Por: Lev Moujahid Velázquez Barriga
El Programa de Educación y Cultura para el Estado de Michoacán (PDECEM), se encuentra entre las propuestas educativas regionales de la CNTE, cuyos principios y horizontes le permitieron enfrentar las últimas reformas neoliberales. El PDCEM es la expresión de diversas miradas de las comunidades pedagógicas de base y tiene tantas manifestaciones como colectivos que se han apropiado de él o lo han transformado según su contexto regional y sus aportaciones cooperativas.
Este, al igual que los demás proyectos educativos de la CNTE sólo se entiende como un movimiento pedagógico que se construye y reconstruye de abajo hacia arriba, no al revés; son los colectivos pedagógicos populares los que inventan o se equivocan, tal como decía Simón Rodríguez “Inventamos o erramos”, para referirse a la tarea monumental de hacer lo propio desde la mirada latinoamericana y decolonial. Ninguna burocracia sindical o gubernamental, por más revolucionaria y progresista que se nombre, puede sustituir este movimiento pedagógico, incluso las comisiones educativas de la CNTE tienen la responsabilidad de acompañar, organizar, difundir, investigar, formar y sistematizar de manera horizontal; pero, de ningún modo suplantan la inteligencia colectiva del movimiento.
La organicidad de la pedagogía en movimiento se expresa en el diálogo, en la relación práctica-teoría-práctica, en el intercambio de experiencias y la “compartencia” de conocimientos de los que viven cotidianamente la educación, se trata de devolverles el protagonismo a los colectivos escolares y la voz a las comunidades de aprendizaje, de romper con esos vicios que todavía menosprecian al magisterio cuando el secretario de educación los invita al diálogo pero hace un monólogo, se trata de desterrar la falacia de que los expertos en la educación y la escuela son los que la reflexionan desde fuera.
El PDECEM está ligado a los procesos de cambios civilizatorios que ponen en el centro la vida, está necesariamente encaminado a romper con la hegemonía de un sistema que produce desigualdades sociales, se debe a un proyecto plurinacional de democracia de los pueblos; es por eso que no se puede encerrar en el ámbito áulico ni reducir a la implementación de libros de texto ni encadenar a la certificación, por más alternativas que sean ambas cosas; su espacio inmediato de transformaciones es la comunidad, el barrio, la colonia, el vecindario o la localidad, justo ahí donde es posible desencadenar cambios locales de impacto global, de construir una nueva hegemonía histórica y cultural que siente las bases de una ciudadanía crítica y organizada capaz de involucrarse en la construcción del gobierno popular.
Este vínculo comunitario es la tarea que han desarrollado los programas de Alfabetización Popular y de los Centros de Desarrollo para la Creatividad, el Arte, la Cultura y el Deporte; desde ahí se proponen, a veces con éxito y otras con limitaciones: desplegar redes de economía solidaria, proyectos autosustentables, recuperar los saberes comunitarios, rescatar la cultura popular, fomentar la lectura política de la realidad, conformar núcleos de base para la autogestión de la democracia protagónica y el alcance de la justicia social. Sin esta relación, la escuela y el magisterio quedarían ensimismados en sus dinámicas escolares y gremiales.
Otra de las tareas transversales del PDCEM es el desmantelamiento de las bases ideológicas, científicas, filosóficas y teóricas del capitalismo, para ello su Escuela de Formación se entiende como el despliegue de espacios formativos de los educadores populares en cada región y en cada delegación; como disciplina de estudio sistemático de la teoría de la organización popular, de la realidad actual y de las pedagogías de la rebelión. En esta tarea, la investigación es fundamental, pero no esa que se hace en el claustro ni la que sigue los principios de la ciencia dominante para enaltecer a las vacas sagradas; la investigación militante tiene compromisos claros con el empoderamiento de los oprimidos, es construcción de conocimientos y propuestas desde los educadores populares que están directamente involucrados en las resistencias pedagógicas, a partir de las metodologías participativas: sistematización de experiencias, narrativas pedagógicas, dialéctica constructiva y otras que contribuyan a que los oprimidos produzcan conocimientos para la liberación.
Estos proyectos regionales de la CNTE enfrentan serias amenazas, puesto que el discurso gubernamental propone disolverlos, argumentando que todos sus planteamientos ya han sido incorporados a la Nueva Escuela Mexicana, lo cual es absolutamente falso, la narrativa de la reciente reforma educativa sigue siendo neoliberal y pro empresarial, en su horizonte está la continuidad de la globalización económica y por eso el nuevo gobierno optó por la actualización del proyecto de despojo más grande del capitalismo en los siglos XX y XXI para México, el TMEC (antes TLC). Los únicos que han materializado sus proyectos son las multinacionales de Google Microsoft, Grupo Carso, Grupos Salinas, Grupo Televisa y la banca; las experiencias regionales fueron excluidas y ahora pretenden que sean sometidas a los designios del gran capital.
La urgente defensa de los proyectos de educación emancipadora de la CNTE necesita que las y los educadores rompan con el distanciamiento social (manteniendo el físico) y se convoquen al encuentro dialógico para construir la hoja de ruta crítica con ese propósito, una vía puede ser el Taller Virtual del Educador Popular 2020 de la Sección XVIII; sin embargo, en este contexto de la pandemia, habrá que seguir abriendo camino en lo que Paulo Freire llamaba, el inédito viable.
El autor escribe para OVE