Amaneció lluviosa y fría Rosario. La ciudad con uno de los mayores índices de violencia machista en el país, parecía también resistirse a través de las condiciones climáticas, a la realización de la Primera Asamblea Feminista Popular.
Pero las mujeres del campo popular igual se encontraron. A las tres de la tarde empezaron a llegar, y entre mate y mate fueron entrando en el calor de esa guarida feminista que era el Kinder Club Ana Frank. Había varones, pero extrañamente todos realizaban tareas organizativas, como vender libros y calcos, tortas, o preparar el mate en la cocina.
Cuando ya eran una linda ronda redonda, tomó la palabra Majo Gerez, secretaria de Género de CTA Rosario y referente del movimiento de mujeres de la ciudad. Se refirió a la situación del movimiento feminista en la nueva etapa abierta desde la asunción de Mauricio Macri afirmando: “Es de los más dinámicos del campo popular y tiene capacidad para movilizar mujeres de distintas procedencias”
Luego de su intervención, se dividieron en tres comisiones de debate: “La coyuntura continental y nacional de las mujeres”; “Las luchas feministas en los distintos territorios” y por último “Conquistas y desafíos del movimiento feminista”.
Mientras afuera el agua seguía cayendo sin parar, adentro, las palabras de mujeres de distinta edad y procedencia, también comenzaron a llover constantes.
Nuevo colonialismo sobre países y cuerpos
Desde el comienzo, se enfatizó el carácter revanchista y misógino de la derecha en el continente y la articulación histórica de los sistemas de dominación. Los diagnósticos resaltaron también la feminización de la pobreza y su impacto en la vida material de las mujeres: con el aumento de los precios y alquileres, es aún más difícil que antes poder rehacer la vida después de situaciones de violencia. Lo mismo con el aumento del valor de la pastilla de misoprosol, ya que coloca a la mujer que elige abortar en una situación de mayor vulnerabilidad.
“Nuestros cuerpos continúan siendo apropiados” afirmaba Noelia, docente y militante de Mala Junta, explicando que no ha variado para las mujeres su rol histórico de cuidadoras y reproductoras de la vida doméstica.
Sin embargo se acordaba que en los últimos años se han planteado fuertes cuestionamientos a esa apropiación. Muestra de ello es el repudio social a la violencia contra las mujeres y otros cuerpos disidentes, en Argentina a través de las masivas convocatorias del #NiUnaMenos, así como otras grandes movilizaciones en varios países de América Latina.
La apuesta por el feminismo popular no puede borrar las singularidades
La segunda comisión subrayó que las políticas deben ser pensadas desde y para las mujeres porque “no somos objetos de intervención, somos sujetas”.
Se discutió también cómo cada mujer hace de su cuerpo un terreno de disputa y desde ahí encara la lucha feminista en cada territorio donde interviene: el trabajo, el barrio, la universidad, el sindicato. “La sororidad como pacto político entre las mujeres debe servirnos para avanzar en nuestras reivindicaciones”, sostenía Ile, una joven militante del barrio Bella Vista. También se planteó la necesidad de hacer visibles las realidades de otras identidades disidentes.
Desafíos hacia afuera y también hacia adentro
La discusión se centró fundamentalmente en cómo defender lo conquistado en el marco de esta nueva etapa. Se afirmó que el sistema está en una fase de disciplinamiento del movimiento feminista, como lo demuestran los casos de la joven Belén en Tucumán, Yamila en Rosario, y los femicidios y travesticidios constantes. “Por eso”, se dijo, “la organización y la salida a la calle son fundamentales”.
Pero también se enfatizó en la necesidad de poner en discusión las prácticas patriarcales hacia adentro de las propias organizaciones. “Se sienten amenazados los machistas, pero también los compañeros”, resaltó Lali, una de las integrantes de la Comisión Organizadora del XXXI ENM. La afirmación dio lugar a cuestionamientos hacia los dirigentes y sus prácticas muchas veces distantes de sus discursos políticamente correctos.
Cuando el fuego crezca quiero estar allí
En Asamblea se llevó a cabo la puesta en común de las comisiones. Muchas fueron las que intervinieron para decir que, en esta nueva coyuntura, el movimiento feminista no puede perder radicalidad. “Nuestro feminismo popular tiene vocación de poder y nunca más va a subordinarse a otras demandas”, dijo Marina sin perder la sonrisa.
Sólo quedaba pensar el XXXI Encuentro Nacional de Mujeres, este año con sede en Rosario. Fue Agustina la que sentenció: “70 mil mujeres en la calle no van a dar lugar a ningún pesimismo sobre la significación del Movimiento de Mujeres y nuestra capacidad de intervención”.
Cada una de las presentes se supo parte de un hito en la historia del movimiento feminista, y por ello el cuidado del espacio y la vocación de unidad también resonaron: “El Encuentro tiene que poder establecer un diálogo de todas las mujeres en su diversidad”.
“La ciudad que todos los días nos violenta, va a ser nuestra por tres días, y eso va a ser muy importante”, enfatizó Ana Clara.
Nadie tuvo dudas. La jornada era una prueba irrefutable. No habrá lluvia que pueda apagar el fuego feminista el 8, 9 y 10 de octubre.
Berenice Moulin, desde Rosario.
Fuente http://notas.org.ar/2016/08/29/realizo-primera-asamblea-feminista-popular-rosario/
Fuente Imagen :