Por: Reynaldo Mora Mora.
En una institución educativa ocurren diversas interacciones entre sus miembros, ya que allí se producen encuentros de culturas que están mediados por unas normas que deben reflejar la pirámide axiológica de una Nación.
Entonces, a través del Manual de Convivencia (MC) se deben favorecer las condiciones que permitan a sus miembros vivir en comunidad, y hacerlo es tener el sentido de favorecer toda una gama de valores en el quehacer escolar. Teniendo en cuenta ese conjunto de valores, el Manual debe ser concebido como la herramienta pedagógica por excelencia, como la referencia para la valoración y respeto por el derecho a la vida; pero, de ninguna manera puede ser considerado como un conjunto de normas de información que deben cumplirse per se, ni como una serie de máximas de adoctrinamiento o inculcación.
El MC es el mejor recurso con que cuenta la comunidad educativa para enfrentar la problemática y solución al matoneo, en tal sentido, debe ser interiorizado como la vocación comunicativa para la formación de constructores de convivencia, para consolidar por parte de los actores una serie de estrategias pedagógicas, sociales y familiares como propuesta de vida a fin de establecer un diálogo alrededor de los más caros valores del ser humano. Esta problemática que viven las instituciones educativas, implica pensar, que las instancias familiar y escolar contribuyan, junto con el Estado a impedir conductas y acciones arbitrarias que un grupo de estudiantes o individualmente imponen sobre otros.
En tal sentido, el matoneo debe ser considerado el problema fundamental para regular el accionar de los miembros de una comunidad educativa, en cuanto integra esa situación problemática quehacer a través de su funcionamiento cotidiano interno, atendiendo a todos los sujetos a fin de atenerse a unos principios mínimos de convivencia.
Este enfoque pedagógico y curricular plantea desarrollar y fortalecer la centralidad del ser humano, propiciando el respeto hacia su dignidad; invitando a considerar todas sus capacidades y actitudes para aprender a ser persona. Entonces, es cuando desde la estructura curricular, se deben proponer cambios sustanciales en el ambiente educativo de los aspectos integradores del currículo para la convivencia escolar y ciudadana; lo cual consolida el respeto por el otro concepto como espacio concreto para la autonomía en la dinámica institucional. Desde esta perspectiva se concibe el MC como el espacio de construcción social y familiar para promover la armonía, el consenso, el respeto por el otro, como posibilidad que los propios sujetos desde este escenario integren en sus actitudes la convivencia.
Fuente: http://www.elheraldo.co/columnas-de-opinion/el-manual-de-convivencia-como-estrategia-pedagogica-275733
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