Por: Laura García Tuñón
La ministra de educación de la Ciudad anunció este martes que por decreto modificará el Estatuto del Docente, una Ley sancionada por la Legislatura y que desde su promulgación en 1987, cualquier modificación se debió hacer a través de proyectos presentados, debatidos y votados por los 60 legisladores, consensuados con los trabajadores, debatidos en la Mesa de Negociaciones Salariales y de Condiciones de Trabajo. La novedad de esta medida autoritaria, es modificar el art. 17 de Estatuto del Docente que reglamenta las normas y procedimientos para efectuar el otorgamiento del puntaje, por decreto del ejecutivo.
Esta semana cientos de familias recibieron la noticia de que sus hijo/as no consiguieron vacante en las escuelas de la ciudad. La inscripción online, es decir, una computadora les dice que no hay jardines infantiles o vacantes para 1° grado en la escuela que eligieron, en la más cercana o en la de Jornada Completa, que necesitan para poder trabajar. Obligando a las madres a buscar un jardín privado o no trabajar. Desde el Ministerio, nadie contesta, aunque sí lo hacen a través del presupuesto que presentaron, con una disminución de la partida, siendo la menor inversión de los últimos 10 años, que representa el 18,5% del presupuesto total de la Ciudad.
Continúan atacando a la educación y a los maestros. Desde hace muchos años los trabajadores y trabajadoras de la educación somos depositarios de la responsabilidad de todos los males de la educación. Se dice que frenamos el proceso de transformación, que no estamos preparados, que tenemos 3 meses de vacaciones y que enseñamos haciendo «chorizos» en lugar de estudiantes pensantes. Que tenemos que ser evaluados porque somos sospechados constantemente. De esta manera se nos resta autoridad frente a los estudiantes y frente a los padres. Así es muy difícil que el proceso de enseñanza aprendizaje pueda salir bien.
La ministra de educación de la Ciudad anunció este martes 22 que por decreto modificará el Estatuto del Docente. Recordemos que este, es una Ley sancionada por la Legislatura y que desde su promulgación en 1987, cualquier modificación se hace a través de proyectos presentados, debatidos y votados por los 60 legisladores. Muchas de ellas son consensos de los sindicatos debatidos en la Mesa de Negociaciones Salariales y de Condiciones de Trabajo, que luego se transforman en proyectos a ser votados. Otros son propuestas del ejecutivo, pero que de igual forma se discute y vota en las sesiones. La novedad de esta medida autoritaria, es modificar el art. 17 de Estatuto del Docente que reglamenta las normas y procedimientos para efectuar el otorgamiento del puntaje, por decreto del ejecutivo. En él se fija un máximo de puntaje posible para la carrera. La ministra propone por decreto que cada 5 años todos los cursos de capacitación dejan de tener vigencia, con la excusa de que los docentes hacemos estos cursos en los primeros 10 años de carrera y después ya no hacemos nada más. Nos dice que para seguir una formación continua, debemos borrar lo que ya hicimos. Nuevamente pasa a ser nuestra culpa y no del sistema. Pareciera desde esta óptica que los aprendizajes no son acumulativos, que de esta manera nos incentivará a seguir haciendo cursos volviendo a cero nuestra formación. Desconoce el sistema, al decir que valdrá más un curso pertinente, cuando hoy eso está contemplado en el Estatuto al nombrarlos específicos y no específicos.
Pero lo que no dice la Ministra es que es el propio ministerio de educación el que establece estas normas y el que aprueba los cursos y le asigna puntaje. No dice que ellos promueven que los docentes por fuera de nuestro horario de trabajo, tengamos que pagar por capacitarnos. Si bien existe la escuela de maestros de la Ciudad, los cursos que tienen mayor puntaje, otorgado por ellos mismos, son los que dan las instituciones privadas o sindicatos que cobran por ellos. No dice que la mayoría de los que trabajamos en educación, somos mujeres. Y que este tipo de capacitaciones nos obliga a una triple tarea, el cuidado de nuestras familias, el horario de trabajo en la escuela, que en general no baja de las 7 hora diarias y el tiempo destinado a seguir formandonos. Tampoco dice que las mejores formaciones continuas son las que se hacen en el contexto en donde se trabaja. Hace muchísimos años que venimos reclamando por un lado tener representación de los trabajadores/as de la educación en la Escuela de capacitación o escuela de maestros, que los cursos se realicen en horario escolar y para ello hay que reorganizar los tiempos en las escuelas y que sean contextualizada y en equipos. Esto quiere decir contemplar la comunidad en donde se trabaja y el ámbito escolar.
También se olvida de decir la ministra de que en las escuelas hay muchas y múltiples experiencias de trabajo en las aulas e institucionales muy valiosas, que rara vez son tenidas en cuenta para la formación y para la asignación de puntaje. Que la carrera docente no se puede componer sólo de un número al que se llega por hacer cursos o carreras. Que discutir la educación hoy implica escuchar a las familias, a los estudiantes y a los docentes. Que hacer cambios por decreto sólo es coerción.
Ante todo esto, pensar en la formación continua de los docentes es pensar en acciones cotidianas, es en pensar en tiempos y espacios para aprender, es en pensar en cursos contextualizados, pertinentes, gratuitos para acabar con el mercantilismo de la capacitación. Quiero rescatar lo dicho ante estos cambios por el director de Educación del Cippec, Axel Rivas, una capacitación deseable va más allá de los esquemas actuales: «La formación continua tiene mucho más sentido cuando es situada y en equipo que la capacitación que haga un docente solo fuera de la escuela, donde lo que aprendió no tiene ningún vínculo con la práctica. Para cambiar el aprendizaje de los alumnos es necesario trabajar con el equipo docente durante mucho tiempo en la escuela. La teoría sola, fuera de la escuela, tiene un impacto bajísimo sobre las prácticas de enseñanza».
No queremos más parches en la educación y en nuestras condiciones de trabajo. Sería bueno incorporar en los planes de aula el cómo hacer una hoja de vida, trabajar sobre el hábitat, el medioambiente, elegir una fruta madura, cocinar o hasta tejer, ¡y que las artes y las ciencias humanas tengan el mismo valor que las matemáticas y el lenguaje! Ahí sí podríamos hablar de calidad en el proceso de enseñanza-aprendizaje, y quizás así, podríamos ser los más educados de toda América Latina en unos años. Se deben eliminar los currículos fijos, pues el sistema educativo ha sobrevalorado lo cognitivo. El impacto en la enseñanza debe ser social, cultural, afectivo, humano y ético, no sólo económico.
Por ello, se trata entonces de educar para la integralidad del ser humano, sobre todo en un país como Argentina. Es decir, el objetivo es formar estudiantes capaces de convivir con el otro a pesar de las diferencias: que reconozcan y garanticen los derechos humanos, que respeten una fila, un semáforo, que protejan el medioambiente, que antepongan el diálogo a la violencia, que sepan regular las emociones, que toleren la frustración, que sientan empatía y solidaridad por el otro y que sepan solucionar los problemas de la cotidianidad desde la ética y la cultura ciudadana. Y eso es algo que el operativo Aprender o las pruebas ONE o Pisa jamás podrán evaluar, medir, ranquear y estandarizar, pues los estudiantes y maestros somos más que el resultado de esas pruebas.
Fuente: http://laugarciatunon.com.ar/index.php/8-frontpage/301-el-cambio-por-decreto-solo-es-coercion