¿Se imagina un curso de 100 estudiantes? Así como suena, parece una idea terrible, destinada al fracaso y una imagen casi apocalíptica al juntar un centenar de menores intentando aprender. Sin embargo, en Finlandia lograron hacer de ese “experimento” un plan a nivel nacional con resultados positivos.
Este concepto de aprendizaje es llamado de “plan abierto”, ya que las salas son espacios modulares en la que cuesta identificar los límites de cada espacio, los niños pueden elegir cómo prefieren aprender y son apoyados por grupos de hasta cuatro profesores.
“Estamos tratando de resolver el problemas de los profesores que trabajan solos y comprobamos que cuando dos, tres o cuatro profesores trabajan en cooperación, pueden compartir su conocimiento”, cuenta Pauliina Kanervo, Jefa de Asesoramiento de Profesores de esta escuela a la cadena BBC.
¿Es posible aplicar estas experiencias en nuestro país? Los expertos en educación coinciden en que los procesos educativos de Finlandia están varios pasos adelante que nosotros. No obstante, los especialistas creen que si hay ciertos elementos que pueden ser trabajados en nuestro país.
Ignacio Maldonado, director de políticas públicas de EligeEducar, cree que en los docentes está la clave para poder avanzar en educación. “Tenemos que aprovechar mucho más los espacios de colaboración, es clave utilizar el aumento de hora no lectivas. Ahí se abre un espacio para el trabajo colaborativo, para que los docentes puedan compartir conocimientos y trabajar en metodologías.
Otro de los ejes centrales de el innovador modelo finlandés, es que “rompe” con el clásico modelo de la sala de clases, ese que por siglos ha dominado las salas chilenas.
Alejandra Meneses, académica de la facultad de educación UC, resalta la importancia de “repensar” la manera de impartir conocimiento de una manera más global. “Hay que plantear cuales son las metas últimas de la educación. Si el fin último es generar pensamiento crítico, autonomía, capacidad de aprender a aprender, estos modelos integrados son bastante interesantes”.
Pero… ¿Y el ruido excesivo de 100 niños hablando al mismo tiempo? Los nórdicos también pensaron en eso: todas las salas fueron construidas por especialistas en acústica.