¿Quién dominará? ¿El ser humano o la máquina?

Franklin González*

“Desde mi perspectiva, el peligro no está en que una entidad extraña hable a través de nuestra tecnología, nos controle y destruya. Para mí el peligro es que usemos la tecnología para volvernos mutuamente ininteligibles y que nos volvamos locos, si quieres, de una forma en la que no nos comportemos con el suficiente entendimiento e interés para sobrevivir, por lo que moriríamos de locura, esencialmente”.(Jaron Lanier, escritor, informático y compositor de música clásica estadounidense).

 

En estas reflexiones queremos insistir sobre lo ya mencionado en otras oportunidades sobre un debate de total actualidad que tiene que ver con el futuro del ser humano, relacionado con el papel que está jugando la tecnología y, en particular, la máquina. Parece ser un tema para la filosofía de los tiempos actuales.

Hemos afirmado y recalcado en varios escritos que la tecnología no es buena o mala en sí misma; ella está sujeta a la ética de los que la utilizan.

Matrix

En la película de ciencia ficción, Matrix, escrita y dirigida por las hermanas Wachowski (Lily y Lana) (1999), se reflexiona sobre la humanidad y las razones que pueden llevarla a la ruina. Se muestra un futuro sin esperanza para los humanos, que agotaron los recursos del planeta y destruyeron el sol y donde terminan esclavizados por las máquinas que ellos mismos crearon.

También se da cuenta de la relación con la tecnología y la separación del cuerpo y la mente, cada vez mayor por el avance de la robótica y la realidad virtual. Se consideraba que la libertad realmente no era más que un algoritmo predecible dentro de un programa informático, bien alejado de convertirse en una realidad, al menos en el corto plazo. Se hablaba del año 2199.

En la película, se hace referencia a la aventura de Neo, un joven hacker, que es convocado por el movimiento de resistencia liderado por Morfeo quien lucha contra la dominación de los seres humanos por las máquinas. Morfeo le ofrece dos pastillas de diferentes colores: la azul, que significará continuar en la ilusión o la roja, con la que descubrirá la verdad.

Ante esta disyuntiva, el protagonista escoge la píldora roja y despierta en una cápsula. Es así como descubre que la raza humana está dominada por la inteligencia artificial y vive atrapada en un programa de ordenador que sirve solo como una fuente de energía. Neo se da cuenta de que la resistencia cree que él es el Elegido: una especie de mesías que liberará a la humanidad de la esclavitud de la Matrix.

Aunque dude de su destino, a lo largo de todo el camino, aprende a superar las reglas de simulación. Consigue salvar a Morfeo, que había sido secuestrado, y derrota al agente Smith tras un duelo en el que demuestra su valía como guerrero y confirma que es el Elegido.

Hoy, en el mundo, están ocurriendo hechos, acontecimientos, que hacen dudar del tiempo establecido. La pandemia provocada por el Covid19 aceleró el proceso de automatización en muchos sectores, como el de servicios, la construcción, la medicina, la alimentación, la defensa o la industria aeroespacial. La robotización avanza aceleradamente. Esto no afecta sólo al trabajo (teletrabajo) sino que también incide determinantemente en las formas de vida. Las máquinas, parece que se han independizado, y son ellas las que se imponen por encima de los seres humanos e invaden su intimidad. No hay espacio humano sin la presencia, por ejemplo, de los gadgets.
De allí que se sostenga que, dentro de pocos años, existirán unos amigos «robots» que estén en las casas, interactuarán con sus habitantes y serán una especie de «paño de lágrimas» para sus problemas, padeceres, dolores, angustias y emociones.

La máquina se impone

En dos deportes, con incidencia mundial, la máquina está imponiéndose. Veamos.
En el futbol, el llamado «deporte rey», la máquina resulta ser la que marca la pauta. Sus decisiones son inapelables y puede decidir quién gana o quién pierde, quedando los árbitros subordinados a su decisión. El llamado VAR, esto es, Asistencia al Árbitro por Video (en inglés, Video Assistant Refeee), constituye un sistema altamente preciso implementado por la Federación Internacional de Fútbol (FIFA), con el fin de eliminar los diferentes errores arbitrales, intencionales o no. Tanto es así que hoy no hay partido de fútbol que se realice sin esta novedosa modalidad.

¿Cómo funciona el VAR? Consiste en una serie de cámaras cuyas imágenes son evaluadas en una habitación con monitores por parte de árbitros FIFA que determinan la decisión a tomar por parte de los árbitros y jueces de línea de un encuentro. En este caso, es una máquina al servicio del deporte rey la que, sobre las jugadas «polémicas» o “dudosas”, dictamina la validez o no de una jugada.

¿En qué caso decide el VAR? En casi todo. Por ejemplo, cuando hay un gol decretado así por el árbitro, se revisan potenciales situaciones de infracción a las leyes del juego como «fuera de lugar», «mano» u otras contravenciones. En el caso de «penalti», se revisa si la decisión de sancionar o no el cobro de “pena máxima» se ha tomado correctamente. Así mismo, se examinan jugadas tanto dentro del área como cerca de ella; se vigila si la expulsión de un jugador ha sido correcta o no;  e incluso, cuando un árbitro muestra una tarjeta a un jugador que no había cometido ninguna infracción, éste está obligado a enmendar el error.

El otro caso tiene que ver con el beisbol, donde los árbitros no son los que hacen cumplir las “reglas del juego” que los mismos seres humanos acordaron y redactaron.
Ya, desde hace algunos años, las Ligas Mayores de Béisbol instauraron la repetición instantánea (revisión por video), y lo hicieron, además, de manera progresiva. Primero, comenzaron en el año 2008 con la repetición únicamente para los cuadrangulares; pero luego, y a partir de 2014, le dieron a los mánagers el derecho de cuestionar o desafiar (challenge), primero en 30 segundos; y a partir de 2020, en 20 segundos ciertas decisiones arbitrales en los que ellos no estaban de acuerdo y con el beneficio de la repetición instantánea. Ante una situación de esta índole, se acude a ver la jugada en un video (una máquina) y allí se toma la decisión final.

Vemos así que, ante una decisión arbitral, se acude a la máquina, a la tecnología, y esta como si tuviera vida propia, decide si la jugada decretada por el árbitro es correcta o no. Las jugadas sujetas a revisión son: jonrón, dobletes por regla, interferencia por un fanático, decisiones arbitrales por jugadas en los límites del terreno de juego (por ejemplo, pelotas capturadas en las gradas por un jugador a la defensiva, determinación de la bola muerta), forzado en base (excepto la jugada de toque al pisar la segunda base en medio de la ejecución de un doble play), robos de base y movimiento del lanzador para sacar out a un corredor en una almohadilla, determinar si una bola pasó en zona buena o mala en las líneas de los jardines, atrapadas a la defensiva difíciles de determinar en los jardines, bateador golpeado por el lanzamiento de un pitcher hacia la goma (home), el tiempo de juego (para captar si un corredor anota antes de un tercer out), tocar una base (requiere apelación), por ejemplo, advertir cuando un corredor pisa o no una base, dos jugadores en una base al mismo tiempo, etc., determinar si un corredor pasó a otro en las bases, para precisar registros (conteo de bolas y strikes a un bateador en su turno ofensivo, número de outs en un inning, anotación de carreras y otras situaciones).

Si el jugador llegó quieto o no a la base respectiva o si el jonrón fue real o no, eso queda en manos de unas repeticiones de la jugada.

Un mánager puede solicitar la revisión de una jugada al expresar verbalmente al jefe del equipo de árbitros que trabaja en el partido su intención de retar o impugnar, en el momento preciso, la decisión de un umpire, especificando exactamente qué parte de la misma quiere retar o impugnar.

Cada manager puede retar hasta dos jugadas durante un mismo partido. Después del comienzo del séptimo inning el jefe del equipo de umpires puede optar por invocar la repetición instantánea, para revisar una decisión arbitral. En esa circunstancia, el jefe de los árbitros no está obligado a invocar la repetición instantánea si es solicitada por un mánager.

Como un agregado a esto, digamos que en este deporte no sólo estamos en presencia del domino de la máquina sobre el ser humano, sino también de la modulación de conductas negativas, que en el beisbol se han convertido en algo absolutamente normal. Ahora, se permite libremente y a la luz de todo el mundo, que los jugadores utilicen las famosas “chuletas”, similares a las utilizadas en nuestros recintos educativos, cuando se realizaban exámenes y se hacía uso de ellas, por parte de los estudiantes. Obviamente, las consecuencias eran realmente negativas y el acto podía significar la reprobación en la respectiva asignatura. Pero resulta que en este deporte hoy es lícito que cualquier jugador que esté a la defensiva (cubriendo), haga uso de ese “medio” para alcanzar un fin, que es lograr el poner out al jugador que se encuentra al bate.

Como se puede observar, en el beisbol, pocas decisiones están quedando a discreción de los árbitros; pero lo más llamativo de todo es que ya se comenta que pronto se tendrá un robot cantando las bolas y los strikes en la llamada goma (home).

Sobre la Inteligencia Artificial

En estos tiempos se está hablando de la Inteligencia Artificial (IA), que será algo así como la combinación de algoritmos planteados con el propósito de crear máquinas que presenten las mismas capacidades que el ser humano. Es una tecnología que parecía no solamente misteriosa y esotérica, sino también lejana. Sin embargo, su presencia se hace cada vez más frecuente en nuestro día a día, a todas horas, y sigue ganando terreno en muchas actividades del quehacer científico-tecnológico actual.

Con la inteligencia artificial se plantea un escenario en el que, con el paso del tiempo, algunos trabajos podrían hacerse obsoletos para que sean ejecutadas por el ser humano.

Ya se dice abiertamente que la IA está reemplazando a trabajadores profesionales. Se menciona que para 2025 se tiene previsto que cerca de 85 millones de puestos de trabajo, en medianas y grandes empresas, serán desplazados y suplantados por inteligencia artificial.

La entidad financiera estadounidense Goldman Sachs sostiene que la inteligencia artificial podría ocasionar una disrupción en el mercado laboral que afectaría a 300 millones de empleos en todo el mundo y que el avance en inteligencia artificial podría conducir a la automatización de una cuarta parte del trabajo realizado en Estados Unidos y Europa, mientras que alrededor de las dos terceras partes de los trabajos actuales están expuestos a un grado de automatización.

Se está hablando, con mucha insistencia, de que 5 tipos de trabajo están en peligro y podrían desaparecer para dar paso a la inteligencia artificial. Por ejemplo, en Educación, se asegura que la inteligencia artificial es capaz de darle materiales eficientes de aprendizaje al alumno sin tener contacto con el docente. Al respecto, ya existen muchas compañías de IA interesadas en invertir en herramientas educativas. Se dice que ChatGPT, desarrollado por la empresa OpenAI en 2022, puede dar clases.

También se sostiene que el Machine Learning, rama de la inteligencia artificial, también ayudaría a revolucionar el sistema educativo tal y como lo conocemos en virtud de que puede recomendar contenidos a los alumnos.

La ventaja para los profesores o profesionales de la educación, advierten los especialistas, es que con el uso de la inteligencia artificial el docente puede dejar tareas administrativas de lado además de centrarse en la calidad del aprendizaje. De igual manera, se señala que las actividades relacionadas con el Periodismo también están en peligro, por cuanto, la inteligencia artificial ha demostrado ser muy eficiente a la hora de recolección de datos, análisis y búsqueda de patrones. Por tal motivo, algunas empresas están prescindiendo de periodistas para sustituirlos por inteligencia artificial. Se afirma que en el año 2020 cerca 50 periodistas fueron despedidos de Microsoft. Sin embargo, no todo está perdido para los periodistas, ya que aún herramientas como ChatGPT tienen que precisar la verificación de su información. Se habla de que la inteligencia artificial también ha puesto en evidencia que en un futuro el Diseño Gráfico como profesión podría desaparecer ya que ChatGPT tiene la capacidad de crear imágenes personalizadas a partir de las necesidades de los usuarios.

Del mismo modo, se prevé que el sector financiero y sus actividades concomitantes se verán desplazadas por la inteligencia artificial al poder detectar y gestionar fraudes, además de que puede brindar servicios de asesoramiento financiero las 24 horas del día y buscar clientes potenciales sin necesidad de intervención humana. En este sentido, se predice que la inteligencia artificial les ahorraría a los bancos cerca de 447 mil millones de dólares (más 8 de ocho billones de pesos) en el 2023.

Al igual que con Diseño Gráfico, quien trabaje en Ingeniería en Software podría verse afectado por la inteligencia artificial por su posibilidad de escribir códigos, desarrollar páginas web y crear experiencias de usuario altamente eficaces.

Dicho lo anterior sobre la IA, todo suena aterrador. Por eso, se dice que la falta de control y la ausencia de protocolos de seguridad aterroriza a muchas de las mentes que la idearon, promovieron y apostaron por su expansión. De allí que un grupo de expertos y ejecutivos de la industria tecnológica estén, mediante una carta, pidiendo, al menos por seis meses, que se detenga el entrenamiento de los poderosos sistemas de IA, argumentando que se trata de una potencial amenaza para la humanidad.
Entre esos expertos se encuentra, nada más y nada menos, que Elon Musk, fundador de SpaceX, Neuralink y OpenAI; el cofundador de Apple, Steve Wozniak, y el director ejecutivo de la firma Stability AI, Emad Mostaque, además de investigadores de la firma DeepMind.

Estos señores aseguran que los laboratorios que trabajan con esta tecnología están en “una carrera fuera de control para desarrollar e implementar mentes digitales cada vez más poderosas que nadie. Ni siquiera sus creadores pueden comprender, predecir o controlar de forma fiable”. Así que solicitan con urgencia que las empresas que desarrollan este tipo de programas “pausen de inmediato, durante al menos 6 meses, el entrenamiento de los sistemas de inteligencia artificial más potentes que GPT-4”.

Pero la cosa es seria

Tan seria es la cosa que se informa que la empresa Facebook ha tenido que desconectar dos robots bautizados como Bob y Alice tras descubrir que habían desarrollado un lenguaje propio incomprensible para los seres humanos. Se trata de un sistema de inteligencia artificial que la compañía había puesto en marcha.

Se dijo que en los primeros días, el sistema de inteligencia artificial de Facebook funcionó a la perfección; sin embargo, la Unidad de Investigación descubrió que los robots Alice y Bob emitían mensajes sin sentido: se trataba de un lenguaje evolucionado e ininteligible para las personas pero sí para los robots.

Dhruv Batra, miembro del equipo de investigación de IA en Facebook, explicó que «los agentes se desviaron de un lenguaje comprensible y crearon unas palabras en código por ellos mismos», ya que, según las conclusiones del estudio, nuestra especie utiliza demasiados términos inservibles para una negociación.

La compañía decidió apagar ambos robots ante la perplejidad por ver que se les estaba escapando de su capacidad.

Conclusión
Con toda propiedad afirmamos: no hubo que esperar hasta 2199, como se dice en la película Matrix, para que la máquina terminara dominando al ser humano hasta ahora en varios campos.

En virtud de lo expuesto, son pertinentes las siguientes preguntas:

¿Quién terminará dominando nuestro complejo mundo: las máquinas o nosotros los seres humanos? ¿Es posible que las máquinas terminen siendo más inteligentes que los seres humanos? Y si eso acontece, ¿qué ocurrirá con nosotros? ¿Podremos vivir sin ellas?

Si con las tecnologías actuales se están planteando enormes riesgos y se habla de algo aterrador, ¿qué pasará con la tecnología del futuro?

¿Deberíamos dejar que las máquinas inunden nuestros canales de información con propaganda y falsedad?

¿Deberíamos desarrollar mentes no humanas que eventualmente podrían superarnos en número, ser más inteligentes, obsoletas y reemplazarnos?

¿Qué pasará con el amor, los sentimientos, los pareceres, los dolores, los sabores y sinsabores, aspectos propios de los seres humanos? ¿Se trasladarán a las máquinas?
Hay quienes sostienen que el que trabaja como una máquina, piensa como una máquina, siente como una máquina; entonces ¿se le puede exigir gobernar como un humano?

Amanecerá y veremos.

*Sociólogo, Doctor en Ciencias Sociales, Con dos postdoctorados. Ex director de la Escuela de Estudios Internacionales de la UCV. Profesor de Postgrado en la UCV, en el Instituto de Altos Estudios Diplomáticos “Pedro Gual” del Ministerio del Poder Popular para Relaciones Exteriores, en la Universidad Militar Bolivariana de Venezuela y en el Instituto de Investigación y Postgrado de la Escuela Nacional de la Magistratura. Fue embajador en Polonia, Uruguay y Grecia, Analista nacional e internacional.

 

 

 

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Contra el pensamiento crítico

Por: Eudald Espluga

La etiqueta de «pensamiento crítico» es un chicle del que hemos tirado y tirado hasta convertirlo en una expresión informe, y por lo tanto inútil, que designa tanto una cosa como la contraria.

Para verlo, basta con comparar la reciente defensa de una asignatura de pensamiento crítico en las escuelas que se publicó en «Zona Crítica», de el diario, o la publicación de El libro blanco de los empresarios españoles. La educación importa, editado por la CEOE y centrado en la necesidad de desarrollar el pensamiento crítico como competencia. En ambos casos, se presenta como un instrumento intelectual que nos permitiría tomar distancia frente a la inmediatez irreflexiva para discriminar entre lo verdadero y lo falso. Lo imaginamos como una especie de control policial bien organizado, con estrictas políticas de aduana que impiden la entrada de prejuicios, manipulaciones e ingenuidades. Su objetivo, por lo tanto, sería evitar el contrabando ideológico, ya sea en forma de «posverdad», «falsa conciencia» o «adoctrinamiento»: la duda fiscaliza el presente y la razón ejerce como tribunal.

El pensamiento crítico es un ‘no te creas lo que dicen en la tele’, un sello de calidad que garantiza que el nuestro es un saber objetivo, imparcial y riguroso, obtenido a base de análisis perspicaz y exigencia.

En la práctica, sin embargo, el pensamiento crítico funciona como un esquema maniqueo, ridículamente simple, que divide nuestro conocimiento del mundo entre representaciones correctas y representaciones incorrectas. Es un «no te creas lo que dicen en la tele», un sello de calidad que garantiza que el nuestro es un saber objetivo, imparcial y riguroso, obtenido a base de análisis perspicaz y exigencia, mientras que el de los demás nace de la ingenuidad, la superstición o credulidad. Nada más que eso: una idea tranquilizadora, un pin que nos podemos colgar y que, por supuesto, confiere cierta distinción.

Hemos asumido que la actitud crítica implica estar sentados frente al mundo, solos e introspectivos, como la estatua de Rodin, examinando la realidad desde fuera. Pero este modelo de racionalidad fiscalizadora es una ficción. Productiva, interesante y, a veces, quizá, incluso deseable. Pero una ficción. La racionalidad crítica difícilmente puede adoptar la forma de tribunal abstracto y desligado del mundo, capaz de dudar desde el «no-lugar» de la verdad. Siempre pensamos en contexto, con nuestros prejuicios, con nuestros cuerpos y desde nuestros afectos. La parcialidad, la impureza, o la adulteración no son defectos del pensamiento, sino su realidad más íntima.

Quizá la única forma razonable de pensamiento crítico sería aquella que nos devolviera una imagen más compleja y confusa del mundo.

Esto no supone abrazar el relativismo o el contextualismo, ni afirmar que no podemos escapar a nuestros sesgos más obvios, sino simplemente abandonar una imagen estática del pensamiento crítico como una competencia o habilidad que podemos desarrollar individualmente y al margen de todo condicionamiento.

Estar contra el pensamiento crítico, entonces, no sólo es estar contra la etiqueta, sino contra el mecanismo ramplón que lo reduce a un «prejuicio contra los prejuicios».Es estar contra la vanidad de un pensamiento que se cree radicalmente autárquico; contra la ficción de una duda metódica que pueda penetrar hasta las profundidades de lo verdadero; contra la polarización radical entre evidencia y superstición, ciencia e ideología, razón y tradición; contra la atomización de la crítica en competencias personales; contra una visión esquemática del pensamiento que lo vacía de relaciones, cuerpos, emociones, pasado y formas de dominación.

Quizá la única forma razonable de pensamiento crítico sería aquella que nos devolviera una imagen más compleja y confusa del mundo, una facultad absolutamente improductiva que en vez de reforzar las fronteras de la razón y la verdad nos ayudara a dinamitarlas. Pero esto neutralizaría la única función que tiene el pensamiento crítico hoy en día: la de simplificar las discusiones y premiar ciertas ideas como «profundas», «analíticas» y «valientes».

Fuente: https://www.playgroundmag.net/lit/Contra-el-pensamiento-critico_29331116.html

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