Page 2 of 2
1 2

Cuidado con el Aprendizaje basado en el Cerebro.

El anuncio de la contratación de la fundación de neurociencias Ineco, dirigida por Facundo Manes, para asesorar al gobierno en educación despertó el debate sobre su injerencia. Como contribución al mismo, en esta nota el neurobiólogo inglés Steven Rose alerta sobre la mirada reduccionista de la “neuroeducación”.

Por:  Steven Rose.

Los neurocientíficos y la neurociencia están de racha. A principios de 2013, la Unión Europea anunció su Human Brain Proyect (Proyecto Cerebro Humano) con un presupuesto estimado de 1,2 mil millones de euros.

El proyecto es uno de los dos ganadores del concurso “gran desafío”, otorgado en virtud del programa insignia de la UE para Tecnologías Futuras y Emergentes. El objetivo, según el sitio web del proyecto, es “construir una infraestructura completamente nueva de tecnología de computación de información para la neurociencia y la investigación en medicina e informática relacionadas con el cerebro, catalizando un esfuerzo de colaboración global para comprender el cerebro humano y sus enfermedades y, finalmente, para emular sus capacidades computacionales”.

Poco después, el presidente estadounidense Barack Obama anunció un mega proyecto cerebral paralelo, el Brain Research through Advancing Innovative Neurotechnologies (Investigación Cerebral mediante Neurotecnologías Innovativas Avanzadas), presupuestado en 3 mil millones de dólares durante 10 años y destinado a generar un mapa dinámico de la conectividad de los 100 mil millones de neuronas en la corteza cerebral humana –o inicialmente más modestamente, de unas pocas decenas de miles en el cerebro del ratón.

Este proyecto una colaboración de varias agencias federales de Estados Unidos, incluyendo los Institutos Nacionales de Salud y la agencia militar DARPA (Agencia de Proyectos Avanzados de Defensa) también ha atraído elevada retórica. Será “transformador”, resolverá “el misterio de las tres libras de materia que se encuentra entre nuestros oídos”, y será un generador de riqueza. Se centrará en las nuevas tecnologías –optogenética, nanopartículas, neurosondas miniaturizados, computación de ADN– necesarios para comenzar a localizar y registrar las conexiones.

No importa que muchos neurocientíficos sean escépticos acerca tanto de las metas como de los métodos; pocos van a mirar con recelo a los caballos regalados. La posición por defecto será la de tomar el dinero y correr. Porque es cierto que este es un momento increíble para la investigación sobre el cerebro, con extraordinarias nuevas técnicas capaces de sondear el cerebro vivo en todos los niveles, desde el movimiento de iones a través de membranas sinápticas hasta la participación de conjuntos gigantes de las neuronas en la realización de tareas tales como el trazado la ruta de casa al trabajo o recordando la cara de un ser querido.

Pero con estos éxitos ha venido una cierta arrogancia. “Usted es su cerebro”, afirma un Premio Nobel. Otro dice: “Usted no es nada más que un montón de neuronas”. La mente, la conciencia y el “libre albedrío” colapsan; no son más que los epifenómenos de procesos cerebrales, una “ilusión de usuario”. Y así, la marcha hacia adelante de la neurociencia ofrece iluminar y transformar otros estudios sociales y culturales que anteriormente eran independientes.

Estamos entrando en el mundo híbrido de neurodisciplinas: neuroeconomía, neuromarketing, neuroestética, neuroética. Algunos de estos están quizás mejor vistos como meras burbujas intelectuales, memorablemente capturadas en el término de Raymond Tallis “neuromania”.

Sin embargo, algunos –sobre todo el de las neuroleyes (este campo, creciente en los EE.UU., explora el argumento de la responsabilidad disminuida por un crimen porque “mi cerebro me hizo hacerlo”) y la neuroeducación, el tema de esta crítica– deben tomarse más en serio, debido a que sus afirmaciones tienen consecuencias prácticas.

Es fácil ver por qué la perspectiva de la neuroeducación, o el aprendizaje basado en el cerebro, podría excitar a maestros deseosos de hacer lo mejor para sus estudiantes y para encontrar maneras de anclar su estrategias de enseñanza y aprendizaje en lo mejor de que la ciencia pueda ofrecer el aprendizaje.

La seducción de esas ubicuas imágenes en falso color del cerebro, mostrando las regiones que se “encienden” cuando se resuelve un problema de matemáticas o se aprende un nuevo idioma, no se puede negar. Parecen ofrecer una certeza que las meras percepciones psicológicas o educativas no pueden ofrecer. Por lo que no es sorprendente que la neuroeducación se esté convirtiendo en una industria en crecimiento (una búsqueda en Google registra 158.000 accesos para “neuroeducación” y 299.000 para el “aprendizaje basado en el cerebro” [5.910.000 para “brain-based learning”], con padres y profesores como objetivos por igual.

En Inglaterra, los anuncios de televisión lanzan himnos a los méritos de los gimnasios “cerebrales” y ofrecen ejercicios para activar los “botones cerebrales” para mejorar el flujo de sangre al cerebro. Por lo menos en el Reino Unido, al contrario que en los EEUU., los anuncios no incluyen todavía a los electrodos estimuladores de corriente directa (estimuladores transcraneales de corriente directa, TCDS) que, colocados a través del cráneo, se supone que mejoran el aprendizaje y la memoria.

No obstante, se pueden comprar en Internet, junto con “potenciadores cognitivos” fuera de indicación [off label, en inglés], tales como Ritalina, prescritos originalmente para el trastorno de hiperactividad con déficit de atención, pero ahora ampliamente utilizados por los estudiantes repasando para exámenes.

En cuanto a los maestros de escuela, Usha Goswami, director del Centro de Cambridge para la Neurociencia y Educación, ha descrito en la revista Nature Neuroscience cómo los maestros [en Inglaterra] reciben más de 70 envíos por correo al año instándolos a inscribirse a los cursos sobre el aprendizaje basado en el cerebro. Algunos ni siquiera se molestan con un curso.

Un director me contó cómo había reorganizado su horario de clases para enseñar en ráfagas rápidas como resultado de la lectura de un artículo en la revista Scientific American. Este informaba que si moscas de la fruta y ratones son entrenados intensivamente en tandas repetidas de 10 minutos separadas por períodos de descanso, muestran mejor memoria que si se les da la misma cantidad de entrenamiento espaciados de manera más uniforme.

Se proponen diferentes estrategias de enseñanza para estudiantes de “cerebro izquierdo” y “de cerebro derecho”, aquellos cuyo aprendizaje está más basado en el lenguaje en comparación con aquellos que son más visuales. Y he perdido la cuenta del número de veces que me han preguntado si es cierto que “usamos solo el 10 por ciento de nuestro cerebro”.

Los neurocientíficos son con razón crítico de muchas de estas afirmaciones; un informe de la Royal Society [Academia de Ciencias de Inglaterra] en 2011 (Brain Waves Module 2, Neuroscience: Implications for Education and Lifelong Learning) los describió como “neuromitos”. Cerebro izquierdo/derecho está mejor considerado como una metáfora, no una declaración acerca de la localización cerebral, mientras que nadie parece saber dónde está la figura 10 por ciento se originó. Tanto el ejercicio como el sueño pueden ayudar al aprendizaje y la memoria, pero los efectos de TCDS son evanescentes.

Tales pronunciamientos autorizados pueden ser vistos como un intento de las voces autorizadas de la neurociencia y la psicología cognitiva para vigilar las fronteras y lograr un cierto control sobre los excesos de los profesionales de los bordes. Pero si bien es importante cuestionar las afirmaciones de los “vendedores de aceite de serpiente” [charlatanes, NdelT], mi argumento es que las pretensiones de la corriente mainstream de la neuroeducación, también, se han exagerado.

Consideremos las recomendaciones con las cuales concluye el informe de la Royal Society sobre las implicaciones de la neurociencia para la educación y el aprendizaje permanente: un fuerte alegato a favor de la neurociencia para informar estrategias de enseñanza. (La revelación completa: Yo era un miembro del grupo directivo para el proyecto global Ondas Cerebrales de la Royal Society, aunque no involucrado en este módulo educativo).

La neurociencia, se propone, debería ser utilizada como una herramienta en política educativa, informando la formación del profesorado y la tecnología del aprendizaje adaptativo. Y el prólogo de un libro reciente, Neurociencia para la Educación, editada por Denis Mareschal, Brian Butterworth y Andy Tolmie, imagina un futuro en el que los padres llevan a su hija de 10 meses de edad, a un chequeo de carácter educativo mediante la medición de la actividad eléctrica de su cerebro, y determinar si ella será capaz de aprender chino por imágenes de su respuesta a los fonemas mandarín, con un maestro robot para entrenarla.

La resonancia magnética funcional podría ser utilizada para ayudar a “cerrar la brecha en el rendimiento entre los niños asiáticos y occidentales” y decidir si un niño tiene TDAH, mientras que el estudio de los “mecanismos cerebrales de los expertos” puede determinar si un método de enseñanza que se imparte está estableciendo “habilidades auténticas”.

¿Son tales propuestas, por bien intencionadas que sean, realistas o incluso deseables? Esto no es negar que los estudiosos de la psicología cognitiva y desarrollo infantil tienen cosas útiles que decir acerca de las estrategias óptimas de aprendizaje y la secuencia normal en la que los niños desarrollan competencias en la cultura occidental contemporánea. Así como era la intención de Alfred Binet en el desarrollo de pruebas de CI [coeficiente de inteligencia] hace un siglo, este tipo de investigación puede ayudar a identificar a niños con dificultades específicas de aprendizaje, desde dislexia a discalculia, y diseñar estrategias para ayudarles a mejorar.

Pero a menos que está dictando biología, ¿es importante para un/a maestro/a a distinguir su hipocampo de su amígdala, ambas estructuras cerebrales implicadas en ciertas formas de aprendizaje? Las imágenes del cerebro aparentemente ha demostrado que la corteza prefrontal ventrolateral se ilumina cuando las niñas adolescentes experimentan exclusión social, pero ¿esto proporciona orientación sobre cómo podrían ser ayudadas estas jóvenes? ¿A menos que, por supuesto, como en el sueño del futurólogo, esto sea mediante intervención directa en el cerebro?

Los niños de familias más pobres (o como la literatura pone, más comedida, de nivel socioeconómico bajo) en general pueden tener un vocabulario más restringido que sus pares más ricos -aunque esto ha sido impugnado enérgicamente- pero someterlos a exploración de imágenes cerebrales o a la medición de sus potenciales eléctricos relacionados a eventos (“potenciales evocados”, o ERPs en inglés) para demostrar que esta diferencia puede estar reflejada en procesos cerebrales puede parecer añadir sal a la herida.

Y cuando los neurocientíficos cognitivos afirman que la pobreza impide la función cognitiva (el título de un artículo reciente en la revista Science) o que una manera de sacar a la gente de la pobreza es el uso de la terapia cognitivo conductual para mejorar su “capital mental” (“concebido metafóricamente”, según la psicóloga Cary Cooper, “como la cuenta bancaria de la mente, que se debita o acredita a lo largo del ciclo de vida, desde la infancia hasta la vejez”), muestra una cierta desconexión con las fuerzas económicas que actualmente conducen a la gente a la pobreza.

Hay otro problema aquí, una manifestación de la tendencia común entre los neurocientíficos a cometer lo que los filósofos llaman la falacia mereológica, que a grandes rasgos significa atribuir las propiedades del todo -en términos de neurociencia, el ser humano viviente y consciente- a una parte de ese todo, es decir, el cerebro. Así, una introducción accesible y ampliamente leída al cerebro y su estudio realizada por dos destacados investigadores, Sarah-Jayne Blakemore y Uta Frith, se titula El cerebro aprendiendo: Lecciones para la Educación (2005), e incluye entre sus capítulos títulos como “el cerebro matemático” y “el cerebro alfabetizado”.

Un uso común, pero como seguramente ambos autores estarán de acuerdo, no son los cerebros los que aprenden, son matemáticos o leen y escriben; son sus poseedores quienes utilizan sus cerebros para aprender, hacer matemáticas o lo que sea. (Sé que estoy poniendo mi propia cabeza en la guillotina aquí: hace muchos años, a principios de 1970, escribí un libro llamado, en mi certeza juvenil, El cerebro consciente. Pero me me reformado). Esto es, creo, más que una sutileza semántica, ya que estos títulos reflejan la forma en que los neurocientíficos tienden a pensar y animan a otros a pensar lo mismo.

Por otra parte, los énfasis que se desarrollan a partir de esta forma de pensar, en, por ejemplo, el reporte de la revistaBrain Waves [Ondas Cerebrales] sobre la “tecnología adaptativa de aprendizaje” o el prólogo de Educational Neuroscience [Neurociencia Educacional] a un “tutor robot”, corren el riesgo de confundir enseñanza con aprendizaje.

Al instrumentalizar los instrumentos de enseñanza, centrándose en el cerebro y no el niño o el estudiante, estos defensores parecen ignorar el hecho de que tanto la enseñanza como el aprendizaje no son actividades atemporales y aisladas, sino, en su misma esencia, embebidas socioculturalmente.

Para mí, como un neurocientífico, comprometido como yo con las tareas de investigación que implican tratar de entender cómo funciona el cerebro y qué relación puede tener ese funcionamiento con la mente y la conciencia, estudiar de lo que ocurre en el cerebro cuando alguien resuelve ecuaciones cuadráticas o aprende un poema es infinitamente fascinante.

Me preocupa, sin embargo, que algunos de los entusiastas de la neurociencia educativa pueden tomarlo de manera incorrecta. Para los neurocientíficos, la fenomenología de, por ejemplo, la discalculia o la dislexia, origina preguntas sobre los procesos cerebrales que pueden estar implicados, y en este sentido el informe de la Royal Society está es adecuado en fomentar el intercambio de conocimientos entre profesionales y científicos.

Pero yo sugeriría que esto es menos sobre lo que los educadores puedan aprender de nosotros, y más acerca de cómo su experiencia de la enseñanza puede ayudar a enmarcar las preguntas que los neurocientíficos hacen sobre el cerebro.

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/cuidado-con-el-aprendizaje-basado-en-el-cerebro/

Imagen: http://insurgenciamagisterial.com/wp-content/uploads/2016/10/timeshighereducation.jpg

Comparte este contenido:

Entrevista a Steve Hughes: “La buena educación logra que el niño se rete a sí mismo”

21 Agosto 2016/Fuente: lavanguardia/ Autor:La Contra

Steve Hughes está obsesionado por el aprendizaje, por la educación de nuestros niños. Sus estudios sobre la neurología pediátrica le llevan a conclusiones que aquí expone: entiendo que la excelencia pedagógica no consistiría en saber lo que pueda testarse en un examen convencional, sino en saber estar en un mundo variopinto y cambiante, en ser dúctil y adaptativo, en ser curioso y en tener muchas habilidades sociales. Justamente lo que los actuales exámenes no miden. Invitado por el centro CCE Montessori-Palau de Girona, eso les ha explicado a sus profesores, a los que anuncia que serán buenos si son muy empáticos, observadores de sus alumnos y siempre humildes.

Qué es un niño?

Vaya preguntita…

Su objeto de estudio, ¿no?

Sí, pero también de amor. Quiero lo mejor para los niños, que es quererlo para la humanidad.

¿Un niño es la humanidad?

Un niño es un creador. El creador del hombre que será.

¿Y cómo lo hace?

Hubo un niño de cinco años que no sabía que crearía a un periodista: tú.

Me gustaba Tintín.

El entorno de aquel niño posibilitó las circunstancias para crear al periodista, oportunidades de ofrecerle experiencias gratas…

Ajá.

Cada experiencia grata anima a seguir adelante, a seguir explorando una siguiente versión de ti mismo, y después la siguiente…

¿Las primeras experiencias deciden?

Por eso es tan importante la guardería, el parvulario, la escuela…para estimular todas las habilidades del niño.

¿Cómo debería ser esa escuela?

Esta cuestión me obsesionaba. Y un día entré en una escuela que aplicaba el método Montessori…y me emocionó: ¡eso era!

Explíquemelo.

El cerebro, en fases primerizas, se desarrolla mediante el uso de la mano. Las manualidades son fundamentales, y los materiales escolares están diseñados en función de la estructura mental de cada edad. La precisión de movimientos, el control del cuerpo…maduran la mente.

Póngame un ejemplo.

Limpiar una mesa con un paño, agua y jabón aburre a un adulto, ¡pero excita a un niño de dos años y medio! Es un reto. Haciéndolo, aprende a secuenciar actos, y hacerlo mejor cada día le proporciona autoestima.

Y un suelo hecho un asco…

Mojado, sí: ¡ideal! Porque eso le da ocasión a otro niño, ¡uno muy, muy mayor!, uno de tres años y medio, de secarlo con el mocho.

¿Y así vamos creciendo?

Imagine al niño que aprende a anudarse él solo los cordones de los zapatos, a abrocharse los botones del abrigo… Se lo pone y sale afuera a jugar: se siente autónomo, realizado: ¡está aprendiendo a vivir en el mundo!

¿Y aprender a leer, qué?

Es importante, pero ya le llegará el momento. ¡Todo a su tiempo! Los niños seguros de sí mismos aprenderán todo más rápido.

Cuénteme el caso de algún niño que haya tratado.

Recuerdo ahora a un adolescente…sano, apuesto, guapo, deportista, con todas las capacidades…, pero muy inquieto y a la vez lento en aprender materias intelectuales.

Ay…

Su padre, con una idea encorsetada de la perfección, le tenía martirizado por eso… “¿Qué haremos de ti?”, le decía. ¡No es justo, no es justo…!

Se emociona…

Me apeno, sí, porque ese joven puede acabar siendo muy desgraciado. Y es una lástima. Podría tener una vida feliz, era carismático y agradable, pero la presión podría desgraciarlo, humillarlo, abocarle al sentimiento de fracaso. ¡Y lo prioritario no es ser un gran intelectual, lo prioritario es la felicidad!

¿Qué ha sido de él?

No lo sé, le perdí la pista… El mensaje es: no montemos un drama, ayudemos a los niños a desplegar sus talentos.

¿Mejor no forzarles en lo que fallan?

Loarles sus fortalezas y animarles y estimularles en sus debilidades, mediante prácticas. Y no somos igual de brillantes en todos los campos, ¡tengámoslo claro!

¿En qué podríamos todos ser buenos?

En el autocontrol y en la cooperación, el trabajo en equipo: es lo básico para la vida, porque vivimos en sociedad. Y eso debería fomentar la escuela, en eso se cifra un buen método educativo.

¿La familia influye?

La familia y la sociedad, el país en el que vives. Trabajemos para que el país ofrezca todas las oportunidades a todos los niños.

Educación es castración, se ha dicho…

La mala educación, sí. Si acude pasivamente a la escuela, desmotivado, ¡mal! Pero la buena educación logra que el propio niño se rete a sí mismo a acometer lo que le cuesta.Y hay que saber esto: sólo un tercio de los niños reúnen las habilidades idóneas para un entorno escolar convencional…

Y no debemos desahuciar a los restantes dos tercios…

¡No podemos prescindir de dos tercios de la humanidad! Otro tercio se defenderá y saldrá adelante, y el otro tercio lo tendrá más complicado: ¡no les derrotemos!

Llega el niño y te dice: “El profesor me tiene manía”.

Escúchale y analiza si eso tiene o no algún sentido.

¿Conviene criar a los niños en tribu?

¿Cómo ha llegado la humanidad hasta aquí? Aprendiendo a aprender. Y eso no sale de un libro de texto, sino de la curiosidad y de la relación con los otros. El universo no está hecho de exámenes, sino de comunicación. En cada aula debería haber todo tipo de niños, para que cada uno aprenda algo de los otros: ¡eso es educar para el mundo real!

Fuente de la entrevista: http://www.lavanguardia.com/lacontra/20160809/403787187725/la-buena-educacion-logra-que-el-nino-se-rete-a-si-mismo.html

Fuente de la imagen:  http://www.lavanguardia.com/ra/lowres/GODO/LV/p3/WebSite/2016/08/09/Recortada/img_jplay_20160512-171742_imagenes_lv_colaboradores_jplay_stevehughes-1_copia-kezE-V982OLT35K4ODA7D-992×558@LaVanguardia-Web.jpg

Comparte este contenido:

Florencia Salvarezza: «Las neurociencias están de moda, es hermoso que sea así»

07 Agosto 2016/Fuente:lacapital /Autor: Marcela Isaías

La directora del INE, Florencia Salvarezza, aseguró que este año «explotó» la demanda por este conocimiento

Florencia Salvarezza es la directora del Instituto de Neurociencias y Educación de la Fundación Ineco (Instituto de Neurología Cognitiva). Estuvo en Rosario la semana pasada para dictar una conferencia sobre «Mitos y verdades de las neurociencias en el aula y la educación del siglo XXI». «Las neurociencias están de moda, es hermoso que sea así. Este año explotó el interés, no damos abasto. Eso es bárbaro», se entusiasma sobre su especialización de trabajo que gana terreno en el sistema educativo argentino, de la mano del Ministerio de Educación y Deportes de la Nación y el famoso neurólogo Facundo Manes.

La conferencia de Salvarezza estuvo organizada por Editorial Pearson y la Asociación Rosarina de Cultura Inglesa, en su 75º aniversario; contó con la adhesión de la Universidad Católica Argentina (UCA), la Asociación de Profesores de inglés de Rosario (Aprir) y el profesorado del inglés del Instituto Superior Olga Cossettini. Por casi dos horas y media de disertación, opinó de las Prueba Pisa que motoriza la Ocde y que ubican a la Argentina en serios problemas en lectura y cálculo, de los neuromitos, de los trastornos de aprendizaje que afectan a un buen porcentaje de la población escolar, en particular la dislexia. Al tiempo que criticó con énfasis al constructivismo cuestionó que el proceso de alfabetización en la escuela primaria se extienda a los tres primeros grados: «Hay que enseñar la correspondencia entre letra y sonido. Si lo hago bien en seis meses aprenden a leer».

Y también puntualizó sobre lo que en su visión son las claves de la educación del siglo XXI: centrarse en el cálculo y la lectura (tal una recomendación realizada por un experto del Banco Mundial que había considerado que «no había país que hubiese invertido más en educación y avanzado menos»); la innovación educativa, enseñar con perspectiva global, contar con aulas digitales (aquí sentenció que «la escuela que no tenga wi fi se murió»); una formación docente con conocimientos en neurociencias. También el manejo de los idiomas, preferentemente el inglés. Una escuela donde se resalten los conceptos de liderazgo, el trabajo en equipo y se enseñen las emociones; «todo con perserverancia, dedicación, esfuerzo y trabajo». En esta educación del siglo XXI que define Salvarezza figuran los deportes y los equipos de debates. Y también la «formación de emprendedores que puedan armarse su mundo laboral, que estén preparados para un mundo donde no todos van a tener trabajo». «La educación del siglo XXI es la que forma emprendedores», insistió.

Laboratorio

En mayo pasado el ministro de Educación y Deportes de la Nación, Esteban Bullrich, y el presidente de la Fundación Ineco, Facundo Manes, firmaron un convenio para la creación del primer Laboratorio de Neurociencias y Educación, «con el objetivo de potenciar los procesos de enseñanza y aprendizaje a partir del conocimiento acerca de cómo funciona el cerebro, cómo aprendemos y cómo enseñamos», según expresa un comunicado de prensa de ese momento.

Antes de la conferencia, la directora del INE, Florencia Salvarezza, conversó con LaCapital sobre los alcances de este acuerdo.

—¿Cuáles son los términos de ese convenio?

EM_DASHNo tiene un término de alcances. En realidad lo que nosotros firmamos es un acuerdo entre Fundación Ineco y el Ministerio para trabajar juntos en educación. Es decir, para aportar el conocimiento de todo lo que es el INE (Instituto de Neurociencias y Educación) al Ministerio de Educación. El alcance es todo lo que podamos hacer: proyectos de investigación, de asesoría ministerial, de formación docente, de revisión de currículas, todo lo que vaya surgiendo. Por suerte no es nada limitado, es sumamente amplio. Es un acuerdo macro dentro del cual tenemos como otros distintos acuerdos que vamos haciendo. Hay un proyecto para trabajar todo lo que es primaria, cómo ingresan los chicos; otro con los programas de alfabetización; otro con el desarrollo del cálculo en primer grado; otro para preparar material para los docentes de neurociencias aplicados a la educación, concreto, claro, conciso que tenga validez científica para evitar los mitos sobre el tema. Y más proyectos que se irán haciendo a medida que se puedan implementar. La ventaja de este convenio es que permite todo lo que el Ministerio y nosotros creamos que podamos hacer juntos.

EM_DASH¿El ministro Esteban Bullrich les dio alguna directiva puntual donde poner el acento?

EM_DASH Sí, mejorar la educación.

—Cuando se habla de «mejorar la educación» y neurociencias, también se suele poner el foco de trabajo en el cerebro. ¿Qué significa eso?

EM_DASHHacemos todo con el cerebro. Se pone el foco en el cerebro porque es lo que realmente sabemos que funciona, en vez de lo que pensamos. En el sistema educativo, en las universidades y en los lugares de formación docente hay mucha más idea de cómo aprender, de cómo enseñar, que de ciencia. Una cosa es lo que creo y otra lo que es. Por ejemplo, respecto de los horarios de clases Creo que a las 7.30 o a las 8 de la mañana el chico está más despierto para aprender. Y no es así, depende de la edad. Entonces una cosa es una creencia y otra un conocimiento. La ciencia avanza y la ciencia cambia. Eso es cierto, pero una cosa es opinión y otra es ciencia. Un poco la idea es usar los conocimientos, las investigaciones, lo que sabemos que funciona y lo que sabemos que no funciona para tener un camino educativo distinto. La realidad es que nuestro camino educativo de los últimos 20 años deja mucho que desear. Invertimos mucha plata y avanzamos muy poco.

EM_DASH¿Cómo entran lo colectivo, lo social en las neurociencias?

EM_DASHTiene el mismo peso lo individual que lo social. La comunidad intelectual científica, sobre todo la intelectual argentina, tiene como un sesgo bastante marcado contra lo biológico, piensa que si uno habla de biología está hablando de lo genético y dejando de lado lo social. Y una de las cosas que dicen las neurociencias es que somos animales sociales; así que la cognición, el trabajo grupal y las emociones son fundamentales. Lo social no queda de lado en absoluto, pero hay que separar las cosas. Un ejemplo es la alfabetización, que es enseñar a leer y a escribir. El proceso de incorporar a una cultura y a una sociedad es otra cosa. Cuando mezclamos las dos dejamos de hacer las dos cosas. Y nos estacamos en eso. Hay que poder separar los dominios, los problemas, hacer sin abandonar lo otro, ir incluyendo todo en el proceso.

—¿Cómo llegará este Laboratorio a las provincias, concretamente a Santa Fe?

EM_DASHNo sé todavía. Suponemos que llegará a través del Ministerio (nacional). Esto más allá de que podamos hacer trabajos de capacitación, de formación, que sé que están planteados para realizar en distintas zonas del país. Por lo que he conversado, la idea es que el sistema educativo sea más homogéneo. Somos un país, una sociedad, necesitamos formar a nuestros niños en un modo lo más homogéneo posible, en el buen sentido, no que todos sean soldaditos que marchen igual sino ciudadanos que puedan hacer todo en la vida.

—¿El Ministerio de Educación y Deportes de la Nación le paga a la Fundación Ineco por este laboratorio?

EM_DASHNo.

—¿Es un trabajo ad honórem?

EM_DASHNo. No es ni un trabajo ad honórem ni pago. Tenemos un acuerdo de cooperación. Después los distintos trabajos se presupuestarán de acuerdo a lo que tengan que presupuestarse.

—¿Por ejemplo, las capacitaciones docentes?

EM_DASHTodavía no se hizo nada. Hasta ahora lo que hemos tenido es un montón de reuniones de trabajo. Hicimos el evento en Tecnópolis («Mente, cerebro y educación») y hemos presentado un montón de proyectos que ellos nos han pedido. Cuando se canalice alguno de estos proyectos se presupuestarán las horas de trabajo. Pero el Ministerio no nos está pagando en este momento.

—¿Pero de acuerdo a lo que se haga sí?

EM_DASHSí, seguramente. Esto está en manos de la dirección ejecutiva de Fundación Ineco.

Fuente de la entrevista:http://www.lacapital.com.ar/las-neurociencias-estan-moda-es-hermoso-que-sea-asi-n1203215

Fuente de la imagen:  http://static.lacapital.com.ar/adjuntos/203/imagenes/017/694/0017694388.jpg

Comparte este contenido:

Congreso internacional de educación inicial será en Asunción

América del sur/Paraguay/4 de agosto de 2016/Fuente: PPN

Destacados cientistas e investigadores internacionales participarán del Congreso Internacional de Educación Inicial que se realizará los días 11, 12 y 13 de agosto, en el salón de convenciones del Hotel Excelsior (Chile y Manduvirá)

El evento está organizado por el Instituto Pedagógico de la Facultad de Filosofía y Ciencias Humanas de la Universidad Católica «Nuestra Señora de la Asunción».

El congreso creará un espacio de difiusión y reflexión sobre nuevos enfoques científicos estrechamente relacionados con el desarrollo integral de las personas, con gran importancia en sus aplicaciones en la primera infancia.

Ha sido declarado de «Interés Educativo Nacional» por el Ministerio de Educación y Cultura (MEC) según Resolución Nª 8704/16.

Las exposiciones girarán en torno a las relaciones de la educación con otras ramas científicas como la biología, la neurociencia, la filosofía, la psicología y la música.

La actividad está dirigida a docentes, psicólogos, pediatras y profesionales especialistas en educación y desarrollo integral de la primera infancia y actores sociales vinculados con las instituciones educativas y la educación en general.

Los conferencistas, importantes especialistas del exterior, serán el Dr. Humberto Maturana, reconocido biólogo y escritor chileno, co-creador de la teoría de la «autopoiesis» relacionando la biología con la psicología y la educación, quien será declarado «Ciudadano Ilustre» por las autoridades municipales de la ciudad de Asunción, en el apertura del Congreso.

El plantel de participantes se integra, además, con Fabián Mariotti (Brasil) especialista en ludicidad y recreación; Alexander Ortiz Ocaña (Cuba- Colombia) especialista en neuroeducación; la musicoterapeuta Leticia Albertti (Argentina), Nuria Garro Gil y Sarah Carrica Ochoa, por Profesionales Solidarios (España) y por nuestro Paraguay con los especialistas Claudia Pacheco y Antonio Ayala.

A lo largo de los tres días del congreso se desarrollarán actividades, talleres y charlas con enfoque en la educación de la primera infancia. Algunos de los temas a abordarse serán Currículo, Educación Inclusiva, El Juego en la creatividad y desarrollo infantil, Musicoterapia, Neuro-Educación, Educación para el Desarrollo y Educación Inicial e inclusiva.

Las inscripciones para participar del congreso continúan abiertas y se realizan en la secretaría general de la Universidad Católica, Sede Central (Independencia Nacional y Pasaje Comuneros). Para más informes, se puede llamar a los teléfonos 495351 y 451193.

Fuente: http://www.ppn.com.py/html/noticias/noticia-ver.asp?id=133797&desc=Congreso-internacional-de-educacion-inicial-sera-en-Asuncion

Imagen:

Comparte este contenido:
Page 2 of 2
1 2