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¿Quién dominará? ¿El ser humano o la máquina?

Franklin González*

“Desde mi perspectiva, el peligro no está en que una entidad extraña hable a través de nuestra tecnología, nos controle y destruya. Para mí el peligro es que usemos la tecnología para volvernos mutuamente ininteligibles y que nos volvamos locos, si quieres, de una forma en la que no nos comportemos con el suficiente entendimiento e interés para sobrevivir, por lo que moriríamos de locura, esencialmente”.(Jaron Lanier, escritor, informático y compositor de música clásica estadounidense).

 

En estas reflexiones queremos insistir sobre lo ya mencionado en otras oportunidades sobre un debate de total actualidad que tiene que ver con el futuro del ser humano, relacionado con el papel que está jugando la tecnología y, en particular, la máquina. Parece ser un tema para la filosofía de los tiempos actuales.

Hemos afirmado y recalcado en varios escritos que la tecnología no es buena o mala en sí misma; ella está sujeta a la ética de los que la utilizan.

Matrix

En la película de ciencia ficción, Matrix, escrita y dirigida por las hermanas Wachowski (Lily y Lana) (1999), se reflexiona sobre la humanidad y las razones que pueden llevarla a la ruina. Se muestra un futuro sin esperanza para los humanos, que agotaron los recursos del planeta y destruyeron el sol y donde terminan esclavizados por las máquinas que ellos mismos crearon.

También se da cuenta de la relación con la tecnología y la separación del cuerpo y la mente, cada vez mayor por el avance de la robótica y la realidad virtual. Se consideraba que la libertad realmente no era más que un algoritmo predecible dentro de un programa informático, bien alejado de convertirse en una realidad, al menos en el corto plazo. Se hablaba del año 2199.

En la película, se hace referencia a la aventura de Neo, un joven hacker, que es convocado por el movimiento de resistencia liderado por Morfeo quien lucha contra la dominación de los seres humanos por las máquinas. Morfeo le ofrece dos pastillas de diferentes colores: la azul, que significará continuar en la ilusión o la roja, con la que descubrirá la verdad.

Ante esta disyuntiva, el protagonista escoge la píldora roja y despierta en una cápsula. Es así como descubre que la raza humana está dominada por la inteligencia artificial y vive atrapada en un programa de ordenador que sirve solo como una fuente de energía. Neo se da cuenta de que la resistencia cree que él es el Elegido: una especie de mesías que liberará a la humanidad de la esclavitud de la Matrix.

Aunque dude de su destino, a lo largo de todo el camino, aprende a superar las reglas de simulación. Consigue salvar a Morfeo, que había sido secuestrado, y derrota al agente Smith tras un duelo en el que demuestra su valía como guerrero y confirma que es el Elegido.

Hoy, en el mundo, están ocurriendo hechos, acontecimientos, que hacen dudar del tiempo establecido. La pandemia provocada por el Covid19 aceleró el proceso de automatización en muchos sectores, como el de servicios, la construcción, la medicina, la alimentación, la defensa o la industria aeroespacial. La robotización avanza aceleradamente. Esto no afecta sólo al trabajo (teletrabajo) sino que también incide determinantemente en las formas de vida. Las máquinas, parece que se han independizado, y son ellas las que se imponen por encima de los seres humanos e invaden su intimidad. No hay espacio humano sin la presencia, por ejemplo, de los gadgets.
De allí que se sostenga que, dentro de pocos años, existirán unos amigos «robots» que estén en las casas, interactuarán con sus habitantes y serán una especie de «paño de lágrimas» para sus problemas, padeceres, dolores, angustias y emociones.

La máquina se impone

En dos deportes, con incidencia mundial, la máquina está imponiéndose. Veamos.
En el futbol, el llamado «deporte rey», la máquina resulta ser la que marca la pauta. Sus decisiones son inapelables y puede decidir quién gana o quién pierde, quedando los árbitros subordinados a su decisión. El llamado VAR, esto es, Asistencia al Árbitro por Video (en inglés, Video Assistant Refeee), constituye un sistema altamente preciso implementado por la Federación Internacional de Fútbol (FIFA), con el fin de eliminar los diferentes errores arbitrales, intencionales o no. Tanto es así que hoy no hay partido de fútbol que se realice sin esta novedosa modalidad.

¿Cómo funciona el VAR? Consiste en una serie de cámaras cuyas imágenes son evaluadas en una habitación con monitores por parte de árbitros FIFA que determinan la decisión a tomar por parte de los árbitros y jueces de línea de un encuentro. En este caso, es una máquina al servicio del deporte rey la que, sobre las jugadas «polémicas» o “dudosas”, dictamina la validez o no de una jugada.

¿En qué caso decide el VAR? En casi todo. Por ejemplo, cuando hay un gol decretado así por el árbitro, se revisan potenciales situaciones de infracción a las leyes del juego como «fuera de lugar», «mano» u otras contravenciones. En el caso de «penalti», se revisa si la decisión de sancionar o no el cobro de “pena máxima» se ha tomado correctamente. Así mismo, se examinan jugadas tanto dentro del área como cerca de ella; se vigila si la expulsión de un jugador ha sido correcta o no;  e incluso, cuando un árbitro muestra una tarjeta a un jugador que no había cometido ninguna infracción, éste está obligado a enmendar el error.

El otro caso tiene que ver con el beisbol, donde los árbitros no son los que hacen cumplir las “reglas del juego” que los mismos seres humanos acordaron y redactaron.
Ya, desde hace algunos años, las Ligas Mayores de Béisbol instauraron la repetición instantánea (revisión por video), y lo hicieron, además, de manera progresiva. Primero, comenzaron en el año 2008 con la repetición únicamente para los cuadrangulares; pero luego, y a partir de 2014, le dieron a los mánagers el derecho de cuestionar o desafiar (challenge), primero en 30 segundos; y a partir de 2020, en 20 segundos ciertas decisiones arbitrales en los que ellos no estaban de acuerdo y con el beneficio de la repetición instantánea. Ante una situación de esta índole, se acude a ver la jugada en un video (una máquina) y allí se toma la decisión final.

Vemos así que, ante una decisión arbitral, se acude a la máquina, a la tecnología, y esta como si tuviera vida propia, decide si la jugada decretada por el árbitro es correcta o no. Las jugadas sujetas a revisión son: jonrón, dobletes por regla, interferencia por un fanático, decisiones arbitrales por jugadas en los límites del terreno de juego (por ejemplo, pelotas capturadas en las gradas por un jugador a la defensiva, determinación de la bola muerta), forzado en base (excepto la jugada de toque al pisar la segunda base en medio de la ejecución de un doble play), robos de base y movimiento del lanzador para sacar out a un corredor en una almohadilla, determinar si una bola pasó en zona buena o mala en las líneas de los jardines, atrapadas a la defensiva difíciles de determinar en los jardines, bateador golpeado por el lanzamiento de un pitcher hacia la goma (home), el tiempo de juego (para captar si un corredor anota antes de un tercer out), tocar una base (requiere apelación), por ejemplo, advertir cuando un corredor pisa o no una base, dos jugadores en una base al mismo tiempo, etc., determinar si un corredor pasó a otro en las bases, para precisar registros (conteo de bolas y strikes a un bateador en su turno ofensivo, número de outs en un inning, anotación de carreras y otras situaciones).

Si el jugador llegó quieto o no a la base respectiva o si el jonrón fue real o no, eso queda en manos de unas repeticiones de la jugada.

Un mánager puede solicitar la revisión de una jugada al expresar verbalmente al jefe del equipo de árbitros que trabaja en el partido su intención de retar o impugnar, en el momento preciso, la decisión de un umpire, especificando exactamente qué parte de la misma quiere retar o impugnar.

Cada manager puede retar hasta dos jugadas durante un mismo partido. Después del comienzo del séptimo inning el jefe del equipo de umpires puede optar por invocar la repetición instantánea, para revisar una decisión arbitral. En esa circunstancia, el jefe de los árbitros no está obligado a invocar la repetición instantánea si es solicitada por un mánager.

Como un agregado a esto, digamos que en este deporte no sólo estamos en presencia del domino de la máquina sobre el ser humano, sino también de la modulación de conductas negativas, que en el beisbol se han convertido en algo absolutamente normal. Ahora, se permite libremente y a la luz de todo el mundo, que los jugadores utilicen las famosas “chuletas”, similares a las utilizadas en nuestros recintos educativos, cuando se realizaban exámenes y se hacía uso de ellas, por parte de los estudiantes. Obviamente, las consecuencias eran realmente negativas y el acto podía significar la reprobación en la respectiva asignatura. Pero resulta que en este deporte hoy es lícito que cualquier jugador que esté a la defensiva (cubriendo), haga uso de ese “medio” para alcanzar un fin, que es lograr el poner out al jugador que se encuentra al bate.

Como se puede observar, en el beisbol, pocas decisiones están quedando a discreción de los árbitros; pero lo más llamativo de todo es que ya se comenta que pronto se tendrá un robot cantando las bolas y los strikes en la llamada goma (home).

Sobre la Inteligencia Artificial

En estos tiempos se está hablando de la Inteligencia Artificial (IA), que será algo así como la combinación de algoritmos planteados con el propósito de crear máquinas que presenten las mismas capacidades que el ser humano. Es una tecnología que parecía no solamente misteriosa y esotérica, sino también lejana. Sin embargo, su presencia se hace cada vez más frecuente en nuestro día a día, a todas horas, y sigue ganando terreno en muchas actividades del quehacer científico-tecnológico actual.

Con la inteligencia artificial se plantea un escenario en el que, con el paso del tiempo, algunos trabajos podrían hacerse obsoletos para que sean ejecutadas por el ser humano.

Ya se dice abiertamente que la IA está reemplazando a trabajadores profesionales. Se menciona que para 2025 se tiene previsto que cerca de 85 millones de puestos de trabajo, en medianas y grandes empresas, serán desplazados y suplantados por inteligencia artificial.

La entidad financiera estadounidense Goldman Sachs sostiene que la inteligencia artificial podría ocasionar una disrupción en el mercado laboral que afectaría a 300 millones de empleos en todo el mundo y que el avance en inteligencia artificial podría conducir a la automatización de una cuarta parte del trabajo realizado en Estados Unidos y Europa, mientras que alrededor de las dos terceras partes de los trabajos actuales están expuestos a un grado de automatización.

Se está hablando, con mucha insistencia, de que 5 tipos de trabajo están en peligro y podrían desaparecer para dar paso a la inteligencia artificial. Por ejemplo, en Educación, se asegura que la inteligencia artificial es capaz de darle materiales eficientes de aprendizaje al alumno sin tener contacto con el docente. Al respecto, ya existen muchas compañías de IA interesadas en invertir en herramientas educativas. Se dice que ChatGPT, desarrollado por la empresa OpenAI en 2022, puede dar clases.

También se sostiene que el Machine Learning, rama de la inteligencia artificial, también ayudaría a revolucionar el sistema educativo tal y como lo conocemos en virtud de que puede recomendar contenidos a los alumnos.

La ventaja para los profesores o profesionales de la educación, advierten los especialistas, es que con el uso de la inteligencia artificial el docente puede dejar tareas administrativas de lado además de centrarse en la calidad del aprendizaje. De igual manera, se señala que las actividades relacionadas con el Periodismo también están en peligro, por cuanto, la inteligencia artificial ha demostrado ser muy eficiente a la hora de recolección de datos, análisis y búsqueda de patrones. Por tal motivo, algunas empresas están prescindiendo de periodistas para sustituirlos por inteligencia artificial. Se afirma que en el año 2020 cerca 50 periodistas fueron despedidos de Microsoft. Sin embargo, no todo está perdido para los periodistas, ya que aún herramientas como ChatGPT tienen que precisar la verificación de su información. Se habla de que la inteligencia artificial también ha puesto en evidencia que en un futuro el Diseño Gráfico como profesión podría desaparecer ya que ChatGPT tiene la capacidad de crear imágenes personalizadas a partir de las necesidades de los usuarios.

Del mismo modo, se prevé que el sector financiero y sus actividades concomitantes se verán desplazadas por la inteligencia artificial al poder detectar y gestionar fraudes, además de que puede brindar servicios de asesoramiento financiero las 24 horas del día y buscar clientes potenciales sin necesidad de intervención humana. En este sentido, se predice que la inteligencia artificial les ahorraría a los bancos cerca de 447 mil millones de dólares (más 8 de ocho billones de pesos) en el 2023.

Al igual que con Diseño Gráfico, quien trabaje en Ingeniería en Software podría verse afectado por la inteligencia artificial por su posibilidad de escribir códigos, desarrollar páginas web y crear experiencias de usuario altamente eficaces.

Dicho lo anterior sobre la IA, todo suena aterrador. Por eso, se dice que la falta de control y la ausencia de protocolos de seguridad aterroriza a muchas de las mentes que la idearon, promovieron y apostaron por su expansión. De allí que un grupo de expertos y ejecutivos de la industria tecnológica estén, mediante una carta, pidiendo, al menos por seis meses, que se detenga el entrenamiento de los poderosos sistemas de IA, argumentando que se trata de una potencial amenaza para la humanidad.
Entre esos expertos se encuentra, nada más y nada menos, que Elon Musk, fundador de SpaceX, Neuralink y OpenAI; el cofundador de Apple, Steve Wozniak, y el director ejecutivo de la firma Stability AI, Emad Mostaque, además de investigadores de la firma DeepMind.

Estos señores aseguran que los laboratorios que trabajan con esta tecnología están en “una carrera fuera de control para desarrollar e implementar mentes digitales cada vez más poderosas que nadie. Ni siquiera sus creadores pueden comprender, predecir o controlar de forma fiable”. Así que solicitan con urgencia que las empresas que desarrollan este tipo de programas “pausen de inmediato, durante al menos 6 meses, el entrenamiento de los sistemas de inteligencia artificial más potentes que GPT-4”.

Pero la cosa es seria

Tan seria es la cosa que se informa que la empresa Facebook ha tenido que desconectar dos robots bautizados como Bob y Alice tras descubrir que habían desarrollado un lenguaje propio incomprensible para los seres humanos. Se trata de un sistema de inteligencia artificial que la compañía había puesto en marcha.

Se dijo que en los primeros días, el sistema de inteligencia artificial de Facebook funcionó a la perfección; sin embargo, la Unidad de Investigación descubrió que los robots Alice y Bob emitían mensajes sin sentido: se trataba de un lenguaje evolucionado e ininteligible para las personas pero sí para los robots.

Dhruv Batra, miembro del equipo de investigación de IA en Facebook, explicó que «los agentes se desviaron de un lenguaje comprensible y crearon unas palabras en código por ellos mismos», ya que, según las conclusiones del estudio, nuestra especie utiliza demasiados términos inservibles para una negociación.

La compañía decidió apagar ambos robots ante la perplejidad por ver que se les estaba escapando de su capacidad.

Conclusión
Con toda propiedad afirmamos: no hubo que esperar hasta 2199, como se dice en la película Matrix, para que la máquina terminara dominando al ser humano hasta ahora en varios campos.

En virtud de lo expuesto, son pertinentes las siguientes preguntas:

¿Quién terminará dominando nuestro complejo mundo: las máquinas o nosotros los seres humanos? ¿Es posible que las máquinas terminen siendo más inteligentes que los seres humanos? Y si eso acontece, ¿qué ocurrirá con nosotros? ¿Podremos vivir sin ellas?

Si con las tecnologías actuales se están planteando enormes riesgos y se habla de algo aterrador, ¿qué pasará con la tecnología del futuro?

¿Deberíamos dejar que las máquinas inunden nuestros canales de información con propaganda y falsedad?

¿Deberíamos desarrollar mentes no humanas que eventualmente podrían superarnos en número, ser más inteligentes, obsoletas y reemplazarnos?

¿Qué pasará con el amor, los sentimientos, los pareceres, los dolores, los sabores y sinsabores, aspectos propios de los seres humanos? ¿Se trasladarán a las máquinas?
Hay quienes sostienen que el que trabaja como una máquina, piensa como una máquina, siente como una máquina; entonces ¿se le puede exigir gobernar como un humano?

Amanecerá y veremos.

*Sociólogo, Doctor en Ciencias Sociales, Con dos postdoctorados. Ex director de la Escuela de Estudios Internacionales de la UCV. Profesor de Postgrado en la UCV, en el Instituto de Altos Estudios Diplomáticos “Pedro Gual” del Ministerio del Poder Popular para Relaciones Exteriores, en la Universidad Militar Bolivariana de Venezuela y en el Instituto de Investigación y Postgrado de la Escuela Nacional de la Magistratura. Fue embajador en Polonia, Uruguay y Grecia, Analista nacional e internacional.

 

 

 

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Libro: La física del tiempo, ante las grandes cuestiones

Reseña: Richard A. Muller ofrece bases científicas para obtener respuestas

En su libro Ahora. La física del tiempo, Richard A. Muller plantea la existencia del libre albedrío, los límites del fisicalismo, la existencia de un alma que trasciende la realidad física y se enfrenta a las últimas preguntas: Dios o el sentido. No da respuestas, pero ofrece bases sólidas para obtenerlas. Por Juan A. Martínez de la Fe.

 “Ahora”, este momento preciso, es la unidad de creación temporal más compleja y fascinante a la que la mente humana puede enfrentarse. Richard Muller ha decidido analizar todo el potencial de ese instante aparentemente inasequible y que sin embargo conforma nuestro tiempo presente. Sus trabajos acerca del papel de la energía oscura en la aceleración del universo le han permitido aportar una visión distinta del tiempo y de cómo se constituye. Cómo el discurrir del tiempo aumenta el desorden en el universo. Cómo el futuro afecta al pasado. Son algunos de los aspectos que Muller desgrana con una claridad expositiva extraordinaria, muy poco habitual en el intento de la física, la filosofía e incluso de la religión por asir conceptualmente ese momento resbaladizo y crucial: el ahora.

La editorial Pasado & Presente ha publicado, hace ya algún tiempo, una excelente obra. Se trata del libro de Richard A. Muller Ahora. La física del tiempo que, aunque aparecida en Barcelona en 2016, mantiene total vigencia. Es el autor un profesor de física en la universidad de Berkeley, por lo que su estudio tiene una base eminentemente apoyada en esa ciencia, pero que da un paso más planteándonos cuestiones que la trascienden acercándonos a una meta-física o una filosofía, entendidas estas en los parámetros que define el autor; unas definiciones que no se ajustan exactamente con las que usamos habitualmente aplicadas a estas disciplinas.

¿Qué es el ahora? Se trata de una cuestión abordada por filósofos y por físicos; entenderla requiere conocer la relatividad, la entropía, la física cuántica, la antimateria, el viaje hacia atrás en el tiempo, el entrelazamiento, el Big Bang y la energía oscura. Gran variedad de conocimientos que, quizás, ajenos a algunos posibles lectores, les aparten de la lectura de la obra. Pero este supuesto inconveniente queda en gran medida resuelto gracias a la destreza del autor para explicar didácticamente cuestiones complejas. Huye a lo largo de sus páginas, en la medida de lo posible, de la aplicación de enrevesadas fórmulas matemáticas o físicas, que relega a uno de los varios apéndices que contiene, de manera que quien las maneje con facilidad pueda recorrerlas y comprobarlas, mientras que los no especialistas sean capaces de discurrir sin grandes dificultades por los capítulos que comprende.

Muller nos ofrece desde la primera página cuál es el objetivo que se propuso cuando decidió escribir su ensayo: “Mi propósito es recopilar en este libro la física esencial, juntando piezas como en un rompecabezas, hasta obtener una imagen clara del ahora. Para que el proceso sirva a su propósito tendremos también que localizar y desplazar piezas del rompecabezas que han sido erróneamente colocadas”. Y se trata, además, del único libro específico sobre el tiempo, escrito por un físico muy implicado en trabajos experimentales, proponiendo ciertas reflexiones sobre los retos y frustraciones que tal ocupación implica.

Cinco etapas

El autor nos propone cinco etapas para acceder a la intelección del ahora. Una primera etapa se denomina Tiempo asombroso, del que nos dice: “El mensaje más importante de la parte I es que entendemos bastantes cosas sobre el tiempo y que el comportamiento de este no es sencillo, pero está bien establecido”.

Flecha rota es la denominación que aplica para la segunda parte o etapa. Alude a la flecha del tiempo que Eddington relacionó con la entropía. El control de los itinerarios de la entropía es esencial para comprender el ahora.

La tercera parte es Física horripilante, donde aporta otro elemento esencial para la concepción de ese ahora: la misteriosa ciencia de la física cuántica, en la que el pasado ya no determina el futuro, al menos no del todo. En esta física surge el entrelazamiento cuántico, que “sugiere que la capacidad limitada para predecir el futuro seguirá siendo para siempre un punto débil de la física”.

Una exploración sobre los límites de la física se aborda en la parte cuarta de la obra, Física y realidad. En ella se presta especial atención al fisicalismo, esa negación de las verdades no físicas, no matemáticas que, paradójicamente, se basa en la fe y presenta las mismas trampas que la religión.

Ahora, como no podía ser de otra manera, es el título de la quinta y última parte de este más que interesante estudio. Ahora es el filo expansivo de vanguardia del tiempo. “Experimentamos el nuevo momento de forma distinta del precedente porque es el único en que podemos ejercer la opción, o libre albedrío, para afectar y alterar el futuro”. Sabemos que el libre albedrío es compatible con la física. “Podemos influir sobre el futuro utilizando no solo conocimiento científico, sino igualmente conocimiento no físico (empatía, virtud, ética, amabilidad, justicia) para encauzar el flujo de entropía y provocar un reforzamiento de la civilización o su destrucción”. Y la solución a esta problemática la encuentra Muller en el enfoque de un Big Bang en 4D.

Lo que sabemos y no sabemos del tiempo

Más en detalle. En la primera parte, nos encontramos con que el concepto del tiempo trajo de cabeza a los grandes filósofos, pero la física ha abierto esperanzas a su comprensión. Y de eso va este libro: sobre lo que sabemos del tiempo y lo que no.

Muller nos ofrece un conciso y acertado recorrido sobre la frustración de pensadores para comprender el ahora. Aristóteles, San Agustín, Einstein, Arthur Eddington y hasta Stephen Hawking. “Luchar a brazo partido con el concepto del ahora nos llevará a un viaje a través de la abstracta y asombrosa física, de la física del tiempo, del significado de la realidad y de un análisis actualizado sobre el libre albedrío”. Y aquí el autor aborda la siempre actual cuestión de si es posible desplazarse hacia atrás en el tiempo.

Un amplio capítulo se dedica a estudiar los planteamientos de Einstein y su teoría de la relatividad, de la deceleración del tiempo, con lo que implica de posibilidad de viajar hacia atrás. Porque si se cambian los sistemas de referencia, se producen saltos discretos en el tiempo de los sucesos distantes.

Por las páginas del libro discurre el espacio comprimido, junto al experimento de Michelson-Morley y el descubrimiento de la masa, como fuente desconocida de energía, cuya característica principal es la de su conservación. Velocidad de la luz y agujeros negros ayudan a arrojar claridad en las cuestiones que Muller plantea.

No podían faltar las paradojas; la relatividad parece inconsistente desde un punto de vista lógico, hasta que se la analiza de cerca y atentamente. Tres paradojas son las analizadas aquí: la del poste en el granero, la de los gemelos, uno de los cuales emprende un viaje al espacio, y el asesinato del taquión.

Como dice Muller, “no hay paradojas en el mundo regido por las ecuaciones de la física causal. El escenario presenta un problema solo si se piensa que las personas poseen libre albedrío”. Cree él en su libre albedrío, aunque reconoce la posibilidad de que sea una ilusión y que él solo sea un conjunto de complicadas moléculas que reaccionan a impulsos y empujes locales. Es curioso que este libre albedrío sea falsable científicamente, al menos en la manera en que él lo plantea, algo que no ocurre con otras teorías, como la del diseño inteligente.

¿Es posible superar la velocidad de luz? Para Muller, la distancia entre objetos cambia más rápido que la velocidad de la luz;  las distancias, medidas en sistemas de referencia acelerados, cambian con una alta velocidad arbitraria. Esto tiene repercusiones cosmológicas, en particular, según la formulación estándar de la teoría del Big Bang, por el hecho de que las galaxias no se mueven pero la distancia entre ellas va en aumento. El autor postulará que la expansión del espacio va acompañada de una expansión del tiempo y que dicha expansión explica el fluir del tiempo y el significado del ahora.

En el fondo, aquí se trata de la gravedad como aceleración, indistinguible una de la otra. Y lo que aportó Einstein fue la unificación de espacio y tiempo. Y Muller aborda el tiempo imaginario, el tema de los números irracionales e imaginarios, así como el espacio-tiempo en 4D. No da de lado a la extendida teoría de cuerdas, de la que dice que no es la solución de lo que se busca; con ella se han hecho muchas predicciones, ninguna correcta; pero la observación refleja el hecho de que esta teoría requiere la existencia del campo gravitatorio relativamente débil, comparado con otras fuerzas.

¿Y qué decir de los agujeros negros? Afirma que el tiempo próximo a ellos es mucho más extraño de lo que la gente se imagina. Por ejemplo, no atraen ni absorben, sino que se puede orbitar a su alrededor igual que lo haría en torno a cualquier otra masa. Es más, afirma: “no ha habido tiempo suficiente (desde nuestro sistema referencial propio) para que la materia caiga en la distancia infinita que caracteriza un auténtico agujero negro”. Aborda Muller, también, el asunto de los agujeros de gusano, negando que el hecho de atravesar uno de ellos permita viajar hacia atrás en el tiempo. Con lo que pasa a la segunda parte de su obra, Flecha rota, a fin de tratar por qué el tiempo fluye hacia adelante en lugar de hacia atrás.

PublicDomainPictures.

La flecha del tiempo
Este tema, el de la flecha del tiempo, la llama el autor flecha de confusión. Analiza con detenimiento la propuesta de Eddignton, que postulaba que un incremento de la entropía explica por qué el tiempo corre hacia adelante. Nos dice, desde el inicio, que “el tiempo no solo es una cuarta dimensión del espacio. Es intrínsecamente distinto: avanza. Además, el pasado es muy distinto del futuro”.

Por supuesto, para destripar la propuesta de Eddington hay que profundizar en el conocimiento de la entropía, que Muller pretende desmitificar mediante sus planteamientos de la entropía del flujo de calor y la entropía de mezcla, para desembocar en lo desconcertante que es y, por supuesto, en la física cuántica. Y se pregunta: “la entropía aumenta. El tiempo progresa. ¿Están correlacionados, o hay una relación causa-efecto?” Desde luego, para Eddington, el tiempo se mueve hacia adelante porque nuestro estado actual es altamente improbable, lo que deja mucho margen a la entropía.

Para que aumente la entropía, como requería Eddington, el universo actual tiene que tener una entropía baja. Aquí Muller se detiene en los estudios de Georges Lamaître y de Hubble, que parecen apuntar a que el Big Bang no fue una expansión de materia en el espacio, sino la expansión del propio espacio. ¿Existía antes del Big Bang el espacio? El autor se inclina por la negación, pero no tiene respuesta para la pregunta de dónde salió, sino que se podría asumir que “allí” hay una quinta dimensión desconocida por el humano.

El espacio no es un vacío, sino como una substancia no material, sino algo más fundamental que vibra de muy diversos modos: en forma de materia o de energía. “La creación de espacio es lo que hizo posible la materia. Antes de la creación del espacio no existía ninguna de las cosas que creemos ‘reales’”, nos dice Muller, aunque reconoce que estas ideas no forman parte de la ciencia, sino que son fruto de las meditaciones de un científico.

El universo entra en erupción, titula a su análisis de la naturaleza del Big-Bang. En él, recorre el principio cosmológico, según el cual el universo es homogéneo, que considera erróneo, así como el descubrimiento del fondo de microondas de la explosión inicial, sin el cual toda la teoría del Big Bang habría sido refutada. Se lanza a la búsqueda del principio del tiempo, una búsqueda que nos ha llevado, si no al principio, sí a tan solo medio millón de años después del principio, lo que nos ha permitido vernos como éramos, cómo era el universo, hace algunos miles de millones de años.

Y, sabiendo lo que ocurrió hace catorce mil millones de años, ¿qué se puede decir sobre los próximos cien mil millones de años? ¿Se seguirá así hasta el infinito o se producirá un Big Crunch? Esto lleva a Muller a ir ahora en busca del final del tiempo. Recorre el descubrimiento de que la expansión del universo se acelera, con lo que descarta el Big Crunch: “El espacio continúa para siempre, igual que el tiempo a menos que, por supuesto, quede otro fenómeno por descubrir”. No pasa por alto el error de Einstein en relación con su constante cosmológica y se detiene en la teoría de la inflación o de la creación de espacio intermedio entre puntos inmensamente alejados.

No soslaya sus reparos a la teoría de Eddington sobre la entropía como causa de la flecha del tiempo, ya que, a medida que el universo se expande, las microondas llenan más espacio, pero pierden energía, con el resultado de que su entropía permanece constante. Y llega hasta la partícula divina, el bosson de Higgs. Entonces, si la entropía no establece la flecha del tiempo, ¿qué lo hace? Ha habido varias alternativas: la flecha del agujero negro, la flecha asimétrica del tiempo, la de la causalidad, la de la radiación, la psicológica, la antrópica,  la cuántica o la cosmológica. Todas ellas son objeto de análisis por parte de Muller. De su análisis se desprende la necesidad de profundizar en la física cuántica, lo que en la tercera parte de su obra titula Física horripilante.

Física cuántica

Se trata, como dice el autor, de una introducción a la física cuántica empezando por el ejemplo más absurdo y más conocido, el del gato de Schrödinger, a raíz del cual desarrolla el concepto de medición y la que se ha dado en llamar la interpretación de Copenhague, finalizando este apartado con la idea de que la teoría cuántica vulnera la relatividad.

Muller aborda, como no podía der de otra manera, la misteriosa cuestión de la medición y lo mal que se puede probar la función de onda cuántica, asunto ya planteado por Einstein cuando sugirió la dualidad de la onda-partícula, lo que le lleva a desarrollar el principio de incertidumbre de Heisemberg, la longitud de Planck, el caos y su incertidumbre. Y comenta: “Toda teoría escrita sobre estos temas no pasa de ser una especulación fantasiosa. No es así como se desarrolló la física en el pasado. Puede que haya muchas fuerzas adicionales detrás de las cuatro fuerzas tradicionales (la electromagnética, la nuclear, la de la radioactividad, llamada también fuerza débil, y la gravedad”. Lo que sí parece tener claro es que algo causa el colapso de la función de onda mucho antes de que nos llegue a nosotros, pero que no sabe lo que es.

Einstein se equivocó en lo referido a la física cuántica. Pensaba que el electrón tiene en todo momento una posición real pero oculta y que la física cuántica, simplemente, no sabía lo que era. Estudia Muller este planteamiento y desemboca en el entrelazamiento, que acaba con esa variable oculta; más allá, piensa que toda la física, incluida la cuántica, y toda la ciencia son fundamentalmente incompletas, algo que aborda detenidamente más adelante. Pero sí profundiza en la computación cuántica, para la que no demuestra mucho optimismo.

Otro importante apartado es el que dedica a la observación del viaje hacia atrás en el tiempo. Feynman y su postulado de que un positrón es un electrón que recorre ese trayecto inverso ocupan varias páginas del libro; aunque se muestra poco receptivo a la idea de que el ser humano pueda hacerlo, ya que, se pregunta, de qué vale discurrir hacia el pasado si no se pueden cambiar las cosas; además, si todo en el futuro y en el pasado está determinado de antemano, ¿qué utilidad tiene ese viaje? Y concluye que, quizás, algún día alguien funde una religión basada en la idea de Wheeler: al morir, el alma vuelve hacia atrás en el tiempo, se dispersa y se convierte en un alma que se mueve hacia adelante en otra persona; tal vez haya una sola alma en el universo, con lo que adquiere valor la regla de oro, cualquier cosa que hagamos a los demás nos la hacemos a nosotros mismos.

Se llega, así, a la cuarta parte de la obra, Física y realidad, en la que se profundiza en las limitaciones de la física y del fisicalismo. Arranca con el teorema de Gödel, que reza que todas las teorías matemáticas son incompletas, lo que significa que cualquier sistema matemático que se idee, encerrará verdades indemostrables, que no pueden identificarse como verdades. Habrá afirmaciones verdaderas que no puedan verificarse ni demostrarse que son ciertas. La clonación y la teletransportación también son consideradas aquí.

Apasionante resulta la lectura de los apartados que dedica a la ciencia y a la existencia de un conocimiento al margen de la realidad física, algo que ya manejaban los pitagóricos. Y se pregunta si el ahora existe en el cerebro o solo en la mente. Lógicamente, su análisis se detiene necesariamente en el fisicalismo, que afirma que las observaciones no cuantificables son ilusiones; a lo que Muller contrapone que no todo requiere ser verificado empíricamente, pero podemos verificar sus consecuencias. Dice: “La ciencia dice que no tenemos libre albedrío. Tonterías. Esa afirmación está inspirada en la física, pero no tiene justificación en física”. Aborda, también, el problema de Dios, estudiando con más detenimiento los planteamientos de Dawkins; aunque reconoce que los fisicalistas tienen una razón práctica para negar el conocimiento no físico, pues, una vez que se admite, se abren las puertas al espiritismo, la pseudociencia y a la religión.

Repetidas veces se ha referido el autor al tema del libre albedrío y ahora lo aborda en mayor profundidad. Piensa que él lo tiene, pero no está totalmente seguro, porque aunque no podemos llegar a la conclusión de que existe, no hay nada en la ciencia que lo excluya. Y esto, naturalmente, lo lleva a tratar el tema de la ética y de su fundamento.

El Ahora

Todo el camino recorrido hasta aquí nos conduce hasta la quinta y última parte del libro, que toma su título del que figura en su cubierta: Ahora. Propone Muller que, a la par que el Big Bang crea nuevo espacio, crea también nuevo tiempo y ese nuevo tiempo es la clave del ahora. Siendo verdad que el Big Bang es una explosión del espacio en tres dimensiones, una asunción más razonable, más próxima al espíritu de la unificación espacio-tiempo, es que es una explosión del espacio-tiempo en dimensión 4.

A cada momento, el universo se agranda un poco más y hay un poco más de tiempo, siendo ese filo rector del tiempo lo que llamamos el ahora. El futuro no existe aún, se está creando; el ahora está en la frontera, en la vanguardia, es nuevo tiempo que sale de la nada, filo rector del tiempo. Pero no todos los ahora son simultáneos en todo el universo.

El tiempo, pues, está vinculado al espacio-tiempo, es su cuarta dimensión y, por lo tanto, cabe esperar que si aquel, el espacio-tiempo, se acelera, también lo haga el tiempo. Y por fluir del tiempo se entiende la continua adición de nuevos momentos, que nos confieren el sentido de que se mueve hacia adelante en una continua creación de ahoras.

Y este capítulo se cierra con una profundización en sus críticas al fisicalismo, al análisis de la empatía y al libre albedrío.

La obra culmina con una serie de apéndices, su mayoría dedicados a exponer fórmulas y ecuaciones que fundamenten los contenidos del libro, destinados a lectores con mayores conocimientos en estas materias. Así, el primero está dedicado a la matemática de la relatividad, el segundo a tiempo y energía, el tercero a demostrar la irracionalidad de la raíz cuadrada de 2, y el quinto a la matemática de la incertidumbre. El apéndice cuarto es una especie de poema sobre la creación, mientras que el sexto y último aborda el tema de la física y Dios.

En este último apéndice no elude aportar su opinión sobre el particular; quizá, se pueda resumir con estas líneas del texto: “¿Por qué hubo un Big Bang? Hay quien ha invocado el principio antrópico y otros invocan a Dios. No veo una respuesta clara. Si hubiera Dios, ello no da respuesta a la pregunta de si merece la pena adorar al Dios creador. ¿Veneramos a un Ser Supremo solo porque dispuso unas ecuaciones físicas y prendió la mecha? Yo no. Si adoro, adoro al Dios que se preocupa por mí y me da fuerza espiritual”.

Nos hallamos frente a un libro muy interesante. Aborda y nos pone al día sobre los problemas de la cosmología y de la física y lo hace con gran maestría y un considerable esfuerzo por hacer inteligibles cuestiones que no son fácilmente accesibles a quienes no están habituados a moverse en terrenos de fórmulas matemáticas y ecuaciones; y no rehúye el aportar las fórmulas que son necesarias por vía de un apéndice destinado a quienes están más habituados a recorrer estos senderos. Por otro lado, va más allá de la física, la meta-física, exponiendo conclusiones ya fuera de los límites de lo cuantificable para entrar en terrenos filosóficos; y lo hace con sencillez y humildad, reconociendo las fronteras hasta las que puede llegar, dejando un amplio campo de opciones para que el lector pueda optar por las que considere más fundamentadas.

En un rápido esbozo, podemos resumir algunas de las ideas que discurren por la obra, al margen de lo relacionado con el tiempo y el ahora: 1. La existencia del libre albedrío, con las consecuencias que tiene en los campos de la moral y la fundamentación ética; 2. Reconocer los límites del fisicalismo, abriendo la vía a la existencia de realidades no mensurables; 3. La existencia de un “alma”, no en sentido religioso, sino como algo que trasciende la realidad física. 4. Enfrentarse a las últimas preguntas, Dios o el sentido.

No es un libro religioso, evidentemente. Pero no cabe duda de que ofrece unas bases sólidas sobre las que asentar una postura con una robusta base conceptual.

Fuente: https://www.tendencias21.net/La-fisica-del-tiempo-ante-las-grandes-cuestiones_a44868.html

 

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Para que América Latina prospere en la era digital, primero debe enseñar a las mentes, luego las máquinas, afirma el Foro Económico Mundial

Reseña

América Latina es una región con mentes emprendedoras. Nuestra gente lleva el gen de la innovación y, a menudo, convierte los desafíos complejos en oportunidades de transformación y crecimiento. Cuando se combina con las tecnologías emergentes, este «puedo hacerlo» y la mentalidad innovadora tienen el potencial de convertir esta región en una fuerza impulsora, fortalecer las industrias, proporcionar trabajo significativo e impactar en la vida de muchos.

Ahora es el momento de actuar. Muchas tecnologías emergentes ya han surgido. La tecnología es el mejor agente de cambio en el mundo moderno. La inteligencia artificial, el aprendizaje automático, los sistemas conversacionales y la Internet de las cosas son una realidad en todo el mundo desarrollado y están penetrando rápidamente en América Latina y otras economías emergentes.

Este desarrollo se refleja en el Índice de evolución digital de 2017, según el informe de Harvard Business Review. Este estudio analiza el estado y la tasa de evolución digital en 60 países. México, Colombia, Brasil y Bolivia son considerados países «emergentes» que están evolucionando rápidamente hacia una innovación generalizada impulsada por la tecnología digital, y Chile es casi un país «sobresaliente», con altos puntajes de digitalización e innovación.

A medida que las nuevas tecnologías llegan a nuestros hogares, nuestras empresas y nuestros gobiernos, cambian la forma en que interactuamos y trabajamos, presentando nuevas oportunidades para crecer como región y desarrollar comunidades más fuertes. Las nuevas tecnologías pueden ayudar a las personas y organizaciones a ser más eficientes, y crear resultados más efectivos que se traducen en una mayor productividad y crecimiento económico. No obstante, para lograr esto, es esencial proporcionar primero la capacitación adecuada para que las personas puedan aprovechar al máximo las últimas tecnologías y realizar su máximo potencial.

La educación es el único camino para construir un futuro donde la palabra «inteligente» no solo se aplique a las máquinas, sino que siga describiendo a la humanidad.

A través de la educación adecuada, podemos enriquecer las mentes de las personas en cualquier etapa de la vida y proporcionarles las habilidades que necesitan para trabajar en conjunto con las tecnologías de automatización, robótica o cualquier forma de inteligencia artificial que puedan encontrar en el lugar de trabajo. Primero debemos enseñar a las mentes, para luego enseñar a las máquinas.

¿Cómo se traduce esto en América Latina, una región propicia para la innovación, pero con una profunda brecha educativa?

Desarrollo del talento en cada etapa de la vida

Un estudio reciente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) descubrió que, a pesar de la inversión promedio del 5 % del PIB en educación en América Latina (al igual que en regiones similares), solo el 30 % de los niños en tercer y cuarto grado tienen los conocimientos mínimos para las habilidades fundamentales requeridas en la era digital, como el dominio de las matemáticas.

Es necesario intervenir en todos los niveles educativos. Ya sea educación primaria, secundaria o universitaria, que actualmente sirve a menos del 10 % de la población. Necesitamos mejorar los programas educativos y equipar a los estudiantes con las habilidades y herramientas que aseguren que nadie se quede atrás. Prepararse para los trabajos altamente calificados del futuro cercano implica enseñar tanto competencias y habilidades técnicas como habilidades sociales.

A medida que los gobiernos y las empresas privadas colaboran para cerrar la brecha educativa y capacitar a la fuerza de trabajo de la próxima generación, también se requiere un enfoque crítico en la capacitación y el desarrollo de nuevas habilidades en un lugar de trabajo en cambio continuo impulsado por la digitalización.

Una fuerza de trabajo flexible y adaptable

Hemos observado que para tener éxito en las economías con grandes avances tecnológicos de la actualidad, se requieren habilidades fuertes y adaptables. También se considera que, hasta la fecha, más de la mitad de las ocupaciones conocidas son los principales candidatos para la automatización parcial a través de la tecnología. Esto tiene implicaciones importantes para la fuerza de trabajo, que incluyen la necesidad de adoptar el aprendizaje permanente y la actualización constante de las habilidades, para seguir siendo flexible, relevante y productivo. Reinventarse a sí mismo será imprescindible cuando la profesión o cargo para el que estudió o en el que se especializó ya no exista.

Con las políticas y programas correctos en América Latina, podemos asegurar la innovación efectiva y compensar el desplazamiento laboral, una preocupación de muchos de los que estudian el impacto de las nuevas tecnologías en la fuerza de trabajo. Cabe destacar que en las economías en desarrollo como América Latina, el balance entre los empleos que se perdieron y los que se ganaron debido a estos cambios transformacionales y las tecnologías de automatización, en realidad parece ser favorable. El estudio “Trabajos perdidos, trabajos ganados” del McKinsey Global Institute predice este resultado favorable en el corto y mediano plazo en las economías emergentes, debido a la aceleración del crecimiento de la clase media.

Si bien estos cambios en la fuerza de trabajo son graduales (McKinsey estima que para 2030, entre el 3 % y el 14 % de la fuerza de trabajo en el mundo tendrá que cambiar de categoría ocupacional, dependiendo de la velocidad con que se adopte la automatización) el crecimiento tecnológico es siempre exponencial. Si esperamos demasiado, no tendremos tiempo para ponernos al día. La tendencia de América Latina a adaptarse al cambio es fundamental, y ofrece una oportunidad única para impulsar el crecimiento transformador y la productividad a través de la adopción de nuevas tecnologías.

Innovación que cambia el mundo

Se suele decir que la innovación tecnológica de una región se refleja en su nivel de iniciativa empresarial. La naturaleza emprendedora de América Latina está bien representada por múltiples unicornios y startups digitales exitosos que han ganado relevancia mundial.

Estos emprendedores e innovadores decididos tienen grandes oportunidades para crear y mantener un impacto social para la región a través de la tecnología. Al liderar con un propósito, pueden ayudar a abordar muchos de los problemas sociales más apremiantes de la región y contribuir a dar forma al futuro que deseamos.

Sin embargo, no solo los empresarios de la región deberían adoptar una mentalidad social en esta nueva era digital. Se requiere liderazgo y participación, enseñanza y aprendizaje en todos los niveles de la sociedad.

A medida que crecen las nuevas tecnologías, se vuelven «más inteligentes» y se hacen cargo de los trabajos más intensivos y repetitivos, tendremos más tiempo para enfocarnos en ser innovadores y conscientes del impacto que causamos y la contribución que brindamos a nuestras familias, comunidades, pueblos y ciudades, países y regiones. El futuro de nuestra región se basa en lograr que nuestra fuerza de trabajo confíe en la tecnología mientras aplica habilidades cognitivas superiores para impulsar el crecimiento sostenible y poner en marcha un progreso social exponencial y sin precedentes.

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Aportaciones científicas para una educación de calidad

Por: Ignacio Morgado Bernal

El aprendizaje activo es siempre la clave, tanto si se trata de repetir para adquirir hábitos como si se trata de reconstruir la información para establecer las relaciones funcionales que dan flexibilidad a las memorias y el conocimiento.

Una subcomisión del Congreso de los Diputados ha comenzado a trabajar en un pacto educativo para mejorar la calidad de la enseñanza en nuestro país y dotarla de un marco jurídico estable y duradero. En este escenario quizá no venga mal una reflexión sobre el conocimiento científico actual relacionado con las capacidades del cerebro y la mente humana para aprender y adquirir conocimientos. Ello puede ayudarnos a potenciar lo bueno que ya tenemos, que no es poco, y a evitar caminos equivocados o infructuosos que impidieran mejorar la calidad de la enseñanza.

En 1894 Santiago Ramón y Cajal intuyó el mecanismo fisiológico que hace posible las conexiones o ligamientos entre las neuronas y ahora la moderna Psicobiología nos desvela los detalles. Las neuronas se conectan entre ellas emitiendo minúsculos brotes, llamados espinas dendríticas, capaces de alcanzar a otras neuronas y establecer con ellas nuevas conexiones (sinapsis funcionales). Para que eso ocurra, el trabajo de aprendizaje ha de ser capaz de inducir en las neuronas un complicado proceso, que puede durar de minutos hasta días, y que incluye la activación simultánea o secuencial de decenas de genes y otras moléculas químicas. Además, muchas de las memorias o representaciones neuronales sufren un proceso de migración funcional desde los lugares del cerebro, como el hipocampo, donde originalmente se forman, hasta otras partes del mismo, como la corteza cerebral. Esa migración puede durar incluso meses, y resulta crítica para establecer memorias consistentes y duraderas. Es por ello muy importante una sinergia entre los sistemas educativos y los propios enseñantes que permita establecer las condiciones que activan y facilitan dichos mecanismos.

Para adquirir hábitos motores, como conducir un vehículo o tocar el violín, o mentales, como el cálculo matemático o aprender una lengua extranjera, de lo que se trata es de formar y fortalecer las conexiones cerebrales que incitan siempre al movimiento o la respuesta correcta. En ello intervienen los núcleos subcorticales del cerebro, cuyas conexiones neuronales son resistentes a su formación, pero muy duraderas una vez establecidas. La forma de conseguirlo es la repetición, pues es lo que activa suficientemente el proceso bioquímico que forma, refuerza y estabiliza las conexiones neuronales pertinentes. Si al aprender no practicamos lo suficiente, las conexiones interneuronales no se estabilizan y podemos acabar por abandonar al no sentirnos ni diestros ni seguros en lo aprendido.

Además, en la temprana infancia el cerebro es muy plástico y tiene más capacidad para establecer conexiones rígidas y potentes entre las neuronas que en otras épocas de la vida. Ello es especialmente relevante a la hora de adquirir una nueva lengua, particularmente su fonética, pues nacemos con una parte de la corteza frontal del cerebro especialmente capacitada para albergar las representaciones precisas de las lenguas que adquirimos en la temprana infancia, estableciéndose en áreas diferentes y menos habilitadas para hacerlo cuando las adquirimos más tardíamente (Nature, 30 julio, 1997). De ello se deriva que solo la inmersión lingüística temprana y la práctica continuada pueden garantizar un conocimiento preciso y fluido de una nueva lengua.

Para adquirir hábitos motores, como conducir un vehículo o tocar el violín, o mentales, como el cálculo matemático o aprender una lengua extranjera, de lo que se trata es de formar y fortalecer las conexiones cerebrales que incitan siempre al movimiento o la respuesta correcta

Pero la situación es diferente cuando se trata de adquirir conocimiento semántico, como una materia literaria o científica, caracterizada por su complejidad y variedad interpretativa y expresiva. En ese caso más que unas pocas y rígidas conexiones, el cerebro necesita establecer múltiples y flexibles conexiones entre una mayor variedad de representaciones neuronales, muchas de las cuales se encuentran en la corteza cerebral. La estructura crítica para establecer ese tipo de conexiones es el hipocampo, situado en el lóbulo temporal y una de las primeras regiones del cerebro que se deterioran en enfermedades neurodegenerativas, como el alzhéimer.

Cuando el hipocampo funciona se forman memorias relacionales y flexibles, susceptibles de evocarse en situaciones o contextos variados y diferentes al que originalmente generó el aprendizaje. Pero el mejor modo de conseguirlo ahora no consiste en repetir, como en la formación de hábitos, sino en la comparación y el contraste entre múltiples informaciones. Las actitudes pasivas, como la simple lectura o la toma de apuntes sin guía ni objetivos precisos, no son la mejor manera de formar memorias relacionales y flexibles, pues más bien tienden a formar memorias rígidas, poco útiles cuando se trata de evocar el recuerdo en un contexto o modo diferente al conocido. Sí lo son procedimientos como el analizar las diferencias o similitudes entre textos o informaciones variadas, el buscar la información que permita dar respuesta a cuestiones concretas, el tratar de explicar, resumir o sintetizar lo esencial de un texto, el hacer inferencias o deducciones sobre la información disponible o el buscar soluciones alternativas a las ya conocidas para un determinado problema. Todas ellas son formas de aprendizaje activo que incitan a la comparación y el contraste, activando por ello el hipocampo y la formación del tipo de conexiones cerebrales que albergan las memorias semánticas. Son formas útiles en todos los niveles de enseñanza, y suelen ser las que utilizan los buenos profesores para preparar sus clases o dar conferencias. La mejor forma de aprender es tratar de enseñar, por lo que la mejor forma de enseñar consiste precisamente en inducir al alumno a hacerlo del mismo modo.

Solo la inmersión lingüística temprana y la práctica continuada pueden garantizar un conocimiento preciso y fluido de una nueva lengua

Nunca debemos engañarnos creyendo que ya sabemos algo simplemente porque esa es la impresión mental que tenemos. Hay que demostrarlo prácticamente y ese es también el mejor modo de aprender, es decir, reconstruyendo el conocimiento adquirido, lo que induce a su comprensión y permite además descubrir las lagunas inadvertidas sobre el mismo. Eso es también lo que permite orientar y dirigir la búsqueda de la nueva información necesaria para completar y perfeccionar lo que ya sabemos. De ahí las enormes ventajas de procedimientos como los exámenes o pruebas orales, pues incitan al tipo de estudio anteriormente indicado, el que garantiza la comprensión de lo aprendido y la flexibilidad en su expresión. Los enseñantes experienciados saben muy bien cómo se aclara la lengua (o la pluma) cuando se aclara la mente, es decir, el cerebro. Un estudio con 80 alumnos de instituto en EE UU mostró que la técnica de aprendizaje que produjo mejores resultados consistió precisamente en explicar lo que se ha aprendido, más que el encerrarse a releer o incluso hacer esquemas (EL PAÍS, 30 enero y Science, 11 febrero, 2011).

Además, el aprendizaje distribuido es más eficaz que el intensivo, pues evita interferencias y da tiempo a que cursen los lentos procesos que subyacen a la formación de memorias consistentes. Ahora sabemos también que una de las funciones del sueño consiste en favorecer y consolidar lo que aprendemos durante el día, por lo que intercalar los períodos de sueño nocturno entre sesiones de aprendizaje es también una buena manera de robustecer las memorias. De ahí también que sea más útil estudiar poco con frecuencia que mucho pocas veces.

Hay modos diferentes de enseñar, pero los más eficaces son los que asumiendo a priori las características del conocimiento que se quiere transmitir (p.e. rigidez vs flexibilidad en la expresión del mismo) incitan la estructura cognitiva necesaria para guiar el aprendizaje favoreciendo los procesos cerebrales requeridos en cada caso. El aprendizaje activo es siempre la clave, tanto si se trata de repetir para adquirir hábitos como si se trata de reconstruir la información para establecer las relaciones funcionales que dan flexibilidad a las memorias y el conocimiento. Nada de ello se opone a la llamada libertad de cátedra, pues son muchos y variados los procedimientos pedagógicos que permiten alcanzar esos objetivos. Pero sí se oponen a ello las rigideces en la planificación académica y los procedimientos que impidiendo esa libertad acaban convirtiendo la enseñanza en rutinas burocratizadas. En definitiva, no son muchas las reglas verdaderamente críticas para una enseñanza de calidad, incluida la que permite a cada enseñante adaptarlas a sus propias condiciones y experiencia.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2018/02/05/ciencia/1517842746_801124.html

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