Eco

Por. Umberto Eco

Poco antes de morir el célebre escritor seleccionó los mejores artículos de prensa que publicó.

La sociedad líquida

Como es bien sabido, la idea de modernidad o sociedad “líquida” se debe a Zygmunt Bauman. Al que desee entender las distintas implicaciones de este concepto le será útil leer ‘Estado de crisis’, obra en la que Bauman y Carlo Bordoni debaten sobre este y otros problemas.

La sociedad líquida empieza a perfilarse con la corriente llamada posmodernismo (término ‘comodín’, que puede aplicarse a multitud de fenómenos distintos, desde la arquitectura hasta la filosofía y la literatura, y no siempre con acierto). El posmodernismo marcó la crisis de las “grandes narraciones” que creían poder aplicar al mundo un modelo de orden; tenía como objetivo una reinterpretación lúdica o irónica del pasado, y en cierto modo se entrecruzó con las pulsiones nihilistas. No obstante, para Bordoni también el posmodernismo está en fase decreciente. Tenía un carácter temporal, hemos pasado a través de él sin darnos cuenta siquiera, y algún día será estudiado como el prerromanticismo. Se utilizaba para señalar un fenómeno en estado de desarrollo y ha representado una especie de trayecto de la modernidad a un presente todavía sin nombre.

Para Bauman, entre las características de este presente en estado naciente se puede incluir la crisis del Estado (¿qué libertad de decisión conservan los Estados nacionales frente al poder de las entidades supranacionales?). Desaparece una entidad que garantizaba a los individuos la posibilidad de resolver de una forma homogénea los distintos problemas de nuestro tiempo, y con su crisis se ha perfilado la crisis de las ideologías, y por tanto de los partidos, y en general de toda apelación a una comunidad de valores que permitía al individuo sentirse parte de algo que interpretaba sus necesidades.

Con la crisis del concepto de comunidad surge un individualismo desenfrenado en el que nadie es ya compañero de camino de nadie, sino antagonista del que hay que guardarse. Este “subjetivismo” ha minado las bases de la modernidad, la ha vuelto frágil, y eso da lugar a una situación en la que, al no haber puntos de referencia, todo se disuelve en una especie de liquidez. Se pierde la certeza del derecho (la magistratura se percibe como enemiga), y las únicas soluciones para el individuo sin puntos de referencia son aparecer sea como sea, aparecer como valor, y el consumismo. Pero se trata de un consumismo que no tiende a la posesión de objetos de deseo con los que contentarse, sino que inmediatamente los vuelve obsoletos, y el individuo pasa de un consumo a otro en una especie de bulimia sin objetivo (el nuevo teléfono móvil nos ofrece poquísimas prestaciones nuevas respecto al viejo, pero el viejo tiene que ir al desguace para participar en esta orgía del deseo).

Crisis de las ideologías y de los partidos: alguien ha dicho que estos últimos son ahora taxis a los que se suben un cabecilla o un capo mafioso que controlan votos, seleccionados con descaro según las oportunidades que ofrecen, y esto hace que la actitud hacia los tránsfugas sea incluso de comprensión y no ya de escándalo. No solo los individuos, sino la sociedad misma, viven en un proceso continuo de precarización.

¿Hay algo que pueda sustituir esta licuación? Todavía no lo sabemos, y este interregno durará bastante tiempo. Bauman observa que (desaparecida la fe en una salvación que provenga de las alturas, del Estado o de la revolución) es típico del interregno el movimiento de indignación. Estos movimientos saben lo que no quieren, pero no saben lo que quieren. Y quisiera recordar que uno de los problemas que se les plantean a los responsables del orden público a propósito de los “bloques negros” (táctica de manifestación donde los participantes llevan ropa negra para evitar ser identificados y parecer una sola masa*) es que no es posible etiquetarlos, como se hizo con los anarquistas, con los fascistas o con las Brigadas Rojas. Actúan, pero nadie sabe cuándo ni en qué dirección, ni siquiera ellos.

¿Hay algún modo de sobrevivir a la liquidez? Lo hay, y consiste justamente en ser conscientes de que vivimos en una sociedad líquida que, para ser entendida y tal vez superada, exige nuevos instrumentos. El problema es que la política y en gran parte la ‘intelligentsia’ todavía no han comprendido el alcance del fenómeno. Bauman continúa siendo por ahora una ‘vox clamantis in deserto’ (el sociólogo polaco falleció el 9 de enero*). 2015

Izquierda y poder

Yo no estaba presente cuando sucedió el hecho, pero me lo contó una persona fidedigna. Pues bien, en 1996 Romano Prodi acababa de ganar las elecciones y por primera vez subía la izquierda al poder (en Italia*). Gran fiesta, creo, en la romana Piazza del Popolo, muchedumbre delirante. Mientras Massimo D’Alema (entonces secretario general de los Demócratas de Izquierda*) se dirigía hacia la tribuna, una mujer lo tomó por el brazo gritando: “¡Compañero Massimo, ahora sí que haremos una oposición fuerte!”.

Fin de mi historia, pero no de la maldición de la cual era síntoma. La militante había entendido que su partido había ganado, pero no que estaba obligado a ir al Gobierno, y no podía concebir un partido que estuviera obligado a decir que sí a un montón de cosas, porque siempre lo había pensado como una fuerza heroica y testaruda que a todo le decía que no.

Ahora bien, en ella se resumía una trágica historia de la izquierda europea: durante más de 150 años había vivido como fuerza de oposición; revolucionaria, sí, pero sumida en una larga espera, llena de sufrimiento, de que estallara la revolución (y en Rusia y en China, donde estalló, obligada a gobernar y a no oponerse, poco a poco esa izquierda se fue convirtiendo en una fuerza conservadora).

Por eso la izquierda siempre se ha sentido capaz de decir que no y ha mirado con recelo a esas alas que se aventuraban a decir que sí con la boca chica, expulsándolas como socialdemocráticas; y cuando decían que sí, sus militantes abandonaban el partido para fundar otro más radical. Por esa razón la izquierda siempre ha sido escisionista, condenada a una cariocinesis perpetua, y por supuesto, con tal proceder nunca ha sido lo bastante fuerte para ir a gobernar. Y quisiera añadir, malignamente, por suerte, porque entonces se habría visto obligada a decir que sí, con todos los compromisos que conlleva tomar decisiones de gobierno, y diciendo que sí habría perdido esa pureza moral que la veía siempre derrotada y altivamente capaz de rechazar las seducciones del poder. Se conformaba con pensar que ese poder que rechazaba conseguiría destruirlo algún día. La historia de esa mujer de la Piazza del Popolo explica infinitas cosas que siguen pasando hoy en día. [2015]

La pérdida de la privacidad

Uno de los problemas de nuestro tiempo, que (a juzgar por la prensa) obsesiona en cierto modo a todos, es el de la llamada ‘privacy’, que, por decirlo de forma muy esnob, se puede traducir como ‘privacidad’. Dicho llanamente, significa que todo el mundo tiene derecho a ocuparse de sus asuntos sin que los demás, en especial las agencias vinculadas a los centros de poder, se enteren. Y existen instituciones creadas para garantizar la privacidad (pero, por favor, llamándola ‘privacy’, de lo contrario nadie la toma en serio). Por eso nos preocupa que, a través de nuestras tarjetas de crédito alguien pueda saber qué hemos comprado, en qué hotel nos hospedamos y dónde hemos cenado. Por no hablar de las escuchas telefónicas cuando no son indispensables para identificar a un delincuente; recientemente, incluso Vodafone (empresa británica de telecomunicaciones*) ha lanzado una advertencia sobre la posibilidad de que agentes más o menos secretos de cualquier nación puedan saber a quién llamamos y qué decimos.

Parece, pues, que la privacidad es un bien que queremos defender a toda costa, para no vivir en un mundo de Gran Hermano (el verdadero, el de Orwell), donde un ojo universal puede controlar todo lo que hacemos o, incluso, pensamos.

Pero la pregunta es: ¿realmente le importa mucho a la gente la privacidad? Antes, la amenaza a la privacidad era el chismorreo, y lo que se temía del chismorreo era el atentado contra nuestra reputación, sacar a la calle los trapos sucios que debían ser legítimamente lavados en casa. Pero, tal vez a causa de la llamada sociedad líquida, en la que todo el mundo sufre una crisis de identidad y de valores, y no sabe dónde ir a buscar puntos de referencia que le permitan definirse, el único modo de conseguir reconocimiento social es “hacerse ver” a toda costa.

Y así, la señora que comercia con su cuerpo (y que antes procuraba ocultar su actividad a los padres o a los vecinos), hoy se hace llamar ‘escort’ y asume alegremente su papel público presentándose incluso en televisión; los cónyuges, que antes ocultaban con celo sus desavenencias, acuden a los programas basura para representar entre los aplausos del público el papel del adúltero o el del engañado; nuestro vecino del transporte público cuenta por teléfono en voz alta lo que piensa de su cuñada o lo que ha de hacer su asesor fiscal; los investigados de toda clase, en vez de retirarse al campo hasta que la tormenta del escándalo se haya calmado, multiplican sus apariciones con una sonrisa en los labios, porque mejor es ladrón conocido que honrado por conocer.

Hace poco apareció en ‘La Repubblica’ un artículo de Zygmunt Bauman en el que se destacaba que las redes sociales (en especial Facebook), que representan un instrumento de vigilancia del pensamiento y de las emociones ajenas, son utilizadas por distintos poderes con una función de control, gracias a la colaboración entusiasta de quien forma parte de ellas. Bauman habla de una “sociedad confesional que promueve la exposición pública de uno mismo al rango de prueba eminente y más accesible, además de verosímilmente más eficaz, de existencia social”. En otras palabras, por primera vez en la historia de la humanidad, los espiados colaboran con los espías para facilitarles el trabajo, y esta entrega les proporciona un motivo de satisfacción porque alguien los ve mientras existen, y no importa si existen como criminales o como imbéciles.

También es cierto que, una vez que alguien puede saberlo todo de todos, cuando los todos se identifiquen con la totalidad de los habitantes del planeta, el exceso de información solo producirá confusión, ruido y silencio. Esto debería preocupar a los espías, porque a los espiados les encanta que al menos los amigos, los vecinos y quizá los enemigos conozcan sus secretos más íntimos, ya que es el único modo de sentirse vivos y parte activa del cuerpo social. [2014]

Fuente: http://m.eltiempo.com/cultura/musica-y-libros/tres-joyas-del-libro-postumo-de-umberto-eco-78050
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