Page 2 of 2
1 2

Las necesidades invisibles de las niñas y mujeres en emergencias

Por: Alba Cuadra Garrido

Dedicar tiempo para conocer y hacer frente a los riesgos específicos que corren las chicas, incluyendo el enfoque de género y edad en el trabajo huanitario, es fundamental para responder en crisis

En marzo de 2019, el ciclón Idai, considerado uno de los peores desastres naturales de la historia del hemisferio sur, devastó amplias zonas de Mozambique, Malaui y Zimbabue, provocando fuertes inundaciones, destruyendo casi todo a su paso y dejando miles de víctimas mortales. Llegué a Beira, una ciudad costera de Mozambique, con una población de unos 500.000 habitantes, un par de semanas después de que su paso la devastara en un 90% y quedara prácticamente incomunicada.

Se estima que, solo en Mozambique, el ciclón afectó a unos 1,8 millones de personas, incluidos 900.000 niños y niñas. En situaciones de emergencia humanitaria como estas, las menores corren, dada su vulnerabilidad debido a su edad y género, un alto riesgo de contraer enfermedades o de convertirse en víctimas de tráfico infantil, violencia y abusos sexuales.

Las estructuras sociales se derrumban, las niñas y adolescentes pierden sus espacios de referencia y, muchas veces, se rompe el contacto con sus padres, que tan importantes son en esta etapa de la vida. Es necesario poner el foco en ellas, que muchas veces son las más silenciadas, apartadas e invisibles en estos momentos. Por eso viajé a Mozambique como coordinadora de género en la respuesta de Plan International a la emergencia.

Aunque los profesionales que trabajamos en ayuda humanitaria contamos con los conocimientos y las herramientas para trabajar teniendo en cuenta todo ello, lo cierto es que la emergencia arrasa con los tiempos. Las organizaciones y agencias humanitarias llegamos a Beira y Buzi con prisa, las personas necesitan asistencia inmediata. El ciclón ha arrasado con todo y hay que distribuir comida, mantas, tiendas, medicinas, agua, jabón, ropa… incluso cosas que quizá no son tan evidentes, como compresas.

El mandato es salvar vidas, cubrir las necesidades básicas. En esa vorágine es difícil encontrar el tiempo para escuchar y hablar con las personas para que se sientan seguras y nos expliquen qué necesitan, pero debemos hacerlo porque, de lo contrario, habrá gente que se quede atrás, y las niñas y adolescentes seguirán siendo las grandes olvidadas en los planes de respuesta humanitaria.

Tomarnos el tiempo suficiente para conocer y hacer frente a los riesgos específicos que corren las chicas, incluyendo el enfoque de género y edad en nuestro trabajo, es fundamental no solo para responder a las emergencias en un primer momento, sino para establecer espacios seguros y conseguir resultados positivos a medio y largo plazo.

Durante el mes que trabajé en Beira, uno de mis objetivos como especialista de género en emergencias era encontrar esos espacios y tiempos para sentarme con las mujeres y hablar de sus necesidades, algunas de ellas no tan visibles a primera vista: la menstruación en estas situaciones se convierte en un reto añadido a todos los demás. En contextos de crisis, además, ellas se ven expuestas a un mayor riesgo de violencia, especialmente sexual; embarazos adolescentes o matrimonios tempranos forzados; y además, las niñas y mujeres se enfrentan a serios desafíos a la hora de gestionar sus periodos.

Los tabúes, mitos y la vergüenza que rodea la menstruación pueden conducir al malestar, a la exclusión de las actividades diarias y tener un efecto negativo en los sentimientos y la dignidad de las afectadas. En Beira, las chicas lo habían perdido todo, salieron corriendo de casa cuando el río Buzi comenzó a inundar sus casas. La mayoría no tenían ropa interior, ni prendas para cambiarse, ni jabón para lavarse.

Considerando esta realidad, necesitábamos saber cómo gestionaban ellas la menstruación para responder adecuadamente a sus necesidades, teniendo en cuenta siempre sus capacidades. Las chicas me contaron que, diariamente, se enfrentaban a múltiples barreras durante la menstruación debido a la pérdida de privacidad y la seguridad del hogar. Las letrinas y baños de los campamentos donde vivían, además de ser muy escasos, no eran cómodos para ellas, por lo que se iban al bosque bien alejadas del campamento o esperaban a que oscureciera para ducharse, lavar y secar las pocas compresas y que nadie las viera.

«¿Entonces, ¿cómo hacéis cuando tenéis la menstruación?», les pregunté. Me respondieron que comparten las capulanas (falda tradicional mozambiqueña) y con ello hacen paños en forma de compresa, esa es la forma tradicional que tienen las mujeres en las zonas rurales para hacer compresas. «Pero no tenemos suficientes, así que cuando nos viene la regla nos quedamos sentadas en el campamento sin poder movernos porque estamos manchadas, esperamos a que se haga de noche para ir a lavarnos con la poca agua que tenemos, pero no hay ni jabón para asearnos bien«, me contó una de ellas.

Según datos oficiales, un tercio de todas las mujeres de Mozambique han sido víctimas de violencia en algún momento desde que tenían 15 años. Además, el 12% de las mujeres declararon haber sido obligadas a tener relaciones sexuales en algún momento de su vida. De las personas encuestadas que fueron supervivientes de violencia sexual, el 59% nunca buscó ayuda o informó a nadie. Esta es la realidad a la que se enfrentan cuando tienen que esconderse en el bosque para asearse o lavar las compresas.

Por todo esto es tan importante sentarse a hablar con mujeres y niñas, escucharlas, poner el foco en sus necesidades, porque el ciclón tiene impactos muy diferentes en las personas afectadas. Porque es necesario escuchar sus voces y conocer cómo gestionan la menstruación, sin asumir que distribuyendo compresas desechables hemos solucionado el problema. En las zonas rurales de Mozambique no hay gestión de residuos, las compresas desechables contaminan los campos y ríos porque no hay recogida de basura, y son poco sostenibles porque se acaban: si no pueden comprarlas, mujeres y niñas dependen de la ayuda mes a mes, esperando a recibir otro paquete de compresas. Sin embargo, si les preguntamos a ellas, sabemos que las compresas de tela reutilizables, o una capulana, y algunas pastillas de jabón van a solucionar una cosa tan natural como es menstruar todos los meses.

Al mejorar la salud menstrual y abordar la vergüenza, los tabúes y los estigmas, también contribuimos a la mejora de la calidad de vida de mujeres y niñas en una emergencia. También esto es importante: romper tabúes y conceptos erróneos en torno al período puede prevenir la violencia de género, aumentar la autoestima de las niñas y mujeres y permitirles participar plenamente en todos los aspectos de la sociedad, siendo agentes activos de la recuperación y reconstrucción de sus comunidades.

Fuente e imagen: https://elpais.com/elpais/2019/08/14/planeta_futuro/1565792458_542151.html

Comparte este contenido:

Niñas y mujeres de Nigeria, convertidas en botín de guerra

Redacción: IPS

Una niña cuya familia huyó de los combatientes de Boko Haram, en la entrada de una improvisada tienda de campaña en un campamento para desplazados internos en Maiduguri, la capital del estado de Borno, en el noreste de Nigeria. El extremista grupo islamista ha secuestrado a miles de niñas y las ha convertido en esclavas sexuales y forzado a matrimonios no deseados, entre otros abusos.

“Nos sacaron a la fuerza y ​​nos mantuvieron como prisioneras”, dijo Lydia Musa, quien fue secuestrada por Boko Haram cuando tenía 14 años, durante un ataque en Gwoza, un municipio del estado nororiental de Borno, en Nigeria.

Musa y otras dos niñas menores de edad fueron apresadas y obligadas a casarse con combatientes de Boko Haram a pesar de sus protestas de que eran demasiado jóvenes para contraer matrimonio.

“Debes casarte, te guste o no, nos conminaron mientras nos apuntaban con sus  armas”, contó a IPS la ahora adolescente de 16 años, en Maiduguiri, la capital de Borno, donde reside ahora porque le asusta volver a su localidad y que termine capturada de nuevo.

La violación de Boko Haram de los derechos de las mujeres y las niñas es la parte más notoria de un panorama más amplio de trata de personas, matrimonios forzados y  esclavitud que existe en Nigeria.

Cuando el grupo extremista llega a su décimo año de insurgencia, sigue siendo lo suficientemente poderoso como para secuestrar a mujeres y niñas a voluntad, y continúa “atacando a mujeres y niñas como botín de guerra”, dijo en un comunicado Anietie Ewang, investigadora en Nigeria de Human Rights Watch.

Esta nación de África occidental tiene la mayor incidencia de tráfico de personas a través del desierto del Sahara y el mar Mediterráneo hacia Europa. En las zonas del norte y noreste del país donde opera Boko Haram existe una alta incidencia de matrimonios forzados, mientras que en todo el país son frecuentes los casos de niñas “comerciadas” como esclavas modernas.

Boko Haram, cuyo nombre significa “la educación occidental está prohibida”, tiene la reputación de estar entre los cinco grupos terroristas más mortíferos del mundo. Ha impulsado una violenta campaña para imponer un régimen de observancia estricta del Islam en el noreste de Nigeria y en zonas de los países vecinos de Camerún, Chad y Níger.

Se calcula que más de 20.000 personas han sido asesinadas por los extremistas desde que comenzaron su actividad rebelde en 2009.

El grupo también está involucrado en secuestros, tráfico, trata y esclavitud de niñas y mujeres. Cientos de mujeres y niñas han sido secuestradas durante sus 10 años de insurgencia. Pero el secuestro de más repercusión ocurrió en abril de 2014, cuando 276 mujeres fueron sacadas de su dormitorio en la estatal Escuela Secundaria de Chibok, en el estado de Borno.

Aquel masivo secuestro dio pie a una campaña mundial bajo la etiqueta de  #BringBackOurGirls  (devuelvan a nuestras niñas).

Unos meses después de que las niñas de Chibok fueran secuestradas, el líder de Boko Haram, Abubakar Shekau, comunicó que las vendería.

“Soy quien capturó a todas esas chicas y las venderé”, dijo en un video distribuido por Internet, en el que justificaba la esclavitud humana. “La esclavitud está permitida en mi religión y capturaré a las personas y las convertiré en esclavas”, afirmó.

En consecuencia, ha habido otros secuestros masivos de niñas en la región desde el ocurrido en Chibok.

En marzo de 2015, los combatientes de Boko Haram secuestraron a más de 300 mujeres, niñas y niños en la estatal Escuela Primaria Zanna Mobarti en la ciudad de Damasak, mientras que en febrero de 2018 fueron secuestradas 116 estudiantes en el gubernamental Colegio Femenino de Ciencia y Tecnología de Dapchi, en el estado de Yobe, tras un ataque al centro educativo.

“La forma en que Boko Haram retiene a las mujeres y las niñas contra su voluntad es en sí misma una forma de esclavitud”, dijo Rotimi Olawale, del grupo Bring Back Our Girls (BBOG). El grupo participa en una gran campaña para la búsqueda y el rescate rápido y efectivo de las niñas de Chibok y otras mujeres y niñas secuestradas.

Olawale puntualizó en una entrevista con IPS que Boko Haram también está usando a las cautivas, como las chicas de Chibok, como “valiosas fichas de negociación”, para cobrar rescates y asegurar la liberación de sus combatientes presos en Nigeria.

Cinco años después de su secuestro, según informes, son 112 niñas secuestradas en la escuela de Chibok las que permanecen cautivas, mientras que las demás escaparon o fueron liberadas por Boko Haram por acuerdos alcanzados entre los extremistas y el gobierno nigeriano.

En lo que se considera una referencia implícita a Boko Haram, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) ha asegurado que desde 2012, los grupos armados ajenos al Estado que operan en el noreste de Nigeria han reclutado y utilizado a niños y niñas como combatientes y no combatientes, han violado a niñas y las han obligado a casarse, entre otros atentados graves a los derechos de la población infantil.

Las historias de quienes escaparon del cautiverio de Boko Haram lo confirman.

Ali Mohammed, un exprisionero de Boko Haram, contó a IPS que mientras estuvo cautivo vio a milicianos de Boko Haram usando a niñas cautivas como esclavas sexuales. “Por la noche, iban libremente al lugar donde las niñas estaban confinadas para tomarlas y obligarlas a tener relaciones sexuales”, explicó.

Otra excautiva de Boko Haram que pidió ser mencionada como Halima destacó que los niños varones nacidos como resultado de la esclavitud sexual se están convirtiendo en la nueva generación de combatientes de Boko Haram.

Halima misma, quien dio a luz a gemelos durante su cautiverio, un niño y una niña, dijo a IPS que los miembros de Boko Haram siempre celebran cuando un bebé nace en sus campamentos.

“Una vez que se den cuenta de que es un bebé varón, comienzan a disparar al aire y gritan con euforia que ha nacido un nuevo líder”, contó.

“Después de dar a luz a los bebés, cargaron al varón en señal de júbilo y conversaron con Allah Akbar, mientras que por el contrario no  mostraron alegría alguna con la niña, ni siquiera la tocaron”, rememoró sobre su propia experiencia.

El secuestro de jóvenes por de Boko Haram tiene como uno de sus objetivos el convertirlos en combatientes, confirman estudios sobre el grupo islamista radical.

Unicef asegura que entre 2013 y 2017 más de 3.500 niños, la mayoría de entre 13 y 17 años, fueron reclutados por grupos armados no estatales que los utilizaron en el conflicto armado en el noreste de Nigeria. El Fondo considera probable que las cifras reales sean superiores porque las suyas incluyen solo aquellos casos verificados.

Musa, la adolescente capturada en Gwoza, confirmó que mientras estuvo cautiva vio a niños secuestrados que eran entrenados para ser combatientes del grupo extremista islamista. “En las mañanas, habitualmente les enseñaban cómo disparar armas y perpetrar ataques”, dijo, antes de añadir que algunos de ellos tenían apenas 10 años.

También se sabe que Boko Haram entrena a niños para transformarlos en terroristas suicidas. Otro informe de Unicef, este de 2017, asegura que entre enero y agosto de ese año, 83 menores de edad, principalmente niñas, fueron utilizados por Boko Haram como terroristas suicidas.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia destacó que esa cifra era cuatro veces más alta que en 2016.

Fracaso de leyes contra abusos infantiles

Mientras, los intentos legislar contra abusos como el matrimonio infantil, el abuso sexual, el tráfico, la trata y el secuestro han fracasado en el pasado en este país africano.

En 2003, Nigeria adoptó la Ley de Derechos del Niño como un instrumento legal para proteger a los niños de estos abusos, y en ella se incluyó la edad mínima de 18 años para contraer matrimonio.

Pero la Constitución nigeriana no contempla una edad mínima para casarse y la ley fracasó en parte porque varios de los 36 estados en que se divide el país se negaron  fracasó en parte porque varios de los 36 estados de Nigeria se negaron a aplicarla.

“También fue un fracaso en los estados donde se adoptó porque solo existía en el papel y no se hizo cumplir”, dijo a IPS la activista a favor de los derechos de las mujeres y las niñas Betty Abah.

Además, en 2016, el Senado de Nigeria, dominado por varones, votó en contra de un proyecto de ley sobre género e igualdad de oportunidades. Ese proyecto penalizaba la trata, el abuso sexual y la explotación de mujeres y niñas y niños. El proyecto también prohibía el matrimonio forzado y establecía los 18 años como la edad legal mínima para contraer matrimonio.

Según Unicef,  43 por ciento de las niñas en Nigeria están casadas antes de cumplir los 18 años. Algunos de los legisladores que votaron en contra del proyecto de ley argumentaron motivos como que su religión permitía el matrimonio de menores de edad.

“Es una muy mala señal de que tenemos un largo camino por recorrer, si aquellos que deben realizar las leyes para proteger a las mujeres y los niños y niñas consideran que tales leyes no son necesarias”, dijo Abah.

Mientras tanto, Musa, puede haber huido del cautiverio de Boko Haram, pero está demasiado aterrorizada para regresar a su hogar. Ahora vive en Maiduguri,  a unos 130 kilómetros de Gwoza, donde fue capturada.

“Siempre rezo para que la crisis termine y pueda volver a mi casa, porque ahora no puedo retornar porque no quiero arriesgarme a que Boko Haram me capture de nuevo”, resumió a IPS sobre su vida actual, donde se la pasa prácticamente recluida en el lugar donde vive.

Fuente: http://www.ipsnoticias.net/2019/04/ninas-mujeres-nigeria-convertidas-botin-guerra/

Comparte este contenido:

Acoso callejero en grupo: estos son los relatos de cientos de mujeres

Un informe analiza testimonios de niñas y jóvenes de cinco ciudades en el mundo para reflexionar sobre los insultos y presiones que reciben en exteriores

Una chica de Madrid, 16 años: “Estaba volviendo a mi casa a las nueve de la noche, cuando un coche se detiene y dos hombres se bajan. Me empezaron a seguir y yo me puse a correr hasta que llegué a casa”. Este es uno de los 750 comentarios analizados en un informe de la ONG Plan Internacional, publicado este martes, en el que se analiza el acoso callejero en grupo en cinco ciudades: Madrid, Kampala, Sidney, Nueva Delhi y Lima.

Hace un año, esta organización puso en marcha el proyecto Free To Be, una web con mapas interactivos en los que las mujeres podían señalar los puntos de sus respectivas ciudades que les parecían inseguros y dejar comentarios sobre lo que les había sucedido en ellos. Un año después de un primer estudio de los mismos, Plan Internacional profundiza en los que se refieren a acoso en grupo —desde comentarios lascivos hasta agresiones físicas— para sacar conclusiones sobre la seguridad de las mujeres en las calles. La ONG ha llevado a cabo esta labor en colaboración con Lab XYX de la Universidad de Monash (Australia).

Acoso callejero en grupo: estos son los relatos de cientos de mujeres

El proyecto Free To Be recogió más de 7.000 comentarios, pero para esta investigación se seleccionaron los 750 que se referían explícitamente a agresiones en grupo. Una de las conclusiones es que los intercambiadores de transporte, las estaciones de tren y las paradas de autobús son lugares en los que se producen más escenas de “manoseo” y acoso. Otra se refiere a la sensación que tienen las jóvenes de “indiferencia” o “insuficiente acción” de las autoridades y la sociedad en general. Para luchar contra esto, la sociedad también se moviliza. Para muestra, la reciente iniciativa de tres asociaciones feministas de Madrid que se han organizado contra el acoso verbal y sexual que sufren a diario en sus barrios.

Acoso callejero en grupo: estos son los relatos de cientos de mujeres

Los autores del estudio añaden que, mientras en Madrid y Sidney los comentarios entran en detalles, los de Nueva Delhi suelen ser más vagos y generales. En India, la violencia sexual contra la mujer es un verdadero problema nacional. La salvaje agresión en grupo a una estudiante en 2012 levantó una ola de protestas en todo el país y un activismo que no ha parado. Un amplio informe en el que participaron 550 expertos dictaminó que India es el país más peligroso para ser mujer. “Las denuncias de los crímenes contra mujeres en el país asiático han crecido un 83% entre 2007 y 2016, cuando se dieron cuatro casos de violaciones por hora”, especificaba el estudio.

Acoso callejero en grupo: estos son los relatos de cientos de mujeres

El informe refleja un gran número de casos de acoso grupal a niñas y jóvenes en el trayecto de ida y vuelta de la escuela, especialmente en Delhi (37% de los testimonios). En algunos países las agresiones en el camino al colegio son una lacra tan grande, que las niñas y adolescentes acaban por abandonar los estudios ante la posibilidad de ser agredidas físicamente. “Cuando el camino no es seguro, los padres optan por dejar a las niñas en casa, con lo que las tasas de escolarización femeninas se quedan atrás desde muy pronto y ellas acaban así relegadas a ser madres y esposas”, recogía el último informe de Unicef sobre violencia en las escuelas. “Siempre que voy a la escuela los chicos me molestan, me llaman cosas. Me hace sentir incómoda, no sé qué se debería hacer”, cuenta una niña de Kampala.

Las participantes de Free to Be eran en muchos casos jóvenes. “En las cinco ciudades, el 55% de las que relataron comentarios de acoso grupal tenían 20 años o menos”, especifica el informe. Algunos de los testimonios reflejan también situaciones de homofobia. “Querían pegarme por ser trans”, cuenta una mujer transexual de 27 años de Lima. “Estaba con mi novia bajando la calle y un grupo empezó a insultarnos, llamándonos putas lesbianas y gritando cosas […] Lo pasamos fatal”, relata una veinteañera de Madrid.

Acoso callejero en grupo: estos son los relatos de cientos de mujeres

La mayor parte de las denuncias recogidas en este estudio se refieren a agresiones verbales, desde gemidos hasta “expresiones más violentas”. La lucha contra el piropo no consentido se ha hecho notar en algunas ciudades. El sindicato de la construcción de Montevideo (Uruguay) acordó a finales del año pasado acabar con esta práctica. “Los compañeros nos decían cosas como que la culpa la tiene ‘el inventor de la calza’ [pantalón ajustado] o la culpa la tienen ustedes por vestirse así”, contaba la responsable sindical Laura Alberti en octubre. Andalucía también lanzó una campaña que, bajo el lema No seas animal, iba dirigida a condenar actos que “van desde el piropo que cosifica hasta la realización de fotos o los roces en transportes públicos”.

El informe de Plan recoge también testimonios de agresiones en el transporte. “Subí a un autobús del servicio público de transporte y un par de tipos dijeron algo sobre mi culo, les planté cara pero nadie en el autobús me apoyó”, escribe una joven de Lima. Cuatro capitales de América Latina crearon hace tres años una red de ciudades comprometidas con la igualdad de género en el transporte. Seis de cada diez mujeres han sufrido algún tipo de acoso mientras se desplazaba en la región, tal y como recogía una encuesta de Thomson Reuters. Las medidas que adoptaron estas urbes iban desde las aplicaciones móviles antiacoso hasta las zonas habilitadas especialmente para ellas en el metro y autobuses.

Acoso callejero en grupo: estos son los relatos de cientos de mujeres

El acoso grupal que se muestra en el informe de Plan Internacional sucede en mayor medida por la tarde y «hasta altas horas de la noche” (un promedio del 44%). Este porcentaje se eleva al 58% en Madrid y al 60% en Sidney. “Preguntarnos cómo y dónde ocurre el acoso en grupo es el primer paso para crear ciudades más seguras para las niñas y mujeres. Hay evidencias de que hay hombres solo acosan cuando están con otros hombres, para reafirmar una identidad grupal y su masculinidad como ‘sexo dominante’”, asegura Nicole Kalms, directora del Lab XYX de la Universidad de Monash.

¿Qué hacer a partir de los testimonios? Emilia Sánchez-Pantoja, directora de incidencia política de Plan Internacional España, afirma que los hombres tienen que ser parte de la solución: “Ya que algunos de ellos son quienes ejercen el acoso, los chicos y los hombres pueden ser catalizadores del cambio en el comportamiento en las calles. Las niñas y mujeres no deberían ser quienes cambien sus comportamientos y sus hábitos para protegerse y sentirse seguras”. Y concluye: “Los hombres y los niños deben reconocer que estas actitudes sexistas son intolerables y aprender a respetar a las niñas y mujeres como iguales. Si no eres parte de la solución, eres parte del problema”.

Imagen tomada de: https://ep01.epimg.net/elpais/imagenes/2019/04/08/planeta_futuro/1554735886_019173_1554747274_noticia_normal.jpg

Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/04/08/planeta_futuro/1554735886_019173.html

Comparte este contenido:
Page 2 of 2
1 2