Ministro de Educación y Cultura: La Guerra Fría sigue viva para gobierno ultraderechista de Brasil

Redacción: Cuba Debate

El nuevo ministro de Educación y Cultura de Brasil, Abraham Weintraub, declaró como prioridad combatir el “marxismo cultural” en las universidades, para poner en marcha  a una cartera paralizada por su antecesor.

El riesgo de otro fracaso persiste, porque se mantiene la orientación. Ambos son de la misma secta que aún considera el comunismo una amenaza al país y que la Guerra Fría prosigue especialmente en el ámbito cultural.

Además Weintraub, un economista del sector financiero y profesor universitario de ciencias contables, asumió el ministerio sin ninguna experiencia en gestión en el ámbito educativo, al igual que su predecesor, Ricardo Vélez, un colombiano que adquirió la nacionalidad brasileña en 1997, doctor en filosofía y exprofesor de varias universidades.

Vélez se caracterizó por contramarchas en las medidas anunciadas durante los 97 días en el cargo, como en el nombramiento de sus colaboradores.

Por lo menos 15 de sus asesores fueron despedidos apenas días después de su designación, por decisión de la presidencia o presiones de grupos influentes en el gobierno. “Faltó gestión”, sentenció el presidente de extrema derecha Jair Bolsonaro, al justificar la sustitución del ministro.

La última polémica de su corta gestión derivó del anuncio de que sustituiría los millones de libros didácticos que el Ministerio de Educación y Cultura (MEC) distribuye cada año a los estudiantes, para borrar la definición de dictadura atribuida al gobierno militar de Brasil entre 1964 y 1985.

Un “estalinismo de derecha”, en el sentido de falsear la historia, se alza en las filas del poder político actual.

No hubo golpe de Estado militar en 1964 y tampoco dictadura, sostienen no solo el ya exministro, sino el mismo presidente y numerosos miembros de su gobierno, donde hay decenas de militares retirados y algunos aún activos.

“El dogmatismo religioso” está por detrás de la “agenda irracional” que adoptan algunos sectores de ese gobierno, según Sonia Correa, una de las coordinadoras del Observatorio de Sexualidad y Política, cuyos estudios sobre el ascenso político del conservadurismo eclesiástico articulado en el mundo ayudan a comprender el triunfo de Bolsonaro en las elecciones de octubre de 2018.

“Dios por encima de todos” fue la consigna electoral de Bolsonaro, que la mantiene en la presidencia, que asumió el 1 de enero.

La adhesión “por la fe, la creencia dogmática” resalta en un grupo de cuatro ministerios, los de Educación, Relaciones Exteriores, Medio Ambiente y Mujer, Familia y Derechos Humanos, que son los que concentran las polémicas en el comienzo de la nueva administración.

Pero “el núcleo duro, cada día más hegemónico en el gobierno, lo componen militares moderados”, así tengan “puntos en común” con el llamado grupo “ideológico”, al defender “un orden social y político jerárquico, desigual, neopatriarcal y androcéntrico”, definió Correa a IPS.

En su análisis, el gobierno de Bolsonaro va “por caminos imprevisibles”.

Sus disputas internas e visiones irreales lo entorpecen, pero “no generan solo despelotes”, sino que va imponiendo medidas, como recortes presupuestarios o cierre de órganos culturales, ambientales, sanitarios y de derechos humanos, que afectan a mucha gente y a la democracia en el país,
lamentó.

De todas formas, las creencias que orientan y desorientan a los miembros del equipo de Bolsonaro se hacen más visibles ahora, porque el ejercicio del gobierno desnudó sus consecuencias, y además sus ideas y proyectos fueron escasamente discutidas en la campaña electoral, en una estrategia que ayudó a su ascenso al poder.

La religiosidad y el alineamiento con el gobierno estadounidense del republicano Donald Trump, por ejemplo, condujeron a Bolsonaro a prometer, durante la campaña electoral, que trasladaría de Tel Aviv a Jerusalén la embajada brasileña en Israel.

Pero tuvo desechar hacer efectiva la medida por las presiones del poderoso sector agrícola, que teme perder exportaciones de carne a los países árabes, uno de sus principales mercados.

Los grandes agricultores constituyeron, tal como las iglesias evangélicas, los militares y movimientos anticorrupción, un factor decisivo para el triunfo de Bolsonaro.

Pero sus intereses se han visto sacrificados por las opciones ideológicas del gobierno, que podrían, por ejemplo, echar a perder el mercado chino, mayor importador de productos agrícolas y minerales de Brasil.

Bolsonaro amenazó con provocar esa hecatombe, al visitar Taiwán antes de las elecciones y luego hacer declaraciones despectivas sobre las inversiones chinas que, según él, estarían “comprando a Brasil” en lugar de á “comprar de Brasil”.

Para amortiguar la molestia en Bejing, empresarios y militares han tomado una serie de acciones. Entre las medidas diplomáticas destaca el plan del vicepresidente Hamilton Mour úo, un general retirado del Ejército, de visitar China en este semestre, mientras intenta neutralizar otros actos
ofensivos del presidente.

Los generales, que controlan ocho de los actuales 22 ministerios, además de otros cargos de alto nivel, descartan una intervención militar en Venezuela,  a una posibilidad inicialmente admitida por el ministro de Relaciones Exteriores, Ernesto Araujo.

Venezuela pasó entonces a ser un asunto de Mourúo y aparentemente los militares pusieron bajo su “tutela” en cuestiones geopolíticas al canciller, alineado fervorosamente con Trump.

Varios de los generales ahora ministros quedaron escarmentados de la participación del país en conflictos en Haiti y la República Democrática del Congo, donde comandaron fuerzas pacificadoras de la Organización de las Naciones Unidas.

Pero los militares, aunque pragmáticos y menos torpes que los ministros “ideológicos”, son también un factor de inestabilidad. Sus disputas de poder con el grupo guiado por el “gurú” Olavo de Carvalho, profesor informal de filosofía, contribuyó a la defenestración de Vélez en el ministerio.

Mourúo, ecuménico en sus diálogos internacionales y con actores internos abominados por los bolsonaristas, como el de los sindicalistas, se convirtió en el blanco de la ira de Carvalho y sus seguidores.

Entre los dardos en su contra está el que está jugando a sustituir a Bolsonaro, lo que podría suceder si se produjese un juicio político en su contra, como ya sucedió en 2006 con Michel Temer, entonces vicepresidente de la destituida presidenta Dilma Rousseff.

Los ministros generales, graduados como oficiales en los primeros años de los 70, tal como Bolsonaro, tampoco reconocen que existió una dictadura militar.

El golpe de 1964, argumentan, fue necesario para evitar una dictadura comunista y preservó la democracia, pero obvian en su relato el veto a las elecciones, la proscripción, prisión, tortura, asesinato y exilio de centenares de opositores en los 21 años siguientes.

Bolsonaro y sus seguidores “ideológicos” consideran que el marxismo cultural, basado en el italiano Antonio Gramsci, venció la “batalla de las ideas” e impuso su versión del régimen militar de 1964-1985, como dictadura. La tarea de la derecha, ahora que controla el poder, sería de “corregir” la historia.

El fin de la Unión Soviética en 1991 no debilitó el comunismo, que “se reinventó”, asegura Weintraub, nuevo ministro de Educación, que vislumbra comunistas en todas partes, al igual que sus correligionarios .

Son dueños de bancos, de empresas monopolistas y de medios de comunicación, dijo en la Cumbre Conservadora de las Américas en Foz de Iguau, ciudad de la fontera suroccidental de Brasil, el 8 de diciembre de 2018.

Algunas creencias pueden dejar en ridículo o inducir a errores. Bolsonaro y su canciller afirman que el nazismo en Alemania fue un movimiento de izquierda, ya que llevaba el nombre de Partido Nacional Socialista Obrero Alemán.

El canciller condena el “globalismo” y sostiene que la globalización, el cambio climático, las organizaciones internacionales y el feminismo son una conspiración marxista contra la nación y el Occidente cristiano.

Fuente: http://www.cubadebate.cu/especiales/2019/04/11/ministro-de-educacion-y-cultura-la-guerra-fria-sigue-viva-para-gobierno-ultraderechista-de-brasil/#.XLBrbolKjMw

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La audacia en el pensamiento marxista de Samir Amín

Por: Marco A. Gandásegui h.

El gran pensador social, Samir Amín, ha fallecido. Las ciencias sociales han perdido tres figuras insustituibles en el presente año. Primero, el brasileño Theotonio dos Santos, quien inspiró a muchos a estudiar el sistema mundial desde una perspectiva radical. Le siguió Aníbal Quijano, el peruano, quien planteó la ‘revolución cultural’ para darles a los pueblos de la región latinoamericana su propia identidad. Samir Amín era egipcio pero se encontraba muy cómodo trabajando con los sociólogos latinoamericanos.

 

Antes de su muerte, Samir Amín fue entrevistado por Rubén Ramboer. De esa entrevista queremos rescatar tres líneas sobre las cuales desarrolla su obra Samir. En primer lugar, el papel de la audacia en el trabajo de los científicos sociales. En realidad, la audacia tiene que estar presente en toda iniciativa que pretende ser significativa. Más aun, la audacia es un ingrediente imprescindible para superar las contradicciones sociales.

 

Samir Amín se identifica como marxista. ¿Qué es ser marxista teniendo en cuenta que Carlos Marx escribió sus grandes obras hace 150 años? Según Samir, “ser marxista, es partir de dos grandes contribuciones elaboradas por Marx. En primer lugar, la crítica de la realidad. Pero la realidad situada en su época”. Es decir, en la actualidad. No podemos criticar algo que ya pasó o que se sitúa en un futuro desconocido. Señala, además, que “aunque el capitalismo ya no es lo que era, sigue siendo fundamental la crítica del capitalismo”. En segundo lugar, “la crítica de la imagen ideológica del capitalismo. Es decir, de la teoría económica y del economismo”. La ideología de los capitalistas ha creado un conocimiento falso de la realidad: el economismo que proclama el ‘fin de la historia’ y la existencia para siempre de relaciones sociales de esclavitud (asalariada).

 

Sobre estas dos grandes contribuciones elaboradas por Marx, hay casi un consenso sobre la definición actual del marxismo. Samir Amín da un paso adicional que asusta a no-marxistas y neomarxistas. Dice que “ser marxista significa necesariamente ser comunista. Marx no disociaba la teoría de la práctica, de la participación en la lucha por la emancipación de los trabajadores y los pueblos. También significa ser un comunista internacionalista. No es posible cambiar el mundo olvidando a la mayoría de los pueblos, especialmente a los de la periferia”. No queda claro que es ser comunista. Samir Amín aclara que significa estar dispuesto a ‘cambiar el mundo’. Inmensa tarea.

 

Samir habla de ser “neo-marxista”, algo que está de moda en algunos círculos. ¿Se puede ser un nuevo marxista, con nuevas ideas tomadas del pensador alemán del siglo XIX? Los neo-marxistas, dice Samir, “quieren romper con el marxismo histórico. Quieren ir más allá de Marx. (No soy neo-marxista), tampoco me considero “paleomarxista”, es decir, alguien que sostiene de manera incondicional el marxismo histórico, alguien que se convierte en sacerdote del marxismo, que sólo conoce los textos sagrados y los comenta sin fin. Leyendo entre líneas, tratan de encontrar respuestas a los problemas actuales que no se planteaban en aquel momento.

 

Samir Amín también se refiere a China y su aparición en el escenario mundial como nueva potencia industrial. La presencia explosiva del viejo Imperio Celestial ha trastocado la correlación de fuerzas internacional. Poco a poco, ha trasladado el centro del sistema capitalista mundial del Atlántico norte hacia la cuenca del Pacífico.

 

Según Samir, “estamos en un momento histórico en el que la izquierda radical debe ser audaz. Me refiero a la izquierda que está convencida de que el sistema capitalista debe ser superado en su esencia. En el Norte, existen las condiciones objetivas para aislar el capital monopolista, que ejerce su poder también gracias a su clero político y mediático. Esto podría comenzar por una alianza política – no una alianza electoral – y social, que incluyese a la gran mayoría. En las periferias, la audacia consistiría en la formación de un bloque histórico alternativo anticomprador” (anti-rentista).

 

En este punto, Samir se sitúa en el medio del gran debate sobre China. Estará Pekín contribuyendo a la construcción de un mundo nuevo o se estará integrando a la visión global de los centros financieros de Occidente. Según Samir, “los países emergentes, especialmente China, están en el proceso de de-construir los monopolios. Para hacer frente a esto los chinos han escogido financiar la muerte lenta de EEUU apoyando a su déficit. La muerte repentina de un animal de este tipo sería demasiado peligrosa”.

Fuente: https://www.alainet.org/es/articulo/195168

 

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