En 1978 elegí estudiar para ser Maestra en el profesorado del Normal Nº 1. Muchas de mis maestras y profesoras habían dejado en mí un gustito por enseñar. (Mónica Solís en la primaria, María Elena Irusta en secundaria, entre ellas). Mi familia, de clase media, pasaba bastantes penurias económicas.
Siempre fui una maestra militante y zurdita. Y me siento muy orgullosa de esto. Maestra militante, porque por un lado, en todas las escuelas en donde estuve buscaba que los nenes y nenas trajeran al aula todos sus saberes y aprendieran con lo que otros traían. Intentaba que cada uno pudiera expresarse y encontrara lo que más le gustaba hacer. Porque en la escuela de la Villa 31, con Alejandra Tabó, mi paralela, organizamos un concurso de cuentos fantásticos para los chicos y chicas de 6º y 7ºgrado, promoviendo lecturas de muchos autores. Porque con ellos, íbamos muchos fin de semana, junto a la cooperadora, a pintar las aulas, las mesas, arreglar el patio y hacer una huerta. Porque en la Esc. 15 DE 6, con Liliana Caris y Amalia Donadío, peleamos hasta que compraron mesas hexagonales para 1º y 2º grado para sacar del aula las mesas dispuestas una atrás de las otras, promoviendo el aprendizaje colectivo. Porque allí también armamos un periódico escolar y durante más de 1 año, organizamos con toda la escuela un proyecto de lectura y escritura los sábados cada 15 días. En donde armamos cine debate “de miedo”, como decían los chicos, un taller literario, una biblioteca ambulante que llevábamos a la plaza del barrio y juegos de escritura para los chicos, chicas y sus familias. Porque promovíamos elecciones en la escuela para que aprendieran lo que era la vida democrática. Porque cuando íbamos de visita al Cabildo, luego de contarles la historia de la colonia en Buenos Aires, les hablaba de las madres y abuelas de Plaza de Mayo y les mostraba dónde marchaban cada jueves y por qué lo hacían. Porque intentaba enseñarles que no había que conformarse con lo establecido y que podían siempre aspirar y trabajar por una vida mejor.
Porque fui militante cuando además de mi pasión por aprender cada día en la escuela, me afilié al sindicato al tomar la primera suplencia en el año 1983. Porque iba a las marchas y quería y aún quiero cambiar el mundo. Y seguí siendo militante ayunando en la Carpa Blanca 3 veces. Y porque fui parte de la conducción del sindicato UTE y de la CTA, articulando acciones conjuntas entre los y las trabajadoras sindicalizadas y los movimientos sociales de los territorios. Y seguí militando buscando una experiencia política electoral, con la que fui diputada en la Legislatura de la Ciudad.
Ya jubilada sigo apasionada de mi profesión. Y sigo aprendiendo al lado de muchas compañeras y compañeros con los que peleamos para que la Educación Popular entre en todo el sistema educativo. Porque armamos cátedras libres de Educación Popular en los Institutos de Formación Docente. Y les cuento, que hay cientos de pibes y pibas estudiantes, futuros docentes, que se apasionan en poner su cuerpo y hacer Educación Popular junto a los movimientos sociales. Y que sueñan con una escuela pública y popular.
Por eso le digo, señora Ministra de Educación Soledad Acuña, deje de menospreciar a los maestros y maestras. Usted está expresando un profundo desprecio de clase al decir que los que eligen la carrera han fracasado en otras carreras, y que al ser pobres no tienen suficiente capital cultural. Un pensamiento muy primario y descalificatoria de la pobreza, señora. Además, usted, al promover la delación intenta romperla unión entre las familias y sus docentes.
Pero sabe, señora ministra, no lo va a conseguir. En estos meses de clases en las casas, sin que usted desde el Ministerio acompañara a los maestros y maestras y mucho menos a las familias, entablaron un vínculo mayor, como nunca antes había pasado. Porque no sólo comprendieron lo que es dar clases, sino que vieron que a pesar de todo lo que ocurría, los docentes continuaron con el vínculo pedagógico acompañándolos con llamadas, video llamadas, mails, fotocopias cuando entregaban las pobrísimas canastas de alimentos. Porque también los y las docentes conocieron más de cerca lo que viven las familias de sus alumnos y alumnas.
Por todo esto, Ministra, renuncie y deje de hacer campaña electoral para su partido.
LAURA GARCÍA TUÑÓN
17 de Noviembre de 2020